CAPÍTULO 20

Tras dos juegos seguidos en Tokio, los siguientes dos serían en Saitama. El día anterior Gojo había formado un peculiar grupo entre Ijichi, Ino y Kaito. Resultaba curioso las diferentes dinámicas que podrían presentarse dependiendo de quienes lo acompañaran. Cuando fue con sus alumnos la pasó genial, sin embargo, pese a la ligereza de su actitud no olvidaba jamás que era su mentor y claro que los chicos lo veían como eso. Ijichi era su amigo, Ino un buen colega del trabajo y Kaito, si bien no era su amigo, cuando menos era un conocido con quien se divertía.

El cuento con Haruhi era otro, por ejemplo, que se la pasaban discutiendo (o compitiendo), pero dada su edad la veía un poco como a sus alumnos. Shoko era como una molesta hermana mayor.

—Parece que llegamos primero —dijo Utahime.

Debían ganar sí o sí a menos de que quisieran entregarles el campeonato a los G en Saitama, lo cual sería una tremenda putada para Utahime, ya que se había perdido de ir a los dos juegos anteriores y volver solo para verlos perder no era su plan.

—Sería perfecto si Gojo no viene — complementó Haruhi bien animada, imaginando que podría tener para ella sola a Utahime.

—Que te vistas como niña adorable no cambia el hecho de que tienes una actitud bastante fea —dijo Gojo, lleno de sorna.

Llegaron por detrás, para sorprenderlas.

—Como si me importara lo que tú opines —replicó con hastío. Esa noche llevaba un estilo muy cute—. Me da igual siempre y cuando le guste a Iori–san.

Dicho esto, tomó del brazo a la pelinegra, orgullosa de que a ella se le permitía esa cercanía.

—Buenas tardes, Iori–san.

—Ino–kun, buenas tardes.

Ambos se saludaron con mucha cordialidad, inclinando sus cabezas ligeramente. Haru hizo un puchero y miró con recelo al nuevo agregado, reparando en el parche de su ojo derecho.

—La berrinchuda de ahí se llama Haruhi —Gojo se tomó la libertad de hacer las presentaciones, obvio a su manera.

—¡No soy una berrinchuda!

—Un gusto —saludó cordialmente de nuevo—. Ino Takuma.

—Haruhi… —dijo ella con un poco de pena, escondiéndose detrás del brazo de Utahime.

—¿Quieren comprar algo antes de ir a nuestros asientos o así están bien? —preguntó Utahime ignorando la pelea de esos dos.

—¡Yo quiero Takoyaki! —vociferaron al mismo tiempo Gojo y Haruhi. Satoru sonrió divertido y Haru frunció el entrecejo.

—Yo estoy bien con la cerveza, vayan ustedes juntos a comprar.

—Pero en el shinkansen no comiste nada —replicó.

—Vamos, Haru, si no, se nos hará tarde.

Gojo se llevó a la chica a regañadientes, aunque era arisca con él sabía que en fondo no le caía así de mal como aparentaba.

Haciendo la fila para comprar la comida, Haruhi se percató de un curioso objeto prendido de la cabeza de un hombre. Al acercarse más pudo darse cuenta de que se trataba de una pequeña maldición que acosaba al pobre sujeto. No la miró con miedo, pero si con repudio porque sabía que le estaba haciendo daño a ese hombre. Se encontraba a dos metros de ella y no podía dejar de verla, le parecía insólito que nadie más pudiera percatarse de ello. De pronto, la maldición torció su cuerpo y la miró fijamente, Haru se paralizó enseguida y en menos de lo que pensó la cosa brincó hacía ella. Cerró los ojos como reflejo, tras un par de segundos volvió a abrirlos, sintiéndose a salvo. Gojo había atrapado la maldición con su mano, apretó el puño y aquella cosa desapareció sin dejar rastro.

—No te les quedes viendo, si lo haces, te atacaran —dijo Gojo a modo de regaño.

—Gracias —concedió con pena.

—¿Te han hecho daño antes?

—Un poco. Suelo evitar a las grandes porque sé que podrían ma… —no se atrevió a decirlo.

—Ese era un "renacuajo infestador", se alimenta de tu energía maldita y se va haciendo más grande y horrible.

—Cuando están haciendo daño… Me siento mal por no poder hacer nada. Preferiría no poder verlas —dijo con aflicción.

—No tienes tanta energía maldita como para poder hacerles frente, solo ignóralos.

—Eso intento —dijo con desgano.

—Quiero cuatro órdenes. Agrega extra katsuobushi a una —habló Gojo para el chico que estaba tomando los pedidos—. Si te metes en problemas busca a un hechicero, puedes identificarlos, ¿no?

—No lo sé, a veces todo parece mezclarse en una sola energía.

—Entonces usa gafas, si no saben que las estás viendo, no irán tras de ti.

—¿Y verme igual de rara qué tú? —se quejó por la sugerencia de mal gusto—. Casi que prefiero que me coma una cosa de esas.

—Entonces no te quejes cuando lo hagan.

—¡Aquí tiene su orden!

Haru tomó su bolso, pero antes de que pudiera sacar su cartera, Gojo ya había pagado. No le gustaba tanto patrocinio por parte del albino, eso la obligaba a tener que ser más amable con él.

—Compraré algo para tomar ¿qué quieres? —le preguntó Haru.

—Cualquier té dulce está bien.

—Te traeré el más amargo —le sonrió con suficiencia.

—Mocosa…

Ambos volvieron peleando, no sabía con cuál de las dos discutía más, claro que a él que le encantaba el debate le resultaba entretenido.

Ino y Utahime podían escucharlos por sobre las demás voces desde sus asientos. Antes de cruzar, en las escaleras, se detuvieron para jugar "piedra, papel o tijera", por la expresión de ambos, supusieron que Gojo había ganado.

—Trajimos para todos —dijo Satoru, tomando asiento al lado de Utahime.

—Gracias, Gojo–san —respondió Ino.

Haru lo miró con las mejillas infladas de envidia, Utahime arqueó la ceja al notar que no se había puesto renuente al hecho de que Gojo estuviera junto a ella, no quería decir que la llevaba exclusivamente para separarlos, pero si era parte de.

—Haru…

—Estoy bien aquí, descuida —sentía que el ojo le temblaba de fingir que le daba igual.

—Tiene extra katsuobushi —dijo Gojo, entregándole su porción a Iori—. Haru estaba preocupada porque no has comido.

—Muchas gracias —Uta le sonrió dulcemente a su amiga.

Gojo le había dado el crédito a ella, sin embargo, no se lo consultó en ningún momento antes de pedir. Discretamente volvía a presumir que conocía los gustos de Utahime muy bien.

—¡Señorita! La extrañamos los dos últimos días, que bueno que esté de vuelta —saludó uno de los señores en cuanto llegó a las gradas.

—Buenas tardes —respondió alegre—. No es lo mismo ver el juego en el estadio que por la tv, sin duda.

—Las cosas se ponen interesantes tres victorias a dos.

—Hoy podría ser el adiós para los Lions, mánager Utahime ¿qué tiene que decir al respecto? —dijo Gojo, usando su mano como si fuera un micrófono, claramente estaba entrevistando a Utahime.

—El equipo está en buena forma y tiene una mentalidad inquebrantable, estamos jugando en casa, así que tengo plena confianza en que mis muchachos remontaran.

—Ahí lo tienen, las palabras del mánager Utahime. Aunque eso dijo para el segundo juego y terminaron perdiendo en casa igualmente —se burló Satoru, dando fin a su papel de entrevistador.

—¡Cállate!

Los señores comenzaron a reírse del comentario de Gojo. Haruhi miró curiosa, como es que Iori podía seguirle el juego al ojiazul si se lo proponía.

—Chico, te encanta meterte con ella.

—Oh, se dio cuenta —comentó con una amplia sonrisa.

—No se necesita ser un genio para saberlo, eres un fastidioso de lo peor—se quejó Haru.

Ino volteó a verla con sorpresa, como era un humano común y corriente suponía que no tenía idea a la clase de persona a la cual le estaba hablando tan irrespetuosamente.

—Señorita ¿no estaría interesada en conocer a mi hijo? —le preguntó uno de los tres viejos con los que habían hecho amistad—. No me molestaría tener una nuera con la cual venir a ver el béisbol.

—¿Qué edad tiene?

—Veintinueve.

Gojo y Haru dejaron de discutir y centraron su atención en la conversión de aquellos dos. El descaro total de hablar de ello enfrente de sus narices.

—Es muy joven para ella. Ya sé lo dije, no lo parece, pero pasa de los treinta —Gojo señaló a Utahime, reprochando la diferencia de edad, como si él no tuviera apenas treinta.

—Mi esposa me lleva cinco años, no es un gran problema —refutó el señor.

—Iori–san no está disponible —alegó Haruhi.

—¡Dejen de hablar por mí!

—Te daré su número de contacto.

El señor sacó su teléfono celular y lo acercó a Utahime, ella sacó el propio, lo hizo por molestar a los otros dos entrometidos, obviamente no iba a salir con un desconocido.

—¡Utahime, Shuta está volteando hacia acá! —gritó Gojo.

Utahime inmediatamente volteó a ver el campo, esperando encontrarse con Tonozaki para saludarlo. Gojo aprovechó los segundos para acribillar con la mirada al señor, éste entendió el mensaje y guardó el teléfono.

—Hasta que haces algo bien— le susurró Haruhi a Gojo.

—¡Eres un mentiroso! ¡No juegues con mis sentimientos! —bramó molesta, Utahime.

—Sería incapaz…

—Ajá —renegó—. Entonces ¿en que estábamos?

—M–mejor al terminar el juego.

—Está bien.

—Esto es más caótico que cuando vinimos con Ijichi–san y Kaito–kun —dijo Ino, un tanto asombrado.

—¿Conociste a mi hermano? —preguntó Haru con ilusión.

—¿Son hermanos? ¿De verdad? No se parecen mucho.

—Yo heredé los mejores genes —dijo orgullosa.

—Ayer nos presentaron.

—Como son de la misma edad terminaron llevándose muy bien —aderezó Gojo, metiéndose en la plática.

—¿A qué te dedicas, Ino–san?

—¿Yo? Pues… Es un poco complicado de explicar.

—Haru —le llamó Gojo, haciendo un ademán con el dedo que le indicaba que se acercara.

Le puso mala cara, no estaba feliz de que le llamara con tanta familiaridad, pero de todos modos acercó su oído, Gojo susurró unas palabras y ella asintió con sorpresa en su rostro.

—Comprendo —dijo secamente.

—¿Está todo bien? —preguntó Takuma.

—Ino–san ¿te gusta mucho el béisbol?

—Creo que lo suficiente. No soy tan fan como Gojo–san y menos como Iori–san.

—Esa parte de ella es adorable.

—Más que adorable, diría que es admirable —sopesó con nervios. Ya había en alguna otra ocasión experimentado su pasión—. Tú eres fan de la moda, ¿cierto? El collar que llevas es de 6.

—¡Así es! Tienen accesorios muy lindos. Algunos elitistas piensan que es una marca extravagante y por ello no puede ser elegante, pero están totalmente equivocados.

—No deberían juzgar a alguien por su vestimenta, el estilo es algo muy personal.

—¡Lo es!

Satoru comenzó a reírse discretamente, cuando los planes le salían tan bien era muy reconfortante. Tenía buen ojo y luego de ver lo bien que Ino y Kaito se habían llevado, su siguiente movida cuando Utahime le dijo que llevaría a Haruhi, era poner al castaño en el camino. Ino era un muchacho noble que podría llenar las expectativas de Haru y además hacer que la obsesión de la niña por Utahime fuera menor. Gojo no pretendía romperle el corazón a Haru cuando Iori ya no estuviera disponible.

—No hubiera imaginado que ellos dos se llevarían tan bien —dijo Utahime.

—Terminará agradeciéndomelo —comentó con orgullo, Satoru.

—Me sorprendió que no volvieras a llevar a Megumi y los otros.

—Yuta debía irse de nuevo, Yuuji tuvo una misión y Megumi no quiso acompañarme. No tuve más remedio que arrastrar a Ijichi otra vez. Ino hizo un excelente trabajo cuidando a los chicos así que me pareció buena idea. Kaito se la pasó bien en el segundo juego así que no había mucho que pensar.

—Me perdí por completo el juego. Debía llegar a Kioto esa noche—se quejó Utahime con tristeza. Había salido tarde de Sapporo rumbo a Kioto, pero tenía que ser de esa manera si quería estar en el sexto juego.

—¿Volverán esta misma noche?

—Estoy exhausta. Dormiremos en Saitama y regresaremos temprano.

—Existe la posibilidad que este sea el último juego, así podrás descansar mañana sin problema.

—Mañana iré a Tokio a ver como pierden nuevamente los Giants —Uta rechinó los dientes, molesta.

—Admiro tu fuerza de voluntad para sobreponer tu fanatismo sobre el cansancio.

—Las piernas me duelen, pero después de dos cervezas estaré más relajada.

—¿Te duelen las piernas? —le cuestionó poniendo mala cara.

—Caminamos mucho en Sapporo —respondió Utahime con fastidio. Sabía que él se estaba haciendo de ideas erróneas.

—Seguro —replicó irónico—. Aunque no lo suficiente para comprar mis galletas.

Hablar de Hokkaido seguía siendo tema de cuidado. Utahime guardó silencio, era mejor, ya que no quería decir algo de lo que pudiera arrepentirse. Gojo no le había preguntado cómo le había ido o si averiguó algo nuevo de la oferta, nada, entonces quería decir que el peliblanco no quería tocar el tema. Se preguntó si se enfadaría si le contara que Oki le regaló unos hermosos brazaletes de cascabeles de oro.

El juego era sumamente cardíaco, Utahime más de una vez se levantó de su asiento ante las jugadas de su equipo, sentía que la garganta se le desgarraría de lo mucho estaba alzando la voz entre vítores y maldiciones, algunos de los cuales dejaban asombrado al joven Ino.

Haru notó como Utahime habló más que nunca con Gojo, aunque todo relacionado al partido, se preguntó si lo habría extrañado en los dos días que no pudieron ver el béisbol juntos. El ojiazul se veía muy animado también, era escandaloso, aunque no tanto como Iori.

Al final de la sexta entrada, el partido ib favor de los Giants. Sin embargo, el juego no se acababa hasta el último inning. Poco antes para el inicio de la séptima entrada, los aficionados comenzaron a inflar globos alargados de distintas tonalidades. Haru recordó haber visto a Gojo comprar dos paquetes mientras ella iba por las bebidas.

En efecto, le dio dos a Ino, dos a ella, dos a Utahime y él se quedó con dos también.

—¿Qué hacemos con esto? —preguntó curiosa, Haru.

—Lucky seven —le respondió Ino—. No lo hacen en todos los juegos, pero hoy es importante.

—¿Y de qué trata?

—Es para darle suerte a tu equipo, como una señal de apoyo. Entonaran el himno de victoria y al final sueltas tu globo pidiendo por ellos.

—Ino–san, muy bien explicado —le felicitó Utahime, pulgares arriba.

—Soy un poco más que un fan casual —dijo con orgullo.

Una grada más abajo, a dos asientos de distancia de Haru e Ino, había una pareja que llevaba dos niños de aproximadamente cinco y nueve años, el más pequeño estaba sumamente entusiasmado pidiéndole a su mamá que se apresurara para inflar los globos.

—Es un momento muy lindo —dijo Utahime al percatarse de la felicidad del pequeño—. A los niños les parece muy entretenido.

—Es como si arrojaras confeti gigante al cielo, algo así —dijo Gojo.

—Podría ser también una lluvia de colores —le indicó animada—, cuando ya están cayendo —ejemplificó haciendo el ademán de lluvia con sus manos.

—Cierto.

—Traer a los niños desde temprana edad para que conozcan el juego es bueno —comentó con bastante ilusión, sus palabras sonaron tal como si ella estuviera proyectándose en esa posición.

—Es algo que sin duda harías, pero tendríamos que taparle los oídos para que no les revientes los tímpanos —contestó Gojo entre risas.

"Tendríamos" pensó Haruhi en la palabra, ¿por qué de pronto se estaba incluyendo en la fantasía de Iori? ¿Era consciente de sus palabras o solo hablaba por hablar como de costumbre?

—Puedo comportarme seriamente delante de un niño —renegó Utahime.

—Solo te he visto una vez actuar sensata en un juego, y tú sabes por qué fue eso.

—Bueno, tienes que gritar para apoyar a tu equipo —cedió un poco, debía reconocer que no tenía control cuando de deportes se trataba—. Decir malas palabras no es obligatorio.

—Pobres niños, mejor los traigo yo, deben divertirse todo lo que puedan sin ser abrumados por el ímpetu irracional de su mamá.

—¡¿Por qué los traerías tú?! ¡Eso sería todavía peor!

Ellos estaban hablando con tanta naturalidad del tema, veían su plática tan normal que no podían notar las obvias insinuaciones que lanzaba tanto como el que las decía, como para quien iban dirigidas. Haruhi entendió que ambos ya no estaban simplemente coqueteando sin sentido, indirectamente y tal vez subconscientemente, estaban imaginándose una posible vida juntos. Entonces ¿por qué Utahime se empeñaba en ocultar eso? ¿Quién y qué era Gojo Satoru para ella? ¿Qué era lo que le hacía decir que no? Según Utahime, él no quería un compromiso, así que ¿por qué hablaban sobre hijos tan desinhibidamente?

Pensando en la mujer que amaba, la canción de victoria terminó y todos liberaron sus globos, Haru se quedó con los suyos en las manos, absorta en sus pensamientos. Miró al cielo: era verdad, parecía confeti que se convertía en lluvia. Soltó sus globos, no pidiendo la victoria de los Lions, sino porque su amiga pudiera ver la felicidad que se le estaba escapando de las manos teniéndola tan cerca, prácticamente al lado.

Los Lions ganaron el jueg gracias a un cuadrangular con caja llena por parte del número 6, Genda Sosuke, en la octava entrada.

Mañana se jugaría la verdadera final de la serie de Japón. La última. La definitiva. Ese sábado un equipo saldría levantando la copa. Eso claro, a menos de que terminaran en empate y tuvieran que jugar otra vez. Sería una pesadilla.

Utahime no durmió soñando que los Lions perdían en el último momento.


NOTAS:

Se preguntaran ¿qué hago aquí el día 14?

El capítulo 20 hsbía quedado muy largo, prácticamente 6 mil palabras, esto debido a que YA quería finiquitar los juegos de béisbol y deseaba hacerlo en un solo capítulo. Sin embargo, no me apetecía un cap tan largo. Entonces, mi remedio fue dividir el capítulo en dos.

El cap 20 hoy día 14 (qué debía ser el 15 jajaja) y el cap 21 el día 20, así nos vemos el día 30 con el cap 22!!!

El Jet Balloon es un evento muy interesante que hacen los japoneses, se ve super divertido y bonito!! Pueden buscarlo en youtube como JetBallon o Lucky Seven baseball. Los globos pueden ser de un solo color, dependiendo del estadio donde se juegue o también pueden ser de colores. Para las Seibu son azul rey!! Para los Giants es naranja!!

Muchas gracias por seguir el fic, más que encantada que piensen que es algo que vale la pena leer!!