Pareja: Ron y Neville

Tropo: pillados juntos, un personaje es famoso

Aviso: AU no mágico


Apoyado en el inodoro, trató de coger aire, a ver si el mundo dejaba de dar vueltas. Pero no, el pequeño cuarto de baño del hotel no paraba de moverse y a él se le quería salir el estómago por la la idea de dejar que el irlandés organizara su cumpleaños, había bebido el doble de su tamaño en cervezas y él no era un hombre pequeño.

Un golpe en la puerta del baño, o una serie más bien, le hicieron gemir.

— Voy a entrar, Ron, me da igual cómo estés.

Solo atinó a salir por su boca algo entre un gruñido y un gemido antes de que su capitán entrara con el móvil en la mano.

— La resaca te va a parecer poca cuando veas esto.

Y le tendió su móvil. Era una foto en un tabloide. Una foto en la que salía besándose con alguien la noche anterior.

— Una foto de fiesta, no es la primera que me sacan —masculló, intentando enfocar para adivinar quien era.

— No es una foto cualquiera. Es Neville.

Ron abrió mucho los ojos y amplió la foto.

— Oh, mierda.

— Exacto. Está por todos lados, entre Twitter e Instagram la han compartido ya más de quinientas personas, Ron.

— Oh mierda. ¿Qué dice el artículo?

— Que engañas a tu esposa con hombres. Te dije que inventarse una esposa era una mala idea.

Su compañero de equipo le devolvió el móvil y se incorporó con esfuerzo para lavarse los dientes.

— No se puede jugar en la selección estando casado con un hombre, eso dijo el publicista del equipo. Ni siquiera recuerdo que Nev viniera anoche. ¿Tú sabes algo?

— Vino a darte una sorpresa. Tu cumpleaños, las olimpiadas, otro país… creyó que te gustaría, pero tenía que marcharse para dar clase esta mañana otra vez.

Apoyó la frente con los ojos cerrados en el espejo sobre el lavabo. Tenía un vago recuerdo de haber abrazado a alguien y de un brindis muy escandaloso sobre las visitas conyugales, prohibidas por el seleccionador.

— Tengo que llamarlo. Dios, el entrenador me va a matar.

— Si no te mato yo primero por tener resaca una hora antes de tener que ir a entrenar.

— ¿Y por esto?

El capitán se encogió de hombros y guardó el móvil en el bolsillo.

— Oye, quien soy yo para juzgarte. He dejado a Malfoy durmiendo en mi cama cuando me ha llamado la relaciones públicas de la federación gritando como una hydra porque tú no cogías el teléfono.

— Tío… ¿Malfoy? ¿En serio? Anoche casi te parte un tobillo en el campo.

El capitán Inglés se encogió de hombros y le tiró una toalla limpia del estante junto a la puerta.

— Dúchate, voy a traerte café a litros, lo vas a necesitar para llamar a casa. Neville debe estar destrozado por esto.

— Oh, Dios —gimió, abriendo la ducha para meterse debajo y tratar de ordenar el caos en su cabeza.

— Recemos todos al dios queer, sí —murmuró el capitán de la selección inglesa de rugby—, porque si se abre la veda, no serás el último.

Y con toda la preocupación dando vueltas en la cabeza se dirigió a la cafetería, con un par de neuronas reservadas para el rubio que dormía en su cama.