Y bien, aquí estamos, de nuevo solos tú y yo. Hace tiempo que no me aventuraba a escribir algo nuevo, y en aras de sacarme algunas ideas de la cabeza, y también de deshacerme de algo de óxido de mi faceta de escritor, entré a este desafío. Por aquí sólo veremos unas cuantas historias románticas alrededor de nuestros gemelos favoritos. Dejaré algunos detalles aquí y ya, nada muy rebuscado, pero con la esperanza de darle un poco de sazón a estas historias. Sin más, que lo disfruten.
1. Primer día de novios
La música siempre era un buen acompañamiento a la hora de estudiar, y aunque Dipper prefería en muchas ocasiones la música del Top 10 del mes, esta vez se detuvo a oír a una de las bandas favoritas de Mabel. De forma curiosa, desde que entraron a la escuela secundaria, ella se había vuelto muy amante de la música de mediados de los 80's, porque últimamente, cuando dibujaba, de su habitación podían oírse bandas como Nirvana o Radio Head. Esta vez, por ejemplo, los dos llevaban rato escuchando a Queen.
Por la forma en que Mabel movía la cabeza y las manos con el ritmo, supo que era de sus predilectos. Pero escucharla cantar sin equivocarse cada canción que salía le sorprendió en lo absoluto. Dipper había dejado de lado su libro y sólo se limitó a tomarle la mano, llamando su atención.
—¿Qué pasa, Dipi-dy?
—Nada, me gusta verte tan contenta.
Eso la hizo sonreír con algo de pena, pero sin hacerle mucho caso, simplemente se recostó apoyando la cabeza en las piernas de él. El viento acarició los árboles y los dos respiraron hondo al escucharlo. Dipper recargó la cabeza en el tronco del árbol y a lo lejos vio volar varias aves. Algo muy apropiado para la canción que Mabel tarareaba.
—I want to break free —cantaba ella al compás de Freddy Mercury—. Adoro esa canción, aunque me gustaría saber cantar.
—Yo creo que tienes una bonita voz.
Mabel sonrió, besando la punta de sus dedos y luego poniéndolos sobre los labios de Dipper. Eso lo dejó perplejo, incluso volteó varias veces alrededor para fijarse que nadie los haya visto. Aunque Mabel se rio por lo bajo al descubrir una forma discreta de demostrar su nuevo vínculo afectivo, como lo llamó Dipper hace unas semanas, cuando se declaró; viendo la sonrisa angelical de su gemela no pudo evitar suspirar con un poco de cansancio y algo de tristeza luego de su ataque de paranoia.
—Disculpa esta… bueno, esta "cita". Creo que no es algo que acostumbremos a llamar romántico.
—No es una puesta de sol a la orilla del mar ni vas montado en un caballo blanco —dijo Mabel estirando la mano para acariciarle la mejilla—. Pero eres tú, y eso es lo que más me gusta.
Dipper no pudo ponerse más colorado porque le faltaba sangre en el cuerpo para eso. Mabel era una chica diez niveles más allá de cursi y el triple que él de cariñosa. Sinceramente, Dipper seguía pensando que quedaron atrapados en una ilusión. El simple hecho de estar allí con ella, en esa situación, no parecía ser real. Pero pudo sentir la calidez de su piel, mirar el brillo de sus ojos verdes, sentirse cautivado con aquella sonrisa tan alegre de ella. Todo eso era real.
—Jeje, a veces me cuesta entenderte.
—Si hay alguien que pueda entenderme, quién sino tú —volvió a decir ella, mirándolo a los ojos—. Acércate y bésame, no hay nadie mirando, te lo prometo.
Y la verdad, es que le costaba no dejarse llevar por ella. Dejando a un lado la paranoia inicial, él se reacomodó acostándose también, quedando frente a frente. Se acercaron tímidos al rostro del otro, el toque de sus labios fue delicado pero duró varios segundos, ambos con la mente por completo en blanco. Al terminar, se quedaron mirando a los ojos por unos pocos segundos. Sus corazones estaban demasiado acelerados y aunque Dipper no se daba cuenta, tanto él como Mabel temblaban de emoción, adrenalina, y un poco de miedo.
Al cabo de un momento voltearon los dos hacia arriba, mirando las nubes y algunas aves volando. Ese beso había sido discreto, ¿no? Al fin y al cabo, era el primero que se daban. Toda esa semana luego de la confesión, simplemente eran Dipper y Mabel Pines, los "Misteriomelos". Pero esa tarde de viernes, lejos de toda mirada, eran novios. Un bonito secretillo, había dicho Mabel.
Y mientras los dos descansaban en silencio junto al otro, sonaron los últimos versos de aquella canción.
I want… I want to break free…
