Los personajes no me pertenecen. La historia es de mi autoria.

Este capitulo trata temas sensibles, como abuso fisico y emocional, si son sensibles a dichos temas o les causan incomodidad, recomiendo no leer.


El tiempo con Edward se pasaba muy rápido.

Era de mente hábil y entretenido para estar con él en casi todas las circunstancias. Atento y amable.

Era cariñoso, sin dejar que sus manos fueran nunca a lugares fuera de orden. Algo pagado de sí mismo, pero en general bueno.

Cuando me pidió una oportunidad para demostrarme su interés había tomado cartas en el asunto rápidamente. Una salida a la feria, citas a cenar, a desayunar, o en realidad a cualquier lugar, no importaba si era un museo, o simplemente un desfile por algún día festivo, él se haría presente.

Una ocasión, después de hablar por WhatsApp buena parte de la noche, se apareció en mi casa con una orden de hotcakes de Ihop que yo le había dicho que tenía muchas ganas de comer y hacía mucho no podía. Estaba recién bañado y yo sabía que acababa de terminar su turno de fin de semana de 24 horas. Así que seguramente solo fue a su casa a bañarse y luego por los hotcakes. Le sugerí desayunar en la cama viendo una película, a lo que su rostro no pudo ocultar al mismo tiempo la sorpresa y la travesura de mi invitación. Me dijo que mejor comiéramos en la sala. Insistí, porque sabía que en cuanto terminara de comer caería dormido y no quería tener que molestarlo si se dormía en el sillón, además que no lo podría cargar.

Termino aceptando y ni bien toco la cama callo rendido, dejándome a mi sola con la orden de comida entera. Se despertó varias horas después, con la cabeza en mi regazo mientras yo veíasex and the city en la televisión y acariciaba su cabello. Se veía hilarante, con el cabello para todos lados por haberlo estado cepillando con mis dedos y su cara desubicada.

Él se había vuelto una constante en mi vida. Los días que no tenía que ir al set o viajar por trabajo, el siempre encontraba un plan que proponerme. Cuando tenía trabajo o regresaba del aeropuerto, él iba por mí siempre que pudiera. Él tenía una manera de ser conmigo, muy evidente acerca de su interés, pero discreto sobre sus atenciones y últimos intereses. Por los siguientes meses después que se quedó a dormir en mi departamento, cada vez que me dejaba en mi piso era sumamente cuidadoso de dejarme en la puerta de el mismo, un beso en la frente o en la mejilla, era todo. Dentro de su ir y venir se había atravesado mi cumpleaños, en medio de uno de sus turnos de fin de semana en el hospital, le asegure que estaba bien, que de todas maneras no solía festejar mi cumpleaños, pero ese día en la mañana recibí un gran arreglo de flores, acompañado de un desayuno completo servido en una caja blanca con un lazo, que no sabía cómo se las habían arreglado para subir a mi departamento sin que se estropeara.

Dejé pasar al repartidor con la caja que puso en la isla de la cocina y recibí las flores con la tarjeta.

Sabía que eran de su parte sin siquiera verlas. Más que un arreglo de flores era una maceta con varias suculentas de todos tamaños y colores, con algunas flores de tallo alto y colores vivos, con un pequeño cactus en medio, con 2 flores grandes y rojas coronándolo.

Fuertes, orgullosas, sobrevivientes. Hermosas

Revise en internet sobre las flores que había enviado, mientras me engullía el desayuno, flores de desierto.

Florecían escasos días al año, eran visiones raras en medio de los climas áridos y se consideraban preciosas, incluso el cactus en flor que envió se consideraba especial por tener 2 brotes tan cercanos y tan vivos.

Quise llorar, quise aventar la maseta a la basura y bloquear su teléfono.

¿no podía ser un hombre normal y enviar rosas? O algún estúpido ramo insulso y sin mayor significado.

Me lleve el arreglo a mi cuarto, pensando que las pobres plantas no tenían la culpa y lo deje cerca de la ventana, donde le daría el sol. No sabía cuánto tiempo podrían sobrevivir esas plantas en el clima de chicago.

Le mande una foto de donde había decido ponerlas.

-Me alegro que sean bien recibidas- me contesto minutos después.

El arreglo tenía una belleza especial, no era el típico arreglo de camelias y rosas de colores vibrantes y textura frágil y ligera, que a primera vista cautivaba por su belleza fácil.

Estaba lleno de ángulos, con espinas pequeñas, profundos colores verdes y ocre y la eventual viveza de los colores de las flores con largos pétalos que contrastaban con el resto.

-Mucho- le respondí.

- ¿Una invitación a cenar seria bien recibida también?

Me había invitado a cenar antes, pero el tono de esas ocasiones era más informal, usualmente venia precedida de un comentario sobre comida que estaba casualmente colocado, ya sea de mi parte o de la suya, pero esta ocasión parecía tener un propósito más serio.

- ¿es una cita? - le respondí el mensaje, acobardándome medio segundo después le envié una carita feliz.

-Cena y cine, todo el paquete, con la señorita de vuelta en su casa antes de las 12.- su respuesta venia acompañada de un emoji sacando la lengua y guiñando un ojo, siguiendo mi tonto mensaje anterior.

-Sería muy bien recibido- le mande sin ninguna carita.

Su siguiente mensaje fue casi instantáneo

- ¿mañana? Aun cuenta como tu cumpleaños-

No estaba segura que aún lo hiciera, pero su intención me hizo reír y me desee poder verlo.

-Claro, ¿Qué debería ponerme? - le había hecho este tipo de comentarios a otros hombres antes, las respuestas siempre bien dirigidas hacia sus intenciones para la noche o simples y predecibles como te ves bien con lo que sea.

-Pantalón, saco y botas para la nieve- respondió, siendo siempre tan distinto a todo lo demás.

El no dio más explicaciones después de ese mensaje y se comunicó conmigo a lo largo de todo el día, disculpándose por sus ausencias alegando que estaba entre cirugías, no era una explicación que yo le hubiera pedido. Pero quitaba mi ansiedad del asunto, nuestras conversaciones podían transcurrir en largas horas con pocas respuestas o en pocos minutos con mensajes activos.

Alice me había invitado a cenar y a bailar para festejar mi cumpleaños, lo acepte, aunque no me sentía particularmente de humor para lo segundo. Igualmente me arreglé lo mejor que pude y me puse un vestido corto y ceñido, con cuello recto y tirantes delgados, con medias en red y botas a la rodilla con un tacón ridículamente alto.

Después de maquillarme como siempre y arreglar mi cabello, me pare frente al espejo de mi habitación y contemple el reflejo en él. No había una imperfección a la vista, nada que no fuera estéticamente satisfactorio. Junto a mí, en el reflejo, vi la imagen más atrás de la maceta de flores del desierto que me había mandado Edward. Sonreí a su imagen espinosa e irregular.

Encontré mi mejor angulo frente al espejo y tomé una foto con mi celular, para mandársela a él. No respondió de inmediato y su última conexión había sido bastante tiempo antes. Supuse que estaba ocupado, tomé un saco largo de mi closet y pedí un taxi a casa de Alice.

La noche paso a ritmos pulsátiles. En el departamento de Alice ya había una pequeña reunión esperándome, con varios compañeros de la industria y mi amiga repartiendo shots de una botella con nombre de persona que sabia era muy mala idea tomar. Las cosas no fueron tan lineales desde ahí y pensé que quizá algo de los comestibles que alguno de los amigos de Alice había llevado, era más fuerte de lo que en realidad me habían dicho. Nos fuimos todos a un club de moda, no estaba segura cual, no me importaba tanto, a decir verdad, no era mi ambiente ni mucho menos muy de mi agrado, pero ahí solían estar todos mis compañeros y la gente que buscaba nuestra presencia.

Subimos al área reservada donde ya tenían montada una mesa y un gran letrero de feliz cumpleaños, personas que no conocían pasaron alrededor de mí, saludándome o deseándome feliz cumpleaños. En algún punto mis amigas ya se habían emparejado con algunos hombres que se encontraban en el lugar, Alice quien previamente había estado bailando conmigo, se encontró con un chico rubio, que se veía más que tenso de estar aquí, pero sonrió de verdad al verla, eventualmente desapareció entre las demás personas. Se me aproximo un amigo, otro modelo, que no estaba tan interesado en mis compañeras sino más bien en los hombres que las cortejaban y me invito un shot colorido que estaba en su mano, haciendo mucho alarde y fiesta cuando me lo tomé de un solo movimiento, provocando bulla en las personas de alrededor, poco a poco después de eso sentí como algunas personas se acercaron a mí, chicos, ofreciendo bebidas con manos que aprovechaban cualquier menor provocación para caer en mi cintura o más abajo.

Me sentí mareada y rápidamente ansiosa de estar en ese lugar.

Rechace todo como pude y me fui al baño, encerrándome en uno de los cubículos cuando llegue.

Me senté en la taza del baño, dejando caer mi peso, sintiendo como todo a mi alrededor daba vueltas. Encontré mi teléfono en el fondo de mi bolso de mano, no estando segura si llamar un Uber era buena idea o debía esperar a que me sintiera más normal.

En la pantalla había un mensaje, que había llegado hacia aproximadamente media hora.

Era el. No había tomado mi celular en toda la noche, pero ya habían pasado algunas horas desde que le mande la foto.

Abrí la notificación y su contestación me hiso sentir un poco mejor.

'Tuve una mala cirugía, pero esta imagen mejora toda mi guardia'

Odiaba como el hacia y decía esas cosas.

Provocando esa sensación cálida en mi interior.

Mi cabeza daba vueltas y las voces en el pasillo del baño no se escuchaban como personas a quien les pudiera pedir ayuda. Sostuve el celular en mis manos, pensando en si llamarlo era tan mala idea como parecía. Al menos podía tener un alguien que supiera donde estaba cuando tomara el Uber.

Marque su número, sintiendo el teléfono en mis temblorosas manos.

-Bella- contesto al primer timbre se escuchaba feliz, casi energético para ser tan tarde. Escuché risas detrás de él y algunas voces altas que se alejaban, supuse que el busco algún lugar apartado. - ¿Te la estas pasando bien?

No conteste de inmediato y el se dio cuanta.

-Bella – insistió - ¿Esta todo bien?

-No me siento muy bien, a decir verdad. – respire profundo después de hablar sintiendo como el cuarto se aceleraba con mis palabras.

- ¿Qué sientes?- me dijo con vos tranquila

-Todo da vueltas, siento que me estuviera a punto de caer.

-¿Tomaste mucho? – su voz seguía serena sin ápice de señalamiento.

-No para estar así, quiero irme de aquí. – y lo decía enserio - ¿te quedarías al teléfono conmigo en lo que pido un Uber?

-No puedes irte en un Uber así Bella.

-Si puedo, solo no me cuelgues.

El guardo silencio un segundo y luego hablo precipitadamente.

-Mandare a alguien por ti- dijo sin mucho espacio a replica. – no pidas el Uber, no te colgare, pero no quiero que te subas con un desconocido.

La tenía lógica. Yo tenía deseos de pelear por mi independencia, pero no tenía caso en este momento.

-Está bien- le dije. Le mande mi ubicación exacta y me dijo que no estaban lejos de ahí. Que llegaría en unos minutos. –

- ¿En qué parte estas?

-En el baño del segundo piso-

No hizo más preguntas, como si eso le diera mucha información sobre mi ubicación en ese momento. No hice más preguntas sobre si la sabia donde era eso.

-Ve bajando, él te buscara en la puerta-

-No me cuelgues por favor- le repetí.

-No pensaba hacerlo- se rio un poco tenso, hablo de cosas sin mucho sentido conmigo, más bien manteniendo un monologo, que yo apenas podía oír entre toda la gente y los ruidos de el lugar. Pero me servía como una guía, no permitía que mi nubladamente se distrajera con los ruidos del lugar o con las luces estroboscópicas. Sali del lugar, a la fría noche, dándome cuanta que había dejado mi abrigo adentro, sin poderme importar menos, excepto por el frio.

-Estoy afuera- le dije atreves del teléfono.

-No te alejes mucho, él te encontrara ahí. –

No tuve tiempo de contestar nada cuando sentí una mano fría tocar mi brazo, asiéndome saltar, casi arrojando mi teléfono en el camino.

Voltee a ver a la dirección de donde venia el toque, encontrándome con un hombre de cabello gris y un gran bigote.

-Perdóneme asustarla señorita- su voz era suave, bien controlada y baja- Soy Charlie, el señor Edward envió por usted.

Recordé al 'señor Edward' que estaba del otro lado de la línea en ese momento.

-Ey- le dije rápidamente llevando el teléfono a mi oído- perdón, no me lo esperaba, Charlie está aquí- usé el nombre de la persona, esperando una confirmación de parte de Edward sobre la identidad del sujeto.

-Casi se me sale el corazón Bella- me dijo medio riendo- él te llevara a casa segura, por favor márcame cuando llegues, tengo que dejarte, iré a dar una ronda. - su voz termino suave nuevamente.

-Disculpa que te molestara Edward- me sentía como si cualquier oportunidad que hubiera llegado a tener con él se hubiera ido de mis manos en ese momento.

-Nada de eso preciosa, llámame cuando estes en casa- le di un asentimiento y colgó rápidamente.

Voltee hacia el hombre a mi lado, tenía una sonrisa amable y un semblante paciente, casi pareció no fijarse en el hecho de que mi ropa no estaba para nada apta para el clima de ese momento. Le sonreí y el asintió, quitándose el pesado saco que traía encima de su traje de 3 piezas y tendiéndomelo.

-Tómelo señorita, el auto está a unas 2 cuadras, se congelará antes de llegar- él se rio de su propio chiste, pero no de una manera grosera, parecía más como un padre que cuenta chistes malos de manera adorable- le ofrecería zapatos también porque los suyos no se ven muy cómodos.

Me reí mientras me acercaba a el, encerrándome en el saco.

-Son fabulosos, lo fabuloso no se hace para caminar en ellos. – aún me sentía algo inestable, sin embargo. Él se rio y me tendió su brazo, no sabía si mi estado era evidente o si era por caballerosidad, pero en realidad necesitaba el apoyo.

Él tenía razón, el camino al auto estaba helando, no había manera que pudiera pasarlo con un minivestido de tirantes delgados y medias de red.

Eventualmente llegamos al auto, el abrió la puerta de atrás y entre como alma que lleva el diablo, la calefacción parecía haberse queda encendida y el cálido asiento o me hiso sentir a salvo.

Apenas note cuando el hombre se sentó en el asiento del conductor. Viéndome con ojos amables atreves del retrovisor.

- ¿Dónde la llevo señorita? – no hiso ninguna alusión a mi comportamiento cosa que agradecí. Le di la dirección de mi departamento, y el encendió el carro sin decir otra palabra. Conforme el auto se movía, las cosas a mi alrededor se volvieron todas más borrosas, pensé en que hubiera sido mejor seguir mi instinto y quedarme en casa. Pensé en ojos verdes mirándome decepcionados y como extrañaría esa sensación cálida que provocaba en mí.

Eventualmente sentí el auto pararse y la suave voz de Charlie regresarme al plano actual.

-Señorita hemos llegado- y como era costumbre en ese momento, no dijo ni una palabra sobre el hecho de que me había quedado dormida en el coche.

Le agradecí y le extendí el saco que había ofrecido, a lo que el insistió que lo usara, alegando que no quería que me enfermara por el frio subiendo a las escaleras de mi apartamento. No alegue más y le di las gracias nuevamente. Abrí el cancel atropelladamente y después de cerrarlo subí a toda velocidad hasta mi piso.

Apenas cerré la puerta, puse el abrigo en el brazo del sofá y le mandé un mensaje a Edward avisándole de mi llegada.

No espere su mensaje, solo me tumbe en la cama quitando las botas antes y deje que el mareo y el sueño me llevaran.

La mañana siguiente fue una mierda.

Una mierda de la cual yo ya había vivido episodios antes.

Me levante la cama, con un dolor de cabeza igual que el dia siguiente de dicha ocasión, con un sabor extraño en la boca y un mareo residual que no me dejaba lugar a dudas de que había pasado. No quería darle tantas vueltas a nada, me quite la ropa que aun traía puesta y me metí al baño, me mire al espejo, con el maquillaje corrido sobre el rostro, casi desee no tener que quitarlo, casi desee que se quedara ahí, porque la gente me decía que sin el parecía casi adolescente.

Me lavé la cara igualmente y me metí a bañar, subí la temperatura del agua, por un segundo, dejándola en el punto donde el calor se vuelve un dolor agudo cuando el agua cae sobre la piel. Deje que mi piel ardiera por un segundo, dejando que se llevara todo, luego lo baje, termine mi baño como regularmente lo hacía. Cuando Sali, el espejo estaba empañado y el lugar lleno de vapor, miré mis manos, por un segundo sentí mi piel tierna por el caliente baño.

Trate de quedarme donde estaba.

Trate de no retroceder.

Pero no pude. Me hice un ovillo en el piso del baño y sentí como sin yo quererlo, todas las lágrimas salieron de mis ojos. Me escuche lamentarme e hipar. Pero era como si me viera a mí misma desde lejos.

Mi tío y mi primo me habían drogado alguna vez, para sedarme, para usarme sin resistencia.

En esta ocasión, había salido ilesa, estaba a salvo, estaba bien.

Él me había rescatado.

Bueno.

Había mandado a alguien a rescatarme.

Eventualmente el baño se enfrió de nuevo, y mis lágrimas y sollozos también, me levanté, sin querer limpiar el espejo empañado para ver mi imagen y corrí al cuarto de vuelta, que estaba igual de frio, porque había olvidado prender la calefacción. Me puse unos pantalones térmicos y un jogger grueso y una hoodie. Cuando me acosté en la cama, dispuesta a continuar todo el día con el mismo ánimo, sentí mi teléfono vibrar debajo de mí.

Lo busque entre las sábanas, sintiéndome como una mierda de amiga, por haberme sumido tanto y no recordar a Alice que desapareció en algún punto de la noche, supuse que la insistente vibración del teléfono seria ella contándome del desempeño del galán en turno que se había encontrado.

Pero no era así.

Era todo Edward Cullen.

Desde el momento que le avise que llegue a mi departamento, había mensajes de 'buenas noches', incluso un poco después había mensajes que parecían destinados a no ser contestados. 'llámame siempre que me necesites Bella', hasta hoy en la mañana, cuando pareció una hora decente para estar despierto deseándome buenos días y preguntándome como había amanecido y si necesitaba algo, ofreciéndose a traerme algo a mi departamento porque ya había salido del turno.

¿este hombre era real?

Le conteste inmediatamente, diciéndole que había despertado bien y que no tenía que molestarse. Le repetí lo mucho que sentía haberlo molestado. Pensé que me iba a dar una respuesta amable, pero en vez de eso me marco. Su voz no era el suave terciopelo que comúnmente era. Se escuchaba algo angustiado, incluso molesto.

-Bella, te drogaron, te agredieron, quien hizo eso no debe quedar sin un castigo. –

Se me hizo un nudo en la garganta. Le asegure que estaba bien.

El decidido no presionar más.

- ¿Te sientes bien para salir hoy? - volvía el terciopelo, con un toque de anhelo.

- ¿Aun quieres verme hoy? – no pude esconder ni una pisca de sorpresa en mi voz.

-Claro- contesto sin esperar ni 2 segundos- si te sientes bien.

Le dije que sí, porque ya había tenido un sábado de mierda y si el hombre quería verme después del numerito que le arme por teléfono, lo tomaría.

El resto del día fue un borrón de nada, demasiado cansada emocionalmente para dedicarle tiempo a pensar en nada, decidí dormir, solo puse una alarma para poder arreglarme para salir con Edward. Pero ni siquiera eso pareció ser suficiente incentivo. Cuando me quedaba media hora para el momento en el que el dijo que vendría por mí, me rendi de tratar de encontrar alguna inspiración.

Él había dicho ropa para frio, así que me puse unas botas de nieve que se veían decentes, un suéter color azul media noche y un saco rojo que dejé en la sala junto con una bufanda color crema.

Me senté en la cama a tratar de hacer algo con mi rostro, porque mi cabello había sido relegado a una cola de caballo. Viendo mi rostro n un espejo de mano entendí que no podría hacer la gran cosa. Puse más corrector de lo habitual para cubrir las manchas purpuras bajo mis ojos, algo de base y rubor en mis mejillas, puse mascara en mis pestañas y algo de brillo en los labios. No era lo que él estaba acostumbrado a ver en mí, el veía a la Bella con un maquillaje perfecto y pulido, con el cabello arreglado y con ropa de marca y ajustada para lucir en mí.

Pero no era esa Bella hoy. No tenía fuerza para construir esa Bella hoy.

Eventualmente el llego por mí, todo pulcritud y discreta perfección. Subió por mí hasta la puerta de mi apartamento, esperando por mi afuera, como siempre recibiéndome con una sonrisa que iluminaba todo su rostro. Sonreí en reflejo, dejando que algo de su luz irradiara hacia mí. Dejo un beso en mi mejilla.

-Me gusta cómo te ves hoy- dijo poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja. - tienes pecas.

Con la mano que arreglo mi cabello toco mi mejilla con el pulgar. Sentí mi rostro calentarse ante su toque. Y su sonrisa se hizo más grande, pero llego hasta sus ojos. Casi como con ternura al verme. No dejo más y me ofreció su brazo para bajar las escaleras a mi lado.

Bajamos hasta su carro en relativo silencio,

-¿Cómo te sientes? – pregunto finalmente cuando estuvimos sentados lado a lado y prendió la calefacción.

Mire afuera de la ventana de su auto a mi edificio de departamentos quedarse atrás poco a poco.

-Avergonzada – saque el aire y voltee a verlo. – No puedo disculparme lo suficiente por ponerte en esa situación, además estabas ocupado.

Habíamos llegado a un semáforo y el oscuro interior del auto solo estaba iluminado escasamente por la luz de las farolas y la luz roja frente a nosotros.

El volteo a verme un segundo con el ceño fruncido.

-No deberías estarlo Bella. Puedes hablarme siempre que lo necesites, por más mínimo que sea. Más aun por algo como eso. ¿Sabes que paso? -

Entendí a que se refería, si sabía quién me había dado lo que sea que me hizo mal.

-Si, creo que sí. – mire mis manos en mi regazo. Conte hasta 10, no dejando que ningún recuerdo volviera. El movimiento del carro y el tomando mi mano me hicieron plantarme en la realidad.

-Estoy muy molesto que te pasara eso- dejo un beso en el dorso de mi mano. – sé que no quieres hablar más de eso por ahora, pero ven a mí siempre que necesites. – dejo un segundo beso en mi mano y me la devolvió, dejando la suya en la palanca de cambios.

- ¿Dónde vamos? – rogué un tema más ligero. Su vestimenta era similar a la mía. Pantalones y un sweater, con zapatos casuales.

-Vamos a patinar – me dijo giñando un ojo.

Me reí de su coquetería.

El cambio el tema el resto del camino, puso música con un ritmo alegre y letra contagiosa y eventualmente nos estacionamos junto a un enorme galerón.

Una pista de hielo.

-Nunca he venido a una- le dije mientras pasábamos la puerta de entrada de la mano. Él se acercó más a mi pasando su mano por detrás de mi espalda, dejándola en mi hombro suavemente.

-Es divertido- dijo encogiéndose de hombros- podemos reírnos de la gente cayéndose y tomar chocolate caliente.

-Yo voy a ser la gente cayéndose- le informe.

Él se rio.

-Bueno, tengo buenos reflejos-

Si tenía buenos reflejos y era bastante más grande y pesado que yo, así que pudo sostenerme bastantes veces de las que casi me caigo. Hasta que eventualmente nos tumbe a los 2. Y quizá a algunas personas que patinaban a nuestro alrededor también. Él se rio de mí y del desastre que causaba, pero siempre me ayudaba a levantarme y me decía que a la próxima lo haría mejor.

Si tenía razón en que a la siguiente vez caí sentada al menos.

Por seguridad de los presentes y quizá cansancio de parte de él, eventualmente me sugirió que fuéramos al área de comida, de donde se podía ver al resto de personas patinar, pero de manera segura, sentados en una silla cómoda.

Él nos compró 2 tazas de chocolate caliente y se sentó conmigo, sentía mi cara arrebolada y las mejillas tensas. La adrenalina de las caídas y la emoción de haber podido de hecho dar una vuelta sin caerme corrían por mi cuerpo. Estaba feliz. Aunque había hecho el ridículo múltiples veces, estaba emocionada por estar aquí.

El me miraba con la misma sonriente paciencia de siempre, lo empuje un poco en el brazo, sintiéndome cohibida por su apreciación.

-Te dije que era torpe-

Se rio y se encogió de hombros-

-Yo creo que unas clases con el grupo de niños d años y ya dejarías de ser un peligro para los demás. – se burló.

Lo empuje un poco más fuerte del hombro, riéndome.

El volvió a pasar su brazo delicadamente detrás de mi espalda, acercándome para dejar un beso sobre mi frente.

-Vamos, hay un último lugar que quiero llevarte hoy. –

Salimos del lugar con el abrazándome por los hombros y yo con mi mano pasando por su cintura, sintiéndome repentinamente muy feliz de donde estaba en ese momento y ese lugar. Realmente podría haberme llevado casi donde sea y habría sido igual de feliz.

Condujo con mi mano en la suya, con música vieja que no supe identificar en el reproductor del auto, pero que claramente él se sabía de memoria.

Llegamos hasta el planetario Adler, que para cualquier persona estaría cerrado, pero que, para Edward Cullen, nos dejaron pasar en la entrada y estacionarnos como si no fuera nada.

-No pensé que abrieran tan tarde- Le comenté con sospecha.

Él se encogió de hombros.

-Un amigo trabaja aquí en el área de investigación, no es la gran cosa, no quiso dejarnos entrar a las exhibiciones. – tenía una sonrisa descara en el rostro, con su mano tomando la mía firmemente.

Caminamos un poco a la orilla el planetario, hasta un lugar frente al lago, donde las luces de la ciudad se veían por toda la línea de la bahía. Me quede mirando un minuto si decir nada, entendiendo que el había querido compartir conmigo ese lugar con esa vista.

-Nunca había venido aquí. - voltee a verlo sonriéndole en agradecimiento.

Me acerco a sí mismo y dejo un beso en el tope de mi cabeza.

-Es de mis sitios favoritos, no hay casi nadie y la ciudad se ve impresionante.

El clima era frio, pero no insoportable por ser septiembre. Y la sensación de calidez que el creaba en mí no se disipaba.

Voltee a verlo, mientras el miraba a el horizonte, levantándome de puntitas para poder besar la comisura de su boca, él se inclinó hacia mí y sonrió ligeramente.

Deje mis labios en ese lugar por unos segundos, hasta que el volteo el rostro hacia mí, inclinándose hacia abajo, dándome todo el tiempo y la decisión del mundo sobre qué hacer después.

Hice lo que deseaba con más fuerza. Le di un beso en los labios apenas separando su labio inferior, tomándolo entre los míos. El volvió a sonreír en el beso y acaricio mi cara con una mano, mientras la acunaba. No habíamos repetido esto desde el beso que yo le di en la puerta de mi departamento la noche que fue a disculparse conmigo. Ese beso fue desesperación y anhelo. Fue deseo de no perder la sensación de calidez que el me provocaba.

Este beso era la feliz rendición a sus brazos. El, con su manera de presentir todo, me rodeo con sus brazos, besando mi rostro en ambas mejillas y la frente. Lo rodee con los brazos, no queriendo nada más que su cercanía. Tenía el costado del rostro apoyado en su pecho y alcanzaba a escuchar su ajetreado corazón.

-Tu corazón late muy rápido- puntualice.

-Esta feliz. – dijo suavemente sobre mi cabello.

Sentí mi cara calentarse con placer por centésima vez desde que el me recogió hoy en la tarde.

Seguimos así por unos minutos, hasta que temblé un poco y el sugirió que era mejor irnos.

Regresamos a su auto abrazados, sin saber que había cambiado, pero sintiéndome más ligera y de alguna manera más llena.

El me abrió la puerta de su auto, sonriendo cuando se inclinó a darme un besito cuando estuve sentada dentro, como si hubiera sido una travesura. Rodeo el auto hasta su asiento, viéndose …. Exultante. Casi como si hubiera ganado algo.

Encendió el auto, dudando por un segundo antes de ponerlo en marcha. Era domingo, apenas rosaba la media noche, la hora en la que él había dicho que me devolvería a casa. No quería volver sola a casa. Quería alargar esta euforia lo más que pudiera. No sabía cómo pedirle que se quedara conmigo sin parecer insinuante, porque no estaba lista aún. Pero no estaba lista para dejarlo ir.

-Bella – me gano la palabra, me veía como entre esperanzado y apenado- ¿te gustaría conocer mi departamento? Te prometo que no intentare nada.

Su aclaración me hizo reír, él se había tomado muy literal lo de no progresar nuestra relación físicamente

-Si me gustaría – y por un segundo de valentía hable de más- ¿Puedo intentar yo algo?

Él se quedó sorprendido un segundo, pero luego sonrió.

-Lo que gustes.

El viaje a su departamento fue rápido, casi ansioso. El conducía muy bien, como loco, pero muy bien. Vivía en una moderna torre, en la zona cercana al rio. Parecía que se controlaba a si mismo cuando nos bajamos del auto para entrar al elevador a su departamento.

-No puedes decirle eso a un hombre y no ponerlo nervioso – Me dijo cuando me reí de lo envarado que estaba.

Tome su mano y me abrace con ella.

Su departamento era todo cristal y vistas a la ciudad. Con enormes ventanas de piso a techo cubriendo 2 paredes, los muebles eran funcionales y geométricos y todo se veía prístino.

El me abrazo por detrás mientras yo seguía viendo su vista al rio.

- ¿Quieres ver una película o algo? - dijo suavemente en mi oído

Yo negué con la cabeza, poniéndome frente a el completamente. Le sonreí a su mirada ansiosa, quizá mi insinuación había sido pesada. No estaba lista para todo. Pero cuando le dije que quería intentar las cosas con él, lo dije enserio.

-Comencé a ver a un psiquiatra- le confese.

Subió ligeramente sus cejas, pero espero a que continuara.

-No me ha recetado nada- reí- pero he estado yendo a terapia, son apenas unas semanas, pero me he sentido mejor- me encogí de hombros- viene y va.

El froto mis hombros con sus manos, sin querer interrumpirme.

El ambiente del departamento duplex estaba oscuro, con apenas la luz de la calle tantos pisos abajo alumbrando nuestras figuras.

-Quiero estar bien, quiero poder tener una relación normal contigo. – me hundí en su pecho y sus protectores brazos. El no fallo en envolverme y sostener la parte de atrás de mi cabeza suavemente.

-Seré lo que necesites Bella.

Sonreí en su abrazo.

- ¿Me llevarías a la cama Edward?

Su mirada era intensa, pero si lo sorprendieron mis palabras, no lo hizo obvio.

-No sé si es el momento correcto- su respuesta fue suave, controlada.

Lleve una de sus manos a mis labios y me recargue contra ella.

-No quiero intentar tener sexo. Nunca he dormido junto alguien.

El me vio por un segundo más y asintió con una sonrisa.

-Vas a matarme Bella.

Pero me jalo al segundo piso del mezanine donde su masiva cama abarcaba gran parte del espacio. Me senté en la cama, descalzándome, el me vio con una sonrisa pareciendo dudoso.

-No quiero arruinar nada contigo- me dijo después de quitarse los zapatos y acostarse junto a mí. Estábamos completamente vestidos, excepto por los abrigos que habíamos quitado al llegar al departamento. Se acostó a mi lado, quedando de costado, frente a mí.

-No lo harás. – me acerque a besarlo. Lento al principio, probando, el parecía ansioso sobre donde poner sus manos y supe que esa vacilación era una respuesta a mi anterior comportamiento con él. Lo empujé para que quedara acostado de espalda y me puse a horcajadas sobre su cintura.

-Bella- su voz era baja y rápida. Advirtiendo.

Negué con la cabeza y le sonreí.

-Es mi cumpleaños – le dije.

Él se rio de manera oscura y sentí subir sus manos por sobre mis muslos.

De manera tan rápida que ni siquiera me di cuenta, estábamos con las posiciones invertidas, con mi espalda plana contra la cama y el entre mis piernas, apoyado con los codos contra la cama. Atrapándome bajo su cuerpo.

En otro día. A otra persona, esto habría disparado un gatillo para mí, sería el principio de mi desaparición a un rincón de mi mente mientras mi acompañante obtenía lo que buscada de mí.

Pero en este momento, estaba aquí, con él. Porque a pesar de su audaz movimiento, espero a que me ubicara completamente antes de hacer cualquier cosa. Sentí su respiración en mi cuello cuando pronuncio mi nombre.

Toque su cintura, entendiendo que en esta posición me estaba dejando las manos libres con él, metiendo mis manos debajo de su camiseta recorriendo su marcada espalda. El gruño y cerro los ojos, inclinando su cabeza a mi cuello.

-Tienes que decirme hasta donde- dijo en un gruñido bajo.

Asentí y seguí con mi exploración quitando su camisa del camino. Quizá la falta de luz volvía el inicio de la desnudez más fácil de sobrellevar, porque cuando el me pregunto si podía quitar mi blusa, no dude ni un segundo, deseando sentir su duro pecho contra el mío. Me atreví incluso hasta bajar a tocar la hebilla de su cinturón.

El tomo mis manos con delicadeza y negó suavemente con la cabeza.

-Hoy es sobre ti-

-Siempre es sobre mi- le dije apenada.

El me dio una sonrisa pícara.

Beso mi cuello y el comienzo de mis pechos, sin retirar mi sostén, sentí sus manos recorrer mi cintura con suavidad, dejando pequeñas líneas de electricidad por donde pasaban.

Temblaba un poco, de buena manera, cuando sus manos llegaron al botón de mis jeans. Sentí su mirada en mis ojos en la oscuridad del cuarto y le murmuré un 'si' apenas.

El me retiro los pantalones casi con vehemencia. Sentí sus manos recorrer mi piel mientras los sacaba camino abajo.

Subió a mi lado abrazándome, me sentía una hoja en sus brazos, me susurro al oído palabras dulces, diciéndome lo hermosa que era. Deje que esas palabras se metieran en mi pecho. Queriendo conservarlas para mi.

-Quiero hacerte sentir bien – dijo en tono bajo en mi oído. Nadie había querido eso nunca. Nadie se había preocupado por hacerme sentir bien o segura en la cama antes. Enrede mis manos en su cabello y me acerque a besarlo.

El me recorrió con las manos completa, eventualmente retirando mi sostén acunando mis pechos con suavidad entre sus manos, con mi espalda pegada a su pecho retorciéndome por sus atenciones. Me pregunto suavemente si podía tocarme. Trague saliva antes de asentir con la cabeza. El beso mi hombro, con su mano inferior sujetando la mía frente a nuestras caras y la otra adentrándose en mi ropa interior. Tocándome suavemente, separando mis labios, para descubrir lo húmeda que estaba.

Gruño en mi hombro.

-Dime cuando parar –

-No lo hagas- conteste sin aire.

Lo sentí en todo mi cuerpo, tomé aire profundo y abrí los ojos en sorpresa de eso, de la sensación de el estimulándome.

El paro por un segundo, malinterpretando mi reacción, pero continuo tan pronto entendió mi deleite. Fue suave y explorador, hasta que encontró el ritmo, la presión y el punto correcto. Me tense y grite mi placer cuando fue demasiado. Quedándome sin aire y deshaciéndome en sus brazos. El me sostuvo, podía sentirlo contra mí, duro, pero no hizo nada más que abrazarme y besar mi hombro.

Nos cubrió con una mullida colcha y me dejo acomodarme en su pecho, enredando una pierna entre las de él.

-Nunca había tenido uno- le confese cuando me sentí humana de nuevo.

-¿Un qué? – me dijo adormilado.

-Un orgasmo – escondí la cara en su pecho.

Sentí su sonrisa contra mi cabello mientras acariciaba mi espalda.

-Bueno, feliz cumpleaños-

Lo pellizque, apenas reacciono a mi agresión, pero me abrazo más incluso y me dio un pequeño beso. No tarde más en caer dormida.


Gracias a los que le han dado una oportunidad a esta historia. Por leer y por sus comentarios.