Muchísimas gracias por vuestros comentarios: fabaguirre167, Mary silenciosa y Guest. Perdón por no haber actualizado. Espero que estéis bien. Ojalá pueda terminar el fic en octubre. Mandame ánimos porfis. Un abrazo a todas. Os dejo con el capítulo 5 que espero os guste.
Capítulo 5. Heaven
Yo pensé que Escocia sería mi lugar definitivo, enamorada de los paisajes, de sus iglesias y castillos, de la comida y de su gente. Pero su belleza tiene un precio que mi cansado cuerpo y mente no podían mantener. Cuando Stear volvió fue a finales de septiembre, juntos volvimos a redecorar nuestra casa, y yo quería preparar algo especial para nuestras primeras vacaciones de navidad solos. Y el instinto maternal nunca se equivoca, elegí llevarle a Suecia: Navidades en Estocolmo y Año Nuevo en Malmo, pero antes decidí pasar por Dinamarca, fuimos a LegoHouse y pasamos unos días en Vejle, el lugar en donde Anthony vivía. Yo tenía la esperanza de verle, quería mi corazón de regreso, yo pensaba que ya estaba lista para enamorarme de nuevo y quería darme otra oportunidad, quizá en algún momento encontraría a un hombre que me hiciera sentir que he encontrado un hogar en él, pero no fue posible, en un brevísimo encuentro en la estación de tren me hizo entender que todavía no estaba lista. Así que emprendí mi camino a Estocolmo.
Stear acababa de cumplir 7 años, era muy pequeño todavía, y a pesar de su corta edad ya había pasado por mucho, él es fuerte pero me correspondía a mi darle todo lo que necesita: amor y seguridad. Ir a Suecia le sirvió para dejar el estrés de los meses anteriores. El contacto con la naturaleza, la nieve y con gente maravillosa nos sirvió para reforzanos a nosotros mismos y a nosotros como familia monoparental. Éramos nuestro propio hogar.
Sin embargo, la pérdida de memoria, el dolor abdominal, los dolores de cabeza, la paralisis facial, la inflamación generalizada eran cuestiones que seguían sin resolver. Yo no quería escuchar, Terruce estuvo tan pendiente de mi, me hizo un protocolo que nunca llegué a seguir completamente, no quería escuchar, porque quería olvidar lo incompleta que me sentía, todo era un profundo caos que solo se aliviaba momentaneamente con los abrazos de Stear y con mis sesiones de hiking. Pero fue Terruce el que me hizó volver a los retratos.
Mis pinturas eran a color: en unos predominaba el rojo, en otros el verde, en otros el azul, mis cuadros eran vibrantes, con un trazo similiar a Vincent, que era la naturaleza salvaje, majestuosa y bella, de esa belleza que no puedes dominar. Mis pinturas eran mi refugio. Hasta el día en que decidí pintar a Neil, ese día los colores vibrantes de la naturaleza se acabaron para mí. Niel, su mascota y yo fuimos los protagonistas de mis primeros retratos en blanco y negro. Así como Anthony retrata con sus fotografías la belleza más pura (ya sea de un paisaje, de un animal o de una persona) yo pinté en blanco y negro a la persona con la que me casé, a su mascota ya fallecida y a lo que quedaba de mi.
Mis retratos fueron expuestos, felicitaciones por parte de amigos, familiares y expertos. Pero nadie entendió que yo quedé congelada en ese retrato. La imagen de ese retrato era yo, era yo sabiendo que mi esencia se quedaba olvidada en cuanto me casara con Neil. Así como mi instinto me decía que la mejor opción para Stear y para mi era Suecia, ese mismo instinto me decía que no me casara con Neil, que si me había mentido en algo tan tonto como es la edad, que me mentiría siempre, que si me había mentido diciéndome que su mascota estaba viva cuando en realidad había muerto años atrás, sus mentiras serían terribles. Y aún así me casé con Neil.
Casarme con Neil, divorciarme de Neil, enterarme por una amiga del colegio de Stear que Neil había fallecido, que Stear no había sido invitado al funeral, que los padres de Neil (Sarah y Raymond) querían la custodia de Stear, no saber cómo sentirme si divorciada o viuda. No, todo eso era demasiado. Y proteger a Stear era mi prioridad, que me hicieran daño a mi era una cosa, pero que quisieran hacerle daño a Stear era algo muy diferente y que jamás iba a permitir. Poner a Stear a salvo era lo primero de mi lista de cosas por hacer.
Una amiga del colegio, que era psicóloga me propuso que fueramos juntas al funeral, Stear tenía más derecho que nadie a estar presente, él tenía que cerrar el capítulo por su salud mental y por su desarrollo personal, por ello le agredeceré siempre todo el apoyo que nos dio, ella y otras madres del colegio, que nos acompañaron, porque aunque resulte difícil de creer, los amigos de Neil intentaron agredirme, pero ellas no lo permitieron. El discurso era claro y conciso, soy la madre de Stear, su único pilar de soporte en este momento tan difícil, era a mi a quien le correspondía acompañarle para despedirse de su padre.
Fue un momento muy tenso, pero me sirvió para reafirmarme en mi decisión, esa misma tarde dejamos Lakewood y cogimos un vuelo a Londres, Stear se quedaría con mis padres. Había ahora un mar de por medio, y Stear estaría protegido por mi familia. Me quedé con ellos un par de días más y luego regresé a Lakewood: tenía muchos papeles que tramitar, tenía que dejar todo listo ya fuera porque decidiera vivir con mis padres en Londres o porque finalmente decidiera mudarme a otro lugar.
Dejé mi trabajo y decidí viajar, mi cuerpo y mi mente necesitaban olvidar, desde los 19 años yo dejé de ser yo, para convertirme en lo que Neil quería que fuera para él. Y tenía tanto dolor dentro que la única forma era salir: viajé por Inglaterra, Escocia, Portugal, España, Francia, Mónaco, Italia, Bélgica, Alemania y Austria, son lugares bonitos pero ninguno me llamaba la atención, solo Escocia me hacía sentir mejor, hasta que decidí viajar a los países nórdicos: Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia. En ese pequeño viaje pasé por Suecia tres veces, su paisaje me recordaba a los colores de Escocia: los verdes y los azules en las tonalidades más impresionantes, el contraste de las rocas con el mar y el sol. Mis fotos más bonitas son las Escocia y las de Suecia, pero las de Suecia me dan esa calma que necesito, esa sensación de hogar. Y es aquí en dónde pensé que si pudiera en vez de casarme con un hombre me casaría con un paisaje.
Mi viaje con Stear solo confirmó que éste era nuestro sitio, jamás pondría a Stear en riesgo, y viajar con él por Suecia se ha vuelto nuestra pequeña rutina para celebrar su cumpleaños. Y quien me iba a decir a mí que sería aquí durante el último cumpleaños de Stear, que yo Candice White, volvería a enamorarme.
