—No confíes en él, no confíes.—

Vegeta despertó en su habitación bañado en sudor, era el sueño perturbador y repetitivo, una voz femenina le pedía no confiar en alguien ¿Quién era? ¿De qué se trataba? Sus pesadillas eran mas frecuentes y reales, se repetía que solo era un sueño pero, parecía que lo había vivido. Suspiraba y se volvía a recostar, miraba el reloj y eran las 3 de la madrugada, una hora genial para estar despierto entre semana.

Tomó su celular y comenzó a ver videos cortos, alguna que otra risa se le escapaba mientras navegaba buscando que ver. De pronto su puerta sonó. Toc toc

—Príncipe ¿Está todo bien?— Era la voz de su niñera, la vieja Celry, una mujer amargada que jamás se había casado y disfrutaba de hacer su vida imposible, no le era un secreto que su teléfono estaba intervenido y podían revisar todo lo que veía, así que sabían que estaba despierto, no valía la pena fingir.

—Si, solo fui al baño.—

—Entonces apague su celular y duerma, tiene colegio por la mañana.—

Vegeta de mala gana bloqueó el celular y se acostó de nuevo, el sueño se le había ido, así que recurrió a cerrar los ojos e intentar dormir, durante buen rato dio vueltas en la cama hasta que por fin cayó de nuevo en un profundo sueño. La pesadilla había desaparecido, ahora estaba en un lugar que no conocía, no era su palacio ni su ciudad, era un campo grande lleno de arbustos frutales, no podía identificar el lugar pero era agradable. De pronto pudo ver a lo lejos una chica, como de su edad tal vez, jamás la había visto.

—Ayuda.— la chica lo miró con sus ojos llenos de lágrimas y él avanzó hacia ella sin poderla alcanzar, cada que corría se alejaba hasta que dejó de correr, entonces ella desapareció. Un dolor inexplicable se apoderó del príncipe, como si hubiera perdido algo muy importante. Quizá debía salvar a aquella chica, pero no podía saber quién era.

La alarma sonó y Vegeta despertó, como había estado despierto buena parte de la noche ahora tenía sueño. Apago la alarma y se volvió a envolver en sus cobertores.

—Despierte dormilón.— la molesta mujer anciana entraba a despertar al príncipe.

—¿Qué no tienes sueño? También te desvelaste.—

—Las viejas como yo ya no necesitan dormir mucho, ande, tiene que ir a la escuela.—

—No quiero.—

—No le estoy preguntando.— la mujer sacaba con fuerza los cobertores uno a uno hasta dejar a Vegeta sobre la cama sin cobija.

—¡Hace frío!—

—Pues ya metase a bañar señor, tiene colegio y va tarde.—

De mala gana Vegeta fue a tomar un baño para despertar, como príncipe pensaría que gozaba privilegios, pero no, en realidad gran parte de su obligación consistía en cumplir agendas estrictas que incluían la escuela. Su padre había estipulado que debía asistir a un colegio de alto nivel para su preparación completa, tenía que conocer a sus potenciales aliados y trabar amistades con los hijos de sus principales socios comerciales.

Toda esa simpatía era la fachada para generar más riquezas y más poder. Un plan perfecto si no fuera por la arrogancia de Vegeta, quien odiaba estar cerca de la gente, usaba su postura política para ser intocable. No tenía amigos y así estaba bien, odiaba la falsedad. Tampoco le preocupaba salir con chicas, ya su padre se había encargado de arreglar un matrimonio con alguna noble de algún lado que no conocía y no le interesaba conocer. Así que no perdía su tiempo con amoríos, eso era para la gente común y corriente.

Su vida era totalmente apática excepto por su única pasión y verdadero amor, las artes marciales mixtas. Era un deporte que practicaban los soldados del ejército y llamó su atención, le gustaba entrenar y derrotar a rivales más fuertes y grandes que él, así que asistía a entrenamientos de las fuerzas élite... ellos no se contenían, era un soldado más, sin embargo, no había un futuro, como príncipe, jamás pelearía en una batalla verdadera. En el colegio había un equipo, sin embargo no podía competir. Al ser el príncipe, los contrincantes cedían su lugar y una competencia la ganaba sin pelear. Lo que hacía enfurecer a Vegeta, así que tras un incidente decidió no volver a intentarlo. Era fuerte, rápido, entrenado y posiblemente el mejor, pero sus dotes de batalla nunca podían salir a relucir, un fuerte golpe en el orgullo del príncipe.

Toda esa energía contenida se transformaba en problemas, siempre estaba metido en alguna clase de lío. Si bien, el príncipe intentaba con su apatía, no toleraba situaciones injustas y decidía arreglar las cosas con métodos poco ortodoxos por decir lo menos. Aunque tratara de ser indiferente a Tarble, su hermano menor, siempre mantenía un ojo sobre él, quien al igual que Vegeta, era un imán para toda clase de problemas.

Tarble, era dos años menor que Vegeta, tenía 15 años y era su primer año en la escuela preparatoria, mucho más aplicado que su hermano, Tarble dedicaba buena parte de su tiempo a los estudios, o eso aparentaba, pasaba muchas horas frente a su computadora participando en torneos de juegos, formaba parte de un equipo de e-gamers y era campeón mundial. Solo que... tenía la facilidad de ocultarse bajo un seudónimo y jamás mostraba su rostro. No es que fuera importante, solo era considerado como un repuesto de su hermano mayor, pero eso no impedía que también odiara situaciones injustas y ganara algunas amenazas de por medio.

—Ya me voy a la escuela mamá.— Tarble se despedía de un cuadro que estaba en el vestíbulo, una hermosa pintura de una joven con ojos amables y largo cabello oscuro adornaba el lugar.

—¿Aún te despides de una pintura de alguien que ni siquiera sabes si es tu madre?— Vegeta se burlaba de su hermano.

—... para mí lo es.—

—... no tengo recuerdos de ella y tú menos, ya deberías olvidarte.—

—Eres un ...—

—Ya basta los dos, llegarán tarde, Nappa los espera.— Celry apuraba a los jóvenes terminando con la discusión de todos los días.

Tarble se ponía sus audífonos y esperaba a que Vegeta avanzara primero, por protocolo siempre tenía que tres pasos atrás de su hermano, estaba acostumbrado a seguir las reglas así que fingió que no le importaba y metió las manos a sus bolsillos. Vegeta disfrutaba caminando más lento para hacer retrasar más a su hermano, hacía que no lo miraba pero le vigilaba de reojo. Ya era una rutina molestar a Tarble y ver cuánto podía provocarle. Por su parte, el joven duque se aguantaba el comportamiento de su hermano ya que sabía perfectamente que podría ser grabado en cualquier momento y expuesto.

—¡Vegeta, Tarble, dense prisa!— Celry los apuraba mientras Nappa aguardaba en el auto.

Vegeta rodaba los ojos y se subía al auto primero, no se recorría para dejar pasar a su hermano y por el contrario, daba un cereón de puerta dejando a Tarble fuera del auto. A regañadientes, Tarble abría la puerta del copiloto y subía al auto, Vegeta siempre se salía con la suya y Tarble bufaba, tenía que soportar un poco más hasta que Vegeta se fuera a la universidad al extranjero, entonces podría estar más tranquilo.

Al llegar al colegio, Vegeta bajaba primero del auto y no se molestaba en esperar a su hermano, ya llevaba dos años en ese colegio y los compañeros de su grado estaban acostumbrados al príncipe, no así los alumnos de primer año, quienes aún le miraban como si estuvieran siendo deslumbrados por una estrella de cine. Como de costumbre le abrían el paso sin interrumpir su camino. Corría el rumor de que si alguien osaba atravesarse, el príncipe ordenaría su detención y posterior ejecución. Nunca había sucedido pero nadie quería hacer la prueba.

—Mira eso, se cree la gran cosa por ser un príncipe, si tuviera oportunidad, le rompería las rodillas.— un chico del equipo de lucha apretaba las manos mientras observaba como pasaba Vegeta.

—Tranquilo Ten, tú eres el mejor, no tiene las agallas para desafiarte.— su novia la rubia Lunch animaba al luchador.

Por su parte, Vegeta llegaba a su salón de clases, se sentaba en su lugar última fila junto a la ventana y aventaba sus cosas, no tenía muchas ganas de poner atención a las clases, quizá podría tomar una siesta mientras pasaba el tiempo. Fue entonces cuando escuchó a lo lejos una voz femenina.

—Ayuda.—

Vegeta recordó su sueño y antes de pasar lista salió corriendo del salón hacia el jardín central, podría ser la mujer que había soñado y tal vez se encontraba en peligro, así que fue lo más rápido que pudo, agudizaba sus oídos y de nuevo la escuchó.

—Ayúdenme por favor.—

—¡Ya voy!— El príncipe corría entre los arbustos del jardín y allí pudo ver a una alumna hincada.

—Ayuda, no encuentro mis lentes.— la chica buscaba sus gafas en el piso y Vegeta los pudo ver fácilmente.

—Así como gritaste, pensaría que estabas en peligro de muerte.— Tomó los lentes y se los dió de mala gana.

La chica limpió sus anteojos y se los puso, pestañeó un poco y sonrió sonrojada al notar que quien la había ayudado a recuperar su vista era el príncipe Vegeta.

—Gracias por la ayuda su majestad.— la chica se inclinaba y Vegeta daba la media vuelta para regresar a su salón, no tenía la sensación de que fue la chica que había soñado, así que no le importó dejarla atrás.

La chica corrió tras el príncipe y le siguió hasta que Vegeta entró a su salón de clases, luego dio un par de reverencias y se fue corriendo, el príncipe no le tomó ninguna importancia, pero sus compañeros y sobre todo las damas comenzaron a cuchichear sobre que la alumna Launch de cuarto año estaba acompañando al príncipe.

Al salir de clases y tomar la hora del almuerzo, el príncipe se percató de miradas extrañas y curiosas, Launch nuevamente se acercó a Vegeta y le sonrió, éste endureció la mirada y decidió voltear la cara ignorándola por completo. Cuando Lauch intentó tomar asiento en la mesa de Vegeta, el príncipe gruñó.

—No te invite a sentarte conmigo ¡Largo!—

Launch se entristeció y salió corriendo hacia la mesa de su hermana gemela Lunch quien se encontraba se tada con su novio el campeón de artes marciales mixtas de la región oriental Ten shin Han. Los tres observaban a Vegeta mientras almorzaban en la cafetería. Por su parte el príncipe no sabía ni que existían, disfrutaba de estar solo... como siempre. Hasta que llegaron Tarble y su amiga Gre.

— ¡Qué bueno que tienes mesa!— Gre Sama saludaba muy efusivamente, era vieja conocida de la familia Ouji ya que su padre, Zeno Sama, era un rico petrolero y tenía fuertes negocios y concesiones con el reino, prácticamente habían crecido juntos.

—Si, tengo mesa pero no es para ti—

—Ay siempre tan gracioso.— Gre sonreía —Voy por comida ¿Quieren algo?—

—Que desaparezcas.— Vegeta la miraba molesto.

Gre sonreía más. —Ok te traeré una hamburguesa doble, arroz, calamares y ramen picante, ¿Tú Tarble?—

—Fideos con Kimchi...—

—Ok, pediré para que nos traigan, ya vengo—

—¡Ojalá te pierdas!—

—Eres muy grosero con Gre.—

—Tu igual deberías esfumarte... poh .— Vegeta levantaba su puño y lo abría como si esparciera polvo, señal de desaparición.

—Entiendo que me odies, pero Gre es una niña linda, no te hace nada.—

—Respira, con eso ya me causa un daño irreparable.—

—Eres increíble hermano, que bueno que Gre ve el lado amable.—

La amable Gre había llevado todo a la mesa, Vegeta no se molestó en agradecer, pero bastaba con ver cómo comía para intuir que estaba agradecido, a Gre no le importaba lo grosero de su amigo, eso significaba que estaba saludable. Para la chica era una bendición estar en la misma escuela que sus amigos, ya que su frágil salud nunca le había permitido asistir a ninguna institución escolar y había sido educada en casa toda su vida hasta éste ciclo escolar.

—Hey, Vegeta.— Cheelai, una linda y osada chica del grado de Vegeta no dudaba en hacer preguntas al príncipe, al fin de cuentas su padre tenía mucho dinero invertido en el reino y llegaba a ver a la monarquía como gente similar. —Vegeta... esa chica es de cuarto año, ¡te gustan mayores!¿Estás saliendo con Launch?... te cuidado con su hermana gemela Lunch, dicen que es muy agresiva.—

Vegeta oía a Cheelai con hartazgo, el ayudar a la inútil cuatro ojos y que ella lo siguiera como perro no significaba nada. Estaba dispuesto a contestar de manera hostil, pero aguantó la presión y solamente le lanzó una mirada asesina que hizo temblar a la chica. Tarble y Gre se quedaban atónitos.

—Ay que carácter, así la que debe tener cuidado es la pobre Lunch.—

—¿Qué sucede hermano?—

—Nada, ayude a una cuatro ojos que perdió sus lentes.—

—¿Por qué dicen que sales con ella?— Gre observó a su alrededor, todos miraban sus teléfonos y veían a Vegeta.

Lunch, la chica rubia había comenzado un fuerte rumor subiendo la fotografía que tomó justo en el momento que Vegeta corría a su hermana de su mesa. Con los rumores porque Launch lo había seguido, quiso aprovechar para darle a los medios algo para hablar del príncipe.

Y aunque Vegeta no aceptó salir con nadie, la escuela no tenía piedad, así que el rumor se corrio como pólvora. Muy pronto las redes sociales y tabloides comenzaron a inundarse de información. "Nuevo romance del príncipe." "¿Quién es la misteriosa chica que conquistó el corazón del príncipe?" "10 cosas que no sabías de Launch" "Launch, una cenicienta de la vida real." "#Vegelaunch" "#principeVegetayLaunch"

El almuerzo terminó y Tarble se fue con Gre a su siguiente clase, por su parte, Vegeta recibía notificaciones una tras otra, estaba realmente disgustado y para coronar la situación recibió una llamada del rey en pleno horario escolar.

—¡VEGETA! ¿EN QUÉ DEMONIOS ESTÁS PENSANDO?—

—Padre, Yo no tuve la culpa...—

—¡NO TE JUSTIFIQUES VEGETA! ¡¿OTRO ESCÁNDALO?!—

—YA TE DIJE QUE...—

—¡NO ME LEVANTES LA VOZ, ANTES QUE TÚ PADRE SOY EL REY!—

Vegeta apretaba los dientes y quería lanzar su celular, pero sabía que no debía hacerlo, tendría que arreglar su situación lo más pronto posible.

—YA VA NAPPA POR TI, EL EQUIPO DE CONTROL DE DAÑOS LO VA A ARREGLAR. ¡ALÉJATE DE ESA MUCHACHITA Y POR NINGUN MOTIVO DEJES QUE TE SAQUEN FOTOGRAFÍAS CERCA DE ELLA!—

Vegeta colgó la llamada, ¿Qué caso tendría evitar ser fotografiado con ella? De todas maneras podían alterar fotografías con inteligencia artificial. Más coraje hacia con su padre que lo que duraría el escándalo. El príncipe tomó sus cosas y salió de la escuela, no era justo que tuviera que pagar por un escándalo que nunca propició, pero era su culpa haber ido en auxilio de una desconocida. Nunca lo volvería a hacer, no era importante.

Launch también fue llevada al palacio por separado y cuando Vegeta por fin llegó, pudo ver como Celry entregaba un fajo de dinero a la muchacha.

—No vuelvas a seguir al príncipe ni lo mires.—

Launch asintió y guardó el dinero en su bolsa, la sonrisa tierna que le había mostrado ahora era de avaricia. Se había aprovechado de la situación, típico, todo aquel que se cruzaba en su camino le quería sacar algún beneficio. Launch y Vegeta cruzaron miradas mientras la chica salía conforme. A Vegeta le dio asco la actitud de la muchacha, en general le daba asco la humanidad. Miró a Celry quien nunca quitaba su expresión de seriedad pero estaba conforme.

—Control de daños hará el resto señor, solo no lo arruine.—

Celry se retiraba dejando solo a Vegeta, ¿Que esperaba? ¿Qué le doliera ver a la cuatro ojos recibiendo dinero? Estaban tan mal, no le molestaba, de hecho hasta se tardó en aprovechar su minuto de fama. El problema para Vegeta era él mismo, apretaba los dientes sintiéndose el más idiota del mundo, no era un héroe, no debía salvar a nadie. Bastaba con no ser estúpido, esas eran las palabras que su padre le había repetido por años, la empatía real no era una fortaleza para un príncipe, tenía que ser despiadado y velar únicamente por sus intereses. Pero ese maldito sueño, solo recordarlo ablandaba su corazón y se odiaba por eso, la sensación de perder a alguien importante... sintió una presencia proveniente del cuadro de su madre.

—¿Y tú qué me ves? ¿Tengo la cara pintada?— Vegeta refunfuñó ante la mirada de su madre, no tuvo respuesta, no la tendría. Su madre había fallecido hace 15 años, justo después del nacimiento de Tarble, ni siquiera podía recordarla. Únicamente quedó esa pintura, si no hubiera estudiado biología en la escuela, ni siquiera sospecharía que alguna ve tuvo una madre, nunca le hizo falta y no era el momento que empezaría a necesitarla. Respiró hondo y avanzó hacia el despacho de su padre, ya lo esperaba un buen regaño.

Toc toc, Vegeta tocó la puerta, estaba nervioso. Y no es que fueran raros los regaños y castigos patrocinados por su padre, pero nunca podía estar totalmente tranquilo. A veces desearía no haber nacido príncipe, así podría tener una vida normal y ser un adolescente normal, con sueños propios y no impuestos por un montón de viejos ridículos.

—Adelante.—

—Padre...— Vegeta hacía una reverencia ante el rey.

—¿Te divertiste?—

—...—Vegeta sabía que era mejor no contestar, aunque no había hecho todo lo que los medios especulaban.

—Una jovencita es más hábil que tú, te dejas engañar por cualquiera... ¿Me debo sentir orgulloso?—

—Yo... yo solo acudí en su auxilio.—Vegeta estaba cansado de ser acusado falsamente.

—Ahhhh... —El Rey aplaudía pausadamente. —¡ACUDISTE EN AUXILIO DE UNA ESTAFADORA! ¿TE ENCANTO CON SUS PIERNAS BONITAS? ¡YA PIENSA CON LA CABEZA VEGETA, ERES UN IDIOTA!—

—¡NO LA CONOZCO! Escuché que alguien pedía ayuda y...—

—¡AH ERES BUEN SAMARITANO ENTONCES! ¡ENTIENDE QUE ERES UN PRÍNCIPE, EL HEREDERO, EL FUTURO DEL PAÍS Y LA FAMILIA ESTÁN EN TUS MANOS! Dónde se enteren los Yu Wai...—

—¿Quién?—

—La familia de la mujer que te elegí como esposa, son grandes ganaderos y controlan buena parte del mercado mundial, deberías agradecerme que tendrás carne de comer toda tu vida.—

—...—Vegeta no contestó más, iba a ser inútil pelearse con su padre, además era tan tonto pensar en tener de comer gracias a otra familia, el era capaz de crear un imperio por sí mismo, no necesitaba una tonta familia.

El Rey Vegeta miraba su computadora y sonreía, se estaba divulgando información que limpiaba todo el escándalo del príncipe. Un montón de reporteros acosaban la casa de Launch y ella se vió envuelta entre paparazzi y corresponsales queriendo tener la nota. Un enviado especial del Rey "Pudo" acercarse primero para preguntar... tal cual fue el trato.

—¡Disculpe señorita Launch! ¿Es cierto que todo lo que dicen los medios sobre usted y el príncipe?

—Obvio no, el príncipe y yo nunca hemos cruzado palabra, debe ser un error ya que todos los chicos de la escuela lo admiran y quieren parecerse a él, incluso mi novio, cabe aclarar que se parecen e imita su peinado, quizá por eso lo confundieron ... ¡Allá viene!—

La chica señalaba a un joven que se dirigía a la multitud, el príncipe lo reconoció, era un actor, uno de los dobles de Vegeta que había sido despedido por subir mucho de peso, tenía el mismo peinado y el mismo uniforme escolar.

—¡¿YAJIROBE ?! ¡¿PAPÁ?! ... ¡DEBISTE MANDAR A ALGUIEN MEJOR!... pensarán que soy gordo.—

—JAJAJAJA ¡ES LO QUE TE MERECES!—

Vegeta fruncía el ceño, encima de ser difamado, era ridiculizado por su propio padre, ahora todos hablarán del peinado y el peso del príncipe, lo genial que era y como querían parecerse a él y de si había subido de peso para haber sido confundido con Yajirobe.

—Deberías patentar tu peinado Vegeta... Me lo copiaste pero harás mucho dinero. JA JA JAJA—

—Claro, no tengo la culpa de tener el pelo tan feo como tú... al menos no puedes negar que soy tu hijo.—

El príncipe salía enfurecido del despacho de su padre, quien seguía riendo a carcajadas.

—JA JA JA , ASEGÚRATE DE SUMIR LA PANZA, TE LA VAN A RETRATAR— se escuchaba gritar al rey, Vegeta volteaba a mirar su abdomen y se enfadaba, el no era gordo. De camino a su cuarto se cruzaba con su hermano, quien estaba al tanto de todo.

—Vegeta...— Tarble sonreía.

—¿Qué?—

—Yo sé que solo le ayudaste a encontrar sus lentes, hiciste lo que una persona responsable haría.—

—¿Y?—El príncipe respondía cortante a la amabilidad de su hermano.

—...—Tarble se quedaba en silencio incómodo.

—...—Vegeta continuaba el momento incómodo.

—Y... nada... tengo torneo, con permiso.— Tarble corría a en encerrarse en su habitación.

—Desgraciado, yo no puedo competir en lo que me gusta.—

Vegeta cambiaba de dirección y corría al patio de entrenamiento, donde pasaba todas las tardes. Entrenaba siempre con mucho empeño, pero ese día fue con más coraje que concentración, golpeaba a lastimar, ganó todos sus combates, no descansó por horas, haciendo caso omiso a su entrenador. Fue así como en el último de los muchos combates de esa tarde, su contrincante se defendió atrapándolo con una llave, Vegeta no se rendía y el entrenador ordenó al soldado que lo knockeara, era la única manera de detenerlo, asi que apretó más hasta que el príncipe cayó inconsciente.

Rápidamente fue llevado a la enfermería para ser atendido, pero en los segundos de desmayo, la volvió a ver, la chica de la noche anterior, la que lloraba, nuevamente la escuchaba, ahora se reía y veía sus labios moverse pronunciando su nombre. Corría a lo largo de una playa, seguida por él, quien iba a un paso más tranquilo, disfrutando y sintiéndose feliz y pleno.

—Ven— La chica gritaba y jugueteaba con las olas del mar, mientras el sonreía. ¿Acaso el amor existía? ¿Así se sentía?

De pronto la chica desaparecía en el mar.

—Ayuda— la voz de la chica se ahogaba en un grito.

El príncipe salía corriendo y entraba al mar, nadaba y no podía verla, estaba desesperado, no podía perderla de nuevo, la buscaba pero no la podía localizar.

—¡¿Dónde estás?!— Vegeta despertaba con lágrimas en los ojos y se ubicaba en el tiempo y espacio reales, no era el mar, era la enfermería del palacio. El respiraba tranquilo. Todo había sido una pesadilla, pero sentía ese dolor en su corazón, un miedo increíble a perder a alguien que le importaba, unas ganas verdaderas de protegerla. Se secaba las lágrimas y trataba de incorporarse.

—Su majestad, no se levante aun, tuvo un desmayo.—

—No soy un insecto débil.—

—No es opcional, si no se queda quieto, tendré que sedarlo.—

Vegeta volteó a un lado y obedeció, aún tenía tareas que hacer y odiaba el olor a alcohol y cloro de la enfermería, no estaba para pasar tiempo extra ahí recostado. Esperó hasta que le permitieron irse, no le había pasado nada, un simple desmayo y un sueño extraño nuevamente. ¿Qué significaría ese sueño? Era realmente inquietante la sensación que quedaba, aún más que el mismo sueño.

Mientras tanto al otro lado del mundo también había iniciado un ciclo escolar, un tanto cuánto más tranquilo, sin escándalos de por medio. La capital del oeste era la ciudad principal del país más desarrollado del mundo, por encima de sus competidores orientales, la metrópoli jamás dormía, pero algunos de sus habitantes sí. Luego de un día lleno de tareas y quehaceres, la joven peliazul se disponía a tomar un sueño reparador.

Sus párpados cayeron y se sumió en una inmensa paz, al entrar a su sueño profundo pudo experimentar como se transportaba a un lugar completamente desconocido, entre penumbras. No podía identificar nada, ella comenzó a temblar, tenía mucho miedo de estar en esa inmensa oscuridad, pero de pronto vio una luz dorada que bañaba una silueta, no estaba sola en su sueño.

—¿Hola? ¿Quién eres?— la chica se acercaba poco a poco, podía identificar algunos detalles, aunque no los podía ver sabía que tenía el cabello negro, piel clara, aunque no como la de ella, quizá un poco más oscuro, era alguien atlético y musculoso. Pero sobre todo su corazón saltó, al estar a una distancia menor, Bulma conectó con esa silueta en lo más profundo de su ser, sintió un amor que no podía describir. Daba temor, pero fue valiente y la silueta comenzó a besarla. La peliazul se dejaba llevar por el sueño, era lindo y temible, todo a la vez. Respiraba un aire de confianza, como si se conocieran de toda la vida. Luego el despertador comenzó a sonar, ya era hora de levantarse.

Por una parte la chica quería volver a dormir para seguir soñando con esa silueta, pero ya era hora de iniciar su día. A sus 17 años, Bulma tenía el mejor promedio de su grado, hablaba cuatro idiomas, era excelente oradora y comandaba el equipo de debate. Además no se perdía la semana de la ciencia y tenía varios premios en robótica, no se podía esperar menos de la hija del científico más prolífico de los últimos 100 años. Aún con tantas ocupaciones Bulma tenía un grupo de amigos muy queridos que siempre estaban cuando ella los necesitaba.

—¿En verdad estás segura de querer terminar tus estudios aquí hija? Sigo insistiendo en que el colegio del norte tiene mejor prestigio, allá te codearías con toda la crema y nata mundial.— El padre de Bulma, quería lo mejor para su hija y últimamente su compañía había tenido un gran crecimiento gracias a su invento "La cápsula" , un artefacto capaz de absorber cualquier objeto en una pequeña cápsula, había reducido el coste logístico de absolutamente todo, podían transportar desde libros, hasta casas enteras. Las fuertes ventas habían mejorado su economía familiar significativamente, haciéndolos una de las familias más acaudaladas del mundo y podían permitirse que Bulma accediera a las más prestigiosas escuelas.

—Lo sé papá, y gracias, pero aquí están mis amigos... no quisiera irme y dejarlos a todos.—

—Y tampoco debes olvidar al apuesto Yamcha.— la madre de Bulma sonreía y Bulma se sonrojaba.

—Es verdad, lo quiero mucho y se que soy todo para él. Odiaría dejarlo solo aquí.—

—Además la escuela no hace al alumno querido, Bulma es la más inteligente del mundo y destacará donde sea.—

—Y sin olvidar que nadie te pregunta ¿De qué preparatoria saliste? lo importante es la universidad.— Bulma sonreía

—¿Y ya sabes a qué universidad irás hija?—El padre de Bulma se ajustaba los lentes para observar su rostro mientras le daba una respuesta.

Bulma se reía. —Aún no lo sé.—

—Pues es lo que deberías hacer, además de ya irte, es muy tarde jovencita.— La señora Briefs corría a Bulma para que se fuera a la escuela.

Bulma arrojaba una cápsula y descubría su motocicleta con la que iba a toda marcha.— Hoy será un gran día.—

Continuará