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Texto del Capítulo
Es tan tarde….
Es de noche y Richard tiene todavía pegada a su lado a Camille. Él la está mirando hasta que el cansancio le puede y él se queda irremediablemente dormido. Pero él no la suelta.
A Camille le gustaría moverse, pero no puede. Sus años como agente encubierto hacen que ella comience a abrir sus ojos poco a poco para averiguar por qué ella no puede moverse.
Y lo que ella ve le gusta, le gusta mucho. Richard es más fuerte de lo que parece cuando la sujeta con tanta fuerza aun estando dormido.
¡Pobrecito!
Es lo que piensa ella. Él debe estar rendido. Y, ahora que le mira fijamente, debe estar rememorando todo lo ocurrido poco antes, pocas, muy pocas horas antes.
Esas no demasiadas horas lejanas antes…
"¡Camille! ¿Desde cuando adornamos la estación con tantas flores?"
Camille, que estaba ocupada terminando de rellenar el informe del caso, amen de asegurarse que los datos reflejados en el mismo coincidieran con lo que ella averiguó por Internet, no supo al principio de que le estaba hablando su jefe.
Aunque sí detectó un tono ligeramente diferente al usado por él habitualmente. Y sin saber muy bien por qué, ella no pudo evitar que su corazón comenzara a latir más deprisa.
Richard Poole tenía celos.
Y él estaba enfadado.
Ella, dándose tiempo a sí misma para reorganizar sus ideas y la contestación a esa pregunta, terminó de firmar el informe, lo metió con parsimonia en la carpeta correspondiente y, levantando su mirada mostrando una enorme inocencia, contestó:
"¡Oh, ya sabes, Richard! Es San Valentín. Uno de los clientes de La Kaz ha sido tan amable de regalarme un ramo de flores. Solo es un detalle."
Dwayne se lo pasa bomba observándoles a los dos. Él también ha observado la profusión de flores que adornan la mesa y la nevera de la estación. Camille ha prometido que se lo llevará todo cuando llegue el descanso para la comida.
Richard, a quien esa mirada de inocencia le demuestra que ella podría estar jugando con él, se siente aún más alterado y le contesta:
"Eso explica un ramo…."
Camille baja la mirada mientras Fidel intenta ayudarla:
"Han venido unos vendedores de los puestos para agradecerle nuestra ayuda con las rateros callejeros que estaban molestando a los turistas. Y como ella es la única mujer de la estación…"
"Otro detalle, claro…" dice Richard con retintín.
Camille no puede evitar comenzar a sentirse la mujer más dichosa del mundo. Por lo menos de la estación en este momento. Richard diría que ella es la única mujer de la estación.
Ella, segura de ese comentario un tanto maleducado de su jefe, ha decidido que ella conseguirá sacarle todo eso que está consiguiendo que la vida de Richard sea, el día de hoy, San Valentín, un infierno.
Pero de momento va a ayudarle un poco a que desaparezca toda esa tensión.
"¡Oh, no significan nada especial para mí, Richard! Es una manera como cualquier otra de agradecer lo que hicimos por ellos. Ellos saben que con los horarios tan draconianos que hemos tenido que soportar en estas últimas semanas, no he tenido tiempo de preparar nada especial para este día…"
Dwayne y Fidel la miran asombrados. No es que Camille sea muy sutil que digamos.
Richard, inconscientemente, da un paso para atrás, carraspea notoriamente y bajando la mirada mientras vuelve a su mesa, contesta:
"Vaya, lo siento, Camille. Ser agente de policía puede llegar a ser muy absorbente. Pero eso ya lo sabíamos todos, ¿no es cierto?" pregunta con nerviosismo a Fidel.
Fidel también intenta ayudar a su jefe.
"Claro que sí, aunque yo tengo la inmensa suerte de tener a Juliette y mi hija, señor."
"Chief, ¿se hace algo especial en el Reino Unido? Quiero decir si los que no tienen pareja en este día hacen algo para tenerla o algo parecido…"
Richard se les queda mirando recordando sus aciagos días en Croydon y comenta:
"Me temo que yo no puedo servir de gran ayuda, Dwayne. Sé que hará ya unos seis años los que estaban solteros decidieron salir juntos para que ese día no se notara demasiado que no tenían pareja. Una pandilla extrañamente bien avenida."
Richard no les dice que, por supuesto, él no se encontraba entre ellos. Él siguió pasando ese día solo.
"No es mala idea." Opina Camille.
"¿Perdón?" Richard no quiere entender lo que ella quiere decir.
Como ya es la hora del descanso para comer, Camille ya está recogiendo sus cosas, entre las cuales están las flores y algún regalo que otro.
"Es muy sencillo. Fidel es el único afortunado que va a poder disfrutar este día como es debido." Fidel no puede evitar sonreír pensando en su mujer y en los planes que tiene para este día…
Camille continúa con su idea.
"Dwayne…. bueno, estoy segura que nuestro Dwayne no se va a aburrir nada el día de hoy. ¿Acaso me equivoco?" pregunta ella a su amigo.
"Sabes que yo jamás me aburro en lo que a mujeres se refiere. Ni ellas conmigo, por supuesto. ¡Un caballero jamás lo permitiría! Pero no prometo amor eterno…"
Richard pone los ojos en blanco y no puede evitar comentar:
"Por supuesto"
Camille vuelve su mirada a Richard, pero en cambiando en el último segundo de idea, en su lugar dice:
"Me temo que yo tengo que ayudar a Maman esta tarde en la Kaz. Lo más que te podremos ofrecer, Richard, es un té especialmente bueno. Un té especial para San Valentín."
Richard y el resto de oficiales están extrañados. Ellos están seguros que ella no quería decir eso, aunque el DI se lo agradece sobremanera.
Él está comenzando a saber como piensa su DS.
Ella está comenzando a ser un libro abierto para él
En La Kaz, Camille ha estado observando como disfruta Richard de su té. Es cierto que hoy era particularmente bueno. Hasta Catherine, debido a unos planes perfectamente trazados, le ha conseguido dos scones.
Camille se negó con determinación a participar en más citas a ciegas alegando que tenía mucho trabajo, que estaba cansada de esas citas y que ya era lo suficientemente mayor para saber lo que no quería.
"O lo que quieres." Murmuró Catherine para sí.
Aunque eso fue antes de que Camille estuviese ahora mirando con fijeza a su jefe saboreando su té.
Tomando una decisión, ella decide hablar con él. Ya es hora de que él sepa lo que ella quiso decir en la estación.
Con determinación se acerca a la mesa, se sienta y, mirándole con una sonrisa le suelta ella antes de que tenga oportunidad alguna de arrepentirse mientras Richard le mira con una mezcla de miedo, curiosidad y extrañeza.
"Tú, amigo mío, no eres el único que está solo este día tan especial. Y yo no veo ninguna necesidad de estar sola. ¿Qué te parece si pasamos este día juntos tú y yo?"
"Camille, ¿qué me estás proponiendo?"
Ella suaviza el tono:
"Solamente que podemos pasarlo bien saliendo a cenar donde tú quieras o limitarnos a pasar la tarde en tu cabaña tomando una cerveza mientras hablamos de asuntos estrictamente no profesionales."
Richard se siente de repente triste, recordando sus horribles tiempos pasados. Y los celos que, seguro, ha detectado su DS.
"¿Te estás burlando de mí, Camille? No necesito tu lástima."
Ella se pone seria.
"Ni yo la tuya, Richard. Sencillamente estamos tú y yo solos y ya está. Me pareció una buena idea que dos amigos que se aprecian y preocupan el uno por el otro se cuiden especialmente en días como éste. Dos amigos que lo son desde hace demasiado tiempo."
Y ella se levantó enfadada y avergonzada de la mesa.
Richard toma otro sorbo de su té para tranquilizarse y, mirando como ella se aleja de la mesa, considera que ella ya se ha expuesto por él y que ahora le toca a él.
Él termina su té, le levanta y, mientras sale del bar de Catherine, teclea un mensaje en su móvil dirigido a Camille.
"Bien por la cerveza. Retiro lo dicho. Lo siento. ¿Podrías venir a la cabaña y hablamos?"
Mensaje que Richard ha decidido no leer dos veces, no ha querido que le diese tiempo a arrepentirse.
De camino a su cabaña, él ha comprado un ramo de rosas rojas y unos bombones. A él se le está comenzando a dar muy bien leer el libro de Camille Bordey.
Camille ha leído el mensaje. Muy críptico y conciso. Muy Poole. Y muy rápido. Ella sospecha lo que él planea. Hoy debería ser un día especial.
Ella deja la barra del bar donde estaba apoyada ignorando a los clientes mientras leía el mensaje de Richard y le dice a su madre antes de irse a su casa para arreglarse:
"Mamán, me voy. Creo que ya no me necesitas."
Catherine, ocultando su sonrisa, le contesta, obviando que ha visto como Richard abandonaba el bar pocos minutos antes, "Claro que no, cariño. Márchate. Y diviértete!"
"¡Maman! Ya sabes que hoy no tengo ninguna cita. Simplemente salgo con…"
"¿Sí?"
"Nada. ¡Adiós!"
Después de arreglarse especialmente, aunque no se note precisamente en el exterior, Camille se dirige con rapidez a la cabaña de Richard.
Y él ya la está esperando con dos cervezas frías.
Aunque el corazón de ambos no esté precisamente frío….
Ella se acerca a él para darle un beso en la mejilla y Richard le pregunta a ella:
"¿Entonces me puedo considerar perdonado?"
"Por supuesto que sí. Ya lo sabes. Vamos a sentarnos mientras vemos las olas… y así hablamos."
Richard desaparece en el interior de la cabaña con los bombones y el ramo de rosas rojas y los bombones.
"Me parece lo más apropiado. Feliz día de San Valentín."
Ella coge las flores y las aprieta mientras huele su perfume. Este regalo si es significativo para ella.
"Gracias." Simple pero con sentimiento.
Cuando ambos se sientan en la varanda para escuchar las olas, Richard le dice:
"Estoy seguro que en la estación has detectado… Esto es difícil para mí, Camille. Más de lo que yo pensaba. Yo…"
Camille pone su mano en la de él y le contesta:
"Lo sé, Richard, lo sé. ¿Sabes? No tienes motivos para estar celoso, ¡pero yo espero no tener motivos para sentirlos!"
Camille lo disimula mejor, pero también está nerviosa. Por eso ella ha terminado la frase con esa broma. Ella va a por la segunda cerveza.
Como Richard.
"¡Claro que no!" contesta él una vez vuelve a sentirse lo suficientemente para seguir con la conversación. "Tengo algo preparado de cena. ¿Quieres tomarla fuera o… dentro de la cabaña?"
Ella le mira con fijeza.
"Creo que es mejor que vayamos dentro, Richard. No hay que preparar nada especial fuera."
Ella le besa en los labios suavemente:
"Que sepas que tus flores y tus bombones son los únicos regalos importantes para mí de este día. ¿No te gustaría saber cuál es tu regalo de San Valentín?"
Richard toma aire y contesta:
"Vamos dentro entonces…"
Volviendo al presente….
Él sigue dormido.
"Richard Poole, tenías razón, eres un libro abierto." Y mientras ella va acariciándole con su mano el torno llegando cada vez más a una zona sensible, ella sigue susurrándole, esta vez justo al oído de él. "Y creo que te estás tomando alguna licencia poética. A lo mejor si me cuentas lo que estás soñando, no tienes por qué conformarte con imaginarlo."
Él se despierta de repente con un gran sobresalto. ¡Esas imágenes, esas sensaciones…. eran demasiado reales.! Cuando la mira a ella con esa sonrisa traviesa en su cara, cuando observa donde está la mano de ella, él decide que un caballero siempre, siempre, tiene que hacer lo que le pide su amada…
"Richard," consigue ella murmurar ante la entusiasta reacción de él, "¡por fin consigo descifrar todo lo que piensas!"
"Camille, " responde él intentando acallarla con sus besos, "¡ya te dije una vez que yo soy un libro abierto! Y además…"
"Instrúyeme…" le interrumpe Camille.
"Ya sabes lo que se dice, no dejes para mañana los besos que puedes dar hoy…"
