Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.
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Guardián de almas
Arco condenados al olvido
Capítulo 5: Los que permanecen en Jusenkyo parte 1
"El alma es un vaso que solo se llena con la eternidad"
Bayankara 1.500 años antes
"Los días en que la tormenta se hace presente, son capaces de arrasar con todo lo malo que habita en la tierra". Así reza el presagio transmitido de generación en generación. Nadie puede negar la sabiduría de aquellos que han vivido incontables primaveras, y cuya experiencia es tan vasta que difícilmente podría contarse con los dedos sin perder la cuenta en el intento.
Apartó los mechones de cabello que le impedían ver con claridad, aunque no necesitaba voltear para saber que aún estaban rodeadas. Aun así, debían seguir adelante. Con determinación, afianzó su agarre en la mano de la chica que estaba a su lado.
— Lo lograremos — dijo intentando transmitir confianza. Sin embargo, aún podía escuchar sus sollozos y sentía el temblor incesante de su mano.
— Tengo miedo — susurró con un hilo de voz. Quería ser más útil en esa situación, pero su terror la paralizaba, y no podía controlar el temblor de su cuerpo.
— Yo también — aceptó sonriendo levemente —. Estamos juntas, saldremos de esto y luego nos reuniremos con las demás.
Ella asintió, limpiando sus lágrimas con la manga y comenzó a correr, siguiendo a su hermana a través de la tormenta.
Siguieron adelante, sin desviarse, atravesando el extenso bosque, esquivando ramas que se cruzaban en su camino y sorteando los troncos caídos. Pero el suelo resbaloso y lodoso los hacía tropezar a cada paso, y estaban completamente perdidas, huyendo sin un destino claro. De repente, ella se detuvo bruscamente al ver que su hermana caía al suelo con un grito agudo de dolor.
— Debes irte sin mí — mencionó tocando su tobillo con una mueca de dolor —. Me lo he torcido, no puedo seguir. ¡Vete ya! — gritó, empujándola con fuerza cuando se arrodilló para examinar la lesión.
—¡No me iré! — repitió con firmeza, desoyendo las súplicas de la chica —. Ya dije que saldríamos de esta situación y así lo haremos — con decisión, la agarró y la colocó en su espalda, lista para seguir adelante, sin importar el peligro que las rodeaba.
— No lo hagas, por favor…. debes salvarte al menos tú.
— Soy fuerte, solo sostente — le pidió, con una mirada firme, antes de volver a correr.
Sentía la sangre deslizarse por su mejilla y estaba segura de que era por una flecha. Estaban a unos 20 metros de distancia, pisándole los talones. Se desvió hacia el sur, aprovechando su agilidad para saltar sobre las ramas y ganar impulso suficiente hasta llegar a una altura prudencial, haciéndose más difícil blanco para las flechas. Sin embargo, lo que más le preocupaba era la chica que estaba en su espalda, no pensaba permitir que fuera lastimada. Maldijo al escuchar el crujir de las ramas, ellos la habían imitado y ahora la seguían de la misma forma. Se puso en alerta al sentir una presencia muy cerca y se detuvo, impulsándose hacia atrás.
— Ya era hora — se burló un hombre vestido de blanco, con un casco ornamentado con plumas, que le daban un aire de nobleza y poder. Su sonrisa sarcástica delataba una confianza absoluta en sí mismo.
— Si así lo quieres — desafió, con una mirada fiera y un tono de voz firme, y se colocó en posición de combate, lista para enfrentar cualquier ataque.
Esquivó el golpe con agilidad y pudo ver el daño causado en el tronco del árbol, que quedó destrozado. No debía permitir que la tocara, de lo contrario, estaría en serios problemas. Era difícil pelear con alguien a sus espaldas, no estaba acostumbrada y eso hacía que sus movimientos no fueran tan precisos. Pero no se rindió. Se dedicó a esquivar los golpes con rapidez y aprovechó la oportunidad para agarrar su brazo, y de un movimiento rápido y preciso, lo desestabilizó. Sin perder tiempo, al verlo tirado, lo pateó en la cara con fuerza. Sería suficiente por el momento, lo dejó ahí retorciéndose de dolor y continuó su huida.
Su respiración era fuerte y entrecortada, estaba exhausta y no tenía más camino por delante. Frente a ella, la tierra se dividía en dos, como si el mismo destino se bifurcara en dos caminos diferentes. La incertidumbre la envolvía, y no sabía qué rumbo tomar.
— ¿Y ahora qué haremos? — preguntó intentando bajarse de la espalda de su hermana, con una mirada de preocupación.
Estaba más preocupada por el sonido de las pisadas que se acercaban cada vez más, así que miraba fijamente el lugar de donde provenían. Se volteó rápidamente para ver la distancia que los separaba y calcular si sería posible lo que pensaba, su mente estaba trabajando a toda velocidad para encontrar una solución.
— Solo confía en mí — dijo con firmeza antes de agarrarla con suavidad, la levantó sobre su espalda y tomó distancia suficiente para coger impulso. Luego, corrió con todas sus fuerzas hacia el límite del camino.
Frenó en el borde y, usando toda su fuerza, la lanzó con un movimiento rápido. Respiró aliviada al verla caer al otro lado sin problemas, su suspiro de alivio, se convirtió en preocupación al volverse y ver a los perseguidores. Eran cerca de diez hombres vestidos casi igual al tipo que había dejado atrás, sus rostros mostraban molestia. No podrían huir ambas, de eso tenía seguridad. Esos hombres eran fuertes y no les permitirían escapar. La única opción era que ella se quedara atrás y le permitiera huir mientras los contenía.
Se abalanzaron sobre ella inmediatamente. Ella esquivaba con agilidad y rapidez, había entrenado durante años y tenía confianza en sus habilidades para detenerlos el tiempo suficiente. Pero al observar de reojo, su enojo creció al ver que su hermana aún no se había movido, como si estuviera paralizada por el miedo.
— ¡Qué diablos esperas! ¡Huye! — gritó con desesperación y urgencia, su voz cortando el aire como un látigo, esperando que la chica reaccionara y se diera cuenta del peligro inminente.
— ¡No! — respondió con su voz temblando en desesperación.
— ¡Si no lo haces, ambas moriremos en vano! ¡Vive! — pidió antes de caer por el fuerte golpe que recibió, se limpió la sangre del labio con el dorso de la mano y se levantó con dificultad, pero con una determinación feroz, arremetiendo contra su enemigo con una fuerza renovada.
Volteó a ver a la chica y le sonrió. Ella pareció entender el sacrificio que había hecho por ella y comenzó a caminar, alejándose. Se sentía aliviada de verla marcharse, había cumplido con su promesa y había protegido a su hermana. No tenía nada de qué arrepentirse, solo el orgullo de haber hecho lo correcto.
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Su padre le agarraba la cara, apretando sus mejillas con los dedos y buscando algún signo de que no fuera real. Su mirada era intensa, con una mezcla de confusión que parecían buscar algo más allá de la superficie.
— Ya les dije que no es cirugía — repitió por milésima vez, exasperado.
— ¿Entonces qué es? — preguntó con su mirada clavada en su hijo.
— Tengo que contarles todo. ¿Me creerían si les dijera que no soy Raiden? — preguntó a sus padres.
— No — respondieron a la vez.
— Tomen asiento, ambos — pidió con un suspiro de resignación.
— Te lo dije, actúa normal, hermano — susurró cerca de él, con una voz apenas audible.
— Fue tu culpa, todo fue por responderte.
— No te dije que me respondieras y también te envié un mensaje.
— No sé entendía nada.
— Me quitaron el teléfono — dijo señalando a sus padres con un gesto acusador.
— Traje té — Akane comenzó a repartir las tazas a cada uno de los presentes.
— Gracias, linda. ¿Tú eres? — preguntó a la mujer delante de ella.
— Akane — se presentó dedicándole una sonrisa y se sentó junto a Ranma.
— Es un nombre hermoso — dijo Kisue, tomando un sorbo de su té —. Entonces, Akane, ¿cuál es tu relación con mi hijo? — preguntó con curiosidad y una sonrisa amable, sin quitarle la vista a ambos, esperando una respuesta sincera.
— Creo que primero él debería explicarles muchas cosas.
— No te preocupes, puedes responderme y luego mi hijo me explicará el resto — mencionó con una sonrisa astuta, haciendo énfasis en lo segundo y mirando a Ranma con una ceja levantada
Akane suspiró internamente, parecía pensarlo por un momento, pero luego asintió con la cabeza. Tarde o temprano todo se sabría. Así que no valía la pena ocultarlo por más tiempo.
— Soy su esposa — respondió sin más preámbulos ni rodeos, mirando a Kisue directamente a los ojos.
— ¡Esposa! — gritó dejando caer la taza de sus manos —. Raiden — llamó con voz molesta.
— ¿Si? — respondió asustado.
— Cómo pudiste casarte sin avisarnos — exclamó comenzando a sollozar —. Zen, nuestro hijo no nos toma en cuenta para los momentos importantes.
— Creo que deberían importarte otras cosas, que tienen más relevancia en este momento.
— Eso es importante — miró con indignación a su esposo y él asintió con temor.
— Muy mal, hijo — dijo sacudiendo la cabeza y frunciendo el ceño en señal de desaprobación —. Sabes que tu madre es sensible en estos temas, debías avisarnos antes de casarte — agregó, su voz firme pero cariñosa. Kisue, que había estado observando la escena con los ojos bien abiertos, sonrió ligeramente al sentirse apoyada por su esposo, y asintió con la cabeza en señal de aprobación.
— Nos casamos hace mucho tiempo, no fue reciente — aclaró Ranma, levantando las manos en un gesto de defensa y ganándose nuevamente la atención de sus padres. Notó como ellos esperaban con ansias que continuará, así que respiró profundo y se preparó para comenzar su larga y confusa explicación.
Su padre permanecía inmóvil, con los brazos cruzados y una expresión pensativa en el rostro, como si estuviera digiriendo cada palabra que había pronunciado. Su madre, por otro lado, parecía serena al principio, pero luego se levantó de su asiento y se acercó a él, su mirada escudriñando cada centímetro de su rostro. No la culpaba por dudar tanto, pero lo que menos esperaba era que lo abrazara.
— Debió ser muy difícil para ti, me alegro mucho que hayas podido cumplir lo que tanto querías — dijo con una voz cálida y comprensiva —. Pero me duele profundamente que no confiaras en nosotros. Si nos hubieras contado todo esto antes, te hubiéramos apoyado de cualquier forma.
— No sabía cómo lo tomarían ambos, por eso lo mantuve en secreto. No es una historia común y sé que es algo difícil de comprender — explicó correspondiendo el abrazo de su madre y brindándole consuelo al verla llorar. Su amable y cariñosa madre, tenía demasiados motivos para querer a esa mujer que lo cuidó por tantos años y lo llenó de tanto amor, todas sus enseñanzas y momentos vividos eran muy valiosos.
— Siempre supe que mi hijo no era normal — dijo Zen, dejando sus manos descansar sobre la pequeña mesa y mirando a Ranma con una expresión de asombro —. Pero jamás imaginé algo así, es absolutamente increíble — agregó, sacudiendo la cabeza y sonriendo ligeramente —. Me parece que siempre supe que eras especial, pero esto... esto es más allá de lo que jamás pude imaginar.
— Nadie imaginaría una historia así — respondió apartándose un poco de su madre —. Me llamaron loco en algunas ocasiones — especialmente Roderick, quien dudó y se burló cuando le contó la verdad —. ¿Realmente creen lo que he contado? — preguntó con curiosidad en su voz.
— No seríamos tus padres si no creyéramos en tus palabras — expresó con una sonrisa cálida —. Te vi crecer, sé las cosas que no te gustan, sé lo valiente que eres y lo malo que eres mintiendo. Desde el principio decidí dejarte tomar tus propias decisiones, porque te veía tan convencido de lo que hacías, aunque en ocasiones no las entendía. Te vi reír y ser feliz, pero tu felicidad nunca fue completa, siempre notaba esa tristeza en tu mirada. Y en este momento, esa tristeza ya no está. Como tu padre, me llena de dicha ver tu felicidad, porque tu felicidad es mi felicidad, hijo — vió a su esposa llorar aún más por sus palabras y abrazar a su hijo con más fuerza —. Eres nuestro hijo del modo que sea, porque te amamos desde el momento en que llegaste a nuestras vidas y jamás ese lazo será roto por nada de este mundo.
— Gracias, papá — sonrió con alivio. También tenía un gran padre y sin duda podía confiar en él, en ambos realmente. Quizás, todo hubiera sido más fácil solo siendo más sincero, tal y como lo dijo su madre. Pero daba igual, lo importante era que su familia ahora sí estaba completa. Se sentía finalmente en paz, sabiendo que toda la verdad fue dicha. La aceptación y el amor incondicional de su familia eran el regalo más preciado que podía recibir.
— ¿Solo me dirás gracias? — levantó la ceja con una sonrisa en su rostro, como si esperara algo más —. Ven aquí, hijo — lo llamó poniéndose de pie y abriendo los brazos, invitándolo a un abrazo.
Se soltó del agarre de su madre y se dirigió hacia su padre para corresponder a su abrazo. Mientras se acercaba, pudo ver a Akane y su hermana mirar la escena conmovidas hasta el punto de estar llorando. Las mujeres eran demasiado sentimentales, pensó con una sonrisa.
— No hagas esa cara, es una escena muy linda — dijo limpiando sus lágrimas con su pañuelo.
— No he dicho nada, mamá — se defendió.
— Se lo que quiere decir esa expresión, siempre la haces cuando piensas que alguien exagera en algo — aseguró viendo a su hijo torcer la boca en molestia —. Akane, debemos ponernos al día en muchas cosas — sonrió sentándose junto a ella y agarrando sus manos con mucho cariño.
— Es verdad, al fin podemos vernos — Tomoe se lanzó a abrazar a Akane.
— También estoy feliz de que podamos conocernos — le sonrió con genuina felicidad —. Eres preciosa, pequeña Tomoe — agregó, correspondiendo el abrazo, estaba feliz de poderla conocer, se habían llevado tan bien desde el día que Ranma las presentó por video llamada.
— ¿Se conocen desde hace mucho? — consultó viendo la manera tan familiar de tratarse que tenían ambas.
— Poco tiempo, mamá. Hablamos por teléfono seguido.
— ¿Desde cuándo sabías lo de tu hermano? — interrogó con curiosidad.
— No mucho — se puso nerviosa al ver la mirada penetrante que le dedicaba su madre.
— Tomoe — dijo en tono relajado pero al mismo tiempo con una expresión seria.
— Desde hace algunos años — desvió la mirada —. Es que los escuché hablando con Sota y Amelie sobre eso, aunque en ese tiempo no lo entendía muy bien — explicó encogiéndose de hombros —. Pero después lo fui comprendiendo y me pidieron que guardara el secreto, en realidad me sobornó — acusó señalando a Ranma.
— ¿Qué tipo de soborno? — siguió con su interrogatorio. Necesitaba entender las cosas que hacían sus hijos a sus espaldas.
— Tenía que acompañarme a dónde quisiera y hacer lo que yo ordenaba.
— Y te has aprovechado de mi bondad por años — aseguró Ranma pinchándola con su dedo en la frente.
— Te gusta consentirme igualmente, hermano — dijo con una sonrisa llena de seguridad.
— Quién sabe — comentó encogiéndose de hombros y negando con la cabeza.
— ¡Oye! — se quejó haciendo un puchero y cruzando sus brazos.
— Sabes que si, princesa — sonrió antes de alborotarle el cabello —. Tendremos que mejorar nuestro método de comunicación, así no se darán cuenta — murmuró cubriendo su boca con su mano y mirando alrededor como si temiera que alguien los estuviera escuchando.
— No más secretos — regañó a sus hijos al verlos murmurar entre ellos.
— Está bien, está bien — repitió levantando las manos y dedicando una sonrisa a su madre.
Se percató de que alguien los observaba desde la puerta, Ryota estaba mirando lo que sucedía con interés.
— No te quedes ahí, ven aquí — llamó a su hijo para que se acercara a ellos.
Sus padres parecían sumamente atentos al recién llegado, con una mirada intensa y expectante.
— Les presento a mi hijo mayor, Ryota — mencionó con una amplia sonrisa —. Aunque esperen un momento — pidió alejándose hacia el pasillo —. ¡Kai! — gritó llamándolo y esperando que bajara. Escuchó cómo respondía desde el segundo piso y luego el sonido de sus pasos acercándose —. Y él es Kai, mi otro hijo — dijo agarrando a ambos de los hombros —. Ellos son su abuelo y abuela, también ella es su tía — los presentó con una sonrisa radiante y con mucho orgullo.
— Nietos... — se cubrió la boca con sus manos de la emoción como si no lo pudiera creer —. Son tan apuestos, tenemos nietos — agarró la mano de su esposo y lo notó asentir mirando a los muchachos frente a ellos. No perdió tiempo y los abrazó a ambos —. ¿Qué edad tienen? — preguntó inmediatamente.
— Los dos tenemos 19 años — respondió Kai con una sonrisa, cuando ella se apartó un poco.
— Somos mellizos — aclaró Ryota al notar la confusión en el rostro de su abuela.
— Dos por falta de uno — dijo Zen junto a su hijo.
— No me gusta perder mucho el tiempo — notó a su padre sonreír y acercarse a sus hijos.
— Cariño, déjame también saludar a mis nietos — pidió al notar que su esposa no los dejaba escapar.
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Oyó con atención a su padre relatar pequeñas historias del pasado. Su madre y Akane habían decidido preparar algo de comer, ya se imaginaba que la estaría interrogando sobre todo. Junto a él estaba su padre, sus hijos, su hermana y el señor Tendo que había vuelto a casa recientemente, uniéndose a la conversación de manera silenciosa.
— Era un hombre de 4 metros y su padre lo tumbó de dos golpes — dijo abriendo los ojos de par en par y gesticulando con las manos para enfatizar la historia —. Dejó en silencio todo el lugar, ¡fue impresionante! — agregó con una sonrisa orgullosa, como si estuviera reviviendo el momento.
— No era tan grande, creo — aceptó Ranma con una sonrisa modesta —. Y esa pelea no fue tan difícil — se encogió de hombros —. Me costó más ganarle al campeón de China en ese tiempo, me golpeó bastante fuerte... aún lo recuerdo — mencionó haciendo un gesto de dolor y tocando justamente donde había sido golpeado, como si el recuerdo del golpe aún le doliera.
— ¿El de los tatuajes? — preguntó Zen, frunciendo el ceño mientras buscaba en su memoria.
— Si, justamente ese. A partir de ahí, todos fueron más fáciles.
— También saben, que el primer auto que tuvo lo tiró al río — contó con una sonrisa divertida.
— Oye papá, eso dijiste que lo olvidarías — respondió enseguida en un tono de protesta —. Sabes que fue un accidente, fue todo culpa de Roderick, me dijo que acelerara y estaba más ocupado viendo lo que presionaba — se defendió rápidamente —. Pregúntale a Ryota, que al menos yo sí le enseñe a manejar bien y no pasó una mala experiencia como la mía.
— Al menos por esta zona no hay ningún río, si no la historia se repetía — dijo Kai entre carcajadas.
— No soy tan descuidado y aprendo rápido — mencionó Ryota con una sonrisa confiada —. Es más seguro que eso te pasaría a ti — agregó con una mirada burlona hacia Kai, disfrutando al ver cómo se le quitaba la sonrisa del rostro.
— Aún son muy jóvenes para que manejen — sentenció Soun, bebiendo un sorbo de su té con una expresión seria —. Si provocan algún accidente, el presidente del vecindario se quejará conmigo — mencionó, mirando a Kai y Ryota con un gesto de preocupación, como si estuviera anticipando problemas.
— Señor Soun, debería quitarle el puesto de una vez. Así que por cualquier cosa que pueda pasar, nos brinda un poco de ayuda — bromeó Ranma.
— En todo caso también tenemos buenos abogados — propuso Zen asintiendo con convicción.
— Está charla parece más de que todos se preparan para cometer un delito — opinó Tomoe levantando la mirada de su teléfono y mirando a los demás con una expresión divertida —. Ahora, una foto, sonrían — dijo de repente, levantando su teléfono y tomándoles una selfie a todos, capturando el momento de risas y sonrisas.
Sentía una profunda felicidad al ver a todos reunidos de esa manera. La comida en familia había sido un éxito y sus padres parecían encajar a la perfección con el resto de la familia, como si siempre hubieran sido parte de ella. En ese momento, se sentía agradecido por los momentos que había compartido con ellos y por las decisiones que había tomado, que le habían llevado a esa situación. Momentos como ese valían una vida entera, y todo había valido la pena.
Al verlo parado en la entrada, se acercó a él. Le preocupaba un poco su manera de actuar, hasta en la mañana pensó que todo estaba bien. Pero ahora, al ver la expresión en su rostro, sentía una inquietud creciente.
— ¿Estás bien? — preguntó acercándose a su padre. Sin dejar de observar sus acciones.
— Solo estaba pensando acerca de todo — comentó con un suspiro, mientras salía de la casa con Ranma —. En parte estoy aliviado y por otra parte pienso que todo hubiera sido diferente — añadió, sacudiendo la cabeza como si tratara de aclarar sus pensamientos —. Eso de dioses y otros mundos es un tema fuera de la imaginación — mencionó con una sonrisa irónica, invitando a Ranma a seguir caminando con él, alejándose de la casa y sumergiéndose en una conversación.
Lo siguió en silencio, observando cómo su padre suspiraba repetidamente, caminando con las manos hundidas en los bolsillos y la mirada fija en el cielo con una expresión de tranquilidad, como si estuviera buscando respuestas.
— A lo largo de mi vida he pasado por muchos eventos fuera de lo normal, es por eso que pude tomar de mejor manera lo que sucedió, aunque también fue un poco raro — asintió lentamente —. Imagino lo difícil que debe ser entender todo por completo, papá. No es fácil aceptar que hay cosas más allá de nuestra comprensión.
— ¿Él puede escucharnos? — consultó deteniéndose y mirando a Ranma con una expresión pensativa.
— Sí, puede escucharnos. Cuando su alma descendió por completo a este mundo, adquirió la habilidad de tener conciencia total sobre lo que sucede a su alrededor — explicó, y luego se señaló a sí mismo con un dedo —. Raiden está aquí.
— Fue un alivio — dijo Zen con tranquilidad — saber que aunque la vida haya querido arrebatarnos algo tan importante... al final, aún sigue aquí — sonrió ligeramente, con la certeza de que Raiden, el alma que habitaba dentro de su hijo Ranma, seguía presente, como un regalo inesperado en medio de la adversidad.
— Él es realmente tu hijo — mencionó con un tono reflexivo —. Yo solo fui alguien que llegó a ocupar su cuerpo, en ese tiempo al menos, ahora el cuerpo que tengo es el mío, la diosa lo restauró por completo. Lamento no poder darle una vida real a Raiden, me he disculpado con él por eso también — añadió con un suspiro, como si estuviera cargando con el peso de la responsabilidad.
— Eres mi hijo, ambos lo son — dijo con voz llena de emoción, mientras miraba con una sonrisa —. Me aterra el hecho de pensar que Raiden pudo haber simplemente desaparecido de este mundo sin dejar rastro, que viva en ti es un gran alivio para mí. Él sigue vivo y es gracias a ti. Tu cuerpo es su refugio, su hogar. Eres su conexión con este mundo — agregó, con un tono de voz que reflejaba la profunda conexión que sentía con sus hijos.
Tenemos un gran padre.
¿No tienes nada más que decirle?
Ya dijo todo lo importante y además siento lo mismo. Estoy viviendo una buena vida y me hace muy feliz volver a verlos, deberíamos visitarlos más seguido.
Es una promesa.
— Y tú siempre serás mi padre. No pienses en esas cosas, estamos aquí ambos. Nada podrá cambiar eso. ¿Somos felices? — preguntó, como si estuviera buscando confirmación en los ojos de su padre —. Estamos juntos, y eso es lo que importa. Raiden está aquí, conmigo, y tú estás aquí, conmigo. Somos una familia, papá. Y nada puede cambiar eso.
— Lo somos — respondió con una sonrisa, poniendo su brazo sobre el hombro de Ranma en un gesto de cariño —. Deberíamos ir a comprar algo para los demás — sugirió, como si estuviera pensando en hacer algo especial para celebrar ese momento de felicidad.
— Quiero un helado.
— ¿Aún con 19 años le pides un helado a tu padre? — preguntó mirando a su hijo con diversión.
— En realidad tengo 41 — aclaró con una expresión seria.
— No pareces de 41.
— Beneficios de vivir una vida como la mía.
Ambos comenzaron a reír mientras seguían caminando, disfrutando del cálido sol en sus rostros y la brisa suave en sus cabellos.
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Volvió sobre sus pasos para cerrar la puerta con el pie, ya que tenía las manos ocupadas con las numerosas bolsas de compras. Akane lo había enviado a hacer las compras y, vaya, la lista había sido interminable. Habían pasado ya una semana desde que sus padres se habían quedado con ellos durante varios días, y aunque al principio había sido un poco caótico, al final resultó ser una buena experiencia. Sin embargo, las cosas se complicaron un poco cuando sus padres se encontraron con… sus otros padres. La situación había sido un poco confusa, pero al final todos se llevaron bien. Ahora, tendría que viajar pronto a Osaka para visitarlos si no quería enfadar a su madre.
Ranma necesito hablar contigo, llama a los otros dos.
Ya lo hago. Espero que no sea nada malo.
Torció la boca. Lo que le faltaba.
Se apresuró para llegar a la cocina, con las bolsas de compras colgando de sus brazos. Dejó caer las bolsas sobre la mesa con un suspiro de alivio y rápidamente sacó su teléfono para realizar una llamada inmediatamente.
— ¿Sucedió algo? — esperó que cortará la llamada.
— No lo sé aún, ella vendrá dentro de poco — dijo dejándose caer en la silla con un suspiro, mientras Akane parecía comprender perfectamente la situación.
— No creo que sea algo tan malo, imagino que si fuera así te lo habría dicho al hablarte — su voz suave y calmada parecía disipar los temores de Ranma, quien asintió lentamente con la cabeza, absorbiendo las palabras de Akane. Ella entendía perfectamente su preocupación y la importancia que le daba a lo que hacía.
—Tienes razón. Pero lo que más me preocupa es que no hemos encontrado ningún rastro de los Errantes en todo este tiempo. Es como si se hubieran esfumado en el aire. Y eso me inquieta aún más. Necesitamos encontrarlos antes de que sea demasiado tarde. Si seguimos sin encontrarlos, la situación puede volverse extremadamente peligrosa para todos. No puedo permitir que eso suceda.
Al regresar de Nichitsu, se encontró con una noticia del Errante al que había enfrentado meses atrás, y que según las diosas era un recién despertado, había escapado de prisión. Peor aún, durante su fuga, había asesinado a cuatro guías penitenciarios. Al enterarse, quisieron seguirle el rastro, pero fue en vano. Los Errantes eran criaturas astutas y peligrosas que podían ocultar su presencia por completo, haciéndose indetectables incluso para las propias diosas. Como seres no vivos, estaban fuera del alcance y el control divino.
— El lugar se conoce como Zhouquanxiang en otras palabras, pueblo de los manantiales malditos...
— Sé lo que significa, mi chino es bastante bueno — interrumpió y le pidió que continuará con un movimiento de mano.
— Se lo explicaba a ellos, sé que tú conoces demasiado bien el lugar — lo notó bufar molesto —. ¿Siempre es así de amargado? — preguntó a la mujer junto a Ranma.
— Solo cuando está preocupado o algo le molesta — explicó Akane fijándose en su actuar.
— Ese lugar es un problema. Como su nombre lo indica, está bajo una maldición:
Está maldición surgió en la época mitológica aunque propiamente no era una maldición. Hace miles de años, en el Monte Fénix, el dragón Tiānshòu Lóng creó los estanques de Jusenkyo. Desde la cima del monte, el dragón hizo descender el agua de la vida, que fluyó hacia abajo y se dividió en varios estanques. Cada estanque representaba un aspecto diferente de la naturaleza y de la condición humana.
Al principio, los estanques solo tenían el poder de purificar el alma. Las personas que se sumergían en ellos sentían una sensación de paz y renovación. Pero con el tiempo, los hombres descubrieron un secreto oscuro. Si alguien se ahogaba en el estanque, su alma se conectaba con el agua, y cada persona que caía en el estanque después adoptaba la forma de la primera persona que se ahogó.
Y así comenzó el ciclo de sacrificio y transformación. Los hombres sacrificaban personas en los estanques para obtener la apariencia que deseaban, sin saber que cada persona que caía en el estanque se llevaba una parte del alma del sacrificio. Y el alma del sacrificado quedaba atrapada en el estanque, condenada a repetir el ciclo.
Tiānshòu Lóng, el dragón que creó los estanques, veía con tristeza cómo su creación se había corrompido. Intentó detener a los hombres, pero no pudo evitar que continuaran con sus sacrificios. Así que se retiró a un rincón del mundo, perdiendo por completo su fé en la humanidad. ¿Entiendes cuál es el problema?
— Si, todas esas almas están cautivas. Y sería mucho más fácil para un errante consumir sus almas. Son demasiadas pozas... ¿Un errante no se alimenta solo de almas humanas?
— Si, pero no solo se trata de las almas que conoces. Muchos guerreros de esa época y otros seres humanos fueron sacrificados en diferentes lugares, no solo en las pozas que conocemos. Es crucial que liberes a todos, sin excepción. Y tú, sacerdotisa, debes purificar todo Jusenkyo para romper la maldición de una vez por todas. Además, cada ciertos siglos, nuevas pozas aparecen, y hace mucho tiempo, surgió una creencia absurda de que se necesita sacrificar personas para mantener a los dioses contentos. Desafortunadamente, todavía hay individuos que practican esto en Jusenkyo, lo que lo hace aún más peligroso.
Jusenkyo
La palabra resonaba en su mente, como un eco persistente que no lo dejaba tranquilo. Sabía que tendría que volver a ese lugar, aunque nunca se lo había admitido a nadie en todos esos años. La simple idea de regresar le provocaba un miedo atroz. Asintió con la cabeza, tratando de mantener la serenidad en su rostro, y respondió con monosílabos a lo que le decían. Luego, se retiró y subió al techo, un lugar que había sido su refugio en el pasado, y se perdió en sus pensamientos. Su mirada se desvaneció en la distancia, como si estuviera viendo algo que nadie más podía ver.
Lo que realmente le aterrorizaba de Jusenkyo no era la maldición que había adquirido en el pasado, la cual nunca pudo revertir. Sin embargo, al reencarnar, la maldición desapareció y durante todo ese tiempo no pensó en eso. Se había acostumbrado a la vida que llevaba. Pero ahora, al cerrar los ojos, recordaba perfectamente uno de sus mayores miedos. Lo recordaba con total claridad y su corazón latía fuertemente contra su pecho. El dolor naciente se expandía sin piedad, dificultándole la respiración. Tomaba grandes bocanadas de aire desesperadamente, como si tratara de llenar el vacío que sentía. Sentía el frío recorriendo su cuerpo y sus brazos temblaban, pero aún así no la soltaba. La única mujer que había amado en su vida estaba en sus brazos, sin reaccionar, como si la vida misma le hubiera abandonado. Sus lágrimas no pudieron contenerse más, nada le importaba, solo deseaba verla abrir sus ojos nuevamente. Desesperado, intentó hablarle y decirle todo lo que sentía por ella, tratando de que reaccionara. No sabía si debía agradecerle a alguien ese milagro, pero en ese momento, solo con tenerla junto a él era suficiente.
Después de todo lo que había pasado, finalmente pudo respirar con tranquilidad. Sin embargo, las pesadillas empezaron a hacer acto de presencia con el pasar de los días. Los recuerdos de aquel momento traumático seguían presentes en su mente y lo hacían revivir la experiencia una y otra vez.
Cada noche, se levantaba alterado y sentía la necesidad de ir a ver a Akane, para asegurarse de que estaba bien. Incontables noches se escabulló y abrió la ventana de su habitación, solo para poder verla dormir tranquilamente.
La luz de la luna iluminaba su rostro y se sentía tranquilo al saber que ella estaba ahí, que todo había sido solo un mal sueño. Se sentaba en el techo y se repetía que Akane estaba bien. Prefería no volver a su habitación y quedarse ahí, lo más cerca posible de ella, en busca de traer paz a su corazón.
Suspiró profundamente, como si hubiera estado conteniendo su aliento durante demasiado tiempo. Luego, se giró levemente hacia ella, su mirada encontrando la de Akane mientras ella se sentaba junto a él.
— ¿Estás bien?
— Lo estoy — murmuró en voz baja, sin mirarla.
— Sé que no, te conozco — se acercó a él, entrelazando sus manos y apoyando su cabeza en su hombro, en un gesto suave y reconfortante —. Volverán a Jusenkyo — mencionó, intentando continuar la conversación con suavidad.
— Sí, tendremos que partir pronto — intentó relajarse al sentir el calor de Akane cerca y cerró los ojos, dejándose envolver por la tranquilidad del momento.
— Te acompañaré — dijo con firmeza. Ranma se volvió hacia ella con los ojos abiertos de par en par, asombrado. Akane notó cómo él quería responder, pero negó con la cabeza y continuó —. Siempre lo supe, no era necesario que me lo dijeras. Te escuchaba abrir mi ventana y sentía tu mirada sobre mí. No tienes porqué hacer esto solo, siempre estaré contigo — añadió con una sonrisa suave.
La observó durante un momento, como si estuviera procesando sus emociones y pensamientos.
— ¿Qué haría sin ti? — le preguntó con una sonrisa suave y una mirada profunda.
— No muchas cosas — respondió con voz suave, acomodándose mejor contra él y acurrucándose en su lado, como si estuviera saboreando la calidez y el cariño del momento.
— Te has vuelto una presumida — acusó viendo como ella sonreía.
— Solo un poco, me lo merezco — dijo con una sonrisa radiante y un brillo en sus ojos —. ¿No lo crees? — mencionó inclinándose hacia él con una mirada persuasiva, como si estuviera desafiándolo a discrepar.
— Si lo creo, mereces absolutamente todo — sonrió y la miró embelesado, totalmente convencido de sus palabras —. Entonces iremos a Jusenkyo — murmuró más para él mismo, dejando escapar el aire de sus pulmones de forma lenta.
— De vuelta a Jusenkyo — notó como Ranma parecía relajarse un poco al escuchar sus palabras. Ella jamás lo dejaría pasar por algo así solo.
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Saludos preciosuras.
En específico está historia relacionada con Jusenkyo se me ocurrió hace algunos meses justamente cuando estaba volviendo a ver el anime clásico, en esos días justamente escribí una historia que hablaba sobre las consecuencias de podría tener deshacerse de la maldición. Es que realmente no hay una explicación más detallada, al menos yo no he visto. De cómo surgió Jusenkyo, lo que sí he leído es una historia del fénix y dragón, pero es creada por fans, me gusta ese argumento, pero quería crear algo distinto.
Y saben, creí que sería perfecto mezclar Jusenkyo con lo referente a las almas y sacrificios. Ahora vemos que sale de esto.
La primera parte de la historia era como la introducción, si escribo mucho, lo sé. Desde este punto todo se irá encaminando a lo que me gustaría mostrar realmente, es algo lleno de mucha información la cual espero relatar lo suficiente claro para que entiendan, a veces pienso que se pueden confundir. Es que tengo demasiadas cosas en mente, me gusta mucho escribir algo como esto sin duda.
Conectar todas las partes y que tenga coherencia es algo un poco difícil. Creo que podría hablar por mi y por las demás personas que escribimos solo por diversión, es un reto personal dejar que nuestra mente arme un rompecabezas desde cero. Tengo esa sensación con esta historia que está llena de muchos argumentos, y con otra que estoy haciendo, que es con temática policial y de crimen.
Y también como siempre agradezco a todas esas personitas que siguen, comentan y leen la historia.
Nos vemos pronto.
