Notas:
¡Aquí Verá! ¿Me extrañaron?
Primero quiero Ofrecerles una disculpa si no he actualizado desde hace casi dos meses.
Pero aquí tienen, un capítulo más de este fic.
Espero les guste ya que tratará un poco sobre Yoshio y como es la relacion de Satoru siendo padre y en el siguiente capítulo por fin se hablará completamente de Utahime.
Sin más, disfruten la lectura, espero subir pronto el siguiente capitulo.
Capítulo 19. Padres e Hijos
Una vez los tres salieron de aquel dojo, los sirvientes de Satoru se apresuraron a llevarles prendas limpias tanto a su líder como a Okkotsu, esto a solicitud de su amo.
Ambos hechiceros se estaban cambiando en un pequeño espacio con algunos biombos que tenían en la entrada de aquel edificio para mayor comodidad.
—¿No queremos que "ella" se enoje si nos ve llegar a la mesa llenos de tierra y sangre? ¿Cierto? — Satoru compartió una sonrisa de complicidad con su hijo.
Yoshio rio por ese comentario.
—Definitivamente ella se va a enojar si te ve así de sucio, papá.
—¿Ella?— pregunto Yuta confundido, alzando un poco la cabeza por aquel biombo.
—Bueno Okkotsu — Satoru miro a su invitado con una gran sonrisa mientras estiraba los brazos una vez salió de aquel biombo con su ropa limpia — es hora que conozcas a un miembro más de esta familia.
Satoru se había puesto algo más fresco, se había enfundado en un hakama gris. Llevaba puesta una camiseta blanca, lisa y sin adornos, la cual contradecía la exuberancia del kimono morado que llevaba sobre los hombros, aquel color era digno de todo un líder, el cual dejo abierto.
En cambio, Yuta tuvo que despojarse tanto de su chaqueta blanca, la cual quedó rota por la pelea y manchada de sangre como también de su camiseta negra.
Los sirvientes le proporcionaron una camiseta limpia en color blanco. También le dieron una toalla para que se limpiara el sudor y de paso la sangre que ya había dejado de brotar de su frente gracias a su técnica maldita inversa. Así como también le entregaron un pans deportivo en color azul oscuro, ya que su pantalón también había quedado bastante sucio.
—Gracias— dijo este entregando su ropa sucia una vez terminó de cambiarse.
—Bueno, quiero que limpien muy bien este dojo y que lo dejen como nuevo. Y de paso, no quiero que le digan nada a mi esposa sobre lo ocurrido en este lugar ¿entendido? — ordeno Satoru.
—Entendido mi señor— dijo uno de los sirvientes mientras todos los demás empezaban a arreglar los daños que había en aquel lugar.
Incluso Yuta dejó su espada en aquel dojo, ya que al lugar a donde irían ya no la necesitaría.
—Vamos Okkotsu, es hora de ir a comer.
—Bien ¿Por dónde deberíamos comenzar?— cuestiono Satoru mientras elegía que debía comer primero de aquella hermosa mesa que los sirvientes del clan le habían preparado dentro del kiosko como él había ordenado.
Yuta se deslizó en el asiento frente a Satoru. Al hacerlo, su mirada se posó en las tres sillas vacías que estaban a su lado. Así que supuso que otras personas se le iban a unir en poco tiempo.
—¿Un poco de té, Satoru kun?— pregunto una mujer ya mayor, está ya tenía bastantes arrugas en su rostro por el paso del tiempo, su cabello, el cual en el pasado había sido negro, ahora estaba teñido mayormente de canas.
Lo que destacaba de ella en ese momento era su kimono, el cual era distinto a los de los sirvientes. Este era muy colorido y digno de una mujer de élite. Así mismo, está mujer parecía estar llevando el control de aquella comida, ya que daba instrucciones a los sirvientes sobre como debían ser servidos aquellos alimentos.
—Muchas gracias Suegrita y si, algo de te nos haría bien a ambos ¿Cierto, Yuta?— comento el albino con una gran sonrisa y con su mano señaló a su invitado.
—Yo también quiero te, abuelita— dijo Yoshio tiernamente, mientras movía su vaso de bambú.
Aquella mujer procedió a servir aquel liquido en aquellos tradicionales vasos. Por la manera en que lo hacía, está mostraba señales de que era una mujer educada tradicionalmente en el arte tanto de servir el té como en atender a la gente.
—Con cuidado mi vida que está caliente— contesto amablemente, mostrando demasiado cariño hacia su nieto de ojos azules. Al cual consentía demasiado que incluso le preparo una comida especial solo para ese pequeño.
Yuta clavó su mirada en esa mujer, si le mirabas con atención, podías notar el gran parecido físico con su hija Utahime.
—¿Gusta un poco de té? Este podría ayudarte a recuperar tus fuerzas al igual que la comida que ya te hemos servido — pregunto esa mujer a Yuta. Quien se veía cansado por la pelea que tuvo con Satoru minutos atrás, sumado a lo poco que había dormido la noche anterior.
El invitado hizo un si con la cabeza.
—Si, por favor y muchas gracias— respondió con amabilidad.
—Umeko san— La nombro Satoru — De ahora en adelante, trate muy bien a este muchacho porque él no tardará en ser el siguiente líder de este clan— comento con una gran sonrisa antes de beber de su vaso.
—¡Oh!— aquella declaración dejo muy sorprendida a esa mujer, quien cambió su postura a una más erguida para dirigirse a Yuta con suma educación.
—Entonces es un gusto conocerlo mi señor, me alegra ver a otro miembro principal del clan Gojo venir a visitarnos y de paso, a comer lo que les he preparado— dijo aquella mujer haciendo una leve reverencia— Espero esta comida sea de su agrado.
—Muchas gracias. Por cierto, su comida esta deliciosa— el invitado contesto amablemente, antes de llevarse un rollo más de verduras a la boca.
—Es un placer servirles— contesto Umeko con amabilidad.
Ante tales palabras dichas por Satoru, Yuta solo lo miró fijamente, realmente ese tema también lo debía hablar seriamente con él, ya que el rumor sobre que sería el próximo líder parecía estar haciéndose realidad.
—La comida ya está completamente servida para ustedes dos como ordenaste Satoru Kun y no duden en pedir más— Umeko se dirigió a su yerno —Aun así, no creo que tarden los demás en unirse a la mesa — comento con amabilidad.
—Gracias Umeko san, realmente no sé qué haríamos sin ti— dijo el albino con serenidad y una sonrisa antes de tomar más té.
Una vez esa mujer se dio la vuelta y empezó a dar más órdenes a los sirvientes, Yoshio se levantó y fue corriendo con su abuela para asegurarse de que de postre le sirvieran su helado.
Realmente ese niño hacia las cosas a su manera y a su capricho.
La sujeto por un costado de su kimono.
—¡Abuelita! Sabes que de postre quiero helado ¿No lo olvidaron? ¿Cierto?
—Hemos traído de varios sabores mi vida— respondió esa mujer acariciando el cabello de su apreciado nieto.
Yuta miro con detenimiento a ese niño, quien por un momento, le recordó a sus hijos, aunque agradecía que ellos no fueran tan caprichosos como él.
Sonrió al recordar la primera vez que los conoció. Esos pequeños le habían regresado la vida a su frío corazón e incluso se llegó a imaginar que sabor de helado eran sus favoritos. Realmente deseaba poder estar con ellos en aquel momento.
Esa mirada la noto Satoru. Aquello fue perfecto para dar inicio a aquella charla.
—¿No te parece que mi hijo es un niño muy tierno?— pregunto con orgullo, mientras tomaba con sus palillos algunos alimentos que su suegra le había preparado.
—Así parece— comento Yuta llevándose más comida a la boca. De verdad tenía hambre ya que hacía rato que había desayunado. Y pelear contra Satoru, solo hizo que le diera más hambre.
Aquella comida era un deleite al paladar, sabía demasiado deliciosa y tenía un toque equilibrado.
Satoru recargo su codo en la mesa, terminando de comer aquella pieza de sushi que había tomado con sus palillos.
—Si lo miras con atención, notarás que físicamente se parece a Utahime. Aunque de mi heredó los ojos y el carácter, aunque creo que eso es más que obvio —suspiro— Pero confieso que me hubiera gustado que lo conocieras en otras circunstancias.
—¿Así que eso de que no podías tener descendencia es solo un rumor para proteger a tu hijo?— pregunto Yuta regresando su mirada a su anfitrión.
—Como dije, lo es. Llevamos seis años ocultando el nacimiento de Yoshio.
—¿Seis años?— cuestiono Yuta levantando ambas cejas. Por un momento, las cuentas no le cuadraron entre las edades de sus hijos.
—Si, seis años— Satoru regreso su mirada hacia su hijo, quien estaba entretenido con su abuela, ya que esta le estaba sirviendo helado a su gusto.
Gojo siguió explicando.
—En sí, Yoshio apenas cumplió los seis años el pasado 12 de febrero. Y Si no me falla la memoria y según lo que leí en el reporte médico, tus hijos nacieron en octubre, ¿Cierto? Eso significa que la diferencia entre nuestros hijos es por meses — hizo una pausa— Pero los tuyos nacieron prematuros, ¿No? Técnicamente, eso los convierte en los mayores.
Yuta suspiro.
—Así es, fueron prematuros ya que nacieron a las 33 semanas— dijo en un tono de tristeza, reflejando el dolor que aún sentía por lo poco que Mai había mencionado en su carta sobre aquel complicado nacimiento— imagino que mis hijos pasaron por mucho siendo tan pequeños, pero — su rostro se iluminó en una sonrisa al recordarlos jugar—Pero hoy en día, son dos pequeños muy sanos.
—Suertudo, tu y Maki sí que supieron darle al blanco para engendrar a dos bebés en un solo embarazo. Quien diría que eres todo un semental — comento Gojo en una risita pícara.
Aquello hizo que su anfitrión se pusiera rojo de la vergüenza.
Satoru siguió con la conversación.
—En fin ¿Y se supone que tus hijos ya van a cumplir siete años el próximo octubre? ¿cierto?— pregunto con algo de intriga.
Yuta soltó el aire en una mezcla entre molestia y tristeza.
—Así es, ellos cumplirán siete años dentro de dos meses, en si ellos son del 7 de octubre — sus manos se hicieron puños sobre la mesa —siete años que me he perdido en la vida de mis hijos...— Miro con seriedad a Satoru.
—Bueno, aún estas a tiempo de convivir con ellos y recuperar ese tiempo perdido. Nunca es tarde para comenzar desde cero — soltó Satoru con imprudencia, mientras sujetaba un pequeño aperitivo con sus palillos.
—Para ti es fácil decirlo... — la molestia estaba latente en la voz de Yuta— De seguro tú has estado con tu hijo desde que nació y quizás estuviste al lado de Utahime durante todo su embarazo. Yo ni siquiera pude vivir esa etapa con Maki y mis hijos.
Satoru no se quedó callado y se defendió a esa contestación rápidamente
—Pero aun así, mantenerlo en secreto no ha sido nada fácil ¿sabes?— comió un poco más.
Trago y siguió hablando.—Ocultarlo de los antiguos peces gordos fue una tarea complicada, y aún en la actualidad, mantenerlo en secreto de los demás clanes no ha sido nada fácil, por suerte, solo unas pocas personas conocen de su existencia—. Hizo una pausa y suspiró —Solo estoy esperando a que crezca un poco más para finalmente presentarlo oficialmente como mi hijo.
El invitado analizo todo eso que Satoru había dicho.
—Entonces ¿Es por ese motivo que Yoshio lleva el apellido Iori y no el Gojo?
—En parte lo es— Respondió Satoru tronando los dedos, Yuta había dado con la respuesta correcta—Decidimos ponerle el apellido Iori tanto para protegerlo como para evitar que lo separaran de nosotros. Yo no quería que nos separaran de él como lo hicieron conmigo cuando yo era un recién nacido—Se le notaba triste al decir aquello, además era la primera vez que hablaba de ese tema— Ya que yo nunca conviví con mis padres, ya que apenas nací con esta "bendición de poder", fui separado de ellos y lamentablemente mis progenitores no saben nada de mí y yo no sé nada de ellos— explico soltando el aire con tristeza —Y básicamente yo no iba a permitir que eso se repitiera, así que hicimos esto de ponerle el apellido de su madre para que no nos separaran del todo de nuestro hijo.
—¿A qué te refieres con separaran del todo?— pregunto Yuta con confusión.
Satoru observó a su suegra con una mezcla de respeto y gratitud. Sabía que le debía mucho a esa mujer por el cuidado que había brindado a Yoshio.
—Me refiero a que sus abuelos maternos han sido quienes lo han criado durante la mayor parte de su vida. Desde su nacimiento, Yoshio ha estado escondido en un santuario bien protegido, el cual, casualmente, se encuentra muy cerca de aquí —dijo mientras movía ligeramente su taza de té, manteniendo la calma en su expresión.
—¿Te refieres a que la familia Iori lo ha criado desde su nacimiento?
—Así es, La familia Iori es una familia de sacerdotes con gran renombre dentro de nuestro clan, y han sido leales servidores por generaciones. Por esa razón, la sede nunca ha intervenido ni han sospechado de ellos, ya que están bajo nuestra protección —añadió, dirigiendo su mirada hacia su invitado— Gracias a eso, hemos logrado que el nacimiento de Yoshio pasara desapercibido, ya que la familia Iori ha fingido que nuestro hijo pertenece a "otro" familiar de ellos. Y hasta ahora, ese plan ha funcionado perfectamente durante seis años —concluyó antes de dar un sorbo a su bebida.
Yuta suspiro por todo lo escuchado
—¿Así que básicamente Yoshio no vive aquí con ustedes?— pregunto con tristeza.
Satoru soltó el aire con total pesar ante tal pregunta, la cual le dolía responder.
—Es cierto. Solo lo vemos algunos días de la semana o durante ciertas temporadas. Por ejemplo, estará con nosotros estas vacaciones de verano, ya que en su colegio privado acaban de terminar las clases. Sin embargo, la mayor parte del año vive con sus abuelos, sobre todo cuando debo salir de la ciudad. En esas ocasiones, se queda bajo su cuidado, junto con nuestros guardias y sirvientes que lo protegen. Debido a la frágil salud de Utahime, ella no puede atenderlo todo el tiempo… Aun así, estar lejos de él durante tanto tiempo es muy doloroso. Por eso, cuando estamos juntos, intento darle toda mi atención, consentirlo y compartir con él como me hubiera gustado hacerlo con mis propios padres.
—Así que tú tampoco lo has tenido fácil con esto de ser padre...— Yuta dijo con pesar. Aquello parecía ser bastante triste incluso para él.
En ese instante, Yuta comprendió que para Satoru, la paternidad tampoco había sido fácil, especialmente porque pasaba la mayor parte del tiempo lejos de su hijo
De alguna manera, ambos compartían algo más que un ancestro milenario. En ese momento, los dos compartían la angustia de ser padres obligados a estar lejos de sus hijos, todo por el bien de ellos.
Satoru decidió cambiar de tema —Mejor hablemos de cosas más alegres — sonrió y movió sus manos —Y dime Okkotsu ¿Como son tus hijos? Leí que fueron una niña y un niño, ¿cierto? ¿Quién es el mayor? ¿El varón o la niña? ¿Ellos a quien se parecen más físicamente? ¿A ti o a Maki?— pregunto como si tratará de averiguar algo.
Yuta sonrió al recordarlos y empezó a describirlos.
—Son unos buenos niños, sobre todo son muy alegres y llenos de energía.
Después afirmó con la cabeza.
—Así es, fueron un niño y una niña. Por lo que me han contado, Yurika es la mayor; ella nació primero, y siete minutos después nació Yuudai —dijo mientras se rascaba la nuca.
—En cuanto a quién se parecen más Jeje, diría que son una mezcla entre Maki y yo.— Seguía con una gran sonrisa en su rostro— Yurika y Yuudai heredaron mi cabello, mientras que de Maki heredaron su sonrisa. También sacaron completamente el color y la intensidad de los ojos de ella —Un suspiro de orgullo escapó de lo profundo de su pecho— Aunque si tuviera que elegir, diría que Yuudai es quien más se parece a mí. Es casi una versión idéntica de mí cuando era niño.
Satoru se acarició la barbilla —Interesante — contesto con curiosidad —¿Sabes Okkotsu?— movió sus palillos para tomar otro aperitivo —El nacimiento de mellizos es un evento raro en nuestra sociedad de hechiceros. Y a diferencia de los gemelos idénticos, que llevan el estigma de ser considerados de mala suerte por ser la misma persona con un alma dividida en dos, los mellizos no cargan con esa maldición. Ellos son vistos como dos seres completamente distintos. Esa dualidad, surgida de una misma gestación, pero con almas diferentes, los convierte en seres únicos. Por eso, no solo son más valiosos, sino que a menudo son más respetados e incluso temidos por otros hechiceros. ¿Lo sabías? —sonrió.
—Yo... No lo sabía...
—Pues ahora que lo sabes, podría decirse que tú y Maki han sido completamente bendecidos con tus hijos. Así que siéntete orgulloso de ser el padre de esos pequeños.
Yuta sonrió por esas palabras, realmente se sentía bendecido por tener dos hijos maravillosos. Dos pequeños con los que deseaba pasar el resto de su vida.
—Y dime Okkotsu, ¿Maki ya te dijo él porque eligió esos nombres para tus hijos?— siguió preguntando Satoru con demasiada curiosidad.
Yuta suspiro.
La respuesta a esa pregunta no se la había dado Maki, sino Mai. Aun así decidió responderle a su anfitrión.
—Eso fue porque cuando éramos novios, yo le mencione a Maki que me gustaban esos nombres para mis hijos— sonrió un poco por un recuerdo que tuvo con esa carta— Además que ella los nombro así porque digamos que Maki no es muy buena eligiendo nombres— rasco su nuca una vez más.
—Bueno, mínimo ella SI RESPETO TU ELECCIÓN en los nombres que habías elegido para tus hijos— dejó salir el aire con resignación — Yo por ejemplo quería que Yoshio se llamara en realidad Suguru, pero— hizo una mueca —Shoko no me dejo ponerle ese nombre, sobre todo porque ella no quería que el hijo de su mejor amiga llevara el nombre de nuestro compañero que tanto nos hizo sufrir y creo que tuvo razón. Así que decidimos ponerle el nombre que Utahime quisiera— hizo un puchero.
— Aun así me hubiera gustado honrar la memoria de mi mejor amigo nombrando a mi hijo como él.
Yuta pensó que era buen momento para preguntar sobre que le había pasado a Utahime, ya que desde que llego a Japón, ella se había comportado diferente, era como si no fuera la misma de hace siete años atrás.
—Hablando de Utahime sensei... ¿Qué ...— fue interrumpido.
Aquella conversación inicial fue interrumpida por Yoshio, quien se había interesado en el invitado de su padre.
—Tío Yuta ¿Tú también eres un Gojo? ¿Cierto?— pregunto con curiosidad, mientras comía ahora una banderilla que su abuela había preparado especialmente para él, y se sentaba en la pierna de su padre para meterse en la conversación.
—Yo n...— Yuta fue interrumpido de nuevo, pero esta vez por Satoru, quien fue más rápido en contestar.
—Lo és. Tu tío Yuta es un Gojo un tanto lejano, pero al final de cuentas es un Gojo más. Y más que por sus venas también corre sangre bastante poderosa — dijo rápidamente, haciendo que los ojos de aquel niño brillarán por esa respuesta.
—¡Genial!— soltó acompañado de una gran sonrisa— ¿Y esa "cosa" que peleaba junto a ti, es parte de tu técnica maldita?— pregunto muy emocionado, mientras que con su manita hizo referencia a Rika, abriendo y cerrando como si fueran sus fauces.
Satoru le hizo una sutil seña a Okkotsu para que respondiera afirmativamente a eso.
—Lo es, Rika chan es parte de mi técnica maldita.
—¡Sorprendente! ¡No por nada los del clan Gojo somos los mejores hechiceros!— respondió el niño lleno de orgullo.
—¿Verdad que es tan adorable? Él sabe lo que dice — Satoru halago a su hijo mientras le acariciaba el cabello.
Yuta tenía una leve sonrisa en sus labios. Admiraba el entusiasmo de aquel pequeño frente aquella mentira.
Aun así, se sentía mal porque sus hijos no pudieran saber esa verdad como todo lo que ya sabía aquel niño.
Pero las preguntas de aquel inquieto pequeño no pararían. Ya que Yoshio era un curioso por naturaleza.
—Y Tío Yuta ¿Tienes hijos?
Aquella pregunta fue tan sorpresiva que hasta le dejó con la boca entre abierta.
—Yo...
—Será mejor que le respondas, porque este chismoso escucho parte de nuestra conversación dentro del dojo— contesto Satoru con una sonrisa, jalando con suavidad la mejilla de su hijo.
En ese instante, Yuta recordó de nuevo el momento cuando conoció a Yurika y a Yuudai en aquel centro comercial y ambos le habían hecho esa misma pregunta, pero ahora que sabía que ellos dos eran sus verdaderos hijos, quería presumirlos como nunca.
—Si, tengo unos hijos que tienen casi tu edad, son unos mellizos en realidad — comento Yuta con una gran sonrisa.
—¿Mellizos? — Yoshio volteó a ver a su padre —¿Qué son Mellizos?— pregunto.
Esa pregunta fue respondida por una mujer que también había sido invitada a comer junto a esos dos. La cual entró en aquel kiosko.
—Mellizos se refiere a que son dos hermanos que compartieron al mismo tiempo el útero de su madre durante el embarazo y que nacieron el mismo día, pero con una diferencia de minutos o hasta horas. En este caso, los hijos de Okkotsu son conocidos también como gemelos fraternos ya que al nacer fueron un niño y una niña — respondió Shoko uniéndose a la conversación.
Después miro al jardín —Pero para que lo entiendas mejor. Imagina que son como dos semillas pero de diferentes colores que se plantaron en la misma maceta pero que florecieron al mismo tiempo— explico esa médico a ese niño—Y en parentesco, ellos serian como tus primos lejanos.
En ese instante ambos hechiceros de grado especial se pusieron de pie para darle la bienvenida a esa doctora y a los otros dos que estaban llegando al kiosko.
Aquella mujer conservaba su belleza inigualable, con su piel blanca, sus delicados rasgos y sus profundos ojos los cuales seguían llenos de melancolía.
Si la mirabas de cerca apenas y podía notársele una que otra línea de la edad en la comisura de sus ojos. Al igual que sus ojeras seguían estando muy presentes bajo aquellos bellos orbes.
Su cabello ahora era corto, ya que le llegaba a la altura de los hombros y conservaba su mismo tono chocolate brilloso.
Esta mujer ni con el pasar de los años, perdía su porte y su elegancia incluso al vestir ropa casual como la que llevaba puesta ese día, donde usaba una camiseta de manga larga en color negro, un chaleco largo en color caqui y unos pantalones de mezclilla, que combinaban con sus tacones.
—¡Tía Shoko!— Yoshio fue a abrazar a esa mujer, quien no venía sola, detrás de ella entraron Ijichi, quien siempre miraba con amor a esa doctora con la cual, llevaba una relación sentimental de poco más de dos años.
Y a un lado del líder de los asistentes venía Katsumoto, quien parecía estar más tranquilo después de aquel tranquilizante que le habían suministrado. Aun así, ese asistente se seguía sintiendo culpable, así que no tenía el valor para sostener la mirada con su jefe.
Yuta miro a su asistente por un instante. De ahora en adelante se cuestionaba si podía seguir confiando en Katsumoto.
—¿Entonces por qué yo no tuve un mellizo al nacer?— pregunto Yoshio con una mueca mirando a esa mujer.
Shoko le acaricio el cabello.
—Por qué tu estabas destinado a ser hijo único. Así como el idiota de tu padre.
—¡Oye!— reprocho Satoru.
—Además si tienes un hermanito vas a tener que compartir todos tus juguetes y a tus padres ¿Eso quieres? ¿Acaso estas dispuesto a compartir todos tus juguetes con alguien mas?— pregunto Shoko con una sonrisa.
—No quiero eso. No le compartiría ninguno de mis juguetes — respondió Yoshio en un puchero. De verdad que era un niño muy caprichoso.
Aquella respuesta hizo que la doctora suspirara un poco. —Por eso lo mejor es que te quedes como hijo único.—Dijo y después se dirigió al invitado, a quien volteó a ver.
—Es un gusto volverte a ver Okkotsu kun — comento Ieiri con una suave sonrisa.
—Ieiri san— Yuta la nombro e hizo una pequeña reverencia —También me da gusto verle.
—Creo que los cuatro tenemos mucho que hablar contigo— comento ella con amabilidad mientras tomaba asiento. El cual fue recorrido por Ijichi caballerosamente.
Después este asistente junto a Katsumoto tomaron asiento. Aquella mesa al ser redonda era perfecta para que todos se miraran entre sí.
Una vez los que acababan de llegar tomaron asiento. Umeko habló.
—Bienvenidos, la comida esta lista y espero les guste— comento dando una leve palmada para que los sirvientes empezarán a servir a esos quienes habían llegado.
—Muchas gracias Umeko san, tu comida siempre nos trae paz— comento Shoko con una leve sonrisa mientras los sirvientes empezaban a rellenar la mesa de más platillos para los que habían llegado.
Junto a esos invitados, ya había llegado el momento de que conversaran los adultos únicamente.
—Yoshio— Satoru nombro a su hijo —Ve a jugar un rato con tu abuela Umeko o vayan a comer helado al jardín, que esta platica ya es de adultos — ordeno.
—¿Ah? ¿Pero por qué? ¡Yo quiero quedarme con ustedes!— aquel niño respondió molesto.
—Vamos Yoshi, ve con la abuela Umeko — comento su tía Shoko— La platica de nosotros va a ser muy aburrida ya que vamos a hablar de cosas de ancianos.
Aquel niño hizo una mueca. Realmente no quería irse de ahí.
Satoru rodo los ojos.
—Si vas con tu abuela, podrás comer todo el helado que quieras sin que lo sepa tu madre.
—¿Todo el que yo quiera?— pregunto el niño con intriga.
—Si, todo el que tu quieras— su padre le giño el ojo.
Ante aquella condición. Yoshio sonrió y se puso de pie.
—De acuerdo ¡Vamos abuelita! ¡Quiero comer helado mientras jugamos en el jardín!— fue a tomar la mano de Umeko san.
Aquella mujer hizo una reverencia ante esos cinco adultos.
—Los dejaremos comer a gusto. Con su permiso.
Antes de salir de esa habitación, Yoshio se dirigió a Okkotsu una vez más.
—Tio Yuta.
—¿Sí?
—¿Algún día conoceré a tus hijos? ¿A mis primos?— preguntó con curiosidad.
El hechicero de cabellos negros sonrió tiernamente por esa pregunta.
—Espero que sí y espero que se lleven bien. Quizás algún día hasta puedan jugar juntos.
Aquella respuesta dejó muy feliz a ese niño.—Estaré esperando ese día.
—Ahora Yoshio vamos a dejar que los adultos hablen tranquilamente — dijo su abuela, tomándolo de la mano para salir de ese kiosko, escoltada con otros dos sirvientes que siempre le ayudaban.
Aquel niño una vez piso el pasto, se soltó de la mano de su abuela y empezó a correr por todo aquel jardín. E incluso empezó a hacer marometas por toda la energía que tenía.
Yuta miro como ese niño reía y corría. Por un momento pensó en sus hijos y se los imagino jugando con Yoshio.
¿Acaso Yurika y Yuudai se llevarían bien con él? ¿No tendrían problemas entre ellos? Se pregunto al notar lo mimado que era ese niño del clan Gojo y el contraste entre sus cortas vidas.
Yuta ya no pudo seguir pensando en aquel tema, ya que fue sacado de sus pensamientos una vez Ieiri comenzó la conversación.
—Cada día Yoshio se parece más a ti en eso de ser caprichoso. Sino lo reprendes o corriges pronto, te empezará a sacar canas verdes— comento mirando a ese niño a la distancia.
—Eso viene de familia, es algo que los Gojo siempre heredamos. Esa actitud es la que nos da el toque único, sino Mírame a mi— se halago el albino.
Ijichi suspiro al escuchar eso—Y si que viene de familia...
—¿Dijiste algo Ijichi?— Satoru elevo una ceja.
—N-o dije N-Nada— tartamudeo el líder de los asistentes, mostrando como Gojo siempre le ponía los nervios de punta.
—Satoru, ya te he dicho que dejes al pobre Ijichi en paz. Suficiente tiene con estarte soportando a ti y a Yoshio juntos— regaño Ieiri.
Aquellas palabras hicieron que el rostro del asistente se tiñera levemente de rojo.
La dinámica entre esos tres adultos no había cambiado absolutamente en nada y eso lo noto Yuta, quien vio esa interacción con una leve sonrisa.
Así es como los recordaba a ellos tres.
—Bien, ahora que Yoshio se ha ido. Podemos comenzar con nuestra platica más "madura" — comento Satoru mirando a su invitado —Se nota que tienes demasiadas cosas que preguntarnos ¿No es así Yuta? ¿Por quién quieres empezar? ¿Quién de nosotros tres será tu primera víctima en este interrogatorio?
La platica que tanto Okkotsu quería escuchar, por fin iba a suceder. Aquella donde iba a descubrir que más había pasado hacia siete años atrás después de su partida.
Continuara...
Notas:
Espero les haya gustado este capítulo y repito, una disculpa por no haber subido nada antes. Poco a poco ya ando recuperando la motivación y el ritmo.
Y díganme ¿Qué les está pareciendo esta historia? ¿Qué opinan de la situación de Yoshio? ¿Realmente creen que ese niño de ojos azules se llevaría bien con los Mellizos de Okkotsu? Y ¿Qué opinan de Satoru como padre? Los estaré leyendo 👀
Como dije, en el siguiente capitulo sabrán que le paso a Uathime, quise dividirlo en dos partes para que en esta primera se enfoquen solamente en Yoshio y en el siguiente presten atención a toda la situación respecto a Utahime, ya que lo que se viene, los dejara boca abiertos.
Muchas gracias a todos por sus palabras de apoyo ❤
Nos seguimos leyendo, los quiere vera ❤
