Chapter 9

Te digo que el pastel de chocolate es mucho mejor que el de vainilla, —dijo el muchacho rodando los ojos.

¿Estás loco? Ni siquiera sabe a chocolate. El pastel de vainilla sabe mejor. Todos saben que las cosas sabor a chocolate nunca saben bien a chocolate, —lo corrigió la joven de ojos verdes copiando su gesto.

Sakurita, estás equivocada, —le dijo regalándole una sonrisa coqueta.

Ay, ¡ya besense o algo! —grito la prima del joven asustandolos a ambos.

Sus palabras provocaron que ambos se sonrojaron en extremo. Era su rutina cada que se veían. Se ponían nerviosos de verse, entraban en confianza, coqueteaban y peleaban. Asi habia sido desde el día que se conocieron preparándose para el baile de un festival. Inseparables, enamorados, y, según ellos, no correspondidos.

La puerta principal se cerró de golpe con un estruendo resonante, el eco era un reflejo de la agitación dentro de mí. Decir todo, incluso si no era el momento o el lugar adecuado, había sido una liberación. Pero el peso de todo aquello seguía siendo pesado. Mi teléfono vibró insistentemente, la pantalla parpadeaba con llamadas perdidas y mensajes, la mayoría de ellos de Syaoran. Sólo la idea de hablar, de explicar el desastre que había creado, me llenaba de pavor. Un gemido de Kero atravesó mis pensamientos, sus preocupados ojos marrones me llevaron de regreso al presente.

Un profundo suspiro escapó de mis labios mientras el peso de la discusión se asentaba. El nombre de Syaoran parpadeando en la pantalla de mi celular fue una nueva ola de frustración. Con una firmeza que incluso me sorprendió a mí, bloqueé su número nuevamente. Un destello de satisfacción chispeó en mi pecho: una pequeña venganza por el dolor que vi reflejado en sus ojos. Fue una victoria vacía, un intento infantil de aliviar mi propio dolor. El trabajo cobraba gran importancia mañana, un duro recordatorio del mundo real. Me despojé del bagaje emocional del día y me metí en la cama.

—Le hace bien sentirse como mierda después de todo lo que ha hecho— fue lo último que pensé antes de quedarme dormida.


—Lo lamento, Tomoyo. Espero no haber asustado a los niños, —dije apenada. Decidí pasar a su casa después del trabajo para disculparme por la escena del día anterior.

—Para nada, estaban muy ocupados. No se dieron cuenta de que algo pasaba hasta que Kero salió corriendo. Hubieran ido a buscarlo pero Aoto y Kaito comenzaron a pelear por un juguete y eso agarró su atención de nuevo, —explicó. —No te culpo de nada, Sakura. Se que era algo que querías decir desde hace mucho. Solo hay algo que me preocupa.

—¿Qué es eso? —pregunté confundida.

Su mirada tenía una profundidad que envió escalofríos por mi espalda.

—Si nunca volvieras a ver a Syaoran, —comenzó en tono serio. —¿estarías contenta con la forma en que terminaron las cosas? —Mi mente se aceleró, repitiendo nuestra última conversación, buscando un destello de satisfacción, una pizca de paz. Pero lo único que encontré fue un dolor hueco.

Con una mierda Tomoyo.

—¿Por qué me dices eso? Tu lo odias, de hecho lo odias más que yo, —le recordé.

—No lo odias, Sakura, y yo le soy indiferente, —me corrigió. —Sientes mucho dolor. Y has centrado el dolor que has sentido por Yukito y Yue en él como una forma de mantenerlo alejado de ti. Te conozco mejor que nadie. Eres casi mi hermana y sé que si no arreglas las cosas, no tendrás paz.

El agujero en mi pecho me quería matar en ese momento pero lo ignoré. Me estaba enojando.

—¿Ahora quieres que lo perdone? ¿Sin más? —casi grité. Entonces recordé que no era culpa de Tomoyo. —Lo siento, no debí hablarte así.

—Eso es lo que quiero. No son las palabras, es la entrega. Eres una persona dulce, un poco loca pero siempre has sabido tratar a las personas con amabilidad. Eres mejor que eso.

—Estoy de acuerdo, —dijo Eriol materializandose a un lado de su esposa. —Sé que te molesto mucho, Sakura, pero te quiero mucho. Eres como mi familia y quiero lo mejor para ti. Una parte de mi cree que perdonar a Syaoran es lo que necesitas para sanar.

Yo rodeé mis ojos con ironía.

—Syaoran no tiene nada que ver con Yukito y Yue. El cabo su propia tumba, ahora que se quede ahí.

—Muy macabra, Sakura, — dijo Eriol riendo. —Pero en serio, deberías hablar con él. Meiling dice que es un alma en pena desde ayer.

Eso sí me hizo sentir algo culpable… aunque no lo suficiente.

—Suena a problema de él, —dije encogiéndome de hombros.

—Sakura… —dijo Tomoyo mirándome feo. Suspire.

—Está bien, hablaré con él.


Mi paseo frenético debe haber mareado a Kero. Acababa de terminar de asegurarle a Dai que estaba bien, disculparme por la preocupación y aceptar su (ciertamente ridícula) oferta de "encontrar un cliente" para lidear con Syaoran. Por supuesto, era una broma por ambos lados: la idea de la violencia me hacía estremecer y no quería que pensara que estaba realmente desquiciada. Acordamos los planes para la cena de mañana antes de colgar, un destello de normalidad en medio de este desastre.

Respire profundamente y marque.

¿Diga? —contestó como si no creyera que le estuviera llamando.

—Hola, —dije. Me quedé callada un buen rato y él tampoco parecía saber que decir. —Este, ¿como estas?

Bien, —respondió. —¿Sucede algo?

—Escucha, quería disculparme por lo de ayer. La forma en que te grité... bueno, no fue justo, —respiré profundamente y traté de ordenar la maraña de emociones dentro de mí. —Honestamente, las cosas que dije... no eran del todo falsas. Pero eso no excusa cómo te las grite, —la vergüenza enrojeció mis mejillas mientras miraba hacia abajo. —A veces siento este vacío dentro de mí y me resulta difícil pensar con claridad. Ayer, cuando me encontraste... simplemente se desbordó.

¿Perdonarte? —la incredulidad resonó por la línea telefónica. —Diablos, Sakura, soy yo quien debería estar rogando. Sé que he sido una plaga, empujando mi camino de regreso a tu vida como un disco rayado. Pero si eso es todo, si no puedes soportar el verme, entonces está bien. Considera esto como mi llamada de despedida. Desapareceré, promete no volver a molestar tu paz. Solo dilo.

Su voz se volvió tensa, un atisbo de tristeza en su tono. Yo estaba sin palabras. Eso era exactamente lo que yo quería ¿no? Podía dar fin a este capítulo de mi vida. Llevaba tres años sin hablar con él, ¿qué más daba el resto de mi vida?

Si nunca volvieras a ver a Syaoran, ¿estarías contenta con la forma en que terminaron las cosas?

La ola me golpeó como una tonelada de ladrillos. No el vacío habitual de estar enojada con él, sino un tipo completamente nuevo de ausencia. Un anheloal que había estado alejando con todo ese resentimiento. Habíamos pasado por muchas cosas juntos, Syaoran y yo. Como una tonelada de cosas. Y sí, la paz sonaba bien, tal como él dijo. Pero la paz tampoco había estado viviendo conmigo sin el. No sé si aparecería mágicamente con él en la foto, pero tal vez, sólo tal vez, Eriol estaba en lo cierto.

—No, —concluí. —No quiero eso. Quiero poder perdonarte, pero no se como.

La línea quedó en silencio. Cuando las palabras salieron de mis labios, una ola de alivio me invadió, una sensación física como si me quitaran un peso del pecho. El teléfono se sintió más ligero en mi mano. Quizás este fue el comienzo del perdon. Tal vez la paz, como seguía diciendo mi terapeuta, era realmente posible. Sin embargo, una parte de mí no pudo evitar resoplar un poco. El terapeuta estaría muy orgullosa de mí. La última vez que surgió el nombre de Syaoran, le dije que se fuera a la mierda.

—¿Qué te parece si intentamos ser amigos de nuevo? No te pido nada más. No mejores amigos, solo amigos, —pregunto.

—Creo que vale la pena intentarlo. No puedo prometerte nada, lo sabes ¿verdad? Aun no te he perdonado.

—Tomaré lo que pueda, Sakura, —pude escucharlo sonreír y sonreí automáticamente. —¿Qué te parece si salimos a comer mañana? Como amigos, —añadió al final. —Me gustaría oír de tu boca lo que ha pasado estos últimos tres años.

Lo pensé un momento. Sentía que olvidaba algo pero no sabía que.

—Está bien, ¿Algo en especial que quieras comer?

—¿Comida mexicana? —sugirió. —Y, ¿nos vemos a las 6?

—Suena bien, te mando la dirección de un restaurante mexicano cuando colguemos. Ahí nos vemos mañana.

—Gracias, yo iré justo después de mi turno en el hospital. Gracias por darme esta oportunidad, Sakura.

—De nada… Syaoran.

Me di cuenta que no lo había llamado por su nombre a su cara desde que nos reencontramos.

—Descansa, —dijo antes de colgar.

Mire la foto en el mantel de nuevo y sonreí pensando en lo orgulloso que Yukito estaría de mi. Recuerda su cálida sonrisa, sus ojos llenos de amabilidad, y su gran cualidad de ver lo mejor en las personas. Me asuste pensando que el agujero terminaria conmigo pero aparte de que me doliera un poco el pecho, me sentí bien. Fue nostalgia y tristeza, pero no sentía como si me fuera a morir.

—Interesante, —murmuré sonriendo un poco.

Senti mi telefono vibrar

Mañana a las 6. ¿Qué te parece comida mexicana?

Mierda.