Algo que escribí en un par de arrebatos.


Vaggie estaba teniendo un día de mierda. Pero un día de mierda mierdisima.

Apenas había logrado dormir un par de horas tras haberse desvelado la noche anterior por una pelea de unos inquilinos. Intentó dormir cinco minutos más, pero se le fue la cabeza y terminó durmiendo más de media hora. Tuvo que bañarse lo más rápido posible, y a pesar de eso no tuvo tiempo para agarrar ni una misera manzana.

Oh, lo que ella hubiera dado ese día para que fuera uno de esos días en lo que se la pasaba lidiando con los inquilinos todo el día, claro, se la pasaría gritando y con una o dos venas en su frente, pero ese era un esfuerzo al que estaba acostumbrado de sobra, no al estrés físico que la mandaba de un lado a otro sin tiempo para descansar, los pies ya le estaban matando y aún no era su hora de comer.

Tan solo pudo soltar un amargó suspiro antes de continuar.

Para cuando al fin pudo permitirse parar a descansar y pensar que podría pasar un rato con Charlie, de seguro la haría reír con una de sus ocurrencias, o le mostraría la nueva canción que estaba trabajando desde hace unos días. O simplemente se la pasarían acurrucadas una al lado de la otra, en silencio, en un cuarto a oscuras mientras sonaban las canciones favoritas de Charlie y sus respiraciones apacibles.

Sea lo que fuera, sería mejor que cualquier mierda que el hotel pudiera darle.

Pero sus ilusiones se hicieron añicos cuando recibió una llamada de Charlie diciéndole que tendría que estar fuera del hotel durante unas horas por unos problemas con Angel Dust con unos tipos que le pidieron sus "servicios" y los tipos no aceptaron un "no" por respuesta. Le tomó todo su autocontrol no lanzar el teléfono contra la pared o terminar la llamada de inmediato por tratarse de Charlie.

"Sé que estás odiando esto, ¿Hay algo que pueda hacer?" Escuchó Vaggie al otro lado del teléfono, pero no respondió. Tan solo estaba masajeándose la frente con sus dedos mientras intentaba no pensar demasiado en ello.

"E-entiendo, juro que te lo compensaré. Okay ¿cielo?" La llamada terminó, dejando a Vaggie sola y atrapada entre pilas de papeles en su escritorio en silencio.

Para su buena o mala fortuna, a este punto ya no podía notar la diferencia, Vaggie se disoció de sí misma durante el resto del día. Series de imágenes a gran velocidad pasaban ante sus ojos, no sentía nada al ver esas imágenes, no sabía que pasaba primero o que pasaba después.

Asi continuó hasta que el reloj marcó las 9 de la noche en punto con los toques de campana de uno de los relojes colgados en los pasillos que sacó a Vaggie de su trance.

Ya está.

Vaggie ya no tenía ninguna responsabilidad y era libre de hacer lo que le plazca. Su primer instinto, como el de todos los días, fue dirigirse al elevador y llamarlo. Ante su impaciencia, a pesar de que solo habían pasado unos segundos, Vaggie continuó pulsando el botón del ascensor una y otra vez con una mirada expectante, hasta que Baxter le dijo que el ascensor estaba averiado y no podrían repararlo hasta mañana.

Vaggie estaba tan cansada que ni siquiera tenía energía para enfadarse. Simplemente se fue en silencio como una tumba hasta las escaleras que tendría que subir por su propia cuenta. Como un mal presagió o mal suerte; A Vaggie no le importaba como le llamara, empezó a notar el dolor en sus pies que había acumulado todo el día.

A pesar de su dolor, comenzó su tarea como un viejo habito en ella. Al igual que era habito en ella el poder aguantar un poco más siempre. Siempre.

Pero a poco más de la mitad del camino, cuando sus piernas ya estaban entumecidas por el dolor, se derrumbó.

Se quedo tirada en las escaleras, respirando lo justo, hasta que en contra de su voluntad, su cuerpo empezó a sacar lágrimas.

Lo odiaba. Odiaba esto. Lo odiaba con todas sus ganas.

Ya no lo aguantaba, prefería quedarse tirada en las escaleras, esperando hundirse en un sueño del cual nunca despertar, imaginando que el infierno había sido tan solo una bizarra pesadilla lúcida.

Y este…circo, este circo de fenómenos, que era la única manera en la que Vaggie podía llamar a este lugar.

Este circo que encima, estaba basado en un sueño iluso. De una payasa ilusa, con una sirvienta ilusa que la seguía a todos lados cuando la necesitara.

Y ahora que ella necesitaba a alguien, estaba sola. Nadie vendría a por ella.

Con esa creencia grabada a fuego en su mente. Se acurrucó sobre sí misma en las escaleras, intentando ignorar la incomodidad y dolor de espalda y músculos que le generaban.

Algo más pequeño que una idea voló como una hoja de árbol por su mente, un recuerdo, varios recuerdos, ninguno en específico, pero todos con algo en común.

Los días de cuando era una niña, y podía dormir hasta tarde, o desvelarse en las altas horas de la noche, y no importaba.

A la vez que esos recuerdos se iban volando lejos de ella, Vaggie trataba de aferrarse a aquellos tiempos cuando nada importaba.

Ahora no podía entender o explicarse como había llegado allí.

Podría desear borrar las cosas que la llevaron hasta donde estaba ahora mismo.

Podría. ¿Para qué molestarse?

Tan solo despejó su mente en negro, y se dejó hundir en la nada de sus pensamientos.