Hola, queridos lectores.
Este fic debía ser para ayer, pero estuve haciendo algunas cosas de chambing y no pude hacerlo unu.
Como siempre, esta colección de Drabbles pertenecen al reto "Flufftober2024" de la pagina de "EsDeFanfics". Aquí encontraran 8 diferentes drabbles con Commonershipping, la OTP UwU. Si quieren leer solo los especificos (OgreHunter, Delivery o DynaMeister) pueden consultar las otras colecciones para mayor comodidad uwu.
Enjoy :D
06 / 10 / 2024
Prompt: Mudanza
Librero
Diamond bebió su refresco de un golpe. Su garganta seca agradeció las refrescantes burbujas de la bebida de uva bajo el caluroso sol de verano. Luego de hacerlo, se secó el sudor, bajando a la calle.
Platinum le seguía de cerca, secándose igualmente con un pañuelo que parecía ser una vieja camiseta de Diamond. Estaba cansada, sus brazos ardían y sus piernas temblaban al bajar los cuatro pisos que separaban su departamento de la acera. Justo al llegar abajo se encontraron con Pearl y Maylene, quienes habían llegado para ayudarles.
—Necesito volver a preguntar, ¿quién decide vivir en un cuarto piso y sin elevador? —se quejó amargamente Pearl, cargando una enorme caja de ropa con su Infernape al lado cargando un microondas.
—Lo siento, fue lo mejor que encontramos con nuestro presupuesto —admitió Diamond, hundiéndose de hombros.
—¡Pero Platinum es millonaria! —reclamó Pearl, recibiendo un golpe en su hombro por parte de Maylene— Oye.
—Deje de ser un niño llorón —reclamó Maylene, cargando ella sola dos cajas sin mayor problema—. Además, es un buen ejercicio, te hace bien.
—Claro, como tú te la pasas entrenando —Pearl entrecerró los ojos—. Espero que hagas algo delicioso cuando terminemos.
Diamond asintió, era una de las cosas que tenía pensado hacer cuando terminaran de subir todas las cosas al departamento donde Platinum y el comenzarían una nueva vida. Su pareja no dijo nada, solo se encogió de hombros y asintió tímidamente mientras Maylene y Pearl comenzaban a subir las escaleras.
—Tal vez Pearl tiene razón, el rentar este departamento no fue la mejor de mis ideas —admitió Platinum, parándose junto al camión de la mudanza.
—¿Hmm? Claro que no, el lugar es muy bonito, y la zona también —dijo Diamond con una sonrisa, entrando al camión para jalar las pocas cajas que quedaban.
—Dia, estamos a casi una hora del centro de Jubileo, y en la esquina hay un Bidoof y un Starly peleando por un churro —se quejó Platinum de manera sarcástica.
Aunque una pequeña risa se dibujó en su rostro por la situación, la mirada arrepentida de Platinum le hizo ir hasta ella, bajando del camión y tomando su mano.
—Señorita, sé que no es el mejor lugar, pero no necesita serlo para que sea un buen hogar —Diamond sonrió de manera tierna—. Es nuestro comienzo, y nos esforzaremos para hacerlo un buen hogar.
—Dia… no lo sé, a veces creo que debí haberle hecho caso a mi papá —dijo, huyendo a la vista de Diamond.
—Pero al menos esto es nuestro, ¿no? Es lo que querías, y haremos que valga la pena —sonriendo, Diamond besó la frente de Platinum—. Vamos, terminemos con esto y luego comeremos tacos de guisado.
—¿Tacos de guisado? Pero pensé que no habías traído… —Platinum abrió los ojos, incrédula.
Su respuesta fue contestada cuando el Rotom Forma Refrigerador de Diamond salió, mostrando en su interior un recipiente que su madre le había regalado. Platinum no pudo evitar sonreír al ver la atención al detalle, dándole un pequeño beso en la mejilla. Diamond resultaba siempre sorprenderla, aún en sus momentos de duda donde se cuestionaba sus decisiones.
Había decidido independizarse sin ayuda del dinero de sus padres, solo con su propio capital como entrenadora y su empleo en una empresa ajena a los Berlitz. No es que dejara de gustarle su estatus de heredera, fue más su deseo de querer crecer por sus propios medios, la idea de que podría hacerlo sin tener las ayudas de sus padres.
Y ahí estaba Diamond, su novio, la persona que más amaba, aceptando el empezar esa etapa con él. Aún recordaba cómo su cara se iluminó cuando le sugirió la idea, y lo ansioso que estaba de empezar a desempacar las cosas y comenzar su vida, juntos, solo ellos. Algo en su corazón le hacía sentirse bien cuando miraba a Diamond con una sonrisa tomando una caja y ayudándole con otra. De alguna forma, su mirada cálida le hacía sentir que todo estaría bien.
Los minutos pasaron y todas las cosas habían sido subidas, todas excepto una.
—¡Enserio, de todas las cosas de tu habitación, ¿decidiste traer el librero?! —gritó Pearl, molesto, recibiendo otro golpe por parte de Maylene— Pero es la verdad, esa cosa pesa demasiado.
—Aun así no tienes permitido gritarle a mi amiga —reclamó Maylene, cruzándose de brazos—. Aunque si, se ve demasiado pesado.
—Lo he tenido desde que era niña, siempre guardaba mis libros ahí, y… tengo una conexión especial con él —admitió Platinum, llevándose las manos al pecho.
—Es el que hizo Sebastián, ¿verdad? —preguntó Diamond, recibiendo una respuesta afirmativa.
De inmediato Pearl y Maylene entendieron la importancia de aquel mueble, más que su utilidad, era la historia de una vieja figura paternal que ahora no estaba con ella. Diamond asintió, acercándose al mueble junto a Pearl, de inmediato al tocarlo pudieron sentir el enorme peso, no podían moverlo un solo centímetro.
—¿De qué rayos está hecho? —preguntó Pearl arrastrando el mueble por el fondo del camión.
—Creo que de nogal puro —dijo Diamond, ayudando a arrastrarlo.
Al llegar al filo del camión, Maylene y Platinum los ayudaron a poder bajarlo a la acera. Solo necesitaron unos segundos aguantando el peso del mueble para que las palmas de sus manos comenzaran a arder, incluso la de la experimentada líder de gimnasio.
—Por Arceus, pesa como una tonelada —dijo Pearl, bajando del camión.
—De hecho pesa cuatrocientos kilos —aclaró Platinum.
—¡¿Cuatro que?! —gritó Pearl, asustado.
Platinum no pudo evitar encogerse de hombros ante la mirada incrédula de Pearl y Maylene, sintiéndose mal de inmediato. En definitiva, aún con la fuerza de los cuatro y sus pokémon, arrastrar aquel librero hasta allá era completamente inviable. Los trabajadores en la mansión se las habían ingeniado para subirlo al camión, pero con ayuda, solo estaban ellos, solos, con casi media tonelada de madera sólida. Al ver a todos preocupados la chica negó con la cabeza.
—Tienen razón, fue una mala idea, —dijo Platinum, rascándose el hombro—. Subamos esta cosa y que se la lleven a la mansión, no va a funcionar.
Diamond notó el tono de derrota y tristeza de Platinum, sintiendo como su corazón se encogía. No quería verla así, derrotada ante la primera dificultad en sus vidas. Pensó de inmediato en una solución, una forma sencilla de poder subir aquel enorme mueble. Pensó en subirlo desde afuera, después de todo tenía a su Regigigas listo que no tendría problema alguno en moverlo. Sin embargo, además de no ser tan alto, su departamento apenas contaba con una ventana y un balcón mediano, el elemento definitivo por el cual Platinum decidió rentar. Fue ahí que Diamond tuvo una idea.
—Vamos a subirlo —dijo Diamond, determinado.
—Dia, quiero decir, Diamond, sé que quieres ayudar a Platinum, pero esta cosa es demasiado pesada.
—Lo sé, pero creo que encontré una forma, aunque —Diamond volteó a ver a Platinum—. ¿Te gustaría tener un librero en el balcón?
Platinum no pudo evitar sorprenderse por la pregunta, mirándolo de forma incrédula. Sin embargo, luego volver a ver a su librero y recordar todos los recuerdos, Platinum asintió, cualquier cosa sería mejor que no tenerlo.
Aunque incrédulos al principio, Maylene y Pearl aceptaron el plan de Diamond. Una vez aceptado, Diamond estaría en la azotea junto a su Torterra, el cual usaría poderosas lianas con las cuales poder levantar el pesado. Luego de eso, Regigigas apareció, llamando la atención de la gente, y ayudando a levantar el mueble lo más que pudo, facilitándole a Torterra el subirlo hasta un lado del balcón.
—¡Listo! —gritó Pearl, acercándose al enorme mueble junto a Maylene—. ¿Lista, amor?
Maylene asintió. Usando su fuerza y la de sus pokémon, ambos dirigieron el mueve para que se detuviera justo al borde el barandal, donde Platinum y su Cherrim lograron acomodarlos para que pudiera posarse cómodamente en el piso del pequeño balcón, abarcando casi la mitad de este. La vista era surrealista, pero lo habían hecho.
—¿Funcionó? —preguntó Diamond, bajando de manera emocionada.
—Dínoslo tú —dijo Maylene, mirando al balcón.
Diamond avanzó. El mueble sobresalía de inmediato sobre la plataforma, tapando parte del sol veraniego que parecía ocultarse. No pudo negar que se miraba raro, muy raro, sin embargo, Platinum le miraba con ojos completamente brillosos.
—Se ve hermoso —dijo Platinum, sonriendo—. Muchas gracias, Dia.
—Fue algo improvisado, pero…
No terminó de hablar cuando Platinum se acercó a él, lo tomó de su camisa y lo besó. Diamond se sorprendió, pero lentamente cayó bajo el toque de sus labios, tomándola de los hombros. Como amaba besarla, sentirla cerca.
—Te amo —dijo Platinum, sonriente, separándose de él.
—Y yo la amo a usted, señorita —dijo Diamond, sonriente.
—Este… —Pearl se acercó a ellos, cruzándose de brazos, recibiendo una reprimenda por parte de Maylene— Oye, Mayli, yo solo quería preguntar por la comida.
—Y arruinar el momento, por eso no debería de darte —dijo de manera burlona.
—Está bien, la verdad ya tengo hambre —dijo Diamond, riendo—. ¿Y tú, seño… Platinum?
Platinum asintió, sonriendo. Con eso dicho, los cuatro fueron a la cocina improvisada para comer del platillo de la madre de Diamond.
