Capítulo 4
Jueves. 4to día.
Rin POV
Desperté al escuchar ruido, era la puerta abriéndose y cerrándose, abrí los ojos y vi a Sesshoumaru entrando con un plato en la mano. No tenía idea de qué horas eran pero de seguro acababa de amanecer porque el sol brillaba tenue.
- Qué bueno que estás despierta. –me dijo y yo no pude creerlo ¿cómo podía verse tan fresco?
- No lo estoy. –repliqué con un bostezo.
- Lo estás. Ponte esto. –me acercó el plato y vi que llevaba rebanadas de papa cruda. Muchas rebanadas.
- Duérmete, sigues soñando. –le dije y hasta ese momento noté que el otro lado de la cama estaba destendido, al parecer pasamos la noche juntos y ni siquiera me di cuenta.
- Estuve investigando, la papa ayuda a quitar los moretones con rapidez. Si funciona, podrás usar otra vez tu traje de baño.
- Oh. Bueno… suena bien.
Me senté y tomé el plato, luego me quité la blusa de la pijama dejándome cubierta sólo con un top deportivo, por un momento creí que él se fijó en mí, pero sólo debió ser mi imaginación. Me acosté de nuevo y me puse los trozos de papa sobre las marcas del abdomen y el pecho, después en el hombro izquierdo, pero no podría hacerlo en los brazos, entonces, sin decir una palabra él se acercó y empezó a hacerlo por mí.
- Voy a ser una momia vegetal. –me quejé riéndome.
- Mejor eso que un morete andante. –sonrió un poco y me reí más.
Era raro verlo relajado y haciendo bromas, pero me gustaba ¿por qué no sería así siempre? Cuando terminó de ayudarme encendió la televisión y me pasó el control, luego fue a sentarse en el escritorio para hacer algo en su computadora como siempre. Cambié los canales un rato hasta que encontré una película que me gustaba y empecé a verla, aunque muy pronto sentí los ojos pesados y empecé a perder el hilo de mis pensamientos.
Soñé cosas, aunque nada fue muy claro y sentí como que pasó mucho tiempo antes de que recuperara la consciencia totalmente, abrí los ojos y vi la luz del sol entrar sin clemencia, Sesshoumaru no estaba, yo tenía frío y los pedazos de papa se habían secado. Me los quité como pude y recogí los que se cayeron en el proceso para dejarlos en el plato. No veía diferencia alguna en los moretes, quizás tendría que repetir el proceso más tarde.
Tomé una ducha y me vestí con unos jeans y una playera de mangas cortas, luego me trencé el cabello y bajé directo a la cocina, al ver el reloj noté que era medio día y el lugar estaba vacío. Abrí el refrigerador y decidí prepararme un plato con fruta, sólo por si pensaban que comiéramos pronto. Piqué todo y le puse algo de yogurt, no fue hasta que estaba en el desayunador comiendo que escuché pasos y voces, muy pronto Kagome, Sango e Izayoi entraron.
- Buenos días ¿cómo amaneciste? –preguntó la mayor con una sonrisa preocupada.
- Muy bien, gracias ¿se han divertido? –las cuestioné a todas para cambiar de tema.
- Fuimos a hacernos tatuajes temporales. –me enseñó Sango el suyo que era una enredadera en el tobillo.
De inmediato Kagome me dio la espalda y se levantó un poco, la blusa, ella tenía una mariposa justo arriba de los pantalones. Izayoi negó un poco con la cabeza y se descubrió el hombro para mostrarme una rosa.
- Estoy un poco vieja para esto, pero me pareció lindo. –apuntó con la mejillas un poco ruborizadas.
- Se les ven muy bien. –sonreí mientras continuaba desayunando.
- ¿Quieres uno? Podemos regresar ya que termines de comer. –ofreció Kagome y yo negué.
- Gracias, pero así está bien. Tengo el único tatuaje que necesito.
- ¿Tienes un tatuaje de verdad? –me preguntó Izayoi sorprendida y temí estarme equivocando, quizás era un tabú en esa familia.
- Sí, uno. –susurré insegura.
- ¿Dónde? –esta vez Kagome continuó con el interrogatorio, pero ella se veía emocionada, eso me dio confianza.
- Es pequeño… y bueno, no se me veía ayer con el bikini, puedes imaginarte qué tan oculto está. –le guiñé un ojo y las tres se rieron.
- A Sesshoumaru debe gustarle. Esas cosas les encantan a los hombres ¿qué forma tiene? –inquirió Sango.
- Es un símbolo japonés de muerte. –respondí sincera y omitiendo qué pensaba Sesshoumaru de él, puesto que no tenía idea de cuál sería su postura.
- ¿Por qué? –preguntó Kagome esta vez asustada, igual que las otras dos, yo suspiré.
- Me lo hice después de que mis padres murieron en un accidente y yo sobreviví. Es un recordatorio, sólo me pareció apropiado. –respondí con la pura verdad, me faltó imaginación para inventar algo. Pero al ver sus expresiones me di cuenta de que en verdad debí aceptar su propuesta, hacerme una flor en la muñeca y jamás confesarles sobre mi tatuaje. Hubiera sido más fácil.
- Suena muy… intenso. –dijo Kagome cuando al silencio se prolongó.
- Debió ser demasiado difícil. –afirmó Sango.
- Tan difícil que merecía una marca permanente. –acordé y les sonreí un poco para que supieran que estaba bien, aunque a veces yo misma dudaba eso. - ¿Qué otros planes hay para hoy?
- Estábamos pensando en ir al cine por la tarde. –apuntó Kagome y casi me reí recordando el comentario que hizo Sesshoumaru sobre eso, los conocía bien.
- Pero tu futuro esposo siempre se abstiene de esas cosas. Aunque si quieres ir, creo que puedes convencerlo. –me sonrió Izayoi y por fortuna no tuve que pensar mi respuesta. Ninguno de los dos deseaba ir a ver una película que escogieran ellos.
- En realidad Sesshoumaru me dijo que quiere llevarme a un museo de artes plásticas que está en el pueblo, sabe que me gustan esas cosas. –me encogí de hombros y vi cómo todas me sonrieron, como si acabara de develarles el misterio de la vida y la muerte.
- Lo tienes completamente rendido a tus pies para que haga algo así. –apuntó Kagome y sólo me reí.
Supuse que tendría que hacer algún comentario cursi, pero por fortuna en ese momento se escucharon más voces y muy pronto los hombres llegaron a la cocina. Iban vestidos con ropa deportiva ligera y se veían sudados, Miroku tenía un balón en las manos.
- ¿Qué tal estuvo el juego? –preguntó Izayoi yendo a besar a su esposo en la mejilla.
- Sesshoumaru y yo ganamos. –respondió él.
- Fue suerte. –apuntó Inuyasha.
- Totalmente de acuerdo, amigo. –Miroku se rio y le puso un brazo a Sango sobre los hombros. Me dio algo de envidia el verlos así, en parejas, pero tuve que descartar la idea de inmediato porque yo también estaba perdidamente enamorada… o así debería estar supuestamente.
- Le estábamos diciendo a Rin sobre ir al cine, pero al parecer Sesshoumaru ya tiene planes para ellos. –intervino Izayoi y la nula expresión en la cara de mi "prometido" no cambió, pero me apresuré a intervenir antes de que se complicara la situación.
- Les conté de la visita al museo. –aclaré y él de inmediato asintió.
- ¿El museo de arte? No te imagino ahí. –se quejó Inuyasha y noté que algo estaba mal. Era como si le molestara… fue extraño. Ojalá que no tuviera sospechas de nada. Suspiré un poco y me puse de pie para llevar mi plato a lavar. Esos momentos, cuando la tensión se acumulaba siempre eran en los que tenía que cuestionarme qué tan malo era lo que Sesshoumaru y yo hacíamos… y cuáles serían sus razones.
…..
El día siguió con calma y decidieron ir a comer a un lugar familiar en el pueblo, después de eso Rin y Sesshoumaru se separaron del resto para evitar acompañarlos a la película y tal cual lo dijeron, acudieron al museo.
Todo el tiempo él estuvo como ausente, nada interesado en las exhibiciones, más bien se la pasó revisando cosas en su teléfono mientras Rin iba de un lado a otro leyendo y apreciando las obras. A ella le hubiera gustado poder hacerle comentarios y compartir de verdad con alguien la experiencia, pero de todas formas estaba acostumbrad a hacer todo por su cuenta y decidió no darle importancia.
No fue hasta la mitad del recorrido cuando Rin fotografiaba una escultura que él habló por primera vez poniendo su teléfono en el bolsillo.
- ¿Puedes hacer eso? –la cuestionó con seriedad.
- En ningún lado dice que esté prohibido. –le informó disparando la cámara y sonriendo cuando vio el resultado.
- No supuse que fueras fanática de las fotografías.
- No lo soy. Pero me gusta documentar las cosas temporalmente importantes… un día voy a morir y todo será basura porque a nadie le va a importar que me gustaba esta escultura… pero de todas formas… tengo la costumbre de documentar lo más relevante.
- Si te vuelves rica y famosa, puede que un día valga algo. –le sonrió apenas y continuó caminando.
Rin supo que eso fue una burla, parte de su eterna incapacidad para entender que el trabajo no lo era todo. Suspiró y se tomó unos segundos para recordarse a sí misma que no era el lugar adecuado para decirle todas sus verdades. Aunque bien podría hacerlo ya que cumpliera con su contrato hasta el final. En vez de eso prefirió abordar otro tema que la inquietaba. Inuyasha.
- ¿Crees que le caigo mal a tu hermano? –preguntó alcanzándolo en la siguiente sección del museo.
- Al contrario, quien le cae mal soy yo. Pero eso no es nada nuevo. –le aclaró sin mirarla.
- Es que… a veces hace comentarios… no sé…. ¿crees que sospeche algo?
- No es tan inteligente como para hacer eso ¿por qué lo piensas? –esta vez el hombre se detuvo y la vio a los ojos, ahí encontró que de verdad Inuyasha estaba causando incomodidad en ella.
- A veces es hostil… no conmigo específicamente, pero… -dejó las palabras suspendidas en el aire y se encogió de hombros.
- Inuyasha siempre es hostil conmigo. Yo dejé de hacerle caso hace muchos años. Siempre ha sido nada más que una molestia. Además, tu trabajo sigue siendo impecable ¿has tomado clases de actuación?
- Cuando era pequeña. –afirmó sonriendo al pensar en las obras escolares que hizo mientras crecía y cómo mucho tiempo pensó en que le gustaría estar en televisión.
- Debiste volverte profesional. –le dijo antes de seguir caminando sin prestarle mucha atención al arte en realidad.
- Aún puedo considerarlo. –respondió andando a su lado, aunque a diferencia de Sesshoumaru ella sí apreciaba aunque fuera un poco cada pieza.
…..
Luego de terminar con el museo se vieron forzados a hacer una parada rápida en un supermercado para comprar algo más de papas. Sesshoumaru insistió en que era mejor intentarlo aunque Rin aún no viera resultados en sus moretones.
Esa debería ser su última escala antes de volver a casa, sin embargo mientras iban en el auto él hizo un comentario sobre la fiesta de gala del próximo sábado y ella se asustó, pues no tenía idea de que asistirían a algo así.
- ¿No te lo dijeron las mujeres? –la cuestionó mientras seguía conduciendo.
- No. Quizás crean que mi prometido lo hizo. Sesshoumaru, esto es grave. –le aclaró alterada y él la miró aprovechando una luz roja.
- Sólo tienes que sonreír, no es tan difícil.
- Eres un idiota. –apuntó ella cruzándose de brazos y mirándolo a los ojos como si fuera un duelo de miradas. Se hubieran podido quedar así un largo tiempo, pero la luz verde los obligó a avanzar. – Por supuesto que sé cómo comportarme, he ido a esas cosas antes. Pero no tengo nada que ponerme y jamás me dejarían ir de compras yo sola, voy a tener que buscar un vestido con las tres dándome consejos.
- Ustedes mujeres hacen eso todo el tiempo. –interrumpió exasperado.
- Y no sería problema, si no tuviera que cubrirme la mitad del cuerpo por todos los moretones. –reclamó poniendo un punto final.
Él ni habló, no sintió que existieran palabras para rebatir eso, no cuando él era el culpable. Continuó avanzando en línea recta varios metros más hasta que se topó con un retorno y decidió que por el bien de su inversión con Rin tendría que sacrificar la tarde.
- ¿A dónde vamos? –inquirió ella todavía molesta.
- A conseguir un vestido.
Rin suspiró aliviada. De alguna forma no pensó en que él la acompañara, pero de repente le apreció una idea maravillosa, ya que Sesshoumaru sólo la dejaría ocuparse del asunto sin meterse en lo absoluto.
- Gracias. –murmuró menos enfurruñada y siguieron en silencio los quince minutos que les tomó llegar a la pequeña zona donde estaban las tiendas de ropa exclusivas.
Él se estacionó y luego rodeó el auto para abrirle la puerta. Y guiarla hasta la boutique más cercana. No estaba entusiasmado por la idea de entrar ahí pero decidió considerarlo como nada más que un negocio poco placentero.
Rin observó el aparador y se topó ahí miso con dos vestidos tan opuestos como hermosos, sin dudarlo tomó la decisión y entró, Sesshoumaru la seguía de cerca. Justo al pasar la puerta una vendedora los interceptó y Rin le señaló ambos vestidos y los pidió en su talla, la joven la condujo hasta los probadores y a su acompañante lo incitó para que se sentara en un sillón justo frente a ellos. Al cabo de unos minutos Rin tenía puesto uno de los vestidos, el que no compraría. Se vio en el espejo de cuerpo completo y salió, sin saber por qué, a que Sesshoumaru la viera.
- ¿Qué te parece? –le preguntó y él levantó la mirada de su teléfono para observarla, su única respuesta fue levantar una ceja. – Ya sé lo que estás pensando, tienes razón. Estoy loca. Pero el vestido es hermoso.
Ella suspiró y regresó al interior para mirarse una vez más. Era una prenda moderna, de puros colores vivos de fuego, rojo, naranja y amarillo, era largo pero una de las piernas se abría hasta una zona casi prohibida y el estilo halter dejaba su espalda al descubierto. Pensó en que si tuviera algunos kilos más para llenarlo en los lugares correctos y que si su piel no estuviera marcada, se sentiría como una reina. Sonrió para sí misma con infinita tristeza y fue a quitarse el vestido. Por fortuna la vendedora le estaba dando espacio.
Se colocó el segundo vestido y se miró. Ese era el que compraría. Lo supo desde que lo vio en el aparador. Era exquisito, sólo que no era… ella. Se sentía como alguien más usándolo… tal vez eso lo hiciera perfecto para la ocasión. Salió de nuevo para que su "prometido" la observara.
- ¿Y éste qué tal? –llamó su atención y él la vio fijamente, esta vez su expresión no cambió. - ¿Es apropiado?
- Lo es. –aseguró sin mostrar entusiasmo.
- Sólo necesita una corrección en el largo. –le dijo Rin a la vendedora que estaba cerca, la joven fue por los implementos necesarios y Rin entró para verse en el espejo una vez más.
Era un vestido hasta el suelo, de color azul profundo, amoldado a su cuerpo y sencillo con un solo hombro de manga larga, no dejaba ver los moretones ni le sobraba tela en los sitios para curvas que no tenía.
- Señorita. Me tomé la libertad de traer algunos zapatos para que los vea ¿tiene ya algunos para el vestido? –ofreció la chica entrando con tres cajas diferentes.
- No tengo. Quiero verlos.
Media hora más tarde salieron de ahí con los zapatos y una nota, el vestido estaría listo al día siguiente y Sesshoumaru prometió ir a recogerlo mientras Rin acompañaba a las chicas a un día en el spa, cosa que a ella la asustó un poco, pero supo que no tenía opción.
Mientras iban de regreso la joven se quedó pensativa viendo por la ventana y él repasó mentalmente todo lo sucedido para encontrar qué era lo que le molestaba. Algo estaba mal con todo ese asunto del vestido y le costó algunos minutos descifrar qué era. No es que el modelo que ella eligió no fuera apropiado para el evento, porque lo era, no había problema en cómo se le veía, porque aunque no se lo dijo pensó que lucía hermosa… quizás lo que estaba mal era que de alguna manera no reflejaba su esencia.
La prenda resultaba perfecta y sobria, pero su falsa prometida era todo menos eso. Era una chica libre que no se adaptaba a las definiciones de perfección y todo lo vivía con intensidad y alegría, tomando sus decisiones aunque fueran diferentes. Rin no parecía ella misma en esa prenda y de alguna forma eso lo molestaba. Pero después de descubrirlo no quiso pensar por qué.
…..
Cuando llegaron a la casa en la playa la encontraron vacía aún. Sesshoumaru fue directo a la cocina para tener la atención de cortar las rebanadas de papa para su compañera de negocios, ella se quedó en la ventana viendo hacia afuera unos minutos y luego lo alcanzó.
- De verdad, no creo que eso sirva. –murmuró sin nada de ganas de quedarse tirada en la cama cubierta de tubérculo.
- Es el precio por poder usar tu traje de baño. –le recordó él viéndola de reojo y dejando todo listo en un plato.
- Ahora no hay nadie. Voy a nadar un rato y después me las pongo. –le sonrió y fue casi corriendo a la recámara para cambiarse.
Él la observó y negó un poco con la cabeza, mientras más tiempo pasaban juntos más se daba cuenta de que en verdad esa mujer era como una niña. Al final la escuchó bajar y luego salir y fue a la ventana para observar hacia la playa, estaba oscureciendo.
Rin se metió al mar y disfrutó del agua sobre su piel y la arena entre sus dedos. La temperatura también resultó de lo más agradable… pero lo mejor de todo fue la sensación de libertad. Por una vez podía sólo ser ella, sin fingir para nadie en la casa, sin ocultar las marcas en su piel ni preocuparse por nada. Suspiró y se sumergió por completo para pasar entre las olas una y otra vez mientras ignoraba la luz que cada vez se escapaba más.
Recordó cuando era pequeña y la familia se reunía en casa de sus tíos, no es que fueran muchas personas, apenas seis en total, pero ella era la princesa y siempre se la pasaba bien. Mientras estuvo ese atardecer ahí sola, se sintió como si aún la acompañaran todos los que años atrás estuvieron a su lado y la amaron.
En una de esas veces que salió a la superficie para tomar aire y orientarse se sorprendió del tiempo que pasó absorta en sus recuerdos, el cielo ya se había vuelto negro y la casa le quedaba por lo menos 200 metros hacia la izquierda, pero lo que en verdad la desconcertó fue encontrar a Sesshoumaru nadando hacia ella, lo esperó un poco y notó el frío en sus ojos cuando lo tuvo de frente, aunque ella hubiera preferido concentrarse en sus músculos desnudos.
- ¿Sabes lo peligroso que es esto? Tú sola, de noche, en una playa que no conoces. Regresa. –le ordenó con su tono de jefe de empresa multimillonaria y ella sólo se rio. – Te estoy hablando en serio. –rectificó él a quien nunca habían retado así, de una manera tan simple, directa… e inocente.
- Lo siento. Pero es que me tratas como un papá preocupado. Está bien. Me regreso, pero sólo si me llevas. –le guiñó un ojo y él no reaccionó en lo absoluto. – También te estoy hablando en serio.
- Estás loca. Vas a regresar ahora mismo.
Sesshoumaru dio media vuelta y empezó a nadar de regreso sin ocurrírsele otra posibilidad más que Rin hubiera estado bromeando y en verdad volviera junto con él. Estaba equivocado. Unos segundos después la sintió aferrarse a su espalda y envolverle la cintura con las piernas.
- ¿O qué? ¿No eres tan fuerte para llevarme? –lo retó aún jugando pero en un tono diferente, sin darse cuenta había murmurado en su oído.
- No deberías estar haciendo esto. –le advirtió el hombre de los ojos dorados sin dejar de moverse pues esa chiquilla sin tener idea de lo que estaba haciendo acababa de despertar cada terminal nerviosa de su piel.
- Tú viniste a buscarme. –le informó y se aferró a él con más fuerza. Sesshoumaru se quedó en silencio intentando controlar su cuerpo.
Rin POV
Me quedé sobre su espalda todo el camino sólo por jugar. Aunque él era un hombre demasiado serio, ahora yo tenía el control sobre el importante asunto de su familia y él me soportaría cualquier niñería por eso. Quizás no fuera correcto que me aprovechara de la situación, pero no pude evitarlo. Además, estar así de cerca de su cuerpo fuerte era un pequeño placer culpable.
Cuando llegamos justo frente a la casa él se acercó a la orilla y aún cuando pude pisar, no lo solté, él pareció ignorarme hasta que estuvimos sobre la arena donde las olas no llegaban ya.
- Bájate. –me ordenó con el cuerpo más tenso que antes.
- No. Llévame hasta adentro. –le ordené, aunque no lo dije en serio. Pensé en sólo soltarle el comentario y después poner los pies en el suelo, sin embargo ahora fue él quien me tomó por sorpresa.
- Te lo advertí. –murmuró en la voz más baja y ronca que le hubiera escuchado jamás y de repente me tomó por la cintura.
No estuve muy segura de cómo fueron sus movimientos, pero en cuestión de nada me tenía recostada sobre un camastro que yo ni había notado, con su cuerpo sobre el mío y nuestros rostros muy cerca. Se me disparó el corazón y tuve una ráfaga de emociones que me dejó aturdida. Estaba asustada desde luego ¿querría forzarme a algo? Pero al mismo tiempo el tenerlo tan cerca en esa posición me estremeció por completo. Ni siquiera pude replicar cuando vi que acercaba sus labios hacia mí y ni moví las manos para detenerlo, las dejé a mis costados.
- Nunca te acerques tanto. –susurró en mi oído y yo contuve la respiración, cada vez tenía más miedo… y ganas de que fuera en serio. – O puedo no hacerme responsable. –al final me mordió un poco el cuello y la reacción de mi cuerpo fue la más estúpida del mundo.
Me aferré a él de nuevo. En automático mis manos buscaron su espalda y una pequeña exclamación de placer se me escapó de los labios. Ya no podía sentir nada más que ganas de tenerlo más cerca y que cumpliera su amenaza.
Sesshoumaru me miró a los ojos en la oscuridad y una ola llegó a mojar la arena debajo del camastro con su agua tibia, yo sostuve sus ojos en los míos sin tener idea de qué estaría intentando leer en mi interior y sabiendo que él era una máscara de indiferencia… aunque había algo más.
Quizás si él se hubiera quedado así unos segundos más bien podría haber reaccionado, caído en la realidad y alejarme de mi compañero de negocios, pero Sesshoumaru por alguna razón, que quizás yo no quisiera saber, tomó su oportunidad y me besó.
No fue algo suave ni romántico, sino una caricia de la pasión más pura. Sus labios ansiosos acariciaron los míos y me incitaron para profundizar de inmediato mientras dejaba caer algo de su peso en mi cuerpo, el necesario para sentirlo más cerca… pero no lo suficiente.
Y como si él fuera magia, de repente me quedé con la mente en blanco. No me importó el lugar, ni estar rompiendo las reglas, sólo lo quería a él, sus manos en mi cuerpo, su boca en mi piel… deseaba todo de él sin importarme las consecuencias. Estaba jugando con el fuego más ardiente y no me importaba quemarme hasta los huesos.
Sesshoumaru POV
De repente ahí estaba, besándola y tocándola. A mi compañera de negocios, a una mujer a la que jamás quise acercarme. Pero en ese instante la deseaba como a nadie antes.
Todo fue su cumpla. Yo sólo fui a buscarla y ella se acercó demasiado en el agua, aún así le di una oportunidad después, se negó a tomar mi advertencia cuando alcanzamos la arena seca. Pues estas eran las consecuencias para los dos. Cuando mordí su cuello aún estaba calculando su respuesta, que en un inicio me pareció más bien de miedo, pero al sentirla estremecerse bajo mi cuerpo fue como si perdiera cualquier hilo de pensamiento.
La besé ahí en la playa, dejé que nuestras pieles se tocaran lo más posible porque necesitaba sentirla, la escuché suspirar y cada reacción que tuvo la volvió sólo más tentadora.
Después de algunos minutos me hizo un espacio entre sus piernas y yo tomé la oportunidad sin dudarlo, no había dejado de besarla y morderle los labios un solo instante y sentir sus manos suaves explorando mi cuerpo me estaba volviendo loco. La quería para mí, ahí, en ese momento.
- Po favor… -me suplicó de repente y tuve que hacer una pausa para intentar entenderla ¿me estaba pidiendo que me detuviera o que continuara? – Vamos dentro… -me rogó y recorrió mi cuello con ambas manos, Rin aún no se había dado cuenta de que cuando hacía eso yo no podía concentrarme en nada.
- ¿Qué tiene de malo la playa? –susurré recorriendo su oído y moviendo mis caderas con las de ella que llevaban el mismo ritmo.
- Por favor… -volvió a pedirme y me tensé de pura frustración, no quería esperar más pero jamás haría nada contra su voluntad. Si yo iba a disfrutarlo, ella también.
La envolví por la cintura y me puse de pie llevándola conmigo, ella se aferró a mi cuerpo y siguió besando la piel que encontró mientras yo la llevé dentro y subí las escaleras. Ese camino nunca se me hizo más eterno. Al entrar a la habitación y cerrar la puerta con seguro sólo fui directo a la cama sin importarme que estuviéramos mojados. Sólo la necesitaba a ella.
En cuanto estuvo sobre el colchón desenredó sus piernas y llevó ambas manos al interior de mi traje de baño, cuando sus dedos me rodearon la besé de nuevo, otra vez me había hecho perder el control sobre mis acciones. Rin continuó acariciándome y llevé una de mis manos hasta su bikini, a la parte superior para apresar su pecho, ella exclamó y seguimos tocándonos por un tiempo que no fue demasiado largo. Ninguno de los dos podría soportar la espera.
- ¿Tienes condones? –me preguntó entre besos y fue como un balde de agua fría. Me separé un poco y la vi a los ojos, yo no quería pensar en preservativos que no tenía. – No quieres embarazar a tu compañera de negocios. –me dijo sonriendo y no le encontré la más mínima gracia, porque tenía razón. – Está bien. Compláceme con tus dedos. Yo te recompenso después.
Me guiñó un ojo y luego se mordió el labio. Noté que sus mejillas se tiñeron de rojo y no pude explicarme cómo podría actuar y decir cosas así y a la vez cohibirse. Era como un ser inocente en el cuerpo de una mujer ansiosa por sentirme dentro de ella.
No esperé más de unos segundos antes de acceder a su petición. La despojé de las prendas que llevaba e hice lo mismo conmigo, después ella me abrió espacio y colé mis dedos con cuidado a lo más profundo de su ser. Ella se estremeció y se aferró a las sábanas, yo la observé como si fuera la primera mujer a la que viera de verdad.
Noté el contorno de su figura y lo acelerado de su respiración, también el movimiento de sus caderas contra mi mano y la manera en que iba subiendo por una pendiente de placer. En el tiempo que estuvimos así de alguna manera no me importó que no tuviéramos sexo esa noche, la experiencia de tenerla deshaciéndose en mis manos fue mucho más placentera.
Rin alcanzó su clímax pronto y me vio a los ojos con una sonrisa radiante, después me puso ambas manos en el pecho para incitarme a que me quitara, yo me acosté sobre el colchón y la vi besarme el pecho y el abdomen y justo cuando pensé que se detendría, no lo hizo. Siguió adelante hasta alcanzar mi masculinidad y apresarla con sus labios. Yo no pude pensar en nada más, sólo me concentré en su boca y como todo con Rin se sentía diferente, no supe por qué, pero ninguna de mis experiencias pasadas era similar. Jamás nadie me hizo sentir así, incapaz de contenerme y tomar el control, pero ella me tenía a su merced.
Continuó complaciéndome hasta que le tomé una mano, hubiera querido decirle algo con palabras, pero no fui capaz, sin embargo, ella me entendió y se puso de rodillas con mis piernas entre las suyas y reemplazó su boca por su mano hasta que me hizo terminar entre sus dedos.
…..
Cuando el resto de la familia llegó a la casa los hombres pasaron directos a la playa para preparar el ambiente, habían decidido tomarse unas copas aprovechando la noche despeada y sin viento. Sin embargo, las mujeres fueron a la cocina al escuchar ruido. Ahí encontraron a Rin tirando a la basura algo que no vieron, eran las rebanadas de papa que acababa de quitarse del cuerpo.
- Hola, querida ¿cómo estuvo tu día? –la cuestionó Izayoi algo extrañada de encontrarla vistiendo una pijama larga, demasiado abrigada para el clima. Pensó que quizás era para cubrirse los moretones.
- Bien. El museo es hermoso ¿a ustedes cómo les fue? –regresó la pregunta para desviar el tema, aún tenía la cabeza revuelta con todo lo que acababa de suceder y no se sentía con ánimos de mentir.
- La película no estuvo tan mal. –se encogió de hombros Kagome y la vio a los ojos. - ¿Estás bien? –quiso saber al notarla diferente, aunque no supo definir qué fue exactamente lo que cambió.
- Estoy cansada. Nadamos un rato cuando llegamos. –les sonrió intentando tranquilizarlas aunque no funcionó muy bien.
- ¿Segura? ¿Dónde está Sesshoumaru? –inquirió Sango acercándose un poco sin darse cuenta.
- Arriba, tenía algunas cosas que hacer de su trabajo. En verdad, sólo… tuve demasiada actividad hoy.
- De acuerdo. –murmuró Izayoi no muy convencida. – Los chicos van a acomodar todo para estar afuera un rato, por si quieren venir.
- Gracias. Yo estoy por dormirme, pero quizás Sesshoumaru acepte. Voy a decirle. Y despídanme de los muchachos, por favor. –les dedicó una última sonrisa rápida y salió de la cocina tan rápido como pudo.
Subió las escaleras apenas a una velocidad moderada por si alguien la veía y entró a la recámara cerrando la puerta con seguro tras de sí. Sesshoumaru ni siquiera volteó a verla cuando la escuchó entrar, estaba demasiado ocupado con unos documentos que le mandaron.
- Ya llegaron los demás, preguntan si quieres bajar a estar afuera con ellos. –le informó mientras se metía entre las sábanas que ella misma cambió rato atrás.
- Todos conocen la respuesta. –le contestó aún sin despegar los ojos de la pantalla.
Rin ya no le dijo nada más y cerró los ojos. La verdad era que sí estaba cansada pero era más bien otra cosa lo que la tenía inquieta. Tenía miedo de enfrentar el resto de sus días ahí después de lo que habían hecho ella y su compañero de negocios. El momento y la pasión los arrastraron sin darles tregua alguna y ahora se preguntaba cuál sería el resultado.
Le asustaba pensar que él deseara repetirlo, o que consiguiera condones para tener sexo… pero peor sería si no quisiera más de ella. Eso sería un golpe para su ego. Suspiró mientras intentaba dormirse y no se dio cuenta cuando Sesshoumaru la vio fijamente por unos segundos, ya planeando robársela a su familia todo el día siguiente.
Continuará...
Holi! Un poco tarde esta semana, pero aquí estamos. Muchas gracias por todo su apoyo! 3 Espero les haya gustado. Si tienen un minuto, nos leemos en los comentarios!
La semana que entra update más temprano el sábado.
