Capítulo 17
Los siguientes días fueron la calma antes de la tormenta.
En los tres campamentos de semidioses repartidos por el país todos se preparaban. Sacaban las armaduras, afilaban las armas, aprendían el plan para la Rebelión... Los nervios se podían palpar. Y las dudas aparecían, por supuesto.
-¿Que pasará si no lo conseguimos?-le preguntó Crystal a Nerea, una tarde mientras paseaban por el Campamento Escondido
-Pues que los dioses olímpicos nos impondrán algún castigo cruel y retorcido hasta que muramos y luego seguirá en el Inframundo-respondió la hija de Britomartis, recordando una conversación muy parecida.
-Tienes razón. Pero al menos la profecía está de nuestro lado.
-En realidad, la profecía ya se ha cumplido.
-¿Qué? ¿Cómo que ya se ha cumplido?
-Recuerdas lo que dice la profecía?
-Por supuesto:
De nuevo siete mestizos tendrán el destino en sus manos.
El enemigo ya está dentro, se oculta dentro del hogar.
Las tres partes unidas, tendrán que elegir:
por sus padres luchar o el Olimpo salvar.
Una nueva era se acerca, los siete la crearán
-Es imposible de olvidarlo ya-añadió la hija de Tánatos.
-Hemos tenido el destino en nuestras manos, al depender de nosotros la unión de los campamentos. Lo de que el enemigo ya está dentro, Apolo y Hestia ya han traicionado al resto de olímpicos. Las tres partes están unidas y ya han elegido, han elegido la rebelión. Y, ganemos o perdamos, ya nada volverá a ser lo mismo. Será un nueva era. La profecía ya está cumplida-explicó Nerea-. Ni siquiera el oráculo de Delfos puede saber que pasará. Solo nos queda tener esperanza.
Los días fueron pasando así y llegó la noche del 24 de julio.
++Nerea++
La noche antes de mi cumpleaños me costó dormirme. Pero cuando lo hice tuve el mismo sueño que había tenido hacía más de un año en un avión que cruzaba el Océano Atlántico.
Estaba en una sala gigantesca conunas columnas de esas griegas de los templos antiguos. Estaba conotros seis chicos. Había dos que parecían gemelos con piel cobrizay cabello moreno. Un chico era rubio y otro pelirrojo, ambos con ojosazules, y otro con una mata de rizos negros y la piel color café. Yla última era una chica, con la piel oscura (casi negra) y los ojosdorados. Los siete estábamos cogidos de la mano y mirábamos a unasfiguras de cuatro metros de alto que estaban frente a nosotros. Erantan altos que no les veía la cara, pero sabía que eran íamos que enfrentarnos a ellos, pero ¿cómo? Y entonces sentípoder, mucho poder, transmitiéndose a través de nosotros siete. Erael poder de todos los que nos apoyaban. Las figuras altísimascontraatacaron... Y me desperté.
La primera vez que había soñado eso no había tenido nada de sentido, pero ahora lo tenía. Estábamos los siete: Daniel, Nate, Jayden, Alexander, Noah, Crystal y yo. Y ante nosotros estaban los dioses, por lo que debíamos estar en el Olimpo.
Ahora sabía en parte lo que iba a pasar. Siempre lo había sabido. Pero no ayudaba a tranquilizarme. Tenía razón cuando se lo dije a Crystal. Nada ni nadie podía saber que iba a suceder después de hoy. Conseguí volver a dormir un poco, pero no soñé nada.
- A la mañana siguiente -
Cuando me levanté de la cama, Daniel se acercó por detrás y me abrazó.
-Feliz cumpleaños-me susurró al oído.
-Ya veremos si hoy va a ser un día feliz-contesté-. Pero gracias.
Después de desayunar, subimos a los autobuses que nos llevaría a Nueva York. Fuimos los últimos en llegar, ya que los romanos se habían venido unos días antes y los griegos estaban allí al lado. Entre la marabunta de adolescentes a las puertas del Empire State Building destacaba el grupito de adultos. Reconocí a Percy y Annabeth con sus hijos, a Will y Nico y... ¿Esos eran Jo y Leo con las niñas? Nos acercamos a ellos corriendo.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó Noah.
-No podéis hacer una fiesta así y olvidaros del tío Leo-bromeó, mientras me dejaba coger a Victoria.
-Queríamos ayudaros. Espero que merezca la pena, el viaje a sido muy largo con dos bebés llorando y Leo contando chistes malos-añadió Jo-. Y sé que Emmie habría venido a ayudaros sin dudar un segundo.
Me fijé en las personas que no conocía. Un hombre asiático y una mujer negra que iban de la mano y con los tatuajes de la legión en el brazo y otra mujer muy guapa con plumas en el pelo.
-Supongo que nos toca presentarnos-dijo la mujer negra-. Yo soy Hazel Levesque y él es Frank Zhang. Cuando supimos que la legión vendría quisimos venir también.
-A mí me han convencido para esto-dijo la otra mujer-. Pero no me importa participar. Lo que me molesta es haber tenido que embrujahablar a mi novia para venir. Soy Piper McLean.
Era alucinante ver a todos esos héroes que habían salvado el mundo allí, con nosotros. En ese momento llegaron varias chicas con ropa plateada.
-¿Las Cazadoras?-preguntó Nate- ¿Qué hacen aquí?
-No somos todas las cazadoras, solo unas pocas. Puede que hayamos desobedecido las órdenes de Artemisa para venir-respondió Thalia, su teniente.
-Cuantos más mejor-respondí-. Pero, ¿estáis seguros de esto? Todos lleváis ahora vidas geniales, con la gente que os importa. Si perdemos... Lo perderéis todo.
-Nerea, no sé el resto, pero yo no pienso irme-aseguró Leo-. Hasta hace un año mi vida era una mierda. Gracias a ti ha cambiado por completo. Es hora de devolver el favor.
Todos se mostraron de acuerdo con Leo. Estaban dispuestos a lo que fuera. Y es que somos semidioses, y sabemos a veces hay que hacer sacrificios.
++Narrador++
Después de esa conversación los adultos se quedaron solos, hablando de los viejos tiempos. Pero la alegría del reencuentro se desvaneció enseguida.
-Nunca nos habíamos vuelto a juntar todos-comentó Percy-. No desde que acabó la guerra contra Gaia. Y había días que os echaba de menos. Pero ahora me doy cuenta de por qué no nos volvimos a juntar. Si estamos juntos el vacío se nota más.
El vacío que había dejado Jason. Durante un minuto nadie dijo nada. Thalia fue la primera en volver a hablar.
-Tienes razón, Percy. Pero esta rebelión ha conseguido juntarnos de nuevo y eso es lo que Jason habría querido. Él fue el único que se preocupó por el reconocimiento de todos los dioses, porque todos tuvieran su cabaña en el Campamento Mestizo y su templo en el Campamento Júpiter. Estando aquí honramos su memoria de la mejor manera posible.
Todos estuvieron de acurdo. Esa rebelión era el sueño del hijo de Júpiter. Y estaba a punto de empezar.
++Nerea++
Subir todos hasta el Olimpo nos llevó un buen rato. En el ascensor cabían 60 personas, más o menos, con lo cual hubo que hacer muchos viajes. El portero flipó un poco al ver pasar a tantos adolescentes por el vestíbulo del Empire State, pero tampoco nos dijo nada. Debió asumir que éramos semidioses y decidió no meterse. Un hombre inteligente.
Cuando por fin estuvimos todos arriba llenábamos las calles de la ciudad de los dioses. Los espíritus de la naturaleza y dioses menores de las casas nos deseaban buena suerte. Los nervios se podían sentir en el aire. Seguimos caminando hasta las puertas del Olimpo.
-¿Y ahora qué?-preguntó Noah.
-Ahora nos cogemos de la mano-contesté.
Me giré hacia la multitud y me dirigí a los semidioses:
-Hace dos años tuve un sueño, un sueño que volvió a repetirse ayer. Y me mostró como tenemos que entrar. Tenemos que colocarnos en filas de siete personas, cogidos de la mano y mezclados los tres campamentos-expliqué. La gente lo hizo, griegos, romanos y escondidos de la mano.
Luego nos colocamos nosotros, la primera de las filas. A la izquierda Noah, con Jayden a su derecha. Alexander entre el hijo de Bóreas y Crystal. A mi izquierda mi mejor amiga y a mi derecha mi novio, y a la derecha de este su hermano gemelo no gemelo. Todos cogidos de la mano.
Las puertas del Olimpo se abrieron ante nosotros. Y entramos en la sala del trono. Era impresionante. Columnas descomunales se alzaban hasta un techo abovedado, en el que se desplazaban las constelaciones de oro. Trece tronos, construidos para seres de más de cuatro metros de altura, estaban dispuestos en forma de U invertida, como las cabañas en el Campamento Mestizo. Todos estaban ocupados. Los dioses nos miraban como si fuéramos cucarachas que de repente se hubieran puesto a bailar la macarena.
-Semidioses-dijo el dios sentado en el trono principal a la derecha, Zeus-. ¿Qué hacéis en el palacio de los dioses?
Por un segundo pareció que nadie diría nada, pero alguien rompió el silencio.
-Buscamos justicia-anunció Daniel-. Venimos a derrocaros, igual que hicisteis con Cronos y él antes con Urano. Hoy es el final de la época olímpica.
Algunos dioses se rieron.
-Sois semidioses-dijo Ares, como si no fuera obvio-. No podéis vencernos.
-¿Qué no? ¿Quieres la revancha?-preguntó Percy Jackson desde algún lugar en nuestras filas y Ares se sentó avergonzado mientras los semidioses reían.
-Aunque no me guste admitirlo, Percy Jackson es uno de los semidioses más extraordinarios de la historia-respondió Atenea-. Él pudo vencer a Ares, pero no opino lo mismo de todos los demás.
-Por supuesto tienes razón, Atenea-admití-. Un semidiós no podría venceros. Pero no somos uno, somos todos los hijos y descendientes de los dioses. Y juntos sí tenemos ese poder. Por muy dioses que seáis, solo doce no podéis vencer a cientos de semidioses apoyados por cientos de dioses y espíritus.
-No sabes contar, ¿niña?-se rió Hades-. En el consejo somos trece, además de Hestia.
-¿Y quién te ha dicho que todo el consejo va a luchar contra ellos?
-Apolo, ¿qué haces?-preguntó Artemisa, mirando a su hermano.
-Traicionaros. Sois mi familia, pero no el bando por el que lucharé- el dios del sol miró desafiante a los demás dioses.
-Apolo...-Zeus miró con furia a su hijo- No te atrevas.
-Y si lo hago que, ¿me convertirás en mortal? Mejor. Ya no tengo miedo a la muerte y ellos son mil veces mejores que nosotros-Apolo se convirtió a tamaño mortal y abrieron un hueco en nuestras filas para dejarle pasar hasta sus hijos, griegos y romanos, y hasta Leo.
-No pienso permitir esto-aseguró el rey de los dioses.
-Sí lo permitirás -dijo una voz. Hestia salió de las sombras. Por una vez no tenía aspecto de niña, sino de adulta, y miraba a su hermano pequeño como solo las hermanas mayores pueden hacerlo-. Apolo es libre de elegir por quien quiere luchar y si alguien lo ha vuelto en vuestra contra fuisteis vosotros.
-Hestia, ¿te pones de su lado?-preguntó Hera-. Estás destruyendo a esta familia.
-Tú más que nadie deberías saber, querida hermanita, que esta familia lleva milenios hecha pedazos-contestó cortante la diosa del hogar antes de reducir su tamaño y mezclarse entre los semidioses, de nuevo con aspecto de niña de ocho años.
-¿Qué está pasando?-preguntó Poseidón-. ¿Cómo es posible todo esto?
-Empieza con una profecía-explicó Nate.
-¿Qué profecía?-preguntó Deméter.
Y entonces los siete recitamos a la vez:
De nuevo siete mestizos tendrán el destino en sus manos.
El enemigo ya está dentro, se oculta dentro del hogar.
Las tres partes unidas, tendrán que elegir:
por sus padres luchar o el Olimpo salvar.
Una nueva era se acerca, los siete la crearán.
-Empieza con una profecía-repitió Nate-. Y acaba con una rebelión. Con esta rebelión.
Los dioses se levantaron de sus tronos y se lanzaron sobre nosotros. Y entonces sentí poder, mucho poder, transmitiéndose a través de nosotros siete. Era el poder de todos los que nos apoyaban.
Los dioses atacaron...
