Hola, he vuelto con una nueva historia! Será mi última publicación del año, así que espero que la disfruten mucho. Es casi el último día del año, pero quise participar en la dinámica invernal del fandom a la que muy gentilmente me invitaron.
Originalmente pensaba en hacerla un oneshot, pero cuanto más analizaba la trama, más consideré que sería poco para explicarlo. Pero no será muy extensa, tal vez tom capítulos como mucho. Espero que no les resulte aburrida.
Si están siguiendo mi fanfic "Florecer en invierno" encontrarán unos personajes invitados. Pero no hace falta que la lean para que entiendan esta historia.
Sin más, les deseo una entretenida lectura.
-¡Vuelve aquí, Ranma!-
Los gritos de una muchacha peliazul anunciaban otra animada mañana en ell tranquilo barrio de Nerima.
- Akane, dije que volvería a tiempo para terminar de reparar el techo, no hace falta que me sigas.- el joven de la trenza detuvo su carrera una vez que su objetivo de búsqueda se perdió entre las calles.
- Ese viejo me las pagará.- dijo entre dientes con notable molestia.
- Hasta crees que he venido tras de ti por gusto.- la versión de la joven no se hizo esperar. -Solo lo he hecho porque ayer también dijiste que ayudarías y perdiste el tiempo peleando con Ryoga y luego yendo al restaurante de Ukyo.- le recalcó al chico de la trenza haciendo que este rodara sus ojos en respuesta
-Ya me disculpé con tu papá por eso. ¡Olvídalo quieres!-
-Disculparte no soluciona el problema. Volver a casa y cumplir con lo que dijiste sí.- respondió obcecada la muchacha de cabello corto. - La nieve caerá en cualquier momento y el techo va a caernos encima si no lo reparamos. Realmente podría hacerlo yo misma pero papá y tío Genma insisten en que no es trabajo para mí. ¡Vaya tontería! Puedo hacerlo tan bien o mejor que tú.- Akane bufó torciendo los labios. -Pero como debes ser tú... En fin, haz esto primero y luego persigues todo lo que quieras al maestro. Seguramente lo sigues por una bobada- la joven se cruzó de brazos y giró su rostro elevando la punta de su nariz.
El gesto y comentario molestaron al ojiazul.
- Si tienes tanta prisa entonces ve y hazlo tú misma. Que la autosuficiente Akane Tendo lo haga sola.- le gritó el azabache antes de volver a correr a buscar al viejo pervertido.
-Ranma, espe...- ella quedó con la palabra en la boca. - Tonto- escupió la palabra entre diente. Lentamente giró sobre sus talones con molestia antes de dar una última mirada en la dirección por donde había corrido su prometido. Nadie podría haberlo notado, pero el brillo de los ojos chocolates de la joven decayó mientras su mente nombraba a quien había provocado el melancólico sentir.
-¡Ay, esos dos están peleando otra vez!- Una aguda voz similar a la de un niño se escuchó a unos pasos de donde hace pocos minutos había estado la karateca.
-¡Lo hacen todo el tiempo! ¡Si tan poco se toleran deberían romper el compromiso!- pronto la figura de una comadreja de blanco pelaje y ojos de un claro azul apareció en la calle mirando a la distancia como la niña peliazul caminaba de regreso a su casa.
- Y que lo digas, Shimo. Los humanos son muy complicados.- respondió otro armiño idéntico al primero, salvo por sus profundos ojos negros.
-Sí, Fubuki, pero estos dos son un dolor de cabeza.-negó varias veces el ojiazul como sufriendo por su suerte. - Solo retrasarán el trabajo de mi señora.-
- Te equivocas Shimo, no lo hacen. Además, no es algo en lo que pueda o deba intervenir. Solo debo vigilar y esperar a que todo vuelva a suceder.- Una imperceptible y fugaz mueca adornó los labios ligeramente lilas de la mujer que apareció detrás de las blancas comadrejas.
-¡Ama Korihana!- gritaron alegres los los pequeños.
-Creímos que la veríamos en el santuario. No hacía falta que viniera.- contestó el pequeño espíritu de ojos oscuros a la dama de piel pálida como la nieve. -Las cosas siguen igual que siempre. Temo que tal vez en esta ocasión no ocurra- el pequeño agachó su rostro un poco decepcionado.
-¡Tiene que suceder! ¡No podemos dejar que Guroa gane!- el guardián más extrovertido imitó un puño con su pequeña pata. Su mirada reflejaba que no se daría por vencido.
- Pero si hace un momento dijiste que debían romper su compromiso- le contestó su gemelo.
- Lo dije sin pensar, hermano.- se disculpó rascando su cabeza graciosamente. - Diosa Korihana, ¿qué deberíamos hacer? Han pasado 3 inviernos desde que se conocieron y parece que por cada paso que avanzan retroceden quince.- un sonoro suspiro salió del pequeño espíritu.
- No es nuestro deber inmiscuirnos en los asuntos de los mortales.-sentenció impasible la dama invernal al tiempo que caminaba en al dirección contraria.
En la calle podía ver el brillo y alegría de un par de ancianos que caminaban apaciblemente viendo a tres niños jugando a atraparse. Ellos no podían ver a los seres espirituales. La diosa tenía la mirada perdida en la simpleza de aquella mundana escena.
-Si las palabras que juró el muchacho en esa ocasión son verdaderas, volverán a encontrar la manera en esta vida.-
Korihana rememoró la escena que había visto en la mañana de aquellos jóvenes. Definitivemente Ranma se molestó después de oír las palabras de la chica que afirmaban no necesitarlo, pero lo que hizo que realmente enfureciera fue la poca importancia que Akane le dió a la razón que tenía el chico de la trenza para seguir a Happosai. Bueno, era comprensible su ira entonces. Pero no debía enojarse con ella, después de todo la peliazul no tenía idea de lo que se llevó aquel hombrecillo ladino.
La diosa sopesó las miradas de enojo y tristeza oculta que vió en los ojos azul grisáceo y chocolate de los rebeldes prometidos.
-Son exáctamente iguales a las que tenían en su segunda vida.-
La mujer invernal lo recordaba con claridad. La primera vez que los conoció, era su primera reencarnación.
Japón, Era Meiji, 1893
-¡Ayane Tendo! ¿Cómo es posible que no hayas aprobado tres cursos de la academia?- La voz grave de un hombre de edad hacía eco por la pequeña mansión de rasgos tradicionales. - Cocina, bordado y música. ¿Qué he hecho yo para que mi preciosa hija no tenga ninguna aptitud en destrezas femeninas?-
El hombre halaba sus cabellos en desesperación.
- Debes ver el lado positivo, padre. Mi hermana fue elogiada por su talento en filosofía, caligrafía y cálculo.-
Animó una joven mayor en sus veintes.
-Hana, querida, cuando tu hermana se comprometa su futuro esposo no la alabará más por la bonita letra que tenga que por mantener el orden y cuidado de su hogar.- el hombre suspiró rendido, no era fácil ser la cabeza de familia después de enviudar.
- Tal vez, si hubiese vuelto a tomar esposa y no hubiera sido tan permisivo, tú hermana podría haberse educado mejor. No me malentiendas, mi niña, aprecio lo que tú y la señora Tamako han hecho para cuidar y guiar a Ayane, pero no es lo mismo. Tú pasaste más tiempo con tu madre y tienes todos los talentos que una señorita de buena cuna debe tener para desposarse, pero Ayane...-
El hombre miró al estanque que tenían. Por más que llamó a su pequeña hija esta no salió de su habitación, y solo podía conversar con su hija mayor.
-Ayane es maravillosa padre, ella lleva muy bien la administración de la casa e incluso la de control de los campos de arroz. Ninguna joven de su edad tiene tanta capacidad como ella, nisiquiera varones. Su futuro esposo sabrá apreciar eso.- La bella Hana le sonrió a su padre mientras le servía un poco de té. La dulzura de su hija mayor era algo que atesoraba profundamente el señor Shun, le recordaba tanto a la personalidad cálida y tierna de su querida esposa. Sin embargo, era Ayane quien había heredado los hermosos rasgos de Noriko, su cabello azul marino y sus profundos y brillantes ojos chocolate. Desgraciadamente, la personalidad rebelde, su persistencia y tenacidad para hacer su voluntad era algo que venía de su linaje guerrero. Cualidades que él mismo poseía y admiraba de su hija menor, pero que a la vez le preocupaban, pues temía que su hija esté fuera del tiempo social en el que vivían y por ende nunca pueda ser ella misma y ser lo que se espera de ella como dama.
-Los Saotome tienen suficientes administradores como para encantarse con las habilidades de Ayane.- Shun agachó en rostro mientras masajeaba su frente.
Al escuchar el nombre de una de las familias más importantes de la región, los ojos cafés de Hana se abrieron con asombro.
-¿Es cierto eso, padre? ¿Ya ha arreglado el compromiso de mi hermana? Creí que lo decía solo para asustar a Ayane y que mejorara en sus clases.-
- Lo dije muy en serio, Hana. Ya es tiempo de que tu hermana siente cabeza. Tiene 18 años, no puede seguir actuando descuidadamente jugando a la rebelde. Ha rechazado las ofertas de los Kurama y los Kuno y aún contra mi voluntad lo permití por consideración a ella, pero ya ha agotado mi paciencia. No hace el menor esfuerzo por unirse a los círculos sociales de jovencitas nobles, y tampoco tiene cuidado por mejorar sus habilidades de anfitriona.-
La muchacha de largo cabello castaño oscuro no pudo decir nada en defensa de su hermana menor. Lamentablemente todo lo que dijo su padre era verdad. Ayane no hacía la situación más fácil.
Hana recordaba las veces en la que la peliazul tiró a la basura los arreglos florales que eran enviados por sus pretendientes. O fingía alguna enfermedad para no bajar a saludar a los insistentes hombres que pedían por ella.
Conociendo como conocía a su querida hermana, estaba muy segura que no se tomaría bien su compromiso arreglado. Había escuchado que el joven de la familia Saotome era un formidable guerrero, pues bien, ella no estaba segura si alguna vez él enfrentó algo tan complicado como lo sería Ayane.
- Dijo que es de la familia Saotome. ¿Es el joven comandante del que todo el mundo está hablando? ¿El sobrino del General?-
-Así es, Lord Ryoma Saotome, sobrino del gran general Vizconde de Sao. Es un joven valiente por lo que he oído, ha estado en muchas batallas para sus cortos 22 años y alcanzó la comandancia muy joven también. Debe tener nervios de acero y gran disciplina para estar donde está. Y eso, mi niña, es exactamente lo que tu hermana necesita.-
- No creo que Ayane esté feliz con esto...-
La dulce voz de Hana fue cortada por el contundente golpe de mesa que dió su padre con su mano.
- Esta vez esa niña no hará lo que quiera.- sentenció - El general es un gran hombre, y debido a que servimos juntos en el pasado consideró a nuestra familia para la unión de su sobrino y único heredero. Si no estuvieras ya comprometida definitivamente te habría escogido para...-
-Oh no padre, no diga eso, por favor.- El precioso rostro de la mayor de las Tendo palideció ante la mención de un prometido diferente a su querido Hiroshi.
- Calma, Hana solo bromeo- contestó con mejor humor el hombre luego de divertirse con el rostro sorprendido de su delicada hija. - No podría causarle esa tristeza a mi preciosa hija apartándola de su ilustre doctor. - acarició la mejilla de la joven.
Shun lo sabía bien, su hija, aunque muy tímida en expresión, estaba muy enamorada del joven doctor que había llegado de la capital hace 3 años. El doctor Takeda, hombre brillante de 26 años, había aprendido no sólo medicina oriental sino también occidental. Importante en la ciudad, amable y de corazón noble, quedó prendado de Hana desde la primera vez que la vio cuando llegó a la mansión a tratar un grave herida que tuvo Shun. En agradecimiento el retirado guerrero lo invitaba con frecuencia a casa y se hizo amigo de la familia. Fue a fines del año pasado cuando este pidió la mano de Hana en matrimonio.
-Entonces, si ha sido considerado con mis sentimientos, ¿no podría ser igual con Ayane?- abogó la esbelta joven nuevamente por su pequeña hermana.
- Sabes que no es igual, tú nunca fuiste renuente a casarte y a comportarte como una dama. No quisiera imponerle nada a ninguna de ustedes, y sabes que he sido muy permisible con las extravagancias de tu hermana. Pero temo que si no pongo un alto, Ayane no volverá a ser considerada en nuestra sociedad. Si espero a que decida por sí misma esa muchacha no se casará nunca. Lo siento pero está decidido, Ayane se comprometerá con Ryoma Saotome.- sentenció finalmente el hombre antes de apartar la vista de la afligida doncella. -Por favor, prepáralo con la señora Tamako, él vendrá a visitarnos mañana.
Los pasos de unos tacones agitados que golpeaban el suelo encharcado con vehemencia se escuchaban estruendosamente. Una joven de larga cabellera azul, que se movía con el viento conforme soplaba la lluvia, corría furiosa con sus ojos cubiertos de lágrimas.
La muchacha no podía vislumbrar correctamente el camino, sea por la ira que la embargaba o el clima lluvioso que la acompañaba. Las luces del atardecer iluminaban su ensombrecido rostro mientras ella soltaba palabras groseras y fúricas contra la sociedad, otras jóvenes y contra su padre.
-¿Cómo puede hacerme esto? ¡Lo detesto! ¡Me rehusó, no lo haré!- gritó ella mientras el viento golpeaba su cara. -Ese tonto puede esperar todo el día si quiere. ¡Yo nunca jamás en mi vida quiero conocerlo!-
Un trueno sonó a la distancia, el ruido inesperado asustó a la joven de ojos chocolate provocando que no se fijará en el suelo empedrado y tropezara.
Su cuerpo estaba esperando la caída, la jovencilla incluso cerró sus ojos esperando el inminente golpe, pero este nunca llegó.
Una calidez rodeó su cintura que estaba empapada por el agua que humedeció su vestido. Al sentir el cálido tacto la joven solo pudo abrir sus ojos con sorpresa. Su cuerpo estaba siendo sostenido por un potente brazo. Al levantar su mirada, sus oscuros ojos siguieron el camino de su hombro hasta ver el rostro de quien había impedido su caída.
-¿Se encuentra bien, señorita?- La grave voz envolvió los sentidos de la peliazul.
Un hombre pelinegro, cuyo semblante se mostraba impasible, miró con curiosidad los ojos humedecidos de la muchacha con la que había chocado hace solo unos segundos.
Los profundos ojos azul grisáceos de aquel enigmático desconocido habían logrado incomodar a la joven. No podía sostenerle la mirada, pronto se incorporó soltándose bruscamente de su agarre.
- Sí, muchas gracias. - contestó indiferente
El hombre frunció el ceño. Más que agradecida parecía que su presencia le molestaba. Pero no podía entenderlo, era la primera vez que se veían, no había forma de que él pudiera haberle hecho algo para que se mostráse tan antipática. Entonces recordó que la joven parecía haber llorado antes de su encuentro, por lo que supuso que algo tuvo que pasarle para que estuviera así.
El ojiazul no era adepto a socializar con jovencitas y menos a interesarse en sus problemas, pero si se hubiese marchado sin mostrar caballerosidad en una situación así podría estar seguro que todo el camino a casa habría escuchado la voz de su querida tía en su cabeza recriminándole su falta de tacto.
Así pues, con la imagen de su tía molesta, el fornido joven sacó de entre su chaqueta militar un pañuelo delicadamente doblado y se lo extendió a la muchacha cuando esta se giró para volver a su camino.
-Parece que lo necesita, úselo.-
Ayane volteó y miró contrariada el pedazo de tela que el soldado le ofrecía. Pronto su rostro mostró disgusto.
- ¿Qué le hace pensar que necesito su pañuelo?- despotricó. Ayane estaba segura que aquel extraño era otro más que la veía como una débil muchachilla.
El pelinegro no entedía la actitud renuente de aquella malhumorada. Pero decidió no perder la frialdad de su mente, así que sin atisbo de molestia le contestó.
-Para empezar- el joven dio un paso más cerca de la testaruda muchacha. - está lloviendo mucho y tiene el rostro empapado.- acto seguido el ojiazul pasó su pañuelo descuidadamente por el flequillo de la peliazul. Los ojos de Ayane se abrieron con auténtico asombro y horror ante el acto de aquel atrevido. - Segundo, no sé usted, pero si pretende volver a su casa sin secar sus ojos llorosos seguramente se caerá y esta vez, dudo que haya alguien más que quiera ayudar a una persona tan displicente como usted.-
Las mejillas de la muchacha enrojecieron de furia. Los delgados brazos de la joven se llenaron de fuerza suficiente para empujar el pecho del descarado que se había atrevido a tocar su frente.
- ¡Es un estúpido atrevido!- le gritó. En el proceso lanzó el pañuelo a un charco.
- ¡Vaya, qué lenguaje para una señorita!- nuevamente el desconocido mantuvo la calma, aunque no pudo evitar la ironía. Se acercó al charco donde cayó el pañuelo y escurriéndolo lo recogió. - Debe ser más cuidadosa con las cosas que no le pertenecen.- El hombre podía sentir la mirada asesina de la obcecada mujer.
Dicho esto el soldado se volteó para retirarse, pero antes de desparecer hizo un comentario más. - No debería dejarse llevar por el enojo, hacerlo no le permite pensar con claridad y así no solucionará nada. Espero que llegue bien a su casa.-
Después de que aquel extraño se fuera la joven se quedó pensando en sus palabras. Odió admitirlo pero era posible que ese sujeto no estuviera equivocado. Cuando estaba apunto de irse vió que en el suelo había un paraguas, lo tomó y en la empuñadura reconoció las letras occidentales R.S.
- ¡Abra esa puerta señora Tamako! - El jefe de la casa Tendo gritaba insistentemente afuera de la habitación de su hija más rebelde. - Esta vez no hay excusa que valga. Ayane, te arreglarás muy bien y esta tarde te quiero a las 4 en punto en el salón principal.- vociferó.
- Espere todo lo que quiera padre, no bajaré.- respondió igual de severa la peliazul al otro lado de la puerta.
- ¿Por qué nunca puedes hacer lo que te pido? Hija mía, aunque no lo veas hago esto por tu bien.-
- ¿Qué bien puede haber en un matrimonio arreglado? Padre, sabes que no tengo interés en los arreglos florales, ni bordados, ni reuniones, ni nada de lo que pueda interesar a un acomodado de buena cuna. No quiero casarme con alguien que me vea como una bonita adquisición para mostrar en sus reuniones, desgraciadamente no le sería útil. Quiero hacer cosas que me llenen y que mi futuro esposo no se avergüence por ello.-
La seguridad en la voz de la joven hizo a su padre dudar por un momento si esto era lo mejor, conocía tan bien a su hija que sabía que la vida que buscaba para ella estaba lejos de ser lo que ella quería, y no deseaba que fuese infeliz.
"Tal vez debí detenerla en el momento que quiso aprender a manipular una katana. Ja, no habría servido de mucho, Ayane es un espíritu libre." pensó con candaso humor.
Pero aunque la joven no lo apreciase, Shun realmente trataba de buscar lo mejor para ella, no quería que estuviera sola cuando él ya no estuviese. Por eso tenía esperanza en el joven Saotome. La razón de que no se opusiera al rechazo de Ayane a las propuestas de los otros jóvenes es que conocía bien a esas familias, su pequeña no habría encajado en ellas. Pero conocía a la familia del General, aún cuando no se habían visto en mucho tiempo, sabía el tipo de personas que eran. No conocía al comandante, es verdad, pero confiaba en todo lo que le había dicho su viejo compañero de batallas.
-Ayane tengo la confianza de que tu prometido valorará tus cualidades.-
-Ja, no me hagas reír padre. Olvida este asunto, no insistas porque no bajaré.-
Shun ya estaba al borde de su paciencia.
-Ayane Tendo, si rechazas este compromiso y no bajas a la cita acordada serás reelevada de la administración de la casa y los negocios y te enviaré como dama de compañía al palacio imperial.- gritó.
-Padre...- trató de intervenir Hana pero antes de que siguiera su padre levantó su palma y negó con la cabeza en señal de que se mantuviera en silencio. El hombre dejó el pasillo.
-Señorita Ayane, sería mejor que por esta vez hiciera caso. Nunca vi a su padre tan molesto y hablar tan serio de un asunto.-
El ama de llaves, la señora Tamako, insistió un poco triste. Poco a poco trató de abrir la puerta de la recámara de la joven y descubrió que esta ya la había liberado.
La joven, que estaba sentada en el alféizar de su ventana, miraba indiferente al estanque de su casa.
-Cariño, no...-
- Tamako, por favor prepara el kimono que consideres para la ocasión, y que el resto de ornamentos sea sutil. -
La chica de largo cabello interrumpió a la mujer que la había criado desde el fallecimiento de su madre. Después del ultimátum de su padre, no encontró sentido en pelear y discutir. Debía ser más inteligente.
Conocería a este nuevo pretendiente y encontraría la forma de ahuyentarlo. Ella no romperá el compromiso, él lo hará.
Pero Ayane jamás habría estado preparada para lo que sucedería en la cena depedida de compromiso.
"Es un honor conocer al distinguido comandante de la milicia real. Ayane Tendo saluda a lord Saotome"
Desde que bajó al salón hasta el momento que se escuchó los pasos del esperado invitado, la más joven de las Tendo se mantuvo impasible. No dirigió palabra a su padre o a su hermana, más que para pedir que no le hablaran de su futuro prometido. No estaba interesada, y si de todas formas iban a obligarla a casarse poco importaba saber quién era.
Antes de que la puerta corrediza se abriera, la joven se acomodó en posición seiza agachando su mirada. Seguiría al pie de la letra el protocolo de presentación, aún cuando detestaba toda la pompa que acarreaba.
Por unos segundos el silencio invadió la habitación donde se encontraban los invitados. La peliazul se extrañó un poco ante la nula respuesta de su futuro prometido. Ayane estuvo tentada a deshacer la reverencia para ver qué era lo que impedía hablar al lord comandante. Pero la costumbre dictaba que no lo hiciera hasta que él le respondiera.
"El honor es mío, señorita. Ryoma Saotome a su servicio."
Al momento que las palabras salían de la boca del pelinegro Ayane no pudo evitar levantar su mentón con una rapidez poco apropiada para la situación. "Esa voz..." Sus ojos cafés no salían del asombro, incliso sus labios se separaron un poco por la sorpresa. Ella no podía creerlo. Ante ella estaba aquel "estúpido atrevido" que la socorrió la tarde anterior.
Ryoma Saotome, comandante de la guardia real de su majestad el emperador, y sobrino del gran general del imperio, tenía todo aquello que cualquier noble desearía tener. Odiado por muchos y adorado por otros, lord Saotome era conocido por ser el mejor guerrero de las filas del imperio, así como el prospecto ideal para esposo entre las jóvenes casaderas. Más de una familia noble nacional y extranjera había intentado emparentar con el codiciado guerrero. Sin embago, aún cuando sus únicos parientes , sus tíos, trataban de concertar citas y encuentros para su querido sobrino este las rechazaba.
Así como vigoroso y letal en el combate, Ryoma era un hombre de personalidad indiferente e intransigente. Su vida giraba entorno a la batalla, por lo que su rechazo a la vida social de la aristocracia era palpable. Por tal motivo, no podía entender el volátil enamoramiento que las jovencitas que pedían a sus familias solicitud de noviazgo tenían por él. Jamás cruzó palabra con ellas y si lo hizo probablemente no pasó de un saludo formal. Él no sufría de falsa modestia, era conciente de que su apariencia les resultaba muy atractiva. Pero el hecho de que solicitaran matrimonio únicamente basado en ello, le parecía hueco. Por lo que se dió la libertad de recharzarlas. Y cuando lo hizo el ojiazul pensó que tenía la situación controlada. Desgraciadamente, su querida tía Nodoka opinaría lo contrario.
Por el último año, su preciada tía le había organizado diez citas con distintas muchachas. No podía negar que algunas habían sido agradables hasta cierto punto. Como la alegre señorita Kyo kounji, quien compartía su interés por los caballos. Pero otras habían sido totalmente desastrozas, como con la señorita Kuno, quien había llevado a la cita un contrato matrimonial listo para firmar. Afortunadamente, esas malas citas le habían ayudado a argumentar a su tía que estaba cansado de esas reuniones arregladas con señoritas peculiares.
No obstante, el ultimátum de su tío prohibiéndole unirse a la brigada de exploración en territorio ruso a menos que lo hiciera con un compromiso oficial lo orilló a aceptar un noviazgo arreglado.
Flash Back
-No puedes dejarme fuera de la operación.- De pie, el muchacho de la trenza miró fijamente a su tío con sus manos puestas sobre el escritorio donde él estaba sentado. Aunque su apariencia guardaba la compostura, sus ojos azules brillaban con ira.
- Te recuerdo que la infiltración en Rusia es netamente de mi competencia. Por lo que, yo decidiré cómo procederá y quienes serán convocados.- Respondió el general sin inmutarse mirando su periódico.
- Hemos organizado la estrategia desde hace meses y me dejarás fuera ¿por un capricho?-
-Hibiki y Goda están perfectamente entrenados y preparados para la misión. ¿Acaso dudas de la capacidad de tus hombres?-
Ryoma no respondió al mordaz comentario pero tampoco agachó la severa mirada que mantenía desde que había entrado en la oficina.
- Muchacho, no debes tomarlo a mal. Nodoka y yo solo procuramos tu bien. Eres joven y fuerte, estás en tu mejor momento para tomar esposa. Eres un hombre de guerra, así que necesitas una mujer e hijos. El linaje Saotome no puede desvanecerse como si nada, es tu deber para con tus difuntos padres. Un centenar de jovencitas se han mostrado dispuestas y tú solo rechazas a todas.-
-No puede interesarme menos sus burdas banalidades.- contestó aburrido.
-Pero ni siquiera haces el intento de buscar alguna que remotamente te agrade- el tono de voz del general se elevó un poco mostrando su exasperación. - Es por eso que te ofrezco una alternativa, si realmente quieres estar en el grupo de exploración.-
Ryoma se sentía sumamente molesto con el chantaje que estaba haciéndole su tío. Estaba obligado a aceptarlo, no permitiría ser apartado del plan en el que trabajó durante mucho tiempo. Desafortunadamente, en lo militar, no podía desobedecer las ordenes de su superior.
- Si ya lo has decidido, haz los arreglos que sean necesarios. Informame del lugar y la hora de la cita.- El joven se alejó del escritorio y tomó su chaqueta.
El viejo general sonrió complacido. - Bien, entonces te hablaré de ella, la joven es de la familia T...-
- No estoy interesado en saberlo. Hazme llegar la información que solicité, ya nos presentaremos entonces.- Dicho esto, el ojiazul salió enardecido del estudio de su tío.
Fin de Flash Back
Ryoma no tenía dudas, al destino le gustaba hacer bromas pesadas. Cuando supo quién era la familia con quien emparentaría no le dió mucha importancia. Había oído el nombre Tendo en el cuartel, había sido un destacado almirante que tuvo que jubilarse pronto por una herida de guerra. No conocía mucho del hombre ya que su área no era naval, pero al menos no había oído sucios rumores como sí ocurría amenudo con otros grandes mandos. Averiguó que tenía dos hijas. En su experiencia, las hijas de soldados solían ser tímidas y dóciles, muy poco conversadoras, seguramente influenciadas por la rigurosidad de su educación.
Sin embargo, la joven que sería su prometida estaba muy lejos de ese estereotipo. Aunque en principio no pudo verla, al oír el respetuoso saludo, no pudo evitar pensar en la temperamental muchacha que había intentado ayudar la tarde de ayer. A pesar de que su voz era cortez ahora, podía sentir el tono altanero en su presentación.
Cuando ella levantó la mirada, al parecer igual de sorprendida al descubrir la burla del azar, no le quedó dudas que era aquella joven. Era imposible que él olvidara aquellos fieros ojos cafés que lo miraron con desdén, pero que a pesar de ello, muy dentro de sí le parecieron enigmáticos y fascinantes.
-Tú...- la peliazul aún no salía de su estupor.
- ¿Ayane, conocías ya a lord Saotome?- Hana notó la mirada repentina de ambos. No conocía a lord Ryoma, pero sabía que muy pocas cosas tomaban desprevenidas a su pequeña hermana. Esto tenía que significar algo.
- Ayer por la tarde, tuve el gusto de conocer a su gentil hermana, casualmente chocamos por la calle debido a la lluvia. Claro, en ese momento no tenía idea de que se trataba de la señorita Ayane. - comentó con una sonrisa inexpresiva mientras miraba fijamente a su futura prometida.
-¡Pero qué maravillosa coincidencia!- respondió alegre la dulce Hana juntando sus manos en un silencioso aplauso. - ¡Oh, le ofrezco una disculpa! No me he presentado, soy Hana Tendo, hermana mayor de Ayane.-
- Un placer.- asintió levente su cabeza a modo de saludo. - Señor Tendo- se dirigió al jefe de familia- Según lo acordado con el Vizconde de Sao, estoy aquí para entablar el compromiso matrimonial de nuestras familias haciendo la petición formal de la mano de su hija, la señorita Ayane.-
La joven peliazul mantuvo la vista perdida en algún lugar del suelo desde que su hermana había empezado a hablar. Estaba confundida, decepcionada y molesta con lo que le deparaba en el futuro. Su futuro prometido era el segundo hombre más importante del ejército. Su familia era muy estimada por la casa real, sería muy dificil cumplir su cometido sin perjudicar la honra de su familia.
Había oído en la academia que era un hombre bastante fuera de la común, apegado a sus principios y de poco interés aristocrático. Por unos segundos, a pesar de su terrible primer encuentro, la jovencilla quiso creer que podría ser diferente a los demás chralatanes que habían pedido por ella. Pero luego de oír la forma tan fría e impersonal en la que se refirió a su unión como si fuera un mero negocio, perdió esperanza.
"¡Ja, es igual que todos! Soy solo un adorno que pronto adquirirá." Pensó. La indignación hizo que apretara con fuerza sus puños. Las uñas de sus dedos magullaban su carne. "Ni siquiera me pregunta a mí por mi mano o qué opino de esto"
- Sin embargo, y espero no tome esto como una ofensa, señor Tendo, me gustaría que el compromiso oficial público se realice en un mes. Sé bien que por los acuerdos hechos por los jefes de familia, la señorita Ayane y yo estamos formalmente prometidos. Pero me gustaría que se concediese este tiempo antes de hacerlo público en consideración a la señorita Ayane.-
La solicitud dejó perplejos a todos los presentes, incluyendo a la rebelde prometida, quien luego de oírlo dirigió inmediatamente sus ojos a la figura del guerrero.
- No creo estar equivocado al suponer que el acuerdo se hizo de forma presurosa, por lo que es muy probable que la señorita aún esté asimilándolo. Sería insensible de parte de los patriarcas abrumarla tan pronto con todo lo que acarrea socialmente un compromiso. Además este tiempo permitirá conocernos mejor y corroborar si esta unión familiar es lo adecuado para ambos.-
Ryoma trató de poner un gesto gentil en su rostro mientras pronunciaba su último escape del destino arreglado por su familia.
En la mente de Shun y Hana no podía caber la alegría de saber que afortunadamente el joven guerrero era muy considerado con la más pequeña de la casa. Ayane podría estar bien si aquel hombre tan atento se convertía en su esposo. Otros jóvenes ya habrían organizado las cenas y banquetes de celebración y demás arreglos, pero lord Saotome se interesó en no incomodarla. Eso hablaba bien de él.
- Sus palabras son ciertas y consideradas lord Saotome. Estoy seguro que mi hija apreciará su gentileza. - sonrió Shun. - No me opongo a su solicitud. Me parece bien que por el tiempo indicado el compromiso quede entre nuestras familias antes de anunciarlo oficialmente.-
Exactamente lo que Ryoma buscaba, no podía dar un paso en falso. Hacer esa propuesta pudo salir mal y alertar a sus tíos si el señor Tendo se mostraba reticente y comentaba esto negativamente. En menos de un mes la misión de exploración tendría lugar, y podría hallar una forma de cancelar el noviazgo. Por lo que atestiguó el día de ayer, a la chica no le hacía la menor gracia ese matrimonio arreglado, entonces no sería difícil hacer que lo rompa después de conseguir su objetivo.
[-¿Esta es la pareja que se supone está "hecha en el cielo"? Creo que no deberías tener muchas expectativas.-
La diosa del invierno no podía creer que esta era la pareja que Mikage le había encargado vigilar por el juramento de la primera nevada.
- Un amor que dure las cuatro reencarnaciones humanas.- la divinidad escarchada miraba indiferente el espejo que le mostraba a los aversivos jóvenes- Dudo si quiera que lo logren en esta vida. - un suspiro siguió luego de que ella pusiera de vuelta el artilugio en su caja. - Supongo que el amor humano solo está hecho para durar tanto como sus finitas vidas.-]
- Señorita Ayane- llamó el feroz guerrero mientras caminaba con su joven prometida por el bien conservado jardín de la casa Tendo. - comprendo que este acuerdo no le hace más feliz que a mi, pero preferiría que no se hiciera daño por esto.-
El pelinegro detuvo su andar y miró los serios ojos chocolate de la joven. Sin darle tiempo a reaccionar, el comandante tomó la mano de Ayane extendiendola sobre su palma. El acto descubrió lo que él había supuesto cuando discretamente observó que al momento de hacer su pedida de mano, la peliazul había apretado con rabia sus puños.
- Acaso ignora lo descuidado que fue hacerse esto.- la regañó. No pudo evitarlo, estaba un poco molesto y preocupado.
-No debe darle importancia, no es asunto suyo.- respondió tratando de zafarce de su agarre, pero el hombre se lo impidió.
- Lo es de cierta forma - con cuidado sacó de entre su chaqueta militar el pañuelo que el día de ayer había pasado por su rostro mojado. - Lo hizo porque odia esta situación y porque me temo que al igual que yo no hay nada que pueda hacer para cambiarla.- con cuidado y delicadeza envolvió la tela alrededor de su mano haciendo un prolijo vendaje.
Ayane observó lo bien realizado que estaba el vendaje, casi con envidia, en su clases de la academia le resultaba difícil el trabajo de cuidados de enfermería y todo relacionado a las manualidades.
- Realmente está preparado para todo, ¿no?- dijo ella con sarcasmo.
- El trabajo lo demanda. - contestó con un pequeño atisbo de humor. - Deberíamos volver para que traten su herida.-
- Me es difícil creer que el gran lord comandante pueda ser obligado a hacer algo que no quiere. - soltó la mordaz chica. - ¿no debería eso preocupar a la guardia real?- dijo con falso humor.
- ¿Entonces por qué cree que escogería comprometerme con una señorita tan insufrible como usted? ¿No debería haber considerado otras opciones?-
Nuevamente, Ryoma no podía entender que era ese impulso que lo hacía actuar tan fuera de sí. Bajo ningún concepto, debía dejarse llevar por sus emociones, un guerrero no podía caer en ello. Ni siquiera en las citas más escandalosas que tuvo con jovencitas más desfachatadas que su ahora prometida había perdido la compostura de su trato, pero los ataques de Ayane despertaban en él una exasperación que escapaba de su control.
- ¡Qué insolente! - le gritó con el rostro ruborizado de enojo, otra vez. - ¡No puedo creer mi suerte! ¡Comprometida con alguien asi! - la joven pasó algunos mechones de su cabello por atrás de su oreja con gran frustración. Respiró profundo y trató de calmarse, no debía olvidarse de su propósito. - Si tan desagradable le resulto, debería cancelar este trato. Aún está a tiempo.-
- Créame que lo quisiera, pero no es tan fácil como cree -
- Es el hombre del momento, estoy segura que no faltará dama que quiera casarse con usted.-
-Al parecer no es su caso.- el pelinegro pasó una mano por su flequillo, también molesto por la situación en la que estaban. - Señorita Ayane, por ahora no puedo darme el lujo de romper el compromiso. Necesito seguir con esto, al menos por un tiempo.-
-¡Ja, así que por eso pidió el mes antes de hacerlo público! Usted no tenía ninguna consideración hacia mí, solo usó mi nombre porque es usted quien necesita ese tiempo.- sonrió victoriosa.
- Lamento que sea así, pero...-
- Está bien, al menos es honesto en esto.- la joven de cabellos azulados le dió la sonrisa más genuina que había hecho en mucho tiempo. Ryoma había quedado perplejo ante la imagen. No tenía idea que la muchacha agresiva pudiera verse tan agradable. - Creo que podremos seguir con esto hasta que logre lo que necesita. Solo le pediré que cuando el tiempo se cumpla sea usted quien cancele el compromiso, pero debe ser por su decisión, no puede decir que fui una pareja inadecuada o que yo hice algo que le disgustara. ¿Tenemos un acuerdo, Lord Saotome?-
La oferta tomó desprevenido al chico de la trenza, su prometida era una joven sagaz. Con poca información no le fue difícil reconocer su ardid, pero lo que más le admiró fue su agilidad para poner la situación a su favor. Era tan osada que incluso le estableció los términos de su trato.
"Con una mente tan descarada bien podría ser una estratega."
-Es usted muy determinada, señorita Ayane.- el ojiazul hizo una pausa para observar detenidamente a su oponente, la estudiaba como si fuera el enemigo en combate. Sin embargo, por el bien de sus planes debía mirar a la señorita como su aliada.
Ryoma ofreció su brazo como un gesto caballeroso para llevar de vuelta a la joven a la casa principal, esto claro también fue la respuesta afirmativa silenciosa a la relación que llevarían las siguientes semanas. Ayane aceptó gustosa.
-Usted tiene sus motivos y yo tengo los míos. Lo importante es que al final del día ambos estemos de acuerdo. -
Los jóvenes contiuaron su camino de regreso en silencio.
Ryoma, con su brazo extendido, guiaba a Ayane por los jardines mientras el crepúsculo pintaba el cielo con tonalidades cálidas. Aunque sus palabras habían sellado una alianza de conveniencia, el misterio entre ellos parecía crecer con cada paso.
Entre la quietud del camino, Ryoma rompió el silencio. - Acepto sus condiciones, señorita Ayane. Pero, ¿me permitiría conocer sus motivos para aceptar este compromiso? -
Las sombras danzaban en el rostro de la joven, pero su mirada desafiante no flaqueó. - Si le dijera, ¿usted me diría los suyos?- Ayane estaba segura que no lo haría. - Los motivos son cosa mía, Lord Saotome.- ¿Cómo podría un hombre como él entenderlo? Para él, esto podría ser solo una tontería. Pero para mí, es la libertad de dirigir mi propia vida. - No espero que los comprenda, solo que respete el acuerdo. -
Una risa sutil escapó de los labios de Ryoma. - Respetaré el acuerdo, siempre y cuando no ponga en riesgo la reputación de ninguno de nosotros. -
La tensión entre ellos parecía palpable, una mezcla de desconfianza y curiosidad. A medida que ingresaban a la mansión, el juego de apariencias debía continuar, pero ambos sabían que el verdadero desafío estaba apenas comenzando.
Sin embargo, algo más sutil vibraba en el aire. El roce casual de la delgada mano de Ayane sobre el fornido brazo de Ryoma mientras caminaban juntos parecía enviar una corriente de electricidad, y un calor inesperado se deslizaba por sus pieles.
Ambos se sumieron en sus pensamientos mientras el silencio entre ellos dejaba espacio para la tensión no pronunciada.
Bueno, como seguramente notaron muchos personajes tienen vidas compartidas a pesar de sus reencarnaciones.
La historia transcurre en la primera reencarnación de nuestra pareja, es decir, su segunda vida. En esta vida Soun y Kasumi siguen siendo familia de Akane (Ayane que dependiendo de los sitios web que consulten significa flor salvaje, espiritu libre o adorno. Irónicamente conveniente). Ranma (Ryoma por otra parte significa dragón y caballo. También conveniente) mantiene a su familia aunque como tíos. Bueno, el resto de personajes no será dificil de adivinar.
Dato: El período Meiji es el período de apogeo, occidentalización y expansión de Japón, por eso la mención de títulos nobiliarios (adoptados de los imperios occidentales) y de la exploración en Rusia ya que a posterior se lleva a cabo la guerra ruso-japonesa.
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Anímame a seguir escribiendo! XOXO!
