Capítulo 13: Mal presagio
Como era lunes, ese día los horarios de Gaara y Matsuri no coincidían, ella terminaba mucho antes que él y, para cuando Gaara salía, Matsuri ya debía haberse ido a casa, así que habían estado intercambiando mensajes durante todo el día, cosa que tenía desesperada a Shijima, era increíble verlo pegado a la pantalla del teléfono, riendo disimuladamente, como si nadie lo estuviera viendo, ¿no se suponía que después de lo que pasó el viernes ellos tenían al menos que haber discutido? Pero no, parecía que las cosas iban viento en popa.
Qué molesto.
—Gaara, disculpa que te interrumpa, pero todavía quedan algunas cosas que terminar del proyecto y no ayuda que sigas mirando el teléfono —dijo Shira, quien estaba sentado a un lado del pelirrojo, justo frente a su laptop abierta, en donde se podía ver una pequeña parte del proyecto en cuestión.
—Perdona —contestó Gaara, enviando el último mensaje antes de guardarse el celular en el bolsillo de la chaqueta—. Tienes razón, tenemos que concentrarnos en terminar.
Shijima rio para sus adentros, por primera vez el idiota e insoportable de Shira se comportaba de forma coherente, gracias a él ya no tenía que hervir de celos al ver como Gaara se escribía con aquella chica insulsa.
—¿Y qué tal estuvo tu fin de semana? —preguntó, mientras fingía estar mirando la pantalla de su propia laptop, pero sus ojos no se apartaban del apuesto chico frente a ella, quien todavía parecía comportarse un poco reacio con ella; era obvio que no la había disculpado por andar hablando demás.
—Excelente, pero no imaginé que te importara, me siento halagado —dijo Shira, notando que la pelinegra lo miraba ceñuda.
—Obviamente le estaba preguntando a Gaara, imbécil.
—Uy, pues bueno —Shira se encogió de hombros y continuó trabajando, solamente quería incordiar a Shijima, realmente le caía muy mal, pero era divertido hacerla enojar.
Por su parte, Gaara permaneció serio, no deseaba intercambiar palabras con Shijima, más allá de las estrictamente necesarias, aunque tuvo que hacer su mejor esfuerzo para no hacer hostil su tiempo de trabajo en equipo, ya que no sería justo para su compañero Shira.
—Lo pasé bien, gracias —respondió, tratando de no sonar demasiado seco, no lo logró, pues Shijima no volvió a preguntarle nada durante el resto de la hora que ocuparon en su proyecto.
Cuando terminaron y guardaron todas sus cosas, Shira se despidió primero, ya que tenía que ir a trabajar y se le hacía un poco tarde. Por su parte, antes de que Gaara se ajustara la mochila al hombro, Shijima lo nombró.
—Gaara, ¿podemos hablar un momento?
El pelirrojo arrugó el puente de la nariz.
—Sólo si es del proyecto.
—¡Vamos! —la chica se mordió el labio inferior y rápidamente lo soltó—. ¿Puedes al menos hacer el esfuerzo de disimular que no me odias?
—No te odio —Gaara aclaró rápidamente, rodando los ojos con cierto fastidio—. Simplemente estoy molesto contigo, no me agrada que hayas hablado con Matsuri sobre cosas que me correspondían a mí, ella es mi novia, no es ninguna extraña para mí y tampoco es tu amiga como para que te tomes esas confianzas.
—Lo siento, te juro que no tuve ninguna mala intención cuando le dije eso —mintió descaradamente, pues sabía que la única razón por la que lo hizo, fue sembrar la semilla de la inseguridad en Matsuri—. Si quieres puedo disculparme con tu novia, pero no te enojes conmigo, Gaara.
—No es necesario.
Gaara agarró su laptop de encima de la mesa, con la mochila ya puesta, para luego dirigirse a la puerta.
—¿Acaso discutieron por mi culpa? —inquirió Shijima, tenía una expresión acongojada en el rostro, pero por dentro se estaba riendo con malicia, con gusto.
—No —respondió Gaara, dándole la espalda—. No te preocupes, Matsuri y yo estamos mejor que nunca —aseguró antes de salir.
Ella chasqueó la lengua, eso era evidente, después de ver cómo se la pasó casi media hora hablando con ella vía mensaje, pero tenía que comprobarlo por sí misma.
—Esto va a ser más difícil de lo que pensé —murmuró.
Mientras Gaara salía de la gran biblioteca de la universidad, notó que el cielo ya estaba rojo debido al atardecer, eso lo desanimó un poco, realmente quería ver a Matsuri, la extrañaba demasiado, más después de lo que había pasado entre ellos el fin de semana, aún tenía muy presentes sus dulces caricias y la suavidad de su piel. Y el pensar tan intensamente en ella fue como si la invocara, pues de la nada la vio aparecer frente a él.
—¡Gaara-kun! —la chica corrió hasta sus brazos, mientras sonreía alegremente, parecía una niña emocionada por un juguete nuevo.
—¿Matsuri? —él la miró incrédulo mientras ella escondía el rostro contra su pecho—. ¿Qué haces aquí? Creí que te habías ido a casa hace horas.
Matsuri se separó levemente para poder mirarlo, negando con la cabeza.
—Te mentí, estuve en el centro comercial con Sakura-chan, tenía muchas ganas de verte, así que regresé porque sabía que era tu hora de salida.
Gaara dibujó una suave sonrisa en sus labios, a decir verdad, estaba tremendamente complacido de tenerla a su lado justo ahora, Matsuri era la persona a la cual más necesitaba a cada momento del día.
—Gracias —dijo, acariciándole la cabeza y despeinándola como si fuera un adorable perrito, gesto por el cual ella infló las mejillas.
—Gaara-kun, me costó peinarme hoy, ¿no me vas a decir que me veo bonita?
Él no se había percatado de que Matsuri lucía un poco diferente ese día, ya que siempre le parecía bonita, nunca se fijaba demasiado en cómo iba vestida o arreglada, pero al poner un poco más de atención, pudo constatar que sí, su novia se veía realmente hermosa, más de lo normal.
—No te ves bonita —dijo él, observando como Matsuri parecía ponerse un poco triste por sus palabras, pero rápidamente continuó hablando—. Te ves preciosa, la palabra "bonita" es demasiado vaga para describirte.
La cara de Matsuri se puso roja como el cabello del más alto, a veces Gaara decía unas cosas que simplemente la dejaban sin palabras.
—G-Gaara-kun, no exageres.
—No lo hago.
Gaara rompió el abrazo que aún lo mantenía atado al pequeño cuerpo de Matsuri y tomó su mano, entrelazando los dedos, su piel estaba cálida y suave, sus dedos largos y delgados parecían los de una pianista profesional, un detalle que él siempre había encontrado bonito de ella.
—¿Quieres que vayamos a cenar en algún lado? Aún no es tan tarde, luego te llevaré a casa.
—Sí, me encantaría —respondió Matsuri, esbozando una sonrisa risueña y encantadora.
Los dos empezaron a caminar sin soltarse de las manos, pero cuando estaban saliendo del edificio de la biblioteca, solamente por un instante, la visión de Matsuri se tornó un poco borrosa. Ella cerró sus ojos rápidamente y los volvió a abrir; todo había regresado a la normalidad, aunque podría jurar que un ligero vahído la invadió por un momento.
—No creo que sea nada —pensó, evitando comentarle a Gaara lo que acababa de ocurrirle.
—*—*—*—*—*—*—*—
El cielo estaba un poco oscuro y las primeras estrellas se asomaban en el firmamento cuando Hinata decidió salir a escondidas de su casa, se sentía como una adolescente, escabulléndose a hurtadillas como si estuviera en una cárcel, aunque su hogar no se sentía muy diferente de eso. No muy lejos de ahí había un pequeño parque infantil, a esa hora ya no había nadie, así que era un lugar perfecto para su encuentro. Cuando llegó, se sentó en una banca y sacó su celular del bolsillo de su abrigo, ya que hacía algo de frío, estaban entrando al otoño, luego escribió un mensaje y lo envió.
"Estoy aquí, ¿estás muy lejos?"
—Estoy aquí —escuchó la voz detrás de su espalda, la cual le dio un leve susto—. Perdón, no quise espantarte —Naruto se sentó a su lado, mientras sonreía apenado.
Apenas lo vio, Hinata guardó su teléfono y tomó las dos manos del chico, mientras la suave sonrisa se formaba en sus labios.
—No pasa nada, Naruto-kun, me alegra que estés aquí —dijo ella, sonrojándose un poco cuando él le acarició la mejilla—. ¿C-cómo estuvo tu día? Lamento que tengas que venir aquí tan tarde —añadió, bajando la mirada, a lo que Naruto le tomó el mentón y le levantó el rostro, obligándola a verlo a los ojos.
—Estuvo bien, un poco ocupado, hubo mucho que estudiar y sabes que soy malo con eso —contestó con su tono alegre y radiante de siempre—. Pero no me importa nada de eso si puedo verte, Hinata.
La chica se sonrojó un poco más, su corazón latió con fuerza al darse cuenta de que él se le acercaba un poco.
—Yo también quería verte —aseguró Hinata, alzando sus manos para rodear el cuello de Naruto, la distancia entre sus rostros se iba acortando a medida que hablaba—. Te he extrañado todo el día, Naruto-kun.
Naruto simplemente sonrió al escucharla y no dudó en rozar sus labios en un dulce y anhelado beso, sentía que había esperado más de lo que realmente lo había hecho, así que se ocupó de alargar el beso lo más posible, hasta que ninguno de los dos pudo respirar. Cuando Naruto se separó, dejó un beso corto sobre su frente y luego volvió a sonreír.
—Dijiste que tenías algo importante que decirme, ¿o sólo fue una excusa para que te viniera a besar?
Las mejillas de Hinata se encendieron de rojo una vez más.
—U-un poco de ambas —bromeó, pero enseguida su expresión se volvió un poco más seria—. Mi padre ya sabe que terminé con Toneri, se lo tomó muy mal, se enojó conmigo, Neji nii-san abogó por mí, pero igualmente mi padre sigue empecinado de que sólo se trata de una pelea sin importancia.
—Tu padre realmente quiere controlarlo todo siempre, ¿no? —el rubio suspiró, llevándose una mano a la nuca—. Pero, en fin, no dejes que te doblegue nuevamente, yo sé que tu voluntad es más fuerte que eso.
Hinata asintió con la cabeza, su sonrisa dulce volvió a aflorar, pues sentir el apoyo de Naruto era algo que la animaba a no dejarse derrotar por nadie nunca más.
—Siempre fui una chica débil que era incapaz de llevarle la contraria a mi padre, me daba miedo sólo pensar en que se enfadara conmigo, pero… —hizo una corta pausa, sus ojos perlados reflejaron la forma de la media luna en el cielo cuando ella miró hacia arriba—. Pero después de verlo enojado por primera vez, ya no tengo miedo, puede enojarse todo lo que quiera, no volveré a hacer lo que desea —miró a Naruto una vez más, los ojos de los dos se encontraron—. No volveré a perderte, Naruto-kun.
Esta vez quien se sonrojó fue Naruto, ver a Hinata tan decidida lo hizo estremecer, se sentía como un tonto al darse cuenta de que estaba completamente enamorado de esa chica, jamás pensó sentirse así y, ciertamente, asustaba un poco, pero se sentía completo a su lado.
—Yo tampoco pienso dejarte ir una vez más, Hinata —respondió, mientras acariciaba la mejilla contraria—. Sé que puedo ser torpe, pero nunca dudes en decirme si he hecho algo mal, no quiero que ninguno de los dos nos ocultemos cosas nuevamente, o que hagamos sufrir al otro sin darnos cuenta.
—Tú también tienes que decirme si hago lo mismo —dijo Hinata, luego de asentir con la cabeza—. Voy a decirle a mi padre que estoy contigo, Naruto-kun.
El rubio parpadeó, sorprendido.
—¿Estás segura? ¿No crees que es demasiado pronto?
—No —Hinata negó con la cabeza—. Si no lo hago, mi padre insistirá en que regrese con Toneri, es incluso capaz de buscarme a algún otro pretendiente, no pienso dejar que eso pase.
—Está bien, en ese caso… —con su mano libre, Naruto entrelazó sus dedos y sonrió una vez más—. Te apoyaré en lo que decidas hacer, no te dejaré sola, Hinata.
—Gracias, Naruto-kun.
Hinata se acercó a él y lo abrazó cálidamente, necesitaba sentir el calor de su cuerpo y eso la reconfortó y le dio fuerzas, estaba decidida a tomar por fin las riendas de su vida.
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Después de comer algo delicioso y pasear un rato, Gaara pasó a dejar a Matsuri al departamento, era difícil tener que despedirse de ella, a decir verdad, desearía no tener que hacerlo nunca, ojalá pudieran pasar juntos esta y todas las noches.
—Deberías entrar, hace frío —dijo el chico, desviando la mirada desde la altura de la puerta del departamento de Matsuri, hasta la pequeña figura de ella—. Hoy lo pasé genial, gracias por esperarme.
—Yo también lo pasé muy bien —Matsuri sonrió dulcemente, ahora que no había nadie en la calle además de ellos dos, era casi como si estuvieran completamente solos, incluso si de vez en cuando alguien pasaba en bicicleta o caminaba detrás de ellos, así que no pudo evitar sentir que sus mejillas se ponían rojas, recordando el intenso fin de semana que habían tenido—. Uhm, Gaara-kun… —lo nombró, mirando hacia el suelo.
—¿Sí?
—¿Crees que podamos… este fin de semana… tener una cita? —preguntó, no sabía por qué se sentía tan avergonzada al pedirle algo completamente normal, tal vez porque pensaba que podían repetir lo que ya había sucedido entre los dos, quién sabe.
—Por supuesto —Gaara asintió con la cabeza sin dudar un segundo—. Pongámonos de acuerdo más tarde por mensajes, dime a dónde quieres ir —con su mano izquierda acarició suavemente parte del cuello y la mejilla de su novia, acercándose a ella—. Por cierto, no me has dicho qué quieres hacer para nuestro aniversario.
—Oh, es cierto… —ella se sintió un poco temblorosa cuando lo vio tan cerca de ella, había una distancia casi nula entre sus labios—. Lo pensaré y te lo diré, pero tú también dime qué deseas hacer, ese día debemos celebrarlo de modo que ambos lo pasemos bien.
—Para mí es suficiente que estés conmigo —dijo Gaara, robándole un beso antes de que ella pudiera contestarle, había aprovechado que la persona que estaba cruzando la calle detrás de ellos ya no se veía cerca, así que la besó intensamente, como lo había deseado durante todo el día, como si quisiera comerle los labios.
Cuando se separó, Matsuri parecía tener la mirada borrosa debido a la intensidad del momento, pero no dudó en sonreír complacida.
—Voy a subir, ten cuidado al regresar —susurró, todavía cerca de él—. Buenas noches, Gaara-kun.
Con el dolor de su alma, el pelirrojo se separó de ella —Buenas noches, que descanses —le dijo, antes de verla partir escaleras arriba. No se marchó hasta que la vio aparecer por el pasillo abierto del edificio y Matsuri, de forma juguetona, le lanzó un beso volador antes de entrar a su hogar.
Gaara dibujó una suave sonrisa antes de irse a casa, tenía que terminar un informe para poder tener libre el fin de semana y pasarlo con ella, porque si había alguien que lo podía distraer de los estudios, esa era su adorable novia.
Después de que Matsuri atravesó la puerta, apoyó su espalda contra la misma y soltó un hondo suspiro, sin darse cuenta de que sus amigas se encontraban en la sala y habían sido testigos del gesto tan vergonzoso que acababa de hacer, así que se empezaron a reír, llamando su atención y provocando que se sonrojara.
—Mira nada más ese suspiro tan intenso —se burló Yukata, que tenía en la mano un par de palillos, pues estaba disfrutando de un delicioso cuenco de ramen.
—Parece que lo pasó bien, por eso llegó tan tarde —opinó Fuu, la cual también estaba comiendo ramen, la caja con el logo de Ichiraku estaba sobre la mesa.
—No la molesten, saben bien que ella se muere por Gaara —comentó una tercera persona, nada más y nada menos que Sari, quien se estaba quedando con ellas por ahora, debido a lo que sucedió el fin de semana, luego de que Kankuro le advirtiera acerca de su padrastro, tanto él como su madre le aconsejaron ir a vivir a otro lugar por un tiempo y Matsuri no dudó en recibirla.
—Ya, no sean envidiosas porque no tienen novio —rio Matsuri, corriendo a sentarse con ellas a la mesa—. ¿Sí me dejaron un poco de ramen?
—Obvio —respondió Fuu, sacando el último cuenco de la cajita del restaurante, había ido personalmente a comprar los cuatro tazones de ramen, a pesar de que Yukata le dijo que podían sólo pedirlos a domicilio, pero Fuu tenía muchas ganas de ver a cierta persona, quien lamentablemente no estaba ahí, parecía que seguía de baja después de la golpiza del otro día.
—¡Qué rico! —exclamó Matsuri, agarrando los palillos para empezar a comer, tragó un poco de fideos y sopa e hizo un gesto de satisfacción, luego miró a sus amigas, con expresión de confusión—. Chicas, qué bueno que están todas aquí, quería pedirles ayuda con algo.
Sari la miró con el ceño fruncido.
—No irás a pedirnos consejos de citas, ¿cierto? Tú eres la chica experimentada que tiene novio —dijo con falso resentimiento, pues claramente estaba bromeando—. Pero bueno, ¿qué es?
—Consejos de citas —confirmó Matsuri.
—¿Eh? —Yukata parpadeó—. Creí que estaban bien ustedes dos, ¿no arreglaron ya todos sus problemas? Incluso ya tuvieron sexo.
La cara de Matsuri se puso totalmente roja, se estaba arrepintiendo de haberles contado eso, se suponía que lo compartía porque eran amigas, pero las chicas no dejaban de molestarla con que ya era toda una mujer adulta.
—S-sólo quería que me dieran ideas para nuestro aniversario de dos años —dijo con timidez, provocando que las otras tres se rieran.
—Tengan sexo otra vez —Sari comentó mientras comía ramen.
—Estoy de acuerdo —Yukata se cruzó de brazos y asintió con la cabeza, Matsuri sólo se puso más roja, si es que eso era posible, obviamente no la estaban tomando en serio.
—Ya, tontas —se quejó.
Por su parte, Fuu se quedó callada, estaba pensando en algo —Yo tengo una idea —habló al fin, captando la atención de las demás, parecía que tenía algo muy bueno para decir.
—*—*—*—*—*—*—*—
A pesar de que era lunes, esa noche Sasori había ido a un bar para beber, estaba sentado en la barra, completamente ebrio, mientras recordaba una y otra vez el modo en que Matsuri lo había rechazado esta mañana. Tenía que admitirlo, le dolió y mucho, aunque quería actuar como si fuera fuerte e indoloro, como si aquello no le afectara en lo más mínimo, pero en este momento se estaba portando como el más patético de los hombres.
¿Cuándo una mujer le había dicho que sólo lo quería como amigo? Era tan frustrante, en serio. Incluso si había decidido que se interpondría entre los dos, no sabía cómo hacerlo, y ni siquiera estaba seguro de si iba a poder, pues Matsuri parecía completamente cegada por el mocoso ese.
—Maldita sea —masculló, dejando el vaso ya sin contenido sobre el mesón de la barra.
De pronto, alguien se sentó a su lado.
—Cuando me pediste que viniera jamás creí que sería testigo de esta vergüenza —dijo la chica, la cual apoyó el antebrazo sobre la barra, usando su mano para descansar el mentón, mientras miraba a Sasori con cierto grado de diversión—. ¿Estás llorando porque fuiste rechazado?
—Si me vas a venir a incomodar, mejor lárgate —contestó de mala gana el mayor, mientras le hacía un gesto al barman para que le llenara el vaso.
A su lado, Shijima solamente se rio.
—De verdad no entiendo qué le ven a esa chica, Gaara está embobado con ella y él nunca había sido así, luego te veo a ti, que pareces realmente seguro de ti mismo, pero ahora estás siendo patético en un bar y en día lunes, qué horror.
Sasori la miró con ojos rabiosos, honestamente, no le agradaba ni un poco esta mujer, pero era la única aliada que tenía en esta cruzada, lo sabía, estaba muy consciente de ello.
—No me veas así, ya no te diré nada —la joven alzó sus dos manos como si estuviera siendo arrestada por la policía—. Pero estaba siendo honesta hace un momento, no sé qué le ven.
Después de beber un trago corto, Sasori cerró sus ojos y habló.
—Matsuri es una chica honesta y humilde, lo contrario de lo que eres tú, a los hombres no nos gustan las harpías —una sonrisa sarcástica se formó en sus labios cuando vio la expresión de molestia de Shijima—. Si quieres que ese chico se fije en ti y la deje, deberías meditar sobre eso, yo haré mi parte con Matsuri, pero tú no lo arruines.
Shijima soltó una carcajada.
—¿Entonces tengo que actuar como una mosca muerta, dices? —se llevó una mano al mentón, en pose pensativa—. Entiendo, tal vez pueda hacerlo funcionar.
Sasori la ignoró mientras terminaba de beber, ella definitivamente no le caía bien, pero siguieron hablando y bebiendo durante gran parte de la noche.
—*—*—*—*—*—*—*—
Matsuri estaba compartiendo su habitación con Sari, pero como su cama era para una sola persona, habían puesto un futón en el piso, junto a la cama de Matsuri. Las dos ya se habían duchado y cambiado, Sari ya estaba acostada, mientras que Matsuri estaba sentada a los pies del colchón, mientras intercambiaba mensajes con su novio.
—¿Ustedes no se aburren de ser tan cursis? —cuestionó Sari, riéndose al darse cuenta de que su amiga se sonrojaba.
—Pues no —respondió, con las mejillas abultadas—. Sabes que amo muchísimo a Gaara-kun.
Sari se rio, mientras miraba al techo de la habitación. Matsuri apagó la luz de la veladora y se metió a la cama, dejando su teléfono conectado al cargador.
—La verdad es que los envidio, pero de buena forma —aclaró rápidamente—. Tú sabes que me arrepiento de las cosas horribles que hice para separarlos antes —soltó un suspiro y cerró sus ojos un momento—. Me gustaría mucho tener a una persona que se preocupe por mí y me quiera como Gaara lo hace contigo, es lindo, lo digo en serio.
Matsuri se recostó de lado para poder mirar a su amiga, mientras le sonreía.
—¿No le has dicho a Kankuro-san como te sientes?
Ante la pregunta, las mejillas de Sari enrojecieron levemente, luego cruzó los brazos sobre su estómago, todavía acostada, para al final fruncir los labios.
—Se lo dije, pero creo que no logró escucharme, o tal vez lo hizo y simplemente decidió ignorarlo, no estoy segura.
Los ojos de Matsuri se abrieron con asombro —¿De verdad le dijiste? ¿Cuándo fue? ¿Cómo?
—La noche de la fiesta, antes de que la pelea estallara y todos se enfocaran en eso —respondió la joven, haciendo una mueca—. Después Kankuro no me dijo nada al respecto, supongo que de verdad no me escuchó.
—Tal vez no logró hacerlo, con tremendo alboroto, lo veo difícil —dijo Matsuri, el tono de su voz era sereno, tratando de reconfortar a su amiga, pero, de todos modos, tenía formas de averiguar si eso era tan cierto como pensaban, sólo tenía que enviar un par de mensajes.
Sari se sintió incómoda al estar tanto tiempo boca arriba y se recostó de costado, al igual que su amiga, las dos se quedaron despiertas durante buena parte de la noche para charlar sobre tonterías, hacía mucho tiempo que no lo hacían, después de todos los problemas y situaciones que habían atravesado, sería difícil para cualquiera pensar que volverían a ser tan cercanas, pero Matsuri hace mucho había perdonado a Sari, y Sari se había perdonado a sí misma por el daño que le hizo a Matsuri.
—Oye, Matsu… —la llamó, sus ojos se estaban cerrando ya por el sueño, pero todavía estaba despierta—. Gracias por aceptarme aquí, y gracias por seguir siendo mi amiga.
La contraria sonrió dulcemente, mientras se acomodaba para descansar, cerrando sus ojos negros.
—No seas boba, no tienes que agradecerme, siempre seré tu amiga —respondió, los párpados ya le pesaban y poco a poco se iba quedando dormida, pero cuando estaba a punto de caer rendida, empezó a sentir un fuerte dolor de cabeza que la despertó por completo. Se fijó en Sari, quien ya tenía los párpados cerrados y, un poco inquieta por el dolor agudo, se sentó sobre la cama, buscó en el cajón de su mesita de noche y encontró un analgésico, últimamente le dolía siempre la cabeza, era bastante molesto.
Después de tomar la pastilla y beber un poco de agua –siempre tenía una botella a mano– se volvió a acostar y cerró los ojos, el dolor seguía ahí, pero el cansancio era tanto, que igualmente se durmió.
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Por la mañana, mientras Temari estaba desayunando sentada a la mesa junto a sus padres y a su hermano, se encontraba atenta al teléfono, respondiendo un par de mensajes mientras se reía.
—Dile a tu novio que estas no son horas de estarse enviando mensajitos —dijo Kankuro, parecía un poco molesto, pero en realidad siempre actuaba de ese modo, todavía seguía sin agradarle del todo Shikamaru, a diferencia de Gaara, quien se llevaba bastante bien con el Nara.
Enojada por el comentario, Temari arrugó el ceño.
—Cierra la boca, además no estoy hablando con Shikamaru, sino con Matsuri —respondió, dejando el teléfono sobre la mesa—. Me estaba contando que pronto será su aniversario con Gaara.
—Ah.
Kankuro no dijo nada más, sólo se dedicó a comer, pero hablando de Matsuri, recordó que Sari se estaba quedando con ella estos días, después de lo que sucedió con el escape de su padrastro, él se sentía igual de inquieto que la madre de ella, a fin de cuentas, Sari era su amiga.
—¿Y qué tal le va todo a Matsuri?
Cuando Temari iba a responder, su madre dejó unas cuantas cosas sobre la mesa.
—Dejen de platicar y coman, o van a llegar tarde a la universidad —los regañó la mujer, tomando asiento—. Por cierto, hija, ¿te ha llamado tu hermano? Este niño ingrato ni siquiera ha venido para ver cómo está su madre.
Rasa, el padre de la familia, simplemente carraspeó su garganta mientras mantenía la vista clavada en el periódico, desde hace mucho que había terminado de desayunar, pero estaba esperando a que su esposa se sentara a comer, ella siempre se dedicaba a servirle a todos antes de poder llenar su propio estómago.
—No he hablado con Gaara —dijo Temari, encogiéndose de hombros, luego miró de reojo a Kankuro, que parecía querer evitarla a toda costa, o tal vez tenía la mente en otras cosas, porque miraba hacia cualquier otra dirección de forma indefinida. La rubia entrecerró la mirada, preguntándose si la actitud de su hermano tenía algo que ver con aquello que le había comentado Matsuri a través de los mensajes.
A decir verdad, a Temari no le gustaba Sari para su hermano, aunque sabía que esa chica había pasado por mucho y que hace tiempo había corregido sus malas actitudes hacia los demás, lo cierto era que prefería mil veces a Tenten como cuñada, pues ella era su amiga, pero entendía que ese tema no pasaba por sus gustos, sino por los de Kankuro, sin embargo, ¿realmente había alguna posibilidad de que esos dos acabaran juntos? Kankuro no parecía muy interesado, o eso pensaba ella, tal vez se estuviera equivocando.
—*—*—*—*—*—*—*—
Esa tarde, después de que se terminaron las clases de la mañana, Gaara se reunió con Matsuri, dado que los dos tenían un par de horas libres. Decidieron ir a comer juntos, era algo que no hacían muy seguido, porque nunca coincidían sus horarios del todo, así que tenían que aprovechar el tiempo.
—Ya sé lo que quiero hacer para nuestro aniversario —dijo Matsuri, que estaba bebiendo una malteada de chocolate como postre, pues acababan de terminar de comer.
—¿Qué? —preguntó Gaara, mirándola con atención.
La chica sonrió ampliamente, mientras buscaba algo en su teléfono rápidamente, para luego mostrarle la pantalla a su novio, había una imagen de un centro vacacional de invierno, básicamente, un centro de esquí.
—Podemos usar el fin de semana para ir aquí, claro, sólo si estás de acuerdo —dijo emocionada, a decir verdad, siempre había querido ir a esquiar, aunque no sabía cómo hacerlo—. Me dijiste que ese día no trabajarías, así que pensé que podemos salir y pasar el fin de semana afuera.
Gaara la miró en silencio por un momento, luego arqueó una invisible ceja.
—¿Pasar todo el fin de semana los dos solos y lejos de aquí? ¿Estás segura de que quieres eso?
La cara de Matsuri se puso roja, no lo había pensado hasta que Gaara lo mencionó, pero tal vez eso podría ser un poco peligroso para su integridad física, es decir, una pareja joven, lejos y a solas.
—Hum, sí —respondió, guardando su teléfono—. ¿No quieres? Si es así, entonces olvídalo.
Una ligera sonrisa burlona surcó los labios del pelirrojo.
—Yo jamás dije que no quería —aseguró, observando que los ojos de la chica se iluminaban de alegría, en verdad era como una niña pequeña—. Si tú no tienes ningún problema con hacer ese viaje, entonces yo tampoco.
—¿De verdad, Gaara-kun?
Gaara asintió con la cabeza.
—Claro, tengo bastante dinero ahorrado, así que no importa si es algo costoso, además me parece divertido, creo que es una buena idea.
—Sobre el dinero… la verdad es que no me parece justo que tú pagues todo, además, yo tengo bastante dinero también, sabes que no utilizo el dinero de la renta de la casa de mis padres, me parece una buena ocasión para hacerlo.
—Claro que no, tú estás sola en esta ciudad, ese dinero debes usarlo por si surge alguna emergencia —aconsejó Gaara, él al menos tenía cerca a su familia y en caso de cualquier cosa, podía contar con ellos, pero Matsuri literalmente sólo lo tenía a él, sus padres estaban lejos y si llegaba a suceder cualquier cosa, sabía que era él quien debía responder por ella.
—Gaara-kun… —las mejillas de la chica se hincharon de forma berrinchuda—. No quiero que tú lo hagas todo, es nuestro aniversario, es de los dos, así que también quiero aportar.
Gaara simplemente suspiró, a decir verdad, sabía que no podía discutir con ella, Matsuri siempre le ganaba en cualquier discusión, porque él no era capaz de llevarle la contraria.
—Bien —contestó, totalmente rendido ante ella, era como una niña cuando se le metía algo a la cabeza—. Lo haremos como quieras, Matsuri.
Ella volvió a sonreír emocionada, estaba segura de que pasarían un fin de semana inolvidable, no podía esperar a que llegara.
Después de que terminaron su postre, los dos se dirigieron de vuelta a la universidad, ambos tenían un par de clases más por atender antes de ser libres por el resto de la tarde, así que con pesar se despidieron al llegar al campus, entonces cada uno se encaminó al edificio de su facultad. Matsuri fue a su casillero para recoger sus libros, en donde fue abordada por sus amigas, Sakura y Hinata, las cuales también estaban regresando para sus clases de la tarde.
—¿Te fue bien con Gaara-san en el almuerzo? —le preguntó Sakura, quien se veía especialmente entusiasmada, parecía que había recibido alguna clase de buena noticia.
—Sí, muy bien, ya decidimos cómo celebraremos nuestro aniversario —respondió Matsuri, que no había podido evitar notar el estado de agitación de la peli rosa—. ¿Sucedió algo? Te ves muy feliz.
Sakura asintió con la cabeza, en lo que Matsuri y Hinata la veían con curiosidad.
—También se lo pregunté, dijo que nos lo contaría a ambas —comentó Hinata.
—Bueno, falta Ino, pero se lo diré más tarde —Sakura rebuscó algo en su bolso, se tardó un momento en encontrarlo, pero cuando lo hizo, sus amigas se dieron cuenta de que se trataba de un documento, en cuanto leyeron lo que ponía, las dos abrieron mucho los ojos.
—¿Irás a estudiar un semestre en el extranjero? —Matsuri la miró sorprendida, sabía que Sakura siempre había querido algo como eso y que era perfectamente capaz de conseguirlo con sus estudios, porque era demasiado lista, pero nunca pensó que lo lograría tan rápido, ciertamente estaba admirada de la perseverancia de su amiga.
—¡Felicidades! —exclamó Hinata, que no dudó en lanzarse a los brazos de Sakura.
—¡Sí, felicidades, Sakura-chan! —secundó Matsuri, uniéndose al abrazo grupal.
La sonrisa de Sakura se hizo más amplia, había estado deseando algo como esto desde que estaba en la escuela, no podía creer que pronto se haría realidad, todo gracias a su duro esfuerzo.
—¿Ya se lo contaste a Sasuke-san? ¿Qué te dijo? —preguntó la ojiperla, separándose del abrazo junto a Matsuri, en ese momento, la sonrisa de Sakura se borró por completo.
Cierto… no le había dicho nada a Sasuke y dudaba que él fuera a estar muy feliz.
—*—*—*—*—*—*—*—
Tenten y Temari habían terminado cada una sus clases del día, así que decidieron reunirse para ir a tomar algo, habían pasado un par de días desde la última vez que tuvieron tiempo para charlar largo y tendido y necesitaban ponerse al día.
—¿Realmente te dijo eso? No creí que Neji fuese tan osado —reía la rubia, luego de que su amiga le contara lo que había sucedido con el Hyüga la otra noche en la fiesta.
—No es para tanto —el rostro de Tenten enrojeció levemente—. Es decir, él jamás fue de los chicos que halagan la apariencia de alguien, pero tampoco es que sea la gran cosa, sólo dijo que me veía bonita.
Temari dejó salir una pequeña carcajada, antes de darle una probada al pastel de fresa que estaba de su lado de la mesa.
—Puede que sea algo pequeño, pero estoy segura de que fue todo un reto hacer eso para alguien como él, y por el modo en que te sonrojas, es obvio que también lo sabes.
Tenten abrió la boca para hablar, pero no pudo negar las palabras de su amiga, así que simplemente se quedó callada. A decir verdad, toda la rabia y resentimiento que antes guardaba hacia Neji, se habían esfumado, tal vez había estado exagerando demasiado antes, ahora se sentía culpable por el modo horrible en que lo había estado tratando, aunque sabía que tenía motivos.
—No sé qué hacer, es decir, se supone que terminamos hace tiempo… —comentó, llevándose las dos manos a las mejillas, que seguían rojas y se sentían calientes—. ¿Cómo es que todavía me late tan fuerte el corazón por algo tan simple?
El teléfono de Temari sonó, mientras se reía por las palabras de Tenten —Es obvio, porque todavía te gusta —opinó, mientras sacaba su celular de su bolsa, haciendo una leve mueca al darse cuenta de que se trataba de un mensaje de su hermano—. Aunque me decepciona un poco, hubiera preferido que fueras mi cuñada.
—¿Eh? —Tenten arrugó un poco el entrecejo—. ¿Por qué dices eso de repente? Y bueno, no me desagrada Kankuro, lo sabes, es sólo que yo no me siento de ese modo hacia él.
—Ya sé, no tienes que explicarlo —Temari agitó su mano, restándole importancia al asunto. Contestó rápido el mensaje y se guardó el teléfono nuevamente, luego ambas continuaron charlando durante un rato más.
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Sari terminó de guardar todas sus cosas para poder irse a casa, como no se estaba quedando en la suya, sino en el departamento de Matsuri, se sentía un poco incómoda de no tener cerca todas sus pertenencias, así que pensó que sería bueno ir a su hogar a buscar un poco de ropa y algunos libros. Miró la hora en su celular, no era muy tarde, si se daba prisa y tomaba un taxi, no tardaría mucho, así que salió corriendo de la universidad para dirigirse a la calle. Alzó su mano cuando vio que se acercaba un taxi y justo a su lado, otra mano se levantó.
—Oye, yo llegué primero —se quejó, mirando de mala gana a esa persona, pero se sorprendió de ver quién era—. ¿Kankuro?
—Siempre eres tan grosera —se quejó el castaño, provocando que ella se sintiera avergonzada—. En realidad, te vi correr desde el edificio de la universidad, ¿no quieres que te acompañe?
El taxi se acercó a ambos, deteniéndose justo al frente.
—No, voy a mi casa a buscar algunas cosas, no es necesario que te molestes —explicó, abriendo la puerta, se subió rápidamente y cuando iba a cerrar, él la detuvo y se sentó a su lado—. ¿Qué haces? Te dije que voy sola.
Kankuro rodó los ojos.
—Te voy a acompañar, quieras o no, si vas a tu casa sola puede ser peligroso.
Tras decir eso, Kankuro cerró la puerta, en eso su teléfono sonó, había enviado un mensaje a su hermana hace un momento, pidiéndole que avisara a sus padres que volvería un poco tarde a casa, pues tenía algo que hacer; leyó la respuesta y suspiró, así que Temari también estaba fuera.
—Has lo que quieras entonces —dijo Sari, mirando por la ventana de su lado del auto, tras indicarle la dirección al taxista.
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Hinata estaba yendo a casa junto a su primo Neji, ambos estaban montados en el auto familiar, iban en completo silencio, cada uno pensando en sus propias cosas, hasta que Hinata suspiró cuando recibió una llamada, la cual no dudó en rechazar.
—¿Es él nuevamente? —le preguntó Neji, ligeramente molesto ante la insistencia de ese sujeto, no había dejado de molestar a su prima desde aquella noche, parecía que no conocía el significado de la palabra "rendirse".
La chica asintió con la cabeza, añadiendo un segundo suspiro de decepción.
—Ya le dije que no me llamara, pero sigue insistiendo.
—Sólo bloquea su número, no le des la oportunidad de seguirte molestando —aconsejó el mayor, el cual no tardó en quitarle el teléfono a su prima al ver que éste volvía a sonar, tomando la llamada—. ¿Por qué no dejas en paz a Hinata? Te juro que si veo que la vuelves a llamar o te pones frente a ella otra vez, no dudaré en partirte la cara.
Hinata lo miró con los ojos muy abiertos, no podía articular palabra alguna, ¿desde cuándo su primo actuaba de esa manera? Aunque debía admitir que era lindo que la defendiera de ese modo, era algo que ni su padre haría.
—¡¿Neji?! ¿Yo qué hice ahora?
El Hyûga arqueó una ceja.
—¿Naruto?
La cara de Hinata se puso borda de la vergüenza, se apresuró en quitarle el teléfono a Neji y lo tomó para hablar ella.
—¡N-Naruto-kun, Neji nii-san no se refería a ti! —explicó con rapidez—. Él pensó que eras Toneri, te habló así por eso.
Del otro lado de la línea, Naruto se encontraba preparando un poco de ramen instantáneo en la cocina del departamento que compartía con sus amigos, estaba echando el agua caliente en el recipiente de plástico mientras escuchaba la apresurada explicación de su novia.
—Oh, ¿ese imbécil te sigue molestando? Dile a Neji que lo apoyo y que si necesita ayuda, que cuente conmigo —dijo, tomando asiento junto a la mesa—. De todos modos, sólo llamaba para saber si estabas bien.
—Estoy bien, Naruto-kun, ¿y tú? ¿Te fue bien en tus clases hoy?
Ambos hablaron un momento más, no fue una conversación larga, pero, sin duda alguna, escuchar la voz del otro era reconfortante. Cuando Naruto terminó la llamada, se dio cuenta de que el tiempo de cocción de su ramen se había pasado un poco.
—¡No, mi ramen! —exclamó conmocionado.
Por otro lado, de regreso en el auto de los Hyûga, Neji miró a su prima con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados sobre el pecho, sin poder evitar exigirle una explicación de forma silenciosa, ella lo sabía, así que se apresuró en hablar.
—A decir verdad… he regreso con Naruto-kun —explicó.
Neji cerró los ojos y asintió.
—Lo imaginaba, entonces fue por eso que todo se terminó con Toneri, ¿no es así?
—Algo así —dijo Hinata, no se sentía orgullosa acerca de ese conflicto que había provocado, pero nada ni nadie la iba a obligar a permanecer al lado de alguien a quien no amaba y que no la respetaba, tampoco iba a volver a alejarse de Naruto—. Permíteme que te explique todo, nii-san.
—Estoy esperando —respondió Neji, no se veía enojado, estaba siendo comprensivo, pero quería conocer toda la situación a fondo, en caso de que necesitara intervenir en favor de su prima.
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Matsuri ya había llegado a casa desde hace un rato, la tarde en la universidad había sido un poco pesada porque habían visto muchos contenidos en poco tiempo, así que todo lo que quería ahora era darse una ducha, cenar e irse a dormir. A decir verdad, se sentía súper ansiosa de que llegara el fin de semana para irse en unas mini vacaciones junto a Gaara, aunque se sentía nerviosa de pasar todo un fin de semana solos, también lo estaba anticipando con todas sus ganas.
—¿Le dijiste a Gaara-san tus planes para su aniversario? —le preguntó Fuu, la cual puso algunas cosas de comer sobre la mesa, mientras que Matsuri asentía alegremente.
—Sí, fue una gran idea la que me diste, Fuu-chan, gracias —respondió, estirando la mano para recoger un trozo de fruta del cuenco que Fuu había dispuesto—. Mmm, ¿es melón? —preguntó sorprendida, hace mucho que no probaba esa deliciosa y dulce comida, ya que el melón no era algo común para la gente japonesa.
—Me lo enviaron mis padres del campo —dijo Fuu, ella venía de una zona rural, de las pocas en el país que se dedicaban al negocio de las frutas, podría decirse que su familia era sumamente rica.
—Sabe súper dulce —Matsuri se llevó otro trozo a la boca, probar algo tan rico la ponía de muy buen humor.
Justo en ese momento Yukata ingresó al departamento, traía un poco de comida en una bolsa de papel que dejó sobre la mesa y se sentó frente a Matsuri, dejando salir un hondo suspiro de alivio, se veía que estaba muy cansada.
—¿Qué están comiendo? ¿Es melón? —preguntó, abriendo un poco los ojos por la sorpresa—. Ay no.
—¿Qué pasa?
Yukata abrió la bolsa de comida que traía consigo para responder a la pregunta de Fuu, dejando ver que lo que había dentro era anguila frita. La chica de cabello verdoso solamente se rio, en lo que Matsuri se estiraba un poco para ver también dentro de la bolsa, soltando una pequeña carcajada.
—¿De qué se ríen? ¿No saben que comer melón y anguila frita juntos es de muy mala suerte? Y yo que me muero por probar ese melón —comentó la chica, encogiéndose de hombros.
—No digas tonterías, esas cosas no son reales —aseguró Fuu, a lo que Matsuri la secundó asintiendo varias veces con la cabeza.
Ninguna de ellas creía en cosas como la mala suerte o los malos presagios, sólo eran supersticiones tontas de la gente mayor, no había nada que temer.
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Después de reunir las cosas que necesitaba en una maleta no muy grande, Sari salió de su casa y le echó llave a la puerta, a decir verdad, no veía necesario tomar tantas precauciones hasta llegar al punto de irse de su casa por un tiempo, pero su madre era muy paranoica al respecto, Sari no creía que el sujeto ese fuera capaz de venir a por ella luego de haber huido de la cárcel, lo más sensato era que se fuera lejos para que nunca lo pudieran atrapar, ¿qué iba a estar haciendo acechándola a ella? De todos modos, no es como si Sari pudiera ir en contra de los deseos de su mamá, ella era capaz de dejar su trabajo y volver solamente para llevársela con ella, y lo que menos quería Sari era irse a otra ciudad lejos de sus amigos y de Kankuro.
—¿Terminaste? —preguntó el chico, quien la esperaba afuera, tenía las manos en los bolsillos de la chaqueta, porque ya estaba oscureciendo y hacía un poco de frío.
Sari asintió con la cabeza, mostrándole su maleta con ruedas, la cual arrastró hasta afuera.
—Ya podemos irnos —respondió, esbozando una leve sonrisa. Ambos empezaron a caminar en silencio hacia el paradero de los taxis, que estaba a unas cuantas calles de distancia—. Oye, Kankuro… —lo llamó, mirando al suelo.
Él no respondió, pero hizo un sonido parecido a un "ajá", que indicaba que la estaba escuchando.
—Gracias por hacer todas estas cosas por mí —dijo Sari, todavía sin mirarlo, sus ojos permanecían fijos en el pavimento de la vereda—. Lamento ser una carga para ti, no tendrías por qué preocuparte por mí ni menos tener que estar siempre pendiente, en serio lo siento.
Kankuro frunció el ceño cuando la escuchó decir todo eso, mirándola con la misma expresión, a veces Sari se portaba grosera e infantil, tal y como era cuando se conocieron, cuando él no la soportaba, pero había ocasiones en las que su comportamiento era todo lo opuesto, parecía como si sintiera lástima por sí misma, eso no le gustaba, le hacía sentir molesto.
—No digas esas cosas, no eres una carga para mí —replicó, su tono de voz era un poco fuerte—. Somos amigos, es normal que te quiera ayudar y que me preocupe por ti.
—¿Lo es? —cuestionó Sari, su voz era baja y él no pudo escucharla con claridad, tal y como en la fiesta, lo cual le hizo recordar justamente aquel momento, así que no se quiso perder la oportunidad de preguntar.
—Oye, Sari… —el chico se puso un poco nervioso, de pronto sus mejillas enrojecieron y se llevó una mano a la nuca, era vergonzoso preguntar algo como eso—. Hace días te quería preguntar algo, no sé si yo escuché mal, pero el otro día en la fiesta tú dijiste algo…
Los ojos de Sari se abrieron de inmediato, sabía exactamente lo que él le iba a preguntar y no se sentía preparada para esa conversación, así que aprovechó que justo estaban cerca de la parada de taxis y vio que se acercaba uno.
—¡Ya viene el taxi! —exclamó, alzando su mano para hacer que el vehículo se detuviera.
Kankuro se la quedó viendo con una ceja alzada, al mismo tiempo que ella abría la puerta.
—¿Qué haces? Tenemos que subirnos, ya es tarde.
El castaño asintió, haciendo una mueca de disgusto.
—Claro, voy —respondió, se acercó a ella y la ayudó a guardar su maleta en la parte de atrás, antes de que los dos se subieran.
Sari estaba actuando de un modo muy sospechoso, no le gustaba, pero por ahora la dejaría ser, tarde o temprano tendría que responder lo que él quería saber.
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Un nuevo día había comenzado, Matsuri se levantó temprano para irse a la universidad, ese día debía presentar un examen, así que estaba un poco nerviosa, aunque estudió bastante, habían estado pasando muchas cosas últimamente que la distraían de los temas importantes. Mientras desayunaba, recibió una videollamada de su madre, la cual la interrogó sobre cómo le estaba yendo en los estudios, para ellos había sido difícil dejar a Matsuri volver a la ciudad ella sola, siempre habían sido muy protectores con ella, pero después del accidente esa actitud se había duplicado, Matsuri todavía recordaba lo mucho que tuvo que rogar para que le dieran la oportunidad de llevar a cabo sus estudios en Tokyo, junto a sus amigos y junto a Gaara.
—¿Ya te vas? —le preguntó Sari, estaba saliendo del baño cuando se dio cuenta de que Matsuri se dirigía a la puerta—. ¿No es muy temprano?
—Hoy tengo examen —respondió la chica, acomodando su bolso en el hombro—. Tengo que llegar antes para no perder ni un segundo.
Sari asintió con la cabeza, Matsuri siempre exageraba en ese tipo de cosas, así que agitó su mano sin darle demasiada importancia al asunto.
—Bueno, que te vaya bien, aunque seguro que sí, después de todo eres una cerebrito.
Las mejillas de Matsuri enrojecieron levemente.
—No lo soy —dijo avergonzada—. Bueno, nos vemos por la tarde.
Tras salir del departamento, se apresuró en bajar las escaleras, pero como iba tan rápido (y sabía que eso era algo peligroso) dio un mal paso y estuvo a punto de caerse, por suerte no llegó a perder totalmente el equilibrio, pero sí que su tobillo resintió el mal manejo de la situación.
—Auch, eso duele… —se quejó al darse cuenta de que no podía apoyar el pie correctamente, pues había doblado mal el tobillo—. Qué tonta, si Gaara-kun estuviera aquí me regañaría seguro —soltó un suspiro y, cojeando, se dirigió a tomar el autobús.
Tras llegar al campus y bajar del autobús, se dio cuenta de que el dolor no había pasado, pero no era tan intenso como antes, así que pensó que estaría bien. Caminó hacia su casillero, todavía resintiendo un poco el dolor y, mientras guardaba sus cosas, escuchó una voz a su lado.
—Hola, qué bueno que te encuentro, quería decirte algo.
Matsuri cerró su casillero y miró a Shijima frente a ella, le estaba sonriendo como si fueran amigas de toda la vida, lucía tan amable que no parecía la misma chica que el otro día le había contado cosas con cizaña acerca de su pasada relación con Gaara.
—Shijima-san, hola —saludó Matsuri, su ceño se frunció ligeramente, pero supo disimular su malestar, definitivamente no le agradaba Shijima y no solamente era porque sintiera celos, sino que había algo en la actitud de esa chica que no le terminaba de encajar del todo.
Por su parte, Shijima amplió su sonrisa.
—Supe que Gaara y tú discutieron por mi culpa, cuánto lo lamento —dijo, su expresión de pronto se volvió de culpa, como si realmente estuviera arrepentida de lo que había causado—. Nunca fue mi intención que las cosas que te dije se tomaran a mal.
Matsuri se tuvo que morder la lengua para evitar decirle un par de groserías, era obvio que ella lo había hecho con toda la intención de hacerla sentir inferior y miserable, pero no lo iba a conseguir, ella ya no se dejaría influenciar por esa clase de pensamientos.
—No te preocupes, Shijima-san, no fue nada, Gaara-kun y yo lo discutimos con calma y ahora todo está bien entre nosotros.
—Lo sé, Gaara me lo dijo —Shijima rio para sus adentros al ver como la expresión de Matsuri vacilaba momentáneamente, pero apenas fue un suspiro, pues rápidamente recuperó la compostura—. Pero de todos modos me quería disculpar contigo, no me gustaría que haya malentendidos entre las dos.
Matsuri le dedicó una sonrisa sincera, no tenía caso que se calentara la cabeza por una chica como esa y, en estos momentos, tenía otras cosas más importantes en las cuales pensar.
—No hay problema, Shijima-san —respondió, terminando de cerrar su casillero—. Disculpa, tengo que ir a clases, tengo examen dentro de unos minutos.
Shijima asintió con la cabeza.
—Oh, claro, ve.
La castaña le dio la espalda y fue a caminar hacia su salón, el dolor del tobillo la molestó por un instante, pero inmediatamente se olvidó de eso cuando frente a sus ojos todo se volvía borroso. Se llevó una mano a la sien, tratando de recuperar un poco la compostura, sacudió la cabeza y de pronto todo había vuelto a la normalidad.
—Qué raro… —murmuró para sí misma, antes de seguir su camino.
Por otro lado, Shijima, que seguía junto a los casilleros, la miró con un poco de curiosidad.
—Veo que intentas seguir el consejo que te di.
La voz masculina que habló de repente la sobresaltó, se dio la vuelta y vio a Sasori apoyado contra la pared del pasillo, de brazos cruzados —¡Idiota! Al menos avisa que estás ahí —dijo de mala gana, enojada al ver como él se reía—. Te crees gracioso, ¿no?
El chico solamente se encogió de hombros, observando como ella se iba molesta, entonces dirigió su mirada hacia el lugar por el cual Matsuri se había ido, había notado que ella no parecía muy saludable esa mañana, sólo esperaba que no le sucediera nada malo, pues no dejaba de sentir el pecho apretado, por algún motivo desconocido.
