Hola, hola, perdón por la tardanza, tenía pensado publicar mucho tiempo antes, pero las ocupaciones de la vida me lo habían impedido. Espero estén muy bien.

Me disculpo de antemano por las faltas de ortografía que seguro habrá y como siempre nos leemos al final del capítulo.

Sin más por el momento, que disfruten la lectura.

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Capítulo 2:


Ranma

El agua de la regadera resbala por todo mi cuerpo, caliente, lo suficiente como para que mi piel escueza y se enrojezca, pero no lo suficiente como para hacerme sentir limpio a pesar de que la siento arder.

Mi cabeza da vueltas una y otra vez en la conversación que tuve con Happosai hace unas horas. Ya estoy harto de esto, de todo lo que tenga que ver con el maldito Capitolio, pero ¿qué más puedo hacer? Soy un simple peón para ellos, una pieza más en su perverso juego. Necesito un plan, algo con lo que pueda salvar a Akane, a mi familia y a mi mismo si es posible, de toda esta basura, pero mi cerebro es una papilla, no puedo pensar en nada que valga la pena intentar sin ponerlos en peligro, más de en el que ya están.

Me siento frustrado.

Me siento solo.

Todavía me quedan tres personas en las que podría confiar, empezando por Akane, que estoy seguro será mi compañera de engaños, aunque ¿cómo comienzo la conversación? "Oye Akane ¿recuerdas que te dije que te amaba con todo el corazón y luego la cague, de manera monumental con lo de Ukyo? Pues veras, necesito que lo olvides por el momento y que hagas como si no hubiera pasado nada y tú y yo estuviéramos de perlas, super enamorados y felices, porque, si no, el presidente matara a Ukyo, matara a mi hermana, mi madre, tu familia y bueno, a ti te convertirá en algo peor que un avox". No puedo hacerlo. En cualquier caso, sé que Akane lo hará bien, sepa lo que se juega o no, es una chica inteligente, demasiado diría yo, a pesar de que muy seguramente en estos momentos me odia. Después tengo a Portia, mi estilista, pero sospecho que ella ya podría estar en peligro, por lo tanto, no quiero aumentar sus problemas inmiscuyéndola en esto. Eso solo me deja a Tofu. El borracho, malhumorado y pendenciero Tofu, quien mejor que él, que ya conoce algunos de los demonios que me atormentan.


- ¡Ranma tu cara, te ha crecido algo de barba! – Exclama Edesia, una de las mujeres que componen mi equipo de preparación, con su cabello color turquesa peinado de tal manera que las puntas de su cabello salen disparadas en todas direcciones, casi me hace olvidar la nube negra que se cierne sobre mí, tengo que reprimir una sonrisa, ya que además de su peculiar peinado tiene tatuajes dorados que le rodean los ojos, contribuyendo a darle una expresión de verdadero horror ante mi bello facial.

Elius se le acerca y le da unas palmaditas en la espalda para tranquilizarla.

-Vamos, vamos. Se la puedes afeitar en en un segundo, pero ¿Qué voy a hacer yo con estas manos? – me toma de la mano y la coloca entre sus dos manos de color naranja, aunque no muy intenso, es más bien como si hubiera molido una zanahoria y se la hubiera embarrado en toda la piel y ahora estuviera demasiado bronceado, demasiado. Seguro que el terrible color de su piel se debe a un intento de mantenerse al día con las caprichosas tendencias de moda del Capitolio. – De verdad Ranma, podrías haberme dejado algo con que trabajar, cada vez que te veo es lo mismo. – Dice exasperado. - Es cierto, me he destrozado las manos a base de puñetazos en el último mes, supongo que los troncos de los árboles no sustituyen un buen saco de arena cuando me atacan los arranques de desesperación e ira contra nuestro detestable presidente.

No digo nada, solo los observo, tan desesperados y destruidos por una cosa tan simple como mi aspecto físico, como si a mi me importara un carajo como se ven mi rostro o mis manos y cada vez que nos vemos en el Capitolio durante mis visitas es la misma cantaleta.

Mi cabello aun gotea después del baño que tome hace unos minutos, Edesia levanta unos cuantos mechones de mi cabello y sacude la cabeza con desaprobación, aunque a pesar de todo me sonríe y con delicadeza me hace sentar en una silla mientras ambos empiezan a trabajar conmigo, hablan sin parar sobre el éxito que son mis visitas al Capitolio y lo aburrido que es todo en los lapsos de tiempo en que estoy aquí en el distrito, me preguntan porque Akane no me ha acompañado cuando voy de "visita" y yo respondo lo más sereno posible que es por su apretada agenda, que se ha enfocado en su talento. Ellos responden con risas tontas que es lo más lógico ya que ella tiene un gran talento y debe pulirlo. Hablan sobre como todos están deseosos de vernos juntos en la Gira de la Victoria. Poco después el Capitolio empezará a prepararse para el Vasallaje de los Veinticinco.

-¿Verdad que es emocionante?

-Que suertudo eres, ¿cierto?

-Tu primer año de vencedor ¡y vas a ser mentor en un Vasallaje de los Veinticinco!

Se atropellan al hablar de la emoción.

-Oh, sí. – Respondo, neutral. No puedo hacer más, en un año normal, ser mentor de los tributos es una pesadilla, no puedo dejar de preguntarme a cuál de los chicos que bien podrían ser ex compañeros de la escuela tendré que entrenar para los juegos. Encima, para acabar de empeorarlo todo, este año se celebran los septuagésimo quintos juegos del hambre, o sea el vasallaje. El vasallaje sucede cada veinticinco años, para festejar el aniversario de la derrota de los distritos rebeldes, hacen celebraciones aún más fastuosas que las habituales y, peor todavía, con alguna sorpresa desagradable para los tributos. Nunca he visto alguno, pero recuerdo haber oído en la escuela que, para el segundo Vasallaje de los Veinticinco, el Capitolio exigió que se entregará para los juegos el doble de tributos, es decir, cuatro tributos por distrito en lugar de dos. Los profesores no entraron en muchos detalles, lo cual es raro ya que ese año fue precisamente el año que nuestro Ono Tofu, del Distrito 12, ganó los juegos.

Tofu nunca habla de sus juegos y lo entiendo, supongo que todo lo que quiere es olvidar, aunque seguramente este año no le permitirán olvidarlo por ningún medio, en cierto modo supongo que es bueno que Akane y yo lo acompañemos como mentores este año, porque seguramente se la pasará aun más ebrio de lo habitual.

Quisiera poder hacer lo mismo, para intentar olvidar.

Mi equipo de preparación revolotea a mi alrededor mientras yo permanezco taciturno, veo sus caras concentradas en acicalarme y dejarme presentable para el público, me pregunto ¿cómo sería yo de haberme criado en el Capitolio? Quizá mi mayor preocupación sería lo mal que resultó mi idea de decorar todo con plumas en mi fiesta de cumpleaños. Los miro con pena, ellos son hasta cierto punto inocentes y no merecen que yo los siga tratando como si fuera superior a ellos, así que me limito a sonreírles un poco y a elogiar su arduo trabajo en mi persona. Ellos están encantados con mi nueva actitud.

Unos minutos después Portia termina de ajustar los últimos detalles de mi atuendo, nada extravagante, unos pantalones de mezclilla con un suave y cálido forro por dentro para protegerme del frio, un sencillo y cómodo suéter negro y botas resistentes del mismo color.

– Ahora ¿qué te parece si pulimos los últimos detalles sobre la presentación de tu talento? – Pregunta con una sonrisa, yo solo asiento y la sigo.

Estamos en la habitación que uso para entrenar y el tiempo se pasa volando mientras Portia me corrige algunas frases y detalles del discurso que daré en unos minutos sobre las artes marciales, lo que he elegido como mi "talento" lo cierto es que no se me da nada mal.

El equipo de sonido me graba leyendo algunas de las tarjetas mientras poso frente a algunos de los aparatos que uso para entrenar, luego me echan de la habitación para poder poner todo en orden en el video que transmitirán al Capitolio y añadirán algunas tomas previas mías, haciendo una que otra kata en días anteriores.

Ranko se pasea en la estancia, con un vestido celeste que resalta sus ojos azules y su cabello rojo en una bonita trenza amarrada con un listón a juego. Esta hermosa, se recarga ligeramente en la punta de sus botas blancas, como si estuviera a punto de echar a volar, como…

¡PUM! Es como si alguien me clavara un cuchillo en el corazón, no lo ha hecho nadie obviamente, pero el dolor es tan real que me falta el aire, doy un paso atrás buscando apoyo para no caer y me recargo como puedo en la pared que está detrás de mí. Cierro los ojos con fuerza, tanto que me duelen, porque no veo a Ranko frente a mí, sino a Rue, la pequeña del distrito 11, a la que no pude salvar, la pequeña que parecía volar de rama en rama. La pequeña a la que deje morir. La veo frente a mí, con la lanza clavada en el estomago y sangre escurriendo de entre sus labios…

¿A quien más no podré salvar de la venganza del Capitolio? ¿Quién más morirá sino cumplo con los deseos del presidente Happosai? ¿Alguna vez seré realmente libre de todo esto?

Noto una calidez rodeándome, Portia me abraza con fuerza. - Todo estará bien Ranma, resiste, – me dice en un susurro, su cabello rizado y rubio me hace cosquillas en la nariz, no puedo evitar ponerme rígido y respirar pesadamente con su cercanía, me esfuerzo por no apartarla violetamente de mí. Obligo a mi mente perturbada a concentrarse, solo es Portia y ella no intentaría hacer algo así, ella no me haría daño, me abraza porque me ha cogido cariño, se preocupa por mí. De pronto algo hace click en mi cabeza. Estoy seguro de que lo sabe, sabe lo que he tenido que hacer en mis visitas al Capitolio a pesar de que yo no se lo he mencionado en ningún momento. Se aparta en un instante. -Discúlpame. – Balbucea apartándose mientras parece limpiarse rápidamente los ojos con un pequeño pañuelo de seda blanca. - Vamos - me dice y me empuja suavemente para que salga por la puerta mientras termino de ponerme el abrigo gris Oxford que me ha dado. El viento frio me golpea en la cara aclarando mis ideas, lo cual agradezco porque no quiero pensar más en lo que acaba de ocurrir, la imagen de Rue aun esta vivida en mi memoria. Tampoco quiero saber de cuanto esta enterada Portia. Una oleada de puro pánico y vergüenza amenaza con derribarme una vez más y no puedo permitirlo.

Al principio no veo bien por causa de la nieve y el viento, pero después de unos segundos veo a Akane, frente a la puerta de su casa vestida con un bello abrigo blanco de armiño, guantes y orejeras del mismo color, que no hacen más que resaltar el impactante color azul profundo de su corto cabello, se ve tan adorable y cuando ella me sonríe no puedo evitarlo, corro a su encuentro, la agarro al vuelo y giro con ella abrazándola con fuerza, sin poderlo evitar resbalo y ambos caemos, ella sobre mí. Oigo en mi cabeza la orden del presidente: "Convénzame Señor Saotome. Convénzalos a todos." Y sé que debo hacer, a pesar de odiarme por hacerlo por estos motivos, sé que ella no me rechazará. Por Dios, cuanto la extrañaba.

Sus labios son tan suaves y dulces como los recordaba. Nuestro primer beso desde hace meses y siento unas inmensas ganas de llorar porque me odio más que nunca, pero ella se lleva todo mi dolor y un éxtasis inexplicable me invade, me olvido de todo por unos instantes, y me pierdo en sus labios en este beso que me recuerda cuanto la necesito y cuanto la deseo. Ella no me rechaza, por mucho que la haya lastimado se que no estoy solo, ella esta conmigo y no me dejará en evidencia frente a las cámaras, no me condenará con un beso a medias. Ella me lo da todo y yo no merezco nada.

La ayudo a levantarse y ambos sonreímos como bobos, esforzándonos por no entrecerrar los ojos ante los flashes de las cámaras de algunos periodistas que nos rodean a pesar de la intensa nevada. El resto del día es una imagen borrosa del camino a la estación del tren, las despedidas con nuestra familia y nuestro equipo, de Hinako impartiendo órdenes y recordándonos el horario. Tofu, Cinna y Portia a nuestro lado, compartiendo una lujosa y deliciosa cena en el tren que resulta indescriptible y de la que me olvido en cuanto entro a mi compartimiento. Me pongo el pijama y espero a que todos duerman, aunque sé que Tofu no duerme, porque unos minutos después escucho que tocan a mi puerta. Es él.

- Hace mucho calor en el tren – dice sin más, mientras comienza a caminar y yo se lo que quiere decir, seguramente hay micrófonos en el tren.

- Se lo que necesitas.

Camino a su lado y nos dirigimos a la parte trasera del tren donde hay un vagón al aire libre con vista panorámica, charlamos sobre cosas triviales durante nuestro trayecto y reímos como si fuéramos viejos amigos. Y yo le digo a un ayudante que Tofu está bebido y necesita refrescarse para poder dormir cuando nos observa con sospecha.

La nieve sigue cayendo intensamente y los pies se me empapan en segundos porque no me he puesto nada más que unas tontas pantuflas, caminamos por el vagón y nos recargamos en la barandilla, mientras observamos la copiosa nevada.

- Dímelo todo – dice casi en un susurro.

Se lo cuento todo: La visita del presidente, Ukyo, el nuevo trato y la amenaza si fallamos.

- Entonces no puedes fallar chico.

- Necesitas ayudarme en este viaje… - empiezo.

- No, chico, no solo es el viaje y tú lo sabes.

Una bilis amarga me sube hasta la boca.

- Aunque lo logres esta vez. Volverán dentro de unos meses a llevarnos a todos para el Vasallaje, y tú y Akane serán mentores esté y todos los años, quizá tengas suerte y dejen de requerir tus servicios en el Capitolio, pero solo si tú y Akane... Necesitas decírselo, tiene que saber en lo que se esta metiendo. No puedes protegerla de todo chico, comprende. – Dice mirándome con pena. - ¿Entiendes lo que te digo?

Asiento. Sé a lo que se refiere, esto no acabará nunca, el Capitolio nunca estará satisfecho y por fin recibo el impacto real de lo que me dice y es que solo existe un futuro para mi si deseo mantener a quienes amo fuera de peligro, si quiero mantenerlos con vida. Tendremos que mostrarnos por siempre enamorados, tendré que condenar a Akane a un destino que ella jamás habría elegido, para siempre si lo que quiero es que este fuera de peligro. Akane y yo debemos casarnos. No quiero involucrar a Akane en esto, pero ¿qué otra cosa puedo hacer? He cometido demasiados errores y ella necesita saber lo que está pasando, porque no tenemos otra opción, necesita saber el peligro que corre. Un escalofrío me recorre de pies a cabeza y no es a causa de la nieve y el frío, no es porque tengo los pies empapados hasta las rodillas, es porque tengo miedo de la reacción de Akane, tengo miedo de su rechazo.

- Podría ser mucho peor, ya lo sabes.

Después se va a su compartimiento, llevándose consigo el olor a vino.

Claro que podría ser mucho peor, pero eso no evita que me sienta como la mierda, ya le he causado demasiado daño a Akane y ahora jamás podrá perdonarme.


Ya en mi recámara me desnudo porque estoy empapado, hay mas ropa en los cajones, pero no tengo la fuerza para vestirme otra vez y me meto bajo las sábanas tal y como vine al mundo. Maldigo mi suerte, ojalá los perros salvajes me hubieran devorado cuando era pequeño aquella vez en el bosque, ojalá nunca hubiera conocido a Akane, así ella no estaría condenada a compartir su vida conmigo y no correría tanto peligro. Así ella no me odiaría.

Ojalá Happosai no hubiera decidido mi destino.

Ojalá no se me hubiera ocurrido la idiotez de las bayas en la arena.


Akane

El alba llega antes que el sueño, no he podido dormir. Reniego de mi suerte cuando escucho los rápidos e insistentes toquidos en mi puerta, es Hinako. Me levanto y abro la puerta, no entiendo porque debo levantarme tan temprano si viajaremos todo el día.

- ¿Por qué me haces esto? No he dormido nada bien – digo aun bostezando.

- Porque debes estar preparada para nuestra primera parada en el 11. – Responde Hinako.

Preferiría empezar por otro, ya que este era el hogar de la pequeña Rue. Pero así es como funciona la Gira de la victoria, normalmente empezarían por el 12, pero como es el nuestro lo dejaran para el final porque la Gira terminará con una fiesta en todo el distrito. Siempre se saltan el distrito del vencedor.

Resulta que todos lo arreglos que me hicieron ayer, las cejas, el cabello y el maquillaje solo eran para llevarme a la estación, hoy toca sesión completa.

Sigo a Hinako hasta el vagón comedor, donde la mesa ya esta servida. Jugo de naranja, chocolate caliente y varios platillos para acompañar las bebidas.

- ¿Dónde está todo el mundo? – pregunto mientras muerdo un panecillo con chispas de chocolate. ¿Dónde está Ranma? pienso maldiciéndome por ello.

- Bueno, quién sabe dónde está Tofu – responde Hinako distraídamente – la vedad es que dudo que aparezca por aquí, debe haberse dormido hace poco, Cinna trabajo hasta tarde para preparar todo tu vestuario, es preciso, los vestidos de noche son bellísimos – dice con ojos soñadores - y es probable que el equipo de Ranma y él estén dormidos.

- ¿El no necesita prepararse?

- No como tú. Recuerda que él ha ido en varias ocasiones al Capitolio y le han hecho varios tratamientos. Que envida siento, él siempre se ve fabuloso – dice haciendo un mohín.

Mientras mi equipo de estilistas se dedica a arrancarme el pelo del cuerpo a tiras toda la mañana yo no puedo dejar de pensar en lo que paso ayer. Ese beso que me hizo sentir tantas cosas distintas en un segundo, me siento idiota por sucumbir tan rápidamente ante él, pero no puedo ordenarle a mi estúpido corazón que deje de latir aceleradamente cuando lo tengo cerca. Supongo que es lo mismo que él siente cuando esta con Ukyo, ya que a mi solo me uso para ganar los juegos. Eso quedo claro hace tiempo, ella me lo dijo.

Y ya sé que soy una tonta, pero ¿qué puedo hacer? Sigo enamorada de ese tarado y no es algo que vaya a cambiar a corto plazo. He estado enojada desde hace tantos meses y había evitado verlo a la cara durante todo ese tiempo que en realidad no había visto la tristeza y desesperación en sus ojos. Supongo que él no la esta pasando tan de perlas como yo creía con su nueva novia, debería odiarlo sin más, jugó conmigo y se convirtió en una persona que yo no conocía, o quizás siempre fue así, no lo sé. Estoy muy confundida. Desde que empezó a ir al Capitolio todo cambio y el hecho de que yo no fuera requerida en sus viajes al principio me pareció extraño, pero luego fue haciéndose más y mas distante, no me quería cerca y me rechazaba continuamente, hasta aquel día en el bosque cuando por fin entendí todo. Estaban juntos y él ni siquiera se avergonzó ni negó nada, solo me dejo marcharme sin ninguna explicación, tuvo que ser Ukyo quien me dijera toda la verdad.

Flavius me levanta la barbilla y suspira. Eso me saca de mis sombríos pensamientos.

- Es una lástima que Cinna no permita ninguna alteración.

- Sí, podríamos hacerte algo muy especial – añade Octavia.

- Cuando seas mayor – dice Venia, en tono lúgubre – entonces tendrás que dejarnos aumentarte el pecho querida.

¿Dejarlos hacer qué? ¿Tatuarme la cara? ¿Ponerme implantes en los pechos para que parezcan melones como los de la vencedora del cuatro? ¿Teñirme la piel de naranja como el asistente de Ranma e implantarme gemas? ¿Afilarme los dientes como colmillos? ¿O bigotes como si fuera un gato? Todas esas cosas las he visto en el Capitolio y yo no estoy dispuesta a que me hagan parecer un fenómeno ¿En verdad no se darán cuenta de lo monstruosos que nos parecen a todos los demás?

La posibilidad de que me obliguen a hacer cambios estéticos en mi cuerpo solo se suma a la lista de cosas en las que no tengo realmente el control, mi cuerpo maltratado, esta maldita pierna falsa que, aunque ya me he acostumbrado a ella no deja de dolerme la mayoría del tiempo, la falta de sueño a causa de las pesadillas y mi complicada relación con Ranma. Ayer tuve que decidir si le gritaba al Capitolio que nuestra relación se había acabado o solo seguir fingiendo que todo estaba bien entre nosotros y al final fue esto último por lo que me decidí, aún no estoy segura de porque lo hice. Él no se merece nada, pero soy incapaz de negarle algo. Soy idiota.

Recordando las entrevistas recientes de Ranma la última vez que había ido al Capitolio de visita, recordé que él seguía refiriéndose a mi como su novia y el amor de su vida, al principio lo vi como una burla más de su parte, pero luego me pregunté ¿en qué rayos está metido Ranma? ¿Por qué tiene la necesidad de seguir mintiendo con eso?

Besarlo no era parte de mi plan, no se realmente que fue lo que me paso, yo solo me limitaría a abrazarlo y sonreír para las cámaras, pero de pronto él me beso y todo pensamiento racional se escurrió de mi cerebro.

He guardado tanto resentimiento por él en los últimos meses, que lo que paso ayer sacudió mi realidad, porque solo había estado enfocada en mi miseria, en mis propios sentimientos heridos y traumas, pero ayer por fin hice memoria y comencé a notar los cambios reales en él y me doy cuenta de que quizás no todo sea como yo pensé que era, hay algo más, algo turbio, algo que lo ha obligado a apartarse de mí. Él sabía que la única manera en que yo me alejaría era si Ukyo entraba en la ecuación y eso fue exactamente lo que paso y yo como una tonta me dejé manipular. Tengo que hablar con él y lo obligaré a decirme que es lo que realmente ha pasado.


Ranma

Observo por la ventana de mi recámara los vastos cultivos del distrito 11 que se extienden hasta el horizonte. Hombres, mujeres y niños con sombreros de paja para protegerse del sol, miran hacia el tren y aprovechan para estirar la espalda unos momentos mientas se enderezan para ver el tren pasar. Veo huertos a lo lejos y me pregunto si es allí donde Rue solía trabajar recolectando los frutos de las ramas más frágiles. Pequeñas comunidades de chozas (comparadas con ellas las de la Veta son un lujo). El distrito es enorme, no se acaba, me parece increíble.

Empiezo a cansarme de lo interminable y enorme que es este lugar cuando alguien toca a mi puerta.

- Adelante – digo sin muchos ánimos. La puerta se abre y escucho entrar a alguien, me obligo a mirar quien es porque no ha dicho ni una palabra. Es Akane. No puedo articular ni una palabra, sabía que este momento llegaría.

Camina indecisa y se sienta a un lado de mi en la cama. – El distrito 11 es inmenso, ¿verdad? – dice con una minúscula sonrisa.

No le contesto, estoy perdido observando su hermoso perfil, la amo tanto, la necesito y deseo más que nunca besarla, tanto que es doloroso evitar abalanzarme sobre ella para hacerlo. Cierro los ojos unos instantes para concentrarme, mientras me pregunto qué hace aquí, el recuerdo grotesco de unos ojos, mientras me observan con avidez me hace abrir los ojos bruscamente. Sigo aquí, en el tren. Respiro pesadamente, espero que ella no se haya dado cuenta. Me observa con curiosidad. Demonios.

- Yo… - me interrumpe.

- Lo siento – dice desviando su mirada a los vastos campos del 11. – Me he portado como un animal herido y no tenía ningún derecho, después de todo sé que todo lo que hiciste fue para que siguiéramos con vida, no voy a negar que me dolió enterarme de toda la verdad, conoces mis tontos sentimientos. – Resopla y hace una pausa. Por fin me mira a los ojos – pero lo entiendo Ranma, y te lo agradezco, sin tu plan no habría regresado viva con mi familia. Pero si debemos seguir fingiendo, necesito saber que es lo que esta pasando. Al menos me debes eso.

La frialdad con la que ha hablado me deja con la boca seca, ¿de qué verdad está hablando?

- ¿Fingir? – Alcanzo a preguntar confundido cuando un empleado del tren toca a la puerta y entra para decirnos que ha habido una avería en el tren y que tendremos que parar por al menos una hora.

- Disculpen las molestias, - dice con una ligera sonrisa y se marcha.

- Ven – digo poniéndome de pie, mientras camino apresurado.

- ¿A dónde vamos? – me pregunta resistiéndose un poco porque la he tomado de la mano y prácticamente la arrastro.

- A dar un paseo ¿no te apetece tomar algo de aire? – digo sonriendo y abro la puerta de salida, de un salto bajo del vagón y sin preguntarle si quiera, la tomo de la cintura y la ayudo a bajar del tren. Caminamos un rato a la orilla de las vías y cuando nos hemos alejado al menos 20 metros me siento sobre la hierva y ella hace lo mismo. Un cálido viento le remueve el flequillo y no puedo evitar recordar aquella última vez que viajamos juntos en un tren, aquella vez en que le confesé que lo de las bayas había sido premeditado. Aquella vez que le dije que siempre la amaría. Pareciera que fue hace tanto tiempo.

- Yo también lo siento, pero no por las razones que tu crees. Yo no he fingido mis sentimientos hacia ti – ella resopla y se cruza de brazos.

- Deja eso ya. Aquí no hay nadie que pueda escucharnos. Ya te dije que estoy bien con eso, no deberías seguir mintiendo.

- Akane yo no he mentido, al menos no con eso – digo cuando ella me observa inquisitiva – mis sentimientos no han cambiado.

- ¿Quieres decir que me amas? – pregunta con una ceja alzada, molesta.

- Siempre. – Le digo esperando que diga algo, pero ella no lo hace, en cambio sus ojos brillan demasiado, conteniendo unas lagrimas que no llegan a derramarse. Esta furiosa.

- Te dije que dejaras de mentir, lo sé todo y aunque en un principio me dolió, ahora lo entiendo, y se que probablemente esta pasando algo más que no me has dicho ¿qué es? ¿Están planeando una línea de maquillaje en honor a los amantes trágicos del distrito 12 y necesitan que sigamos siendo la parejita feliz?

- Ojalá fuera tan sencillo - digo casi para mi mismo, aunque se que me ha escuchado - ¿al menos aceptarías que fuéramos amigos? - digo desistiendo de hacerla creer que siempre la amare. Está cerrada en banda y no puedo hacer nada hasta que ella decida creerme.

Me observa evaluando mi propuesta y su expresión al fin se ablanda. – Esta bien – dice con una sonrisa que no llega hasta sus ojos – seamos amigos – dice extendiéndome la mano y yo la estrecho. Sonrió porque eso es mucho más de lo esperaba.

- Entonces ¿ahora me dirás qué es lo que está pasando?

– Es sobre una visita que tuve del presidente ayer por la mañana, - le digo y ella me observa con los ojos muy abiertos y la cara demudada.

- ¡Chicos! Por fin los encuentro, - grita Hinako a nuestras espaldas, - Ya es hora queridos, deben entrar de nuevo para comenzar a vestirse o no nos alcanzara el tiempo – dice alzando un ostentoso reloj de bolsillo de oro, mientras nos observa impaciente.

Yo asiento y me pongo de pie, Akane hace lo mismo y ambos caminamos tomados de la mano con rumbo al tren sin decir ni una palabra más. Me siento estúpido, pero a pesar de todo este desastre que es mi vida, me siento feliz al sentir su pequeña y suave mano tomada de la mía.

Nos separamos cuando llegamos a su habitación y ella me sonríe por última vez antes de que Cinna prácticamente me cierre la puerta en la nariz.

- Hablaremos luego – alcanzo a escuchar que dice a través de la puerta y la incertidumbre me roba la poca felicidad que sentía al saber que al menos ahora Akane ha decidido ser mi amiga.

Me visto en poco tiempo y mientras mi equipo de estilistas trenzan mi cabello y me ponen polvos traslúcidos en la nariz mi mente divaga y se pierde en recuerdos que preferiría olvidar para siempre.

Camino ausente, desde que llegamos al distrito 11 no puedo dejar de pensar en Rue y siento una terrible presión en el pecho y un estúpido nudo en la garganta el cual se disipa un poco cuando la veo frente a mí, con una mirada intensa y una expresión casi como la de un zorro cuando intenta descubrir por cual hoyo de la madriguera saldrá la liebre.

Su cabello esta ligeramente rizado en las puntas que apenas le rozan los hombros y refulge en tonos azulados de distintas tonalidades, su maquillaje es discreto, pero hace resaltar su belleza natural y la han vestido como el otoño, con un hermoso vestido naranja con hojas de maple pintadas sutilmente. En este distrito hace algo de calor, por eso no le han puesto ningún abrigo, de lo cual me alegro porque así puedo ver su grácil figura en ese lindo vestido que se ajusta a su cintura. Ella me sonríe enigmática y mi corazón da un vuelco al recordar como la bese el día anterior y la forma en la que ella me respondió. Siento mi rostro arder.

- Vaya, veo que mi elección de vestuario te ha gustado Ranma – dice Cinna con un tono pícaro que me regresa a la realidad. 11, estamos en el 11. Rue.

Me acerco a ella y le ofrezco el brazo, mete su mano con delicadeza en el hueco de mi codo y camina silenciosa a mi lado mientras bajamos del tren y sorpresivamente un escuadrón de ocho agentes de la paz nos escolta hacia una camioneta blindada. Hinako bufa en cuanto las puertas se cierran de golpe.

- Ni que fuéramos todos delincuentes – dice ofendida.

No todos, pienso, solo yo Hinako.

La camioneta nos deja en la parte trasera del Edificio de Justicia y nos meten prácticamente a empujones. No nos dan tiempo de echar un vistazo, nos ponen en fila para entrar por una cortina hacia la plataforma en la Plaza Principal. El Himno empieza a sonar.

- Tengan chicos – dice Hinako rápidamente mientras nos extiende unas tarjetas. – Esto es lo que tienen que decir.

Veo la tarjeta con el discurso y no se si seré capaz de leerlo, aun siento ese molesto nudo en la garganta y cuando parpadeo veo el rostro de Rue y ahora también el de Shinnosuke su compañero de distrito.

- Yo lo haré – dice Akane a mi oído mientras aprieta su mano en mi brazo y me quita las tarjetas con la otra mano. Me observa preocupada. Supongo que me veo tan mal como me siento. No merezco su nobleza, soy un asesino, un mentiroso y …

Freno mis pensamientos de golpe cuando escucho los apagados aplausos resonando en mi cerebro. Debo concentrarme.

Construyeron una plataforma especial en el fondo del escenario para las familias de Rue y de Shinnosuke. Del lado de Shinnosuke solo hay un viejo anciano encorvado y con una infinita tristeza que refleja en su rostro ajado. Del de Rue… no estoy preparado para ver a la familia de Rue: Sus padres, con el dolor pintado en sus rostros de forma permanente; sus cinco hermanos pequeños, que son tan parecidos a ella, todos delgados y con grandes ojos, como una bandada de oscuros pajarillos.

Por fin acaba los aplausos, la gente está sería y se nota que solo están aquí porque los han obligado. Dos pequeñas niñas se acercan con grandes ramos de flores que nos ofrecen a Akane y a mí. Bonitas flores de distintos colores.

Akane observa unos segundos las tarjetas que nos dio nuestra escolta, pero las descarta bajándolas, piensa hablar con el corazón y eso es algo que hace que mi amor por ella crezca aún más, no necesita que le digan lo que debe decir. Habla con voz temblorosa al principio, pero luego lo sustituye su estilo sencillo y adorable.

- Shinnosuke me ayudó. No tenía por qué hacerlo y lo hizo demostrando la gran calidad moral y fuerza que tiene su gente, nuestra alianza duro poco, pero sin su apoyo yo no estaría aquí el día de hoy, jamás podré pagar esa. – Hace una pequeña pausa y pestañea muy rápido unos segundos, se aclara la garganta y prosigue. - Rue fue una luz en medio de la oscuridad de la arena, le dio a Ranma un propósito y la fuerza que necesitaba para seguir adelante. Nos ayudó a ambos después del ataque de las rastrevíspulas, nos salvó la vida -, dice con la voz quebrada y las lágrimas cristalizando sus ojos. Entonces vacila unos instantes, pero con determinación asiente para si misma y luego continua. - Aunque esto jamás servirá para compensar su pérdida, como muestra de agradecimiento queremos darle a cada una de las familias de los tributos del distrito 11 un mes de nuestras ganancias cada año por el resto de nuestras vidas.

La multitud no puede evitar responder con gritos ahogados. Lo que les acaba de ofrecer Akane no tiene precedentes, jamás se había hecho y ni siquiera se si es legal. Seguro ella tampoco lo sabe, pero no le importa, es en momentos como estos en los que Akane me sorprende y me llena de orgullo. En cuanto a las familias, nos miran boquiabiertos. Sus vidas cambiaron para siempre cuando perdieron a Shinnosuke y a Rue, pero aquel regalo las cambiará de nuevo si es que el Capitolio permite que se los entreguemos.

Miro a Akane y ella esboza una sonrisa triste que no llega hasta sus ojos. Me acerco a ella sin pensarlo si quiera y le doy un dulce beso en la frente y esa simple cercanía me da el valor para hablar yo también, trago duro y el estúpido nudo por fin se va de mi garganta.

No sé cómo empezar, mi respiración resuena agitada. – Quiero agradecer a los tributos del distrito 11 - digo fijando mi mirada en el anciano que debe ser el abuelo de Shinnosuke, - Solo vi una vez a su nieto, - digo hablándole directamente al viejo – pero pude ver en él determinación y fuerza, como la de ningún otro por negarse a participar en otros términos que no fueran los suyos, lo respetaba por eso. Salvo a Akane y ni ofreciendo mi vida en retribución podré pagar por ello. – El anciano asiente con determinación aceptando así mis palabras, estirando la espalda con orgullo y con un extraño brillo en su mirada.

Volteo hacia la familia de Rue.

- A la pequeña Rue si la conocí y ella siempre estará conmigo. Todas las cosas hermosas me la recuerdan. La veo en las flores amarillas que crecen en la pradera de mi distrito. La veo en los sinsajos que cantan en los árboles. Y, sobre todo la veo en mi pequeña hermana Ranko – no confió en mi voz, que suena extraña. – Gracias por sus hijos distrito 11 y gracias a todos por el pan. – Termino mirándolos a todos con la barbilla en alto.

La multitud permanece en silencio un rato y de pronto entre las personas alguien empieza a silbar la melodía que me enseño Rue en la arena. Giro el rostro horrorizado, es el abuelo de Shinnosuke quien a su vez levanta los tres dedos centrales de la mano izquierda y se los lleva a los labios, para después extenderlos hacia nosotros. Lo que pasa después no es un accidente ni una casualidad, porque esta demasiado bien coordinado, todos levantan las manos en aquella seña de mi distrito, aquel saludo y despedida. Aquel que apesta a rebelión. Si no hubiera recibido aquella amenaza del presidente, aquel gesto me habría quebrado, pero ahora me aterra ¿Qué pensará de este saludo a los amantes trágicos el presidente? ¿al chico que desafió al Capitolio? Mierda, es justo lo que tenía que evitar, no fue un acto premeditado solo hable con el corazón y éstas son las consecuencias. ¿Qué he hecho?

Un chispazo de estática suena en el micrófono, lo que significa que lo han apagado. Akane y yo somos arrastrados hacia el Edificio de Justicia.

Akane parpadea rápido y esta lívida, tengo que sostenerla para que no pierda el equilibrio.

- ¿Estas bien?

- Mareada – me contesta, - el sol estaba muy brillante. – Me observa unos segundos con determinación y añade – olvide mi ramo.

Sale disparada por las cortinas y yo voy detrás de ella, justo cuando un par de agentes de la paz arrastran al anciano, al abuelo de Shinnosuke y lo arrodillan frente a toda la multitud a quienes varios agentes de la paz amenazan con armas largas. Lo obligan a ponerse de frente a la multitud y le meten una bala en la cabeza.

Justo cuando el cuerpo del hombre cae al suelo unos agentes de la paz nos empujan con violencia hacían dentro apuntándonos con las armas directo a la cara. Akane esta aterrada.

- ¡Ya nos vamos! – Grito poniéndome frente a Akane y empujando al idiota que le ha puesto el arma en la frente. – Ya entendimos ¿de acuerdo? Vamos Akane.

Y la jalo tomándola de la mano mientras prácticamente la arrastro para alejarnos de ahí. ¡¿Dónde diablos esta Tofu?! Se escuchan un par de disparos más y el caos se desata, escucho gritos y ecos de riñas. ¡Demonios! Pienso ansioso tirando de Akane detrás de mí.


Hace seis meses

Akane

Después de la noche en que Ranma entro por mi ventana sin decir nada después de tres días sin querer hablar conmigo ni con nadie luego de su visita al Capitolio, las cosas han estado tensas. Yo le pregunto que es lo que paso y el no entras en detalles "lo mismo de siempre Akane, las estúpidas vanidades del Capitolio, cenas y entrevistas", pero yo estoy segura de que hay algo más, lo intuyo, lo veo en su rostro y no se como averiguar que es lo que ha pasado.

Ranma poco a poco, regresa a ser aquél Ranma distante que conocía antes de los juegos, aquél que no hablaba conmigo, aquél que me ignoraba.


- ¿Vas a decirme que no sabes nada? ¿Tú? Que fuiste con él al maldito Capitolio.

- Baja la voz – dice Tofu apretándose el puente de la nariz - ¿te han dicho alguna vez que eres sumamente molesta "preciosa"?

- ¡No voy a bajar ni una octava la voz si no me dices lo que paso! – le grito exasperada, porque no me creo que no se haya enterado de nada, estoy segura de que él también ha notado el cambio en Ranma.

- Por millonésima vez "preciosa" – dice recalcando ese desesperante apelativo, - conoces cual es mi pasatiempo favorito – dice alzando y sacudiendo reciamente una botella de licor a medio terminar – y en el Capitolio, mi distracción favorita, se vuelve prioridad. El chico, se lo paso rodeado de sus estilistas y de Portia, salió en entrevistas, cenas y esas cosas. Yo no estaba obligado a ir con él, así que como te lo he dicho hasta el cansancio. No se nada más y a todo esto ¿Por qué no le preguntas al chico? Él lo sabe mejor que nadie, pregúntale a él y deja de fastidiarme.

Luego de eso sube tambaleante las escaleras y unos momentos después escucho una puerta azotarse y el inconfundible sonido del cristal rompiéndose. Probablemente tiro o se le cayo la botella de licor.

Esta noche volverá a marcharse al Capitolio como hace un mes.

Toco a la puerta con determinación.

- Hola Akane – dice alegre Ranko cuando me abre la puerta.

- Hola peque - le digo sonriendo, esta niña es una dulzura y cada vez esta mas alta, se esta convirtiendo en una bella señorita.

- Ranma está en su habitación, - dice haciéndose a un lado para que yo pueda pasar, - y mamá salió a visitar a la mamá de Ukyo, me parece que está un poco enferma – añade inocente sin notar que me tenso cuando escucho el nombre de la amiguita de Ranma. - Yo estaré afuera en jardín, así que por mi no se preocupen. – Dice pícara mientras toma su abrigo y una cuerda para saltar y sale de la casa dejándome sola en la entrada, escucho sus risitas mientras cierra la puerta.

No puedo evitar sentir el calor en mis mejillas al entender la indirecta de esa pequeña niña, vaya, pero ¿dónde quedo la inocencia? Caramba. Subo las escaleras con lentitud, mi pierna me impide ir más rápido y seguro Ranma ya escucho el sonido de mi bastón resonando en la duela.

Ni siquiera he tocado a la puerta cuando escucho su voz apagada.

- La puerta está abierta, puedes pasar.

Mi mano esta temblorosa cuando la extiendo para girar el picaporte, me regaño mentalmente, suspiro dándome ánimos y entro. Está sentado en el piso, como n la espalda recargada en la cama dándome la espalda, mirando fijamente una pared, apretándose con fuerza las rodillas contra el pecho. En otro tiempo, antes de su primera visita a la capital, me habría recibido con una sonrisa y yo me habría lanzado a sus brazos y nos habríamos besado como si no hubiera un mañana. Ahora mismo, tengo miedo de su reacción y su rechazo si me atreviera a sorprenderlo lanzándome sobre él.

Me acerco cautelosa hasta quedar frente a él, pero sigue mirando a la nada, con una expresión tormentosa en sus ojos azules. Extiendo una mano y con delicadeza la poso en su mejilla lo que hace que por fin me mire realmente y me sonría, con la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Eso me cabrea y bajo la mano de inmediato. No quiere verme, pero finge y no sé por qué demonios lo hace. Entonces sonríe de verdad.

- Me encanta verte toda enfurruñada – dice poniéndose de pie y de pronto, de la nada me besa con desesperación, pasión y casi con furia. Ahora tengo que alzar la cabeza y ponerme de puntillas para poder besarlo, cada día está mas alto.

Yo le respondo intentando seguir su ritmo, pero lo desconozco, la verdad es que no nos habíamos besado de esta manera nunca, ni siquiera aquella vez en la arena. En realidad, desde que volvió a lo más que llegábamos era a un simple pico en los labios como saludo. Me empuja en la cama cayendo sobre mi mientras sus manos recorren mi cuerpo con poca delicadeza. No me gusta mucho lo que está pasando, pero temo detenerlo porque no se que rayos pasa por su cabeza y, además, lo extrañaba, si debo ser cien por ciento sincera.

Forcejea con los botones de mi blusa, hasta que desesperado prácticamente los arranca mientras me deja en sostén. Se abalanza a besar la piel de mis pechos que el sostén no cubre y él mismo se saca su propia camisa dejando al descubierto su perfecto torso, estoy sonrojada y confundida, lo deseo, no lo niego, pero hay algo en su mirada que me asusta. Sus ojos oscurecidos me miran devorándome y luego de nuevo se me lanza, ahora besa y muerde mi cuello, se acomoda entre mis piernas y se mueve con ansias, provocando que mi centro libere descargas de placer. Ya no me importa nada, si él quiere esto entonces se lo daré porque yo también lo deseo.

Por fin me decido a interactuar, solo había dejado que él hiciera lo que quisiera conmigo, pero es cuando lo toco y beso su cuello cuando todo se va al garete. De pronto siento el frío del ambiente y su peso me libera, abro los ojos confundida y Ranma me ve sin mirarme de nuevo.

- ¿Qué…?

- Lo siento – dice y se levanta de la cama buscando su camisa, se la pone con rapidez y se pasa las manos por el cabello, nervioso.

- ¿Qué sucede? – pregunto por fin, me pongo de pie lentamente y acerco a él, toco su espalda con suavidad y prácticamente salta alejándose de mí. - ¡¿Qué rayos esta pasando Ranma?! – Le pregunto crispada - ¿Qué acaba de pasar? ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza? ¡Mírame con un demonio Ranma! – Le grito porque rehúye mirarme a los ojos.

- Esto no debería haber sucedido, - me dice nervioso – tengo cosas que preparar para mi visita – no puede evitar torcer el gesto cuando lo dice y empieza a caminar por su habitación, arrojando ropa al azar de sus cajones, en una maleta que esta en el suelo y que no había visto.

- No Ranma, debemos hablar, me preocupas. – Le digo acercándome a él y tomando sus manos para que deje de arrojar ropa en la maleta. – No puedo ayudarte si no me dices lo que esta pasando en tu cabeza. ¿Son las pesadillas? O… ¿Paso algo en tu última visita al Capitolio? – pregunto titubeante.

- No pasa nada Akane, absolutamente nada, ¡me escuchas! – Dice aumentando poco a poco la voz hasta terminar prácticamente gritando.

- ¡No me grites idiota! – Suelto yo enojada y sin pensarlo muy bien. Parece funcionar porque me observa sorprendido y de pronto comienza a reírse a carcajadas. Está loco. – Y ¿Ahora qué demonios te pasa?

- ¿Ya te había dicho que me encanta verte enfurruñada? – dice encantador, aún riendo.

- No es gracioso Ranma – comento cruzándome de brazos y más confundida y molesta si cabe.

- Mira, - dice ya mas calmado, pero aun con una sonrisa que me derrite en sus labios enrojecidos por los previos besos, lo cual me hace sonrojar al imaginar que exactamente así deben verse los míos. – Lo siento, no se lo que me pasa exactamente, siento haberte gritado. Tu mejor que nadie me entiende, los juegos dejaron secuelas que son difíciles de sobrellevar. Además, no quiero que… debe ser especial Akane, no así – dice mirándome significativamente abriendo los brazos en un ademán y sus ojos azules se quedan prendidos de mis pechos que solo están cubiertos por el fino sujetador rosado que por milagro aún llevo puesto y su sonrojo se hace aún mas evidente, incluso sus orejas están rojas ahora.

Eso hace que por fin me de cuenta de las condiciones en las que me encuentro y cruzo más fuertemente los brazos intentando cubrirme por qué no se donde rayos quedo mi blusa. Ranma se acerca y tomándome de la barbilla suavemente me da un dulce beso en los labios. – Creo que tendrás que ponerte una camisa mía… yo… me parece que la tuya esta rota… - Ambos reímos mirándonos a los ojos y puedo volver a ver a m Ranma mirándome en la claridad de sus maravillosos ojos azules. Se siente maravilloso reír así con él, quizá las cosas mejoren de ahora en adelante.

No quiero soltar su mano, esta vez ira solo, Tofu no fue requerido en esta visita y me preocupa la tensión que puedo notar en él, sus hombros están rígidos y la camaradería de hace unas horas en su habitación se ha esfumado como la espuma.

- Quisiera poder ir contigo – digo como la última vez que lo acompañe al tren para su visita.

- Pues yo no. – Dice tajante volteándo a verme, con una dureza en su mirada que me hiere y se suelta de mi mano dándome la espalda para entrar al vagón dejándome ahí sola, sin dirigirme ni una palabra más.


Está es la tercera visita de Ranma al Capitolio y ni siquiera me he dado cuenta de a que hora se iría, asi de mal esta nuestra comunicación.

Corrí desesperada para verlo por última vez antes de que se subiera al tren, pero lo último que ví de él fue su espalda mientras ingresaba y la puerta del tren se cerraba.

Pensé que las cosas mejorarían, pero todo simplemente fue empeorando. Aquella vez en su habitación fue la última en que nos reímos juntos y bobeamos besándonos mientras pasaba el tiempo. Después de eso, todo fue en picada, sus cambios de humor se han hecho más frecuentes y su distanciamiento es cada vez más notorio. No tengo idea de lo que esta pasando. No es como si él fuera el único que estuvo en esa arena, yo también sufro pesadillas, yo también veo la cara de aquellos a quienes asesine cada vez que cierro los ojos, yo también siento que no encajo en ninguna parte, solo solía hacerlo estando a su lado porque creía que ese era mi lugar, pero al parecer él no me necesita más.

Camino hacia el área de comerciantes del distrito, mi estado de ánimo es una combinación extraña, de tristeza, ira, confusión y desconcierto. Sin darme cuenta he llegado al restaurante de los Daimonji, Sentaro mi amigo desde la primaria está en la puerta de entrada barriendo y al verme me sonríe alegre.

- ¿Ranma ya se fue al Capitolio? – pregunta alegre, pero yo lo observo confundida porque en teoría nadie más sabía que se marchaba hoy y mucho menos la hora, o eso creía yo, hasta este momento.

- ¿Cómo supiste que Ranma se iba de nuevo?

- Oh, bueno ¿acaso era un secreto? Ha estado viniendo seguido a platicar con Ukyo su prima. - Por tonto que parezca ahora todos en el distrito creen que Ranma y Ukyo son realmente primos, como si se hubieran olvidado de la verdad. – Y ayer por la mañana mientras estaban sentados platicando en el descanso de Ukyo los escuche. Lo siento, creo que quede como un chismoso, pero te prometo que los escuche por casualidad, - dice pareciendo avergonzado rascándose la cabeza.

No te preocupes, no era un secreto, - digo yo, intentando parecer neutral ya que esto de Ranma viniendo a visitar a su vieja amiga, es nuevo para mí y siento una sorda molestia golpeando en mi cabeza. Celos. Son celos, porque ha recurrido a ella en lugar de a mí y sé que no debería sentirme así, después de todo yo también tengo varios amigos y no tiene nada de malo, pero el solo recordar que Ranma me dijo que Ukyo prácticamente era su prometida hace tiempo (a pesar de que él dijo que no tenía intención de cumplir con ese compromiso), me causa una profunda molestia. He visto como ella lo mira y en definitiva no lo ve como un amigo y mucho menos como a un primo.

Después de platicar un rato más con Sentaro y sonsacarle sutilmente cuantas veces ha ido Ranma a su restaurante a visitar a Ukyo y que él me dijera lo sonrientes que se les veía juntos, hago por fin el ademán de marcharme y; es cuando veo salir a Ukyo después de su turno de trabajo, con esa belleza tan despampanante y esos ojos azules tan impactantes, mirándome de pies a cabeza. Es cuando por fin me marcho sin saber muy bien como sentirme. Pero esa mirada, me hizo sentir diminuta


Hace tres meses

Camino por el bosque decidida, estoy segura de que está con ella, a pesar de que cuando le pregunte si me estaba engañando con ella él muy sínico se río y se marchó dejándome hablar sola.

Acepto que quizás me pase de la raya, después de que llegará del Capitolio, el que mi primera pregunta fuera esa y no el cómo le había ido en su visita, pero me carcomía la duda desde que se había ido cinco días antes y más despues de enterarme de lo de sus visitas a Ukyo en el restaurante.

He salido tan furiosa que ni siquiera traje mi bastón, pero creo que ya no lo necesito, tampoco tome el arco de su escondite, lo cual quizás sea una imprudencia porque el bosque no es el lugar más seguro del distrito, pero no me importa nada, no he venido a cazar, he venido a confirmar que mis sospechas son ciertas.

Y después de caminar por bastante tiempo sin un rumbo fijo, los encuentro, están delante de mí debajo de un abeto, abrazados y… besándose. No puedo reprimir el jadeo que sale involuntario de mi garganta, intento tapar el sonido cubriéndome la boca, pero es demasiado tarde, ahora los dos se han separado y me miran, Ukyo con una sonrisa de complacencia y suma satisfacción y Ranma, con aquella mirada vacía y llena de furia que solía dedicarme antes de los juegos. Creo que nunca fue una mirada de amor, supongo que siempre ha sentido antipatía por mí.

Me marcho y me avergüenza decir que lloro casi todo el camino, no se como consigo salir del bosque con las lágrimas empañando mi visión.


De eso hace ya una semana y aunque mi padre y mis hermanas están preocupados porque no he querido salir de mi habitación en todo ese tiempo no puedo evitarlo, saber que la persona que más amo en este mundo, con la que pase cosas que nos vincularán de por vida y a quien le confíe literalmente mi vida, me haga algo así. Destruiría a cualquiera.

Mi padre esta furioso y cuando amenaza con ir a reclamarle a Ranma por lo que sea que me ha hecho por fin abro la puerta de mi habitación.

- No vayas, por favor – le suplico y creo que mi lamentable estado lo conmueve, porque solo me abraza mientras yo lloro en sus brazos como si tuviera cinco años de nuevo.

Desde entonces no han vuelto a preguntarme nada sobre mi extinta relación con Ranma, y cuando aparece en la televisión en entrevistas cuando esta en el Capitolio y dice que me extraña tanto y que quisiera que estuviera ahí con él, tan sonriente dejándose abrazar y mimar por Shampoo la vencedora del distrito cuatro, mi padre sale de la casa y se va a la panadería por horas y yo lo acompaño, ninguno de los dos habla del tema, solo nos dedicamos a hornear por horas, eso o yo me encierro en mi estudio a pintar, a pulir mi estúpido e inútil talento.


En un mes será la Gira de la Victoria, paseo por el bosque porque, aunque lo evité los últimos dos meses por que no quería toparme a la parejita feliz, decidí que no tengo porque hacerlo, después de todo yo también soy una cazadora y este bosque es tan mío como de ellos.

Estoy sentada disfrutando del viendo frío que me hace sentir cosquillas en la nariz cuando mi cabello la roza.

Es entonces que escucho unos pasos en el bosque que me sacan de mi tranquilidad. Y no puede ser Ranma porque el es tan silencioso como un fantasma. Entonces, debe ser ella.

De entre un arbusto alto sale Ukyo, con su larga cabellera castaña atada en una alta coleta y enfundada en una cazadora gris y unos sencillos pantalones negros que hacen que su figura se vea envidiable. Me observa en silencio unos minutos como evaluándome y al final con una sonrisa torcida me saluda.

- Hola Akane, ¿Cómo has estado? – pregunta acercándose a una distancia prudencial de mí.

- ¿Qué es lo que quieres Ukyo? – contesto mirando a otro lado. .

- Dejarte en claro cómo están las cosas – dice y yo la observo con curiosidad. – Cuando se vayan a la Gira, sé que tendrán que actuar de nuevo como la pareja feliz que todos creen que son, pero no quiero que te confundas Akane. Ranma y yo estamos comprometidos desde que éramos unos niños y él no va faltar a su promesa solo por alguien como tú, - hace un ademán con la cabeza, como si yo fuera la cosa mas insignificante del mundo – y aunque él no quería que viniera porque no cree que valga la pena, yo decidí que tenías que saber la verdad, para que no eches a perder su plan.

La observo atenta, incrédula porque aun guardaba la esperanza de estar equivocada.

- Todo lo que paso en la arena fue parte del plan de Ranma para salir con vida de la arena, fingió estar perdidamente enamorado de ti para venderle a los patrocinadores la idea de su romance, no pensó que ambos saldrían con vida, pero tampoco le molesta, lo cierto es que siempre le has parecido insoportable, con tu actitud tan despreocupada y altanera de niña rica.

- Yo no he tenido ninguna actitud de niña rica. – Me apresuro a replicar, porque me parece ridículo.

- No actúes como mosquita muerta Akane, todo Panem sabe de lo que eres capaz, - dice casi escupiendo las palabras – después de pretender ser una niñita buena, en esa arena dejaste relucir lo que realmente eres, me pregunto, si otro hubiera ido contigo a los juegos ¿también habrías intentado acostarte con él ante todo Panem? Ranma dijo que le parecías bastante experimentada y que quizás ya habías practicado antes con tu amigo Sentaro – me levanto furiosa porque no puedo creer todo lo que esta diciendo, pero aun así… - No me mires así Akane, todos en el distrito lo piensan, Ranma el que más, así que simplemente un día se canso cuando fueron al lago y no obtuvo de ti lo que esperaba que le darías. Sí me dijo lo del lago, no me digas que creías que eras la única a la que había llevado a ese lugar. Eres una tonta – dice riendo – sabes quizá si seas un poco ingenua después de todo, al final me pidió perdón y me dijo que te dejaría a la primera oportunidad porque no toleraba tu presencia ni tener que fingir que te amaba. Por eso estoy aquí, para dejarte las cosas claras y que no pienses que porque él se portara decente contigo en la Gira significa que te ama. Cuando todo acabe él volverá conmigo y tarde o temprano nos casaremos.

No le contesto, solo la observo, siento unas ganas terribles de clavarle una flecha directa en la frente, pero al instante freno mis pensamientos homicidas aterrada de lo que me he estado a punto de hacer.

Y puede que ella percibiera la amenaza , porque da un paso hacia atrás y me observa con cautela, después de eso se marcha sin darme la espalda hasta que esta lo suficientemente alejada de mi y yo me siento avergonzada y con el corazón destrozado, porque Ranma ni siquiera se tomo la molestia de decírmelo él mismo, dejo que ella viniera, para humillarme aún más.

Continuara…


Hasta aquí lo dejamos por hoy, espero que les haya gustado y como siempre espero sus reviews con ansias locas. Por esta ocasión, no podré responder a cada review por cuestiones de tiempo, pero sepan que los aprecio muchísimo y hare todo lo posible por contestarles en el próximo capítulo.

Gracias por sus reviews a:

Lucitachan

Akanita87

Invitado 1

Benani0125

Pauvishana

BereNesT

Kaysachan

Aexandraaa417

Y

SARITANIMELOVE

Saluditos de pug apapachable y nos leemos en el próximo capitulo. Besos.