Gracias por permitirme volver, Señor Jesús.

"Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos" Juan 15:13

C. Costurera.

Rating: K

Género: Humor

Summary: Primero, ella no era sirvienta de nadie, segundo, era médico, no costurera y tercero, definitivamente no estaba enamorada de él.

Disclaimer: Naruto no me pertenece, los personajes e historia son una creación de Masashi Kishimoto.

-o-

Un sonido estrepitoso la hizo saltar de la recepción del hospital donde recargaba el rostro buscando sosegar el espantoso e insufrible sueño que esos tres días de guardia le habían dejado.

De un brinco vergonzoso despertó y tiró con ello el portalápices que terminó por hacer más obvia su somnolencia, acomodó como pudo las plumas, colores y lápices a la vez que hacía malabares con el terriblemente molesto aparato telefónico.

-Aquí Haruno Sakura, diga- habló rápidamente cuando al fin pudo acomodarse el teléfono, -sí, diga…bueno…¿bueno?-

Repentinamente tomó más atención al "bip….bip….bip" que se repetía en la línea. Un dedo grande y enguantado aplastó el botón cortando la línea, desapareciendo el "bip, bip". Un carraspeo acaparó su atención y siguió el trayecto del dedo hasta encontrarse con él.

-Kakashi sensei…-

Desafortunadamente se encontró con él, con la pesadilla más terrible que podía tener convertido en persona, en un hombre, en su maestro.

-Demonios…- su día se volvió feo, más feo de lo que pensaba sería.

-Oh…buen día Sakura- le sonrió en un saludo, quitándole el teléfono de las manos y colgándolo por completo -, con que esto pasa al ser médico, mira, que bien que nunca la medicina fue mi fuerte-

Sakura pestañeó aturdida, lo miró, él sonrió y al fin comprendió; el ruido estrepitoso solo era su sensei llegando de Dios sabe dónde y colocando su chaleco en la madera de la recepción de una forma no muy amable haciéndolo el mayor ruido y escándalo posible para incomodarla y, de paso, asustarla y dejarla en vergüenza. Lo común.

-A mí se me da más eso de matar que curar, ¿no crees?-

Era la forma de darle los buenos días; y, para su mala suerte, le pilló dormida, ¡pero estaba tan cansada!

-¿Qué rayos quiere esta vez?- preguntó brusca sintiendo el horrible sabor de la boca seca.

-Hum…que grosera…además ¿por qué tendría que querer algo para venir a verte?- le preguntó recargando la mano en el brazo que reposaba en la recepción, acercándose mucho a su rostro.

Sakura rodó los ojos y se incorporó encarándole por completo.

-Usted, ¿venir solo por verme?…sensei, usted, invariablemente, siempre buscará que le haga algo a cambio de su visita, ¿qué es esta vez?-

-Bien, bien, que ruda que andas hoy- le dijo ahora apoyando el rostro sobre las dos manos, mirándola atentamente -, no deberías ser tan testaruda cuando estas tan desaliñada y con tremendas ojeras…te ves mal-

Sakura suspiró, estaba cansada, irritable, ojerosa, ocupada (aunque se durmió), desaliñada y, definitivamente, no tenía ni una pizca de buen humor, ¡no se daba cuenta!, ¡no era obvio!, ¡porque le gustaba tanto tentar su suerte!

¡Encima le decía fea!

-¿Qué es?- recalcó nuevamente, dejando un suspiro cansino.

Pero invariablemente el ninja copia corría con suerte. Obviamente él no se iría hasta que le hiciera ese algo que buscaba, por mucho que lo amenazara o golpeara. Estaba tan agotada y harta que francamente le daba pereza perder el tiempo discutiendo, lo mejor era acabar con eso lo más pronto posible.

-Bien, bien, que contigo no se puede- y le extendió el chaleco -, tienes suerte de que seas tan linda y te quiera tanto-

Sakura tomó la prenda por inercia, dándose al fin cuenta de que solo cargaba su camisa manga larga, además de que le decía linda…

Tramposo.

-Se me descoció un botón- y señaló el espacio vacío, cerca del hombro. Metió y sacó la mano del bolsillo derecho del pantalón y dejó el botón verde sonando como una moneda en la madera de la recepción -, ¿podrías remediarlo, por favor?-

Sakura luchó, y verdaderamente lo hizo, por no temblar de rabia, ira, enojo, irritación, disgusto, cólera y todos los sinónimos habidos y por haber que representaban su estado de ánimo. Estrujó con rabia la prenda y trató de no gritar, estaba en un hospital, hasta suerte tenía con eso.

-¿Qué le hace pensar que lo haré?-

-Bueno, pues como eres tan amable y estas perdidamente enamorada de mi, quise darte una oportunidad para verter tu aprecio hacia mi persona en un gesto sencillo y femenino como el coser la prenda del ser amado-

-¿Enamorada?, ya le he dicho que no estoy…- rabió, pero suspiró.

No podía hacer escándalo, ¿qué caso tenía? Él seguía y seguiría repitiendo eso, sabía que la hacía rabiar, y le encantaba, al menos trataría de no darle mucho el gusto…

-Mire, enamorada o no (que no lo estoy), no soy su sirvienta-

-Hum…no digo que lo seas solo que…-

-Soy médico, MEDICO- recalcó -, no costurera- y dejó caer el chaleco contra el mueble.

-Si- asintió -, es que pensé que te he visto tantas veces cosiéndome perfectamente las heridas que seguramente también puedes perfectamente coser un botón, ¿a qué tiene lógica?-

Sakura bramó maldiciendo internamente estar en su trabajo y no en otro lugar donde podía darle su merecido física y verbalmente, ¡maldito ninja copia!, o tenía mucha suerte o era muy listo, o las dos.

-Pensando en eso me pareció un bonito detalle venir a verte y aprovechar la ocasión y pedirte un favor, y así mejorar y agilizar el avance de nuestra relación-

-En primer lugar- habló mordiéndose la lengua para no gritar - no soy sirvienta de nadie, segundo, soy médico, no costurera y tercero, ya le he dicho más de trescientas dos mil veces que no estoy enamorada de usted- luchó por no gritar, sus puños temblando de rabia, su rostro desaliñado, sus mejillas rojas y el cuerpo temblando.

-Pero Sakura – le habló acongojado tomando el chaleco con preocupación -, piénsalo, no podemos dejar todos nuestros encuentros a las casualidades y al destino, ya sabes, uno debe forjar también el camino del amor y…-

Sakura suspiró, contó de 1 a 10 por tres veces más y recordó que por mucho que se esforzara él no se iría hasta conseguir lo que buscaba, porque él era Kakashi Hatake, su sensei, la peor pesadilla que había tenido convertido en hombre, en su maestro.

Llevaba tiempo con esa tonta idea de que estaba enamorada de él, sacándola a flote ante cualquier cosa que se le ocurriera, y lograr con ello lo que quería. Ella estaba harta, ¡harta!, pero igualmente sabía cuando rendirse, sobre todo si estaba tan cansada, ojerosa, hastiada, desaliñada, y, sobre todo, ocupada.

Le arrebató el chaleco.

-Como sé que no me dejara tranquila lo haré, pero solo y únicamente por eso-

-Y porque me quieres, claro-

Suspiró -sólo vuelva por él en unos 15 minutos…-

-Pero Sakura, quería hacerte compañía y…-

-¡Que vuelva en 15 minutos!-

-Bien, bien, entendí-

Y se fue.

Suspiró, al menos se había ido, al menos podría descansar de él y sus tontas ideas por un momento, aunque eso significara tener que cumplirle el capricho…

-Rayos… ¿de dónde demonios voy a sacar hilo y aguja?-

-o-

-Hum…perfecto, ¿ves?, te lo dije, sabía que lo harías bien Sakura- habló moviendo de lado a lado la costura.

-Sí, sí, ya, largo-

-Que mal que me despides, uno queriendo entablar conversación…luego se quejan de que uno no habla y…- y empezó a ponérselo.

-Sí, sí, mire, tengo mucho trabajo y…-

-Hum…Sakura chan está muy ocupada- se cerró el cierre del chaleco y sonrió -, con que esto también va con ser ninja médico, que bien que no se me da y…-

-Sí, sí, se le da más matar que curar- lo interrumpió, más que dispuesta en que se fuera de una buena vez.

-Hum- asintió -, pero supongo que habrá irse acostumbrando, con eso de que quieres ser mi esposa (y muy probablemente lo logres), pues qué más da…-

Cerró los ojos enfurecida, tratando de tomar control, no le daría le gusto –mire, ¿quiere irse de una vez y…?-

¡Puff!, desapareció.

Sakura se dejó caer en la silla, aliviada momentáneamente, pensando que le iría bien dormir un poco, recuperar energías y darle de una vez por todas su merecido a su sensei, por muy sensei que fuera; lo malo de todo es que no podía golpearlo, por mucho que deseara, ¡maldita la hora que le proclamaron hokage!

Este era Kakashi Hatake, el nuevo hokage, uno que se negaba a vestirse como tal y seguía viéndose como un simpe jounnin desaliñado y despreocupado. Desafortunadamente también era la pesadilla más terrible que podía tener convertido en persona, en un hombre, en su maestro.

-Oh…señorita, señorita- le habló una viejecita -¿ya lo desocupó?-

-Si señora, muchas gracias, aquí tiene- le agradeció amablemente entregándole el costurero.

Pero bueno, al menos le quedaba el consuelo que ese juego suyo de "porque estas terriblemente enamorada de mi", solo quedaba entre ellos dos…

-De nada- le sonrió –, me alegra que le sirviera, una novia debe ser atenta, sobre todo si su novio es el hokage y es tan apuesto- y se alejó riendo tenuemente –esta juventud tan alocada-

…o tal vez no era tan secreto después de todo.