N/A: Este es el primer fanfic que me animo a publicar. Ando medio asustado de que me funen, o que mi redacción no sea agradable para el público, pero las ganas me pudieron; me armé de valor y acá estamos.

Voy a ser honesto: este fic es más que nada una práctica de redacción y construcción de argumento. Los tres primeros capítulos serán tranquilos y con muchos diálogos, gestando una sutil transición a la parte violenta, que abarcará el mayor porcentaje de la historia.
Al ser una precuela (MUY precuela, "DEMASIADO" precuela) de Hazbin Hotel, no se hablará de Charlie ni de la mayoría de personajes vistos en la serie, debido a que, lógicamente, estos no han nacido aún.

Si esto sale bien y recibo feedback positivo, planeo seguirle a los fanfics.

Descargo de responsabilidad
Hazbin Hotel es una creación original de la talentosa Vivziepop, financiada gracias a Amazon Prime. Todos los derechos a la primera mencionada, y el que me demande es nenaza.

Rebelión
Capítulo 1

Perspectiva: Lucifer

—¡Por favor!

—No.

—¡Solo será un ratito!

—No.

La mujer con cuernos de carnero tiene la mirada pegada en su diario; con una caligrafía que solo Yahvé podría superar, Belle graba nuestras ideas con la tinta de su pluma.

—De verdad, será cosa de media hora —insisto.

Ella levanta la mirada; nuestro escondite de hoy es una pequeña cueva repleta de bichos y estalagmitas. El hecho de que su gran trasero angelical deba estar incómodamente sentado entre dos pinchos de roca mientras ella escribe, sin duda que agriaba su ya de por sí conflictiva actitud.

—No entiendo qué ves en esa cosa —cierra su diario con una mueca de molestia—; esos "humanos" no son más que un desperdicio; papá no debió haberlos concebido en primer lugar.

—Solo quiero arreglar algo con ella antes de ir a la reunión —le sonrío, quebrando las estalagmitas más cercanas mientras me levanto— ¿Podrías esperar por mí antes de explicarle el Manifiesto a los muchachos?

Belle rechina sus dientes con pocas ganas de dar su brazo a torcer; no obstante, acaba jadeando como seña para que me largue de ahí:

—Media hora, y luego la dejas y llevas tu petizo culo al lugar que se acordó. —Al principio se resigna con los ojos cerrados, pero luego los abre para mostrar esas iris enrojecidas—. Ni un minuto más, ¿Oíste, Lucifer?

—¡Gracias! —me abalanzo hacia ella en un abrazo, que no corresponde sino con un gruñido de molestia— ¡Prometo estar ahí!

—Ya lárgate, pendejo —me empuja sin más.
Sin perder más tiempo, abandono la cueva y extiendo mis alas en cuanto veo el cielo azul de este mundo; emprendo vuelo rumbo a las orillas del mar rojo, donde Lilith ha estado viviendo desde que abandonó el Edén.

Perspectiva: Belfegor

En cuanto él se larga con su humanita, también me levanto para abandonar este basurero.
«Lucifer, eres un ciego de mierda», lamento para mis entrañas antes de abrir mis alas y emprender vuelo hacia la exósfera. Nuestra reunión, tan importante como peligrosa, tiene lugar en un pequeño planeta que está a unos doscientos veinticinco millones de kilómetros de este otro. Como los ancianos se la pasan todo el día masturbándose debajo de esas largas túnicas mientras contemplan la creación, o experimentando qué pueden hacer con esas bestias horrendas y carentes de cualquier atisbo de inteligencia, de seguro están "muy ocupados" como para revisar lo que pasa por allá.

Media hora después de un tedioso viaje por el espacio sideral, consigo arribar en la superficie de este nuevo mundo. Encontrar el lugar es bastante fácil; abro los ojos como platos al contemplar el enorme templo de ágora que el ángel Mammón erigió para nosotros. «Discreción, mis ovarios», pienso con los humores aún más por el suelo. En cuanto dejo caer mi cuerpo a la sombra del templo, me encuentro con la primera escena estúpida del día: los ángeles Beelzebú, Mammón y Asmodeo, parados en un rincón alrededor de este último, intentando cocinar un pequeño banquete.

—¿Qué carajo están haciendo? —los interrumpo estando a sus espaldas, ya que los muy alcornoques no se han percatado de mí aún.

—¡Belle, amiga! —me saluda Bee, con una sonrisa incómoda— ¿También vino Luci?

—Va a tardar un poco —rebato de inmediato, y ubico mi asiento en la mesa redonda que corona el centro del lugar— ¿Por qué están haciendo eso?

Los tres me ven como si hubiera dicho una locura o algo por el estilo. Suspiro, tratando de hallar más mecha que dejar quemar, y reformulo mi pregunta:

—Me refiero, ¿por qué están cocinando cuando Bee podría hacer aparecer un banquete de la nada?

De todos los principados que tiene el Cielo, sin duda la perra (literalmente) de Beelzebú es la favorita de papá; su gran habilidad de invocar comida ha sido envidiada y alabada en iguales proporciones. Estaría en un Coro mucho más alto de no ser por lo iracunda que suele ser ante cualquier provocación.

—Intenté sugerir lo mismo —dice Ozzie antes de tomar asiento en el suelo con brazos y piernas cruzadas—, pero al señorito de verde se le cumplió el capricho de jugar al cocinero.

—Calla, estufa inteligente —lo increpa Mammón, que pone una olla con agua sobre la cabeza fogosa de nuestro pobre aliado—, menos queja y más cocción.

Perspectiva: Eva

Adán lleva toda la mañana durmiendo después de nuestra diversión. Me encanta despertarlo con algo para llenar su tripa, así que me dispongo a recolectar tantas bayas y frutos como puedan abarcar mis brazos. A él le encanta comer, pero siempre deja algunas cuantas bayas que no logra hacer caber en su estómago; esas son para mí, ya que mi apetito es todo lo contrario al suyo.

"Cerezas, moras azules, frambuesas", voy contando en voz alta conforme veo la comida entre mis finos brazos. Sin embargo, cuando alzo la mirada, mis ojos se bañan de estrellas: "¡higos!" Frente a mí, una higuera enorme se alza con esos pequeños frutos danzando al compás de la brisa cálida que siempre sopla en el jardín. Dejo la comida en el suelo y me trepo al árbol sin dudarlo; es bastante fácil llegar hasta la copa y arrancar unos cuantos higos de un tirón.

Aunque mis brazos ya están casi al límite, sigo tentada a buscar qué más puede haber de comer hoy por el jardín. A veces, cuando Adán no me ve, suelo visitar los alrededores del Árbol de la Vida para recolectar los frutos que crecen cerca. Me detengo cuando estoy frente a éste, tan imponente como misterioso, con esas enormes manzanas que no cabrían en la boca de nadie. Nadie se atreve a tocarlo, pero justo cuando aparto la vista para emprender mi camino de regreso con Adán, escucho un sutil "pssst", que viene del mismo. No puedo evitarlo y vuelvo a enfocar mi atención en éste; «¿Qué habrá sido eso? ¿Un nuevo amigo, tal vez?», pienso con emoción.

—¡Sí, tú! —dice una voz amable, que me atrae amistosamente al árbol— ¿Tú eres Eva, verdad?

—¡Ajá, sí! —respondo con emoción— ¿Desde cuándo los árboles también pueden hablar?

—Yo...

—¡Tengo tantas preguntas para hacerte! —doy pequeños brincos de alegría— ¿Qué se siente ser un árbol?

Una risita sale de la pequeña serpiente blanca que se desenrosca tronco abajo:

—Temo decepcionarte, pero no soy un árbol.

—¡Uuuh! Tampoco había visto una serpiente que habla. —Con algo de rubor en mis mejillas, acerco las frutas entre mis brazos— ¿Quieres un poco, amiga serpiente?

—No, pero yo sí quiero regalarte algo: —enroscándose una vez más en la madera, se esconde detrás de ésta para regresar con una brillante manzana en su boca.

—Espera, ¿eso es...?

—El Fruto del Conocimiento—gesticula como puede, aún con la comida en la boca.

—A-amiga, se supone que... ¡q-que no debemos cosechar este árbol!

—¿Por qué no? —escupe la manzana sobre el montón de comida que junté, provocando que tire todo lo que sostengo sin dudarlo— ¿Acaso te dijeron por qué está prohibido en primer lugar?

Contemplo atónita cómo el fulgor de la manzana se refleja en los ojos de mi nueva amiga:

—Si comes de esta gran manzana, serás más libre que nunca, Eva —espeta y, de alguna forma que no entiendo, hace levitarla hasta mis manos—. Tendrás el conocimiento y poder para hacer todo lo que pueden hacer los ángeles.

—¿Hasta... volar? —trago saliva ante el brillo rojo y seductor del fruto prohibido.

—Bueno, eso no —carcajea un poco—, pero serás tan valiosa, hermosa e inteligente como ellos... como Yahvé.

—P-pero... ellos dijeron que si lo comemos...

—Que morirían, lo sé —me interrumpe con enfado—, pero eso es mentira, Eva; ¡ellos solo tienen miedo a lo que pueden convertirse Adán y tú!

Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro. He probado manzanas antes, ¿por qué esta tendría que ser tan peligrosa como dicen?

—Yo soy tu amigo ahora, Eva —agrega la serpiente, que exhibe su largo vientre rosado—. Anda, dale un bocado, ¡te prometo que no pasará nada malo!

N/A: No puedo creer que me animé a publicar esto, man...

Gracias a mi novia por ayudarme a corregir fallas en la redacción, y por leer siempre mis trabajos feos y darme ánimos para seguir. 3