Tal y como prometí, logré actualizar antes de que pasara un año! :D (YAY)
Me ha tomado mucho tiempo poder terminar del todo este capítulo. En un inicio iba a ser el último, pero al final decidí dedicar al completo este capítulo a nuestra querida pareja de adolescentes hormonales y alargar un poco más el FF.
Este capítulo tiene contenido explícito / Smut (y un poco de fluff hehe)
Límites
Capítulo 7
Los besos cada vez eran más húmedos y ardientes, desesperados y llenos de deseo. Deseo de más, de más intensidad, más fuerza, de llegar más lejos, de sobrepasar la línea, de destruirla y dejarse consumir por las llamas de la pasión.
Las manos de Hana acariciaban, devoraban y tocaban todo en su camino; empezaron por la espalda, bajaron hacia la cintura y continuaron su camino hacia el trasero de la joven, la cual no mostró signos de queja. De hecho, quería ser aún más tocada y le daba igual mostrarlo. Había llegado a su límite.
El castaño comenzó un ansioso descenso hacia el cuello de su prometida, succionando y mordiendo con fuerza y pasión. A estas alturas, la rubia sólo quería disfrutar de las caricias de su prometido y dejarse llevar. Hundió sus manos en la cabellera de Hana, acariciándola fogosamente.
Por cada quejido de placer qué dejaba salir la rubia, más rudo era Hana, cosa que a Alumi le estaba gustando mucho. Demasiado.
Sin poder aguantar un segundo más, una de las manos del joven, se adentró entre la ropa interior de la rubia, causando un sobresalto por parte de esta.
— H-Hana e-espera... — Alumi se mostró nerviosa. No se esperaba ese movimiento, al menos no tan rápido.
Hana la miró, en silencio, palpando la ya muy húmeda zona íntima de su chica. No sabía muy bien cómo describir aquella sensación, pero a pesar de estar tocándolo con la mano, se sentía demasiado bien. Quiso seguir explorando a la vez que volvía a besar a su prometida, intentando calmarla de aquella manera.
Alumi era un manojo de nervios, y nunca mejor dicho. Lo peor (o mejor) de todo, es que a pesar de la notable torpeza de su prometido, se estaba sintiendo bastante bien, y se sintió aún mejor cuándo el joven atinó justo en su centro de placer.
La rubia dejó salir un audible gemido entre los besos que estaba intercambiando con el castaño. Y obviamente aquello no pasó desapercibido.
Hana detuvo sus movimientos por un momento y la miró fijamente a los ojos, buscando tranquilizarla y obtener una respuesta afirmativa de su parte.
— Ahí... ¿Te gusta...? — A pesar de querer tener bajo control la situación, se notaba en sus palabras el nerviosismo y la preocupación de complacer a su amada.
La rubia desvió la mirada, avergonzada, pero asintió.
Tras la afirmación de su prometida, Hana regresó con cuidado a la acción, a la vez que ambos jóvenes seguían con aquel intercambio de besos húmedos y suaves mordiscos en los labios, calentando aún más, sí eso era posible, el ambiente.
Hana comenzó a notar que cuánto más rápido iba, más parecía gustarle a Alumi. Así que comenzó a aumentar la velocidad, haciendo qué la joven rompiera la unión de sus labios para abrazarle y hundir su muy sonrojado rostro en la clavícula del chico.
Parecía que la rubia intentaba contener su voz, pero en cuánto comenzó a sentir su clímax, no pudo acallar todo lo que estaba sintiendo. Temblando, y abrazando aún más fuerte a su prometido, llegó al orgasmo.
Y fue en ese momento, en el que algo cambió dentro de Hana.
Entre besos y caricias, la rubia notó la muy obvia erección de su prometido. Ya llevaba un tiempo notándola, pero parecía que al joven le comenzaban a molestar bastante los pantalones.
Sin previo aviso, la joven pache tocó directamente la erección del chamán a través de la tela. Hana se sobresaltó y la miró, totalmente sorprendido y avergonzado.
— ¿Qué...?
— Está grande.
— ¡Claro qué está grande! Quiero decir...
— Entonces déjame hacer algo al respecto.
— ¡No! Digo, bueno, a ver...
— No es justo. Me has tocado. ¿Por qué yo no puedo? — La rubia le reprochó, sabiendo que Hana no podría contradecir su obvio argumento.
Y el silencio reinó en la cama. En aquel instante, Alumi sabía que había ganado la batalla.
La rubia se sentía tan poderosa, adentró sus manos en los pantalones de su hermoso prometido, y con habilidad, sacó a la luz su gran erección.
No tardó demasiado en pillar el truco para complacerle, era bastante fácil, al menos para ella. Su habilidad era desde luego digna de admirar. Hana intentaba contenerse pero todo aquello superaba cualquiera de sus frecuentes fantasías eróticas.
Habiendo ganado ya bastante confianza sobre el acto, la rubia regresó a los ya conocidos labios de su avergonzado prometido.
Esta vez fue ella quién tomó la iniciativa y a la vez que masturbaba al castaño, comenzó un camino de besos desde sus labios, bajando por su barbilla, hasta su cuello, succionando y mordiendo, dándole a probar de su propia medicina.
Con todo aquello, no aguantaría mucho más. El joven Asakura intentaba contener sus suspiros de manera fallida. Dioses. ¿Aquello era real? Con toda la fuerza de voluntad que poseía en aquel momento, apartó un poco a su prometida, cuidadosamente.
— Alumi... Sí no paras y-yo...
— Está bien. — La joven pache se separó un poco más de su prometido, y en un rápido movimiento, se quitó la camisa que llevaba, dejando a Hana sin habla.
Obviamente, el primer impulso del joven fue mirar.
Quería mirar, pero también quería tocar. Bueno, quería hacer muchas cosas en aquel momento.
Tantas que sentía que le iba a explotar la cabeza.
Se lanzó sobre ella. Cómo un lobo hambriento ante la piel de un indefenso cordero. Tocando sus pechos, lamiendo, besándolos. No pensaba, sólo hacía. En ese momento, Alumi descubrió lo muy sensible que era ahí. Sabía que lo era, pero al sentir los labios de su amado devorándola, supo que ya no podría controlarse más.
El castaño hizo una pausa para deshacerse de su camisa y terminar de quitar sus pantalones y ropa interior de una buena vez. La rubia observó atenta como su amado se desvestía, admirando aquella imagen como el más preciado tesoro que podía existir sobre la tierra. No había tiempo para pensar en vergüenza, ni en complejos, sólo querían sentirse piel a piel.
El contacto directo fue explosivo. Se besaban, acariciaban, se devoraban. Se necesitaban el uno al otro.
El joven Asakura dirigió una de sus manos hacia la única prenda de ropa que quedaba en la escena, haciendo que la rubia se tensara por un momento.
Hana se dio cuenta entonces, que no había que precipitarse. Tenían que hacerse las cosas "bien", al menos, por ahora.
Con una fuerza de voluntad tremenda, se levantó de la cama, dejando a una Alumi confusa y sorprendida.
Pero sus dudas fueron instantáneamente aclaradas en cuánto observó lo que su prometido sacó del cajón del escritorio.
Regresó con su amada, depositando un tierno beso en sus labios como "disculpa" por aquel repentino acto.
— Agh... Esto es vergonzoso — Susurró, desviando ligeramente la mirada — Pero mamá Tamao me dio esto... Hace un tiempo. Supongo que... Ella sabía que algo así pasaría tarde o temprano.
A Alumi le ocasionó mucha ternura la situación, dejando escapar una leve risa burlona. El imaginar a Tamao dándole preservativos a Hana, y este muriendo de vergüenza, fue una imagen mental realmente cómica. Pero para traer de vuelta el ambiente sensual que se estaba dando entre ellos, la rubia comenzó a besar otra vez a su amado, mientras dirigía una de sus manos al miembro del chico.
— Entonces... ¿A qué esperas...? — Alumi susurró de manera seductora en la oreja del chamán.
Los deseos de su futura esposa, desde luego, eran órdenes. Órdenes y deseos que desde luego, llevaría a cabo gustosamente.
Sentirlo dentro tan caliente y duro fue mejor de lo que jamás imaginó. Sí es cierto que era algo extraño y nuevo, después de todo era su primera vez, al menos teniendo sexo. Alumi jamás lo admitiría, pero se había masturbado más veces de las que Hana podría pensar. Tener aquella experiencia previa le hizo saber relajarse y no sentir tanta molestia al ser penetrada por su prometido. Además, estaba muy mojada y excitada, así que, a pesar de la leve molestia, quería que Hana comenzara el vaivén ya.
Tanta fue su impaciencia, que movió sus caderas levemente, mirando directamente a su prometido, que mostraba una expresión de esfuerzo en su rostro.
Hana estaba sufriendo. Aquello era demasiado para el. Sí no se contenía, se correría en dos embestidas.
Se sentía tan bien. No tenía nada que ver con masturbarse o ser masturbado por Alumi. Era algo tan... Se sentía caliente, húmedo y sentía cómo todo su cuerpo iba a explotar en cualquier momento.
Agarró a Alumi por las muñecas para detener sus movimientos.
— E-Espera... Ngh...
— Hana... Hazlo ya...
— Mierda — Pensó — No puedo más...
Comenzó con embestidas lentas y pausadas, a la vez que regresaba una vez más a sus pechos, chupando y pellizcando, esta vez con aún más intensidad, causando que Alumi comenzará a desinhibirse por completo.
Por cada gemido que dejaba salir, Hana hacía más esfuerzo por contenerse y aguantar.
— Hana... A-Ah... Se siente... Tan bien... M-Más rápido a-ah!
Él también quería ir más rápido. Pero a la vez quería seguir devorando sus pechos, pero también debía aguantar porque no quería que todo aquello terminara. Dioses. Todo aquello era demasiado para el joven Asakura. Su mente estaba completamente nublada por su excitación y todo lo que estaba sintiendo.
Con dificultad, Hana se separó del pecho de la rubia para depositar un corto beso en sus labios.
Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para aguantar.
— Alumi... — El castaño la miró a los ojos, admirando sus hermosos orbes azul turquesa, sintiendo la acalorada respiración en su rostro y queriendo besarla mil y una veces. — No quiero... Hacerte daño, y-yo...
La rubia tomó el rostro de su prometido entre las manos, devolviéndole el fugaz beso que este le había regalado segundos antes.
— Hana, házmelo. Quiero que me lo hagas. Te necesito... — Parecía que había abandonado por completo su orgullo y su vergüenza atrás. Ya nada importaba, tan sólo eran ellos dos y todo lo que ambos estaban sintiendo el uno por el otro.
No bastó más. En un movimiento rápido, el Asakura volvió a moverse, comenzado con una profunda y rápida penetración qué siguió con otra, y otra, y otra.
Alumi estaba llegando a la cima, había comenzado su segundo orgasmo. Sí antes sentía que había perdido la cabeza, ahora ya no podía ni pensar en ello. Solo quería más y más. Quería más placer, quería sentir el miembro de Hana tocar aquella parte que le hacía sentir tan bien, quería seguir sintiéndose así. Ya nada importaba, sólo quería seguir conectada a él.
Entonces llegó. Los gemidos de la rubia retumbaron en la habitación, más altos y agudos, gritando el nombre de su prometido, dejó escapar un par de lágrimas, sintiéndose totalmente abrumada por aquella increíble sensación.
Hana no pudo más. Observando el rostro de Alumi, gimiendo su nombre, y sintiendo aquella cavidad tan estrecha, apretando su miembro, se corrió al instante.
La joven sintió un calor inmenso en su interior, alargando un poco más aquella sensación única y placentera que estaba sintiendo.
Segundos que parecieron eternos pasaron entre ambos jóvenes, recobrando el aliento y recuperando poco a poco la "consciencia" de lo que recién había ocurrido.
El joven Asakura hizo un ademán de moverse para salir del interior de su prometida, pero rápidamente, y con decisión, la rubia lo detuvo, abrazándolo fuertemente.
— Te amo, Hana. — En un susurro, con suavidad, armonía y sobre todo, amor, Alumi Niumbirch pronunció aquellas palabras. Palabras que nacían desde lo más profundo de su alma y corazón.
Palabras que, por primera vez en mucho tiempo, hicieron a Hana Asakura llorar.
Habían pasado un par de horas aproximadamente. Ambos jóvenes habían caído rendidos ante los brazos de Morfeo instantáneamente después de aquel encuentro pasional.
El primero en despertar fue Hana. Por un breve instante se encontró algo desubicado y mareado, pero en cuestión de segundos recordó todo; Donde estaba, que había pasado, y quien estaba a su lado, sumida en el más profundo sueño.
Todo aquello lo hizo sonrojarse de sobremanera.
Realmente… Habían hecho… Eso.
Y ahora no podía dejar de pensar en ello. Las imágenes de aquella acalorada tarde pasaban una detrás de otra a toda velocidad y detalle. Realmente, estaba jodido. Si sus hormonas ya estaban alteradas ahora estaban totalmente descontroladas. Y peor aún, tendría que controlarse delante de todos. Ahora que había descubierto el lado más íntimo de su amada Alumi, tan solo podía pensar en volverlo a hacer una y otra vez.
Malditas hormonas y maldita adolescencia.
En medio de su pequeño monólogo de pensamientos, notó como su prometida estiró su brazo para abrazarse aún más a él, causando que se pusiera más nervioso e inquieto. Podía notar sus pechos contra su cuerpo. Maldición.
Parece ser que los nervios de Hana no pasaron desapercibidos para la joven itako, ya que al cabo de unos segundos, también despertó.
— ¿Hana…? ¿Qué hora es…? — Alumi parecía no ser consciente del todo. Ni de la situación ni de su condición actual: Desnuda.
— A-a — El joven chamán no pudo resistir la tentación de mirar hacia cierta parte de la anatomía de su prometida, fijando su vista de manera muy obvia en ella.
La joven tardó unos pocos segundos en darse cuenta del motivo por el cual su pareja tenía el rostro completamente rojo. Y sin darle tiempo para articular una mísera onomatopeya más, le lanzó todos los objetos que tenía a su alcance con una de sus manos, mientras que sujetaba la sábana con la otra, cubriendo su desnudo ser.
Nada había cambiado, todo seguía igual. Solo habían destruido aquellos estúpidos límites que los separaban. Y con ello, ambos habían dado inicio a una nueva aventura la cual no había que temer ni avergonzar, ya que, si estaban juntos, todo saldría bien.
¡Espero vuestros comentarios! El próximo capítulo quizás sea el último o tal vez haya un pequeño extra...
Mientras tanto, espero que este capítulo os haya gustado y nos leemos en la próxima actualización! :D
