Día 5: Feria
Bien pudo decirle que los juegos mecánicos no eran lo suyo, pero Spike no iba a permitir que su valor fuera puesto en duda por sus amigos que, si bien eran mayores que él, se comportaban como si fueran unos tipos de la preparatoria. Sin embargo, al ver cómo las atracciones iban y venían dejando el eco de los gritos de las personas, sus piernas empezaron a temblar.
—¡Wohoo! —gritó Applejack emocionada al ver el péndulo a lo lejos, girando en el aire con muchas personas en los asientos— ¿Qué quieres hacer primero, terroncito?
—¿Qué tal un helado? —se apresuró a responder, de forma nerviosa.
—¿Qué? ¡Buu! La comida es hasta el final y te llevaré a comer el mejor burrito que hayas probado en la vida, pero piensa en algo mientras le pongo créditos a esta dichosa tarjeta.
Applejack fue casi corriendo a una de las taquillas para recargar la tarjeta, en tanto Spike miró alrededor para escoger alguna atracción que fuera el punto medio. No iría a las tacitas locas, esas eran casi para niños, pero el péndulo o la montaña rusa eran demasiado para comenzar, y la fila en el barco pirata era casi interminable. Por otro lado, el túnel del amor o la rueda de la fortuna eran más para culminar el paseo y uno que otro arrumaco.
No muy lejos de ahí, pudo ver "el martillo". La fila no era muy larga, y no se veía tan alto como los demás. Cuando Applejack regresó, él quiso tomar la iniciativa y la llevó hasta la fila, dejándola sorprendida por su osada elección. De pura casualidad les tocó sentarse juntos, al lado del otro. Para este punto, Spike trataba de contener su emoción, que pronto se convirtió en miedo al sentir cómo el juego se extendía varios metros arriba de lo que vio en un principio. Spike tragó saliva, aterrorizado.
—Aj…
—Dime, Spike.
—Creo que no he sido honesto contigo.
—Yo… jamás me había subido a uno de…
Y en ese momento comenzó a moverse de atrás hacia adelante, tomando cada vez más y más impulso. Las personas abajo, esperando su turno y caminando en todas direcciones de pronto parecieron difuminadas.
—¡JAMÁS ME HABÍA SUBIDO A UNO DE ESTOS! —gritó Spike, totalmente asustado.
Applejack reía y reía, dejándose llevar por la sensación del viento en su cara, incluso extendiendo los brazos para sentir la caída de los asientos con cada movimiento.
—¡Abre los ojos, te lo estás perdiendo!
—¡NO, CARAJO, NO!
Y es que para Spike, aquella sensación de vértigo y el aire atravesándole la cara le hacía sentir que caería hacia su final en cualquier minuto. En busca de un poco de apoyo quiso sujetar la mano de Applejack, quien la empujó al primer segundo de contacto.
—¡Qué asco, te sudan las manos! —le dijo entre risas.
—¡Por favor, no quiero morir!
—¡No vamos a morir!
En una de las tantas subidas del juego voltearon a mirarse, y en ese momento sucedió una de las cosas que Spike sólo había visto en uno de sus recurrentes fantasías.
—¡Te amo! —le gritó Applejack, extendiendo los brazos para sentir la caída.
Pero Spike se había congelado de la impresión, de pronto ya nada importaba. El resto del viaje por las alturas transcurrió más rápido de lo que pensó, y al bajar seguía sin poder creer esas palabras. Aunque su cuerpo temblaba, lo que más le había movido la mente fue escucharla decirle que lo ama.
—Hey, ¿estás bien, dulzura?
—Sí, sí, estoy bien.
Echándole una última mirada al juego, ahora le pareció bastante diminuto. Applejack lo agarró de la mano, directo a subirse a las tacitas voladoras. Esos juegos no parecían tan intimidantes ahora.
