- . My Hero Academia 180 grados. -
19. Donde All Might elige a su sucesor y Midoriya busca a Dabi
Parado frente a la ventana de su estudio, Toshinori observaba con la mirada perdida el cielo azul que se alzaba sobre la ciudad. A lo lejos, el ajetreo urbano se sentía distante, como si ese momento de reflexión lo hubiera apartado de todo el bullicio cotidiano. Las ramas del árbol justo fuera de la ventana se movían lentamente, y un nido en lo alto albergaba un par de aves que parecían ajenas a cualquier preocupación del mundo.
Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos, y al girarse, vio entrar a Tsukauchi, su viejo amigo y jefe de la policía, quien le dedicó una sonrisa cordial.
—Gracias por venir, Tsukauchi —dijo Toshinori, su voz cargada de gratitud.
—Bueno, estaba por la zona y vi tu mensaje —respondió Tsukauchi, mientras cerraba la puerta tras de sí con un leve clic y se acercaba al centro de la habitación.
Toshinori, con su porte serio y la mirada más sombría que de costumbre, tomó un sobre del escritorio y se lo extendió a su amigo.
—El motivo por el que te pedí venir —empezó, con una voz algo más suave de lo habitual— es porque quisiera confiarte algo de gran importancia para mí. Quisiera que le entregues esto al joven Midoriya… sólo en caso de que algo me suceda.
Tsukauchi tomó el sobre con cuidado, y al notar que estaba abierto, alzó una ceja en señal de sorpresa.
—¿Quieres que lo selle? —preguntó, buscando la mirada de su amigo.
—No. La dejé abierta intencionalmente para que la leas también —Toshinori se cruzó de brazos —. A ti no tengo nada que ocultarte. Eres de mi entera confianza.
—¿Puedo?— preguntó Tsukauchi para asegurarse, y viendo asentir a su amigo tomó asiento en el sillón.
Toshinori regresó la mirada a la ventana, específicamente hacia el nido de un árbol con un pájaro y su polluelo y rememoró sus propias palabras en la carta.
'Joven Midoriya. Te he estado observando de cerca estos últimos meses y como te dije aquella vez en la playa, has superado por mucho mis expectativas.
Al principio yo sólo quise ayudarte a encontrar tu propio camino de acuerdo a tus posibilidades, pero al conocer tu corazón gentil y tú mente ágil y llena de determinación, no pude dejar de pensar que eso es lo que le hace falta al mundo en este momento.
Cuando yo me convertí en héroe, la amenaza de All for One aún estaba latente y sin darme cuenta mi camino poco a poco se tiñó de sangre. Ese no es el camino que quiero para ti joven Midoriya.
Pienso que si cultivas el One for All, este poder podría convertirse en algo sin precedentes, más allá de la violencia y muerte que yo he dejado a mi paso sutilmente.
He decido no decirte nada por ahora, no porque no confíe en ti, sino porque no quiero que sientas la presión de ser mi sucesor y llames demasiado la atención mientras aprendes a usar mi poder.
Shigaraki aún sigue suelto y te prometo hacer lo necesario para que no se convierta en una carga para ti. Dado que él es el sucesor de mi peor enemigo y a su vez el nieto de mi maestra, pienso que es a mi a quien le corresponde encargarse de él.
Tu sólo preocúpate por ahora de ser un estudiante normal en la carrera de héroes. Creo que aún tengo la fuerza necesaria para no dejarte problemas que te hagan forzarte más allá del límite innecesariamente y preocupar a aquellos que te rodean. Ya tendrás el momento de lucirte cuando llegues a ser el nuevo símbolo de la paz en el futuro.
Espero que está carta nunca llegue a ti por motivos trágicos, pero si es así, cuídate mucho y cuenta con que una parte de mi siempre estará contigo. All Might.
Al terminar de leer, Tsukauchi dobló cuidadosamente la carta y se la guardó en el bolsillo interior de su gabardina. Se levantó del sillón y miró a su amigo, quien seguía inmóvil junto a la ventana.
—Muy conmovedora, All Might. Prometo resguardarla bien —dijo con seriedad.
Toshinori esbozó una leve sonrisa, pero su expresión no perdió la tristeza que lo embargaba.
—También quisiera pedirte otro favor —dijo, sin apartar la vista del nido—. Me gustaría que le ayudes a hacer una prueba para ingresar a la policía, al joven Midoriya.
Tsukauchi frunció el ceño, visiblemente confundido.
—¿Pero eso no se contradice con lo que acabas de decir en la carta? —preguntó, aún desconcertado.
—Bueno, yo sé lo prometí. Si bien, algo me dice que ya tomó la firme decisión de ingresar a la UA, quisiera mostrarle que tiene muchas opciones para hacer sus sueños realidad —Hizo una pausa, bajando un poco la mirada—Me doy cuenta de que el joven Midoriya sufrió mucho cuando le dije que no podía ser un héroe sin un quirk, y cuando pensó que ya había elegido un sucesor, pero eso es porque él sólo ha estado mirando mis éxitos sin darle el suficiente peso a mis incontables fracasos. Creo que todavía es demasiado joven para entender varios aspectos de la vida, como que no hay que deprimirse sólo porque las cosas no salen como las esperas.
Tsukauchi asintió en silencio, comprendiendo mejor la intención de Toshinori. Aquel hombre, que siempre había sido un símbolo de fuerza y esperanza, ahora mostraba otra faceta, una más humana y consciente del impacto que sus acciones podían tener en la vida de otros.
Se acercó a la ventana, poniéndose al lado de Toshinori mientras ambos observaban las ramas del árbol balancearse suavemente con la brisa.
—Cuando conocí a Midoriya el día que Shigaraki apareció en el centro comercial, me pareció un buen muchacho. Aunque, debo admitir, me dio la impresión de que estaba en medio de una cita cuando todo sucedió —dijo Tsukauchi con una pequeña sonrisa—. ¿Crees que esté lo suficientemente enfocado como para convertirse en un héroe sobresaliente?
Toshinori soltó una breve carcajada, como si ese comentario hubiera aligerado el ambiente por un momento.
—En ese sentido, creo que se puede esperar de él lo mismo que de cualquier joven de su edad —respondió con una sonrisa más sincera—. Pero no lo veo como algo negativo. Al contrario, creo que incluso puede convertirse en un motivo más para que dé lo mejor de sí. Para no rendirse.
—Tienes razón. Que ambos nos hayamos convertido en adictos al trabajo no significa que todos los héroes deban renunciar a tener una pareja o una familia —reflexionó Tsukauchi.
—Solo espero que el joven Midoriya pueda encontrar el equilibrio necesario en su vida.
.
Himiko Toga se encontraba sentada en el borde de una cama desvencijada, luchando por ponerse las calcetas cuando, de repente, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo su tranquilidad.
—¡Ahhh! —gritaron ambos, sincronizados en su sorpresa.
La puerta se cerró de inmediato, pero solo para abrirse de nuevo, revelando a un Shigaraki algo desconcertado.
—Oye, ¿quién eres tú?
Ella se puso de pie e hizo una reverencia como si estuviera ante la realeza.
—Hola. Soy Himiko Toga —dijo con una voz que destilaba una mezcla de dulzura y algo más oscuro.
Shigaraki la observó con los ojos entrecerrados, claramente desconfiando de esa actitud.
—¿Y qué haces aquí? —continuó—. Sabes que es un delito entrar a una propiedad privada sin permiso, ¿verdad?
—Lo que pasa es que estaba corriendo desnuda por la calle…
—¿Desnuda?
—Larga historia —continuó, ignorando su reacción— En fin. Vi un portal mágico en un callejón y decidí entrar para refugiarme. Y creo que fue lo correcto porque se cerró justo detrás de mi. Luego tome una siesta por unos días.
—Kurogiri! —gritó Shigaraki, llamando al mencionado sin apartar la vista de ella.
Kurogiri apareció detrás de él, como una sombra silenciosa, su porte calmado contrastaba con la tensión que comenzaba a formarse en la habitación.
—Necesitarás toda la ayuda posible para llevar a cabo tu plan, Tomura Shigaraki —dijo Kurogiri con su usual serenidad—. He estado observándola desde hace tiempo, como a otros y tiene lo necesario para serte de utilidad.
Shigaraki frunció el ceño.
—¿Pero una colegiala? — le cuestionó Shigaraki.
—¡¿Me han estado observando?! ¡Qué pervertidos! — los acusó sacando una navaja de su ropa —En cuanto a sus planes a mi no me interesa que me digan que hacer o como actuar.
Sin previo aviso, Toga se lanzó hacia Shigaraki, moviéndose con la rapidez de un depredador. Sin embargo, justo cuando la hoja de su navaja estaba a punto de rozar su cuello, un portal apareció de repente, torciendo el movimiento, y la navaja terminó apuntando hacia su propio cuello. El desconcierto la obligó a soltar el arma.
Shigaraki, sin perder la calma, se inclinó para recoger la navaja. En cuanto sus dedos la tocaron, la desintegró en cuestión de segundos.
—Oye, dos contra uno no es justo —se quejó Toga, frunciendo el ceño mientras miraba a Shigaraki y Kurogiri.
—Así es la vida, niña. La vida no es justa —respondió Shigaraki con frialdad—. Es lo que intentamos probar aquí: cambiar el orden de las cosas. —Se hizo a un lado, dejando el marco de la puerta despejado—. Si quieres que todo siga igual y que la sociedad y los héroes te digan qué hacer, puedes irte. Kurogiri te abrirá un portal nuevo.
—Si— contestó el otro obedeciendo al instante.
Toga, sin embargo, no se movió. Sus ojos se clavaron en Shigaraki, y entre ambos pareció formarse una conexión silenciosa, algo oscuro y retorcido que los unía en un entendimiento tácito. El portal se cerró de nuevo.
—Si voy a quedarme por un tiempo… ¿puedo traer a alguien más? —preguntó con la misma inocencia falsa que había mostrado desde el principio.
—¿Otra colegiala? —preguntó sin ánimos Shigaraki.
—No, pero casi—respondió Toga con una sonrisa.
Antes de que Shigaraki pudiera decir algo más, Kurogiri habló, siempre un paso por delante.
—Creo que la persona de la que hablas ya está aquí —señaló, mirando hacia el pasillo.
Un momento después, la figura de Twice apareció, sosteniendo una bandeja.
—¿Alguien quiere waffles? —dijo con una voz animada—. Los hice con mucho amor, aunque creo que no hay suficientes para todos.
Shigaraki suspiró con cansancio.
.
Midoriya respiraba hondo mientras sujetaba firmemente la pistola, su mirada enfocada y decidida. Cerró un ojo, alineando la mira con el blanco que tenía frente a él. El sonido de los disparos resonó en el campo de pruebas, uno tras otro, precisos y calculados.
Cuando terminó la ronda, bajó el arma y dejó escapar el aliento que había estado conteniendo. Sus ojos brillaban con una mezcla de satisfacción y determinación, pero no había tiempo para relajarse. La siguiente prueba lo esperaba.
El recorrido de obstáculos se extendía ante él. Una cuerda colgaba, balanceándose ligeramente con el viento, seguida de una red que le obligaría a arrastrarse por el suelo, y, al final, un muro imponente que tendría que escalar. Sin dudar, Midoriya se lanzó hacia la cuerda, tomando impulso con fuerza y lanzándose al otro lado con agilidad. La red lo ralentizó, pero no lo detuvo; su cuerpo se deslizó entre los huecos mientras sus manos y piernas trabajaban en conjunto. Finalmente, llegó al muro. Sus manos se aferraron a las piedras salientes, y poco a poco, ascendió, jadeando cuando alcanzó la cima. Un segundo después, ya estaba descendiendo por el otro lado, su velocidad y destreza demostrando la intensa preparación a la que había sido sometido.
Tsukauchi, cronómetro en mano, paró el tiempo justo cuando Izuku pasó corriendo frente a él. Su sonrisa era un reconocimiento a todo el esfuerzo que el joven había puesto en cada prueba.
—Parece que Toshinori te ha estado presionando hasta el límite —dijo Tsukauchi con admiración mientras le mostraba el tiempo registrado. Izuku, todavía recuperando el aliento, no pudo evitar sonreír de vuelta, enderezándose lentamente.
—Sin problemas podrías seguir una carrera con la policía si es lo que quieres en algún momento.
—Gracias, señor —respondió Izuku, erguido ahora y con una expresión seria—. Es bueno tener opciones.
—Y con respecto a lo que me decías antes —continuó Tsukauchi—, ¿has pensado en aplicar también para otra academia de héroes? Ya sabes, solo por si acaso. Parece que las pruebas de este año serán las más difíciles que se han visto en años en la UA.
—Lo estuve pensando por un tiempo —admitió, su voz tranquila mientras recordaba los momentos que habían definido su decisión—. La realidad es que no tendría que ser forzosamente la UA para convertirme en héroe, pero ahora tengo varios motivos para querer ingresar ahí.
En su mente, los recuerdos desfilaron uno a uno. Pensó en los voluntarios de la construcción y en cómo sentía que todos ellos se habían convertido en sus amigos, un contraste notable con su situación actual en la escuela. Inevitablemente, su mente vagó hacia Kacchan y Todoroki, dos personas tan diferentes entre sí, pero que imaginaba persiguiendo el mismo camino para convertirse en héroes en la UA. Sin embargo, fue el pensamiento de Uraraka el que lo hizo detenerse un poco más.
El recuerdo de aquel momento, tan fugaz como intenso, cuando Uraraka lo había besado en la comisura de los labios, llenó su mente. A pesar del esfuerzo por mantenerse serio, un leve rubor coloreó sus mejillas, y su corazón latió un poco más rápido. Se sacudió el pensamiento rápidamente al escuchar un silbato que resonaba en el campo. Los estudiantes de la academia de policía corrían de un lado a otro, ocupados en sus propios entrenamientos.
Y entonces, una idea surgió en su mente, algo que no había considerado antes. Midoriya miró a Tsukauchi con una expresión pensativa, pero determinada.
—Disculpe, señor —comenzó, con cierta vacilación—, si no es abusar demasiado de su amabilidad, ¿cree que podría pedirle un favor?
Tsukauchi lo observó con curiosidad, siguiendo su mirada hacia los estudiantes en entrenamiento, sin poder adivinar en que pensaba.
—Si. Claro —respondió, relajando los hombros—, dime, Midoriya. ¿Qué tienes en mente?
.
Vestido con el uniforme de estudiante de la escuela de policías, Midoriya sentía una mezcla de emoción y nerviosismo mientras caminaba por las calles de la ciudad. El uniforme le daba una sensación extraña, como si estuviera llevando a cabo una misión encubierta. En su mochila llevaba uno de sus cuadernos, repleto de anotaciones y observaciones, y un retrato hablado de Dabi que había dibujado a mano. Mientras caminaba, recordaba la reciente conversación que había tenido con Todoroki a través de videollamada, momentos antes de salir a las calles.
—Es él! —se sorprendió Todoroki al ver el retrato que Midoriya había hecho—. En verdad tienes talento para dibujar, Midoriya.
Izuku sonrió, un poco tímido por el cumplido.
—Bueno, solían burlarse de mis dibujos y por ello decidí practicar y resultó no ser realmente difícil— explicó con una sonrisa pero casi de inmediato imitó el semblante serio de Todoroki —A pesar de lo que dijo Dabi sobre tener un colaborador con un quirk capaz de transmitir a cualquier parte del mundo, creo que estaba exagerando. Estuve revisando mis cuadernos y encontré una mención de un héroe con un poder similar. En una entrevista dijo que las personas con quirks para transmitir imágenes o videos nunca han tenido un alcance mayor a dos kilómetros. Eso significa que, cuando Dabi hizo esa transmisión, probablemente no estaba demasiado lejos de tu casa, Todoroki.
Todoroki asintió, su rostro inmutable pero su mente claramente en movimiento.
—Muy bien. Entonces nos dividiremos para abarcar más terreno —dijo, ya trazando un plan en su mente.
—También hice un retrato de cómo se vería Dabi si intentara ocultar su identidad, con gafas y cubrebocas —añadió Midoriya, mostrándole el dibujo alternativo.
Todoroki lo observó, pensativo.
—De acuerdo. Preguntaremos a los locatarios por alguien que encaje con esa descripción, alguien que parezca estar escondiendo cicatrices o su rostro. Aunque las probabilidades sean bajas, es mejor que no hacer nada.
Izuku asintió, lleno de determinación. Siempre había una forma de avanzar, incluso si los caminos parecían difíciles o poco claros. Ahora, mientras caminaba por las calles con su cuaderno y el retrato de Dabi en la mano, recordaba cada detalle de esa conversación. Tenían que encontrarlo, y cada pista, por pequeña que fuera, era crucial.
De repente, su concentración se rompió cuando una mujer alta, de cabello negro y vestido rosa, tropezó con él. Parecía distraída, caminando hacia atrás sin prestar atención. El impacto lo hizo tambalearse, y su cuaderno se cayó al suelo, desparramando algunas de sus páginas y el retrato de Dabi.
—Lo siento —se disculpó la mujer de inmediato, agachándose para ayudarle a recoger sus cosas. Sus manos encontraron el retrato primero y lo observó con curiosidad mientras lo levantaba.
—Esta persona... —murmuró, frunciendo ligeramente el ceño mientras miraba el rostro dibujado.
Izuku sintió que el corazón le daba un vuelco de emoción. Podría ser una pista.
—Disculpe —dijo con una mezcla de esperanza y urgencia en su voz—. ¿De casualidad lo ha visto?
La mujer lo miró por un segundo más, su expresión pensativa antes de negar con la cabeza.
—No. Simplemente me pareció que debió pasarle algo terrible para terminar luciendo así —respondió con una ligera tristeza en su tono.
Midoriya se detuvo por un momento, sorprendido por el comentario. Viendo el rostro de Dabi sin contexto, no pudo evitar estar de acuerdo en cierto modo. A pesar de todo lo que Dabi había hecho, había algo trágico en su apariencia, algo que sugería un profundo dolor o sufrimiento.
—¿Está desaparecido? —preguntó la mujer, curiosa.
—En realidad, está siendo buscado. Si lo ve, le agradecería que lo informe de inmediato a la policía —respondió Midoriya con firmeza, recuperando el retrato y guardándolo nuevamente en su cuaderno. Le dio un rápido asentimiento de cabeza como despedida antes de continuar su camino.
La mujer, por su parte, lo observó desaparecer entre la multitud, un destello de astucia en sus ojos ocultos tras las gafas. Una leve sonrisa se formó en su rostro, aunque nadie podría haberla visto.
.
—Así que ya tomaste una decisión, Toshinori —la voz de Gran Torino resonaba a través del auricular, áspera pero cargada de curiosidad.
—Así es, maestro —respondió All Might, acomodándose en su silla con una mezcla de nerviosismo y determinación—. ¿Qué opina al respecto?
Hubo un breve silencio en la línea, seguido de un suspiro leve.
—Debo admitir que me sorprende, pero no puedo decir que me desagrade el muchacho del todo.
Toshinori sonrió, dejando escapar una risa cálida.
—Jajaja, creo que eso significa que le agrada bastante.
—Al menos el chico piensa mucho antes de actuar —respondió Gran Torino con tono firme—. A diferencia de cierto joven impulsivo que conocí hace muchos años.
—Estoy tratando de mejorar, maestro. Creo que esta decisión es la mayor prueba de ello.
Gran Torino hizo una pausa antes de continuar.
—Hay algo que me intriga, sin embargo— observo Gran Torino — Según lo que entendí de Nana Shimura, no puedes transferir tu poder a alguien sin que esa persona esté consciente de lo que es, que lo recibe y que esté de acuerdo con el actual portador. Eso es lo que evita que cualquier persona que entre en contacto con tu ADN obtenga el One for All de forma automática.
—Sí, lo he pensado mucho al respecto —admitió Toshinori, mirando con cuidado la vianda que estaba preparando—. Pero creo que he encontrado una especie de... hueco legal.
Gran Torino se quedó en silencio, en expectativa de lo que diría.
—Si bien —continuó All Might— un ejemplo claro de cómo no funcionaría sería una colegiala intentando forzar al muchacho que le gusta a recibir sus chocolates del día de San Valentín sin que él quiera aceptarlos. Lo que yo estoy intentando hacer es más parecido a una chica que ya está saliendo con un muchacho. Ella deja los chocolates en su casillero sin decir nada, y cuando él los encuentra, aunque no sabe con certeza quién se los dejó, decide comérselos pensando que son de la chica. Eso debería ser suficiente para completar la transferencia del One for All.
—Tú y tus extraños ejemplos, Toshinori. Nunca cambiarás, ¿verdad?—replicó Gran Torino —Pero está bien. Si tú has vivido con ese poder durante años supongo que lo conoces mejor que nadie
—Así es, maestro —dijo All Might, con una seriedad nueva en su voz—. Sólo espero que, cuando llegue el momento, me siga admirando lo suficiente como All Might para pensar en mí cuando use el poder por primera vez.
—¿Y cuándo piensas hacerlo?
—Lo veré más tarde e intentaré darle algo de mi ADN discretamente— Toshinori preparaba en ese momento una vianda con sándwiches y luego observó uno de sus cabellos rubios antes de colocarlo a la mitad del emparedado — No puedo imaginarme pidiéndole que se coma mi cabello, incluso diciéndole la verdad.
—Tratándose de ti, Toshinori, yo sí puedo imaginarte diciéndolo —respondió Gran Torino, sin rastro de duda.
—No sé en qué concepto extraño me tiene, maestro — le reprochó algo desanimado Toshinori.
.
Midoriya llevaba dos horas recorriendo el vecindario, preguntando a los locatarios por cualquier rastro de Dabi, pero no había tenido suerte. Cansado y con la boca seca, decidió detenerse un momento en el parque más cercano, inclinándose hacia un bebedero para tomar agua. El fresco líquido alivió su sed, pero su mente seguía inquieta, siempre alerta, buscando respuestas en cada esquina.
Mientras se incorporaba, escuchó voces infantiles no muy lejos de él.
—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué no quieres jugar a los héroes? —preguntó un niño.
Midoriya, curioso, volteó en dirección al sonido. Tres niños rodeaban a otro, un niño con una gorra roja con cuernitos. Los tres intentaban obligarlo a unirse a su juego.
—Con esa gorra que usas quedas perfecto como el villano. ¡Ven! —dijo uno de los niños mientras lo jalaba del brazo.
—¡Ya dije que no quiero! —el niño de la gorra intentaba resistirse, su voz tensa.
Entonces empezaron algunos forcejeos entre los tres niños contra el niño de gorra.
El ambiente no parecía particularmente violento, y los adultos que estaban en el parque no prestaban demasiada atención. Seguramente, pensaban que solo era cosa de niños. Pero desde el punto de vista de Midoriya, aquella pequeña escena tenía algo incómodo. Los recuerdos de su infancia surgieron sin ser invitados, recordándole los días en que él mismo había sido empujado a situaciones similares. No podía simplemente quedarse al margen.
Uno de los tres niños tomó una piedra del suelo y, sin pensarlo dos veces, la arrojó hacia el niño de la gorra. Midoriya reaccionó por instinto, corriendo hacia ellos. La piedra le rozó el brazo, pero logró interponerse antes de que alcanzara al chico.
—Creo que ya fue suficiente, niños. Jueguen tranquilos.
Las dos niñas que acompañaban al niño agresor lo miraron a Midoriya, sorprendidas, y una de ellas susurró:
—Mejor vámonos.
El que había arrojando la piedra los observo molesto un momento más y luego señaló a Midoriya.
—¡Tú no pretendas ser un héroe si solo eres estudiante de la escuela de policías!
—S-si— Midoriya no podía creer que de nuevo después de tantos años, sufriera bullying por alguien de cuatro años.
—Y tú Kota eres un raro por no gustarte los héroes!— gritó antes de salir corriendo.
Antes de que pudiera procesar la situación, vio que el niño de la gorra, el centro de todo el altercado, lo miraba con una expresión molesta. Midoriya intentó recordar lo que había aprendido recientemente con Kachan e intentó no cometer el mismo error.
—Perdón. No era mi intención intervenir. No es que haya pensado ni remotamente que eres débil pero tres contra uno no parecía demasiado justo incluso para alguien fuerte.
El niño continuo mirándolo con el ceño fruncido.
—Además seguro que no es que no te gusten los héroes. Probablemente no querías jugar con ellos porque querían forzarte a ser el villano ¿Verdad?
Entonces el niño ocultó su rostro bajo su gorra.
—Yo ..tanto a los héroes como a los villanos...los odio!
Antes de que Midoriya pudiera reaccionar, el niño lo golpeó en la entrepierna con toda la fuerza que sus pequeños puños podían reunir. Midoriya sintió el dolor dispararse por su cuerpo, su rostro palideció al instante y no tuvo más remedio que arrodillarse.
—¡Y también odio a los entrometidos que solo se lastiman a sí mismos por proteger a otros! —le reprochó el niño, mientras le pisaba la mano antes de salir corriendo, dejándolo en el suelo, confuso y con un dolor punzante.
En medio del dolor, Midoriya se preguntó cómo es que se había vuelto a equivocar. Reflexionó, sin poder evitar preguntarse si había malinterpretado completamente la situación.
Para su desgracia su teléfono comenzó a vibrar y tenía que contestar dado que podía ser alguien que quisiera informar sobre Dabi.
—H-hola... —logró decir, con la voz temblorosa.
—¿Midoriya? —La voz inconfundible de Todoroki sonaba seria al otro lado—. Ven rápido. Parece que alguien se presentó en la jefatura de policías y sabe algo sobre Dabi.
.
—Mi verdadero nombre es Momo Yaoyorozu — reveló ella quitándose las gafas de sol y acomodándose el cabello, como si con eso revelara su verdadera identidad. Aunque en realidad no había mucha diferencia.
—¡Ah! Estabas disfrazada —Midoriya comprendió de inmediato, casi en un grito de sorpresa—. Pero, ¿por qué?
—Bueno...
Pero antes de que ella pudiera responder, Todoroki interrumpió con una urgencia palpable en su voz.
—Creo que eso puede esperar —dijo, sus ojos fríos reflejando la seriedad de la situación—. Si sabes algo del sujeto del dibujo, te pido que me lo digas cuanto antes. De esto depende que pueda encontrar a mi madre
Yaoyorozu se puso más seria al escuchar eso.
—No sólo se algo. Puedo llevarlos hasta él— casi presumió —Basada en algunas suposiciones que serían muy complicadas explicar en este momento y también con un poco de suerte, me encontré con la persona que buscan. De manera discreta fingí tropezar con él y le pegué un chip rastreador en la ropa?
—¿Siempre cargas con rastreadores?— le cuestionó el jefe Tsukauchi.
—Mi quirk me permite crear cosas a conveniencia, siempre y cuando conozca sus cualidades físicas y cómo funcionan —explicó Yaoyorozu, con seguridad.
—¿Y puedes crear el localizador del rastreador en este momento?— preguntó Todoroki.
—Por supuesto. Si desvían la vista un momento podré dárselos— aseguró ella comenzando a concentrarse.
Midoriya y el jefe Tsukauchi hicieron caso en desviar y cubrirse la vista de inmediato pero Todoroki no lo entendió.
—¿Por qué...?
Yaoyorosu descubrió un momento la zona del pecho de su vestido y hasta entonces Todoroki desvío la vista.
—Aquí lo tienes— avisó al haber terminado, con un leve sonrojo y con la mirada conmovida extendiéndole el localizador a Todoroki que por un momento dudo en tomarlo —Si es verdad que lo necesitas para localizar a tu madre, esto te servirá— insistió ella y entonces Todoroki lo tomó.
El jefe Tsukauchi se puso en movimiento de inmediato, sacando su teléfono y llamando a su equipo mientras se dirigía a la puerta.
—Tu padre está en una misión, pero creo que nunca nos perdonaría si lo dejamos fuera de esto. Voy a intentar localizarlo y ver si ha terminado —dijo con seriedad mientras salía.
Todoroki se levantó y asintió, decidido.
—Yo también iré —declaró, siguiendo al jefe de la policía.
Tsukauchi lo miró un momento y, comprendiendo que Todoroki no soltaría el localizador por nada del mundo, no insistió en disuadirlo.
—Claro. Entonces, ven conmigo.
Ambos salieron con rapidez, pero justo cuando estaban por cruzar la puerta, Todoroki se detuvo. Regresó sobre sus pasos y miró a Midoriya y Yaoyorozu, quienes lo observaban desde el otro lado de la habitación.
—Gracias a los dos— dijo con una honestidad que resonó en el pequeño espacio.
Tanto Midorya como Yaoyorozu le sonrieron en respuesta, con una calidez que aligeró brevemente la tensión de la situación.
...
Shigaraki, con sus dedos inquietos, observaba a los miembros que lo rodeaban con una mezcla de frustración y determinación.
—Muy bien. ¿Ahora sí todos están entendiendo el plan? Porque no lo repetiré de nuevo —preguntó, dejando claro que su paciencia estaba al límite.
Dabi, de pie en una esquina oscura, cruzó los brazos, su rostro serio y despreocupado al mismo tiempo.
—Ya te dije que ese día estaré ocupado. No me gusta que me sigas contemplando en tu plan —lo confrontó, sus palabras cargadas de desdén.
Shigaraki frunció el ceño, su expresión oscura.
—No olvides que fue Kurogiri quien te ayudó con lo que nos pediste. Así que cualquier cosa que tengas que hacer puede esperar —respondió con tono amenazante, dejando claro que no aceptaría negativas.
Sentado en primera fila, Twice observaba la tensión en el aire, pero algo llamó su atención. Su mirada se fijó en la camiseta de Dabi.
—Oigan, antes de que la destrucción y el fuego se desaten, déjenme salvar a esta pequeña catarina que no tiene nada que ver con esto —dijo con una mezcla de seriedad y su característico tono ligero.
Shigaraki y Dabi voltearon hacia donde Twice señalaba, descubriendo algo inusual. En la camiseta de Dabi, una diminuta pieza electrónica se revelaba. Dabi frunció el ceño, pero antes de poder actuar, Shigaraki ya había extendido su mano. Con un gesto rápido, desintegró el aparato en su palma, su frustración evidente.
—¡Un aparato de rastreo! —dedujo con enojo, apretando los dientes.
—¿Dejaste que te pagaran un chip rastreador? Creo que no eres muy listo — comentó Twice.
En su mente, Dabi recordó el instante en que había tropezado en la calle con una extravagante chica de vertido rosa.
—Sí... Tal vez no soy muy listo —admitió Dabi, con una sombra de autocrítica en su voz.
Twice, sin embargo, no tardó en saltar con su optimismo desenfadado.
—¡No, no digas eso! Mejor piensa que ellos fueron demasiado inteligentes. ¡Sí, eso suena mejor! —intentó animarlo, como si la moral del grupo dependiera de que todos se mantuvieran optimistas.
Shigaraki, furioso, dio un paso adelante, sus dedos listos para desintegrar algo más que un rastreador. Su intención de atacar a Dabi era clara, pero antes de que pudiera hacer algún movimiento, Kurogiri apareció entre ambos, su presencia serena y calculadora.
—No, Tomura Shigaraki —intervino Kurogiri, su voz baja pero firme—. Podríamos usar esto a nuestro favor. Si saben dónde estamos, podemos atraerlos a una trampa. Pero para ello necesitaremos los poderes de Twice y debemos irnos de inmediato.
Twice, siempre en su propio mundo, levantó una ceja, desconcertado.
—¿Yo? —preguntó, señalándose a sí mismo con dramatismo, como si no estuviera seguro de haber escuchado bien.
Notas de la autora -
Listo el capitulo diecinueve. Sus comentarios siempre son bienvenidos! Muchas gracias por leer, seguir y darle like. Saludos!
