- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


Strangers on a train

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Capítulo XI

"Déjalo brillar"

Su día no estaba resultando como a él le hubiera gustado. Para empezar, había tenido que soportar una nueva discusión con su padre porque el viejo había olvidado unos documentos importantes en la habitación del hotel y producto de haber tenido que esperar a que fuera a buscarlos y volviera al aeropuerto, habían perdido el vuelo, por lo que se habían retrasado todos sus planes. A Ranma ya le estaban cansando las constantes discusiones con su progenitor pues parecía que, para su padre, él nunca cumpliría con sus expectativas. Cuando supo que tendría que esperar por más de cinco horas para abordar un nuevo vuelo de regreso a Japón fue cuando estalló la discusión que luego los mantuvo sin dirigirse la palabra durante la espera, durante el vuelo y durante su arribo a territorio japones. Pisaron suelo nacional a eso de las tres de la tarde y un nuevo intercambio de opiniones se produjo entre los dos cuando Ranma le informó a su padre que no regresaría con él a casa de su madre y le pidió que se llevara su equipaje, porque más tarde él lo pasaría a buscar para saludar también a su madre. Su padre simplemente había puesto el grito en el cielo, tildándolo de irresponsable y desconsiderado. ¿Cómo iba a tener algo tan importante qué hacer que le impidiera ir a saludar a su madre para contarle cómo les había ido en el viaje que habían realizado? Su padre no podía entenderlo, pero él tampoco quería contarle el por qué, puesto que se encontraba muy preocupado, casi temeroso. El motivo, Akane no había contestado ninguna de sus llamadas o mensajes desde que había contado con señal para poder comunicarse con ella. Quizás el motivo era algo simple como un teléfono descompuesto o sin batería, pero algo le decía que había un motivo de mayor envergadura en el extraño silencio de su novia, así que, sin darle mayor importancia a las palabras acusadoras de su padre se había escapado de su lado para dirigirse raudo a tomar un transporte que lo llevara al centro de la ciudad y de ahí, a la casa de su novia. Era jueves y sabía que ella estaría en casa al ser su día libre. Con impaciencia, sin siquiera haber probado bocado desde que había salido de China y un mal presentimiento acrecentándose en su interior, llegó pasadas las cuatro de la tarde a la estación de metro que lo dejaba más cerca de la casa de su novia; avanzó lo más rápido que pudo por las estrechas calles que ya le eran tan familiares y pronto estuvo a las afueras del gran portón de la casona en donde vivía su novia. Se debatió entre dos opciones, abrir el portón e ingresar a la propiedad o volver a intentar llamarla; finalmente se decidió por la primera opción e ingresó por el camino de piedras hasta llegar a la puerta principal de la casona en donde, después de golpear, esperó con nerviosismo que alguien fuera a recibirlo. Mentiría si dijera que no estaba ilusionado con que fuera ella quien lo recibiera en la puerta de su casa, porque de ser así, estaba seguro de que no podría contenerse esta vez y la abrazaría y la besaría como lo había soñado durante todos esos días que habían estado separados, empero, cuando por fin se abrió la puerta no pudo esconder su decepción al ver a la hermana mayor de Akane, observándolo con curiosidad mientras sostenía lo que parecía ser una bolsa de snacks en su mano.

-Hola –dijo con un gesto de su cabeza.

-Hola, Nabiki –contestó él con desgana-, ¿se encuentra tu hermana?

-¿Cuál de las dos? –respondió sonriendo de medio lado al ver la cara de estupor que ponía el novio de su hermana menor-. Lo siento, fue una broma –atinó a decir-. No, Akane no está.

-¿No sabes si llegará pronto?

-¿Por qué no la llamas? –contra preguntó.

-Ya lo hice, pero no me contesta y…

-Quizá ya no te quiere –comentó observando sus uñas, luego subió la mirada y estalló en una sonora carcajada-. No seas tan grave, Ranma.

-Supongo que fue otra broma –murmuró.

-Sí –afirmó-. Si hubieras visto tu rostro te reirías de ti mismo… En fin, Akane no está, ni idea por qué no contesta su teléfono, pero –dijo alargando la silaba-, si es muy urgente puedes ir a la tienda donde trabaja, me dijo que iba a ir a dejarle unas cosas a su amiga Sayuri, porque como no se verán durante días.

-¿Cómo?

-¿Tampoco lo sabes? –inquirió, ahora sí totalmente interesada.

-Estuve en China, en un pueblo aislado de todo, no tenía señal.

-Ah, bueno, si es así te lo diré. Akane está con unos días de permiso del trabajo, por eso tienes dos opciones, puedes esperar a que vuelva o bien, puedes tratar de alcanzarla. Salió hace unos quince minutos.

-Gracias, Nabiki. Creo que iré a buscarla.

-Que te vaya bien –dijo haciendo una seña con su mano cuando lo vio retroceder para irse.

Algo no andaba bien, tenía un mal presentimiento, por lo que apuró el paso y en menos de lo que pensaba ya estaba instalado en el vagón de metro que lo llevaría directo a la estación más cercana a la tienda en donde trabajaba su novia. Esperaba encontrar a Akane en ese lugar porque sinceramente ya se estaba desesperando al no saber absolutamente nada de ella en tres días. La extrañaba, claro que sí, pero era mucho más su desesperación por saber qué diablos estaba pasando para que ella prácticamente desapareciera. Cierto, el vuelo se había retrasado, pero él le había enviado un mensaje avisándole de su llegada, el cual, al parecer, ella no había visto. Quizá lo que tenía que hacer con su amiga era realmente importante como para no esperarle tranquilamente en su casa, quizá le había surgido un inconveniente, quizá se encontraba molesta por su nula comunicación durante esos días, pero, él se lo había explicado, le había dicho con anterioridad que se internaría en sectores donde no había señal telefónica… no podía estar molesta por eso ¿o sí?

Cuando llegó a las puertas de la tienda, totalmente desesperado por verla, lo primero que hizo fue acercarse a la vitrina e intentar captar la atención de las chicas que eran amigas de Akane. Las vio junto a otra chica que no había visto nunca y supuso que era el reemplazo de su novia para los días que ella tenía libre. No le apetecía ingresar a la tienda porque era un lugar en donde entraban sólo mujeres y siempre había esperado afuera, pero ahora, si una de las chicas no volteaba a verle, estaba decidido a hacer a un lado todos sus prejuicios e ingresar a ese lugar sólo en busca de una respuesta o una ayuda por parte de esas dos chicas. Se irguió en toda su estatura, sonrió triunfalmente e hizo una seña con su mano cuando Yuka lo vio sorprendida a través del vidrio de la vitrina. Vio que ella inmediatamente le daba un codazo a su compañera e indicaba en su dirección; las chicas intercambiaron unas cuantas palabras y luego vio que Sayuri avanzaba observando a todos lados para luego salir por la puerta principal.

-Hola Sayuri –saludó amablemente.

-¿Qué haces aquí? –contestó la muchacha cruzándose de brazos al tiempo que una pronunciada arruga se formaba en su entrecejo.

-Llegué hace un par de horas –dijo suspirando-. Sé que hoy es el día libre de Akane. La llamé, le escribí infinidad de mensajes, pero ella no me contesta, es como si se la hubiese tragado la tierra. Pasé por su casa y Nabiki me dijo que podría estar acá porque tenía que entregarte algo y entonces…

-Ya se fue –le interrumpió bruscamente-, y si no te contesta las llamadas o los mensajes es porque no quiere hacerlo.

-¿Cómo? –dijo totalmente sorprendido-, ¿por qué?

-Porque está molesta –contestó cruzándose de brazos-. No, molesta no es lo correcto, ella está dolida.

-¿Dolida?, ¿pero por qué? –inquirió cada vez más inquieto-. No puede estar molesta o dolida porque no la llamé en un par de días, lo hablamos antes y le expliqué que seguramente…

-Realmente no sabes nada –volvió a interrumpirle cerrando por un par de segundos sus ojos para luego exhalar un suspiro. Quería decirle tantas cosas a ese hombre y sin embargo no le correspondía a ella decírselas, así que se contuvo y volvió a hablar calmadamente-. No tengo autorización de Akane y tampoco me corresponde a mí decirte las cosas que debes saber, pero, pasaron cosas.

-Cosas –repitió él suavemente.

-Hace unos días, Akane se enteró de algo –afirmó mirándolo con dureza-. Fue el mismo día que te fuiste a China, para ser más exactos. Esa tarde, ella casi pierde su trabajo porque… lo siento, no me corresponde a mí decirte todo lo que ocurrió ese día, sólo te puedo decir que ella sufrió una gran decepción, que luego del incidente que no te voy a relatar, mademoiselle citrón le dio unos días de permiso para no aceptar su renuncia y que, aunque han pasado algunos días, ella no se ha recuperado aún.

-¿No puedes ser más clara, Sayuri? –se impacientó-. ¿Qué pasó con Akane?

-Ya te dije que no puedo decírtelo porque no me corresponde.

-Pero tiene que ver conmigo, por eso no contesta –razonó-. Te lo pido por favor, dime qué diablos pasó.

-No puedo, no insistas.

-¡Eres su amiga y si lo que le pasa tiene que ver conmigo debes decirme qué es para solucionar el problema!

-No puedo.

-¡Sayuri, por favor, ayúdame!, ¡no sé nada de ella desde hace tres días!, ¡me vine directo del aeropuerto para verla, para estar con ella y tú me dices que algo pasó que la decepcionó y qué…!

-¡Vino alguien a la tienda que hizo que ella lo esté pasando realmente mal! –le interrumpió sin poderse contener por más tiempo.

Él palideció y sus ojos se abrieron desmesuradamente al escuchar las palabras de la chica que tenía en frente.

-¿Quién… quién estuvo acá? –balbuceó, tratando de comprender lo que estaba pasando.

-Fueron dos mujeres, vinieron a la tienda y una de ellas no fue muy amable –asintió Sayuri-. Ella hizo una escena que casi le cuesta el trabajo a Akane. Es todo lo que puedo decirte y es todo lo que te voy a decir, el resto debes preguntárselo a ella.

Permaneció un momento en silencio, sopesando las palabras de la amiga de Akane, imaginándose miles de sucesos que podían haber ocurrido en un encuentro imprevisto con esas dos mujeres que Sayuri había mencionado sin siquiera dar nombres o características, pero en su mente ya iban tomando una forma definida. Tenían que ser las dos locas que siempre andaban tras sus pasos. Una de las dos o quizás ambas debían haberse enterado de su relación con Akane y, aprovechándose de su ausencia, seguramente habían urdido algún plan para hacerle pasar un mal rato a su novia. El problema era que no sabía qué tipo de sucio truco habían utilizado puesto que, si Akane estaba molesta con él, quería decir que no la habían amenazado, sino que seguramente habían recurrido a decirle cosas sobre su persona. Observó a la chica casi con temor y al parecer, la amiga de Akane descubrió su estado con sólo mirarlo porque hizo un gesto desdeñoso con su cabeza, como si se esperara una reacción así por parte de él.

-¿Quiénes eran?, ¿qué le dijeron?

-Ya te dije que no diré nada más al respecto porque no me corresponde.

-Necesito hablar con ella –musitó-. No me contesta, Sayuri, y yo… sea lo que sea que le hayan dicho, necesito explicarle.

-Puedes volver a su casa, tarde o temprano ella debe regresar –contestó encogiéndose de hombros.

-No, su casa no es un buen lugar para conversar –negó-. Sayuri, por favor, ayúdame a encontrarla, tengo que hablar con ella en un lugar tranquilo, lejos de todos de ser posible.

-Sólo respóndeme algo –contestó, él asintió en silencio-. ¿Tienes a otra persona?

-¡No!, ¡por supuesto que no! –contestó efusivamente y con tanta convicción que ella no pudo evitar esbozar una tenue sonrisa.

-Bien, es lo que pensaba –dijo sacando su teléfono de un bolsillo interior de la chaqueta de su traje-. No podemos ver nuestros teléfonos en el trabajo porque está prohibido, pero… -continuó diciendo mientras buscaba el contacto de su amiga. Marcó y luego sonrió cuando escuchó la voz de Akane del otro lado-. Oye –dijo sin ninguna formalidad-, se me olvidó decirte que descubrí una nueva librería en Jimocho y pensé que, si estás cerca de ahí, podías pasar a… oh, ¿ya vas camino a tu casa?... te faltan los boletos… Ajá, entonces en unos cuarenta minutos estarás en casa, aprovecha de evitar el gentío… Sí, en metro es todo más rápido… bien, nos vemos al regreso de tu viaje, cuídate mucho, descansa y disfruta… yo también, adiós, Akane –la chica bajó su teléfono y cortó la llamada-. Listo, ahora no puedes decir que no te ayudé. Puedes esperarla a la salida del metro cercano a su casa y así buscar un lugar en donde te acomode hablar con ella. Tienes poco tiempo, así que vete ya.

-Gracias, Sayuri, eres una buena persona.

-Sólo espero no arrepentirme de haberte ayudado.

Él no contestó, sólo hizo un gesto de despedida con su cabeza y avanzó rápidamente esquivando a personas en dirección a la estación de metro. Cuando llegó a la estación, bajó las escaleras de dos en dos peldaños justo para alcanzar a subirse al tren que ya emitía el sonido característico del cierre de puertas, apoyó su cuerpo en la puerta de enfrente a pesar de que a esa hora había un par de asientos disponibles, luego comenzó a recapitular en su mente todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. Estaba cansado, tenía mucha sed y un poco de hambre pues no había probado bocado desde que había abandonado territorio chino y de eso ya habían pasado bastantes horas. Haciendo a un lado sus pensamientos sobre comida, comenzó a darle vueltas a la poca información con la que ahora contaba. Sayuri le había dicho que Akane había estado a punto de perder su empleo, que dos mujeres se habían presentado en la tienda en donde ella trabajaba y que una de ellas había protagonizado un incidente que casi había logrado que Akane perdiera su empleo. Las únicas chicas que podían haberse presentado en la tienda eran Ukyo y Shampoo, y entonces se estremeció, porque sabía que tanto su amiga de la infancia, así como la joven china no eran confiables, ya un par de veces en el pasado lo habían puesto en apuros frente a algunas situaciones que implicaban a algunas chicas. Por supuesto, él no le había dado tanta importancia puesto que habían sido relaciones pasajeras, pero ahora… No quería imaginar nada antes de hablar con Akane, sin embargo, estaba muy consciente que si Sayuri había dicho que ella se encontraba dolida era porque una de las dos muchachas obsesivas había hecho o había dicho algo que la había molestado. Suspiró y rogó en su mente para que ella quisiera conversar, para que ella quisiera escucharlo, para que ella quisiera entender que él no tenía nada que ver con ninguna de las dos mujeres. Vio con alivio que sólo faltaba una estación para su parada y nerviosamente se acercó a la puerta que se abriría nada más detenerse el tren en la estación. Una vez el tren se hubo detenido y la puerta se abrió, salió raudo hacia el exterior y observó la hora, había tardado poco más de treinta minutos y Sayuri había dicho que ella tardaría alrededor de cuarenta minutos en llegar a su casa. Buscó un lugar no muy alejado de la salida de la estación y esperó, rogando para que los tiempos coincidieran y ella no se hubiera adelantado en llegar a su casa o tendría que ir a verla y obligatoriamente enfrentarse al escrutinio familiar. Pasaron dos minutos, luego cinco, diez, veinte; comenzó a inquietarse porque todos sus temores se comenzaban a hacer realidad; veinticinco minutos y estuvo a punto de decidirse a caminar hacia la casa de Akane cuando la vio aparecer desde la estación de metro. Caminaba distraídamente, observando un folleto que llevaba en su mano derecha. Su semblante se notaba decaído, pero para él seguía siendo hermosa; se acercó despacio, casi con temor y se detuvo justo frente a ella para entorpecer su avance, ella se detuvo de improviso y dio un paso hacia atrás cuando se vio sorprendida por ese imprevisto escollo. Subió su mirada, decidida a encarar al idiota que casi había logrado que chocara con él y no pudo ocultar su turbación al encontrarse con ese par de ojos azulados que la observaban con una mezcla de curiosidad y burla.

-Te estaba esperando –dijo él ante la muda pregunta que vio reflejada en el expresivo rostro de su novia-. Hola –dijo alzando una de sus manos para acariciar la punta de los cortos cabellos azulados como ya era su particular costumbre, pero no se esperó que ella se alejara de su tacto de forma brusca y precipitada.

-¿Qué quieres? –contestó con desgana esquivando su inquisitiva mirada.

A él le quedó clarísimo que todo lo que había dicho la amiga de Akane debía ser cierto pues no se esperaba un recibimiento tan frío por parte de ella.

-Hace horas que he ido de un lado a otro sólo para verte –dijo, y se arrepintió de inmediato al observar el enfado en el rostro de ella-, es decir, llegué hace unas horas, te llamé, te escribí y tú no me respondiste, es lógico que piense que te sucedió algo y me preocupé mucho…

-Estoy bien –le interrumpió.

-No –le contradijo-, tú no estás bien y sé que tiene que ver conmigo. Algo te molesta.

-¿Alguien te dijo algo? –inquirió levantando una de sus cejas.

-No hace falta que alguien me haya dicho algo –contestó haciendo grandes esfuerzos para no decirle la verdad, para no delatar a Sayuri y para tratar de hacer que por voluntad propia le dijera de una vez lo que estaba pasando-. No contestas mis llamadas, no contestas mis mensajes, estoy aquí frente a ti después de habernos separado por lo que a mí me ha parecido una eternidad y en lugar de saludarme como lo haría cualquier persona que ama a otra, lo único que recibo es un "qué quieres". Soy tu novio, Akane, te extrañé como no puedes imaginarlo y debo reconocer que esperaba al menos un "hola, Ranma, ¿cómo estás?", pero tú…

-Perdón por no ser la novia que quieres que sea –le interrumpió una vez más-, perdón por no ser cariñosa ni cumplir con tus expectativas y…

-Akane, ¿qué demonios está pasando? –cortó abruptamente su perorata-. Me fui por tres días y recuerdo haberme alejado de una chica que me demostró que me amaba no sólo con sus palabras, sino también con gestos y acciones, ¿qué pasó durante estos días para que esa misma chica se comporte como si no me conociera?

-No quiero…

-Vamos a hablar porque necesito saber qué pasó, no creo que hayas dejado de quererme sólo por estar separados durante este tiempo. Ven, he visto un parque cercano que…

-No quiero hablar –se negó, alejándose un paso de él.

-Akane, sea lo que sea que esté pasando, creo que tengo derecho a saberlo, ¿hice algo que te molestó?

-Me mentiste –contestó con tanta convicción que él pareció congelarse en el lugar.

Luego la vio exhalar un suspiro y comenzar a caminar a paso lento. No supo si debía seguirla hasta que la escuchó hablarle.

-Si quieres obtener tu respuesta no te quedes ahí –le escuchó decir con un hilo de voz mientras avanzaba lentamente con dirección al parque que él había mencionado.

Avanzaron en silencio, uno al lado del otro hasta que llegaron al acogedor parque. La vio escanear el lugar y dirigirse a uno de los bancos más alejados de las personas que se encontraban a esa hora de la tarde en los alrededores, en su mayoría, parejas de enamorados y padres con sus hijos. Ella se dejó caer en el asiento, permaneciendo con sus piernas juntas y las manos entrelazadas en su regazo. Él se sentó a su lado, con una pierna doblada sobre el asiento y la otra en el suelo para verla de perfil. Se apreciaba cansada y muy triste, hizo un nuevo intento por acariciar sus cabellos y ella le rechazó negando con un movimiento de cabeza.

-No –le escuchó susurrar-, por favor –pidió.

Él asintió, ocultando el desconsuelo que le producía su rechazo y cruzó los brazos a la altura de su pecho.

-¿Qué pasó? –inquirió de la forma más suave que fue capaz-, ¿por qué dices que te mentí?

-Ante todo quiero que no me interrumpas.

-De acuerdo, te escucho.

-El día siguiente de nuestra despedida me sentía muy melancólica porque sabía de antemano que no podríamos comunicarnos, ya lo habíamos hablado, pero yo… estaba tan acostumbrada a tu presencia, aunque fuera a través de un escueto mensaje que comencé a extrañarte desde el instante mismo en que me enviaste el último mensaje –la vio exhalar y juguetear nerviosamente con sus manos-. Tuve un día muy malo desde la mañana porque mi supervisora… En fin, los problemas de siempre, pero yo estaba realmente triste y sus malos tratos me afectaron más de lo normal, fue tanto que cuando volví de mi almuerzo, las chicas me cubrieron y me liberaron de atender a las clientas que llegaban a la tienda, hasta que ya avanzada la tarde me vi en la obligación de volver a mis funciones porque ellas estaban ocupadas y fue cuando la conocí –dijo con la voz cada vez más suave. Él se tensó puesto que por fin ella le diría qué había pasado con esas dos mujeres-. Yo… reconocí enseguida a la chica de cabellos castaños porque la había visto en el gimnasio en nuestra primera cita y luego tú me habías hablado de ella. Esa vez, te referiste a ella como alguien que estaba obsesionada contigo –se interrumpió y bajó su cabeza enfocando sus ojos en el suelo-. Llegó acompañada de una señora muy distinguida, de cabellos castaños finamente peinados y unos ojos azules que inspiraban respeto, creo que sabes de quien te hablo.

Palideció. No habían sido las dos chicas obsesas las que se habían presentado en la tienda, había sido su madre acompañada de Ukyo. Eso no podía estar sucediendo, no podía ser que su madre…

-La señora Saotome es una mujer muy amable, lástima que tuviera que conocerla en esas circunstancias porque se debe haber llevado una muy mala impresión de mí, aunque creo que eso ya no tiene importancia porque…

-Espera –le interrumpió-, ¿tú conociste a mi madre?, ¿ella se presentó formalmente? –inquirió. Se negaba a creer que su propia madre estuviera implicada en un asunto que a todas luces le había causado dolor a Akane.

-Eso depende de lo que se entienda por formalmente –contestó-, ella sólo me dijo su apellido y esa chica la llamó por su nombre, luego se pusieron a comentar algunas cosas sobre el viaje que su hijo y su esposo habían tenido que hacer a China y… fue cosa de sumar dos más dos para descubrir que…

-¿Qué te dijeron?

-Dijiste que no ibas a interrumpirme y ya lo has hecho dos veces –le reclamó.

-Está bien, trataré de no hacerlo más.

-Estaban buscando algunos vestidos para una fiesta que al parecer se realizará este fin de semana –continuó dibujando imaginarios círculos con su dedo pulgar derecho en la palma de su mano izquierda en un movimiento nervioso-. Las atendí como lo hubiera hecho con cualquier persona y reitero que la señora Saotome fue muy amable, pero cuando quedé sola con esa chica… -volvió a interrumpirse y empuñó ambas manos en un solo movimiento. A él le dio la impresión de que estaba a punto de golpear a alguien- Sin quererlo, esa tarde me enteré de muchas cosas, Ranma -dijo con un hilo de voz-. Supe que eres el heredero de una familia dueña de una prestigiosa cadena de hoteles, supe que la fiesta para la cual tu madre y esa chica buscaban sus vestidos era para conmemorar el aniversario de tu abuelo, supe que tu misterioso viaje a China lo realizaste con tu padre para concretar la expansión de los hoteles en ese país y supe… supe que esa chica no es una simple mujer que se encuentra obsesionada contigo –se interrumpió para tomar aire. Así como estaba, con gran parte de su rostro oculto por sus cortos cabellos, a él le pareció detectar lágrimas contenidas en sus bellos ojos color chocolate. Se asustó, sintió una fuerte opresión en el pecho y en un acto reflejo trató de abrazarla, pero ella volvió a rechazarlo con un brusco movimiento-. Ella me dijo que debía lucir esplendida el día de la fiesta porque debía deslumbrar a su prometido. Que se había enterado de que ese día anunciarían la fecha de su boda y que todos estaban encantados con la idea, incluyendo a su prometido.

-¡Qué!, Akane, no es…

-¡No he terminado! –exclamó dejando escurrir las lágrimas que había estado conteniendo. Lo miró de frente y fue tanto el dolor y la rabia que él observó en sus ojos, que se estremeció, porque comprendió que la muchacha que él había considerado quizá su única amiga lo había traicionado mintiéndole a Akane-. Dijo que estaban comprometidos, que quería lucir un vestido que hiciera juego con el color de tus ojos, eligió un modelo y se lo probó, pero el maldito vestido no cerraba y entonces pidió mi ayuda –dijo tratando de contener las lágrimas que seguían empapando sus mejillas-. No sabes lo difícil que fue tratar de ayudarla cuando sentía que me estaba muriendo por dentro, cuando sólo sentía deseos de escapar de allí para no volver nunca más y casi lo hago, porque tu prometida me acusó de dañar su piel con la cremallera del estúpido vestido que terminó por romperse. Hizo un escándalo y todas se asustaron, pidió que me despidieran amenazando con demandar a la tienda y yo… simplemente exploté, le dije unas cuantas cosas delante de todas, delante de tu madre y luego renuncié, pero la señorita Kuno no me lo permitió y ahora yo sólo quiero saber por qué lo hiciste, Ranma -se interrumpió para serenarse y luego volvió a hablar-. Durante todos estos días he tratado de entenderte y explicarme porqué me ocultaste lo de tus padres, por qué te hiciste pasar por un simple maestro de artes marciales y por qué si estabas comprometido con esa chica…

-¡No hay ningún compromiso! –le interrumpió. Ella dio un respingo al escucharle y se pasó la mano por las mejillas para secar sus lágrimas.

-Ranma, ya no es necesario que me mientas, yo lo sé, vi sus redes sociales y tiene una fotografía de ustedes como foto de perfil.

-Le he dicho infinidad de veces que borre esa maldita fotografía.

-¿Por qué debería?, es normal que una chica quiera aparecer junto a su prometido en sus redes sociales.

-Akane, debes creerme, ella no es nada mío y…

-Sabes, tengo una teoría que necesito corroborar para tratar de entender -le interrumpió con amargura en su tono de voz-. Creo que ella es importante para tu familia porque aparece en muchas fotografías desde que era una niña –dijo viendo sus manos entrelazadas-. Seguramente tus padres y los de ella consideraron una buena idea que el heredero de los hoteles Lirio de Plata se casara con la heredera del imperio del okonomiyaki –él la observó sorprendido ya que ella realmente tenía que haber investigado para saber todas esas cosas-, es algo natural en las familias adineradas y… yo incluso puedo entenderlo, pero, me involucraste y cuando me enteré de todo esto, dolió y dolió mucho. Esa verdad me golpeó muy fuerte y de improviso, desde hace tres días nada está bien y realmente me cuesta decirlo pero… estoy hecha trizas, Ranma, así es como me siento, porque seguramente quisiste mantener nuestra relación oculta porque claro, no sería bien visto que el heredero de una de las cadenas de hoteles más prestigiosas del país mantuviera una relación con una muchacha que ni siquiera tiene el dinero suficiente para pagarse una carrera universitaria –exhaló un suspiro y siguió hablando-. Cuando yo te pregunté por tus padres, dijiste que preferías mantenerte un poco alejado de ellos porque eran entrometidos, pero ni siquiera mencionaste a qué se dedicaban o…

-Akane, no es así…

-Vuelves a interrumpir –sus ojos se encontraron y no supo por qué sintió vergüenza de sí mismo al verse reflejado en aquellos orbes que permanecían húmedos y tristes-. Cuando te pregunté por ella, dijiste que era sólo una chica obsesionada contigo, que habían sido amigos desde la infancia pero que tú nunca habías sentido nada por ella, pero ahora que ella misma me dijo su verdadera relación, yo sólo quiero que me respondas un par de preguntas. ¿Me engañaste porque te avergüenzas de mí y no querías exponerte, o simplemente quisiste divertirte con una chica común y corriente antes de casarte con ella?, ¿es eso lo que soy para ti, sólo una chica con la que te divertiste un rato?

-Nunca te he engañado, Akane, y jamás te utilizaría para pasar el rato.

-¡¿Cómo que no me engañaste, si yo misma descubrí que…

-Admito que en lo que respecta a mi familia… omití información –dijo bajando los hombros en actitud de derrota-. Me arrepiento de haberlo hecho, me arrepiento de no haberte contado todo lo referente a mi familia y juro que iba a hacerlo, hoy o mañana iba a hacerlo porque mi intención era que me acompañaras a esa fiesta, que conocieras a mis padres en esa fiesta y quería presentarte ante todos como lo que eres, como mi novia y…

-¿Ibas a presentarme como tu novia delante de tu prometida?

-¿Me dejas hablar a mí ahora? –contra preguntó. La vio asentir en silencio al tiempo que nuevamente enfocaba su vista en el suelo-. Ella no es mi prometida, nunca lo ha sido y nunca lo será, sólo te engañó porque supongo que de alguna forma descubrió nuestra relación.

-¿Y por qué inventaría algo así?

-Ya te lo dije, se encuentra obsesionada conmigo y con la idea de casarse. Es cierto, nos conocemos desde niños porque mi padre y el de ella son amigos, y también es cierto que hubo un tiempo en que mis propios padres alimentaron la idea de que nosotros nos enamoráramos y nos casáramos algún día, pero sabes mejor que nadie que el amor no se puede forzar. Ella dice estar enamorada de mí y pelea con quien sea para tratar de ganar mi afecto, desde niña ha sido así, pero ahora fue demasiado lejos. No hay nada entre nosotros y lo que te dijo simplemente lo inventó porque se vio amenazada, porque seguramente supo lo importante que eres para mí y por favor, no pienses nunca que lo que tenemos es sólo para divertirme por un rato. No me casaré con ella, Akane, debes creerme.

-No puedo –musitó-, lo siento, pero no puedo creerte.

-¿Quieres que la llame?, ¿quieres que la traiga para desenmascararla?

-No –negó con un movimiento de cabeza-, sería demasiado doloroso confirmar que tú y ella…

-Pero qué parte de lo que te estoy diciendo no entiendes, ella sólo era mi amiga y después de lo que hizo no será nada porque destruyó el poco cariño que aún le tenía.

-¿Y si fuera cierto, si ella realmente mintió?, ¿qué hay de tu familia?, ¿cuál es tu explicación para ocultarme tu verdadera situación?

-Mi padre es una persona arribista que se ha obsesionado con el dinero. Renunció a su carrera como artista marcial por el dinero. Es cierto, se enamoró de mi madre y ella de él, pero cuando mi abuelo se opuso a su unión, ella le propuso que escaparan y formaran una familia lejos, sin embargo, él quería obtener ambas cosas, el amor de mi madre y las riquezas que ella podía otorgarle, así que fue él quien renunció a todo por quedarse al lado de mamá, incluso renunció a su apellido y bueno, él siempre ha querido que me case con Ukyo porque eso sería expandir sus horizontes, económicamente hablando, por eso me llevo tan mal con él y por eso evité que te conociera, no porque me avergüence de ti, sino porque me avergüenzo de él. Si él se hubiera enterado de que su hijo está profundamente enamorado de una chica que no es la hija de su amigo, armaría un escándalo y no quise exponerte.

-Pero acabas de decir que querías presentarme…

-Sí, porque durante esa fiesta él no se atrevería a hacer nada que pusiera en riesgo su adorado patrimonio o su reputación. Yo tenía… tengo la intención de llevarte a esa fiesta, Akane –se retractó acercándose un poco a ella-. Quiero que me acompañes no sólo para que conozcas a mis padres, sino para que todo el mundo se entere que estoy enamorado de una chica maravillosa, que me hace feliz y que, en un futuro, espero no muy lejano, acepte compartir mi vida, acepte caminar a mi lado por el resto de mi vida porque… Akane, yo te necesito a mi lado como nunca necesite algo, te amo locamente y lo que siento por ti es tan intenso que a veces me asusta. Por favor, no permitas que una mentira acabe con todo lo maravilloso que hemos construido durante estos meses.

-¿Me estás diciendo todo esto porque quieres justificarte?

La observó con incredulidad y cerró uno de sus puños antes de seguir hablando.

-No estás escuchando –dijo bajando la mirada-, todo lo que acabo de decir es lo que siento, jamás he sido tan sincero con nadie, pero al parecer mis palabras están perdidas.

-Entonces, debo creer que esa mujer inventó todo porque está obsesionada contigo; creer que no me quisiste presentar con tus padres porque te avergüenzas de tu padre y que hipotéticamente tú quieres que nosotros…

-No es hipotético, Akane –dijo poniéndose en pie para luego acuclillarse frente a ella y tomar sus manos entre las suyas-. Te juro que lo que Ukyo te dijo es una gran mentira que ella inventó seguramente con el propósito de dañarnos, de separarnos –afirmó mirándola a los ojos-. Sé que hice mal al ocultar información sobre mi familia, sé que debí confiar en ti y contarte mi verdadera condición que por lo demás, a mí no me importa porque no nací para los negocios. Yo sólo quiero desempeñarme enseñando lo que me apasiona y de verdad tengo la esperanza que tú me acompañes en ese camino.

-Aunque sea cierto lo de esa chica –le escuchó decir muy bajito-, aunque ella me haya engañado, eso no borra el hecho de que quien me mintió primero fuiste tú, Ranma.

-Sólo omití información y en verdad lo siento…

-No lo sientas –negó con un movimiento de cabeza-. Todo lo que pasó, todo lo que descubrí y todo lo que me has dicho ahora, me sirvió para darme cuenta de que no debo confiar ciegamente en las personas, aunque digan quererme.

-¿No confías en mí?

-Ya no –admitió tratando de alejar sus manos de las de él, pero él no se lo permitió-. Ranma, sabes que me cuesta mucho confiar en las personas, de hecho, debes saber que me costó demasiado entregarme a esta relación porque yo… siempre tuve miedo de salir lastimada y ahora, siento que todos mis temores se hicieron realidad, porque aunque lo que dijo esa chica sea una mentira, de todas formas queda tu engaño, y si no fuiste capaz de contarme tu historia de vida por el motivo que sea, creo que tampoco podrás asegurarme que no volverás a engañarme o a omitir información, como has insistido en declarar.

La observó asustado, y lo que apreció en sus ojos no le gustó. Sus ojos achocolatados, enrojecidos e hinchados por el llanto ya habían dejado atrás la tristeza y ahora habían adquirido determinación.

-No puedes –dijo con un hilo de voz-, tú no puedes estar pensando en terminar nuestra relación por…

-Una parte de mí quiere abrazarte y besarte y olvidar todo lo que pasó durante estos días –dijo esquivando su profunda mirada azulada-, pero otra parte sólo quiere alejarse y… no verte ni hablarte porque me decepcionaste. Lo que viví durante estos días destruyó mi mundo, Ranma, y créeme que un abrazo tuyo no me devolverá la fe. Debo alejarme para sanar y la razón me dice que…

-No menciones a la razón –le interrumpió-. El amor no tiene nada de razonable y por lo menos yo estoy totalmente enamorado de ti, así que para mí no es entendible lo que estás tratando de decirme. Tenemos muchas cosas que no hemos visto, cosas que no hemos hecho, lecciones que aprender juntos, por favor no te alejes de mí por una tontería –suplicó con un nudo en la garganta-. Hay muchas páginas que voltear, Akane, este no es el final del libro…

-Ranma…

-No me importa si no te importa, Akane. Puede venirse todo abajo o incluso tú misma puedes destruirlo, pero yo acá sólo veo otra oportunidad para mejorar, para hacerlo mejor –dijo llevándose las manos de ella cerca de sus labios para besas sus nudillos-. Dame una oportunidad para vivir y aprender junto a ti, reconozco que fui un imbécil y cometí un error al no contarte todo sobre mí, pero… todavía hay tiempo para resarcir mi error, todavía tenemos mucho por explorar.

Permaneció en silencio, esperando su reacción la cual no se hizo esperar demasiado. Ella se deshizo de su agarre con suavidad, dejando sus manos nuevamente sobre su regazo y escondió la mirada.

-Sólo quiero estar tranquila para pensar –dijo en un susurro-. Tengo unos días de permiso en el trabajo y… me iré a casa de un familiar, necesito soledad. Espero que lo entiendas.

-No –contestó-, no lo entiendo, porque si tú te vas, yo estaré triste y tu enojada, y me niego a dejar lo que teníamos, aunque sea por unos días, por culpa de un engaño y un error.

-Fue un error que para mí resulta grave, Ranma.

-Sí, lo reconozco y estoy dispuesto a repararlo, pero… -se interrumpió y dejó caer sus brazos a los costados-, te pido que escuches a tu corazón, detente y reordena tus emociones antes de decidir dar vuelta la última página –levantó su mano y acarició suavemente la mejilla de su novia-. No quiero que volvamos a convertirnos en dos extraños en un tren, por favor, Akane.

-Quizás eso es lo que debimos seguir siendo –contestó conteniendo las ganas de llorar-, simplemente dos extraños en un tren.

-Akane…

-Debo irme –dijo poniéndose lentamente de pie, él la imitó-. Me voy mañana en la tarde, pero por favor, no vengas –terminó de decir avanzando un par de pasos.

-¿Eso es todo? –inquirió bajando la mirada-. ¿Lo terminarás así, sin más?

-Yo no dije…

-Sabes que no es verdad –le interrumpió-, sabes que si me pides distancia… es porque no quieres recomponer nuestra relación.

La vio llevarse una mano al pecho, la vio agachar la cabeza y luego, la vio avanzar lentamente con dirección a su casa.

-Espera –pidió, y avanzó cuando la vio detenerse-. Esperaba que fuera de otra forma, pero… -se interrumpió para buscar algo en el interior de su chaqueta, observando fijamente la espalda de la chica de cortos cabellos azulados que permanecía de pie a escasa distancia-. Ten –dijo parándose frente a ella para entregarle un pequeño objeto envuelto en un colorido y delicado sobre de papel-. Es para ti.

-No creo que deba…

-Es un regalo –le interrumpió con la voz quebrada-, quiero que te lo quedes… es lo último que te pediré.

Vio que levantaba el rostro, pero de inmediato volteó el suyo. Era totalmente consciente de las lágrimas contenidas en sus ojos y no quería que ella lo viera derramarlas, así que volteó y comenzó a avanzar hacia la estación de metro.

-Adiós, Akane –dijo como última frase.

No pudo apreciar el último gesto de ella porque avanzó rápidamente, secando furiosamente sus mejillas, sin embargo, si hubiera volteado sólo un instante, se hubiera percatado que ella permanecía de pie, llorando amargamente, sosteniendo el pequeño envoltorio con ambas manos a la altura de su corazón.

Caminó rápidamente y sin mirar atrás, tratando de escapar, tratando de fingir que nada de eso era verdad, que esa conversación y esa triste despedida no había existido, pero, a quién quería engañar, si la mujer a quien amaba locamente acababa de pedirle que la dejara en paz. Su corazón le gritaba que diera la vuelta, que volviera con ella y le rogara de ser necesario para que no lo alejara de su lado, sin embargo, su orgullo herido punzaba por dejarla atrás, tal y como ella le había pedido, para no volver a clamar por una oportunidad que estaba seguro, ella no le daría porque la conocía y sabía que cuando ella tomaba una decisión, ya no había vuelta atrás. Así que se alejó y atormentado por lúgubres pensamientos se dirigió primero a poner en claro las cosas con la mujer que había arruinado su vida y luego, a casa de la única mujer que podría entenderle y consolarle en un momento como aquel.

Cuando llegó a casa de su madre ya era tarde, las estrellas se divisaban en el cielo y las luces del alumbrado público cubrían las calles con esa luz mortecina que en esos momentos lograba deprimirle aún más. Sacó las llaves y abrió la puerta principal de la gran casona, su madre le salió al encuentro casi de inmediato, como si estuviera esperando su arribo al lugar.

-Hijo, te esperaba más temprano -dijo la mujer envolviendo en un efusivo abrazo al joven de trenzados cabellos, él le correspondió de inmediato-. Cuando tu padre llegó, me imaginé que pasarías primero a ver a tu novia, pero nunca pensé que demorarías tanto -continuó separándose de él para observar su abatido rostro-. ¿Qué pasa, Ranma?, ¿estás bien?

-No, mamá -contestó esquivando su mirada-. ¿Dónde está papá?

-Durmiendo desde las seis -dijo mirándolo con angustia-. ¿Qué pasó?

-Destruyó mi mundo, mamá.

-¿Quién?, ¿tu novia?

-Ukyo -contestó con rabia contenida.

-Ven -dijo su madre haciéndolo avanzar junto a ella para llevarlo a la sala en donde le obligó a sentarse a su lado-. Explícame qué está pasando.

-¿Fuiste a una tienda en busca de un vestido para la fiesta junto a ella esta semana, mamá? -dijo mirando un punto indefinido frente a él.

-Sí, me pidió que la acompañara a comprarse algo porque…

-La chica que las atendió se llama Akane -le interrumpió-. Sin saberlo conociste a mi novia, mamá.

-¿La jovencita de cortos cabellos? -él asintió en silencio-, ¿ella es…

-No sé cómo lo hizo, pero… Ukyo debió haberse enterado y cuando tú no estabas junto a ella, le inventó una gran mentira a Akane. Le dijo que estábamos prometidos, que en la fiesta de este sábado anunciarían la fecha de nuestra boda y que todos estábamos de acuerdo. En otras palabras, le dio a entender a Akane que yo sólo estaba con ella para pasar el rato antes de casarme.

-Pero, eso es mentira… Por eso ese día ella estaba tan afectada cuando sucedió lo del vestido -razonó-, pobrecita, debió sentirse muy mal. Supongo que tú le explicaste todo.

-Se lo expliqué, pero no es todo porque yo… no le había contado mi verdadera situación familiar -dijo bajando la cabeza-, yo, omití decirle que era hijo de los dueños de los hoteles Lirio de Plata.

-¿Por qué hiciste algo así?

-No lo sé, simplemente quería que ella conociera al maestro de artes marciales sencillo y despreocupado, y no al hijo de un empresario que a futuro se verá obligado a asumir un cargo que nunca ha querido asumir, ¿se entiende?

-Debe sentirse engañada.

-Dice que le mentí.

-¿Y no lo hiciste? -preguntó su madre observándolo con dureza-. El que hayas ocultado tu verdadera condición también es mentir, Ranma, y yo apostaría a que ella desde un principio se mostró tal cual es ante ti. ¿Lo hizo? -él asintió-, entonces puedo entender su desilusión.

-Sé que cometí un error -dijo revolviéndose el cabello-, quizá fue un grave error, pero ¿es tan grande como para que ella quiera terminar nuestra relación?

-¿Ella lo dijo?

-No, dijo que quería estar sola para pensar.

-Eso no quiere decir que quiera dejarte.

-Sí lo es -contestó levantando la mirada para enfocarla en los ojos de su madre-. Sé que se acabó, mamá, y aunque me siga aferrando a una mínima esperanza, lo vi en sus ojos, ella no volverá.

-Ranma, no creo que ella quiera terminar con su relación, sólo debe estar dolida y confundida por todo lo que pasó. Dale espacio y verás que pronto volverá todo a ser como antes.

-No lo creo, ella estaba realmente molesta, mamá. Molesta conmigo por haberle ocultado información y triste por lo que le dijo esa maldita…

-¡Ranma!

-¡No pretenderás que siga tratándola con estima después que destruyó mi mundo y ni siquiera fue capaz de dar la cara!

-Por lo que dices, supongo que trataste de hablar con ella.

-La llame varias veces, pero tiene su teléfono apagado, entonces fui a su casa y me dijeron que la señorita Kuonji había salido de la ciudad ayer en la tarde. La rata se está escondiendo para no enfrentarme.

-Seguramente, pero no me gusta que te expreses así de una mujer.

-Perdóname, sólo estoy furioso con ella. ¿Por qué simplemente no me dejó tranquilo, si sabe que ella no me interesa?

-Porque tú nunca se lo aclaraste –contestó su madre mirándolo acusadoramente-. Ranma, hace un par de años, cuando me contaste que ella había interferido en tu romance con esa chica que conociste en un torneo, yo te dije que debías hablar con ella, que debías aclararle que ella siempre sería sólo tu amiga, pero tú insististe en que ella se daría por enterada y te aferraste a tu buena intención de no hacerla sufrir, sin embargo, hay personas a las que si no les dejas las cosas en claro desde un comienzo, luego no entienden razones y ahora, por no querer que ella sufra al decirle que no sientes nada más que una sincera amistad, tú terminaste sufriendo.

-Tienes razón, siempre la tienes, mamá.

-¿Comiste algo? –preguntó luego de un momento de silencio.

-Nada desde que salí de China, pero no tengo hambre.

-No señor, debes comer algo, luego te iras a tu habitación porque esta noche la pasaras aquí y ya verás que mañana todo estará mejor.

-No lo creo.

-Ven –dijo tomándolo del brazo para dirigirse a la cocina-. Cuando Ukyo regrese hablarás con ella y le pedirás una explicación por lo que hizo y cuando pasen unos días, llamarás a tu novia y verás que todo se solucionará. No creo que ella quiera dejar a un muchacho tan encantador como tú.

-Lo dices porque eres mi madre.

-Lo digo porque es la verdad. Ella entenderá, sólo necesita tiempo para procesar todo lo que vivió durante estos días porque debe haber sido muy duro enterarse de algo como lo que inventó esa chica –dijo poniendo un plato con comida frente a él-. Ponte en su lugar, Ranma. Ella debe haberse sentido muy mal al descubrir que supuestamente su novio se casará con otra mujer y que al parecer sólo la estaba utilizando. Debió ser humillante para ella conocer de propia boca de la supuesta prometida la información y además tener que atenderla con una angelical sonrisa, porque así fue, Akane nos atendió como si nada pasara y mantuvo su compostura hasta que explotó cuando Ukyo comenzó a pedir que la despidieran. Luego, al enterarse de tu verdadera situación familiar, debe haberse sentido engañada y tuvo que permanecer con esos pensamientos envenenando su mente durante tres días, Ranma. Dime, tú no estarías confundido, dolido y abatido también si el caso hubiese sido al revés.

-Supongo que sí.

-No supongas, sería así o peor. Lo que tienes que hacer ahora es comer, luego irte a la cama a descansar y ya mañana veremos qué pasa o si podemos hacer algo para recomponer las cosas.

-¿Podemos? –dijo llevándose un bocado a los labios.

-Puedo ayudar si me dejas hablar con Akane.

-Prefiero que no lo hagas, mamá –dijo esquivando su mirada-, pero gracias de todos modos.

-Como quieras, aunque insisto en que puedo ayudar.

-Me ayudarás si me disculpas ante todos y me permites esta vez no ir a la fiesta del abuelo porque… no tengo ánimos para fiestas. Además, esa noche debía ser especial y ya no lo será.

-Suspenderemos la celebración –declaró con firmeza.

-Mamá, no puedes…

-Sí puedo, soy la anfitriona y suspenderé la fiesta hasta nuevo aviso –dijo acariciando sus negros cabellos-. Estoy segura de que todo se solucionará y para entonces, me avisarás y volveremos a organizar esa celebración porque yo sí quiero conocer a mi nuera.

-Gracias, mamá –ella sólo sonrió dulcemente.

-Ahora come y ve a descansar. Mañana será un nuevo día y verás que todo comienza a mejorar.

Luego de ingerir un par de bocados más, se retiró a su antigua habitación, pensando en que quizá su madre tuviera razón y el día siguiente trajera paz y estabilidad a su vida.

Durmió poco esa noche a pesar de sentirse muy cansado y al día siguiente se levantó un poco más animado. Permaneció en casa de sus padres durante el resto del fin de semana, haciendo intentos infructuosos por contactarse con la chica que había sido su amiga de la infancia y también, enviándole algún mensaje a escondidas a Akane con la esperanza de que ella le contestara aunque fuera para exigirle que dejara de molestarla, pero nada, ni Ukyo había dado señales de vida ni Akane respondía a sus mensajes, por lo que para cuando llegó el día lunes y él tuvo que presentarse al trabajo, su estado de ánimo era deplorable. Realizó sus clases con poco entusiasmo, deseando que el día llegara pronto a su fin para irse a su casa. Ni siquiera le importaron los berrinches que realizó la muchacha de violetas cabellos al sentirse ignorada por su sensei, sólo quería irse a casa y olvidarse de todo porque ya sentía que todo estaba perdido, que su relación estaba acabada y que ella, su ángel del metro no volvería a su lado.

Así que, terminada su jornada, se dirigió con pesadumbre a la estación, esperó el arribo del tren y cuando éste se detuvo y abrió sus puertas, enfocó automáticamente la mirada en la puerta de enfrente, donde ella siempre se acomodaba… sólo vio a un hombre entrado en años que miraba algo en su teléfono. Su ángel no viajaba ese lunes en el mismo tren, suspiró e ingresó apresuradamente cuando se percató que comenzaba a escucharse la sirena que indicaba el cierre de puertas. Apoyó su espalda en la puerta de enfrente, al lado del señor que ocupaba el lugar donde ella siempre permanecía y cerró sus ojos.

-Dos extraños en un tren –se dijo para sí-. Quizá nunca debí tratar de llamar su atención. ¿Qué pensaría ahora si se enterara que nunca leí una sola página de ese libro y que no me gustan los dulces de menta? Lo hice sólo para llamar su atención, para tener alguna afinidad y buscar conversación, pero… seguramente ahora pensaría que incluso traté de acosarla y engañarla sólo para… debo dejar de pensar en ella.

El resto del camino lo hizo tratando de alejar todos esos pensamientos y recuerdos de su mente, empero, le fue prácticamente imposible, pues debía reconocer que ella había ingresado por sus poros y se había metido en su sangre. Todo le recordaba a la dulce chica de cabellera azulada, hiciera lo que hiciera para escapar, siempre terminaba pensando en ella y en su absoluto silencio y así fueron pasando los días. Días que, en vez de traer paz y armonía a su vida, lo iban sumiendo en un peligroso estado melancólico que no recordaba haber vivido desde la pérdida de su hermana, así que el miércoles por la mañana se levantó tarde y, por ende, llegó atrasado a impartir sus clases del día, ganándose una reprimenda del dueño del gimnasio. No le importó, si el idiota quería echarlo del trabajo le estaría haciendo un gran favor, así que, con indiferencia se presentó ante sus alumnos e impartió sus clases de mala gana. Cuando abandonó el lugar ya eran pasadas las cinco de la tarde y sin pensarlo mucho, se dedicó a caminar. Cuando había sufrido la dolorosa perdida de su hermana se había acostumbrado a dar largas caminatas para serenarse y no pensar, siempre había funcionado y esperaba que ahora también surtiera efecto, así que, aunque el gimnasio en donde había dado su última clase quedaba bastante retirado de su domicilio particular, decidió que sería una buena idea irse caminando a su casa, sin prisas y disfrutando del atardecer. Una hora y media después llegó a los puestos de comida que se encontraban cerca de su apartamento y decidió pasar a comprar algo para comer. Pidió al viejecito que siempre le atendía un surtido de platillos que serían una excelente compañía para su melancolía y se sentó a esperar su pedido mientras veía su teléfono, aunque sabía de antemano que no había nada que ver en la pantalla del aparato. Akane ni siquiera estaba en línea y qué decir de su desaparecida amiga de la infancia. Suspiró, hacía dos días que había dejado de enviarle mensajes a Akane, siguiendo el consejo de su madre, pero sabiendo que en el fondo lo hacía para tratar de acostumbrarse a la idea de que ya no eran ni serían nada.

Cuando el chico que ayudaba al viejecito en el puesto le indicó que su orden estaba lista, él simplemente tomó la bolsa que el joven le pasaba y luego de pagar y agradecer, encaminó sus pasos hacia su edificio. Observó el cielo, los colores rojizos del atardecer ya estaban dando paso a la noche y sus estrellas, por lo que debía ser bastante tarde. Subió al piso en donde se encontraba su apartamento y con curiosidad avanzó hacia su puerta pues justo frente a ella permanecía alguien sentado, con sus brazos alrededor de sus rodillas flexionadas, su rostro sobre sus rodillas y la capucha de su sudadera cubriendo sus cabellos. Sacó sus llaves de su bolsillo y el tintineo del metal pareció alertar a la persona que se encontraba sentada frente a su puerta porque se sobresaltó, levantando escasamente el rostro para observarle.

-Te estaba esperando –susurró muy suavemente.

Se quedó estático en el lugar, justo frente a ella, sólo observando su rostro sonrojado y sus ojos brillosos por lágrimas contenidas. Supuso que el permanecer por tanto rato con su rostro descansando sobre sus piernas había hecho que adquiriera ese tono rojizo en sus mejillas.

-No suelo hacer esto –la escuchó decir-. Nunca esperé tres horas a un chico frente a la puerta de su casa. Tu vecina, la ancianita, debe haber pensado que soy una ladrona o algo por el estilo, pero yo… necesitaba hablar contigo –dijo entrelazando aún más sus manos alrededor de sus piernas flexionadas-, necesitaba explicarte que lo que pasó ese día en la tienda…

-¿Tres horas y no me llamaste? –preguntó con incredulidad.

-No quería incomodar. Tal vez estabas ocupado y…

-Llevo días esperando un mísero mensaje –le interrumpió bruscamente.

-No quería hablarte –confesó con voz temblorosa-, no quise contestar a tus mensajes ni llamados porque no quería escuchar tu voz.

-¿Y entonces, por qué estás aquí?

-Porque no pude soportar por más tiempo –musitó enfocando su vista en la puerta del apartamento-. Esta mañana tuve que tomar el metro en otra ciudad para… en realidad, eso no importa, pero ese viaje me ayudó a comprender que debía volver porque… te vi.

-¿Me viste?

-Realmente no eras tú, era un chico muy parecido a ti que vestía camisa roja y amarraba sus cabellos con una trenza y al verlo yo lo entendí –se interrumpió para tomar aire y secó una lágrima que había escapado de sus ojos-. El día en que ella fue a la tienda yo sentí que mi mundo se desmoronaba, luego descubrí todo lo que me habías ocultado y de verdad quise odiarte por haber mentido. Cuando regresaste y me explicaste lo de la falsa prometida y el por qué no me habías dicho nada referente a tus padres, me negué a creerte porque estaba muy dolida y enojada y también me sentía humillada y burlada. Pensé que habías llegado tarde con tu explicación y te culpé de todo porque realmente estaba destruida, Ranma, me sentí engañada y también avergonzada… así es como me sentí cuando trataste de explicarme todo, así que seguí mi idea de alejarme de ti porque pensé que era lo mejor… pero no lo fue –dijo sollozando con angustia.

Él se arrodilló frente a ella, dejando la bolsa con comida sobre su bolso de deportes en el piso y tomó sus manos entre las suyas, sin atreverse a abrazarla.

-Akane…

-De verdad la desilusión que sufrí fue muy grande y aunque quise alejarme y dejar todo atrás, para así lograr que lo que viví contigo quedara sólo como un bonito recuerdo, no pude –dijo enfocando sus llorosos ojos en la profunda mirada de él-. Hoy vi a ese chico en el metro y sentí la necesidad de volver a verte, de venir acá y… que me abrazaras y me dijeras que todo ya pasó… y que vamos a estar bien y…

-¿Eso es lo que realmente quieres? –preguntó en un susurro.

La vio asentir en silencio y luego exhalar un suspiro quedo.

-No quiero que este sea el final del libro –dijo ocultando su mirada. Él sonrió levemente-. Quiero seguir volteando páginas… pero a tu lado. Me niego a que nos volvamos a convertir en dos extraños en un tren… y si tú lo permites, entonces yo…

Puso los dedos de su mano derecha sobre los labios de ella y sonrió, luego deslizó su mano para acariciar su mejilla hasta llegar a sus cabellos y bajar el capuchón que cubría su cabeza.

-Yo sólo quiero que me devuelvan a mi ángel para volver con ella al paraíso, porque estos días han sido un verdadero infierno –dijo visiblemente emocionado-. ¿Te quedas conmigo? –la vio asentir esbozando una tenue sonrisa-, ¿aunque sea el idiota más grande de este mundo y haya cometido un torpe error que casi me cuesta lo más bonito que alguna vez tuve?

-No eres el más grande idiota –dijo suavemente-, pero sí lo suficiente como para hacerme pasar un mal rato.

-Lo compensaré –dijo poniéndose en pie-, juro que por el resto de mi vida te compensaré por todo lo malo que viviste estos días.

Le ofreció su mano para que se pusiera en pie y ella la tomó con energías renovadas. Cuando estuvo en pie lo abrazó con fuerza y él le devolvió el abrazo, cerrando sus ojos y acariciando sus cortos cabellos.

-Nunca más vuelvas a ocultarme algo –le escuchó murmurar.

-Nunca, lo prometo –dijo separándola unos centímetros-. Vamos, entremos a casa o mis vecinos llamarán a la policía.

La vio sonreír, con los ojos hinchados y rojos, con el rostro demacrado, con sombras totalmente visibles bajo sus ojos, con sus cabellos en desorden y aun así le pareció estar observando al ser más hermoso y perfecto sobre la faz de la tierra. Abrió la puerta de su apartamento para indicarle que pasara, luego se agachó a recoger su bolso de deportes y la bolsa con la comida que había quedado olvidada en el suelo y que seguramente se encontraba fría por el tiempo que había pasado. Se fijó en el pequeño bolso que descansaba a orillas de la pared en donde ella había permanecido sentada y sonriendo lo tomó para luego ingresar a su apartamento con los objetos en sus manos.

Vio que ella observaba todo con detenimiento, con una mirada curiosa ya que estaba consciente que el orden en su apartamento no había sido prioridad durante aquellos días.

-¿Tienes hambre? –preguntó acercándose a ella-. Traía esto para comer, pero ahora está fría, debo calentarla para que podamos comerla.

-No tengo mucha hambre, pero si tú quieres comer…

-Puedo preparar algo más simple, un sándwich o…

-Nunca vi tu apartamento tan desordenado –interrumpió acercándose al sillón para apartar unas cuantas prendas de vestir y poder sentarse.

-Ya te dije que estuve en el infierno y el que mi casa esté en desorden es parte de no haber podido salir de ahí.

-¿Y ahora?

-Ahora todo vuelve a ser luminoso y cálido –contestó avanzando hacia ella-. Estás aquí, hablándome dulcemente, iluminando mi vida con esa sonrisa que sólo tú sabes darme –dijo tomándola de la cintura para acercarla más hacia sí y poder depositar un demandante beso en sus labios.

Habían sido días de extrañarse, de extrañar esa dulce caricia propinada por sus labios, de necesitar aquel contacto piel con piel que lograba elevarlos al cielo y ahora que finalmente se producía, ninguno de los dos tenía intención de separarse… pero lo hicieron y sólo se dedicaron a mirarse a los ojos por un instante que les pareció eterno. Ya no había tristeza en la mirada de ella y ya no había incertidumbre en los ojos de él.

-¿Estamos bien? -preguntó acariciando su mejilla.

-Sí -contestó devolviéndole la caricia-. La noche en que nos despedimos afuera de tu casa, yo tuve algo así como una premonición. No me preguntes cómo, pero yo supe que no debía ir a China y cuando volví confirmé mis sospechas de lo que iba a encontrar.

-Tal vez no debí ser tan drástica por algo que realmente fue un engaño y un error.

-No, hiciste bien porque a pesar del engaño de esa… mujer -se obligó a decir-, yo sí cometí un grave error y a pesar de que creí que no volverías, te hubiera entendido si no me hubieras perdonado.

-Si te perdoné fue porque recordé nuestro acuerdo -dijo apoyando su rostro en su pecho-. Dijimos que no nos soltaríamos y que solucionaríamos los problemas juntos. Yo escapé, es cierto, pero me di cuenta de que lo que dijiste el otro día era cierto, el amor no tiene nada de razonable y yo lo descubrí apenas te separaste de mí ese día, porque quise correr y abrazarte para que no te alejaras… mi terquedad pudo más y lo siento.

-El que tiene que disculparse soy yo, porque puse en riesgo todo lo que tenemos por no hablar a tiempo, pero ya no más. Te prometo que nunca más te ocultaré algo.

-Eso está bien para mí, es todo lo que necesito escuchar.

-Pues todo lo que yo necesito eres tú.

-Bobo -murmuró con una sonrisa en sus labios-. ¿Calentaremos esos bocadillos? -preguntó de pronto haciéndolo reír.

-Sí -contestó tomando la bolsa y avanzando junto a ella hacia la pequeña cocina-. Te gustarán, son tus favoritos.

Ella se acercó para ayudarle a sacar el contenido de la bolsa y sonrió en anticipación llevándose ambas manos a los labios para evitar el grito emocionado que pondría en evidencia que él tenía razón. Sus muñecas quedaron al descubierto cuando ella hizo aquel movimiento y entonces pudo apreciar la fina y llamativa pulsera que ella llevaba puesta.

-Bonita pulsera -comentó sonriendo de medio lado al tiempo que sacaba dos platos para repartir en ellos la comida.

-Fue un regalo de mi novio -contestó observando el objeto con una dulce mirada-. Traía unas indicaciones en chino, pero yo no entiendo el idioma y el día en que la recibí…

-El día en que la recibiste quedará desde ahora olvidado -le interrumpió tomándole el brazo en el que ella conservaba la pulsera-. Si prometes no volver a mencionar ese día, yo te diré lo que dice ese papel.

La vio asentir en silencio para luego acercarse a él y depositar un casto y corto beso en sus labios.

-Lo prometo.

-Bien, la verdad… no puedo traducir lo que dicen las indicaciones -reconoció ganándose una mirada de indignación por parte de su novia-, pero, te puedo decir lo que me explicó la niña que las vendía.

-¿Una niña?

-Sí, su nombre es Plum y la conocí en el poblado al que visitamos. Es una pequeña que ayuda a su padre a administrar unas rudimentarias pozas de aguas termales y curativas y… bueno, eso es otra historia. La pequeña resultó ser toda una comerciante y un tanto parlanchina, por lo que cuando se enteró que tenía una novia tan linda, de inmediato me ofreció varias joyas que confeccionan las ancianas del pueblo y que ella les ayuda a vender. La cosa es que dijo que esta pulsera está hecha de plata, que es un metal brillante por lo que ella dijo que se le atribuían cualidades como la pureza y perfección -le explicó tocando la pulsera para luego seguir pasando sus dedos por cada una de las piedras que la adornaban-. Luego están las piedras que van incrustadas: el ónix, que ayuda a bloquear las malas energías y sirve de protección -continuó indicando la pequeña piedrecilla negra-; el jade, símbolo de pureza y sabiduría; la amatista, piedra de la armonía que también es protectora; el zafiro, que simboliza la lealtad y fidelidad, y, por último, el rubí, piedra de vida y fuerza que simboliza el amor, la pasión y el fuego interno.

-Vaya -musitó llevándose su mano libre al pecho-, qué bonito.

-Bonito es tu rostro cuando esboza esa sonrisa maravillosa -dijo pasando sus dedos por su mejilla.

-Bastó una semana para que te volvieras encantador.

-Mi madre dijo algo similar -contestó llevando los platos a la pequeña mesa.

-¡Oh, cierto!, ella me vio ese día y escuchó lo que le dije a…

-Y entendió tus motivos incluso antes que yo mismo lo hiciera -le tranquilizó acercándose para guiarla hacia la mesa-. Lo que me recuerda que debo llamarla para que reasigne una fecha para la fiesta.

-¿La fiesta en honor a tu abuelo? -preguntó mirando fijamente su plato.

-Sí. Ella la suspendió porque bueno… yo no me sentía en condiciones de asistir y aunque no lo creas, ella estaba segura de que nosotros no nos separaríamos y quiere conocerte tal y como tenía la intención de presentarlas.

-Pero ella ya me conoció.

-No, ella conoció a una chica que la atendió amablemente en una tienda comercial, pero no ha conocido a mi novia -dijo tomando la mano de ella por sobre la superficie de la mesa-, la mujer a la que amo y a quien quisiera presentarle como mi compañera para el resto de mi vida… si ella quiere aceptar, claro.

-¿Estás hablando en serio? -preguntó entre sorprendida y asustada.

-Totalmente –contestó deslizando sus dedos por la pulsera que permanecía en la muñeca de su novia-. No estoy diciendo que nos casemos, aunque mis padres lo hicieron a los cinco meses de conocerse, pero sí te pido que consideres la propuesta que te hice hace unas semanas.

-Lo de vivir juntos cuando ingrese a estudiar -musitó recordando aquella conversación que había sonado tan intrascendente.

-Sí -contestó-. Debo ser sincero, yo… había perdido toda esperanza de volver a estar contigo e incluso llegué a pensar que no volvería a verte, al menos no como mi novia puesto que sé que tengo un compromiso con tu padre que no pensaba abandonar, pero ahora que tú perdonaste mi idiotez y estas aquí, yo no quiero volver a perderte, Akane. Si hay algo que aprendí durante estos días es que te necesito a mi lado y no quiero arriesgar ni por un minuto nuestra relación. Ya lo había pensado cuando estuve en China y Plum me mostró las joyas que vendía, ella no sólo vendía pulseras -continuó observando las manos de ella-, pero pensé que una pulsera resultaría menos aterradora que uno de sus lindos anillos. Sí sabes a lo que me refiero.

-Sí -contestó observando fijamente su muñeca.

-Sólo te pido que lo pienses y si no quieres, o lo encuentras demasiado precipitado o crees que no es lo correcto, está bien, seguiremos como estamos, pero lo haremos juntos y por lo menos yo haré todo lo necesario para no volver a perderte, porque francamente se sintió horrible -terminó de decir esbozando una tenue sonrisa que ella devolvió apenas arqueando sus labios-. Comamos o esto se enfriará aun más de lo que ya está.

Ella no dijo nada, simplemente asintió y comenzó a ingerir los alimentos lentamente mientras enfocaba su vista directamente en su plato.

Había hablado de más, estaba seguro por la reacción de Akane que probablemente había hablado de más y ahora ella se sentía incómoda. Hacía menos de una hora estaban separados, con la incertidumbre de no volverse a ver, casi con la certeza de que su relación se había acabado y ahora que ella lo había perdonado y le estaba dando una oportunidad de resarcir su error, él salía con una propuesta que a todas luces a ella no le había gustado y la había incomodado, pero era lo que sentía y lo había expuesto casi sin pensar en las consecuencias, tratando de asegurar así un futuro a su lado y ahora… quizás ella se había vuelto a molestar y estaba buscando la manera más educada de mandarlo al diablo y por eso permanecía en completo silencio, sólo comiendo pequeños bocados, sin mirarlo ni por un segundo. Suspiró suavemente maldiciendo su falta de tino al tiempo que tomaba su vaso para llevárselo a los labios y beber su contenido cuando ella habló.

-Acepto tu proposición -dijo levantando la mirada para enfocarla directamente en sus ojos azulados.

Fue tal el desconcierto que provocaron sus palabras en su razón, que se le dificultó el tragar el líquido y comenzó a toser exageradamente.

-¿Estás bien? -se asustó ella poniéndose en pie para tratar de ayudarle.

-Sí -dijo todavía tosiendo-, pero casi me matas.

-¿De un susto? -inquirió sonriendo de medio lado.

-No -contestó poniéndose en pie-, de júbilo. Por un momento pensé que en cualquier momento ibas a salir corriendo espantada por mi atrevimiento al proponerte que…

-¿Por qué haría algo así? -le interrumpió-, ¿acaso no te quedó claro que yo tampoco puedo ni quiero vivir sin ti?

-Quiere decir que aceptas vivir conmigo.

-Por ahora -contestó acercándose para acariciar su mejilla-, más adelante tal vez te cobre la palabra y te pida que nos casemos, porque ya sabes, mi padre puede quererte un montón, pero es bastante tradicionalista y comenzará a insistirte día y noche para que formalices con su hija menor.

-Mañana mismo me casaría contigo si él me lo exigiera, yo no tengo problemas con eso -dijo abrazándola por la cintura.

-Pero yo sí -contestó haciendo un divertido mohín-, quiero lucir en mi boda uno de esos lindos anillos de los que hablaste y como creo que no será muy fácil conseguirlo de aquí a mañana…

-¿Quieres apostar?

-¿Tienes el anillo? -contra preguntó con una innegable expresión de sorpresa.

Él rio a carcajadas antes de responderle.

-De haber sabido que esa era la condición para que te cases conmigo le hubiera comprado todos los anillos a esa niña.

-Tonto -dijo acurrucándose en su abrazo-. Sabes que no puedo volver a casa y soltar una bomba, así como así, a mi padre le daría un ataque, mi hermana mayor probablemente encontraría mil motivos para tratar de convencerme que no es lo correcto y mi otra hermana… no estoy muy segura de cómo reaccionaría o lo que me pediría para apoyarme.

-¿Entonces? -dijo posando su barbilla sobre la cabeza de su novia.

-Entonces, de momento cuento con tres días libres -continuó-. Si tu quieres… puedo quedarme aquí a modo de prueba. El lunes debo volver al trabajo, así que el domingo tendría que volver a casa y entonces, me dedicaré a preparar a mi familia para…

-Lanzarles la bomba -le interrumpió separándola de sí para observarla a los ojos-. Eres maravillosa, ¿lo sabías?

-Lo sé -asintió fingiendo modestia.

-Sólo tengo una pequeña acotación que hacer.

-¿Cuál?

-Me parece un premio fantástico el que me ofrezcas quedarte en mi humilde morada por tres días seguidos -dijo acariciando sus cortos cabellos-, sobre todo después de todo lo que pasó, sin embargo, creo que antes de que lances la bomba en tu casa, yo debería lanzarla en la mía.

-¿Cómo?

-Ya te dije que mi madre está loca por conocerte, pues bien, te la presentaré, a ella y a papá y les comunicaremos nuestra decisión, luego, mamá estará fascinada de poder ocupar la celebración en conmemoración de mi abuelo para anunciar nuestro noviazgo y así, yo me aseguro de que tu familia también esté de acuerdo y acepte que rapte a la hija menor, porque los invitaremos y sabrán de primera fuente que no soy un patán y que lo nuestro va muy en serio.

-Pero, tu padre… dijiste que por él no querías presentarme con ellos… que él se molestaría y…

-Ya no tengo miedo a lo que haga porque no podrá insistir en su loca idea de casarme con esa… mujer -se obligó a decir-. Akane, debes saber que todo vínculo que alguna vez tuve con ella se rompió el día en que me contaste lo que hizo y si no he hecho un escandalo todavía es simplemente porque ella desapareció, seguramente porque sabe a lo que se expone.

-No hagas nada que pueda perjudicarla -pidió suavemente. Él la observó sorprendido-. Sé que se comportó mal, que lo que hizo fue un acto ruin, pero… a pesar de todo, puedo entenderla. Creo que para ella será bastante castigo el saber que no logró separarnos y que, al contrario, nos dio las herramientas para comprender que nuestro destino es permanecer juntos, ojalá para siempre.

-¿Realmente eres de este mundo, Akane? -dijo enternecido al escuchar sus palabras-. Creo que de verdad eres un ángel.

-Digamos que sólo entiendo el comportamiento de una mujer enamorada de alguien que no le corresponde -dijo encogiéndose de hombros-. Di que no complicarás más las cosas.

-Está bien, no le diré nada, pero se enterará de todas formas, porque estoy seguro de que su padre la obligará a asistir a la conmemoración y allí no sólo se enterará que seguimos juntos, sino que también sabrá que perdió toda posibilidad de seguir siendo una buena amiga.

-Ranma…

-Ya no hablemos de personas que no lo merecen -cortó-. No me has dicho si aceptas mi acotación.

-La acepto.

-¿Te quedarás conmigo estos días?

-Si tú quieres, sí.

-¡Por supuesto que quiero! -exclamó besándola con entusiasmo-. No sé qué hice para merecer tan bonita recompensa.

-Hiciste que me enamorara de ti, bobo.

Permaneció un momento sólo observándola, allí de pie junto a él, con los ojos levemente hinchados aun, una radiante sonrisa en los labios y sus manos apoyadas en su pecho. En realidad, era verdaderamente sorprendente que esa maravillosa mujer lo hubiera perdonado y ahora estuviera dispuesta incluso a quedarse a su lado, no tan sólo por tres días, sino que también había aceptado su impulsiva propuesta de vivir juntos. Sencillamente había alguien que lo amaba demasiado interviniendo a su favor e inevitablemente, ese pensamiento lo llevó a imaginar a su inquieta hermana sonriéndoles desde algún lugar. Negó un par de veces con un movimiento de cabeza y volvió a sonreír.

-¿Quieres terminar de cenar, ver una película, acomodar tus cosas?, o quizá quieres darte un baño. Puedes ocupar…

-Sinceramente sólo quisiera dormir -le interrumpió esquivando sus ojos-. Durante días no he podido dormir bien y quiero descansar.

-Entiendo -contestó-. Yo tampoco he dormido bien.

-Se nota en tu rostro. ¿Fueron días difíciles?

-Muy difíciles, me faltabas tú.

-A mi también me hiciste falta -contestó en un susurro.

-Ven -dijo tomándola de la mano para conducirla a la habitación-, vamos a dormir.

-¿Me prestas algo para usar como pijama?, es que dejé casi toda mi ropa en casa de mi tía y...

-¿De verdad quieres sólo dormir o lo que quieres es seducirme porque sabes que me encanta verte usando mi ropa?

-Tengo tres días para intentar seducirte, esta noche sólo quiero dormir a tu lado y si me abrazas, sería mucho mejor -dijo recibiendo una sudadera de mangas cortas que otras veces ya había utilizado para dormir.

Él la observó y su corazón se oprimió en su pecho. Realmente Akane se veía frágil y vulnerable, y entonces comprendió que esa noche ella no necesitaba que él fuera un apasionado amante; no, lo que necesitaba su novia era sentirse querida, cobijada y consolada por él, y se juró así mismo que desde esa noche y por el resto de tiempo que permanecieran juntos, él se aseguraría de hacerle sentir justamente eso. Se acercó a ella, acunó su rostro entre sus manos y la besó en la frente.

-Voy a realizar unas llamadas y vuelvo -ella lo miró expectante y comprendió que debía explicarse-. Si permanecerás conmigo estos días, es lógico que yo no quiera ir al trabajo, así que suspenderé mis clases.

-Puedes tener problemas, yo no quiero eso, Ranma.

-Tranquila -dijo chasqueando la lengua al tiempo que sacaba algo del armario y avanzaba hacia la salida-. Si alguien me despide, mucho mejor. Así consigo más días para dedicarle a mi empleo en el dojo Tendo -sonrió-. Vuelvo enseguida.

Tiempo después, cuando volvió a ingresar en la habitación ya vestido con su ropa de dormir la encontró de pie, a oscuras observando por la ventana hacia la estrellada noche. Se acercó despacio y sin hacer ruido para envolverla en un abrazo.

-¿En qué piensas?

-En lo sorprendente e imprevisto que resultan los cambios -dijo posando sus brazos en los de él-. Ayer estaba a kilómetros de aquí, muy triste pensando en que ya no te vería ni te escucharía nunca más porque… cuando dejaste de enviarme mensajes hace dos días fue cuando entendí que había tomado una mala decisión, que probablemente tú te habías cansado de insistir y simplemente habías dado vuelta la última página y yo no sabía qué hacer porque yo no quería que lo nuestro acabara pero tampoco quería reconocerlo y entonces, comprendí que escapar no soluciona nada y también entendí lo que significa tomar tu mano y no soltarte, metafóricamente hablando -hizo una pausa y apoyó su cabeza en el pecho masculino-. Yo solté tu mano el día que volviste de China y quizá no debí hacerlo, porque ahora, estando aquí contigo entiendo que, si hubiera confiado en lo que decías, si hubiera creído en tus explicaciones y si hubiera perdonado tu error, yo no hubiera llorado noche tras noche desde que me enteré de todo y tú…

-Somos un par de testarudos que no supieron cómo reaccionar, eso es todo -le interrumpió haciendo que se volteara-. Yo tampoco debí darme por vencido, debí seguir insistiendo y tal vez debí conseguir la dirección de tu tía e ir a buscarte, pero pensé que sería mejor darte espacio y luego jugarme mi última carta. Nunca pasó por mi cabeza que tu estuvieras sufriendo como yo lo hacía, después de todo, ese día te vi tan decidida y molesta que me pareció que todo estaba perdido y que tú no volverías nunca más.

-Par de tontos -susurró acariciándole la mejilla.

-Par de tontos que ahora harán un nuevo pacto.

-Qué pactaremos.

-En realidad, yo te haré una promesa -dijo mirándola fijamente-. Te prometo nunca más ocultarte algo, prometo que sea cual sea el problema que se pueda presentar, te buscaré para solucionarlo juntos y no dejaré que escapes de nuevo enojada y triste, y también prometo que cuidaré de este amor para que se transforme en algo sólido e inquebrantable… No quiero volver a perderte, Akane.

-Ni yo a ti.

-¿Sellamos el pacto? -la vio asentir en silencio y fue todo lo que necesitó para adueñarse de sus labios para luego separarse con algo de reticencia-. Vamos a dormir -dijo conduciéndola a la cama.

Conmovido por las emociones vividas no tan sólo durante aquella tarde, sino por el cúmulo de acontecimientos de los últimos días se acercó a ella y la cobijó en un abrazo que ella de inmediato correspondió.

-Que duermas bien, mi ángel del metro -murmuró depositando un casto beso en su frente.

-Tu también, mi adorado extraño del tren.

Sonrió. ¿Quién hubiera pensado que meses después de haberla visto por primera vez leyendo un libro en un vagón de tren ella estaría ahí, abrazada a él, compartiendo su cama y con la esperanza de convertir aquella relación en algo duradero y para toda la vida? Si alguien le hubiera contado una historia similar, él sencillamente lo hubiera puesto en duda, pero así había sucedido. La había visto en un vagón de metro, luego había seguido encontrándola, se había decidido a llamar su atención porque le había gustado desde el primer día que la había visto y ahora comenzaban una nueva historia, ya no como dos desconocidos en un vagón de tren, sino como dos personas que se amaban con locura, que no estaban dispuestas a que nada ni nadie destruyera nunca más su idílica relación y que ahora sabía, se proyectaban juntos, porque ya nunca más serían dos extraños en un tren, simplemente de ahora en adelante serían dos personas que se amaban y que se necesitaban.

-Si tienes la fortuna de encontrar a tu amor verdadero, defiéndelo de todo, mantenlo a tu lado y déjalo brillar -musitó quedamente cerrando sus ojos.

No vio la sonrisa que se formó en el rostro de su novia, pero pudo sentir cómo ella se acercaba más a su lado afianzando su abrazo.

Y allí, en la oscuridad de la noche y abrazado a ella confirmó que todo lo que necesitaba para ser feliz era que ella permaneciera a su lado, así que volvió a prometerse a sí mismo que si de él dependía, jamás haría algo para alejarla.

Cierto que el viaje recién comenzaba y ya habían tenido que aplicar un freno de emergencia que casi les había hecho abandonar el vagón, pero estaba seguro de que donde quiera que los llevara la ruta que habían decido tomar, sería un trayecto seguro, con algunas paradas imprevistas quizá, pero ya nunca más poniendo en riesgo el destino final.

El tren ya había comenzado su travesía y él no estaba dispuesto a abandonarlo antes de conocer la última estación y ciertamente tampoco estaba dispuesto a dejar que ella lo abandonara. Sonrió una última vez y con la certeza de tenerla acurrucada a su lado lentamente fue conciliando el sueño reparador que no había podido conciliar durante todos esos días. La tenía a su lado; su paz, estabilidad y felicidad habían vuelto con ella.


Notas finales:

1.- Hola, bueno, a pesar de que me gusta el drama (siempre lo he reconocido), no quise que esto se transformara en sólo llanto y recriminaciones, así que una semanita de sufrimiento para estos dos me pareció prudente para darle esa pincelada de calamidad que sentía que necesitaba este escrito. Por eso también la extensión del capítulo que resultó ser más largo que los anteriores. Sólo me queda indicar que esta historia está llegando a su fin y que no queda más que un pequeño epílogo que espero no tarde mucho en salir. Lo que empezó como una historia bastante simple y sin ninguna pretensión terminará justamente así, porque esta historia no nació en mi mente para nutrirse de elaborados conflictos como otras cosas que he escrito, sólo quería que fuera algo liviano, sencillo de leer, sin mucho adorno y que sirviera para compartir un momento agradable con el lector… simplemente una historia de amor; si se logró el objetivo es otro cuento.

2.- Esta vez no pude contestar personalmente a los reviews que me dejan aquellas personitas que se toman el tiempo para darme su apoyo y opinión en cada capítulo, mis disculpas a todos, pero sepan que agradezco sinceramente y de todo corazón cada una de sus palabras. A Bealtr, Nancyriny, Darkarinita, Bayby Face, Benani0125, y , muchas, muchísimas gracias por comentar el capítulo anterior y espero realmente que esta entrega haya sido de su agrado. Gracias.

3.- Sólo me queda despedirme por ahora hasta una próxima actualización, y, como creo (estoy casi segura, a decir verdad) que no podré publicar antes del 5 de octubre, espero que todo el que haya leído hasta acá y tenga la posibilidad de hacerlo apoye el 5 de octubre viendo el remake de esta hermosa obra que es Ranma 1/2. Es la única forma para que aquellos que hemos esperado por años una adaptación más fiel al manga podamos disfrutar de la animación de los arcos que faltó animar en la versión anterior. De más está decir que soy una más de las/os que cuentan hasta los segundos para que llegue la esperada fecha, así que supongo que está de más recordárselos, pero… sentí que debía, y eso, gracias a quienes siguen interesándose por este escrito y nos encontramos en el capítulo final.

Un abrazo y que tengan una excelente semana.

Madame…