Capítulo 25


1998

Ginny no estaba en absoluto preocupada por esa nueva actitud de su marido, le parecía algo bastante natural, aunque muy irritante. Lo notó el día que su hijo pateó por primera vez, esa mirada en sus ojos tan parecida a la que Harry le dirigió por años le dejó entrever que Tom sentía por ella lo más parecido al amor que podía experimentar.

La posesividad que siguió a que él cediera a este sentimiento le parecía algo sumamente esperado, alguien que nunca había sentido amor se aferraría en cuanto surgiera el sentimiento, como un gato callejero luchando por su comida después de casi morir de hambre. Con el tiempo, Tom se daría cuenta que ella nunca lo abandonaría y la dejaría en paz.

Mientras tanto tenía que sobrellevar sus excentricidades.

Acababa de pasar año nuevo, enero de 1998, dentro de un par de meses nacería su hijo, un hijo que nunca había aparecido en esas visiones de horror, un hijo con un futuro hermoso y libre.

–Mi amor. – Ginny le susurró cuando acababan de acostarse.

–¿te sientes mal? – Tom abrió los ojos en un instante y la miró con alarma, mientras colocaba la palma de su mano en el vientre abultado.

–No, perdón por asustarte. – Ginny lo besó y detuvo el beso que él quería intensificar. –Estaba pensando en algo, en unos días te irás a la batalla, no quiero quedarme sin ti aquí.

–Estarás a salvo, querida, dejaré a los hombres Lestrange y a Pius, te protegerán de todo. ¿o es que quieres regresar a la casa Weasley? – El tono de su pregunta sonó las alertas de Ginny, esa era su intención, pero vio que Tom no la dejaría y sólo lo enfurecería por sugerirlo, pues bien, tendría que aprender a manejar su ira.

–Claro que quiero regresar con mis padres y mis hermanos, mi amor, – Dijo ella indignada mientras rodaba los ojos, como si hubiera dicho algo demasiado obvio. –Pero si regreso con ellos los puedo poner en peligro.

–Oh– Con sólo escucharlo sabía que se había enfurecido, pero continuó con su plan.

–Será más prudente si regresara a Hogwarts por unos meses, mientras regresas de Europa, prefiero que el profesor Snape me cuide. – Dijo ella mientras fruncía en mentón y lo besaba en el labio superior. –Tal vez…incluso pueda estudiar un par de meses más para tener lo más cercano a un nivel EXTASIS.

Tom quedó en silencio mientras pensaba.

–¿Te llevarás a la mocosa? – preguntó finalmente, cediendo a la petición, a decir verdad, lo tranquilizaba más dejarla en Hogwarts, allí estarían todos los esfuerzos para mantener a salvo a los niños mágicos, y confiaba en Severus para cuidarla.

–Sí. – dijo ella mientras asentía con fuerza –Es mi hija, pertenece conmigo, claro, no podré llevarme a ninguna de mis damas, así que tendré que cuidarla sola.

Eso último hizo eco en los deseos de Tom, al menos la mocosa serviría para mantener a su esposa ocupada y sin meterse en problemas.

Así, Ginny fue llevada por Severus a Hogwarts cuando regresaron de vacaciones de Navidad. Tom quería acompañarlos, pero Ginny finalmente lo convenció que no fuera, era más importante estar cuanto antes en su misión y si todos veían que iba a confinar a su esposa por miedo a que saliera dañada todos se llenarían de miedo y desconfianza en la victoria.

–Nos veremos en unos meses mi amor, eso sí, debes estar aquí para el parto, te enviaré un mensaje y tendrás que acudir de inmediato. – Ordenó Ginny con un gesto desdeñoso de su mano izquierda, Tom la atrapó en el aire y la llevó a su boca, besando la marca en forma de corazón.

–Espero tu mensaje, además debes escribirme todos los días para darme informes. – dijo Tom sin soltarla, sin importarle que sus anfitriones, los Lestrange y Snape lo estuvieran viendo con asombro sin disimular.

–Por supuesto, las decisiones que se tengan que tomar en tu ausencia serán tomadas en Hogwarts, ya le escribí una carta oficial al Ministro para que las reuniones semanales sean en la escuela. – Dijo Ginny

Finalmente, Snape se adelantó y sugirió que se pusieran en marcha. Tras una última mirada, Ginny, con Delphini entre sus brazos, desapareció en la red flu.

o-o-o-o

Severus no estaba contento con la situación en la que lo puso su amo. Además de cuidar de una panda de mocosos (perdiéndose así las batallas contra los muggles en Europa), ahora tenía que cargar con la esposa adolescente de Él.

Estaba el problema de donde acomodarla, formalmente ella ya no era una estudiante, y además Su Amo había prohibido terminantemente que compartiera habitación con las otras estudiantes, algo que por supuesto ya había pensado. No quedó más remedio que acomodarla en las habitaciones que pertenecían al director, si había algún ataque era importante evacuarla primero y lo más rápido posible.

Él se quedaría cerca en la sala de descanso dentro del despacho, cerca de ella en caso de que necesitara algo. Además, le había dado instrucciones a los elfos domésticos para que respondieran a las órdenes de ella y dado que había traído a su propia elfina, al menos no tendrían que preocuparse por la mocosa Lestrange.

La acompañó hasta su habitación, una sala privada de buen tamaño los recibía, con una chimenea con conexión directa de una vía a la mansión Malfoy y otra a una dirección que ella le había proporcionado para la conexión.

–Mi señora, paso por usted en media hora para bajar al comedor para el banquete de bienvenida. – dijo él tragándose todo el veneno de su ser.

Salió rápido de esa habitación, no quería estar a solas en el mismo cuarto, se estremecía sólo de imaginar lo que Su Amo podría hacerle si sólo una leve sospecha sobre él surgiera. Era un monstruo enloquecido por los celos, si incluso la celaba con su propio hermano no quería imaginar lo que sentía por otros hombres cerca de ella.

Tenía sentimientos encontrados por ella, por Ginny Weasley, una parte de su personalidad le recordaba a su amada Lily. Una pequeñísima parte, ya que Lily había sido un ser puro que irradiaba amabilidad y bondad, Weasley por el contrario era una fría arpía que usaba disfraz de colegiala inocente.

Y sólo de pensar que Lily Evans había muerto en la flor de su vida, asesinada por Su Amo, y Ginny Weasley vivía una existencia cómoda siendo protegida y mimada por su esposo, se llenaba de ira y enojo.

A veces se moría por matarla, hacerle sufrir a su Amo lo que él había sufrido al perder a Lily, sólo de imaginarse el dolor que consumiría su alma al perder al único ser que había amado le producía una satisfacción malsana…pero…

Ginny Weasley era el gran amor de Harry Potter, y había jurado protegerlo, le debía a Lily hacerlo. No soportaba la idea del reproche que Lily le haría si Potter sufría la herida que Severus conocía tan bien.

Perder un amor así era morir en vida.

Además, el mundo mágico la necesitaba, y la necesitaría por años si querían salir victoriosos en la batalla contra los muggles. Su Amo no habría podido planear tantas cosas sin todo el conocimiento ella le había brindado.

Pasó a su habitación para cambiarse la ropa, estuvo revisando los últimos detalles de sus documentos y las órdenes escritas entregadas formalmente por el Ministerio, y, finalmente regresó por Weasley.

–Mi señora, si ya está lista podemos bajar. – Dijo con tono seco, y se vio aliviado al observar que había dejado a la mocosa en su cuna cuidada por la elfina.

–Si director, lo sigo.

Severus asintió y comenzó a avanzar hacia el gran comedor.

o-o-o-o

Ginny caminó detrás de Snape, aterrada de pronto, se avergonzaba de sí misma por primera vez en mucho tiempo. Llevaba una blusa azul de manga larga con una larga falda negra con el lazo atado por debajo de sus pechos, con una elegante túnica negra con ribetes dorados.

Era evidente su embarazo.

No había manera de disimular su enorme vientre, era tan delgada y pequeña que era imposible no verlo.

Se sintió humillada de pronto, era una madre adolescente, con estudios truncados, sin profesión, dependiente completamente de su marido. Se había convertido en todo lo que había criticado de su madre.

Finalmente llegaron al comedor, todos estaban con charlas sombrías, las cuales se detuvieron cuando se abrieron las puertas y ellos entraron.

En el estruendoso silencio en esa sala ni una respiración se percibía. Ginny hecho los hombros para atrás y colocó sus manos unidas por arriba de su vientre mientras seguía a Snape.

El silencio se convirtió en un variopinto coro de voces cuando la vieron, vio que los profesores la veían con el rostro pálido, Luna y Colin se levantaron con emoción en sus rostros y la saludaron de lejos.

En cuanto la conmoción disminuyó los Slytherin finalmente cayeron en cuenta de que ella estaba allí y, primero los alumnos de los últimos años se pusieron de pie y le dirigieron una profunda reverencia, ejemplo que siguieron los niños de los primeros años, algunos de ellos nacidos muggles que ni siquiera sabían por qué la estaban saludando de esa manera tan extravagante.

De la mesa de Ravenclaw algunos chicos, casi la mitad, se levantaron también e hicieron una reverencia. Todos hijos de magos, cuyos padres y madres en su mayoría, trabajaban en el Ministerio.

Todos los demás se quedaron estáticos ante esto.

Ginny sólo asintió hacia ellos con seriedad y volvió la mirada al frente. Snape la guió hasta la mesa principal, donde la ayudó a sentarse en la silla al lado de la principal.

El cuchicheo regresó, incluso entre los profesores, McGonagall se veía horrorizada, Slughorn y Flitwick la veían con asombro. Le dolió la mirada de Hagrid, la miró como si acabara de matar a una de sus criaturas.

Se sentaron y el banquete comenzó.

Todos comieron entre susurros y miradas a la mesa principal.

Finalmente, cuando todos terminaron, los platos desaparecieron y Snape se levantó para dar su discurso. Todos los niños presentes habían permanecido en Hogwarts todas las vacaciones, sólo enterándose de las aterradoras noticias a través de el Profeta y los otros periódicos, habían perdido a sus compañeros y sólo podían comunicarse con su familia por medio de cartas, estaban aterrados, pero al menos al reiniciar clases les daría una rutina que los motivara. Con los hermanos Carrow desatando el terror entre todos, no sabían que era peor.

–Estudiantes de Hogwarts, a partir de mañana retomaremos las clases, como sabrán por los periódicos, después del Gran Error, los muggles han atacado diversos lugares mágicos provocando masacres inenarrables, ustedes mismos tuvieron una cerca. Quince compañeros suyos fueron asesinados por ellos cuando regresaban a casa por vacaciones. – dijo arrastrando la voz –Debido a estos hechos, el ministerio ha tomado medidas para protegerlos, y se ha indicado que hasta previo aviso todas las visitas a Hogsmeade serán suspendidas, esto aplica incluso para los estudiantes de último año, sin importar que ya sean mayores de edad. Quien desobedezca estas reglas, si es mayor de edad será expulsado de Hogwarts en el acto y será obligado a ir a las batallas en Europa, si este mago o bruja mayor de edad pusiera en peligro a un mago o bruja menor de edad, será expulsado y enviado a Azkaban. En caso de que sea menor de edad el mago o la bruja serán confinados en Hogwarts, sin derecho a asistir a clases y su castigo físico quedará a cargo de los Profesores Alecto y Amicus Carrow.

Ginny se sorprendió al ver que nadie protestaba, en los tiempos de Dumbledore todos se hubieran quejado, pero Snape les daba demasiado miedo. También observó que todos le dirigían miradas aterradas a ella y a los Carrow.

Los había conocido brevemente en ocasionales reuniones en la mansión Malfoy, de pronto, recordó algunas visiones sobre su época en Hogwarts bajo su régimen, casi se da un golpe en la cabeza por su olvido. Claro la tortura era su actividad favorita, había olvidado por completo esas visiones, ya que nunca les tomó importancia.

Snape pausó su discurso y las numerosas reglas nuevas que había impuesto el Ministerio cuando se volvió hacia Ginny, y continuó.

–También, les presento a Lady Ginevra Voldemort. –Hubo gemidos de horror en todos lados, a pesar de que entre los adultos ya se decía ese nombre, entre los jóvenes aislados en ese castillo seguía evocando miedo y escalofríos, seguían refiriéndose a él como Quien-no-debe-ser-nombrado, la costumbre de las familias sangre pura era muy difíciles de olvidar. –Será nuestra honorable invitada durante el resto del ciclo escolar, y nos hará el honor de vigilar el cumplimiento de todas las reglas marcadas, así mismo ella nos notificará si podremos abandonar Hogwarts cuando termine el ciclo escolar a inicios de julio. Como parte de su labor para el Mundo de la Magia, asistirá a algunas clases selectas para supervisarlas. Así mismo, Lady Voldemort ha tenido la amabilidad de informar que, cualquier inquietud que presenten pueden acudir a ella. Es una gran bondad de su parte, pero, dado su estado actual, su honorable esposo pide que se le moleste lo menos posible.

Los murmullos aumentaron mientras la observaban con temor y respeto. Por el rabillo del ojo vio la expresión furiosa de la profesora McGonagall, la veía como cuando Umbridge intervino en Hogwarts.

Dio un respingo al caer en cuenta que estaría tomando un papel similar a Umbridge.

Bueno, si alguno quería odiarla, les daría verdaderos motivos para hacerlo.

o-o-o-o

Harry estaba sentado en un bar, como casi todas las noches desde hacía 3 meses, buscando con la mirada a una joven con la que había coincidido las últimas noches. La vio entrar al bar y sus ojos no podían apartarse de ella.

Era preciosa, una mujer en sus veintes tal vez, universitaria, curvilínea, alta, prácticamente medían lo mismo, tal vez incluso lo rebasara con tacones. Se volvió hacia él en cuanto lo vio, y lo saludó mientras se dirigía su lado en la barra, el largo cabello rubio en ondas perfectamente acomodadas hasta debajo de la cintura se balanceaba al ritmo de su caminata, cara delicada, en forma triangular, grandes ojos redondos del color azul más profundo que había visto.

–Guapo, si te sigo viendo tan seguido voy a pensar que vienes a buscarme. – Harry le dio una sonrisa torcida y un bufido. –Bueno guapo, no te enojes, podrías hacer magia accidental niño.

–¿De qué hablas? – Le preguntó Harry nervioso, había vivido como muggle el último medio año, llevaba su varita por su puesto, en la pulsera portadora que siempre estaba atada a su muñeca. Había pasado varias semanas solo, en Sydney, esperando su salida a China, la cual sería en unos días.

Ella miró alrededor, el ruidoso bar estaba comentando las últimas noticias de las guerras en Europa, habían pasado 3 meses desde que estaban en una guerra sin escalas. Todos de pronto quedaron en silencio, un reportaje de última hora de la ABC interrumpió el partido de rugby que todos veían.

"Repetimos las noticias para los televidentes que acaban de sintonizarnos. Explotaron cuatro plantas nucleares en Europa, y cinco en Estados Unidos, Europa ha comenzado la evacuación"

Todos comenzaron a gritar unos sobre otros hasta que transmitieron un mensaje enviado por la comunidad mágica. Un hombre atractivo con grueso cabello negro, ojos de un café claro y rostro de tez blanca comenzó a hablar.

"Magos y brujas del mundo, ya todos han sido testigos de los abusos de los muggles, nos comenzamos a defender y el dia de hoy comenzó el final de todo, las familias reales de Europa han muerto en ese búnker en el buscaban resguardarse.

Ahora, les doy un mensaje, Europa es ya una tierra libre de muggles, y todos los seres mágicos pueden pedir refugio aquí, al igual que las familias muggles que posean un hijo mago o bruja.

MACUSA nos ha dado la espalda y protegen a los muggles, así que los hemos abandonado. Sabemos que los muggles transmitirán las ubicaciones de las plantas nucleares, así pues, todos los magos y brujas pueden acudir allí, todos los objetos allí los trasladarán a Londres, en donde serán recibidos por el Ministerio Británico, y por mí.

Soy Lord Thomas Marvolo Voldemort, Líder del Nuevo Mundo Mágico."

Harry vio horrorizado esto, la chica rubia le habló y le hizo señas para que la siguiera, él lo hizo por inercia.

–Guapo, cálmate, si te ven así sospecharán. – Le dijo ella caminando con soltura en el calor de la noche de verano austral. –Eres un mago británico ¿no?

–¿Cómo?… – Pudo articular Harry con esfuerzo.

–He conocido a varios, no pueden ocultarlo, no te preocupes, soy Riona Cavendish por cierto, ¿cómo te llamas?

–James Evans. – Dijo él tras una leve reflexión.

–Bueno, James, yo soy una ¿cómo lo dicen ustedes? Squid.

–Squib

–Oh, bueno, soy eso, así que a pesar de vivir como No-Maj, conozco todo sobre el mundo mágico, y en cualquier lado del mundo reconocería la cara de Harry Potter. – Harry se sonrojó al escuchar eso, avergonzado de su fama.

Esa noche para olvidarse de esas noticias desagradables, Riona lo llevó a discotecas y bailaron y bebieron hasta perder el sentido. Cuando despertó, a medio día, Riona seguía dormida a su lado, ambos desnudos y con un olor penetrante entre almizcle y pescado.

El mundo le daba vueltas y apenas reaccionó en lo que había pasado, estaba entumecido, las imágenes zumbaban en su mente. Los cuerpos desnudos y sudorosos, las bocas entremezclando saliva, el rápido frenesí, no había sido el más diestro de los amantes.

Estaba muy incómodo, pero la actitud despreocupada y liberal de Riona les ahorró escenas vergonzosas. Pasaron divertidos días juntos, Harry no sabía que uno podía divertirse tanto.

Finalmente llegó la fecha en que su vuelo a China saldría, Ginny le había dejado instrucciones de ir a Yunnan, cosa que haría fielmente. Cada vez que pensaba en ella su interior se llenaba de culpa, el sexo era divertido, pero siempre que estaba con la rubia no podía evitar imaginarse estar con su prome… ella. Sólo se decidió a iniciar esa aventura sexual porque Ginny le había dado permiso, pero también cumpliría fielmente su promesa de no dar su palabra a otra.

Cuando se fue Riona le sonrió y le hizo prometer que cuando regresara a Australia la contactara.

Y Harry partió en un viaje solitario para buscar una forma de deshacerse del horrocrux que corrompía su ser.


:D