Sorpresa
Kagome
Todo pasó demasiado rápido y, antes de darme cuenta, me encontraba con mi taza de café en mano y observándo uno de los planos de un pequeño proyecto personal. Sin embargo mi mente no podía aparatarse de lo vivido esa mañana.
Inicio del flashback.
Mis manos y mis piernas estaban aferradas a su cuerpo mientras ambos tratábamos de regular nuestras respiraciones luego de que aquella corriente eléctrica nos atravesara, liberando todos nuestros más profundos deseos.
- ¿Estas bien? - pronunció con sus labios sobre la piel de mi hombro.
- Mejor que nunca. - escondí mi mirada en el suyo.
Nos quedamos así durante unos momentos, quizás temerosos de que hacer o decir una vez que nos alejáramos. Aún así, él fue el primero en pronunciarse.
- No eres una más. - acomodó uno de los mechones de pelo que cubrían mi rostro y me sonrió.
- Inuyasha... - fue lo único que logré articular.
- Kagome, yo no suelo decir estas cosas... justamente porque jamás las he sentido, bueno... no de esta manera, pero contigo... - y justo en ese momento su celular comenzó a sonar. - Maldición. - suspiró, apoyando su frente sobre la mía. - Lo siento.
- No te preocupes. - sonreí, besándolo rápidamente antes de que regresara a la habitación.
Descendí del mesón y en ese momento me percaté de que debía cubrirme, amén de que tuve que apagar la estufa antes de que el desayuno se quemara.
Supongo que lo mejor será ponerme la pijama.
Pero Inuyasha estaba en la habitación y no deseaba molestarlo. Aunque, por otro lado, era mi casa después de todo, por lo que me dirigí al cuarto y me detuve al escuchar aquellas palabras.
- Kikyo, no puedo ir ahora... puedes pasar por mi departamento a la noche, pero... ¿Qué tan urgente es lo que tienes que decirme? - un pequeño silencio se produjo, probablemente porque ella estaba respondiendo. - ¿Por qué no me lo dices ahora y nos ahorramos todo el drama? - un nuevo silencio. - Bien, te esperaré, adiós.
No podía creer lo que escuchaba. Después de lo que habíamos, ¿realmente iba a reunirse con Kikyo?
¿Y que esperabas? No es como si tu fueras su novia.
Apreté mis puños ante aquel pensamiento, pero en el fondo sabía que la voz en mi mente tenía razón.
No eres una más.
¡¿Entonces por qué jugar de esa manera?! Me recuerda tanto al imbécil de Bankotsu...
Ingresé sin más, pretendiendo demostrar que no había escuchado nada, pero al parecer mi cara dijo todo lo que mis labios eligieron callar.
- No es lo que piensas. - pronunció, colocándose sus pantalones.
- ¿De que hablas? - traté de hacerme la desentendida.
- No es necesario que me mientas. - sonrió. - Se que estabas escuchando. - no respondí, por el contrario sólo me dediqué a buscar mi ropa en el armario. - Puedes estar tranquila, no sucederá nada con Kikyo.
- ¿Acaso te pregunté lo que pretendes hacer con ella?
- No, pero quiero que sepas que, cuando yo digo las cosas, no es en vano.
- Inuyasha, no tienes que darme explicaciones. - mentí, ya que si me agradaba que las diera.
Aunque no me garantizaba que iba a cumplirlo.
- Lo se. - se encogió de hombros. - Lo hago porque lo deseo. - se colocó su saco. - Aparentemente tiene algo que decirme, se la escuchaba bastante alterada.
- ¿Y si o si tienes que esperara a la noche para que vaya a verte?
Mi contención se agrietaba lentamente y eso provocaba su sonrisa.
- Tendrás que aprender a confiar en mi, pequeña.
- ¿Y eso para que?
- Para lo que desees que suceda con esto.
Maldición... siempre tiene que ser tan ambiguo con sus palabras.
- Recuerda cuál es mi trabajo. - guiñó su ojo y un vacío inundó mi pecho. Verdaderamente había olvidado todo lo relacionado a SexPlay.
De acuerdo, esto me dice que definitivamente nada podrá suceder entre nosotros. Nada que vaya más allá de lo que sucedió esta noche.
- Es bueno tenerlo presente. - sonreí, colocándome mi ropa.
- Lamento no poder quedarme a desayunar, pero tengo que irme.
- Esta bien. - salí de la habitación en dirección de la cocina, pero antes de llegar, él me tomó del brazo, obligándome a voltear.
Sus labios abrazaron los míos, sorprendiéndome. Sólo fueron unos segundos, pero alcanzaron para hacerme sonreír internamente. Luego de eso, se marchó.
Fin del flashback.
Estaba atravesada por una marea de emociones entremezcladas, podría decirse que por momentos sentía que las cosas podrían ser, y por otros que eran imposibles.
Menee la cabeza, dejando de pensar en él y trasladé mi mente hacía lo que habíamos hablado de las marcas.
¿Será que internet habrá algo de eso?
Tomé mi móvil y, cuando estaba a punto de desbloquearlo, una llamada entrante desvió mi atención.
- Koga. - sonreí al responder.
- Buenos días, bonita, espero no haber llamado en un mal momento.
- No... no, estoy en el trabajo pero puedo hablar.
- Yo también... sólo quería decirte que no puedo esperar para verte esta noche.
¿Verme esta noche?
Mis ojos se abrieron ampliamente, al mismo tiempo en que cubría mi boca con la palma de mi mano.
¡No puede decir! ¡Me olvidé completamente de él!
- Oh, claro... - reí nerviosamente. - No tenias que molestarte.
- ¿Qué dices? Te he extrañado demasiado...
Decirle "yo también" sería demasiado hipócrita, ¿verdad?
- ¿Qué quieres cenar esta noche? - desvié el tema. - ¿O pedimos algo?
- No te molestes en cocinar, bonita, yo llevaré algo, ¿de acuerdo?
- De acuerdo... entonces, nos veremos en la noche.
- Nos veremos en la noche, te quiero...
Corté bruscamente y me quedé observándo la nada. Esas dos palabras me provocaron una punzada en el pecho y no precisamente de una manera agradable.
Te quiero.
- No... no Koga, ahora no.
No puedes querer avanzar en el momento en el que tengo un desastre emocional con Inuyasha Taisho.
Suspiré, tratando de tranquilizar a mi mente, suplicándole que no se adelantara a nada ni se perdiera en las fantasías. Volví a menear la cabeza y regresé al plano que estaba leyendo, decidida a concentrarme plenamente en el trabajo.
Un par de horas más tarde.
Terminé de ducharme y, ya con mi ropa puesta, salí hacia la cocina, secando mi cabello con la toalla. Mis ojos se enfocaron en el mesón y no pude evitar morder ligeramente mis labios al recordar lo que allí habíamos hecho por la mañana. Sin embargo, aquella cálida sensación se esfumó al escuchar el timbre del departamento. Y si, Koga ya era conocido en el edificio, por lo que el portero lo dejaba entrar sin más.
Y espero que no haya abierto la boca si es que vio a Inuyasha entrar anoche.
Caminé y emití un pequeño suspiro antes de abrir la puerta.
- Hola. - sonreí.
- Hola, bonita. - ingresó, abrazándome.
Al apartarse, pude notar las dos bolsas que sostenía y mi sonrisa se amplió inevitablemente.
- No puede ser. - murmuré, tomando una de ellas. - Lo recordaste... ¡Son mis favoritas!
Volví mis ojos a él y pude notar que su mirada estaba recorriendo el apartamento completo.
Casi como si estuviese olfateando el ambiente.
- ¿Sucede algo?
- ¿He? - me miró y sonrió. - No, bonita... sólo que extrañaba demasiado el venir por aquí.
- Pero viniste hace unos días.
- Un día lejos de ti ya es demasiado para mi. - acarició mi mejilla y yo me alejé levemente.
- ¿Crees que deberíamos calentarla? - elevé la bolsa que contenía la cena.
Él sonrió pícaramente y me maldije internamente por la mala elección de palabras que realicé.
- Creo que podríamos cenar dos veces. - llevó sus manos a mi cintura y mi cuerpo se tensó de inmediato.
Antes de que pudiese responder, sus labios se posaron sobre los míos, dejándome sin aliento. Rápidamente me pegó a su cuerpo, haciéndome notar sus verdaderas intenciones. Solté la bolsa y uní mis manos detrás de su cuello, continuando con aquella danza sensual de nuestras bocas.
No podía mentir, Koga me conocía bastante y sabía perfectamente de que manera tocarme para despertar mi deseo, amén de que su cuerpo era un sueño tanto para mis manos como para mis ojos.
Sus dedos descendieron por mi espalda, apretando fuertemente mi trasero al mismo tiempo en que me elevaba y yo envolvía mis piernas en su cadera, provocando el roce de su ya crecido miembro, con mi centro. Nuestras bocas estaban negadas a separarse, eso era evidente.
Me colocó sobre la mesa y, sin pensar demasiado le quité la playera, acariciando su piel desnuda y mordiendo mi labio inferior ante aquel contacto. Nuestras miradas se encontraron y el celeste de sus ojos me dejó sin aliento.
- ¿Me extrañabas? - sus dedos hicieron presión en la parte interna de mis muslos, separando mis piernas y, tomando mi shorts, lo deslizó junto con mis bragas, dejándome completamente desnuda de la cintura para abajo.
Sorprendentemente hasta para mi, la respuesta era afirmativa. Verdaderamente había extrañado no sólo sus caricias, si no también su suave voz y su manera tan dulce de tratarme.
Nuestras miradas se encontraron por última vez antes de asentir levemente y, en ese momento, su lengua se deslizó entre mis pliegues, arrancándome un sonoro suspiro.
Mi espalda se arqueó, dejándose llevar por cada uno de los deliciosos movimientos que su lengua realizaba. Mi mente se nublaba de a momentos y mi rostro se contraía en una expresión de absoluto placer.
Llevé mi mano a su cabello, quitando aquella coleta que lo sostenía y este cayó a ambos lados de su rostro como una marea nocturna alumbrada por unas esferas soñadas. Mordí mi labio inferior nuevamente, afirmando mi agarre sobre él mientras aceleraba sus movimientos, llevándome al cielo.
- Koga... - un leve gemido escapó y fue el detonante de lo que siguió.
Mi espalda chocó contra la superficie de la mesa en el mismo momento en que sus labios volvieron a devorar los míos y sus manos comenzaban a desabotonar su pantalón.
- Eres perfecta. - murmuró, tomándome con firmeza por mis caderas y penetrándome sin más.
Un pequeño grito fue mi respuesta a sus palabras. Mis manos comenzaron a arañar su espalda, sintiendo cada una de sus entradas, llenándome por completo.
- Kagome...
Mi nombre en su voz se escuchaba deliciosamente excitante y eso se reflejó en el hormigueo que comencé a sentir.
- Koga... - suspiré, tomando su rostro entre mis manos y besando su boca con hambre. - Más...
- ¿Más? - sonrió sin dejar de besarme.
- ¡Por dios! - aquel grito hizo que él mordiera mi cuello casi como de un acto reflejo se tratara. - Koga... no puedo más.
Y sentí como cada fibra de mi ser se estremecía ante aquella liberación, la cuál se apoderó de mi cuerpo tan intensamente que terminó por sorprenderme. Me aferré a su cuerpo sintiendo y disfrutando cada segundo de su explosión.
Y entonces caí en lo que acababa de hacer y mis ojos se abrieron ampliamente.
¡Maldición!
Una extraña e irrazonable culpa se apoderó de mi en ese instante, pero supe disimularla bien.
- Kagome. - murmuró, inclinándose sobre mi y dejándome un beso en la frente. - No puedo esperar más.
- ¿Qué? - busqué su mirada rápidamente, apartando parte del cabello que cubría su rostro.
- Kagome... yo... me estoy enamorando de ti.
¡¿Qué demonios acaba de decir?!
- Koga... ¿de que estás...?
- No puedo soportar más el hecho de que no seas mi mujer, Kagome.
No podía creer lo que oía, verdaderamente me había quedado sin palabras.
- Ko...
- ¿Qué dices? - me interrumpió. - ¿Qué piensas de esto que te estoy diciendo?
¿Qué... Qué pienso?
Por más que intentaba, las palabras no salían de mi boca.
- ¿Tú... querrías ser mi pareja, Kagome?
Inuyasha
Maldición, justo cuando estaba a punto de decirle a Kagome que me gustaría ver que sucede entre los dos, a alguien se le ocurrió llamarme.
Pensé, dirigiéndome hacía la habitación en la que se encontraba mi móvil. ¿Por qué decidí responder? Porque podían ser noticias de mi padre, de Zero o de todo este embrollo secreto que estaba viviendo.
Lo tomé y ni siquiera reparé si el número que me llamaba estaba, o no, entre mis contactos.
- ¿Quién habla?
- Inuyasha...
¿Kikyo?
- Kikyo, ¿Qué sucede?
- Inuyasha, necesito hablar contigo... es urgente. - se oía bastante alterada.
- Pues estamos hablando, dime.
- No... no, no podemos hablar de esto por aquí, no es seguro.
- ¿No es seguro? ¿de que demonios estas hablando?
- Inuyasha, por favor, ¿podrías venir a mi departamento?
- Kikyo, no puedo ir ahora... puedes pasar por mi departamento a la noche, pero... ¿Qué tan urgente es lo que tienes que decirme? - necesitaba saber si hablaba enserio o si sólo se trataba de una jugada.
- Demasiado... es muy importante, por favor Inuyasha...
- ¿Por qué no me lo dices ahora y nos ahorramos todo el drama? - la interrumpí
- ¡¿Es que acaso no entendiste que no podemos hablar por aquí?! - suspiró, tratando de calmarse. - Iré a tu departamento en la noche, ¿de acuerdo?
. - Bien, te esperaré, adiós. - corté, comprendiendo que no me estaba mintiendo.
Voltee ante el ruido de la puerta al abrirse y la vi ingresar, en ese momento supe que había escuchado todo y que, con toda seguridad, había malinterpretado las cosas.
Traté de dejarla lo más tranquila posible, después de todo realmente no sentía ni la necesidad ni el deseo de tener un encuentro físico con Kikyo. Aunque, si debía ser honesto, podía ver las señales de que Kagome era una persona bastante desconfiada y que no sería fácil de convencer, mucho menos después de haber visto mi trato con Kikyo y sobre todo teniendo en cuenta que SexPlay aún estaba entre los dos.
Aunque las cosas pueden ser más flexibles si ella ingresa en este mundo y sólo para hacerme compañía, ya que ni loco la dejaría que fuese a verse con otros hombres.
Terminé de cambiarme y, luego de disculparme y besar sus labios, salí de su departamento con rumbo a mi trabajo. Mientras manejaba pensaba que nada podía llegar a estresarme más, hasta que recibí una nueva llamada.
- ¿Qué quieres, idiota?
- Supongo que no has visto las noticias.
- Miroku. - suspiré. - Tu eres un noticiero andante, ya dime que es lo que sucedió.
- Hay una nueva victima.
- ¿Qué? - murmuré. - Eso significa que...
- Así es... aún no hay ni una pista de Zero.
- Eso significa que de mi padre tampoco hay novedades.
- ¿De tu padre?
Maldición, Miroku no tiene idea de lo que ha sucedido con él, después de todo la última vez que lo vi fue cuando envié a Saoto.
- Es una larga historia, mañana iré a tu casa y hablaremos bien.
- Mañana tienes la fiesta, ¿lo olvidaste?
- ¿Qué fiesta?
- Bien hecho, señor responsable. - se burló. - Mañana te quiero en la mansión antes del atardecer, de paso me cuentas lo que esta sucediendo.
- Lo que tu digas. - corté y mis ojos se posaron en el camino.
Llegué al trabajo y tenía la esperanza de poder resguardarme en mi escritorio, pero Sesshomaru apareció en el mismo instante en que las puertas del ascensor se abrieron, casi como si me hubiese estado esperando.
- A mi oficina, ahora.
Vaya, alguien esta de muy mal humor.
Comenzó a caminar y yo lo seguí. Luego de cerrar la puerta a mis espaldas, sin decir una palabra, prendió el tv que se encontraba colgando en una de las paredes e inmediatamente aquel video comenzó a reproducirse.
- ¿Kirinmaru? - murmuré al verlo aparecer en la pantalla.
- Buenos días, querido Taisho. - sonrió, mirando fijamente la cámara. - No he tenido noticias tuyas desde hace un tiempo y eso me preocupa... Dijiste que ibas a ponerte en contacto conmigo ni bien supieras algo del paradero de mi hermana y, ¿Qué crees? Aún no se nada de ti ni de ella. - una risa macabra abandonó sus labios. - ¿Será que acaso estas escondiendo algo y no quieres que me entere? - unió las palmas de sus manos. - Ya me estoy cansando de asesinar a desconocidos, asique supongo que deberé acercarme un poco más a los que te rodean... - se encogió de hombros. - Quizás eso haga que des la cara, bastardo. - su sonrisa se borró y la ira en su mirada se hizo evidente. - Tienes sólo un par de días más, de lo contrario olvidaré el pacto entre nuestros clanes y tú y tu linaje se extinguieran de una vez y para siempre.
Y con aquella amenaza finalizó el video.
- Eso llegó hace una hora. - pronunció mi hermano, girando sus ojos hacia mi. - ¿Te enteraste de la nueva victima?
- Miroku me avisó hace un rato. - respondí, sin apartar mis ojos de mi reflejo en la tv. - ¿Por qué insiste en que nuestro padre tiene algo que ver? - lo miré. - ¿Acaso hay algo de lo que yo no estoy enterado?
- Lo hay. - ni se inmutó. - Pero lo sabrás cuando sea necesario.
- ¡¿De que demonios estás hablando?! ¡¿Tú crees...?!
- Y es justo esa impulsividad lo que hace que padre quiera mantenerte al margen de las situaciones más complejas. - entrecerró sus ojos. - Eres débil.
- ¿Quieres probar mi debilidad? - empuñe mis garras.
- El día en que aprendas a controlar tus impulsos y tu mente... ese día sabré que te has fortalecido.
- Keh, yo siempre me comporté igual, idiota. - voltee, caminando en dirección de la salida.
- Y es por eso que estás donde estás, imbécil.
Fruncí el entrecejo ante aquellas palabras, sin embargo decidí salir y adentrarme en los demás proyectos que necesitaban mi atención.
La noche por fin se hizo presente y al llegar a mi departamento sólo tenía la intención de darme una larga ducha y dormir hasta que la alarma me sacara de mis más profundas pesadillas. Lamentablemente me había olvidado completamente de un detalle, un detalle que se volvió importante en el mismo momento en el que tocó el timbre.
- Maldición. - me levanté del sofá en el que había caído rendido y corrí hacía la puerta. Al abrir su mirada fue la encargada de gritarme que algo no estaba bien. - Kikyo... - murmuré.
- ¿Puedo pasar? - el hecho de que tampoco me saludara, ni se lanzara a mis brazos, sólo aumentaba la tensión en mi interior.
- Claro. - me hice a un lado y ella entró. Dio un par de pasos e inmediatamente cruzó sus brazos y miró hacía abajo.
- Kikyo, ¿Qué sucede? Tú no te comportas así.
- Inuyasha... - su voz tembló e inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas.
- No te entiendo... - ya estaba completamente alterado y ansioso por saber que sucedía.
- Lo siento tanto... por favor, perdóname.
- ¡¿Y como voy a perdonarte si no se de que me estas hablando?! - mi grito hizo que diera un respingo e inmediatamente me sentí culpable por intimidarla. - Oye, lo siento. - me acerqué, abrazándola. - Lo siento, a veces no controlo mis explosiones, discúlpame.
- Esta bien. - escondió su rostro en mi pecho, casi como si no deseara verme a los ojos.
- ¿Podrías decirme lo que sucede? - acaricié su cabello, tratando de calmarla.
- Inuyasha... - pude notar como la saliva viajaba a través de su garganta, amenazando con ahogar su voz. - Inuyasha, estoy embarazada.
Y todo se volvió silencio a mi alrededor, dejando solo el eco de aquellas dos palabras.
Extra.
Miroku.
Ingresé a la mansión, más precisamente a mi oficina y tomé mi teléfono. Luego de tres toques, su típica manera de responder hizo que sonriera.
- ¿Qué quieres, idiota?
- Supongo que no has visto las noticias. - no tenía tiempo para rodeos.
- Miroku... Tu eres un noticiero andante, ya dime que es lo que sucedió.
- Hay una nueva victima.
- ¿Qué? - murmuró. - Eso significa que...
- Así es... aún no hay ni una pista de Zero.
Y eso ya me esta preocupando en un nuevo nivel.
- Eso significa que de mi padre tampoco hay novedades.
- ¿De tu padre? - abrí mis ojos ampliamente
No me esperaba para nada esas palabras, ¿Qué había sucedido con Toga Taisho? ¿Y por qué yo no estaba enterado?
- Es una larga historia, mañana iré a tu casa y hablaremos bien. - y siempre evadiendo los temas que le incomodaban.
- Mañana tienes la fiesta, ¿lo olvidaste?
Por supuesto que lo olvidó, la responsabilidad no es el fuerte de mi mejor amigo.
- ¿Qué fiesta? - bingo.
- Bien hecho, señor responsable. - me burlé. - Mañana te quiero en la mansión antes del atardecer, de paso me cuentas lo que esta sucediendo.
- Lo que tu digas. - cortó, dejándome con las ganas de mandarlo al demonio por obligarme a tener que recordarle todo.
Inmediatamente, Naraku ingresó a la oficina.
- Buenos días, querido. - pronuncié, sentándome detrás del escritorio. - No te molestes en comunicarme sobre la noticia, ya lo sé.
- Oh no, Miroku. - sonrió. - Esto no tiene nada que ver con la joven asesinada y, si he de ser honesto, ese tema no me podría importar menos...
Arqueé mis cejas ante aquella respuesta, después de todo, cualquier demonio debería estar preocupado ante la desaparición de alguien tan emblemática como Zero, sobre todo teniendo en cuenta al clan al que pertenece.
- Entonces, ¿A que has venido?
- La señorita Kagura me dijo que quiere discutir algunos detalles sobre su posible asociación, mañana en la fiesta.
Sonreí a sabiendas de lo que aquello significaba.
- Dile a la señorita Kagura que con mucho gusto hablaré con ella. Oh, y por cierto... sus mejores amigas estarán en las mejores manos. - guiñé un ojo.
- Lo que digas. - me devolvió la sonrisa y salió del lugar.
- Bien... - tomé mi anotador y comencé a escribir en él.
¿Por qué no hacerlo en un ordenador? Simple, porque el único lugar en el que estos encuentros deben estar presentes es en esta libreta, la misma que se puede destruir en un dos por tres, sin dejar ningún rastro...
- Señorita Kagura, al parecer yo seré su anfitrión... la señorita Yura recibirá las atenciones de Inuyasha...
Lo siento amigo, pero cuando te di las mujeres de tu tipo, terminaste metiendo la pata.
- Koga es un lobo salvaje, supongo que Abi estará agradecida y mi buen Naraku... Tsubaki es toda tuya.
