Disclaimer: Avatar: Last Airbender no me pertenece.
Advertencia: Este es un Semi AU, lo que quiere decir que las cosas ocurren en el mismo universo, pero de forma muy (o solo un poco) diferentes.
Advertencia N°2: Hay muerte de personajes.
13. Entonces…
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Cuando Katara estuvo completamente segura de que la herida estaba cerrada y no había peligro de contaminación, dejó caer el agua que usaba para la sesión de curación de ese día, en un arbusto cercano. No es que aquella no se pudiera volver a utilizar, pero los resultados son más óptimos con agua fresca, y ya que aún pueden darse el lujo de tenerla…
Zuko abre los ojos entonces, buscándola a ella para que le de su opinión, y Katara tiene que buscar fuerzas dentro de sí misma para responder con honestidad.
-Está cicatrizando bien, no hay peligro de infecciones. Picará un poco en lo que se cae la costra, pero…- y no puede seguir.
-¿Quedará una marca?- termina por ella, ofreciéndole una respuesta para que la tomara.
Ella agacha el rostro, incapaz de enfrentar las consecuencias de la decisión que ella misma tomó. Siente que va a ponerse a llorar, cuando una de las manos de Zuko, grande cálida y callosa, se posa sobre las suyas, que apretaban la falda de su túnica. Katara se sorprendió ante la sensación del pulgar áspero de Zuko sobre el perfilado aún un poco hinchado de las quemaduras de sus manos. Por supuesto que se preocupó de curar sus propias heridas también; difícilmente podría hacer un buen trabajo con Zuko si ella está muy ocupada quejándose del ardor de sus nudillos. Sin embargo, al igual que con él, éstas permanecerán indelebles sobre su piel.
Los ojos dorados del príncipe buscan los azules de la hija del jefe en un acto de comunicación no verbal.
-Si tú puedes vivir con ellas, yo también puedo- le dice en un susurro, pero con tal seguridad, que ella no se habría atrevido a dudar de él.
Una pequeña sonrisa tímida se forma en sus facciones cansadas, y él se la devuelve.
Un calor difícil de describir le cubre el rostro entonces. A pesar de que la punta de sus dedos sigue helada, su cara arde, su corazón palpita con fuerza y su estómago se aprieta. De alguna forma, le cuesta creer que la bondad de este chico sea tal, que compara la gravedad de su propia cicatriz con las de ella, con el solo objeto de haberla sentir mejor. Katara decide que, sea verdad o no, no deshonrará su acto de desprendimiento con más culpa.
Si bien no puede borrar la cicatriz de su rostro, hará lo que esté en sus manos por reducir todo el dolor y el escozor que quedan como remanente de su lesión.
Katara jura, por los espíritus de la Luna y el Océano, que cuidará de él, cueste lo que cueste.
-¿Qué sigue?- pregunta ella, casi como un pensamiento en voz alta.
-Ése que nos atacó, Zhao, es subalterno de mi padre- informa él-. Acaba de ser ascendido, lo que quiere decir que contaba con su venia, como comandante en jefe del Ejército, de hacer un movimiento hostil en el Templo. Contra el Avatar y el sucesor al trono.
La información se sienta entre ellos como una pesada carga.
-Todo indica que mi padre está detrás de todo esto… para quitarle el trono al tío Iroh- concluye Zuko con pesar.
El estómago de Katara cae.
-Debo ir, Katara- se apresura a mirarla-. Debo ir a casa. Asegurarme de que el tío esté bien; de seguro Lu Ten también va para allá. Debo saber si mamá sabía algo (no lo creo, sería imposible), que esté a salvo…
-Iré contigo- declara ella, sin darle lugar a las réplicas.
-Pero…
-Zuko, si tú irás a casa, ¿qué pretendes que haga yo?- le dice, intentando razonar con él-, ¿quedarme a esperarte aquí? ¿Ir a casa en el Polo sur por mi cuenta?- resopla en son de burla-. Lamento decírtelo, pero ambos estaremos más seguros si estamos juntos. Además, si ese lunático nos busca y me sigue hasta el Polo sur, les estaría poniendo en peligro; peligro que, en principio, no corren si esta es una cosa interna de la Nación del fuego.
Zuko, porque es torpe y quizás un poco tímido, pero muy estudioso, sabe que, estratégicamente hablando, ella tiene razón. Y por más que quisiera no llevarla él mismo al lugar en donde sabe que arderá el caos de forma muy literal, no puede discutir con su lógica.
-De acuerdo: iremos juntos- asiente él con un gesto lo más sólido que puede, apretando la mano de Katara que aún está entre las suyas.
Ella le sonríe, imitando su apretón.
Ambos parten un par de días después, justo antes de que amanezca, cuando han dormido y recuperado sus fuerzas.
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Otro recuerdo, justo antes de que se pusieran a andar, justo antes de nuestro primer capítulo.
Por otro lado, nos encontramos con un Zuko protector y una Katara que no está dispuesta a quedarse atrás.
