Debo decir que los datos mencionados de la Shonen Jump son 100% verídicos, entonces con un poco de investigación podrían saber el día exacto del suceso :3
Muchas gracias por todo su apoyo!
CAPÍTULO 12
Verano del 2008, Agosto.
Ese fin de semana las misiones habían sido escasas y de baja complejidad, por ello estaba en su dormitorio leyendo la Shonen Jump, se había conseguido la revista el martes, pero era hasta ahora que podía sentarse a leer cómodamente: se trataba de la edición 34 en celebración del 40 aniversario de la Shonen Jump, su manga favorito era sin duda Gintama, así que fue el primero que buscó para leer. El título decía: "No hay noche sin amanecer", bajo un Gintoki que lucía de lo más cool.
Cuando recibió la fotografía de parte de Shoko tal vez su corazón palpitó arrítmicamente, más que nada por la sorpresa. Su amiga tenía por el cuello a Utahime, que parecía estar ya derrotada a manos del alcohol. Se veía absolutamente adorable y coqueta con las mejillas coloradas y la mueca de haber sido tomada de imprevisto para la foto, lo cual había hecho que uno de los tirantes de su blusa cayera bajo su hombro. Shoko no tenía edad para ingresar a establecimientos para beber, pero moviendo aquí y allá se había hecho de una identificación falsa que usaba para poder irse a emborrachar. Utahime la había regañado, aunque al final de cuentas terminó cediendo porque amaba su compañía.
Shoko Ieiri
[¿Alguien despierto que quiera llevar a Utahime de vuelta a la escuela?]
[Yo aún seguiré]
[Pero ella no puede más]
[Foto]
Miró la pantalla de su celular y giró el aparato, primero de un lado y luego del otro, en cualquier ángulo que pudiera ver esa segunda fotografía le parecía genuinamente encantadora.
Iori sonriendo a la cámara de lo más linda, mientras alzaba su bote de cerveza, era obvio que no sabía que discretamente su amiga enviaría la fotografía, si no, hubiera puesto otra cara, Gojo lo sabía bien.
Satoru Gojo
[¿Dónde están? Iré]
Shoko Ieiri
[Nanami ya se ofreció]
Gojo puso la revista al lado de la cama. Miró el techo un par de segundos con absoluta seriedad. Mejor para él, ya estaba en sus ropas de dormir y tenía la jump, una bolsa de papas fritas y refresco para relajarse.
El bar en cuestión no quedaba demasiado lejos, de hecho, se encontraba después de una hora caminando posterior a la entrada de las inmediaciones de la escuela. Como el sitio estaba cerca de las afueras de la ciudad no era tan transitado y solía albergar a uno que otro cliente de dudosa profesión y no precisamente se referían a los hechiceros, los cuales no era raro encontrarse de vez en cuando bebiendo algo luego de terminar alguna misión.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca del sitio como para ver el cartel de la entrada, pudo darse cuenta también que había un grupo de cinco personas que parecían estar discutiendo. Al avanzar unos metros más adelante apreció mejor la escena. Después que la pelinegra lanzó el primer puñetazo paró su andar en seco. El hombre al que habían golpeado cayó al suelo un par de metros delante de ella. Se acercó más y con las manos en los bolsillos observó todo con una sonrisa.
Shoko retrocedió poco a poco para darle espacio a su amiga de que se diera a gusto de golpes con los sujetos. Llegó hasta dónde su colega y se cruzó de brazos para observar el espectáculo.
—Intentaron pasarse conmigo —dijo Shoko muy tranquila.
Los dos hombres restantes trataban de golpear a Utahime de cualquier manera, pero ella era más ágil, así que lograba esquivar los ataques provenientes de ambos. Tiró otro puñetazo para uno de sus contrincantes, mas no logró darle, no porque la hubieran bloqueado, sino que había fallado por completo: seguía borracha y su vista estaba un poco borrosa.
El sujeto más alto de los dos aprovechó el momento para tomarla por detrás y sujetar sus brazos, esto le daba la oportunidad perfecta al otro de golpear a Utahime directamente. Por supuesto que hubiera sido efectivo de tratarse de alguien normal, pero no era el caso. El agarre de su oponente solo le había servido de palanca para saltar y darle una patada sobre el mentón a quien intentaba ir por ella, el tipo cayó noqueado al suelo. Con el momentum aprovechó para hacer un derribo con una técnica que su espectador juraba era de judo. La espalda del sujeto chocó sonoramente contra el piso.
El movimiento, aunque fue doloroso, no fue lo suficientemente dañino para dejarlo fuera de combate, pero sí para aturdirlo, por lo tanto, Utahime se puso a horcajadas de él para darle el golpe final. Justo cuando estaba por lanzar su puño, sintió a sus espaldas que alguien había lanzado una patada muy cerca de ella.
—¡¿Qué crees que haces?! —reclamó con mala cara de inmediato a quien osaba entrometerse en sus asuntos.
—¡¿Esa actitud es la que recibo después de ayudarte?! —respingó también Satoru.
—¡Nadie pidió tu ayuda!
El primer sujeto al que había golpeado Utahime se había levantado y hubiera estado a nada de golpear la cabeza de ella si no hubiera sido porque Gojo se le adelantó. Utahime podría estar peleando bien, no obstante, seguía relajada por el alcohol.
—¡Alto ahí, ustedes!
Imprevistamente un par de policías habían llegado a la escena, que no pintaba nada bien para el dúo de hechiceros. Utahime maldijo, sabía que no podía golpear o más bien no debía meterse en broncas con los no hechiceros, sin embargo, el que hayan querido toquetear a Ieiri era imperdonable. Tal vez la policía entendería sus motivos, pero definitivamente la noticia llegaría a los oídos de Yaga o algún alto mando y eso no le convenía, sobraba decir que a Gojo le daba lo mismo.
Por instinto su mente pensó en huir y así lo hizo. Corrió en dirección a la escuela, Gojo soltó una carcajada y corrió detrás de ella y a su vez los policías detrás de los dos.
—¡¿Dónde está Shoko?! —preguntó Iori.
—Huyó antes que llegara la policía.
—¡Y todo esto es su culpa!
—En realidad es tuya por buscapleitos…
—¡Cierra la boca!
Ambos corrían, o al menos Utahime lo intentaba de la mejor manera posible para alguien que estaba sumamente borracha. Era la adrenalina lo que la mantenía más cuerda que otra cosa.
Los policías no parecían querer dejarlos escapar, aun así, los dos eran más que hábiles. Satoru estaba corriendo por mera diversión, de haber querido los hubiera perdido en un instante. Llegaron a un muro al final de una calle, el cual era el último obstáculo para adentrarse más en la montaña y llegar desde la ladera a la escuela.
Utahime como pudo brincó, Gojo lo hizo sin menor problema, pero el aterrizaje de la pelinegra no fue el mejor de todos, sintió un leve dolor en el tobillo izquierdo y trastabilló uno; dos; tres pasos hasta que Satoru la tomó del brazo y en un parpadeo ya la había echado sobre su hombro. Corrió rápido, tan rápido que ni siquiera Utahime tuvo tiempo de quejarse. En unos cuantos segundos estuvieron a medio camino por la entrada principal.
—Ya puedes bajarme.
Utahime se inclinó un poco hacia un lado para ver la cabeza de Gojo. Estando boca abajo se sentía más mareada.
—¿Segura? No parecía que tuvieras tan buen equilibrio.
—Mejor en el piso a que me lleves.
—Me lo pones muy fácil, Utahime —Gojo se rio con malicia.
—Hablo en serio…
Gojo tenía su brazo un poco más arriba de la parte trasera de las rodillas de Utahime, con la finalidad de sujetarla y mantenerla en equilibrio. Ante las quejas de ella dejó de sostenerla y esto provocó que se fuera hacia adelante, por la sorpresiva sensación de caída sus reflejos instintivamente sujetaron lo primero que pudo, lo cual había sido el trasero de Satoru. Sus dedos se encajaron en sus nalgas como uñas de gato intentando trepar.
Utahime gritó por el susto y la vergüenza de estar toqueteando a Gojo. Quería dejar de hacerlo, pero quitar las manos era equivalente a irse de boca al suelo.
—Aquí no, debes esperar a que lleguemos al menos a mi habitación —respondió Gojo de manera juguetona. No le incomodó para nada que estuviera manoseando su trasero.
—¡Gojo Satoru! —gritó molesta y apenada.
Gojo soltó una carcajada y con un pequeño brinco volvió a acomodarla sobre su hombro. Utahime se llevó las manos al rostro en su pena, sin embargo, al recordar que con esas mismas manos había tocado a Gojo comenzó a patalear.
—Te voy a volver a soltar —le amenazó el albino para que dejara de moverse.
Utahime se quedó muda e inmóvil. La caminata por las escaleras siguió en silenció unos segundos, hasta que Utahime volvió a hablar.
—¿Qué estabas haciendo afuera del bar?
—Nada, solo pasaba por ahí.
—No es la ropa que usas para salir.
Ciertamente iba en pants y con una playera blanca que decía "número uno" en la parte delantera, además llevaba la banda blanca sobre los ojos.
—Tú andas en short y tirantes ¿cómo vas a criticarme? —renegó. Cierto, estaba acostado de lo más relajado cuando recibió el mensaje de Ieiri. Decidió adelantarse a Nanami por lo cual no se molestó en vestir algo más, después de todo solo iría a recoger a un colega borracho.
—Es culpa de Shoko… Se supone que debía irme esta tarde.
—Pasas mucho tiempo en Kioto ¿algo en especial? —preguntó con genuino interés.
—También falta personal en el oeste.
Si, había otro motivo también, pero no quería discutirlo con Satoru hasta que fuera un hecho, por esa misma razón había salido huyendo de los policías. Miró hacia adelante, en la oscuridad de la montaña los escalones comenzaban a desvanecerse.
—Gracias por quedarte, me diste un buen espectáculo —dijo Satoru entre risas.
—Si alguien de la sede se entera estaré en problemas.
—Intenta comprar mi silencio.
—No te atreverías a delatarme —dijo con recelo. Volvió a inclinarse para verlo, no lo creía tan canalla.
—Pruébame —le retó.
—Gojo —refunfuñó Utahime.
—Te encanta decir mi nombre ¿cierto?
—Eso quisieras…
—No diré nada, descuida.
—O–oye, en serio, bájame. Me estoy mareando.
—Si me vomitas encima te arrojaré al bosque —la amenazó inmediatamente.
—Lo haré si no me bajas…
Gojo acató la orden, sin embargo, cuando Utahime puso su pie izquierdo sobre el piso sintió las secuelas de haber aterrizado mal al brincar el muro. Se había lastimado más de lo que pensaba. Satoru siguió subiendo las escaleras y Utahime se mantuvo detrás de él. Tan solo avanzó diez escalones antes de tener que parar, era difícil apoyarse en el pie, de haber estado Shoko le habría pedido que la curase, pero probablemente estaba bebiendo campantemente en algún sitio mientras ella sufría las consecuencias.
—¿Qué harías sin mí? —dijo Satoru con tanta resignación como júbilo. Sentía un placer inexplicable en el ayudar y al mismo tiempo fastidiar a Utahime.
Nuevamente iniciaron su marcha hacia a la escuela, esta vez con Utahime sobre la espalda. Cada que los pasos de Satoru resonaban al subir un escalón, Utahime se preguntaba que le hacía tomar tanto tiempo para llegar. Nunca le parecieron tan eternas esas escaleras ni cuando fue a darle el jubako.
—La forma de tu cabeza…
Recargada su mejilla sobre el hombro de Satoru, Utahime veía fijamente el perfil de su colega: llevaba el cabello más corto que cuando lo vio en primavera. Gojo era hermoso, tanto que era hasta molesto.
—¿Uh?
—Tienes una nuca bonita.
Los dedos de Utahime tocaron el cabello albino justo en la zona que había mencionado. El cabello de Satoru era precioso, bajo la luz de la luna parecían hilos de brillante plata. Gojo sentía su cuerpo estremecerse cada vez que su piel era acariciada por ella.
—¿Te volvió la borrachera?
—Tal vez…
El aliento ebrio de Utahime hizo cosquillas en su cuello. Ladeó su cabeza, en dirección opuesta a ella, sintiéndose un poco cohibido. Vaya que forma más absurda de ponerse tímido por tan poco.
—Me hubiera molestado si hubiera sido Nanami —dijo quedito, más para él que para su compañera.
—¿Nanami? —preguntó ya más soñolienta.
—Solo… —sinceramente, se sentía un poco exasperado—, no te pongas a toquetear a otros hombres estando borracha.
—¿Ah? —replicó con atisbo de molestia porque pensó que Gojo se estaba quejando que le tocara la nuca—. Bien.
Utahime dejó caer su brazo pesadamente sobre el hombro de Satoru, quería que notara que estaba molesta por su comentario. Gojo suspiró resignado, las mujeres eran complicadas y aterradoras.
—¿Estás enfadada conmigo?
—No —dijo de mala gana.
—Soy tu más adorable kouhai, no serías capaz.
—Lo de adorable sale sobrando.
—Iori–senpai~ usted es tan cruel.
—¿Por qué me estás hablando de esa manera?
Utahime puso su mano sobre la cabeza de Gojo, apretando lo más que podía. La verdad es que no dolía para nada lo que Iori estaba haciendo.
—Es la que siempre se queja de la forma en que me dirijo a usted—dijo, Satoru, aún en su juego.
—Pero no lo hagas para burlarte…
—Iori–senpai~ ¿es usted fetichista? —siguió bromeando.
—¡De ninguna manera!
Gojo se reía a carcajadas de la situación, Utahime era aún más fácil de provocar estando en esas condiciones.
—¿Por qué estas escaleras parecen eternas? —se quejó ella. Quería llegar a dormir, estaba cansada y adolorida.
—Puedes dormirte, no sería la primera vez que te llevo dormida de ebria.
—Sabes…, creo que eres la persona que más veces me ha llevado a cuestas.
—¿De verdad?
—Es tan humillante…
—Si no bebieras hasta perder la conciencia entonces no tendría por qué hacerlo.
—Eres amable solo en ocasiones extrañas.
Utahime volvió a acomodarse sobre el hombro de Satoru. Ya no quería gastar sus últimas energías en discutir, el shot de adrenalina ya había pasado y ahora los niveles de alcohol en su sangre estaban provocándole sueño.
Gojo no quiso decir nada más, porque no quería que la conversación se fuera en un rumbo que no quería discutir. Había salido casi corriendo a buscarla y era agradable sentir su cuerpo pegado al suyo: sus brazos sujetando sus piernas, sus senos apretados contra su espalda, el aliento cálido de su boca haciendo cosquillas sobre su cuello. Gojo tenía plena conciencia de que tanto le gustaba Utahime, al menos, físicamente hablando. La apreciaba como colega, pese a que también era cierto que se permitía muy de vez en cuando suponer como sería si ambos quisieran ser algo más que eso.
No era estúpido, sabía bien que ella no le era indiferente del todo, pero tanto uno como el otro se rehusaba a sí quiera insinuar el llevar las cosas a otro nivel de seriedad más allá de los casuales coqueteos. Lo de esa noche era el vívido ejemplo: ella tocando su cuello en una caricia sutil y él buscando esa intimidad que no pensaba dejar en manos de otros.
Gojo estaba seguro de dos cosas, primera: le gustaba Utahime. Segunda: no quería tener una relación seria y formal con ella, ni con nadie.
Al final, Utahime se quedó dormida plácidamente. Realmente no hubo malicia ni dobles intenciones cuando Satoru decidió llevarla a su dormitorio. La dejó en la cama y él extendió el futón sobre el piso.
Sin estar consciente de donde estaba, con el movimiento de Gojo acomodándose en el suelo, Utahime despertó un poco, con la mente en el recuerdo de su plática con Shoko.
Esa noche, entre muchos otros temas de conversación, Geto había salido a la plática en boca de Shoko. Estaban en agosto y no faltaba mucho para que se cumpliera el año de lo acontecido con él. En todo ese tiempo Utahime no había tocado el tema con Satoru y en el fondo sentía culpa por no hacerlo. Al principio no había encontrado el momento adecuado y después pasó más y más tiempo hasta que fue incapaz de decir lo que quería decir. Gojo no tocaba el tema por cuenta propia, incluso si se tratase de Shoko. Iori le contó a su amiga sobre la culpa que sentía y esta le animó a que lo hablara con él aunque hubiese pasado ya la oportunidad idónea.
—Gojo —susurró con aflicción—. Lo lamento.
—¿De qué hablas? —dijo con extrañeza.
—No imagino lo que debiste sentir…
—¿Estás alucinando? —Gojo se rio discretamente, no entendía a donde quería llegar.
Utahime se quedó callada un par de segundos y habló nuevamente de forma afligida.
—Es tu mejor amigo, probablemente, fuiste el que más sufrió, aun así… yo… —estaba hablando, pero la verdad estaba más dormida que despierta.
Las palabras de Utahime le tomaron desprevenido, no esperaba que sacara un tema como ese en medio de la noche y menos en la condición en la que se encontraba. No quería tener que dar explicaciones de porqué actuó como lo hizo o que se compadeciera de él.
—Sé lo que quieres decir y no es necesario —replicó con apatía.
—Cierra la boca —le llamó la atención, solo que de una manera muy calmada—, estoy tratando de decir algo importante.
Las facciones de Gojo se habían endurecido un poco más. Así es como era ahora: sus emociones y sentimientos no estaban a disposición de nadie. Sin embargo, Utahime estaba determinada a expresar lo que quería decir, llevaba mucho tiempo guardándose esas palabras y había requerido mucho valor, tragos de cerveza y un pie lastimado para llegar ahí.
—Deberías desahogarte al menos con Shoko…
—No es necesario —dijo con un tono de voz más severo. Era punto final.
Hubo un silencio sepulcral. Gojo pensó que Utahime al final se había quedado dormida, pero no era así, sin que ella misma lo quisiera, unas cuantas lágrimas se escurrieron por sus ojos, sentía pena por él. Acercarse a los sentimientos de Gojo era una misión imposible. Era eso mismo, pese a que le gustaba genuinamente, que no podía expresarlo sin el temor de no ser tomada en serio.
Quería de alguna manera hacerle comprender que no solo Geto era el único capaz de entenderlo. No tenía que ser ella, podía ser Shoko, Ijichi, Yaga, Nanami. Debía existir alguien en el universo a quien estuviera dispuesto el abrirse sinceramente.
¿Habría llorado de frustración? ¿Habría gritado al sentirse traicionado? ¿Cuán solo se sentía después de su partida? ¿Sería en el futuro capaz de detenerlo? ¿Sentía culpa por no haber visto las señales de Geto? ¿Qué tan herido estaba su corazón? Eran preguntas que ella se hacía desde entonces. Nadie lo sabía, porque todo lo malo se lo guardaba para él. Se tragaba su dolor, su amargura, sus tristezas, su miedo.
El lado oscuro y débil de su corazón estaba protegido bajo cientos de capas de un Gojo que mostraba todo lo contrario.
Satoru se giró, dándole la espalda a la cama. Probablemente mañana, si lo recordaba, Utahime estaría molesta con él.
—Aun si no quieres decir nada…, aun si no quieres escucharme, yo… Sujetaré tu mano tal como lo hiciste conmigo.
Debía decirlo, de alguna manera, aunque no fuera de una forma directa. Le había prometido que lo apoyaría como hechicero, pero necesitaba que supiera que también estaría para él como persona.
—¿Sujetarás mi mano? —preguntó incrédulo. Como si lo que hubiera dicho fuera un chiste.
—No la soltaré hasta que encuentres el sosiego, lo prometo.
Sonrió sarcástico. No quería volverse para verla. La sensación de la sangre escurriendo entre sus dedos se hizo presente vívidamente. El alivio y la paz de tener ese confort del otro. Cuando Utahime no podía parar de llorar, él había tomado su mano para hacerle saber que estaba ahí junto a ella hasta que su corazón decidiera que podía sobreponerse a la situación.
—¿Me besaras también? —dijo en broma.
—Lo haré si lo necesitas —respondió sin titubeos.
Que injusto. Estaba borracha y podía decir lo que salía de su mente sin filtro alguno. Satoru giró de nueva cuenta, desde el piso solo podía ver su brazo derecho que salía un poco de la cama.
—Utahime.
—Tú también… necesitas que… Alguien cuide de ti.
—¿Y tú serás esa persona?
—Una de tantas…
No obstante, tal cual su ritual, Gojo no podía ser tocado a menos de que él lo deseara y lo mismo aplicaba para sus sentimientos.
—Cuando eres tan condescendiente conmigo siento que debería…
Debería… Pero no. Satoru estiró su mano y rozó los dedos de Utahime. Ella no dijo nada, ya estaba dormida.
"No la soltaré, lo prometo".
Los rayos de luz ya entraban por la pequeña ventana del dormitorio. Antes de abrir los ojos un recuerdo invadió su mente: ella corriendo de los policías luego de pelearse con unos tipos. Balbuceó lo que parecía ser un auto regaño, ¿cómo era posible que acabará en esa situación? Refunfuñó antes de levantarse, cuál gato huraño. Debía tomar sus cosas e irse de inmediato a la estación para estar en Kioto lo más rápido posible.
Cuando abrió los ojos, sentada al borde de la cama, lo primero que vio fue a Gojo parado delante de ella. Parpadeó unos segundos y miró a su alrededor: ese no era el cuarto de Shoko.
—¡¿Cómo terminé aquí?! —preguntó horrorizada.
—Te quedaste dormida y me dio pereza cruzar todo el camino hasta el dormitorio de chicas.
Era verdad, huyó junto con Gojo y llegaron juntos a la escuela.
—Debiste llevarme hasta allá —dijo malhumorada.
—Tampoco tenías la llave —le explicó, cruzándose de brazos. La mirada de Satoru bajó más allá del cuello de Iori.
—¿Y mi bolso?
—No lo sé —alzó los hombros—. No traías nada cuando fui por ti.
—Espero no meterme en problemas —dijo resignada.
Mientras lamentaba su desgracia nocturna, Utahime se percató de un pequeño detalle: estaba solo en ropa interior. El muy cabrón de Gojo no le había dicho nada. La estaba observando con una sonrisa de satisfacción que denotaba que estaba disfrutando de la vista.
Dio un grito, alarmada y apenada porque estaba casi sin nada delante de él. Rápido buscó con la vista su ropa por el piso o la cama, mas no la encontraba.
—¡Eres un pervertido!
—¿Yo? —replicó con mala cara—, anoche te dije que no te quitaras nada. Pero no me escuchaste.
—¡Debiste evitarlo! —lo señaló con el dedo, acusadoramente.
—¡¿Cómo lo haría si de repente me tiraste con tu ropa?!
—¡Al menos dame algo para cubrirme! —Utahime le tiró con la almohada, Satoru la esquivó sin problema.
Gojo puso una cara de duda y volvió a devorarla con la mirada de pies a cabeza.
—Umm. Creo que te prefiero así —le sonrió con desfachatez. Tenía una hermosa vista de sus pechos, abdomen y piernas.
—¡Gojo! —exclamó con molestia.
Utahime se puso de pie enérgicamente, había olvidado que se lastimó la noche anterior. Gojo dio un paso para llegar a ella y tomarla de la cintura. Por la expresión de dolor, se había vuelto a lastimar.
—Te lesionaste el tobillo huyendo de los policías, ten cuidado.
Las manos de Gojo ardían sobre su piel, tal cual brazas de carbón, se sentía completamente absorbida por su persona, como si realmente él no fuera un kouhai tres años menor.
—Es sumamente sexy que uses bragas de encaje.
Gojo susurró en el oído de Utahime, su voz era convincentemente seductora, él conocía el tono a usar para ponerla nerviosa. Uta no sabía si era broma o decía la verdad, pero había conseguido ruborizarla. No podría ser peor. Los dedos de Gojo avanzaron en una grácil caricia por su piel hasta la ropa interior, mientras, sus labios se posaron imperceptiblemente sobre la piel de su hombro desnudo. Usó los pulgares para presionar sobre las caderas y tomar con ellos la braga para lentamente bajarla, no sería complicado si quisiera desnudarla por completo. Utahime tomó los brazos de Gojo a la altura de los bíceps para retraerlo, sin embargo, no tuvo la fuerza de voluntad para empujarlo hacia atrás.
—Déjate de bromas y préstame, al menos, una camiseta.
Trató de sonar molesta, había reunido el valor de sus ancestros para poder resistir el toque de Gojo sin emitir ruido alguno. Él sonrió jocoso de su ataque, sacó los dedos de la ropa interior para apartarse, no sin antes besar con sutileza el lugar donde sus labios estaban rozando.
—Ya, ya. Busco algo —dijo entre risas.
Pero cuando Gojo dio la media vuelta para revisar en su armario, la puerta de su habitación se abrió bruscamente de golpe. No lo había sentido venir, tal vez porque estaba distraído viendo el cuerpo de Utahime o simplemente que él era muy sigiloso.
Por mero instinto, Utahime se escondió detrás de Satoru, no queriendo siquiera asomar la cabeza para saber quién había abierto la puerta. Estaba semi desnuda en la habitación de un alumno. Apretó con fuerza la camisa de Gojo y él sintió como poco a poco ella iba hundiendo más y más la frente en su espalda.
—Gojo. Iori —habló con firmeza y duramente, Yaga—. A mi oficina, ahora.
No lo podía creer. Estaba muerta de vergüenza.
Ambos llegaron, Utahime vistiendo una playera negra de Satoru. No sabía cómo demonios se había perdido su blusa en esa habitación, cuando menos el short si lo había encontrado.
Yaga estaba cruzado de brazos, recargado sobre el escritorio. Tanto Utahime como Gojo se colocaron en posición seiza delante de él. La pelinegra agachó la mirada, no podía verlo a la cara. Gojo, era más descarado.
—Expliquen…
Utahime empuñó sus manos sobre los muslos, no se sentía capaz de mentirle a Yaga sobre lo que había pasado, pero contarle de la pelea con los no hechiceros no le convenía, aunque el encontrarla así en la habitación de uno de los alumnos era igual o peor de grave.
—Ya sabe —empezó Gojo—. La abeja vuela a la flor para tomar su néctar y entonces lleva el polen a otra flor para polinizarla y que nazcan más plantas…
Ambos quedaron perplejos ante la explicación de Gojo.
—¡¿De qué rayos estás hablando?! —dijo sumamente molesta, Utahime.
—Pues es obvio que no hay nada que explicar —Gojo puso los ojos en blanco ante el drama—. No pasó nada.
—Utahime.
Fue todo lo que Yaga ocupó decir para romper a la pelinegra. Era evidente que Gojo no quería delatarla, porque eso sería también echar de cabeza a Shoko.
—Anoche salí a beber sola y… —con la cabeza gacha, apenas y su voz se escuchaba.
—Se emborrachó. Yo pasaba por ahí y la recogí. Se quedó dormida de camino acá y dejé que durmiera en mi habitación. Fin.
Gojo le había seguido perfectamente la corriente. Eso la sorprendió, aun así, dejó que fuera él quien siguiera con…. La verdad a medias.
Yaga meditó lo dicho por Satoru. Miró a los dos y creyó en sus palabras, como el buen maestro que era. Sin embargo, no pensaba que su actuar fuera el correcto.
—Serás profesora en Kioto el siguiente año, Utahime. No es la clase de ejemplo que deberías dar —comenzó a regañarla. Iori solo agachaba más la cabeza con cada palabra—. El exhibirse con un alumno de esa manera es completamente inaceptable.
—Espere… —dijo Satoru, de lo más sorprendido— ¿Serás profesora? —le preguntó a Iori.
Ella asintió levemente con la cabeza.
—¿Por qué no lo habías mencionado?
—No quería que nadie lo supiera hasta que fuera un hecho.
—¿Cómo pudiste no habérmelo dicho? —le reclamó ofendido. Sobre todo, porque era algo que él había pensado unos años atrás como opción para sí mismo a futuro.
—No tengo por qué decirte todo lo que pasa en mi vida.
—Por eso te la pasas en Kioto ¿verdad? Lo de "falta gente" fue una mentira…
—No es mentira.
—¿Shoko lo sabía?
—Si…
—¡Ustedes dos, par de cómplices!
Habían olvidado que estaban en la oficina del director. Yaga los veía gritarse, como siempre lo habían hecho desde que Gojo entró a la preparatoria. Conocía a sus alumnos y sabía que Gojo era el detonante de Utahime.
—Y bien ¿quién fue el que se peleó con los sujetos del bar?
Los dos dejaron de discutir y miraron bastante nerviosos al director. Estaba furioso. ¿Cómo se había enterado? Bueno, eso era algo que no podían descubrir. Utahime, de los nervios, frotó sus manos entre las piernas.
—Yo.
Satoru levantó la mano, dispuesto a asumir todo el castigo él solo. Ahora sabía por que Utahime había insistido tanto en que no la delatara.
Yaga suspiró, resignado. No había sido Gojo, era obvio por como habían sido golpeados. El hecho de que se culpara en nombre de su compañera era inusual en él. Conocía a Gojo muy bien, así que aceptó esa mentira como verdad, no quería negarle ese arrebato de humildad.
—Utahime, ya te puedes ir —miró a la pelinegra—. Satoru, tú y yo tendremos una charla.
Gojo rodó los ojos, sabía que tendría horas sermoneándolo y recordando las reglas de la hechicería. Pero era un precio que estaba dispuesto a pagar por ella. Ahora Utahime le debía un favor.
En un principio Gojo iba a estar leyendo Bleach en lugar de Gintama, pero miré el listado del TOC de esa edición y Gintama estaba ahí, con un título de lo más adecuado para el momento (y de otro evento que sucederá más adelante cronológicamente hablando), entonces fue como una revelación ¡GOJO SEGURAMENTE LEERÍA GINTAMA PRIMERO! Cuando vi el título del capítulo no pude pensar en nada mejor, era el destino que Gintama fuera el elegido para Gojo Satoru. Como dato extra el volumen recopilatorio que incluye el capítulo 221 se llama "El alcohol sabe un poco diferente durante el día". Llámenlo coincidencia o lo que ustedes quieran, pero 221 sumado es 5 y el ejemplar de la Jump es el número 1987... Juro que yo ya había elegido la fecha de agosto antes de buscar los datos de la Jump.
Por otro lado, este es probablemente el capítulo con el que más me he divertido escribiendo. La primera parte la habré hecho en septiembre del año pasado.
Hasta ahora este es el capítulo más largo, yo espero que no se aburran o lo sientan pesado T_T
