Notas Iniciales: El primer día de esta actividad corresponde a Fave Sibling, al cual le dediqué el dibujo que sirve de portada para este fic. Por si no se alcanzara a notar daré una descripción rápida, sólo es Ashley sosteniendo su pistola y el conejito que representa a Andrew está abrazándola mientras dice posesivamente "Mi Ashley", jeje. Ambos me gustan mucho pero últimamente le tengo más cariño a Ashley ya que, bueno... Andrew tiene un importante defecto que ha hecho que mi amor por él reduzca un poco. Aunque eso sólo es en Decay, en Burial parece que lo ha superado, jaja.

Advertencias: Riesgo de Lemmon parafílico y mentes rotas.


Día 2

Vicios.

Alcohol, cigarros y Ashley eran los principales vicios de Andrew, los más resaltables. Aunque el más peligroso era su hermana menor, de ello no existía la mínima duda.

Siempre la estaba observando. Caprichosa, egoísta y demasiado hermosa para su propio bien. Ella no tenía ningún respeto por el espacio personal, quizás fue por eso que a medida que iban creciendo Andrew aprendía cosas de sí mismo que era mejor esconder del mundo porque eran aspectos escandalosos, por lo tanto anormales. Sin embargo, ser consciente de ello no impidió que detuviera la mirada unos minutos de más en la piel empapada de su hermana cuando ésta se desplazaba con no más que sólo una toalla cubriéndola, caminando sin gracia del cuarto de baño a la habitación en el interior del pequeño departamento.

Compartían recámara desde que tenía memoria, por lo que no existió nunca privacidad para ninguno de los dos, por lo tanto Andrew vio necesario quedarse más tiempo en la ducha para comprarse aunque fuese unos minutos extras de tiempo, con el cual hacerse cargo de esos instintos que el cuerpo de Ashley despertaba en él. Casi siempre era interrumpido en plena sección de masturbación, pero lidiar con una erección parcialmente flácida era mejor que irse a dormir duro y frustrado, sin mencionar temeroso porque Ashley fuera a darse cuenta de su estado tan delicado cuando se le subiera encima en su búsqueda constante de atención.

Andrew solía sentirse culpable por desearla y asqueroso segundos después de eyacular pensando en ella. Sin embargo, la frecuencia se convirtió en rutina y pronto estos sentimientos se tornaron en apatía. Era culpa de Ashley por ser tan jodidamente sensual. Tan pequeña y molesta, sólo esas características hacían que quisiera castigarla, tomarla como correspondía por ser su hermano mayor. El encargado de cuidarla. Oh, la cuidaría muy bien si tan sólo tuviera la oportunidad.

— ¿Qué carajo? —se dijo a sí mismo por sus pensamientos, frotándose el rostro con desespero para darse cuenta del sudor empapando su frente.

Las fantasías que le dedicaba a Ashley eran cada vez más degeneradas y la reciente había superado los límites autoimpuestos, por lo tanto parecía lógico que todo su cuerpo se hubiera calentado a niveles colosales, sólo comparable a la sobredosis de una droga particularmente letal. Ya era inusual que pudiera pasar el tiempo a solas en su habitación, por lo que significaba un milagro que Ashley estuviera fuera de casa por un motivo u otro, aunque Andrew casi se sintió solitario porque no estuviera metiéndose con los límites de su temple. Su rostro pocas veces delataba más que enojo cuando eso sucedía, pues había aprendido a ponerse una máscara.

Fingir se le daba muy bien, la sutileza se volvió parte de su personalidad.

Pero tal nunca garantizó una buena imagen social. Aunque tuviera amigos no los consideraba cercanos; ciertamente Andrew tampoco era atractivo para las chicas a menos que estas tuvieran muy mal gusto y aparentemente su hermana era una de ellas, ya que era de las pocas que de manera constante estaba alrededor. Y si por un casual cualquier otra intentara acercársele por cualquier motivo, Ashley las ahuyentaba con su caótico modo de ser. Era impresionante que mantuviera una convivencia relativamente amistosa con Nina y Julia, aunque Andrew suponía era porque ellas habían comenzado una relación romántica entre sí, lo que al parecer calmó un poco los temores de Ashley sobre que intentasen robárselo en un descuido.

Bendito lesbianismo. Así Ashley no pasaba los días de clases tan sola y Andrew no tendría que temer hablarle a alguna de ellas por un motivo u otro.

Al darse cuenta que estaba divagando se levantó de la cama y fue al balcón para encenderse un cigarrillo mientras esperaba a que se llegara la hora de cenar. Su hermana estaría ahí alrededor de las siete, así que tendría tiempo suficiente de poner la tetera al fuego, que el agua hierva y preparar los fideos instantáneos que solían comer cuando a ninguno le apetecía el recalentado insípido de lo que su madre preparaba. Andrew perdió la vista en la nada absoluta hasta que dos cigarros se consumieron y por fin escuchó la puerta abrirse para ser abordado por su necesitada hermana, desapareciendo los primeros síntomas de abstinencia que había tratado distraer fumando cuando lo abrazó desde la espalda.

Inconscientemente Andrew sonrió.

— ¿Qué tal te fue? —preguntó dejando caer la colilla sin importarle que le cayera encima a algún transeúnte caminando tranquilamente por la banqueta.

—Aburrido. No podía hacer más que pensar en volver y ver a mi querido Andy.

— ¿Es así? ¿Entonces qué haces aquí?

—No empieces.

—Aquí no hay ningún Andy.

—Pero, Andy…

—No lo conozco.

—Buuu. —Ashley formó un mohín en los labios. Estaba lista para insistir hasta obligar a su hermano mayor ceder a su apodo de infancia pero decidió que estaba demasiado cansada por esa letanía; ya tendría tiempo mañana desde el amanecer—. Bien, Andrew. Dame un abrazo.

No del todo satisfecho, Andrew optó por girarse y envolver a su hermana con sus brazos, sintiendo a su cerebro desbordar en dopamina ahora que percibía su calor y perfume natural tan cerca. Siempre habían mantenido este tipo de contacto desde pequeños pero sólo porque se trataba de Ashley es que todo su ser (mente, cuerpo y alma) se sentía adormecido en un manto de plenitud. Estos momentos de calma total lo volvían poético pero, ¿de qué otra forma podría desviar el dolor que representaba tenerla al alcance y ser consciente del peligro que sería ambicionar poseer más? Todo hubiese sido más sencillo si la mujer que desea (alaba y maldice) no fuera parte de su sangre. Sin embargo, ¿acaso no eran esos mismos errores de naturaleza lo que convertía su amor trastornado en algo tan especial? Después de todo si el mundo se enterase de ello, no existiría una sola persona a la que dejaría indiferente.

Amaba esta mujer dentro de su indiscutible hermandad y en el fruto prohibido de su delirio amoroso. Su adicción, el vicio que acabaría con su vida, un trágico desenlace al que se sometería sin luchar si junto a ella debía suceder, pues de otro modo no lo aceptaría.

Fin.