A la mañana siguiente, Elizabeth se sentó a escribir una carta para Mary, mientras Jane conversaba con su madre, cuando el ama de llaves anunció, "Sra. Bingley, hay un caballero en la puerta, el Sr. Darcy, que desea verlas. ¿Desea que lo haga pasar?"

Jane frunció el ceño, sorprendida por la inesperada visita, mientras que la Sra. Bennet sonrió ampliamente, sus ojos brillando de emoción mientras miraba a Elizabeth. Para sorpresa de Jane, notó que Elizabeth se sonrojó levemente y esbozó una sonrisa. Después de titubear por unos instantes, Jane respondió, "Si, por favor."

Al entrar en la habitación, Darcy saludó cortésmente a las damas. Para asombro de Jane, el Sr. Darcy tomó suavemente la mano de su madre, y de su bolso sacó un pequeño paquete que contenía confites. "Si mal no recuerdo, estos son sus favoritos, Sra. Bennet."

La Sra. Bennet encantada exclamó, "Si; muchas gracias Sr. Darcy. Es un placer verlo nuevamente."

Luego se dirigió a Jane, y con una sonrisa cálida expresó, "Sra. Bingley, permítame felicitarla por el nacimiento de su hija." Sacó otro paquete de su bolso y añadió, "Mi hermana le envía este obsequio."

Jane le agradeció, y al abrir el paquete, encontró una bonita capa bordada con hilos dorados con las iniciales de su hija.

Finalmente, Darcy se dirigió a Elizabeth. Sus miradas se encontraron, y en ese instante, una corriente silenciosa de entendimiento fluyó entre ellos, como si pudieran comunicarse sin necesidad de palabras. Darcy, rompiendo el encantamiento del momento, le entregó una nota. "Mi hermana está deseosa de verla nuevamente y me pidió que le entregara esta invitación, esperando su respuesta."

"Gracias, Sr. Darcy," respondió Elizabeth, con el corazón palpitante. Al leer la nota, una sonrisa iluminó su rostro: era una invitación para tomar el té. "Por favor, dígale a la Srta. Darcy que con mucho gusto acepto su invitación."

Jane, recordando sus deberes como anfitriona, lo invitó a sentarse y le ofreció una taza de té. Darcy tomó asiento junto a Elizabeth, pero declinó la oferta de bebida. La Sra. Bennet, en un intento por facilitar un momento a solas entre Darcy y su hija, se excusó y pidió a Jane que la acompañara a su habitación para descansar.

Aprovechando la ocasión, Darcy tomó suavemente la mano de Elizabeth, su mirada intensa y sincera. "Srta. Bennet," comenzó, "han pasado tres meses y catorce días desde la última vez que nos vimos. En este tiempo, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre muchas cosas." Le apretó suavemente la mano, su expresión seria. "Si usted está de acuerdo, me gustaría retomar la última conversación que tuvimos en Ramsgate."

El corazón de Elizabeth comenzó a latir con fuerza al sentir la intensidad de su mirada. Se sonrojó, bajando la mirada en un gesto de timidez. Darcy, gentilmente, le levantó el mentón para que pudiera mirarlo a los ojos. "Le aseguro que mis sentimientos y anhelos no han cambiado, pero una palabra suya hará que me calle para siempre."

"También deseo retomar esa conversación, Sr. Darcy," dijo Elizabeth, con una sonrisa. "Quizás mañana tengamos ocasión de continuar hablando."

Ambos sonrieron, convencidos de que finalmente ya no habría malos entendidos. Pero justo en ese momento, Jane entró de nuevo en la habitación. Darcy, con un gesto cortés, se despidió y se retiró, dejando un aire de expectativa en la sala.

Una vez que Darcy se marchó, Jane, aún pensativa, empezó a hacerle preguntas a Elizabeth sobre la Srta. Darcy, y sobres su relación con el Sr. Darcy. Al notar que su hermana lucía preocupada, Elizabeth le preguntó con preocupación: "¿Qué te sucede, Jane?"

Después de un prolongado silencio, Jane suspiró y, con un tono grave, respondió, "Quizás esté siendo injusta con el Sr. Darcy, pero ¿estás segura que sus intenciones son honorables?"

"¿Por qué me preguntas eso? Te aseguro que el Sr. Darcy es un caballero—" exclamó Elizabeth ligeramente indignada, pero Jane la interrumpió.

"¡Es el mejor amigo del Sr. Bingley! Si mal no recuerdas, el Sr. Bingley tenía toda la apariencia de ser un caballero honorable," replicó Jane, con un rayo de angustia en sus ojos. "Tengo temor que te haga daño."

Elizabeth, comprendiendo la preocupación de su hermana, suspiró y le aseguró, "No te preocupes, Jane. Prometo que seré muy cuidadosa."

Jane asintió, aunque la preocupación aún persistía en su rostro.

Tras un momento de reflexión, Elizabeth agregó con confianza, "Además, hace tiempo que el Sr. Darcy no mantiene relación con el Sr. Bingley…"