La brisa de aquella mañana era intensa, abrazando con su gélido viento a todos los atrevidos que deseasen abandonar la comodidad y calidez de sus hogares para adentrarse en lo que serían las típicas calles de aquel pueblo reservado principalmente para adultos atrasados para llegar a sus empleos, ancianos que disfrutasen de la calma que un pueblo todavía somnoliento pudiese ofrecer o deportistas inmersos en sus rutinas.

En casos muy puntuales se podían observar a algunos pequeños recorrer aquellas zonas, pues si bien el parque era un lugar ciertamente apacible la hora y el inclemente frío no dejaba indiferente a nadie todavía habían menores que superaron la tentación de sus cálidas camas, todo por la petición de un niño quien les esperaba con una radiante sonrisa sentado en una banca mientras veía a un par acercarse con expresiones menos afables mientras cargaban el motivo de su reunión, algunas bicicletas.

- Hey, por fin llegaron, temía que se hubiesen quedado dormidos.

- Nada de hey, podríamos haber hecho esto en la tarde, sigh, ahora debería estar sentado en el sofá comiendo mi desayuno mientras veo caricaturas. - Mientras el chico del gorro hablaba su compañero de lentes solo asentía con la cabeza.

- Vamos, no sean así, entre más temprano más tiempo tendremos para practicar con estas bellezas. - Decía mientras acariciaba el manubrio de una de las bicicletas.

- Sigo pensando que deberías pedirle a tu padre que te compre una, incluso se de un taller donde las venden a menor precio, podrías...

- Aprecio tu intención, pero eso pasará, ahora sigamos donde nos quedamos la última vez.

Tanto Jayden como Trent le miraron resignados, ya era un tiempo que el chico intentaba cortar la conversación en el momento que se mencionaba a su padre por pequeño que fuese pero ya estaban acostumbrados.

- Si, si, esta bien, tómala de una vez, solo no te vayas a caer de nuevo.

El muchacho había sentido una gran vergüenza inicial cuando le había pedido a sus amigos que le enseñaran a andar en bicicleta, después de todo casi todos asumían que deberían conocer como y su falta de aquel medio de movilización en su temprana infancia no era algo de lo que le gustase hablar, o al menos hasta que uno de los chicos propuso la idea de salir a explorar el pueblo en dicho medio, al principio siendo reacio a aceptar poniendo diferentes excusas hasta que por fin para el inicio del receso de invierno antes de que comenzaran las nevadas logro armarse de valor para contar su situación.

Le había costado un poco al comienzo pero después de un par de sesiones con ambos chicos Lincoln estaba por fin dispuesto y seguro para hacer aquel recorrido por el pueblo, emoción que se transmitió desde el día anterior cuando les cito a esa hora comenzando muy temprano aquel día y desde aquel parque donde había aprendido a usar aquel instrumento fue que los muchachos comenzaron su travesía.

La débil calidez del sol combinado con el fresco aire eran quienes golpeaban constantemente el emocionado rostro del muchacho de pecas, seguido a pocos metros con velocidad similar sus dos compañeros, pese a la pereza inicial e incomodidad por la baja temperatura con el tiempo ambos se contagiaron del entusiasmo del peliblanco, quien no temía en exponer su felicidad por recorrer las calles con esa velocidad, pasando fuera de tiendas, oficinas, restaurantes, parques, deteniéndose a descansar cada cierto mientras los chicos bromeaban entre si o simplemente hablaban mientras se rehidrataban.

Siendo su gran parada cierta tienda de comida rápida para almorzar antes de seguir con su recorrido.

- Les dije que salir temprano sería grandioso, todavía tenemos toda la tarde y la mitad del pueblo por delante.

- Si no fuera porque casi te caes cuando aceleras junto a tus problemas para doblar todo estaría bien, Lincoln, en serio tienes que aprender a usar los frenos.

- Pues hasta el momento mi cara no ha probado el piso así que supongo que voy bien Trent.

- Mejor que no pase, su seguridad es mi prioridad y no me gustaría que nada malo le pasase.

- Aprecio eso Jayden, en se...

- Si se abolla la bicicleta mamá me mata, eso seguro.

- Oye, ¿Y mi cara que?

- Pues te harías un favor, así dejarías de parecerte tanto a él. - Menciona mientras apunta con una mano a Jayden. - Ya que en ocasiones llega a dar un poco de miedo, ¿Seguro que no son gemelos separados al nacer? Si no fuera porque se que en su cabeza hay una gorra casi no podría diferenciarlos.

- Amigo, como no puedes ver las diferencias, él tiene el pelo blanco, yo soy rubio, él tiene pecas, yo no, él es más bajito, yo soy más alto, él no es tan carismático, yo si.

- Si, él tiene un ego del porte de Michigan, yo no, él se cree hermoso, yo soy hermoso, ves, pequeñas diferencias.

- Ustedes los bajitos y feos se acomplejan mucho por esas cosas. - Trent pone una mano en la cabeza de ambos chicos acariciándoles levemente. - No tienen porque hacer eso sabiendo que el alto, hermoso y carismático aquí soy yo.

- Pensar que ni con esos lentes dejas de ser tan ciego, vaya amigo, tienes problemas. - Decía mientras peleaba con la mano sobre su cabeza.

La conversación entre los muchachos siguió tranquilamente entre burlas y juegos mientras comían sus almuerzos, siendo simplemente tres niños quienes disfrutaban del rato con alguna que otra patata bañada en salsa volando a la cara de alguno de ellos. Cosas de chicos.

Una vez terminaron su pausa retomaron su camino para explorar el lado opuesto del pueblo, aquella zona del pueblo donde era principalmente granjas, parques y el sector adinerado del pueblo, habían terminado reservado dicha zona para el final por la belleza de los parques y bosques que allí se encontraban, algo que había deliberadamente pedido el pequeño peliblanco con ansias de exploración tras algunos comentarios que había escuchado por parte de la madre de su mejor amigo sobre la vista del atardecer en el mirador de uno de estos parques, algo que antes ansiaba ver con su padre pero ahora solo le bastaba con vivir la experiencia.

El paseo continuo tranquilamente, bajo conversaciones, paradas, visitas y exploración, con el muchacho peliblanco todavía acoplándose a las altas velocidades y pendientes, los cuales eran los momentos donde sus amigos le gastaban bromas haciendo uso de su mayor experiencia y en un caso más particular del chico del gorro blanco haciendo pequeñas piruetas.

Para cuando el sol ya amenazaba con esconderse los chicos estaban agotados y habían terminado con sus reservas de agua y aperitivos, la temperatura que si bien no había subido demasiado durante el día ahora comenzaba a descender nuevamente y los chicos estaban en la entrada del parque que tanto quería visitar, donde mantenían una pequeña discusión.

- Lo siento amigo, si me tardo demasiado mamá se enfadará conmigo y creo ya estar en el limite.

- Pero, estamos tan cerca, además ella siempre menciono lo bonito de este lugar, ¿Recuerdas el mirador de su historia?

- Claro que lo recuerdo, pero no puedo desobedecerla en esto, si quieres me devuelves la bicicleta mañana, seguro mamá entenderá.

El pecoso realmente se veía triste, había planeado todo para terminar de la mejor forma posible formando un buen recuerdo de su primer gran recorrido en bicicleta sin apoyos junto a sus amigos, pero para su desgracia sabía lo estricta que era la madre de su mejor amigo con el horario y no deseaba meterle en problemas solo por un capricho suyo, pues debió al menos mencionarle antes para que pidiese permiso, aunque el problema con eso es que sabía que se lo negarían y no quería desilusionarse antes, después de todo sabía que apenas si eran niños de 8 años y no podían andar solos tan tarde, no cuando alguien te espera y se preocupa por tu regreso.

Aquella expresión triste pero reflexiva pudo un poco con el rubio, quien estaba por mencionar algo solo para ser detenido por el mismo albino.

- Tranquilo amigo, lo entiendo, realmente lo entiendo, tu tranquilo que ya habrán oportunidades en el futuro ¿No? - La sonrisa que le mostro si bien no era feliz, al menos calmo algo la culpa del rubio.

- Bueno, nos vemos mañana, aprovecha lo que te queda de día mi preciosa.

Terminando dicha frase y con una seña en la mano el chico partió rumbo a su hogar, dejando a los otros muchachos en el lugar apoyados en los manubrios de sus respectivas bicicletas, mirando como su figura se perdía en la distancia y se mezclaba con las personas que todavía rondaban junto a los últimos rayos carmesí del día.

- Oye Lincoln. - Este volvió en si tras escuchar su nombre. - No creo que sea buena idea ir solos, puede que aparezca algo o peor, es mejor que volvamos a casa, si quieres puedes pasar a la mía y cenar con nosotros ya que no estamos lejos.

- No lo se Trent, en verdad quería ver si el lugar era tan bonito como lo hizo parecer la madre de Jayden además... aparecer de improvisto en tu casa. - El tono nervioso y el suave masaje de su nuca demostraban la incomodidad que sentía el muchacho.

- Excusas, mamá lleva un tiempo queriendo conocerte a ti, a Jayden y a Cookie.

- ¿Cookie? ¿Quién es esa?

- Karen, ¿Quién más? Hace demasiadas galletas incluso para su propio bien así que creo que el nombre le viene bien.

- No lo creo, no tiene cara de Cookie, además sería mejor que su apodo se lo diera Jayden tomando en cuenta que siempre le da sus galletas.

- Al menos las que resultan bien, a nosotros nos tocan los intentos fallidos.

- Si tienes razón jajaja.

Al ver la risa del chico Trent pudo esbozar una leve sonrisa en su rostro, algo sabía de la situación de su amigo pese a que este no hablaba mucho de su vida privada pero tras conversar un tiempo con él y ver que tenían varios gustos en común no tardo en sentir simpatía por este, agradándole mucho más que el chico pelirrojo con aires de ricachón con el que se juntaba, no era una mala convivencia pero el chico de blancos cabellos le había caído definitivamente mejor.

- Bueno, entonces, ¿Vienes a casa o no? La verdad es que ayer le pregunte a mamá si podías ir y ya deben estar preparando tu porción en este momento. - Ahora era él quien se rascaba incómodamente su nuca. - En verdad esperaba que pudieses venir.

- Aun si lo pones así... - Aun podía sentirse la duda en el habla del muchacho, quien evitaba el contacto visual directo a los ojos de su amigo castaño. - Yo...

- ¿Acaso no quieres conocer mi casa?

- Realmente no quiero incomodarles, no me malentiendas, lo aprecio mucho pero...

- Lincoln, no pienses eso ¿Ok?

El castaño al decir esto se baja de su bicicleta apoyándola en el piso, acercándose a paso lento al indeciso muchacho que tenia en frente solo para tomarle de uno de los hombros y obligarle a mirarle de frente.

- Hemos conversado muchas veces en los talleres del sr. Dawkins, hemos jugado más de una vez junto a aquellas salidas los cuatro juntos, que pasa ahora? Incluso hoy la hemos pasado genial y ahora de la nada te pones nostálgico, vamos, acompáñame a casa.

Ni siquiera Lincoln entendía bien el porque se comportaba tan reacio a la invitación, era algo bueno, en su hogar tendría que llegar a cocinar para luego ver algo de televisión o continuar su pintura antes de ir a dormir, en cambio tendría al menos un par de horas de compañía y una buena comida si aceptaba, pues tampoco había alguien que le estuviese esperando realmente.

- No lo entiendo mucho, es verdad que nos llevamos bien pero...

- ¿Pero? Somos amigos, puedes decírmelo.

- ¿De verdad estas bien conmigo cerca?

El silencio ambiental no ayudo para nada a la estabilidad emocional de Trent en ese momento, sabía muy bien a lo que el muchacho se refería y no era algo que pudiese negarlo.

Desde que comenzaron a hablar, y por más que se sintiese cómodo siempre hubo una suerte de frialdad entre ambos, era lo suficientemente sutil para no molestarle la mayoría del tiempo pero habían algunos momentos donde le pesaba y la razón no era para menos, él al igual que otros se habían burlado del chico en el pasado, algunos más activamente que otros claro, pero eso no dejaba de ser un triste recuerdo para él y una de las razones por las que intentaba compensárselo ahora que le conocía.

No sería la primera vez que recordaba los tiempos donde el chico era un alma solitaria y nadie le daba alguna oportunidad, algo que lamentaba considerando que el chico le había demostrado lealtad algunas veces durante el tiempo que se conocían y era un agradable conversador cuando se lo proponía, el problema era que ni el mismo Lincoln se daba cuenta de esa resistencia contra el castaño.

- Lincoln, si es por lo de antes yo...

- No tienes que decirlo, lo entiendo, además yo tampoco ponía mucho empeño.

- Aun así, creo que nunca me disculpe debidamente contigo, me deje llevar por los rumores y demás, si hubiese sabido de antes yo...

- No te culpes, además yo soy el que lo lamenta, ya ni siquiera te juntas con Chandler, tu ya tenias tus amigos y todo antes, no tenias porque juntarte con el rarito y su extraño mellizo...

- Hey, hey, hey, calma, ¿De que hablas con lamentar? Si yo decidí no juntarme tanto con ellos es por mis propias razones y realmente disfruto de pasar tiempo ustedes, no te negare que tuvimos nuestros buenos momentos pero habían cosas que jamás me terminaron de convencer entre tanta palabrería, y tu pequeño realmente me caes mejor, ahora deja ese miedo tonto y vamos a casa, se que te encantara el filete de mamá.

Por más que sonase confiado en su interior no lo estaba en lo absoluto, no era muy elocuente más que para algunas bromas o frente a mayores, se había jugado todas sus bazas en sus últimas palabras y ni siquiera él se había autoconvencido con sus palabras, por lo que sintiéndose un idiota por dentro puso un extraño intento de sonrisa, muy nerviosa por decir poco, la cual termino por provocar una carcajada en su amigo.

- ¿Eh?

- Sabes, tienes razón, además es difícil rechazar un filete.

Una sonrisa se esbozo en el rostro del chico de lentes, no le importaba realmente si esa risa era de relajo, confianza o de burla por su expresión, estaba más tranquilo y eso era todo lo que necesitaba en ese momento.

- Esa es la actitud amigo.

Y con eso dicho los chicos partieron junto a los últimos rayos de tenue calidez en dirección a la casa del castaño, quizás no habían resuelto totalmente aquellas fricciones pasadas entre ambos, pero al menos aquel atisbo de frialdad había caído un poco entre ambos.