Disclaimer: Sekaiichi Hatsukoi no me pertenece
Busca dentro de ti la solución de todos los problemas,
hasta aquellos que creas más exteriores y materiales.
-Amado Nervo
El comienzo
Justo cuando Yuki estiraba el brazo hacia el estante, poniéndose de puntillas y esforzándose para alcanzar el libro que necesitaba, una sombra se deslizó por su lado. Otra mano apareció junto a la suya y tomó el libro antes de que él pudiera siquiera rozarlo con la yema de los dedos. Parpadeó, sin esperarse que alguien repentinamente se pusiera detrás suyo.
Instintivamente, su mirada siguió el brazo ajeno hasta llegar a una figura que, de pie justo detrás de él, lo superaba en altura. Giró la cabeza sobre su hombro, topándose con una mirada avellana y una sonrisa levemente divertida. Casi automáticamente, sin poder contenerlo, Yuki hizo una mueca de desagrado, como si hubiera visto una cucaracha escabullirse por el suelo.
"¿Qué quieres, Saga?" dijo Yuki, entrecerrando los ojos, su voz cargada de irritación.
El mayor, Saga Masamune, tuvo la audacia de dejar que la diversión se filtrara en su voz, sin importarle que el chico de ojos verdes lo fulminara con la mirada con cada segundo que pasaba. Apoyo el libro en su hombro, sabiendo que, por la diferencia de altura, Yuki no podría quitárselo.
"Que grosero eres" dijo Masamune, su tono de voz fingiendo inocencia. "Solo estaba ayudándote."
Yuki contuvo la respuesta mordaz que ya estaba formándose en su lengua. No valía la pena enredarse en una discusión con este idiota, solo le provocaría un dolor de cabeza y el peso de la mirada desaprobatoria de la bibliotecaria.
"Gracias" termino diciendo a regañadientes, sin ni siquiera intentar que sonara sincero. Levantó la mano, esperando que el gesto fuera suficiente para que Masamune le devolviera el libro. "Ahora dámelo."
Masamune arqueó una ceja, y en lugar de acceder a la exigencia, giro el libro para mirar apropiadamente el título, como si realmente estuviera interesado. "De hecho" respondió con voz tranquila, "estaba buscando este libro, pero puedes esperar que termine de leerlo"
El aire alrededor de Yuki se volvió más denso y frio, como si la habitación misma hubiera sentido el cambio en su humor. El delgado hilo de cortesía que Yuki había logrado mantener se rompió al instante. Su mandíbula se cerro con tanta fuerza que sus dientes casi rechinaron.
"Estas haciendo esto a propósito" gruño Yuki, su voz llena de veneno. "Esto se trata de que supuestamente te acoso, ¿verdad?"
"Deja de fingir, sé que eres tu"
"Tengo mejores cosas que hacer" replicó, con no poca exasperación. "Mi nombre ni siquiera es Ritsu"
"Siempre puedes falsear tu nombre cuando tomas un libro de la biblioteca" respondió Masamune con un encogimiento de hombros, alejándose con el libro, para la creciente consternación de Yuki.
"¡Espera, Saga!" exclamó, siguiendo sus pasos apresuradamente.
El mayor se detuvo y giro lentamente la cabeza, lo suficiente para que el otro notara sus labios curvándose en una sonrisa. "Eres menor que yo" dijo, el más mínimo matiz burlón en su voz. "Llámame senpai "
Yuki casi sintió como toda la sangre subía rápidamente por su rostro. Al final, persiguió al mayor hasta su lugar habitual para leer, sin tener otra alternativa.
Sentimientos no dichos
Después de una pequeña ronda de discusiones, que consistieron en comentarios al azar que el otro no pudo evitar responder, ambos cayeron de nuevo en ese silencio al que estaban acostumbrados. Sentados uno al lado del otro, leyendo sus respectivo libros.
El único sonido que rompía la quietud entre ellos era el murmullo distante de las conversaciones de los estudiantes que pasaban por el pasillo, mezclado con el suave crujido de las páginas al ser volteadas. El silencio no era incómodo, más bien, el tiempo parecía diluirse en esos momentos. Había algo profundamente reconfortante en simplemente en estar ahí, cerca uno del otro.
Su dinámica era un poco cambiante e impredecible, porque dependía del humor de cada uno. Masamune, a veces, bromeaba, sus labios curvándose en una sonrisa que Yuki, a regañadientes, podía apreciar. Ese simple gesto sutil y breve que fue apareciendo después de casi un mes de conocerlo. La primera vez que lo vio sonreír, fue una cosa pequeña e inesperada, pero con el tiempo creció, lenta y gradualmente.
Pero había días donde parecían retroceder en el tiempo, como tropezando para atrás. Su postura se hacia más cerrada, sus palabras más breves y su miraba más lejana, atrapado leyendo la misma pagina de un libro durante más tiempo de lo necesario. Era un retroceso que le provocaba a Yuki una inquietud visceral, como si de repente estuviera observando a una planta marchitarse justo cuando empezaba a crecer. Esa soledad que invadía a Masamune era palpable, y Yuki no pudo evitar sentirse afectado.
Tal vez fue porque Saga Masamune era lo más cercano que tenia a un amigo, pero esa conexión le hacía preocuparse más de lo que quería admitir. Por lo que no tenia problemas en tomar la iniciativa y alejar esa extraña neblina. A veces lo hacía atrayéndolo a conversaciones triviales, hilando temas hasta que lograba capturar su atención, guiándolo de vuelta al presente hablando sobre cualquier cosa que se le ocurriera. Otras veces, se acercaba un poco más simplemente sentarse más cerca, acortando la distancia entre ellos, hasta que sus hombros o manos se rozaban levemente, un contacto casi imperceptible, pero suficiente para que Saga, casi inconscientemente, se inclinara hacia él.
Había algo profundamente significativo en esos gestos silenciosos, algo que ninguno de los dos se atrevía a expresar. Yuki no tenía que decir que estaba preocupado, no tenía que expresarlo en voz alta; su cercanía hablaba por si sola. Y Masamune, aunque no lo demostraba, lo necesitaba desesperadamente.
La relación entre ellos siempre fue mayormente no verbal, pero no lo hacía menos importante. Probablemente, era esa complicidad callada lo que hacia su vínculo, todavía tentativo, fuera tan especial. Yuki encontraba en ello una comodidad inesperada, un lugar donde no era necesario forzar las palabras o explicar lo evidente.
El más joven volteó otra página de su libro, pero de reojo observo a Saga, quién ahora estaba ligeramente inclinado hacia él, su semblante relajado. No pudo evitar pensar que le gustaría quedarse así, por un poco más de tiempo.
Complicidad
"¿Olvidaste algo?" preguntó Masamune, notando como Yuki se había detenido abruptamente a mitad del camino.
"...Esta es la dirección opuesta hacia mi casa", respondió el más joven, observando a su alrededor con un toque de desconcierto. Había estado tan absorto en la conversación que no se había dado cuenta de que habían tomado un desvío equivocado, alejándose de la ruta habitual.
Masamune tarareó pensativo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón mientras lanzaba una rápida mirada al cielo, que ya estaba teñido de tonos anaranjados por el atardecer. Después de unos segundos de pausa, volvió a llamar la atención de Yuki. "¿Tienes prisa por volver a casa?"
"No particularmente"
"Perfecto", dijo el mayor, con una breve sonrisa que atrajo la atención de Yuki. "Conozco un lugar para comer cerca." Sin esperar una respuesta, ya había cambiando la dirección de sus pasos.
Yuki alzó una ceja ante la invitación, sintiendo una mezcla de sorpresa y curiosidad. Aunque pasaban tiempo juntos en la biblioteca, y caminaban juntos a casa, nunca se habían detenido en ningún lugar. Siempre tomaban el camino directo a casa. Aún así, no se negó. Dio larga zancadas hasta alcanzar el ritmo de Masamune, ajustándose al paso más relajado del mayor. "No suelo comer fuera de casa," comentó, más como un pensamiento en voz alta.
"Algo diferente no te hará daño" replicó el otro chico con un tono despreocupado. "Además, aún no acabamos esa discusión sobre el libro de Usami Akihiko."
El comentario hizo que Yuki hiciera una pequeña mueca, y sin pensarlo dos veces, empujó su hombro contra el de Masamune en un gesto inofensivo. "Nunca dije que las obras de Usami-sensei fueran malas," se defendió con seriedad. "Solo dije que había un rango de mejora. Creó que sus trabajos mejoraran mucho con el paso del tiempo."
El chico de ojos avellana soltó una pequeña risa, una de esas que rara vez se le escapaban y eran completamente sinceras. "Cualquier fan se enojaría contigo", replicó el mayor devolvía el empujón, pero debido a la diferencia de peso y tamaño, Yuki casi perdió el equilibrio. Dio un par de pasos torpes, sus zapatos rozando el asfalto, y luego lo fulminó con la mirada, aunque sus labios apenas contenían una sonrisa.
Un poco más tarde, debido a que volvieron a olvidarse del resto del mundo, casi pasaron de largo el local de comida rápida.
Gracias por leer
