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Capítulo 10

Paso de Bangkorai - Loredas 26 de Mitad del año del 203 de la Cuarta era

El amanecer traía consigo un suave viento, el cual hacia ondear los diversos pendones de las tropas que se encontraban estacionadas en este lugar. Desde una de las zonas más elevadas del terreno montañoso, Edzard se encontraba viendo el campamento. Había salido de soledad hace diez días con parte de las fuerzas de Soledad y de Markarth, junto con seis centurias de auxiliares de la segunda legión. En total había casi seis mil soldados entre todos los presentes. El trayecto había sido más corto gracias a que se usaron portales para acortar la distancia del viaje.

Del total de estos soldados, tres mil eran de Soledad y estaban al mando del Capitán Tyr. Tyr es un nórdico de veinte años de edad. Tenía el cabello largo y una barba poblada, ambos eran de color rojizo. Vestía la misma armadura que sus hombres, es decir un chaleco escamado de cuero endurecido, debajo de este usaban una cota de malla, brazales de cuero endurecido, pantalones de cuero negro y botas de cuero. Como arma llevaba una espada de acero y un escudo circular con la heráldica de Soledad pintada sobre el escudo.

El ejército de Markarth contaba con dos mil quinientos veinte soldados, dirigidos por el Capitán Brend. Brend es un nórdico de más de treinta años de edad. Tenía la cabeza calva y un gran bigote color ceniza. Su indumentaria era la misma que la de sus soldados, es decir, chaleco de cuero acolchado, cota de malla debajo de ese chaleco, brazales de cuero endurecido, pantalones y botas de cuero. Como armas llevaba su espada de acero y un escudo circular con la heráldica de Markarth pintada sobre el escudo.

Como se puede entender, los ejércitos llevaban casi el mismo tipo de armadura y armamento. Siendo lo único que los diferenciaba el color de la tela que llevaban sobre sus armaduras, los colores eran rojo para Soledad y verde para Markarth.

Los cuatrocientos ochenta auxiliares bajo el mando de Edzard vestían corazas de cuero endurecido sobre cota de malla, brazales de cuero endurecido, pantalones y botas de cuero. Estos no llevaban cascos, sino más bien llevaban capuchas de mago. Estos auxiliares no eran soldados comunes, estos eran magos de batalla. Edzard por su parte vestía su armadura de legado imperial. Esta armadura era una variante de la armadura de los Penitus Oculatus. El color y el diseño era el mismo, es decir una lorica musculata. También llevaba brazales de cuero endurecido, los cuales tenían una placa de acero que servía como protección extra. Llevaba pantalones de color negro y sus botas tenían grebas de acero para mayor protección. Como arma llevaba su espada de hueso dragón en el lado izquierdo de su cinturón, había decidido dejar su mandoble en su carpa.

Mientras miraba el campamento comenzó a recordar cómo fue su partida hacia la guerra.

Flashback

El sol brillaba sobre los exteriores de la ciudad de Soledad. Frente a las murallas exteriores de la ciudad se encontraban los ejércitos de las ciudades de Soledad y Markarth, y junto a ellos estaba reunida la cuarta legión imperial. Todos los soldados estaban esperando las órdenes de sus respectivos líderes, los cuales se encontraban reunidos en el castillo severo. Estos estaban repasando los planes para la guerra.

Mientras se llevaba a cabo la reunión, Edzard estaba tratando de consolar a una llorosa Asia. Ella había llegado al campamento con Jordis y con Marie para despedirse de Edzard.

"Entonces, ¿Cuándo partirán?" preguntó Asia mientras veía a Edzard jugar con Marie.

"Cuando termine la reunión." contestó Edzard, el cual estaba que le hacía cosquillas a Marie en su barriga, sacándole varias risas a la pequeña.

"¿No deberías estar ahí?"

"No, están que deciden como dividir las fuerzas." contestó Edzard dejando de jugar con Marie para ver a Asia. "Yo ya sé cuáles son mis órdenes."

Asia asintió cuando escuchó la respuesta de Edzard. Estirando sus brazos le pidió que le dé a Marie. Antes de que Edzard le diera a su hija, este besó a Asia, la cual devolvió el beso comenzando a llorar.

"No llores Asia." Trató de consolarla mientras le secaba las lágrimas. "No me iré mucho tiempo."

Asia asintió, pues sabía que la guerra no duraría mucho. Edzard le había contado los detalles y ella esperaba que todo saliera como estaba planeado.

Luego de eso siguieron hablando un rato. Edzard también le contó que en unos días llegarían el resto de sus edecanes y que ella partiría con ellos hacia el castillo de Volkihar.

"¿Castillo de Volkihar?" preguntó Asia muy confundida. "¿Tienes un castillo?"

"No, no es mío." respondió sonriendo Edzard. "Es de la familia de Serana."

"¿La familia de Serana tiene un castillo?" Se podía escuchar el asombro en la voz de Asia. si bien ella y Serana eran muy buenas amigas, ella nunca le había dicho que vivía en un castillo.

"Sí, está en una isla al extremo noroeste de Soledad." contestó Edzard. "Tú y Marie serán escoltadas por los edecanes, quienes se quedarán allí haciendo de guardias.

"Pero, ¿y las otras casas?" Asia se sentía muy confundida por lo que Edzard había dicho. "¿No estarán desprotegidas?"

"Las casas y el mobiliario se pueden volver a comprar." respondió Edzard de manera solemne. "Pero tu vida y la de Marie no."

"Además no estarán ustedes solas, le he pedido a algunas personas que las acompañen." Una pequeña sonrisa apareció en la cara de Edzard mientras pensaba en los invitados.

Sin embargo, antes de que pudiesen continuar hablando los líderes de los ejércitos salieron y comenzaron a dar las órdenes. Cuando los soldados se habían ya preparado para marchar, Edzard se acercó a Asia y a Marie.

"Asia, te amo." dijo Edzard mientras miraba a Asia a los ojos.

"Yo también te amo." Fue lo dicho por Asia con una triste sonrisa en su rostro. "Esperaré tu regreso."

Edzard asintió, para luego darle un beso en la frente a su hija.

"Jordis, ya conoces tus órdenes." habló Edzard mirando a su edecán.

"Sí, mi Thane." contestó Jordis a la orden de su señor.

Asintiendo, Edzard se subió a su caballo y partió con el resto de los soldados.

Fin Flashback

Edzard dejó sus recuerdos de ese día cuando un soldado de Soledad se acercó a él.

"Legado, los capitanes solicitan su presencia en el consejo de guerra."

"Muy bien, guíame."

El soldado asintió y comenzó a llevar a Edzard a la carpa donde se encontraba los otros líderes. Cuando ingresó los vio observando un mapa de la región, el cual dejaron de ver cuando lo vieron llegar.

"Legado Edzard." Fue el saludo de los dos capitanes.

"Capitán Tyr, Capitán Brend." saludó en respuesta Edzard. "¿Qué noticias tenemos de los exploradores?"

"Al parecer los Thalmor han logrado pasar las ruinas de la guarnición de Bangkorai." contestó con preocupación Tyr mientras se acariciaba la barba.

La Guarnición de Bangkorai fue un antiguo fuerte que protegía el paso que unía las tierras de Roca Alta y Páramo del martillo. Antaño fue una gran fortaleza, pero actualmente no es más que una ruina. Está en este estado desde la crisis de oblivion.

"Ya veo. ¿Algo más?" preguntó Edzard mirando más de cerca el mapa.

"Tenemos noticias de la segunda legión."

"¿Qué noticias?"

"La segunda legión informa que han logrado reunir a muchos voluntarios para la guerra." contestó Brend mientras se rizaba el bigote. "También informan que los barcos están preparados para zarpar."

"Bien, al parecer ellos han cumplido su parte del plan." contestó Edzard mirando a los capitanes. "¿Tenemos información sobre el número y el tipo de tropas que tienen los Thalmor?

"No, los exploradores no han podido contar la cantidad de efectivos que tiene el enemigo." respondió con voz acerada Brend. "Sin embargo, creemos que pueden tener más de nueve mil efectivos."

"Ya veo. Pero será mejor que reduzcas esa cantidad." dijo Edzard con una mano en el mentón.

"¿Por qué, legado?"

"Fácil, ellos no han pasado por las ruinas. Han tomado otro camino." respondió Edzard sorprendiendo a los dos capitanes.

"¿Por qué cree eso?"

"Para pasar por esas ruinas uno debe de pasar antes por las cercanías de varias de las ciudades de Páramo del Martillo."

Al escuchar esa respuesta los dos capitanes se asombraron y comenzaron a sonreír. Era bien sabido que los Guardias Rojos odiaban hasta las entrañas a los Thalmor. Por eso sería impensable que les dieran vía libre para deambular por sus tierras.

"Entonces, ellos debieron de ingresar por otra zona." dijo Tyr mientras miraba el mapa.

"Así es. Es muy posible que ingresaran por el desierto de Alik'r y desde allí debieron de pasar por las montañas de Wrothgaria."

"Entonces, es muy probable que sus números hayan mermado por el clima y el terreno."

Edzard asintió y comenzó a mirar mejor el mapa. Estuvo mirándolo un buen rato hasta que encontró un buen lugar para lograr ganar la batalla que se avecinaba.

"¿Cuánto tiempo les tomaría llegar hasta este punto?" preguntó Edzard mientras señalaba un lugar del mapa.

"A paso normal no más de cuatro horas y tres si forzamos la marcha." contestó Tyr al ver la distancia del lugar donde Edzard proponía luchar.

"Bien, tomen sus tropas y avancen por el paso." comentó Edzard, viendo a los capitanes asentir.

"¿Y usted que hará?" preguntó Brend.

"Tomaré mis soldados y me dirigiré al mismo punto que ustedes, pero lo haré por otro camino."

Ambos capitanes asintieron entendiendo el plan de Edzard. Edzard se retiró de la carpa de mando y se dirigió a donde se encontraban sus hombres. Cuando llegó ordenó levantar el campamento y cuando el campamento estuvo ya levantado partieron.


El sol estaba en todo lo alto demostrando que ya era medio día. Las tropas de Edzard avanzaban a paso seguro sobre las montañas. Por suerte o favor de Talos no habían perdido hombres en el trayecto; sin embargo, Edzard sabía que se estaba quedando sin tiempo, así que ordenó apresurar el paso esperando que Hadvar haya logrado cumplir su misión.

Mientras Edzard y sus auxiliares llegaban al punto acordado, los capitanes Tyr y Brend habían llevado a sus tropas al punto acordado.

"Parece que los Thalmor ya saben que estamos aquí." dijo Tyr mientras veía a los soldados Thalmor por un catalejo. "Debemos empezar a preparar la formación para el combate."

"Si." contestó Brend.

Ambos capitanes enviaron órdenes a sus soldados para que formaran y se prepararan para la batalla. Al ser nórdicos, ellos carecían de magos, por eso habían decidido posicionar a sus arqueros en la parte posterior de la formación. Al frente de la formación estaba la infantería pesada.

Frente a ellos se encontraba el campo de batalla. El campo era un estrecho cañón de unos trescientos metros de ancho, el cual estaba flanqueado por colinas escarpadas de unos treinta metros de alto. Estas colinas impedían el uso de la caballería para ambos bandos. Ya que la caballería no podría usar su mejor atributo, la movilidad. Eso haría que la caballería cargase y se estancara una vez que impactase contra una formación defensiva muy cerrada.

Los Aldmer se habían posicionado frente a ellos, en una formación similar. Al frente venía su infantería pesada, la cual portaba armaduras de cuerpo completo. Estas armaduras estaban hechas de una aleación de hierro, adularia refinada y azogue. Atrás de la infantería venían sus arqueros y junto a ellos estaban los magos Aldmer.

"Parece que el legado Edzard tenía razón." dijo Brend cuando terminó de contar la cantidad de efectivos enemigos que había al frente.

Tal y como lo había predicho Edzard, el ejército Aldmer había sido reducido de su número inicial de diez mil a unos manejables siete mil; sin embargo, estos seguían superando a los soldados nórdicos.

"Si, al parecer el terreno y el clima los ha sangrado."

"Esperemos que todo salga bien."

Tyr asintió e inmediatamente dio la orden para que sus soldados comenzaran a avanzar.

Las tropas nórdicas comenzaron a avanzar a paso lento mientras que los Aldmer comenzaron a cerrar más sus formaciones.

En la retaguardia de las tropas y montando su caballo se encontraba el líder de este ejército, el capitán Rivenar. Rivenar es un Altmer de cabello negro. Viste una armadura élfica sobre una túnica Thalmor.

"Parece que las bestias nórdicas desean morir rápidamente." dijo Rivenar mientras observaba como las tropas nórdicas avanzaban.

Él estaba confiado en que podría acabar con los defensores rápidamente, pues él tenía la ventaja de los números.

"¿Cuántos magos tienen?" preguntó Rivenar a uno de sus oficiales.

"Ninguno, solo poseen infantería y arqueros."

"Ya veo, que los magos se preparen para asarlos."

El oficial asintió y rápidamente corrió para trasmitir las órdenes a los magos.

La infantería nórdica estaba a unos metros de la infantería Aldmer cuando los magos Aldmer comenzaron a lanzarles bolas de fuego. Las tropas nórdicas respondieron alzando sus escudos. Cuando las bolas de fuego estuvieron por impactar contra los escudos, de estos comenzaron a surgir varias custodias, las cuales se fusionaron en una sola. Estas custodias estaban siendo generadas a partir de unos pergaminos que Edzard les había dado a algunos soldados.

Cuando los Aldmer vieron esto se sorprendieron, pero su sorpresa fue rota cuando los arqueros Nórdicos comenzaron a hacer llover una lluvia de flechas sobre la infantería Aldmer. Los gritos de dolor comenzaron a escucharse cuando algunos Aldmer comenzaron a morir debido a las flechas.

"¡Arqueros! ¡Disparad!" gritó Rivenar

Los arqueros Altmer comenzaron a disparar, pero tampoco pudieron hacer mucho daño, pues si bien las flechas traspasaban las custodias, los escudos bloqueaban la mayoría de las flechas. Al ver esto, Rivenar comenzó a alterarse.

"¡Maldita sea, que esperan, cargad!" gritó Rivenar, ordenando a sus fuerzas de infantería cargar.

La infantería Aldmer obedeció y cargó con fuerza contra la infantería nórdica. El choque de ambas infanterías fue brutal. Lamentablemente para los Aldmer, los Nórdicos los esperaron en una formación de muro de escudos, mientras que ellos habían cargado sin formación alguna. Esto rápidamente estancó el combate, pues a pesar de ser más que los nórdicos, estos estaban a la defensiva en un terreno que les permitía mantener un ancho de combate manejable para sus números.

Los Nórdicos comenzaron a matar a los Aldmer que tenían en frente, pero las custodias que fueron generadas por los pergaminos desaparecieron, dejándolos vulnerables ante los ataques de magia de los elfos. Los gritos comenzaron a resonar cuando las bolas de fuego de los Aldmer comenzaron a causar bajas en la infantería nórdica. Sumado a esto, los arqueros Aldmer comenzaron a soltar andanadas de flechas, aumentando así las bajas en el lado imperial.

Mientras esto pasaba en el campo de batalla, Edzard se encontraba con sus hombres en la cima de una de las colinas que flanqueaban dicho campo de batalla. La marcha por las montañas había funcionado y habían llegado en un buen momento.

"¡Todos, lanzad bolas de fuego a los arqueros y magos Aldmer!" gritó Edzard.

Edzard y los magos de batalla imperiales comenzaron a crear bolas de fuego, las cuales comenzaron a caer sobre los arqueros y magos Aldmer. Los cuales fueron tomados por sorpresa. Para cuando superaron su sorpresa, habían perdido a varios de sus magos.

Edzard comenzó a ver como la infantería nórdica comenzaba a ser superada por los números de la infantería Aldmer. Así que decidió saltar para apoyarlos.

"Chicos, seguid atacando a los arqueros y magos Aldmer."

Cuando Edzard terminó de hablar, se puso su casco, el cual es un casco cerrado hecho de acero. Este casco tiene aberturas para los ojos y la boca. Una protección curvada protegía la parte trasera del cuello. Después de ponerse el casco se arrojó desde la cima de la colina.

"¡FEIM!" gritó Edzard volviéndose etéreo para de esta manera no sufrir daños por la caída. El grito asustó a los Aldmer, pero dio un plus de moral a los nórdicos.

Edzard aterrizó en medio del campo de batalla, más exactamente en el medio de la infantería de los Aldmer. Rápidamente desenfundó su espada y comenzó a matar tantos soldados enemigos como podía. Su espada cortaba fácilmente a los enemigos que tenía en frente de él.


Ya habían transcurrido más de tres horas de combate. El cansancio se estaba haciendo notable en ambos bandos. Los Nórdicos atacaban con las pocas fuerzas que aún tenían, mientras que los magos imperiales ya no lanzaban hechizos, pues se habían quedado sin magia, así que decidieron comenzar a atacar lanzando rocas a los soldados enemigos que habían debajo de ellos. Los arqueros se estaban quedando sin municiones. Y Edzard se encontraba rodeado de enemigos mientras atacaba y se defendía de todos los Aldmer que podía. Su plan había funcionado, ya que su presencia en el campo de batalla había llamado la atención de varios de los soldados Aldmer. Lo que permitió aliviar un poco la carga de los soldados nórdicos, pero había hecho que Edzard luche hasta casi el cansancio.

Edzard mató a varios de los Aldmer que lo habían rodeado usando el hechizo de relámpagos encadenados, lamentablemente no pudo matar a mas porque un Altmer se dio cuenta y creo una custodia, la cual detuvo el avance del hechizo. Había decidido restringir bastante el uso de su Thu'um. Esto se debe a que accidentalmente podría matar a sus propias tropas. Aunque, si había usado algunos gritos para poder sobrevivir. Estos gritos habían sido los de furia elemental y el de volverse etéreo.

En la retaguardia de las tropas Aldmer, el capitán Rivenar gritaba órdenes a sus soldados.

"¡Arqueros, disparad contra el flanco derecho!

Después de gritar, Rivenar vio a Edzard, el cual luchaba contra varios Aldmer a la vez. Reconociéndolo, sonrió y comenzó a juntar magia en su mano y se preparó para lanzar un hechizo con el cual poder matar a quien era considerado una gran amenaza para los planes de los Thalmor.

Edzard estaba que mataba a mas Aldmer cuando sintió que sus sentidos de peligro se activaban. Así que rápidamente se giró y vio al líder enemigo, el cual tenía una sonrisa burlesca en su cara mientras cargaba un hechizo; sin embargo, el hechizo nunca fue lanzado, pues una flecha le atravesó la garganta.

El campo de batalla quedo en silencio unos segundos, antes de que una lluvia de flechas comenzase a caer sobre las tropas Aldmer. Mirando hacia el cielo, los Nórdicos se dieron cuenta de que las flechas llegaban desde la colina frente a la que se encontraban los magos de batalla imperiales.

"¿Qué hacen aquí tropas de los Guardias Rojos?" preguntó Brend mientras veía como las tropas recién llegadas traían el estandarte de la ciudad de Dragonstar.

"Ni idea." respondió Tyr mientras mataba a un Aldmer que intentó apuñalar a Brend por la espalda. "Podemos preguntarles luego, ahora concéntrate en matar elfos."

Brend asintió y rápidamente detuvo el ataque de un Aldmer con su escudo, para luego clavarle la espada en el pecho.

'Maldita sea. Metete en el medio de la formación Aldmer, sí, que puto gran plan se me ocurrió' pensaba molesto Edzard mientras usaba magia para desviar las flechas que amenazaban con convertirlo en un alfiletero. Cuando estuvo a punto de retirarse de ahí, sus oídos captaron un sutil sonido. Este sonido habría pasado desapercibido para la mayoría de los soldados, pues el campo de batalla estaba lleno de sonidos de acero chocando contra acero, gritos de dolor y agonía. Edzard comenzó a sonreír cuando reconoció el sonido que se acercaba.

"¡SU!" gritó Edzard.

Cuando sus espadas se imbuyeron con el poder de su Thu'um, Edzard cargó contra las fuerzas Thalmor. Su espada se movía tan rápido que los Aldmer no podían ni defenderse y mucho menos contraatacar. Reforzando sus piernas con magia dio un gran salto con el que llegó hasta la cima donde sus magos se encontraban. Una vez que estuvo en la cima, comenzó a juntar una gran cantidad de magia en su mano izquierda. Esta cantidad de magia asombró a los magos imperiales y a los Aldmer. Cuando Edzard liberó el hechizo, un orbe hecho de hielo se dirigió contra la parte más cercana de los Aldmer que luchaban contra los nórdicos. Cuando el orbe impactó en el suelo, de este comenzaron a surgir picos de hielo, los cuales empalaron a todos los Aldmer que estaban en su camino.

Cuando los Aldmer vieron esto comenzaron a huir presas del pánico. Lamentablemente para ellos casi nadie escaparía de ahí con vida. La razón de esto, por su retaguardia comenzaron a llegar cientos de jinetes pesados. Estos jinetes ondeaban el pendón de la ciudad de Centinela. Estos eran liderados por un joven, el cual vestía un yelmo cónico con máscara, una armadura de cota de malla, pantalones de cuero grises y botas marrones. Llevaba en una mano una espada curva y en la otra un escudo redondo. Y al lado de ese joven estaba un legionario.

La caballería de Páramo del Martillo avanzó con fuerza barriendo a los Aldmer que intentaban inútilmente retirarse del lugar. Para cuando llegaron hasta donde se encontraba la vanguardia nórdica ya muchos elfos habían sido aplastados y los pocos que habían sobrevivido se habían rendido. Mientras los soldados terminaban de contar sus bajas y comenzaban a tratar a los heridos se estaba llevando una apresurada reunión entre los líderes de los Nórdicos y el líder de los guardias rojos.

"Legado Edzard. Capitanes." saludó Hadvar. Hadvar es un nórdico de piel clara, ojos marrones y cabello castaño. Vestía la armadura pesada imperial, es decir una lorica segmentata, con brazales de cuero reforzados, botas de cuero con grebas de acero y un casco llamado gálea. En su mano derecha llevaba su espada corta de acero.

"Hadvar." respondió Edzard, alegrándose de verlo. "Veo que lo conseguiste."

Hadvar asintió en respuesta.

"Disculpe, pero, ¿quién es usted?" fue la pregunta hecha por Tyr al joven líder de los guardias rojos.

El joven se retiró el casco y todos pudieron ver sus facciones. Era una chica de piel color oscura, tenía el cabello negro atado en una trenza baja. Sus ojos eran oscuros y tenía los labios carnosos. Además, parecía estar entre sus veinte y tantos años. La chica comenzó a sonreír cuando vio a Tyr y a Brend con la mandíbula hasta el piso; sin embargo, hizo un puchero cuando vio que Edzard ni se inmutaba.

"Bueno, debo de presentarme correctamente, pero lo haré cuando no tengan la boca en el piso."

Los dos capitanes se sonrojaron, ganándose unas risas de Edzard y Hadvar.

"Me presento. Soy Mizaida, Princesa del reino de Páramo del Martillo." se presentó Mizaida con una reverencia.

"¡¿Princesa?!" gritó en shock Edzard.

La princesa comenzó a reír suavemente al ver a Edzard perder la compostura.

"Sí, soy la tercera hija del actual rey de Páramo del Martillo." respondió Mizaida con una sonrisa una vez que dejó de reír.

"Muchas gracias por su ayuda su alteza." hablaron al unísono Edzard, Tyr y Brend.

"No hay problema." respondió la princesa. "El centurión Hadvar le ha entregado a mi padre la carta del emperador."

"Entonces, ¿aceptan los términos?" preguntó Edzard esperando de que hayan aceptado.

"Sí, mi padre los ha aceptado." contestó la princesa. "Desde ahora lucharemos juntos en esta guerra."

Después de escuchar eso, Tyr sirvió unas copas de vino y brindaron por la alianza del Imperio y el Reino de Páramo del Martillo. Después de esa corta celebración, llegaron los informes. Había habido ochocientas bajas en el ejército de Markarth y mil en el de soledad. No había habido bajas mortales entre los magos de batalla, solo algunos heridos.


Wyrest - Sundas 4 de Culminación solar del 203 de la Cuarta era

Edzard miraba como el sol naciente se reflejaba en el mar mientras cientos de barcos estaban anclados en el muelle de la ciudad bretona de Wyrest. Habían pasado diez días desde la llamada batalla por el paso de Bangkorai, batalla que culminó con la victoria del Imperio. Las tropas de Markarth y soledad que habían venido con él, habían sido enviadas de nuevo a sus respectivas ciudades de origen, pues eran parte de las guarniciones que resguardaban las ciudades.

'Hasta ahora todo va bien' pensaba Edzard. Además de lo anterior también habían recibido noticias desde el sur. Al parecer el grueso del ejército nórdico y la cuarta legión ya habían cruzado la frontera de Skyrim con Cyrodill y estarían llegando a la ciudad de Skingrad la próxima semana. Las legiones tres y cinco ya estaba en la frontera con la región de Elsweyr. La segunda legión estaba a punto de embarcarse en Wyrest.

'Las rebeliones de los anti Thalmor en Bosque Valen, Anequina y Pellitine han obligado a los Thalmor a enviar a sus tropas a ayudar a sofocar las revueltas' pensó Edzard antes de escuchar el sonido de pasos acercándose.

"¿Sigues pensando en la guerra?" habló Hadvar desde la espalda de Edzard. "O ¿estás pensando en tu familia?"

"En la guerra." contestó con tono triste Edzard. "Si pienso en Asia y en Marie podría dejar todo e irme para verlas."

"Ja, ja, ja. Eso no sería bueno para nuestra moral." dijo riendo Hadvar.

"Lo sé." habló Edzard con una sonrisa. "Pero, cambiemos de tema, ¿Ya está todo listo para que zarpemos?"

"Sí, solo es cuestión de esperar a que el sol esté en un punto más alto." contestó Hadvar ganándose un asentimiento por parte de Edzard.

"¿Cuántos soldados tenemos en total?"

"Aquí, más de siete mil solo con la legión y los auxiliares." respondió Hadvar llevándose la mano al mentón. "Pero, si contamos con los soldados de Roca alta que viene con nosotros, seriamos un total de diez mil."

"Diez mil soldados solo aquí, y si también debemos de contar a los más de ocho mil que llevarán los de Páramo del Martillo." habló Edzard dejando sobrentender que tenían una fuerza más que significativa.

Cuando estaban por seguir hablando, llegó un legionario el cual les informó que ya estaban por partir. Edzard y Hadvar asintieron y se dirigieron a abordar su barco.


Cuando llegó la tarde ya se encontraban en mar abierto. Edzard estaba en la cabina del capitán en medio de una reunión a través de proyecciones mágicas con los otros generales.

"Informen sobre el avance de las fuerzas que tenemos." habló el emperador a través de una proyección. "General Tacitus."

"Sí. Ya hemos reforzado completamente las defensas de la ciudad imperial." informó el general de la primera legión, la cual estaba estacionada en la mismísima Ciudad Imperial. "También hemos preparado a las levas de ciudadanos, en caso de que haya un ataque."

"Muy bien general." habló el emperador ganándose un asentimiento del general de la primera legión. "General Darryn, su informe."

"Sí. La segunda legión ya ha zarpado junto con las fuerzas de Roca Alta. Esperamos poder desembarcar en las cercanías de la ciudad de Falinesti."

"Muy bien general." habló el emperador. "Legado Edzard, ¿alguna noticia sobre Páramo del Martillo?"

"Sí. Me alegra informar que los Guardias Rojos han aceptado la alianza y se unirán a nosotros cuando ataquemos Alinor." habló Edzard.

La carta que Hadvar había llevado a la ciudad de Centinela era una carta donde el emperador negociaba una alianza con los Guardias Rojos.

"Bien, esas son excelentes noticias." dijo el emperador con una sonrisa. "General Nullius."

"Sí. La tercera legión ya está adentrándose en Anequina y pronto llegaremos a la ciudad de Fluvia. Nos reuniremos con el líder de la resistencia en esa zona."

El emperador asintió a su general. "General Tulio."

"Sí. La cuarta legión y el grueso del ejército de Skyrim estamos próximos a llegar a la ciudad de Skingrad. Después de eso nos dirigiremos a Arenthia para apoyar a los rebeldes en la zona."

Asintiendo el emperador miró a su otro general. "General Escipión."

"Sí. La quinta legión ya ha cruzado la frontera con Pellitine. Nos dirigiremos a apoyar a los rebeldes a tomar la ciudad de Corinth."

"Muy bien." contestó el emperador. "¿Dónde está el general de la sexta legión?"

Nadie respondió, pues no sabían porque el general no se había reportado; sin embargo, antes de que alguien diga algo apareció una proyección del general mencionado.

"Mi emperador, malas noticias." habló el general agitado. "Los Thalmor han puesto bajo asedio la ciudad de Bravil."

"¿Bravil?" preguntó preocupado el emperador. "¿Cómo llegaron hasta ahí?"

"No lo sabemos." respondió el general

"¿Cuántas tropas están ahí? Y ¿Cuánto tiempo podrán resistir el asedio?" preguntó el general Tulio.

"Al parecer, son más de veinte mil efectivos." contestó el general de la sexta legión. "Y a lo mucho podremos resistir una semana."

"¡Una semana!" gritó consternado el emperador.

"Parece que intentan usar la misma táctica que en la guerra pasada." dijo Tulio.

En ese momento todos los generales comenzaron a planear una manera de romper el asedio. Ya que era muy peligroso que los Thalmor controlaran esa zona, esto podría llevar a que se estanque la guerra, pues los Thalmor podrían avanzar hacia la ciudad imperial de nuevo.

Edzard que veía a todos los generales discutir decidió dar su opinión sobre esto.

"Mi emperador, generales." habló Edzard callando a todos y ganándose su atención.

"Solicito permiso para ir a apoyar a la sexta legión."

"Legado, eso es una locura." contestó el general de la sexta legión. "Necesitaríamos como mínimo el apoyo de tres legiones para romper el asedio."

"Legado Edzard." habló el general Tulio. "¿Cuánto tiempo demorarás en llegar ahí?"

Todos los generales se quedaron callados, pues no entendían lo que el general de la cuarta legión estaba diciendo.

"Me tomará entre dos a tres días." respondió Edzard mirando al general, el cual comenzó a tener una sonrisa en el rostro, pues comenzaba a entender lo que planeaba hacer Edzard. "Iré junto con el cazador alado de las nieves."

El emperador estuvo meditativo un momento, no entendía quién era este cazador alado de las nieves; sin embargo, sus ojos se abrieron cuando recordó el informe del general Tulio sobre la crisis del dragón.

"Muy bien legado, tiene mi permiso." habló con autoridad el emperador. "Salga de inmediato."

Edzard sonrió y dio una reverencia, para después dejar la reunión. Ya estando fuera de la cabina se encontró con Hadvar.

"¿Qué sucedió?" preguntó Hadvar viendo a Edzard salir con pasos apresurados.

"Hadvar, te lo contaré todo cuando regrese."

"¿Regreses?" preguntó Hadvar confundido. "¿A dónde vas?"

"Voy a Bravil a ayudar a levantar el asedio."

Ya estando en cubierta, Edzard tomó aire y gritó. "¡OD! ¡AH! ¡VIING!"

El grito fue escuchado por toda la flota imperial que navegaba en dirección a Páramo del martillo. Los soldados curiosos se acercaron a las barandas de los barcos para ver qué pasaba. Asustándose cuando un fuerte rugido se escuchó sobre ellos. Mirando en esa dirección pudieron observar a un gran dragón de color escarlata que volaba en dirección al primer barco.

Cuando Edzard observó a su hermano llegar comenzó a sonreír. Cuando Odahviing estuvo al costado del barco, Edzard se acercó a él.

"Odahviing, necesito que me lleves a Bravil."

"¿Bravil? ¿Por qué quieres ir a ese lugar?"

"Vamos a matar elfos." contestó Edzard con los ojos en blanco.

"¿Elfos?" preguntó Odahviing confundido.

"Ya sabes, elfos, los idiotas de orejas picudas." contestó Edzard al dragón, pero al ver que este no entendía o se hacia el desentendido comenzó a irritarse. "Los Mer."

"¡Ja, ja, ja! ¡Deberías de haber visto tu cara!" contestó riéndose Odahviing. "Está bien, vamos."

"Espera, ¿así nomás? ¿no hay amenazas sobre que por que te llevo por ahí? o ¿cosas como que no eres un caballo?" preguntó Edzard sin entender, pero al ver que el dragón negaba con la cabeza decidió volver a preguntar. "Dime, ¿Por qué lo haces?"

"No he comido a un Mer en muchos siglos." contestó Odahviing con voz plana.

Al escuchar su respuesta, Edzard se dio un golpe en la cara. Negando la actitud del dragón simplemente saltó de la cubierta del barco. Ya estando sobre el lomo de su hermano, este comenzó a volar en dirección a Bravil.


Castillo de Volkihar - Turdas 15 de Culminación solar del 203 de la Cuarta era

Asia no sabía si estaba en el cielo o en el infierno, o talvez estaba en ambos a la vez. Había pasado ya casi un mes desde que Edzard partió a la guerra contra el Dominio de Aldmer. Y había pasado ya dos semanas desde que llegó al castillo de Volkihar. El castillo se ubicaba en una isla cerca de la frontera con Roca Alta. Este tenía una atalaya o torre de vigilancia en las afueras del castillo, muy cerca de un pequeño muelle de madera. Al lado noroeste del castillo hay un muelle, el cual es usado para el ingreso de suministros de todo tipo al castillo. En el interior del castillo, hay un gran salón donde se encuentra el comedor. Un pequeño laboratorio de alquimia está situado al lado izquierdo en el primer piso, mientras que a la mano derecha está ubicada una fragua, y en el frente se encuentran ubicados las habitaciones. Y finalmente en el patio dentro del castillo está el jardín personal de Lady Valerica.

La razón para que Asia considere este castillo en una especie de infierno no es por su lúgubre aura, ni la continua niebla que había, no, la razón se llama Valerica Volkihar. Desde el momento en que la vampira la vio, comenzó a seguirla por todo el lugar tratando de examinar su sacred gear y su fisiología. Esto llegó al punto de que ella intentó irse de regreso a Soledad con Marie en brazos por miedo a que la diseccionaran viva. Esta acción fue detenida por los edecanes de Edzard, quienes le dijeron que debían de quedarse ahí por la seguridad de ambas.

Sin embargo, este tratamiento cambió cuando Asia comenzó a ayudarle en la restauración del jardín. Después de varios días trabajando conjuntamente sacando malezas, plantando flores y cuidando de las plantas ambas se habían sentado a beber una taza de té. Estuvieron conversando toda esa tarde, mientras ella le contaba parte de su vida, la vampira le contó todo sobre ella. Al finalizar ese día la misma Valerica se había ofrecido a entrenarla en magia de destrucción y en alquimia.

Al pasar los días y según las palabras de la propia Valerica, ella había progresado a grandes pasos en su aprendizaje en Alquimia. A ella le gustaba la alquimia, sobre todo la preparación de pociones de sanación; sin embargo, Valerica también le enseñó a hacer venenos. En un principio ella no quería, pero por mucha insistencia de su maestra terminó accediendo. Valerica también le enseñó a cultivar plantas nativas de Skyrim, eso la alegró bastante, después de todo a ella le gustaba todo lo relacionado con la jardinería. Y así estuvo pasando sus días hasta que hace unos cinco días, llegaron las invitadas que Edzard había mencionado.

Flashback

Asia estaba asombrada mientras veía a la pequeña embarcación anclar en el pequeño puerto a las afueras del castillo. En ellos estaban Fortunata, Laure, Gyda, Fridda y Aela. Todas llevaban consigo algunos baúles y varias bolsas. Cuando la vieron dejaron caer las bolsas y corrieron hacia ella.

"¡Asia!" Fue el grito de las cuatro magas lanzándose a abrazar a su amiga.

"¡Chicas!" Fue el grito en respuesta de Asia mientras todas se abrazaban y comenzaban a reír.

"Pero, ¿cómo?" Fue la pregunta de Asia cuando se separó de sus amigas.

Ellas no respondieron verbalmente, sino que mostraron todas unas cartas. Cuando Asia las leyó comenzó a sonreír, en las cartas Edzard les pedía que vayan a hacerle compañía a Asia y a Marie mientras él estaba en la guerra.

"Entonces es aquí donde te quedas." dijo Laure mientras miraba el castillo. "No sabía que el Archimago tenía un castillo."

"No es de el Dovahkiin." respondió Valerica dándose a conocer al grupo.

"¿Quién eres tú?" preguntó Laure mientras señalaba a Valerica.

"Que pésimos modales tienes." reprochó Valerica a Laure. "Sin embargo, la cortesía me obliga a presentarme."

"Me llamo Valerica Volkihar." Se presentó Valerica con una pequeña reverencia. "Y soy la dueña de este castillo."

"¿Ella es la dueña del castillo?" preguntó Fortunata, recibiendo un asentimiento por parte de Asia.

Al ver esto Fortunata, Gyda y Fridda hicieron una reverencia. Valerica simplemente resopló, al ver que al menos algunas de las chicas tenían modales, pero puso una mueca cuando vio a Aela.

"Parece que han traído a un chucho con ustedes." dijo Valerica con voz dura. "Espero que no tengas pulgas."

Aela simplemente esbozó una sonrisa burlona al comentario de Valerica. "Deberías preguntarle a tu hija si es que tengo pulgas."

Esto provocó una ola de jadeos entre las chicas. Mientras que en Asia se presentó un sonrojo atómico al imaginarse a Serana y a Aela teniendo sexo en un dormitorio; sin embargo, se puso aún más roja cuando la imagen cambió y comenzó a mostrar a Ella y a Edzard en lugar de sus dos amigas.

'Oh señor por favor perdona mis pecaminosos pensamientos' comenzó Asia orando a Dios por los malos pensamientos que tenía. Una vez que se tranquilizó volvió a mirar a sus amigas y las vio a todas calladas.

"Aela, ¿Tú y Serana son amantes?" preguntó Asia a su amiga.

"No, solo somos compañeras ocasionales." contestó con una sonrisa. "No todas podemos tener la suerte de tener a alguien como Edzard para calentar nuestro lecho en las noches."

Cuando Aela mencionó esto todos los presentes comenzaron a reírse de la pobre Asia, la cual simplemente tartamudeaba.

Después de ese momento, todos se retiraron al interior de la fortaleza. Una vez ya dentro, Valerica les dijo donde estarían sus habitaciones.

Fin Flashback

Asia volvió al presente cuando escuchó a su hija llorar. Levantándose de su silla se acercó a la cuna donde la había dejado descansando.

"¿Qué pasa Marie? ¿Tienes hambre?" preguntó Asia tomando a Marie en brazos, pero rápidamente descartó que tuviera hambre cuando un mal olor llegó a sus fosas nasales. "Parece que necesitas un cambio de pañales."

"Creo que Edzard decidió ir a la guerra para evitar seguir cambiando tus pañales." dijo Asia mientras terminaba de quitarle el pañal a su hija. "Vamos a llevarte al baño, necesitas un buen baño."

Después de terminar de bañarla y de cambiarle de ropa, ella y Marie se dirigieron al comedor. Cuando llegaron al comedor pudieron ver a todos reunidos, incluso los edecanes de Edzard estaban presentes en esa reunión. Cuando se acercaron, ella vio a Serana, la cual se acercó a ella.

"Asia, tengo noticias de la guerra." dijo Serana haciendo señas para que se siente.

Una vez que se sentó, Serana comenzó a contar como se había logrado recuperar el paso de Bangkorai. Asia había suspirado al enterarse de que Edzard había sobrevivido; sin embargo, se preocupó cuando se mencionó la siguiente noticia de la guerra.

"Los Thalmor han sitiado la ciudad de Bravil." La sala se quedó en silencio cuando Serana mencionó eso.


Nota de autor:

A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.

Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un comentario si les gusto el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.