Buenas, buenas, paso por aquí para decirles que, de ahora en más, los especiales que publicaba en mi página de Facebook (Cin-Fanfics) serán subidos en forma de capítulos, en donde veremos los demás accionares del resto de personajes que participan en esta historia. Los especiales de Secreto no serán obligatorios pero si podrán hacernos entender un poco más del porque de las cosas o, simplemente, nos darán un contexto de los demás involucrados.
Espero que les gusten y, demás esta decirles que agradezco infinitamente el apoyo que le están dando a esta historia :) ¡Muchas gracias a tod s los lectores y a quienes me dejan sus hermosos reviews! Sin ustedes nada de esto sería posible.
Ahora si, espero que disfruten de este especial y me digan... ¿Qué les pareció? Los leo :D
Perspectivas
Kikyo
El desayuno con Inuyasha fue mucho mejor de lo que esperaba, me sentí tan feliz y agradecida de saber que él iba a ser el padre de mi bebé que decidí que, durante los días que vinieran, le daría una pequeña probada de lo que podría ser una vida juntos.
Antes de que él fuera a su trabajo, tuvo la amabilidad de dejarme en mi departamento.
- Bien, cualquier cosa que necesites puedes llamarme, ¿de acuerdo?
- De acuerdo. - sonreí. - Inuyasha... muchas gracias.
- No tienes que agradecerme, Kikyo. - verlo sonreír al pronunciar mi nombre era simplemente mágico.
No pude aguantarme, por lo que tomé su rostro entre mis manos y lo besé, tratando de transmitirle todo el amor que sentía y, para mi suerte, él no buscó apartarse ni se quejó.
- En unos días agendaré una cita con el médico, ¿podrás acompañarme? - la sorpresa en su rostro me dio un pequeño susto. - Si no puedes...
- No... no dije que no podía, tú... tú sólo avísame, ¿si?
- Si. - amplié mi sonrisa y descendí, dedicándole una última mirada. - Gracias por todo, Inuyasha... te quiero.
Y la cerré sin esperar respuestas. Caminé hasta la entrada y noté que él no se fue si no hasta que yo ingresé, lo cual me hizo sentir más que protegida.
- Inuyasha es un gran hombre. - murmuré, entrando al elevador y colocando ambas manos sobre mi vientre. - Mi hijo tendrá un gran papá.
Eso si verdaderamente él es el padre.
Menee la cabeza, tratando de apartar aquel pensamiento, después de todo no me importaba la paternidad de sangre, yo ya había escogido la mejor opción para mi pequeño/a
Ahora sólo necesito deshacerme de Naraku y lo primero era tirando... eso.
Era increíble como el hecho de saber que iba a ser madre había despertado en mi una especie de rechazo hacia su persona, aún cuando mis emociones se contradecían internamente entre el amor que le tenía y lo que sabía que era mejor para todos.
Me detuve frente al armario en donde guardaba aquello de lo que planeaba deshacerme y, por alguna razón, por mi mente cruzó el momento exacto en el que Naraku y yo nos conocimos.
Inicio del flashback.
La noche en el bar estaba mucho más tranquila que de costumbre. Pocas personas habían llegado a beber y yo era una de ellas. La jornada en la oficina había sido bastante tranquila, aún así mi dolor de cabeza me estaba matando y traté de callarlo con un trago de Wisky.
- ¿No crees que es demasiado?
Voltee ante aquella profunda voz que se escuchó demasiado cercana para mi gusto, y me encontré con lo primero que me sorprendió. Sus ojos rojos poseían una intensidad que me atravesó, pero no de manera desagradable.
- No para mi. - respondí seriamente y una sonrisa se formó en sus labios.
- Buenas noches, mi nombre es Naraku.
- Soy Kikyo. - la tomé, sintiendo una corriente eléctrica que recorrió todo mi cuerpo en ese momento, haciéndome saber que no había conocido a un hombre como los demás.
Fin del flashback.
- Naraku. - murmuré.
Mis ojos se posaron sobre aquel objeto y lo tomé, observándolo detenidamente.
El deshacerme de esto también implica el traicionarlo... ¿estoy lista para hacerlo? ¿Estoy lista para tratar de olvidarlo y concentrarme en Inuyasha y mi bebé?
- Hm. - sonreí, cerrando mis ojos. - Como si Naraku fuera a dejarme ir tan fácilmente. - volví a dejar aquella cosa en su lugar. - Quizás lo mejor sea esperar un poco más, pero... ya no le haré daño a Inuyasha, ya no más.
Sesshomaru
La observé colocarse aquel ajustado vestido morado y voltear a verme mientras se colocaba su antifaz.
- ¿Luzco bien? - no respondí, jamás respondería a una pregunta tan estúpida como esa. Mucho menos si venía de parte de una mujer.
Llevo demasiados años en este mundo como para someterme a los encantos de cualquiera, sin importar si es demonio o humana. Yo no soy como el debilucho de mi hermano.
Pero con Kagura no era tan simple y eso me molestaba. Ella y yo nos habíamos conocido gracias a Inuyasha y el traidor de su amigo.
Inicio del flashback.
- ¿Desde cuando haces reuniones nocturnas? - pregunté desde el borde de la escalera que conectaba la sala principal del castillo con la segunda planta.
- Desde que crecí. - me respondió sin voltear mientras mis ojos se posaban en sus acompañantes.
- Vamos, Sesshomaru. - el amigo del idiota sonrió. - ¿No vas a unirte a nosotros?
- Déjalo. - aquella mujer intervino. - Sesshomaru Taisho no parece ser de los más sociables.
- ¿Y quién crees que eres tú para decir eso? - descendí, intrigado por saber hasta donde la supuesta valentía de esa mujer era capaz de llegar.
- Kagura Saotome. - sonrió. - Media hermana de Bankotsu Yamamoto. - señaló al estúpido.
- Vaya, ya comprendo porque eres tan altanera.
- Oye, estoy aquí. - entrecerró su mirada.
- Lo se, puedo olerte.
- Sesshomaru, no espantes a mis amigos.
- Tranquilo, él no mete miedo. - a Bankotsu le encantaba arriesgar su vida al parecer.
- Me gustaría verte pelear con él, hermano. - la mujer sonrió. - Estoy segura de que te daría una paliza.
- Ja, ¿eso crees?
- Al menos ella es más inteligente que tú. - respondí, compartiendo una mirada con Kagura.
Fin del flashback.
- Ya, no estés triste, puedes venir si lo deseas.
- Hm, estar rodeado de estúpidos humanos no es mi deseo.
- A veces me pregunto, ¿Cómo has hecho para sobrevivir tanto tiempo?.
- Eso no es de tu incumbencia.
Nuevamente aquella sonrisa seductora apareció al mismo tiempo en que se acercaba y besaba mis labios con aquella pasión, la misma que solía encenderme sin más.
- Es una pena que no quieras ir a esa fiesta. - murmuró en mi oído. Volteó y caminó hacía la salida. - Pudimos habernos divertido mucho allá.
Sin esperar respuesta, salió. Me puse de pie y me dirigí al baño con la intención de acomodar mi ropa.
Una estúpida fiesta de humanos y demonios... Quizás me de una vuelta por allá más tarde, después de todo no tengo nada mejor que hacer.
Kirinmaru
No había nada que detestara más que las reuniones de humanos, pero mi hermano insistió tanto en que viniera que finalmente logró convencerme.
Quizás podamos encontrar algo que nos de una pista sobre el paradero de Zero.
No pude refutar aquel argumento y allí me encontraba, desde la penumbra de la segunda planta, esperando que Hoshiyomi, amigo de Magatsuhi, comenzara con aquel patético discurso que no podía importarme menos.
Mis ojos viajaban hacía cada uno de los integrantes de ese lugar, sin embargo aquel olor captó rápidamente mi atención. Mi vista se posó en la puerta y allí los vi entrar. El hijo menor de Taisho venía acompañado del mismo amigo con el que lo había visto toda su vida, pero lo que si me sorprendió fue quién los acompañaba y no, no me refería al líder de los lobos yokais, si no a Naraku.
¿Desde cuando eres del bando de los "buenos"?
- Hm. - sonreí y desvié mi mirada. Después de todo, lo que él hiciera no era de mi incumbencia.
Busqué a mi hermano y lo encontré hablando con dos jovencitas. Una de ellas estaba de espaldas y pude notar que poseía un largo y lacio cabello negro, uno que llegaba poco más abajo de sus caderas, llevaba un vestido blanco ajustado a su cuerpo y largo hasta los tobillos.
¿Alguna de sus próximas víctimas, quizás?
Sonreí ante aquel pensamiento, sin embargo aquella sonrisa se esfumó cuando vi que volteó al ver como su amiga se alejaba.
- No puede ser... es imposible. - murmuré, separando ligeramente mis labios. - Ella...
No lo pensé y caminé hacía las escaleras, descendiendo lo más rápido posible. Me abrí paso entre la multitud y, cuando estuve a unos metros de mi hermano, me aseguré de que me observara. Mi expresión se ensombreció y, con un leve movimiento de cabeza, le indiqué que se acercara.
- Discúlpame, bonita. - le susurró, tomándola por los hombros, haciéndome rabiar.
- Escúchame bien porque sólo lo diré una vez. - pronuncié al tenerlo de frente. - Ni se te ocurra volver a acercarte a ella. No quiero que la toques y, si es posible, ni la mires, ¿fui claro?
- Vaya hermano, ¿desde cuando...?
- ¡Largo!
Sin perder su altanera sonrisa, se marchó y finalmente mi mirada se cruzó con la de ella.
Kahori... sigues tan hermosa como la última vez que te vi.
- Buenas noches, señorita. - sonreí, tomando su mano y besando su dorso. - Lamento si mi hermano la molesto.
- No se preocupe, señor. - me sonrió.
Aquella perfecta sonrisa tan llena de alegría y vitalidad.
- Por favor, dime Kirinmaru, ¿tú te llamas...?
- Himari.
Quizás ese sea tu nombre en este mundo, pero para mi te sigues llamando Kahori, aunque... tu aroma...
- Un placer, señorita Himari. - mi sonrisa se amplió. - Disculpe que le pregunte tantas cosas pero, ¿ha venido sola?
- No, estoy con mi familia, de hecho... - y en ese momento, el imbécil de Hoshiyomi decidió comenzar con su discurso. - Oh, disculpe pero debo irme, un placer conocerlo señor Kirinmaru.
Me dedicó una última sonrisa y se alejó, perdiéndose entre las personas.
Mi amada Kahori.
Kagura
Salí de aquel motel y el Uber ya se encontraba afuera.
- ¿Cuánto tiempo más teníamos que esperarte? - Abi fue la primera en pronunciarse.
- El necesario, querida. - sonreí, ingresando al auto y dándole la dirección al chofer.
- ¿Para que nos llevas allá? - como siempre Tsubaki y sus quejas.
- ¿Por qué siempre cuestionas todo? - Yura, desde el asiento del copiloto se pronunció. - Espero que ese muchacho al menos te quite el mal humor esta noche.
- Si al menos supiera quien es...
- Tranquila. - intervine. - Si trabaja para Miroku seguramente será guapo como él.
- Uy, Kagura... ¿acaso vas para verte con ese? - Abi arqueó sus cejas.
- ¿Qué comes que adivinas?
Al menos ese pretexto si será creíble.
Inicio del flashback.
El amanecer recién estaba comenzando, sin embargo aquello no me iba a impedir el ir a su departamento. Ingresé gracias a que otra persona, muy amablemente, me dejo pasar cuando estaba saliendo, por lo que sólo me quedaba llegar hasta su puerta.
- Vaya, que sorpresa. - sonrió al abrir.
- Ya se que no me esperabas, pero bueno...
- Bienvenida. - se hizo a una lado. - ¿Qué te trae por aquí tan temprano?
- Hay una fiesta este viernes... - mis ojos recorrieron aquel lugar.
- Lo se, yo tengo que trabajar allí... ¿Qué es lo que deseas?
- Qué consigas que me dejes entrar.
- ¿Y para que quieres ir?
- Mis planes no son tu asunto. - sonreí, acomodando un poco su camisa. - Somos familia, ¿ya lo olvidaste?
- ¿Y tú crees que los lazos de sangre significan algo para mi? - pasó por mi lado, en dirección de la cocina.
- Soy tu prima menor, ¿ni siquiera por eso tendrás consideración?
- Dime lo que pretendes y lo pensaré...
- Necesitas mas aliados, ¿verdad? - me miró y supe que había captado su atención.
- ¿Y en que me ayudarías tú?
- Bueno... tú ya estas vigilando a Inuyasha según tengo entendido, quizás... yo podría encargarme de su mejor amigo. - sonreí.
- ¿Te interesa Miroku?
- Me interesa su negocio.
- Vaya, ¿entonces si era ese el verdadero motivo por el que me pediste que te lo presentara?
- Jamás tuve motivos para mentirte. - me encogí de hombros. - Yo no tengo la culpa de tu naturaleza desconfiada.
Antes de que pudiese responderme, su celular sonó
- ¿Hola?
¿Quién podía llamarlo a esta hora?
- De acuerdo, bonita, te espero. - y cortó.
- ¿Tienes novia? - crucé mis brazos. - ¿Por qué nunca me lo dijiste? Hace meses que estoy aquí.
- Porque no me interesa compartir mis cosas con nadie.
- No me digas que es una humana...
- Mis asuntos no te interesan.
- Al menos podrías decirme su nombre.
- Se llama Kikyo y no preguntes más.
Me quedé en shock no se por cuanto tiempo, sólo se que reaccioné ante el sonido del timbre del departamento y no lo dudé, fui a abrir. Una joven mujer con un largo cabello negro y ojos castaños apareció y, al parecer, mi presencia no le agradó o al menos eso reflejó su mirada.
Definitivamente es humana, Naraku... ¿desde cuando te codeas con ellos?
- Buenos días. - sonreí. - ¿Eres Kikyo?
- ¿Disculpa?
Uy... mente débil, pero hay algo que no esta bien con esta mujer...
- Kagura. - voltee ante el llamado de Naraku. - Déjala pasar.
Y así lo hice, la deje ingresar mientras él se acercaba con su café en la mano.
- ¿Ella es tu novia? - no podía resistirme a la idea de torturar a una mente tan maleable como la que ella parecía poseer.
- Kagura, ¿tienes algo más que decirme? - prácticamente me estaba echando con la mirada, lo supe en aquel brillo.
- No querido. - la miré a ella, tratando de observar su vientre y corroborar lo que estaba intuyendo. - Eso es todo.
- Bien, entonces nos veremos este fin de semana.
Esa tal Kikyo, que no me sacaba los ojos de encima, los entrecerró, dándome el pie para poder observarla completamente y si... definitivamente esta mujer estaba embarazada.
- Por supuesto que nos veremos. - le dedique una última mirada Naraku con la suficiente sensualidad como para que ella pensara que éramos algo más.
Un pequeño castigo por no confiar en la mujer con la que creciste, primo querido.
- Estaremos en contacto.
Voltee y me dirigí a la puerta, ignorando completamente a la susodicha en cuestión, después de todo, ninguna humana formaría parte de mi familia, jamás.
Fin del flashback.
- Nos espera una gran noche, chicas. - sonreí, mirando al exterior por la ventanilla. - No tengas dudas de eso.
Magatsuhi
- ¿Todo listo? - coloqué la mano sobre el hombro de Hoshiyomi, quien me dedicó una mirada de desprecio.
Y eso me encantaba.
- Ni siquiera entiendo el porque me haces hacer estas estupideces.
- Porque necesito tener a mis aliados cerca... - sonreí. - Y a mis enemigos más.
Además... hay algunas cosas que necesito corroborar. Demasiadas sospechas que me vienen persiguiendo.
- ¿Qué hay de ti, bonita? - miré a su hija.
- Oye, ya te dije que no te dirijas de esa manera a Ayame.
- Lo siento, sólo me dejo llevar.
- Ellas ya están aquí, recién me enviaron un mensaje.
- Perfecto... - pase mis ojos por todo su cuerpo, tratando de reprimir los más oscuros deseos que afloraban al exterior. - Tú te encargarás de ellas, ¿de acuerdo? - asintió.
- Eres una buena señorita, Ayame. - mi mirada se dirigió a su padre. - Quiero tu discurso en 5 minutos.
Sin esperar respuesta, salí de aquella habitación y me adentré en el salón, el cual estaba repleto.
Ese aroma... no es igual pero es similar, ¿realmente será posible?
Seguí aquella fragancia, la cual me obligó a adentrarme en la multitud hasta dar con la dueña de ella y me sorprendí, me sorprendí con creces.
¿Entonces los rumores eran ciertos?
Me acerqué como quien no quiere la cosa. Ella se encontraba charlando con otra joven, sin embargo no fue impedimento para interrumpirlas.
- Buenas noches, señoritas. - sonreí. - Lamento interferir en su charla, pero me pareció oportuno el presentarnos.
Ambas me miraron y efectivamente corroboré que se trataba de Kahori. Inevitablemente mis ojos se posaron en ella y tuve que hacer un esfuerzo descomunal por ocultar el deseo que me invadió en ese momento.
Tranquilo... se que ella es una presa deliciosa, pero no es el momento... aún no.
- Mi nombre es Magatsuhi... Magatsuhi Sakana. - tomé la mano de Kahori en el mismo momento en que la otra joven se alejaba.
- Bu... buenas noches, soy Himari.
Típicos de los humanos, no recordar absolutamente nada de sus vidas pasadas.
- Himari, que hermoso nombre... dime, ¿con quién has venido esta noche?
- Con mi familia. - desvió su mirada, visiblemente incómoda.
Vaya, no puedo percibir ni siquiera un rastro de aquella mujer que era capaz de aniquilar a un demonio con sólo una simple flecha.
Estaba por hacerle una nueva pregunta, pero pude sentir aquella energía que me atravesó y mis ojos vieron al frente, encontrándome con la pesada mirada de mi hermano mayor.
Sigue siendo tu debilidad, ¿verdad Kirinmaru?
- Discúlpame, bonita. - le susurré a Kahori, tomándola por los hombros a sabiendas de que eso lo enloquecería.
La hice a un lado y acorté la distancia entre él y yo, sin embargo no me dejó pronunciar ni una sola palabra.
- Escúchame bien porque sólo lo diré una vez. Ni se te ocurra volver a acercarte a ella. No quiero que la toques y, si es posible, ni la mires, ¿fui claro? - el desprecio en su tono de voz era exquisito.
- Vaya hermano, ¿desde cuando...?
- ¡Largo!
Le sonreí y me fui, perdiéndome entre la multitud con la certeza de que las advertencias eran ciertas, ella estaba aquí y eso podía ser mi bendición o mi condena, todo dependiendo de la manera en la que jugara mis cartas.
