LOS HIJOS DE LA REVOLUCIÓN
La taberna estaba en silencio. Había pocos clientes, solo había un par de mesas donde unos hombres estaban jugando y apostando: dracmas, comida e incluso una gallina… Sí, incluso una gallina.
Detrás de la barra, una chica rubia estaba limpiando unas jarras, absorta en su tarea, no se percató de la llegada de nuevos clientes. Sintiéndose observada levantó la vista y vio al trío que acaba de entrar y sonrió al verlos, pero de golpe frunció el ceño al ver el estado de Erianthe: ropa ensangrentada y un vendaje en la cabeza.
Enseguida, la chica dejó de hacer lo que estaba haciendo y salió de la barra hecha una furia. A Hades esa cara le recordaba a una de las arpías, menos por lo voluptuosa y despampanante que era, "¡Madre mía, está tremenda, podría competir con Afrodita!", pensó Hades, quien ahora entendía la contraseña de la taberna.
Lo más curioso, es que la chica, siendo tan exuberante y con una mirada electrizante, llevaba un parche negro que le cubría el ojo izquierdo.
— Eres un imbécil — decía mientras se acercaba más y más, lo tres chicos la miraban nerviosos, pues sabían que estaba cabreada, muy cabreada… ¡Y pum! La chica le propinó un puñetazo a Patroclo que lo tumbó de un plumazo al suelo. — ¿¡Qué narices le ha pasado a Eri!? Se supone que ibas a cuidar de ella en esa dichosa cantera.
— Ala, Ilena, deberías no llamar la atención, o despertarás la curiosidad de los presentes, o peor nos delatarás.
— ¿En serio? Me acabas de llamar por mi nombre… — Ilena fulminó a Tadd con la mirada.
— Ups, perdona, ¿debería llamarte Miss Tet-?
— Acaba la frase y acabas como, Pat.
— ¡A sus órdenes!
La chica se volteó a ver a Eri que estaba estupefacta y preocupada por si Patroclo aún respiraba:
— ¡Eriii! ¿Qué te ha pasado? — y la rubia se abalanzó a abrazarla, quien se asfixiaba por el efusivo abrazo que le estaba dando. "Están como una cabra", pensó Hades mientras miraba la escena y ya había decidido que los amigos de la hija de Hércules les faltaba un hervor.
— ¡Mhm! Mmmm.
— ¿Eh?
En ese momento Patroclo se levantó:
— Mira que eres bruta… ¡Suéltatela, o acabarás asfixiándola!
— Perdona, Eri, no me había dado cuenta! A veces soy demasiado efusiva.
— Tranquila, no pasa nada, pero no te preocupes, estoy bien…
— Una mantícora intentó comérsela.
— ¿QUÉ?
— Pero al final, no me ha comido, estoy bien y estoy aquí de pie delante de todos vosotros. Así que dejemos el tema - se notaba que Erianthe estaba molesta, si le había atacado la mantícora, pero por suerte ha salido con vida, aunque fue gracias a su "acosador personal" que la había salvado.
— Está bien, está bien. ¿Qué os traéis por aquí? ¿Venís a tomar algo? Sabéis he conseguido algo de Herculade… — dijo Ilena que sabía lo mucho que les gustaba la bebida, en especial al chico de las muletas.
— ¡¿Herculade?! Ponme una, hace tiemp-
— ¡Chicos! - cortó Patroclo - hay que centrarse, se ha presentado la suma sacerdotisa en el hospital.
Ante esa afirmación, Ilena se sorprendió, sabía que la presencia de la sacerdotisa principal del palacio no auguraba un buen presagio y menos cuando todo el mundo sabía que era un oráculo excelente. La rubia se volteó a ver a Erianthe, quien había agachado la cabeza, no quería que nadie viese su cara, que era una mezcla entre tristeza y enfado.
Aunque intentase ocultar su semblante, no pasó desapercibido por los presentes, en especial por Ilena y por Hades. Este último recordaba lo triste que se había puesto la mocosa al recordar al bobo de su padre, es más, percibió como el brillo vivaz de sus ojos azules se había apagado. La suma sacerdotisa había dado en el clavo, atacó donde más le dolía.
— ¿Qué ha hecho esa bruja? — fue Ilena quien rompió el silencio que se había generado.
— Le ha dicho que sería una buena cortesana para el rey, pero lo peor es que sabía quién era, sabía que es la hija de…
— Shhh, Pat, tienes que ser más precavido. Mejor vámonos detrás de la barra y lo hablamos, así evitaremos que alguien nos escuche. — le sugirió la tabernera.
La taberna era grande, así que había una distancia prudencial entre la barra y donde estaban los clientes. Los clientes que venían a la taberna eran personas que buscaban asilo, comida más barata o incluso gratis, además de ser una vía de escape de lo que ocurría en la superficie. También, muchos venían buscando a cierto grupo de personas…
Nuestro grupo vario pinto era la oposición a la tiranía del rey de Licario, el actual rey, ya que no era el gobernante legítimo del trono, sino el hermano del anterior rey que partió a luchar a la guerra junto con los hombres que se reclutaron en toda la región.
El anterior rey, el rey Leandro, pensó que su hermano desempeñaría un buen papel, puesto que el trono debía recaer en manos de hombres y los hijos de este aún eran muy jóvenes y no tenían la suficiente experiencia para estar en el trono. Así que, dejó a su hermano Licario al mando del trono y de la supervisión y educación de sus dos hijos, pero…, fue todo un error…
Licario, enseguida, se deshizo de "sus estorbos", empezando por la reina, Dione, que se puso "muy enferma" y a causa de su enfermedad falleció. Eso devastó a los príncipes, quienes acusaron a su tío de envenenar a la reina, pero simplemente los acusó de traidores. Ante estas acusaciones, los dos príncipes "desaparecieron", o lo que se rumorea es que escaparon de su tío, ya que pretendía matarlos.
Y así, el actual rey, tuvo vía libre para hacer y deshacer a su antojo. Obviamente, hubo gente que se le opuso, la mayoría acabaron muertos o entre rejas, pero hubo un grupo que siempre estuvo entre las sombras poniéndole las cosas "difíciles" al rey, y ese grupo era "los hijos de la revolución", los hijos de aquellos que buscan vengarse del infierno que les había hecho vivir el ambicioso rey.
Su sede y principal centro de operaciones era la taberna, donde se reunían y discutían como sabotear al rey, pero de lo que siempre hablaban era del plan para derrocar el rey y justamente, el parte del grupo se iba a reunir detrás de la barra para tratar dicho plan:
— Vale, a ver, si me ha quedado claro - dijo la rubia - ¿esa puta ha ido al hospital, te ha visto y te ha dicho que serías una buena candidata como cortesana, y además, sabe quién eres? - Erianthe asintió a lo que Ilena prosiguió - ¡pues vaya mierda, estamos jodidos!
— Esa lengua Ilena.
— Oh, vamos Pat, soy lo suficientemente mayor como para decir tacos - y era cierto, de todo el grupo era la mayor. — ni que estuviésemos en una obra infantil…, renacuajo.
— ¿Qué me has dicho?
— ¡Basta! — exclamó Eri — dejad de discutir. Ilena, la verdad es que una buena oportunidad para entrar a palacio. En 6 meses podríamos acabar con todo esto, simplemente tengo que hacerme su cortesana y así, y así…
— ¡No, Eri! ¡No! Puede matarte.
— Tomaríamos el palacio antes de que eso ocurriese, me sé defender, yo…
— Lo primero que hace el rey es violar a sus cortesanas, ¡¿eso es lo que quieres?! ¡¿Te quieres sacrificar de esa manera?!
— ¡Mejor el sacrificio de una persona, a que toda la ciudad siga viviendo en como si esto fuese el tártaro! - ¡PAM! En toda la taberna se escuchó la bofetada que le propino Ilena a Erianthe. Se hizo el silencio. Los clientes dejaron de jugar y miraron a la barra, mientras que los chicos miraban a ambas chicas, a Eri que estaba al borde del llanto y a Ilena que volvía a poner cara de cabreada.
Erianthe reaccionó y se fue de detrás de la barra hacia una puerta que estaba justo al lado. Ilena la siguió, se sentía mal por reaccionar así, pero tenía que hacer que se diese cuenta de que era muy arriesgado, no solo por el plan, sino porque no iba a dejar que Eri se sacrificase, ella no…
La vio sentada en un rincón. El pelo tapaba su rostro, pero sabía perfectamente que estaba llorando. Se fue acercando a ella hasta que levantó la cabeza y la miró. Su mirada le hizo para en seco, era una mirada con una mezcla de dolor, frustración y ¿miedo? Sí, era miedo.
— Eri, yo…
— ¡No, Ilena! ¡Escúchame! Sabes tan bien como yo que la situación en Tebas está a punto de desbordarse. La gente está muriendo, todo lo que hemos conocido, todo lo que construyeron nuestros padres y madres se va a esfumar. No voy, no… — la chica exhaló y prosiguió - no vamos a dejar que Tebas caiga.
Ilena miró a la chica, ¿desde cuándo Eri había madurado tanto? Bueno, a decir verdad, siempre fue bastante madura, pero ahí estaba decidida a derrocar al rey, costase lo que costase. Tenía que admitirlo, era su última opción.
— Tienes razón.
— Yo, ¿qué?
— Que tienes razón. Vamos a empezar a planear en torno a tu entrada a palacio.
— ¿En serio? Pensaba que ese bofetón y tu discurso de fuera…, creía que te ibas a oponer más, la verdad. Incluso que me ibas a dar una paliza para que cambiase de opinión.
— Ay, canija. Puedo llegar a ser una bruta y una mal hablada, pero ante todo, soy tu amiga y te quiero, Eri. No quiero que te hagan daño.
— Estaré bien, no te preocupes.
— No lo dudo… Venga, levántate, vamos a entrenar un poco, tienes pinta de querer darle una paliza a alguien. Además, te vas a tener que defender cuando estés en palacio, pero… Te lo preguntaré solamente una vez, ¿estás segura de todo esto? ¿De qué tendrás que acostarte con el rey?
— Sí…, si hay que hacerlo…
— No es agradable, Eri, créeme, lo sé. Acuérdate que estuve en tu situación, lo único que, por aquel entonces, pensamos en que la mejor opción es mi hermano Egan fuese el enlace de palacio. Pero, cuando entré a palacio, en vez de que el rey me tomase, fue un guardia, me pilló tan desprevenida y por ello, casi me ejecutaron…, por impura. Por suerte, pude escapar, aunque perdí un ojo. Así que, vamos a entrenar, por si tienes que partirle la cara a alguien.
— Jajajajaja, tienes razón, entrenemos.
Hades las observó mientras entrenaban. ¿Qué estaba ocurriendo con estos mortales? Estaba estupefacto, los dioses del Olimpo estaban ignorando esa situación tan precaria, pero tan conveniente para él, menos por el hecho de que la hija de Tontules iba a sacrificarse para salvar a la gente de la ciudad, qué heroico por su parte, pero le repugnaba. Que los mortales se estuviesen matando entre ellos beneficiaba a su negocio, pero la chica…, iba a desbaratar el plan, ya que Erianthe no va a poder entrar a palacio, sino que…
— ¡Chicas! - Patroclo entró en el cuarto. — Parad lo que estéis haciendo, Eri tiene que salir de la ciudad ya mismo, están realizando redadas en el barrio del este.
Ante esa afirmación, las chicas pararon e Ilena salió corriendo de la habitación. Eri escuchaba cómo daba instrucciones a los hombres que estaban jugando a cartas, mientras Tadd entró a la habitación:
— Eri, acompáñame. Te voy a llevar por un pasadizo más seguro— rápidamente se pusieron en marcha, no sin antes, mirar atrás y ver a Patroclo en la puerta, quien la miraba con tristeza, asintió con la cabeza y se desapareció tras la puerta de la taberna.
Tadd la llevó por el pasillo hasta una trampilla, no le sonaba ese sitio, pero no iba a discutir con él, se conocía el subsuelo como la palma de su mano. El chico se volteó, miró a Eri y sacó un pergamino de su túnica:
— Toma, cuando lo puedas leer. Es el plan, memorízalo y quemas el pergamino. Sobre todo, memorízalo TODO.
— De acuerdo, Tadd, así haré, gracias.
— No hay de qué, Eri. — en eso que el chico de las muletas la abrazó. — Eres nuestra única esperanza, nuestra única luz… Bueno, tapate la nariz o te entrará agua.
— ¿Qué? Espera Tadd, no me digas que-
No le dio tiempo a acabar la frase, Tadd abrió la trampilla que justo estaba debajo de los pies de Eri y menos que canta una musa, la chica cayó al vacío. Un grito se oyó por todo el pasillo:
— Nos vemos dentro de 6 meses. Capitana y fundadora de los hijos de la revolución.
¡Hola a todos!
Nuevo capítulo recién salido del horno. Este fin de semana voy a acabar de editar los capítulos que ya había subido (he estado viendo que habían algunas faltas y cosas que necesitaban un retoque, pero nada que afecte a la historia).
También os quiero comentar que estoy subiendo la historia en Wattpad y AO3.
Espero que os guste el nuevo capítulo, la historia tiene un toque oscuro..., y ya sabéis no dudéis en dejar un review, follow, etc. También podéis dejar reviews en inglés, no problem.
