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Capítulo 1

Solstheim – Morndas 17 de Ultima Semilla del 202 de la Cuarta era

El día de Edzard había empezado tranquilo. Se había levantado al amanecer y se había puesto su armadura del Morag Tong, la cual era una variante de color negro de la armadura ligera quitinosa. Dicha armadura está hecha de cuero de Necth con placas hechas de la quitina de los saltadores de ceniza, la cual era reforzada con una resina especial. Luego de vestirse se había dirigido a la choza del chamán. Había ido allí para desayunar y para hablar con Frea.

"Entonces, Frea, ¿Crees que Solstheim volverá a la normalidad, ahora que no está la influencia de Miraak?"

Frea es una mujer Nórdica. Ella tenia la típica apariencia Nórdica, es decir, cabellos rubios con ojos azules. Ella vestía una armadura tallada con diseño de águilas en las hombreras.

"Sí, Ed. Creo que Solstheim y los Skaal volverán a una relativa normalidad." comentó Frea mientras bebía una taza de hidromiel.

Edzard escuchó a su amiga mientras bebía una taza con té de raíz canina, pues él no bebía alcohol por las mañanas.

"Aunque, no sé cuánto tiempo esta podrá mantenerse. Siento en mis huesos que se acerca una nueva gran calamidad."

Edzard suspiró. Si bien había detenido a Alduin, a Harkon y a Miraak, el mundo aún podía estar en peligro. No se sabe cuándo un loco podría obtener un artefacto de gran poder con el cual amenazar la vida en Tamriel. También podría haber una invasión daedrica, aunque era muy poco probable ya que la barrera que se erigió después del sacrificio de Martim Septim separaba Nirm de Oblivion. Eso dejaba el evento que se haría realidad sí o sí. La segunda gran guerra entre el Imperio y el Dominio de Aldmer. Una guerra que causaría grandes pérdidas para ambos bandos.

Cuando terminó el desayuno, Edzard se fue de la casa de Frea y se dirigió al gran salón de la aldea. Luego de recoger sus pertrechos, se dirigió hacia el caballo que había rentado. El caballo era un caballo palomino.

Poniendo todas sus pertenencias, que consistían en una bolsa encantada donde almacenaba provisiones de alimentos y agua, el oro y los objetos que obtenía de sus aventuras, una carpa y dos sacos de dormir.

"Buena suerte en tu viaje. Y que el creador te proteja." Dijo Frea acercándose a Edzard y dándole un abrazo.

Edzard respondió al abrazo. Para luego hablar cuando se separaron. "Gracias, Frea. Y que los nueve no permitan que los Thalmor vuelvan a atacar a tu pueblo."

Subiendo al caballo, Edzard tomó las riendas y con un movimiento de sus piernas hizo que el caballo comenzara a caminar. Su plan de viaje era ir por la costa, para luego pasar cerca del Salón del Aguamiel de Thirsk. Y de esta manera seguir avanzando hasta una montaña cercana, donde haría un campamento para poder pasar la noche.

Las estrellas ya iluminaban el cielo nocturno cunado Edzard había llegado a un claro cerca de una montaña. Había decidido hacer ahí su campamento. Así que, sacó su carpa y la instaló cerca de una fogata que previamente había hecho. Colocó su saco de dormir en el suelo y amarró su caballo en una estaca que había clavado cerca de su carpa.

Luego de comer su cena, la cual consistió en un poco de hidromiel con ristras de carne seca y dos panes, Edzard se acostó sobre su saco de dormir. Estuvo despierto un rato más, hasta que finalmente se durmió.


Solstheim – Tirdas 18 de Ultima Semilla del 202 de la Cuarta era

El sol se encontraba en todo lo alto mientras Asia Argento caminaba a través de un yermo de ceniza. Al abrir los ojos, al no sentir el dolor por el impacto, se dio cuenta de que ya no se encontraba en su ciudad natal.

'¿Dónde estoy?' pensó Asia muy confundida mientras caminaba por el desierto de ceniza y arena.

Cuando había abierto los ojos se había percatado que estaba en la ladera de una montaña. La montaña era lo suficientemente alta como para permitirle visualizar el mar. Mirando más de cerca, observó que cerca la falda de la montaña había un lago y que un poco más lejos en esa dirección se encontraba un rio.

Entonces decidió caminar hacia esa dirección, esperando encontrar algún signo de civilización. Lamentablemente, no encontraba nada, y eso que ya haba caminado durante varias horas. Su cuerpo comenzaba a mostrar ligeros signos de deshidratación, pues no tenía nada para beber ni comer.

'Debo de encontrar un lugar para beber agua pronto.' Pensó Asia. Iba tan sumida en sus pensamientos que no se percató que la ceniza por donde había pasado comenzaba a moverse.

Asia se detuvo cuando escuchó unos gruñidos. Lentamente giró su cuerpo para ver que pasaba. Cuando miró en esa dirección pudo ver a varios seres humanoides que parecían estar hechos de cenizas. Estos seres estaban armados con lo que parecía ser hachas y lanzas cortas, todas hechas de ceniza.

"Hola, ¿podrían decirme donde me encuentro?" preguntó Asia. Siendo la persona inocente que era, Asia trató de comenzar una conversación con ellos. Lamentablemente, ellos no respondieron verbalmente, sino que comenzaron a gruñir mientras se acercaban a ella.

Asia comenzó a retroceder lentamente cuando vio que ellos no tenían buenas intenciones. De un momento a otro, giró y comenzó a correr tan rápido como sus piernas le permitían.

"¡Ayuda! ¡Por favor, que alguien me ayude!" gritó Asia mientras escapaba de sus agresores.

Mientras corría, sintió que algo le rozaba la cara. Giró su cabeza para averiguar qué fue lo que le habían lanzado, y ahí se dio cuenta de que era una bola de fuego.

Mientras seguía corriendo, ella no se percató de que estaba que se acercaba al lago que había visto desde la ladera de la montaña. Estando a unos metros de llegar al lago, una bola de fuego impactó muy cerca de ella y provocó una explosión. La explosión hizo que Asia saliese volando y terminase por caer varios metros lejos de su antigua posición. Asia intentó desesperadamente de volver a levantarse, pero la explosión la había herido y el cuerpo le dolía. Además, su visión estaba borrosa y parecía que estaba a punto de desmayarse.

"Ayuda…" fue el susurro desesperado de Asia mientras cerraba los ojos y comenzaba a rezar al dios bíblico. Sin embargo, volvió a abrir los ojos cuando escucho un gruñido ahogado.

Sus ojos pudieron ver a una sombra matar a los seres que la habían estado persiguiendo. Lamentablemente, no pudo ver mucho ya que la inconciencia terminó por reclamarla.


Edzard había despertado al amanecer. Había desayunado unas ristras de carne seca con un pan y una manzana. Después de haber desayunado decidió continuar su viaje. Así que, montó su caballo y se comenzó a viajar. Había decidido viajar lentamente, pues no tenia prisas para llegar a Roca del Cuervo.

Ya había recorrido una distancia considerable y se estaba acercando a un lago. Lago que se encontraba cerca de un puesto comercial en ruinas de la Compañía del Imperio Oriental. Su plan era aprovechar el lago y recargar sus reservas de agua, además de aprovechar la oportunidad para abrevar al pobre caballo que estaba con él. Ya que el pobre animal no había bebido agua como se debe desde que dejaron la Aldea Skaal.

Cuando estuvo cerca de la orilla del lago escuchó un grito. Por el tono de voz el grito le pertenecía a una mujer. Sin perder tiempo espoleó a su caballo para buscar el origen del grito.

Cuando llegó a la zona de donde se había originado el grito, pudo ver a un grupo de seis engendros de ceniza perseguir a una chica. Conociendo bien la peligrosidad de esos seres, decidió intervenir. Así que rápidamente desmontó y corío para ayudar a la chica. Mientras corría, desenfundó su espada.

Cuando estuvo cerca, pudo ver como la chica salía volando gracias a la explosión de una bola de fuego. Al ver esto, aumentó la velocidad de su carrera cuando vio como iban a matar a la chica, la cual ahora estaba en el suelo.

Rápidamente Edzard extendió su mano izquierda y conjuro una lanza de hielo. La lanza de hielo recorrió rápidamente la distancia entre Edzard y los engendros de cenizas. La lanza terminó por impactar en la cabeza del engendro de ceniza que estaba por matar a la chica que estaba en el suelo. Esta acción llamó la atención de los engendros que quedaban, quienes dejaron de prestarle atención a la chica y giraron para hacerle frente.

Los engendros de ceniza se acercaron de forma amenazante, pero Edzard no se inmutó. Si bien ellos eran peligrosos y poderosos por derecho propio, Edzard era aún más peligroso y poderoso que ellos.

Cuando los engendros se acercaron lo suficiente, Edzard cargó contra ellos. Rápidamente decapitó al primero cuando estuvo al alcance de su espada. El segundo engendro intentó apuñalarlo con su lanza, pero Edzard esquivó el ataque y rápidamente clavó su espada en el engendro. El tercero y el cuarto intentaron atacarlo de forma simultánea, pero Edzard esquivó el golpe y juntando sus brazos en X comenzó a juntar magia. Pequeños relámpagos comenzaron a surgir de su cuerpo cuando la magia comenzó a rodear a Edzard. Cuando liberó el hechizo, una explosión de relámpagos se originó del cuerpo de Edzard. Esta explosión golpeo a los engendros restantes, los cuales, irónicamente fueron reducidos a cenizas.

Viendo a sus enemigos abatidos, Edzard enfundó su espada y corrió hacia donde estaba la chica. Cuando llego a su lado, pudo ver que ella estaba inconsciente y que tenia mostraba signos de deshidratación e insolación, además de que ella tenia quemaduras en la parte posterior de su vestido, el cual estaba roto en algunas partes.

Sin perder tiempo, Edzard comenzó a curar a la chica. Sus manos brillaron con una luz dorada mientras las heridas de la chica comenzaban a curarse. Por fortuna, las heridas de la chica eran superficiales, solo unos golpes y nada más. Cuando terminó de curarla, decidió construir un refugio temporal.

Así que, de un silbido, Edzard llamó a su caballo. Cuando el caballo llegó, Edzard tomó su carpa y la armó, después de eso puso los dos sacos de dormir en el interior. Luego tomó en sus brazos a la chica y la cargó, para luego depositarla suavemente en uno de los sacos. Luego de eso, se fue a buscar un poco de leña. Cuando regresó, creo una pequeña fogata, puso a hervir agua en una olla y comenzó a preparar una cena simple. Edzard decidió preparar otra ración más de alimento, después de todo la chica podría despertar en cualquier momento y podría estar hambrienta.


Los ojos de Asia comenzaron a abrirse cuando un ligero olor a comida llegó a sus fosas nasales.

"¿Dónde estoy?" se preguntó Asia. En ese momento recordó lo que había pasado antes de que se desmayase. Rápidamente se levantó y se miró por todos lados. Soltó un suspiro cuando vio que no estaba herida. Mirando a su alrededor, pudo ver que estaba en lo que parecía ser una tienda. Así que, lentamente se levantó y salió.

Cuando estuvo afuera de la tienda, pudo ver que era de noche y que cerca de una fogata había una persona vestida con una armadura negra.

"Hola." Saludó Asia, llamando la atención del extraño.

"Jeg ser at du er våken. (Veo que ya despertaste.)" dijo el extraño volteándose para verla.

Asia parpadeo, pues no entendió ni una sola palabra.

"Disculpa, ¿Qué has dicho?" volvió a preguntar Asia.

"Chica, no te entiendo, no puedes hablar el idioma tamil. (Chica, no te entiendo. No puedes hablar el idioma tamrielico.)" Dijo el extraño.

Asia comenzó a preocuparse y a la vez a desesperarse. No podía comunicarse con quien posiblemente le había salvado la vida. Comenzó a pensar, hasta que recordó que hablaba otro idioma.

"Dije, hola. ¿Puedes entenderme?" preguntó Asia en latín.

El extraño no respondió por un momento. Eso preocupó mucho a Asia, ya que al parecer su gran idea de hablar en otro idioma no funcionó. Comenzó a deprimirse, pero entonces escuchó algo que la asombró.

"Hola… yo… poder… entenderte." Contestó el extraño, pero su voz sonaba muy forzada, además de era notable de que no podía hablar bien el latín.

Asia parpadeo y luego sonrió. Al parecer, su plan si había funcionado.

"Gracias a Dios. Me llamo Asia Argento." Asia se presentó con una sonrisa en el rostro. "¿Cómo te llamas tú?"

"Yo… llamarme…. Edzard Rolandson." Se presentó Edzard, al mismo tiempo que levantaba su mano izquierda y creaba una bola de luz.

Asia miró asombrada la bola de luz que había creado Edzard. Ella había escuchado sobre la magia, pero nunca la había visto. La luz le permitió ver que Edzard vestía una armadura de color negro que parecía estar hecha de caparazones de animales. La luz le hizo percatarse de que él era aproximadamente media cabeza más alto que ella, sin embargo, no pudo ver su rostro ya que el casco lo cubría por completo.

'Parece que me encontré con un mago.' Pensó Asia. Pero antes de que pudiese decir algo, vio como Edzard comenzaba a quitarse el casco.

Sus ojos se abrieron y sintió que sus mejillas se sonrojaban cuando vio el rostro de Edzard. Si se siguiesen los estándares de belleza de la tierra, Edzard seria considerado muy guapo. Su rostro no tenía ningún rastro de grasa infantil. Su cabello era color negro, del mismo tono que un cielo sin luna ni estrellas. Sus ojos eran heterocromáticos, siendo el izquierdo de un color gris acero y el derecho un verde esmeralda. Ambos ojos tenían una peculiaridad, sus pupilas eran como las de un reptil.

"Deber… cerrar… boca… o… entrar… moscas." Dijo Edzard mientras ponía una sonrisa.

Asia se sonrojo más y comenzó a tartamudear, lo que provocó que Edzard comenzara a reír. Sin embargo, la risa murió cuando se escuchó un gruñido. El gruñido hizo que Edzard llevase su mano derecha al mango de su espada.

Mientras Edzard parecía escanear la zona, Asia quería que la tierra la tragase. Eso se debía a que el gruñido no provenía de ninguna criatura, sino que era su estómago.

"Edzard, ¿tendrás algo de comida?" preguntó Asia.

Edzard miró a Asia y comenzó a parpadear. Luego de parpadear, comenzó a reír. La risa de Edzard hizo que Asia se sonrojase.

"Si… yo… tener… comida…. Ven… yo… preparar… porción… extra… para… ti." Dijo Edzard cuando termino de reír.

Asia se alegró de escuchar eso. Así que siguió a Edzard, quien se había acercado a la fogata y había tomado la olla que estaba sobre ella. Con la ayuda de un cucharon, Edzard sirvió un plato de comida, el cual entregó a Asia.

'¿Esto es un guiso?' pensó Asia muy aliviada cuando recibió el plato. Estaba preocupada, pues no sabia que tipo de comida comerían aquí. Una vez ella había escuchado que había sitios donde comían algunos insectos y eso había hecho que casi vomite su almuerzo ese día.

Asia comenzó a comer tranquilamente, cuando vio aparecer algo en su campo de visión. Levantando la vista de su plato, vio que era una cantimplora. Tomándola, Asia comenzó a beber como si hubiese un mañana. Cuando se terminó la cantimplora, Edzard le dio otra. Al final se había tomado tres cantimploras completas.


Ya era de noche y Edzard estaba sentado cerca a la fogata. Había comido su cena no hace mucho. La cena había consistido en un guiso de carne de venado con patatas y puerros asados. Había decidido bajar la comida con un trago de aguamiel. Decidió no beber más porque debía de tener sus sentidos lo mas alerta posible. Aunque había creado una barrera para proteger el área, aun podían ser atacados.

'¿De dónde será esta chica?' pensó Edzard. Y es que la ropa que ella vestía no era algo que hubiese visto. Para empezar la tela era rara, y el diseño aún más raro. Él no había visto nunca ese tipo de ropa en ninguno de los lugares que había visitado, tampoco en los libros que había leído.

"Ahhh… bueno, eso no importa." Dijo Edzard luego de suspirar.

La chica había estado dormida desde el mediodía. Ya era de noche, pero no sabia que hora seria. Esto se debe a que la barrera que Edzard había erigido bloqueaba completamente la vista del cielo nocturno.

"Hola hola)"

Edzard giró su cabeza cuando escuchó la voz de la chica. La oscuridad creada por la barrera imposibilita que Edzard viese bien los rasgos de la chica. A pesar de que la había curado, lo había tan rápido que no había prestado atención a los rasgos de la chica. Luego de que la colocó en la carpa, se había dedicado a crear la barrera y a cocinar la cena. Asi que había estado afuera todo este tiempo.

Entre ambos intentaron iniciar una conversación, pero ella hablaba un idioma que el no conocía. Así que le preguntó si sabia hablar el idioma tamrielico, pero ella no parecía conocerlo. Había comenzado a resignarse hasta que escuchó un idioma que reconoció. El idioma era antiguo, muy antiguo. La chica literalmente estaba hablando una variante un poco rara del idioma Ehlnofex. El idioma del que provenían todos los idiomas más modernos.

'¡Ja! En tu cara Onmund, sirvió de algo aprender algo de ese idioma tan antiguo.' Pensó Edzard. Sus compañeros del Colegio de Hibernalia lo habían estado fastidiando por intentar aprender un idioma que podría considerarse extinto, pero ahora ese idioma lo había ayudado.

Luego de iniciar la conversación, ambos se presentaron. Entonces, Edzard creó una bola de luz y se quitó el casco. Cuando se lo quitó pudo ver que Asia se había sonrojado. Aunque él también estaba sonrojado. Ya que, para él, Asia era una de las chicas más bonitas que había visto. Ella parecía tener aproximadamente su edad. Tenía un largo cabello rubio y ojos verdes. Su cabello era largo y llegaba hasta su espalda, además tenía un flequillo dividido sobre la frente y un solo filamento de cabello que sobresale de la parte superior el cual se inclina hacia atrás.

'Vale, ¿Qué pasa aquí?' pensó Edzard ya nunca había visto ese un filamento de cabello peinado de esa manera en ninguna de las razas de Hombres, Mer o Bestias.

Sin embargo, cuando estuvo a punto de preguntar sobre ese cabello, se escuchó un gruñido de lo que parecía ser una fusión de un oso, un dragón y un gato sable. Escaneando la zona, no percibió la presencia de algún animal. Así que, cuando Asia le preguntó si tenía comida, por fin entendió lo que pasaba. El rugido provenía del estomago de Asia. Y en ese momento hizo lo mas maduro que se le ocurrió, comenzó a reír.

Cando dejó de reír, le dio un plato de comida a Asia. Ella comenzó a comer rápidamente. Fue en ese momento que Edzard recordó que ella tenia signos de deshidratación, así que le dio un odre de agua. Al final de la cena, Asia se había bebido tres odres de Agua.

'Parece que tendré que volver a llenar los odres con agua. Por suerte estamos cerca del lago.' Pensó Edzard mientras tomaba un pergamino de su bolsa.

Este pergamino era muy especial, ya que lo había «tomado prestado» de la biblioteca de Neloth. Era un pergamino que supuestamente permitía aprender idiomas de forma rápida y simple. Así que sería muy útil. Si bien Asia y el podían charlar un poco, era muy probable que ella no pudiese hablar con nadie más. Eso seria contraproducente, así que la solución era usar magia para que ella pueda aprender a hablar en el idioma de Tamriel.

'Si el pergamino falla deberé ir con el maestro Neloth, pero preferiría evitar eso.' Pensó Edzard. El maestro Neloth era un gran mago, pero era excéntrico, tiránico y no se preocupaba por sus aprendices. El hecho de que le había implantado un corazón de piedra a uno de ellos era una prueba innegable. Eso hizo que Edzard estuviese preocupado.

'Espero que esto funcione. Ya que no conozco otro modo.' Y es que a pesar de que se le considera un prodigio y de saber mucho sobre teoría de la magia, además de dominar las escuelas de la destrucción, la restauración y otras más, no conocía hechizos para el lenguaje. Ya que estos hechizos caen en la rama del misticismo, rama que no es enseñada en el colegio de Hibernalia donde él era el Archimago.

'Bueno, iniciemos con esto.' Pensó Edzard mientras se dirigía al interior de la carpa.

"Asia, deber hablar entre nosotros." Dijo Edzard.

Asia miró a Edzard y asintió.

"No poder seguir hablando así, por eso yo usar pergamino de magia para que tu poder aprender idioma Tamrielico."

"Ya veo, esta bien Edzard." Dijo Asia con una sonrisa.

Ella había decidido confiar en Edzard. Ya que parecía ser una buena persona. Ya que la había salvado y también la había curado, además de que le dio comida y ahora refugio.

Edzard asintió y se paro frente a Asia. Desenrollando el pergamino, comenzó a leer el hechizo.

Asia miró asombrada como varios zarcillos de luz multicolor comenzaban a salir de Edzard. Estos zarcillos comenzaron a moverse lentamente hacia ella. Fue en ese momento en que Asia se percató de que de ella también salían zarcillos multicolores, los cuales se dirigieron hacia Edzard.

Los zarcillos comenzaron a ser absorbidos por los cuerpos de Asia y Edzard. Asia comenzó a hacer muecas de dolor. Y es que su cabeza comenzó a dolerle bastante. Levantó una mano para intentar mitigar el dolor, pero fue en vano. El dolor se volvió tan intenso que Asia dio un grito de dolor y luego cayó al suelo.

Edzard dejó caer el pergamino al suelo. Su cabeza dolía como si cien gigantes estuvieran bailando en ella.

'Maldito Neloth. Tus experimentos siempre me causan problemas.' Pensó Edzard mientras la oscuridad lo reclamaba.

Tanto Asia como Edzard quedaron tendidos en el interior de la tienda, completamente inconscientes.


Nota de autor:

A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer. La verdad es que este no es el capítulo original, ya que lo he reescrito casi por completo. Espero que este me haya ido mejor y que no tenga tantos errores como el original.

Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.