HE VUELTO! Al menos un ratito por este lado del fandom. Vaya que ha pasado tiempo. Pero he tenido tiempo de regresar con una historia de varios mini capítulos que espero les guste! Y si no es el caso yo estoy adorando escribirla MUAJAJAJAJA! Bueno, ya puestos y sin más qué decir… COMENZAMOS!

Capítulo 1.

Cálida comodidad.

«Soy Félix Ballager Agreste. Príncipe del reino, futuro soberano y líder de las fuerzas armadas. Desde que era pequeño siempre he seguido las órdenes de mi padre en mi camino de la perfección para poder convertirme en el perfecto soberano de mi reino. No recuerdo un solo momento en que no me dedicase en mi tarea de alcanzar mi meta. Estudié los grandes tomos día a día, practiqué la espada hasta que mis manos estuvieron cubiertas por callos, me relacioné con quienes me apoyarían en mi ascenso y corté las cabezas de quienes amenazaban la estabilidad de mi reino, figurativa y literalmente. Y hace poco, acababa de comprometerme con la princesa del reino vecino, si bien era un reino pequeño, tenía grandes riquezas y fuerzas militares que eran la envidia de los grandes reinos. Mi vida era perfecta. Lo tenía todo… hasta que esa noche ella llegó por mí»

—¡Félix! —su secuestradora le abrazó por detrás sacándole el aire y tirando el libro que estaba revisando—. ¿Qué haces? —él suspiró resignado a esta nueva vida.

—Estaba revisando qué podía leer.

—¿Pero no tienes ya una pila de libros pendientes a leer? —señaló la mesa con tres torres de libros.

—Tienes una amplia biblioteca con libros muy interesantes. Debo aprovechar mientras pueda.

—¡Verdad que sí! —exclamó orgullosa con una gran sonrisa.

«Ella es Bridgette, que su apariencia dulce no les engañe, esos pequeños cuernos y esas garras en sus manos no son de decoración…»

La oreja de Bridgette se movió un poco en dirección a la ventana.

—Oh, al parecer hay visitas. Ya vuelvo —desapareció tan rápido como el viento y Félix se asomó por la ventana. Un grupo de soldados se acercaban a la alta torre. El general iba por delante y los soldados se armaron con sus ballestas.

—¡En el nombre del Rey! ¡Regresa al príncipe de la corona, monstruo maldito!

—¿Monstruo? —la voz de la joven se escuchó al abrirse la puerta de la entrada y con cada paso que daba su apariencia cambiaba. Sus cuernos crecieron, sus garras se afilaron, las escamas apenas visibles bajo su ropa brillaron y la pequeña cola que siempre tenía escondida debajo de su vestido asomó cuando una llamarada la envolvió por completo—. Les he dicho muchas veces… ¡nosotros los dragones no somos monstruos!

Y unos segundos una bola de fuego dio de lleno a los soldados en una chuza perfecta. Félix lo vio todo desde la ventana.

—Con esta ya van cinco veces.

«Así es, ella es una dragona. Los dragones son seres poderosos y letales que son respetados y temidos por su poder. Por eso es que sólo un idiota se metería con un dragón. Pero mi padre sigue enviando soldados para que me rescaten de garras de esta temible dragona»

—Oye, princesa —escuchó una voz chillona a su lado—. ¿No me digas que vas a intentar saltar por la ventana, de nuevo?

—Hoy no, Plagg. Y ya déjame en paz.

«Este es Plagg, una molesta hada con forma de gato aficionado al queso que vive con la dragona. Por alguna razón le ha dado por pegarse a mí, aunque al parecer es porque me he convertido en su bufón»

—Avísame si quieres intentarlo. Esta vez quiero tener una buena imagen mental de eso. ¡MIAU! —esquivó un libro que le lanzó.

«Ese maldito gato. Como haría toda persona racional he intentado escapar varias veces de las garras de esta dragona pero todos mis planes siempre fallan, era casi como si estuviese maldito. Y este gato en lugar de irse de chivato se reía a mis costillas»

—¡Oh, vamos! ¿Es que no aguantas una pequeña broma? Pero estos días no has intentado nada. ¿O es que ya no te quieres ir de aquí?

—Por supuesto que sí, pero no he encontrado la oportunidad.

—Pues te ves demasiado cómodo para ser alguien que quiere escapar. Aunque no te culpo, este lugar es la leche.

—Si tú lo dices…

«No quiero admitirlo pero… el hada tenía razón. Tras mis intentos fallidos comencé a darme cuenta que el sitio no era tan malo, al contrario tengo todas las comodidades y mi vida se había vuelto más fácil. No tengo un horario que seguir, tampoco tengo a los sirvientes o guardias acompañándome a todos lados, tengo tiempo para leer las novelas que siempre quise leer, comer lo que quiera porque la dragona cocina toda clase de delicias, incluyendo postres que son mi debilidad, y lo más importante… no tengo responsabilidades. A pesar del vacío que siento dentro, una parte de mí se siente aliviada. Pero por claro, no todo es miel sobre hojuelas…»

—¡Ya regresé! —Bridgette abrió la puerta casi rompiéndola—. Ups, creo que deberé cambiarla.

—¿Podrías abrir con un poco más de cuidado?

—Lo siento —respondió apenada.

Ella era el único inconveniente de su paz al igual que el hada que consideraba un incordio.

—Porque siento como que te puedo leer los pensamientos —musitó Plagg al ver su ceño fruncido.

«Vivir con ella es todo un desafío que afronto día a día»

—¡Félix! ¡El desayuno! —exclamó entrando a su cuarto cuando se cambiaba.

—¡Aprende a tocar! —le gritó mientras la camisa.

—Félix, debes dormir —le regañó al verlo desvelarse leyendo.

—Sólo termino este capítulo…

—Eso dijiste hace dos horas. ¡Upa! —lo cargó entre sus brazos para sorpresa de este—. Es malo desvelarse.

—Bridgette, al menos… ¡al menos déjame terminar el capítulo!

—¡NO!

Fue a los baños tras un largo día, siempre había vapor al ser unos baños termales bajo la torre, por lo que al entrar al agua no se percató de la presencia de la joven que se había quedado quieta y silenciosa desde su llegada. El príncipe tardó varios segundos en reaccionar antes de agarrar la toalla y cubrirse tal cual haría una joven virginal.

—¡¿Pero por qué no dices que estás aquí?! —espetó a pesar de que debió ser él quien debió haber revisado.

—L-Lo intenté pero ya te habías quitado la toalla y… —la pobre estaba roja como un tomate y no por el calor del agua. Él al darse cuenta que estaba desnuda desvió la vista más sonrojado.

—¡Pues debiste decir algo!

—¡P-Perdón! Es sólo que… —la chica tragó duro desviando también la mirada—. No sabía que los humanos fuesen así de… grandes. Había escuchado historias sobre que eran más del tamaño… petit —el comentario hizo que el rostro de Félix brillara en un rojo intenso. Ninguno de los dos pudo moverse, fue el baño más incómodo de sus vidas.

Se dejó caer en la cama con pesadez.

«A pesar de que ya no tengo que cargar las responsabilidades de mi reino el tener que aguantar a esta dragona es más cansado»

Se cubrió con las mantas, dispuesto a rendir sus sueños a la noche. No fue hasta entrada la noche que se dio cuenta de lo frío del viento. Se levantó para cerrar las ventanas pero igual el frío caló sus huesos. Se cubrió hasta arriba intentando entrar en calor cuando sintió algo pesado caer sobre de él y al destaparse vio a la dragona ponerle una manta más gruesa.

—Oh, lo siento. Pensé que dormías.

—¿Cómo es que…?

—Pensé que tendrías frío puesto que los aires del norte parecen haberse desatado más temprano esta época del año. Esto te calentará bien —Félix tocó la tela, estaba hecha de lana pura, por encima la tela tenía un diseño inusual pero bonito de colores verde y blanco y por debajo había suave y gruesa lana blanca. Nunca había visto algo así, ya que normalmente en frío se tapaban con telas más finas y recubiertas por montones—. Sabía que esta manta serviría cuando llegases. ¿Te gusta? Lo hice pensando en ti.

—¿Tú lo hiciste? —preguntó sin poder ocultar su sorpresa.

—Sí, en realidad todo lo de la torre, las cortinas, los manteles y hasta mi ropa, todo lo he hecho yo. Es que si voy a una boutique del reino seguro se asustarían de mi apariencia —a pesar de su sonrisa podía notar que la idea la ponía bastante incómoda.

—Ya… veo.

—Bueno, descansa. Te dejaré una capa para mañana, seguro amanecerá un poco frío —tras dejar la capa se marchó y Félix tocó la tela suave. Se recostó y no tardó en quedarse dormido ante la calidez de la manta y el dulce gesto.

—No entiendo a esta dragona —dijo mientras la observaba por la ventana ocuparse de un pequeño huerto—. ¿No deberían los dragones quemar cultivos y devorar gente?

—¿En serio te crees esos cuentos de viejas? Y yo que pensé que eras más listo, chico —dijo Plagg con un queso entre sus manitas.

—No entiendo, ¿por qué rayos me secuestró y me ha tenido aquí desde entonces? ¿Qué quiere de mí? ¿Oro? ¿Fama?... ¿Devorar mi cuerpo? —pronunció a lo bajo con terror y Plagg aguantó la risa.

—¿Hablas en serio? Chico, necesitas en serio informarte mejor de los dragones. Aunque si hablamos sobre devorar tu cuerpo dudo mucho que te quiera sobre la mesa, oh bueno, depende de cada quien sus fetiches, ¿no? —el rostro de Félix se coloreó.

—¡¿Pero qué estás diciendo hada perversa?! —en ese instante escuchó que la puerta de la entrada se abrió—. ¿Quién…? —fue rápido a la entrada para ver qué o quién era la persona o ser que había entrado al dominio de la dragona que no se inmuto a pesar del sonido y grande fue su sorpresa al ver al responsable—. ¿A-Adrien?

—Hola hermano —le saludó el joven apenas un par de años menor que él con una sonrisa y ataviado con ropajes reales a diferencia suya que iba con un sencillo conjunto de pantalón y camisa.

Félix corrió hacia él y le abrazó.

—No sabes lo feliz que estoy de verte. Vamos, tenemos que irnos lo más rápido posible antes de que ella se dé cuenta.

—¿Ella? ¿De quién hablas?

—¿Cómo que de quién? ¡De la dragona que me secuestró! Vamos, no tenemos tiempo —le jaló del brazo pero Adrien se zafó de su agarre—. ¿Adrien?

—¿Por qué me iría contigo, Félix? —declaró todavía sonriendo para desconcierto de este—. Si yo fui quien le pidió que te secuestrara.

Y… ¡ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO! Gracias a todos por leer. Dejen review, algo bonito, y acepto dulcecitos de temporada, más que nada CHOCOLATES! Y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!