Intento 7
Al salir de su habitación, se encontró con No.2 ahí. De todo lo que esperaba encontrar ahí, lo último que se había imaginado era ver una expresión agria y juiciosa de uno de los reclutas y menos de aquel a quien no tenía acceso a supervisar. Por un momento se preguntó si estaba ahí de casualidad o si había ido a buscarlo para algo, así que solo esperó, casi congelado frente a su puerta.
No.2 hizo una reverencia forzada y siguió su camino. Black lo observó irse antes de comenzar a caminar en la dirección opuesta, y pensó para sí mismo que la expresión agria en No.2 debían ser imaginaciones suyas. La vez que lo interceptó en el hangar mantuvo una expresión plana, idéntica al rostro sin gesticulación que se había encontrado afuera de su pieza. Entonces ¿por qué se sintió juzgado?
¿Sería eso lo que llaman "culpa"?
Era cierto.
Apenas acababa de ocurrir, pero, Black estaba muy arrepentido de haber cedido a aquella lección con No.6. En su mente no dejaba de recriminarse con las preguntas "¿Por qué lo hice?" y "¿En qué estaba pensando?" No se equivocó cuando antes de recorrer el camino completo pensó en lo mucho que se arrepentiría. Y ahí estaba ahora, con las mismas excusas que se dio y que se daba cada vez que hacía algo poco ortodoxo: "Para establecer la línea de mando" y "Mantener controlado el escuadrón".
Él mismo sabía que mentía.
¿Hasta cuando dejaría de mentirse a sí mismo? Él sabía que estaba rompiendo más de un protocolo, pero simplemente no quiso evitarlo.
Luego pensó: ¿No quise? ¿Por qué? ¿Desde cuándo…?
Negó con la cabeza.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que el paso del tiempo se escurría como la arena, haciendo que no notara realmente nada de lo que pasaba frente a él, aunque debía fingir que sí. Prácticamente ignorando los entrenamientos de sus muchachos durante 4 horas.
Y antes de darse cuenta, la tortura mental que se estaba dando, promovía en él, la sensación de querer darse un puñetazo en la cara.
Suspiró.
Debía tolerar sus propios pensamientos. Justo en ese momento, se encontraba supervisando al caracal y al sanador.
Era el primer entrenamiento que tenían en conjunto. No.9 necesitaba practicar y conocer al resto del equipo y aunque originalmente él tenía planeado que No.9 iniciara trabajando con los gemelos, fue su desliz de unas horas atrás el que, al final, le hizo seleccionar a No.6 como el candidato. Principalmente porque temía haber dañado su cuerpo y quería que No.9 lo revisara.
Claro que no pensó del todo que se había condenado a sí mismo a una situación 100% incómoda. En ese preciso momento, No.6 era a la ultima persona que quería ver. Aunque, en una esquina de su mente, una pequeña voz preguntaba "¿por qué quieres mantenerlo cerca?" si realmente no quisiera verlo, no lo habría ubicado en un entrenamiento ese día…no… ese pensamiento por sí mismo estaba más que mal.
¿Era su manera de autosabotearse?
Nuevamente esa sensación de querer darse un puñetazo apareció y se coló en una pequeña mueca que hizo, aunque nadie lo vio. Para su fortuna, No.6 parecía comportarse discretamente. O más bien, estaba tan enfocado en No.9 que, en ese momento, el instructor no figuraba en su campo de vista.
La mirada del castaño recorría calculadoramente el cuerpo del sanador, capturando cada leve movimiento que pudiera hacer el muchacho de cabello negro. Black pudo observar que el caracal mantenía su sonrisa todo el tiempo, mientras se mostraba cooperativo en dejar que No.9 lo sanara. Desde donde estaba, al instructor le pareció que No.6 se movía con parsimonia, no porque estuviera lastimado, sino que, parecía disfrutar del proceso de sanación. Frunció el ceño por un par de segundos.
Cuando finalmente el entrenamiento terminó, notó que No.6 seguía manteniendo una distancia profesional, y eso lo agradecía a sobremanera, no quería tener que señalar nada que lo pusiera en evidencia. Pero también notó que solo lo estaba aplicando a él. Toda la atención y cercanía del caracal ahora estaba centrada en No.9, quien parecía llevarse bien con él.
Se sintió frustrado. Pero ¡¿por qué estaba tan inquieto?!
Ni siquiera era capaz de prestar atención a lo que sea que sus alumnos estuvieran hablando. Él no paraba de tener una tormenta interna y ahí estaba el caracal con una sonrisa simpática, ignorando por completo lo que había ocasionado.
Molesto, se despidió de los muchachos, casi queriendo no verlos, esperando que eso pasara de ser percibido por ambos. Y, de hecho, en su opinión, lo fue. Parecían más entretenidos conociéndose.
Caminando seguía con sus preguntas y sus respuestas parciales:
— "¿Realmente esa era la única forma?'" "Lo hice porque…"
Pero una vez más, su pensamiento se vio interrumpido por una notificación que le generó más pesadez. Apenas había terminado de supervisar a los muchachos y su encuentro con No.6 había ocurrido apenas hacía unas horas. Pero la comandante White lo mandó llamar.
No le fue difícil saber el motivo de su llamado. Era obvio. Hasta ahora, todo lo referente al escuadrón M lo habían estado comunicando por medio de correos. Así que, si White había decidido hablar con él directamente, era porque las noticias vuelan rápido. Él no pensó en ningún momento en reportar eso, y debido a los favores que hacía a sus compañeras, tuvo la esperanza que ese desliz fuera ignorado.
Y si lo pensaba, aunque la mayor parte del bunker estaba siendo monitoreado todo el tiempo, por lo general no había señalamientos a su persona cuando cumplía otro tipo de tareas. Pero él mismo sabía que White no era tonta y él tampoco tenía tanta suerte. Además, estaba No.2 afuera de su puerta… ¿debía preocuparse?
Esta era una misión importante y diferente. Aquí la supervivencia de su equipo no era realmente una opción.
Con una sensación pétrea que no demostró, dirigió su firme andar con pasos precisos y seguros hasta una pequeña sala de juntas.
— Comandante White, soy Black — se quedó en la puerta, esperando que ella lo dejara pasar.
— Adelante.
La puerta se abrió y dejó entre ver a White y una operadora. La conocía, así que supuso por qué estaba ahí: White jugaba con su mente. Era una chica rubia con trenzas, 6O. Un modelo No.6.
— Es todo, puedes retirarte, 6O.
La operadora hizo una reverencia a White para después dirigirse a la puerta, antes de salir, le regaló una mirada alegre a Black, probablemente sonriendo bajo aquella mascara que tenía que usar. Por su parte, Black solo asintió con la cabeza a modo de saludo, más rígido de lo que él mismo esperó.
El instructor, sin poder sostenerle la mirada a la operadora, ingresó a la pieza de inmediato chocando ahora con la mirada severa de White.
— Creo que sabes por qué te llamé.
Black decidió no gesticular, no hablar, no asentir. Esperó que ella continuara.
White suspiró.
— Sé que te he expuesto a mucha presión últimamente, pero no esperaba este resultado. ¿Cómo se supone que vas a dirigir este escuadrón si te vinculas emocionalmente con ellos?
— No estoy vinculado emocionalmente a ninguno — habló por fin.
Junto a White se proyectaron varias pantallas holográficas. En todas, Black pudo observarse junto a No.6. En la mayoría eran de él con una expresión que él mismo no sabía que tenía y otra pantalla más, reflejaba su propia expresión en ese momento, era una transmisión en tiempo real que mostraba su propio impacto al verse en acción.
— Es uno de los soldados — comentó él tratando de recomponerse— Es bastante sociable — mintió, sabiendo que era inútil.
— ¿Conoces a la chica que salió recién?
Black pensó "Lo sabía" el que esa chica estuviera ahí, había sido planeado. Decidió mentir.
— No.
— Ella también tiene como base de personalidad la No.6. Estoy consciente que pueden ser sociables. Incluso podría decir que encantadores — presionó ella, sabiendo la enorme diferencia que había entre las programaciones de la operadora y el atacante.
Black sabía lo que la comandante quería hacer. Ella estaba seleccionando perfectamente sus palabras para amonestarlo. Pero aun no entendía el objetivo, ella no estaba siendo clara. Era inusual que no fuera al punto y eso llamó su atención. Parecía que la comandante buscaba que él confesara en lugar de ella misma señalarlo. ¿Por qué? Evidentemente tenía pruebas.
La expresión confundida del instructor le dio a White la pauta para explicarse.
— Black, confieso que te seleccioné como el candidato para dirigir a los chicos, porque pienso que eres adecuado para el trabajo. ¿Me equivoqué al asumirlo? — lo retó.
— No, comandante.
Entre las pantallas que se mostraban, se podía ver a No.6 acechándolo todo el tiempo. Él mismo sabía que estaba siendo acechado, pero pudo ver momentos en los que no percibió para nada su presencia.
— ¿Qué está pasando contigo y este soldado? — inquirió White en un tono casi burlón.
Black ordenó sus pensamientos y comenzó por el inicio, tratando de que su informe fuera convincente.
— Esta unidad en cuestión presenta altas demandas de energía y atención. Necesita mantenerse en ocupación constante. Como le mencioné en mi informe, se le dio una tarea para que enfocara y canalizara sus habilidades.
— ¿Y ponerlo a acecharte era tu manera de mantenerlo en orden?
El instructor se quedó sin palabras por un momento; White tenía una lengua muy afilada. Era cierto. Poner a alguien definitivamente superior en habilidad y fuerza y que, además debía obedecerlo, en una actividad que consistía en superarlo, no había sido su idea más brillante. Su ego no le permitió admitir, que sería superado en muy poco tiempo, si es que no lo había sido ya. Y que, con ello, tal vez perdería el respeto de una unidad tan evidentemente inquieta y beligerante.
— Al requerir tanta supervisión, opté por una dinámica en la que él sea quien se mantenga a mi alrededor, en lugar de ser yo quien tenga que buscarlo — pensó con agilidad una defensa.
White no pudo evitar pensar en lo malo que era Black mintiendo. Aun ahora se preguntaba ¿Por qué había sido seleccionado junto a ella para dirigir YoRHa? Sus métodos distaban demasiado el uno del otro. Ocasionalmente ideas variadas podrían ser benéficas, no obstante, en los grados en los que diferían ambos, resultaban un estorbo mutuo.
— ¿Estás diciendo que no puedes mantenerlo bajo control? Convertiste el bunker completo en una sala de juegos para un atacante.
— Fue programado como aliado, igual que el resto de los soldados. ¿Por qué lo trata como si fuera el enemigo? ¿Hay algo que deba saber para el experimento? — fue el turno de Black de contraatacar.
— Hay salas de entrenamiento ¿Y si daña el bunker? Los atacantes no se caracterizan por ser precisamente mesurados.
— Puede hacerlo.
White permaneció en silencio observándolo. Fue la presión de su mirada la que hizo que Black intentara con vehemencia convencerla.
— Su entrenamiento tiene reglas. Tiene prohibido atacar, de modo que cualquier daño potencial a sí mismo, a mí, a otras unidades o al bunker está descartado. Así como tiene prohibido interferir con el entrenamiento de sus compañeros. Mi objetivo es prepararlos para sobrevivir, incluso en un lugar plagado de enemigos donde el sigilo sea la mejor opción. Quiero que aprenda eso.
La comandante guardó silencio por breves instantes. Pensando bien sus palabras.
— "Si tan solo hubieras aceptado que te equivocaste, habría sido suficiente. En cambio, buscas defenderlo a él y a tus acciones. Estás más involucrado de lo que piensas" — pensó la mujer sin decir ni una sola palabra.
Desde el inicio, White había previsto que un equipo constituido únicamente por unidades masculinas parecía representar más un error que un acierto. Y el extraño juicio de Black se lo confirmaba en ese momento. Incluso consideró si debía abortar la misión ahí y ahora.
No obstante, la comandante debía dejar que el experimento siguiera su curso. No quería, ni debía descartar nada de manera tan temprana. El único detalle era que, gracias a la intervención de Black, el experimento se había enturbiado. Y no podría decírselo. A partir de ese momento, todo el escuadrón, incluido el examinador eran sujetos experimentales. Por lo que, ahora, su comportamiento formaba parte del mismo experimento. Para fortuna suya, ya casi terminaba el desarrollo de las unidades de apoyo que servirían para la supervisión de los modelos YoRHa.
Suspiró.
— ¿Y por qué no te he visto entrenar de la misma manera con el resto? — inquirió con esperanzas nulas.
— Cada uno tiene necesidades diferentes.
La mirada severa de White le decía "mientes" pero lo que escuchó de ella fue:
— No te encariñes demasiado. Conoces el desenlace.
Sin mayor discusión, la mujer apagó los hologramas y se dirigió a la puerta. No obstante, antes de salir, se detuvo.
— Black, si tu…
Hizo una pausa y se arrepintió.
— No…nada — finalmente, salió dejando al instructor solo con un montón de preguntas.
Black no pudo evitar arquear una ceja. Le sorprendía más que White no mencionara el motivo real por el que lo había mandado llamar. Sin embargo, tampoco le fue difícil deducir que la presencia de 6O al inicio, había sido una llamada de atención más que suficiente.
White era una mujer calculadora, incluso él mismo no siempre podía comprender del todo ¿Cómo lograba tomar decisiones tan complejas? Pero no por nada la habían colocado en el puesto de dirigir al bunker.
Caminó fuera de la sala, tratando de darse a sí mismo las respuestas que no quería admitir, por supuesto, sin demasiado éxito. Pensar en las verdaderas respuestas era abrumador.
-o-o-o-o-o-o-o-
Llegó a su habitación y al abrirse la puerta, vio su pieza vacía. Nuevamente esa sensación de amplitud lo inundó.
Suspiró antes de entrar.
Se sentó en su cama, que ahora se sentía más grande y recargó su espalda en la pared. No estaba mal tener algo de espacio, pero sintió que algo le hacía falta. Jugueteó jalando sus dedos y terminó por quitarse los guantes. Después, llevó el nudillo de su dedo índice a su boca y lo mordió como un acto reflejo para liberar su ansiedad. No le faltaba algo, sino alguien.
Exhaló pesadamente, casi como un gruñido. Ya antes le había pasado y él mismo ya antes lo había pensado. Con esto comprobaba que White tenía razón. Se estaba involucrando emocionalmente demasiado. Y no debía hacerlo.
Con sus dedos apretó el puente de su nariz mientras fruncía el ceño. En ese preciso momento, sentía que estaba siendo más expresivo de lo que había sido en todo lo que llevaba en el bunker. Hacía tanto que los músculos de su rostro no se tensaban de esa manera.
Necesitaba calmarse. Su reunión con la comandante le había caído pesada y estaba ansioso, quería liberar tensión. Jugueteaba con sus manos y ocasionalmente se acomodaba su cabello, lo cual le generaba una sensación medianamente relajante, pero no suficiente.
Volvió a gruñir.
Su puerta volvió a abrirse y reveló a su suplicio.
"Genial" pensó con sarcasmo. Estaba por decirle que diera media vuelta y se fuera, pero no se atrevió. Solo verlo ahí le había calmado un poco, quizá porque centrar su atención en él le permitía dejar de pensar en sí mismo. Pero, aun así, no entendía ¿por qué estaba tan ansioso?
El muchacho sin decir palabra entró quitándose el visor y observó a Black un par de segundos, como si estuviera decidiendo qué hacer a continuación. Se acercó con un paso seductor y gateó por la cama como un felino.
El instructor parecía casi hipnotizado con sus movimientos, pero aun bastante alerta. No.6 sujetó la corbata de Black y haló de ella con la misma mirada seductora, acercando a Black hacia sí, simulando que lo besaría. Por supuesto, eso no duró mucho, pues Black sujetó su muñeca y sin alejarse, susurró sobre los labios del más joven:
— Buen intento
Con una sonrisa satisfecha, No.6 deshizo su agarre sobre la corbata, dejando caer el pin que casi lograba robar. Black tomó aquel botón metálico y lo guardó. Por su parte, el muchacho terminó se recostándose y apoyando su cabeza en el muslo del instructor.
Black arqueó una ceja. No estaba seguro de qué esperar. Ciertamente no sabía si el muchacho se iba ir por su intento fallido o intentaría repetir lo de esa mañana, pero el hecho de que solo se echara a descansar en su muslo le fue inesperado, lo reconfortaba, pero aun así fue sorpresivo. Pese a que ocasionalmente ambos hacían eso, sus más recientes queveres, lo hicieron olvidarlo. Y casi por inercia, comenzó a acariciar el cabello del muchacho. Pronto sintió su ansiedad diluirse entre la sedosidad de las hebras castañas y la habitación volvió a sentirse del tamaño que realmente era.
No.6 se giró y observó el rostro de Black, realmente entretenido con todas y cada una de sus microexpresiones, mientras permitía que el instructor se tranquilizara. El rostro de Black angustiado era una de sus cosas favoritas. Además, no se lo diría, pero, aunque mayormente, Black estuvo detrás de él durante su sesión privada de hace varias horas, lo poco que alcanzó a verlo, le había encantado, su expresión había sido una mezcla de placer y angustia.
Tras varios minutos, Black continuó las caricias con su mano izquierda, al tiempo que permitió que No.6 tomara su diestra y jugara con ella.
El caracal se autosatisfacía de saberse parte de la ansiedad de Black. Parecía ser que su plan estaba funcionando tal cual había previsto. Estaba creando una fisura en la fortaleza impenetrable que podía llegar a ser el instructor. Ahora, su presencia comenzaba a ser necesaria para el de cabello azabache y eso podría extender su tiempo juntos, lo cual era una de las pocas cosas que lo salvaba del tedio rutinario que estaba obligado a vivir.
Llevó la mano de Black a su boca y acarició sus propios labios usando los dedos del mas alto, estaba consciente que al instructor le gustaban, así que decidió tentarlo sin hacer algo concreto como besarlo o acercar de nuevo su rostro. Sus experimentos le habían llevado a comprender detalles que ni el mismo instructor sabía de sí mismo y eso le gustaba.
