Capítulo 7: Al Día Siguiente

No sabía qué hora era, pero por la ventana de mi habitación seguía oscuro. Me levanté sudorosa, con el corazón acelerado. Subí la manta hasta mi cabeza para ocultarme; el llanto comenzó.

— Shh, tranquila —escuché una voz a mis espaldas. Me sobresalté y me asomé, no podía distinguir del todo la silueta.

— ¿J-Jake?

— No, pero puedes sentirte a salvo, Isabella.

La persona se acercó hasta que la luz de fuera me permitió distinguirlo. En lugar de alarmarme, sentí que mi ritmo cardiaco se iba asentando. Me sorprendía cómo poco a poco me iba tranquilizando al tenerlo más cerca, pero eso no impedía que las lágrimas comenzaran a bajar por mis mejillas.

Su cabellera era dorada, caía en ondas ligeras sobre su frente y rozaba sus mejillas. Sus ojos eran de color oscuro, sus labios delgados se curvaron ligeramente hacia arriba en una sonrisa con un toque de misterio y encanto.

— ¿Quién eres? —pregunté cuando se acercó más, limpiando mi mejilla. Su tacto era frío, me hizo encogerme.

— ¿Bella? —escuché la voz de Charlie en el primer piso.

— Eso no es importante, después de todo, esto es solo un sueño.

Mi cuerpo se movía con tanta facilidad a merced de él. Me sentía en segundo plano, mi pulso era débil. Cerré los ojos, más tranquila y relajada de lo que me había sentido en mi vida.

— ¿Bella? —la voz de Charlie me despertó, pero no me moví. Le daba la espalda a la puerta; segundos más tarde, siguió su camino a su habitación.

Mientras observaba la ventana, recordé pequeños vistazos del día: a Jake en la habitación, limpiando mi cara con algodón y alcohol, diciéndome palabras reconfortantes. A mí llorando en silencio bajo la ducha, preguntándome si estaba bien.

A pesar de que sentía una pequeña laguna desde que Jessica me dejó en la casa de Angela hasta mi recuerdo en la habitación con Jake, lo que pude recordar fue estar parada frente al negocio de ferretería, donde me encontré con Mike, quien estaba cerrando.

¿Quieres que te lleve a casa? —me preguntó—. Podemos pasar por algo de cena si gustas.

Gracias, pero esta vez prefiero caminar.

Calles más adelante comenzó a oscurecer. Recuerdo observar frenéticamente de un lado a otro, jurando que mi mente estaba jugando conmigo, dejándome influenciar por las películas de terror que tanto me gustaban, hasta el punto de escuchar pasos detrás de mí. Alguien me llamó por mi nombre a lo lejos, luego sentí una respiración en mi cuello y grité.

Me detuve. No quería seguir explorando eso sola en mi habitación o no podría dormir.

— ¿Bella? —me desperté con Angela en mi habitación, conteniendo las lágrimas.

Me acomodé mejor, quedando sentada.

— Hey —la saludé, miré el reloj a mi lado—. ¿Qué haces aquí a estas horas? Pensé que te vería hasta la primera clase.

— ¿Estás bromeando? En serio pensaste que no vendría a verte después de esto, me tenías muerta de miedo.

— Lo siento, estoy bien, en serio son solo raspones —dije restándole importancia, cuando en realidad sentía mi cuerpo magullado—. No me lo tomes a mal, pero en serio, ¿qué haces aquí?

— Yo... después de salir del interrogatorio, decidí venir a saludar.

Me levanté de golpe.

— ¿Interrogatorio? ¿Acaso Charlie...?

— Es comprensible, Bella. Tranquila, es como algo de... rutina aquí.

— ¿A qué te refieres?

— ¿En serio quieres ir a clase así?

— Oye —respondí ofendida—, estoy bien, en serio. No respondiste mi pregunta. Angela se removió incómoda.

— De acuerdo, pero te lo diré de camino al instituto.

— Me parece justo —respondí caminando hacia el armario.

Angela decidió subir el volumen de la radio para evitar la confrontación, sobre todo porque noté la desviación que hizo hasta detenerse en Forks Community Hospital. Su mirada lo decía todo.

— Dame una razón para no molestarme contigo.

— Se lo prometí a tu padre, lo siento.

Pasé al consultorio, me senté sobre la camilla como me indicó la enfermera antes de salir.

— Isabella Marie Swan —dijo una amable voz sosteniendo una carpeta—. Volvemos a vernos.

Esto solo tomará unos minutos, Bella.

Escuché su voz a lo lejos, comprobaba mi estado y murmuraba cosas a otra persona. Llegó a un punto de escalar a una discusión en el pasillo, volvió a la habitación y terminó por ponerme algunas vendas y darme medicamento para sobrevivir la primera noche.

Lo observé, cabellera rubia pálida, una sonrisa cálida que hacía juego con sus ojos color miel, de tez pálida, más que la mía.

— Doctor Carlisle... Cullen —leí en su placa—. ¿Cullen? —pregunté sorprendida.

— De seguro conociste a mis hijos, van en la misma escuela —respondió mientras revisaba mis heridas superficiales—. De acuerdo, no hay mucho que hacer más que hacer seguimiento de rutina y tomar los siguientes medicamentos. En un par de días más debes volver.

Me entregó la receta y salí del consultorio sin decir más.

El auto de Angela se detuvo en el estacionamiento de la escuela, y cuando estaba a punto de bajar, le puso seguro a las puertas. La observé confundida.

— De acuerdo, no es la primera vez que pasa esto, es solo que...

— ¿Pasar qué? ¿De qué hablas?

— No es la primera vez que hacen interrogatorios a los estudiantes, pero... es solo que...

— ¿Es solo qué, Angela?

— Eres la primera en ser vista viva después de, ya sabes, tener algún incidente.

Sentí que la sangre se me helaba.

— Angela... ¿de qué rayos estás hablando?

— Bella, por eso tenía tanto miedo cuando no respondiste los mensajes, te fuiste sola en medio de la noche y.… y.… cuando mis padres recibieron la llamada desde la estación, me asusté mucho, lo siento —estaba al borde del llanto—. Mi familia pensó lo peor, y solo unas horas atrás estabas en mi casa. No pude evitar sentirme culpable, y Jessica... Ella está mucho peor.

Procesé bien sus palabras y no pude evitar abrazarla para tranquilizarla, a pesar de que mi cuerpo me dolía mucho.

— Tranquila, estoy bien... Yo... estoy bien.