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Capítulo 68
— En una tierra tan salvaje y dura como esta, no hay nada más importante que la comunidad, Ed. Para que puedas sobrevivir, debes honrar a tu familia y confiar en tus amigos más cercanos, pues solo en ellos puedes buscar apoyo. —
Consejo de Roland a Edzard cuando este era un infante.
La luz del sol del mediodía ingresaba a la habitación por la ventana, iluminando el interior. En el interior de la habitación, la cual estaba en el área médica del palacio, estaba Asia, la cual se encontraba mirando hacia la ventana, observando cómo la cortina se mecía suavemente gracias a la suave brisa que soplaba.
La esposa de Edzard se encontraba sentada en su cama, esperando a su esposo. Ella había despertado no hace mucho, y cuando lo hizo, fue puesta al dia con lo que había sucedido desde que llegó al palacio. Por lo que, sabía que su esposo estaba fuera por una misión de emergencia. Aquello hizo que ella hiciera un puño y apretara la sabana que cubría su cuerpo. La joven tenía varias cosas en su mente en este momento, causándole una vorágine de sentimientos, los cuales no hacían más que causarle mucha ansiedad.
De las muchas cosas que ocupaban la mente de la joven había dos cosas que eran su prioridad, primero, saber cómo estaba su hija y segundo, como estaban sus amigas. La mente de la joven comenzó a ir hacia el momento en que abrió los ojos, pero antes de que siquiera comenzase ese viaje retrospectivo, la puerta de su habitación fue abierta.
Al momento en que la exmonja oyó que la puerta era abierta, esta miró hacia esa dirección, observando que quien la había abierto era su esposo. Al momento en que ella posó la vista en Edzard, se dio cuenta de que se notaba que estaba cansado. Los hombros que ella sentía que podían cargar el peso del mundo estaban abatidos, no lo suficiente como para significar que las obligaciones que llevaban lo estaban abrumando, pero si lo suficiente como para indicar que estaba cansado.
"Hola…" saludó Edzard mientras se acercaba a su esposa, sentándose en la silla que estaba al lado de la cama.
Al momento en que Asia oyó la voz de su esposo, le miró a los ojos.
"Hola, Ed…" susurró Asia, la cual desvío la vista tras esas palabras.
Tras esas cortas palabras, la habitación cayó en un silencio, el cual no fue roto por ninguno de los dos jóvenes. Esto se debía a que ninguno de los dos sabía cómo hablar de lo que había sucedido, ya que los recientes eventos los habían puesto a todos en una situación complicada.
El silencio, lejos de ser un bálsamo para lo que pasaba por la mente de la pareja, comenzó a convertirse en un veneno que lentamente empezó a erosionar las mentes de ambos, intensificando significativamente las vorágines de emociones que estaban sintiendo. Al percatarse de esto, Edzard, consciente de que este ambiente no era beneficioso para ninguno de los dos, tomó la mano de su esposa y le dio un suave apretón. Aquella acción hizo que el corazón de Asia se desbordara, comenzando a derramar lágrimas de manera inconsciente.
"Lo siento…" fueron las palabras que salieron de la boca de Edzard al ver a su esposa llorar.
En el momento en que Asia escuchó aquello, todo explotó en su interior. Haciendo uso de una agilidad que no debería ser posible para su debilitado cuerpo, la hija de Marcoryan movió su mano y lanzó un puñetazo hacia el rostro de Edzard.
El golpe de Asia fue tal que el cuerpo de Edzard cayó de la silla, y dado que él estaba sosteniendo su mano, Asia fue arrastrada con él. Ambos cayeron al suelo, donde Asia quedó encima de Edzard.
"¡Lo siento… lo siento… Lo siento!" gritó Asia mientras empezaba a golpear a Edzard en el rostro de manera consecutiva. "¡¿Crees que sentirlo solucionará todo?! ¡No estuviste cuando secuestraron a nuestra hija! ¡No estuviste cuando nos tendieron una emboscada! ¡No estuviste cuando ella casi me hizo matar a mis amigas!"
Con cada palabra de Asia, el corazón de Edzard se iba encogiendo cada vez más. Las palabras de su esposa dolían más que los golpes físicos que estaba recibiendo. Aun así, él no hizo nada, se quedó quieto, dejando que su esposa desahogara toda la ira que sentía en ese momento. Tal fue su fuerza de voluntad que en ningún momento soltó la mano de su esposa.
La mente de Asia era un caos completo en ese momento. La joven estaba desquitándose con su esposo por todo lo que sentía, algo que ella, muy en el fondo, en esa parte racional que aún quedaba en su mente en ese momento, sabía que era injusto, pues lo que sucedió no solo había sido culpa de su esposo, sino también de ella. Aun así, ella solo se dejó llevar.
Derramando lágrimas sin cesar, los golpes de Asia comenzaron a disminuir de intensidad, hasta que finalmente, se detuvieron.
"(Snif)… ¿Por qué?... (snif) ¿Por qué no llegaste antes…?" fueron las últimas palabras que Asia pudo decir antes de abrir los ojos y ver el rostro de su esposo.
El rostro de Edzard estaba lleno de heridas, las cuales seguramente se convertirían en hematomas muy pronto. No solo eso, tanto la nariz como el labio de Edzard sangraban, dejando caer delgadas líneas de sangre. La vista de lo que había hecho hizo que Asia se sintiera peor que basura, pues había hecho algo que nunca pensó que haría en su vida. Aun así, a pesar de que quería pedirle perdón inmediatamente, sus palabras murieron en su boca cuando vio cómo los ojos de su esposo se llenaban de lágrimas.
"Lo siento… de verdad (snif)." dijo Edzard mientras dejaba que las lágrimas cayeran por sus mejillas.
La vista de su esposo llorando, algo que ella solo había visto en pocas ocasiones, hizo que ella también comenzara a llorar nuevamente. La ira que había sentido antes había sido reemplazada por culpa y tristeza, por lo que, sin pensarlo dos veces, se lanzó a abrazarlo muy fuerte mientras comenzaba a disculparse entre lágrimas y sollozos.
Edzard estaba sentado en la silla donde había estado antes. El joven dragón se sentía un poco adolorido, pero no era algo que le importara mucho. Había recibido palizas más grandes en sus batallas, esto no era algo nuevo para él… al menos la parte del daño físico. El daño emocional que sentía no era nada a lo que se hubiera enfrentado antes. La culpa que sentía se había adherido tanto a su ser que no desaparecería a corto plazo.
"Ed… Yo… yo…"
La voz de su esposa hizo que Edzard levantara la mirada y la viera. El rostro de Asia estaba demacrado, sus ojos estaban rojos y su voz sonaba ronca. Todo ello era consecuencia de la reacción explosiva que había tenido recientemente.
"No tienes que disculparte…" dijo Edzard, volviendo a tomar la mano de su esposa, lo que provocó que ella se estremeciera, pues recordó lo que había hecho hace poco.
"No." dijo Asia rápidamente, negando con la cabeza. "Tengo que disculparme… lo que hice estuvo mal… no… no debí golpearte… Yo… yo no sé por qué reaccioné así…"
"No importa."
Las palabras de Edzard hicieron que Asia levantara la vista y mirara a su esposo. Por extraño que pareciera, él estaba sonriendo, al menos eso parecía, pero debido a las heridas en su rostro, le resultaba difícil sonreír.
"Sí importa… lo que hice no es normal… yo… yo…" dijo Asia, comenzando a hiperventilar un poco, pues los recuerdos de lo que le hizo a su esposo comenzaron a mezclarse con lo que había sucedido en la batalla, cuando perdió el control de su cuerpo y comenzó a atacar a sus amigas. Ella comenzó a ver en un vívido recuerdo sus acciones, pero antes de que estallara en un ataque de pánico, fue traída a la realidad por Edzard, quien había tomado su rostro con su otra mano.
"Tranquila, respira hondo. Nada de lo que ves es real, solo es tu mente." dijo Edzard mirando a los ojos de su esposa. "Esta vez no estás sola, estoy contigo. No dejes que te controle, demuestra que eres más fuerte que eso."
Asia asintió torpemente al oír a su esposo. Por lo tanto, comenzó a tomar aire en bocanadas largas, logrando tranquilizarse. Cuando sintió que ya estaba más tranquila, Asia se quedó quieta, disfrutando del toque de su esposo. Las diversas emociones que había en su ser comenzaron a despejarse, dejando solo la culpa por lo que había hecho.
"Parece que ya estás más tranquila… eso es bueno."
"Sí… G-gracias…" dijo Asia con voz algo quebrada, pues la culpa comenzó a provocar que ella se sintiera triste.
"No me agradezcas, es mi deber como tu esposo estar para ti en estos momentos…" la voz de Edzard había sido suave, casi pareciendo un susurro, aun así, Asia pudo oírla.
"Lo siento, Ed… lo siento de verdad…"
"Te dije que no es necesario disculparse, no fue tu culpa. Has pasado por mucho, es normal que estés estresada a este nivel…" dijo Edzard interrumpiendo a Asia, la cual le miró a los ojos al oírlo. "Lo que sucedió también fue en parte culpa mía. De entre los dos, soy quien tiene más experiencia en estos temas, aun así, no preví que el enemigo podría infiltrar a sus agentes en el territorio de nuestros aliados. Esta vez tuvimos suerte, pero la próxima no podríamos tenerla. Pero, me aseguraré de que no tengan otra oportunidad para hacer algo como esto."
Al ver la forma en cómo su esposo hablaba, Asia sonrió suavemente, pues vio la convicción en las palabras de su esposo. Sin embargo, pese a estar feliz, Asia se sentía mal, pues aún no terminaba de procesar el hecho de que había golpeado a su esposo varias veces.
"Ed… yo-"
"Si intentas volver a disculparte, no te dejaré hacerlo. Ya te he dicho que no es necesario que te disculpes."
Al oír cómo Edzard la volvía a interrumpir, Asia apretó los puños, pero no lo hizo por ira, sino que fue por culpa y asco hacia sí misma. Ella ya había entendido que su esposo no la odiaba por lo que acaba de hacer, aun así, ella no podía dejar que esto quedara así… no, ella sentía que si no se disculpaba como se debía, no podría seguir adelante. Así que, abriendo la boca, interrumpió a su esposo, el cual hablaba sobre que ella no debería disculparse.
"Ed… por favor… déjame decirlo…" dijo Asia, provocando que su esposo la mirara. "Sé que no me culpas por lo que hice, pero yo no soy tú… no puedo dejar esto como si no hubiera pasado…. Necesito al menos para mi propia cordura decírtelo… Lo siento, no sé qué me pasó… por favor… por favor… perdóname…"
Las palabras de Asia iban acompañadas de algunas lágrimas, las cuales comenzaron a caer suavemente por sus mejillas.
Los ojos de Edzard se posaron en su esposa tras oír sus disculpas, poniendo una sonrisa algo torpe, él se acercó a ella y tomándola del rostro, le dio un beso en los labios. Aquella repentina acción provocó que Asia se tensara un poco, pero tras un segundo, respondió al beso.
La pareja continuó besándose hasta que la necesidad de aire los forzó a separarse. Tras ello, mirándose a los ojos, Edzard juntó su frente a la de Asia.
"Espero que esto sea un indicativo más que claro de que te perdono," dijo Edzard con una sonrisa en el rostro.
Al ver aquella sonrisa, Asia solo sonrió, y soltando lágrimas, asintió, pues no había palabras que pudieran expresar lo que sentía en ese momento.
Tras ese intercambio de palabras, la joven pareja comenzó a cambiar de tema. Centrándose en lo que les importaba en ese momento, el secuestro de su hija. Aunque sabía que no iba a ser agradable, Edzard le pidió a Asia que le contara todo lo que había pasado durante el rescate de Marie, ya que quería saber qué había pasado hasta que él llegó.
Aunque aquel recuerdo no era nada agradable, Asia asintió y comenzó a contarle a su esposo todo lo que había ocurrido, deteniéndose cada cierto tiempo para tranquilizarse, pues había momentos en que casi hiperventilaba, en especial cuando mencionó lo que había pasado al final.
"Ya veo… así que eso ocurrió," dijo Edzard mientras Asia pasaba un paño de lino empapado en una poción de curación menor por su rostro, curando lentamente las heridas que ella había causado. "Así que oíste una voz en tu mente… Supongo que podría haber sido una deidad de este mundo. Dudo que fuera un aedra, están atados a los huesos del mundo de Nirm y su presencia en este mundo sería muy reducida. Un daedra no se hubiera referido al único con tanto respeto… Aun así, estoy realmente orgulloso de ti, cariño. Despertar un nuevo poder es algo digno de elogio. Supongo que le preguntaré al friki de Azazel sobre lo que ocurrió."
Las palabras de Edzard fueron acompañadas de una sonrisa y un suave apretón de manos. Aquello hizo que Asia se sonrojara ligeramente, pues si bien era cierto que su esposo era muy amable con ella, casi nunca usaba palabras de cariño de esta manera.
"Gracias… aunque aún no logro asimilarlo del todo… en especial con lo que pasó al final…" dijo Asia con un susurro al final.
"Cariño, no fue tu culpa… Usaron un hechizo de gran poder sobre ti, uno que, me temo, no sé a qué escuela pertenece. Por lo tanto, tendremos que investigarlo para crear contramedidas efectivas. Afortunadamente, contamos con seis meses de relativa paz para hacerlo."
"¿Qué?" preguntó Asia, completamente sorprendida al escuchar las palabras de su esposo. "¿Qué dijiste?"
Al oír la pregunta de su esposa, Edzard la miró un segundo, tras lo cual recordó que no le había explicado la razón por la que no había estado presente cuando ella despertó. Así que, soltando un suspiro, comenzó a narrarle todo lo que había sucedido con Sheogorath y con Sanguine. Le contó cómo estos dos príncipes daédricos habían aparecido como si nada en el inframundo, demostrando que los príncipes daédricos podían entrar a este mundo con facilidad. Aquello causó que Asia sintiera un escalofrío recorriendo su cuerpo.
"Y-ya veo… esto es grave…" dijo Asia en un susurro, para luego mirar a su esposo y hacerle la pregunta que debía haberle hecho antes de que ella estallara en un ataque de ira mal contenido. "Ed… ¿Dónde estuviste? ¿Qué fuiste a hacer con Zakir?"
Al oír la pregunta de Asia, Edzard sonrió y, abriendo la boca, intentó hablar de ello, pero antes de que siquiera pudiera decir algo, llamaron a la puerta. Al oír esto, el hijo de Akatosh preguntó quién era y la persona que respondió fue la líder de las criadas. El demonio entró a la habitación y le dijo que los dos individuos que había traído al palacio habían despertado. Cuando la chica terminó de decir eso y tras pedir disculpas, se retiró, dejando a la pareja sola.
Asia se encontraba completamente confundida por lo que había oído, pues no sabía qué pasaba exactamente, ya que Edzard había prohibido que le dijeran a Asia sobre esos dos individuos. Esto se debía a que era el mismo Edzard quien quería decirle a ella sobre ellos.
"Ed, ¿qué pasa? ¿Quiénes son las dos personas que mencionaste?" preguntó Asia con bastante curiosidad en su voz.
"¿Recuerdas que me preguntaste la razón por la que no había estado cuando sucedió el secuestro de nuestra hija, verdad?" preguntó Edzard, provocando que Asia asintiera. "La razón fue simple, o al menos eso esperaba… la verdad es que todo comenzó como una infiltración al Castillo del Dios Hades en la Tierra de los Muertos."
Los ojos de Asia se abrieron como platos ante esas palabras, pues ella era consciente de que Hades era uno de los dioses más poderosos del mundo. Aquello hizo que se asustara y se preguntara por qué su esposo había ido, por lo que, sin perder un segundo, le preguntó.
"Fuimos al castillo de Hades para verificar una 'visión' que tuvo Zakir de algo allí… créeme, suena como una estupidez, pero lo que descubrí allí fue muy revelador… primero, encontramos a Lilith, la esposa del Lucifer original… segundo, descubrí que Zakir es el Adalid de Meridia."
"¡¿El Adalid de Meridia?!" gritó Asia sorprendida al escuchar a su esposo.
"Sí, yo estuve tan sorprendido como tú. Pero es la verdad, esa bola de pelos ha estado al servicio de Meridia desde la Segunda Era."
"Ya veo… y… ¿qué más pasó?"
Edzard continuó contando lo que había sucedido, relatándole que la mismísima Meridia había aparecido, algo que heló la sangre de Asia nuevamente. Saber que otro príncipe daédrico había aparecido le causó mucha preocupación por el futuro. Aun así, después de eso, Asia notó que Edzard soltaba un suspiro, algo que la confundió, ya que Edzard no solía suspirar tanto en una sola conversación, a menos que se trataran temas delicados.
Al ver a su esposo en ese estado, Asia estuvo a punto de decirle algo, pero antes de que siquiera pudiera decir algo, él tomó sus manos y, apretándolas suavemente, la miró a los ojos.
"¿Ed?" preguntó Asia con algo de preocupación ante la forma en que se comportaba su esposo.
"Te contaré lo que sucedió al final… verás, Asia… Cuando llegamos al laboratorio de Hades, encontramos a dos personas encerradas en cápsulas…"
"¿Dos personas encerradas en cápsulas?"
"Sí… pero no eran personas ordinarias…" respondió Edzard, dejando un silencio antes de pronunciar sus siguientes palabras. "Las personas que encontramos, una de ellas era alguien que Zakir conocía… una persona que nació en el ducado de Alcaire durante la segunda era…"
Las palabras de Edzard hicieron que los ojos de Asia se abrieran de par en par mientras una idea loca e inusual se formaba en su mente. Una idea que ella sabía que no debería ser posible, pero, aun así, una parte de ella deseaba que lo fuera. Este sentimiento comenzó a hacer que se sintiera algo ansiosa, por lo que hizo una pregunta. "Ed… ¿quiénes eran…?"
"El nombre del hombre era Marcoryan, Asia… y junto a él estaba quien solo suponemos es su esposa… así que… se puede decir que encontramos a tus padres…"
La luz del sol entraba por las tres grandes ventanas de una de las habitaciones más amplias del área médica del palacio de Edzard. En medio de esa sala, en dos camas que habían sido juntadas, se encontraban dos personas.
Estas personas estaban sentadas, observando el lugar con curiosidad y, sobre todo, con sospecha. Esto se debía a lo último que recordaban. Los nombres de estas personas eran Marcoryan Cumberland y Zephyra Argento, ambos padres de Asia. La pareja miraba el lugar con desconcierto debido a que lo último que recordaban era la cacería a la que Hades los había sometido.
La pareja no llevaba mucho tiempo despierta en este lugar, por lo que aún estaban algo desconcertados. Cuando Marcoryan despertó, lo primero que hizo fue levantarse de manera abrupta, observar todo el lugar y llevarse una mano al lado izquierdo, el lugar que recordaba había sido herido de manera muy grotesca por Hades. Sin embargo, cuando pasó una mano allí, se dio cuenta de que la herida no estaba. Aquello hizo que sus ojos se abrieran, pero sobre todo se abrieron cuando se dio cuenta de que estaba en un edificio desconocido. Estuvo a punto de moverse cuando oyó los gemidos a su lado. Al girar la cabeza, vio a su esposa, la cual se levantó de una manera similar a la suya. Tras verse a los ojos, ambos intentaron acercarse, solo para ser interrumpidos por una joven que vestía ropas de criada. La chica había llegado para verificar su estado y, al momento de verlos, les preguntó cómo se sentían. Antes de que alguno de ellos pudiera hacerle una pregunta, ella se fue rápidamente, diciendo que su señor estaría allí pronto para hablar con ellos.
"Marc…" dijo Zephyra, llamando a su esposo. La voz que la mujer usaba era suave, casi como el trinar de las aves en las mañanas de primavera.
"Sí, cariño." Respondió Marcoryan, quien dejó de mirar al frente y posó sus ojos en su esposa. "¿Qué sucede?"
"¿Dónde crees que estamos?"
La pregunta de su esposa hizo que el hijo del duque de Alcaire se llevara una mano al mentón, comenzando a pensar. Estuvo pensando en varias posibilidades, pero ninguna tenía algo de sentido común. Eso se debía a varios factores. Muchos de esos habían sido tomados en cuenta por la mente del hombre.
"No lo sé… por la arquitectura del lugar, te diría que se trata de un palacio, lo que en primer lugar nos podría indicar que estamos en algún lugar de un noble, tal vez de un demonio, uno que tal vez esté afiliado al demonio que tienes como contratista." Respondió Marcoryan, mencionando al demonio con el que su esposa tenía un contrato.
Al oír la respuesta de su esposo, Zephyra miró al techo, pensando en el demonio con el que había formado un pacto. Esto se debía a que ella era una maga, una maga que no pertenecía a ningún linaje de magos, al menos de manera oficial, pues ella había sido la hija ilegítima de un mago y una de sus sirvientas. Cuando el mago se enteró del embarazo de su sirvienta, la expulsó de la mansión, lanzándole una bolsa con unos pocos miles de dólares, diciéndole que se marchara y que nunca volviera. Su madre se había ido del país, viajando de Italia a EE. UU, donde ella se educó y donde un día conoció a un demonio, con el que hizo un pacto. La relación con ese demonio fue buena, al punto en que se hicieron muy amigas, siendo esa amistad lo que hizo que el demonio le enseñara magia, descubriendo así su linaje.
'Je, je, je… me pregunto qué estará haciendo ahora mismo… supongo que estará aún en Japón.' Pensó Zephyra con una sonrisa mental, la cual pronto desapareció, pues tenía algo más importante que buscar y eso era, encontrar a su hija. El solo recuerdo de su hija hizo que ella recordara todo lo que había pasado antes de que sus fuerzas se agotaran y fueran capturados por Hades. Esto provocó que los ojos de Zephyra comenzaran a llenarse de lágrimas, algo que fue notado por su esposo, quien no perdió tiempo y la rodeó con sus brazos.
"Tranquila, Zephyra…. No llores…" dijo Marcoryan, tratando de calmar a su esposa. Aunque, esas palabras no solo eran para ella, sino que también eran para él, pues él estaba en un estado similar. Esto se debe a que desde que había despertado, la única cosa que había ocupado su mente, aparte del tema de su ubicación actual, era la seguridad de su única hija.
Aunque el heredero del ducado de Alcaire estaba en un estado de angustia similar al de su esposa, podía mantenerse más calmado gracias a que durante su juventud, se le había educado para controlar sus emociones y que estas no fueran una herramienta que sus enemigos pudieran usar. Todo esto había sido con un único objetivo: convertirlo en el prospecto perfecto para consorte cuando se casara con Selene, asumiendo así en el futuro el cargo de rey consorte de Roca Alta.
"(Snif) P-p-pero cómo quieres que me tranquilice… (Snif) No sabemos cómo está ella (Snif) No sabemos dónde está… (snif) No sabemos si está pasando frío o hambre (Snif)"
Las palabras de Zephyra calaron en la mente de Marcoryan como el impacto de la lanza de un Riekling en una calabaza, provocando que la preocupación que él sentía aumentara. Esto hizo que inconscientemente aumentara un poco la fuerza con la que abrazaba a su esposa, provocando que ella se sintiera un poco incómoda.
La incomodidad por el aumento de la fuerza del abrazo de su esposo provocó que Zephyra soltara un suave gemido de dolor, lo cual hizo que él se diera cuenta de que estaba lastimando un poco a su esposa, por lo que sin pensarlo dos veces, disminuyó la fuerza con la que la abrazaba.
"Lo siento…" susurró Marcoryan, disculpándose por el ligero dolor que le había causado a ella.
"Tranquilo, no te preocupes… a veces olvido que eres muy fuerte…" Dijo Zephyra mientras trataba de sonreír un poco.
Al ver su intento de sonrisa, Marcoryan también intentó sonreír, pero no lo logró, ya que no sentía que estuviera bien sonreír con toda la preocupación que ambos tenían encima. Aun así, a pesar de que no sonrieron como tal, la pareja entró en un ambiente de paz y tranquilidad, el cual les brindó confort y calma.
Lamentablemente, aquel ambiente se vio interrumpido cuando escucharon voces fuera de la habitación. Aquellas voces los hicieron volver a la realidad, por lo que, soltándose, esperaron a ver quiénes entraban por la puerta. Y para su fortuna, no tuvieron que esperar mucho.
La puerta se abrió lentamente, casi como si la persona que estaba entrando tuviera miedo de abrirla. Aun así, la puerta hizo un profundo chirrido cuando se abrió, provocando que la mirada de los dos que estaban en la habitación se fijara en quienes estaban por entrar.
En el momento en que la primera silueta entró en la habitación, los ojos de la pareja se abrieron un poco, pues se dieron cuenta de que era un joven de unos dieciocho años. La apariencia de este joven no les decía nada de él, salvo por algunos rasgos que Marcoryan creyó haber visto en el pasado, pero por el momento no podía recordar en quién.
El joven no tenía presencia como un ser sobrenatural, por lo que por un segundo descartaron que se tratase de un ser sobrenatural, pero eso cambió cuando Marcoryan se percató de algo peculiar. Y es que, debido al tiempo que había pasado en este mundo, se había acostumbrado a medir los poderes de los que veía usando los parámetros de este mundo, pero en esta ocasión, el hijo del Duque de Alcaire decidió usar el método que usaba cuando estaba en Nirm. En el momento en que lo hizo, el corazón de Marcoryan casi se sale de su pecho, esto debido al susto que se llevó, pues al sentir el nivel de Magicka en el joven, sintió que estaba frente a los mares de la ciudad de Salto de la Daga, pero no cuando estos estaban en calma, sino cuando estaban totalmente agitados por una gran tormenta
La presión y la presencia de esa gran cantidad de Magicka hizo que Marcoryan tomara la mano de su esposa de manera inconsciente, provocando que esta le mirase con preocupación, pues ella, por primera vez en toda su vida, había visto a su esposo poner un rostro de miedo de esa manera. Sintiendo pánico, ella lentamente miró al joven y no vio nada especial en él, por lo que susurrando le preguntó a su esposo. "Marc… ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan asustado?"
"Creo que se debe a la gran cantidad de Magicka que poseo." Respondió el joven, llamando la atención de la pareja.
La mención de la energía que usaban los originarios de Aurbis provocó que los ojos de la pareja se abrieran como platos.
"¿C-cómo sabes del Magicka?" preguntó Marcoryan, quien no podía creer que alguien supiese de esa energía. Esto se debía a que desde que llegó a este mundo, él estuvo buscando a más seres como él, pero no halló a nadie, incluso a la persona que había usado el hechizo junto a él hace años.
Eso es fácil… también soy de Aurbis… es un gusto conocerlo, Marcoryan Cumberland, heredero al ducado de Alcaire…" dijo el joven, colocando una sonrisa en el rostro, la cual por extrañas razones no levantó las alarmas de la pareja.
La mención de su antiguo título provocó que Marcoryan se incomodara, a la par que su esposa se sentía asombrada, pues pensó que solo ella sabía sobre el pasado de su esposo. Pero parecía que no era así, pues este chico sabía de él y eso le provocó muchas preguntas, preguntas que su esposo también tenía y que él preguntó.
"¿Cómo? ¿Cómo sabes eso?" preguntó Marcoryan, frunciendo el ceño y juntando de manera sutil un poco de Magicka en su mano derecha, pero al hacerlo se dio cuenta de que tenía una cantidad minúscula de esta energía, lo que hizo que se detuviera de manera abrupta, pues se dio cuenta de que incluso una bola de «Llamarada Solar» sería tan grande y poderosa como una chispa de un fuego moribundo.
"No deberían alterarse tanto, no soy su enemigo, de hecho, soy su aliado… no, la verdad es que soy algo más cercano que eso… pero primero, antes de que tengamos esta charla, hay alguien que quiere verlos y estoy seguro de que ustedes también quieren verla." dijo el chico, caminando hacia la puerta, para luego extender la mano, la cual fue tomada por otra mano.
Las palabras del chico confundieron a la pareja, la cual estaba agradecida de que él dijese que no era su enemigo, pero al mismo tiempo no entendían a qué se refería con que él era más que un aliado. Sin embargo, lo que más confusión les causó fue el mencionar que había alguien que quería verlos y que además, ellos también querían verla. Aquella expresión solo se podía referir a muy pocas personas y esto solo parecía reforzar el hecho de que este chico sabía quiénes eran, lo que causaba aún más confusión en ellos… Pero eso cambió cuando la persona que había tomado la mano del chico se presentó ante ellos.
Los ojos de la pareja se abrieron a más no poder cuando vieron cómo una versión más joven y de cabello rubio de Zephyra ingresó a la habitación. El aliento de los dos adultos comenzó a irse de sus pulmones cuando la vieron, comenzando a sentirse abrumados por una gran cantidad de emociones.
'No puede ser…' pensó Zephyra al ver a la joven frente a sus ojos. La mujer estaba asombrada de ver a aquella joven, la cual solo podía ser descrita como una versión miniatura de ella con el cabello y ojos de otro color. Aun así, a pesar de la sorpresa, la reconoció de inmediato al observarla mejor, por lo que, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, inconscientemente comenzó a moverse, levantándose abruptamente y acercándose a la chica, no, acercándose a su hija. Sin embargo, debido a que su cuerpo había estado en desuso durante mucho tiempo, sus piernas no tenían mucha fuerza, por lo que terminó tropezando y cayendo al suelo.
"¡Zephyra!" gritó Marcoryan al ver a su esposa caer al suelo, moviéndose para tratar de atraparla. Él había estado igual de sorprendido que su esposa al ver a su hija, la cual parecía mayor de lo que esperaba, lo que le hizo preguntarse qué había pasado después de ser capturados por Hades. Aun así, a pesar de que no entendía bien qué pasaba, pudo identificar rápidamente a su hija, por lo que intentó hacer lo mismo que su esposa. Afortunadamente, su cuerpo Nirmniano se había recuperado mejor que el de su amada esposa, por lo que pudo mantenerse mejor en pie, pero cuando vio cómo Zephyra caía, rápidamente se lanzó para atraparla, pero a pesar de que su cuerpo estaba mejor recuperado, no tuvo la fuerza necesaria para llegar a atraparla.
Los ojos de Zephyra se cerraron, esperando el dolor del impacto. Sin embargo, aquel dolor nunca llegó, pues fue reemplazado por un abrazo, el cual provocó que abriera los ojos. Al abrir los ojos, sus ojos de color café claro se encontraron con un par de ojos verdes. Ambas miradas se cruzaron, mostrando que estaban llorosas, pero solo eso bastó para que tanto madre e hija se reconocieran y sin perder un solo segundo, se abrazaron con fuerza, llorando de felicidad.
Mientras madre e hija lloraban de felicidad, Marcoryan observaba todo con ojos llorosos mientras era sujetado por el joven. Él había tropezado al intentar ayudar a su esposa, pero antes de caer fue atrapado por el joven, quien se movió muy rápido. Tras ello, vio cómo su hija atrapaba a su esposa, y ambas comenzaban a llorar mientras se abrazaban.
"¿Conmovedor, verdad?"
La voz del joven llamó su atención. Desviando su mirada hacia él, se percató de algo al observarlo más de cerca: sus ojos.
'Esos ojos no son normales… ningún humano, ni siquiera en Nirm, tiene ojos con esas facetas… aun así… ese tono de ojos y la forma de su mandíbula… No… no puede ser…' pensó Marcoryan con asombro, pues en el joven veía a una persona que él creía muerta. "T-tú…"
"Sería mejor responder a esa pregunta en un momento. Algo me dice que ustedes desean saber qué ocurre, ¿verdad?"
Al oír la sugerencia del joven, Marcoryan solo pudo asentir, pues era una idea í que, mirando al frente, vio cómo su hija ayudaba a su madre a ponerse de pie. Aquella imagen le provocó mucho orgullo, pero también preocupación, pues notó que su hija parecía estar herida de alguna manera, ya que su postura indicaba que estaba usando ciertas partes de su cuerpo para desviar la presión en otros lugares. Aquello le preocupó, pero decidió dejar las dudas para más adelante, durante su conversación.
Tras aquellos momentos, tanto Marcoryan como Zephyra fueron llevados nuevamente a sus respectivas camas, donde fueron dejados por los dos jóvenes. Luego de eso, vieron cómo el joven traía una silla, la cual dejó frente a ellos y donde su hija se sentó, no sin antes darle una mirada de cariño al joven, algo que provocó que las cejas de los padres de Asia se levantaran con curiosidad.
"Bien, supongo que tienen varias dudas…" dijo el joven, sentándose en una silla, la cual colocó al lado de donde estaba sentada su hija.
"Más de las que te imaginas, jovencito… pero hay una que quiero saber antes…" dijo Marcoryan, dejando de ver al joven y mirando a su hija. "¿Cuántos años tienes ahora, Asia?"
La pregunta de Marcoryan provocó que su hija ladeara la cabeza a un lado un segundo, para luego abrir los ojos con algo de sorpresa. Tras ello, le dio a él y a su esposa una mirada tanto de tristeza como de preocupación.
"Esto… ¿Qué es lo último que recuerdas, papá?" preguntó Asia, diciendo la palabra "papá" con algo de dificultad, algo que entristeció un poco a Marcoryan, pero este entendía que a su hija no le fuera fácil usar esa palabra, pues de seguro nunca la usó hasta ahora.
"Lo último que recuerdo… es la cacería a la que Hades nos sometió tras tu nacimiento… aunque, no sé por qué el Dios del inframundo nos comenzó a cazar de esa manera."
La respuesta que dio hizo que su hija y el joven se miraran, para que esta luego los volviese a mirar.
"Y-yo no sé cómo decirlo, pero… tengo diecisiete años… estuvieron diecisiete años capturados por Hades…"
La revelación de los años que habían pasado provocó que los padres de Asia abrieran los ojos más no poder, quedando hechos de piedra, pues no esperaban que hubiese pasado tanto tiempo. Si bien la mención de los años pasados golpeó a ambos de manera fuerte, en Zephyra el golpe fue mayor, pues esta entendió por qué su hija se veía de esta edad, comprendiendo también que se había perdido los mejores momentos de lo que debió ser su vida con ella, momentos tales como sus primeros pasos, sus primeras palabras, entre otros más.
Aquella revelación y comprensión de los hechos provocaron que los ojos de la madre de Asia se llenaran de lágrimas nuevamente, pero pese a que quería llorar y maldecir a Hades por haberle robado su tiempo con su hija, ella decidió no llorar, ya que quería saber todo lo que había pasado.
"Y-ya veo… así que han pasado diecisiete años…" dijo Marcoryan, sintiéndose abatido. Aun así, miró a su hija y le hizo una pregunta que temía hacerle… una pregunta que revelaría el tipo de vida que esta había llevado… "Asia… ¿C-cómo has vivido todo este tiempo?"
La pregunta de su padre provocó que Asia se estremeciera un poco. Afortunadamente fue tan leve que sus padres no se dieron cuenta de ello. Aun así, ella no les respondió de inmediato, sino que miró al joven a su lado, provocando que sus padres volvieran a levantar la ceja, pero esta vez llegando a dos conclusiones posibles… la primera, y la que más miedo les causaba, era que este joven tuviese a su hija como una especie de rehén, mientras que la otra, una que no le agradaba mucho a Marcoryan, era que ese chico fuera la pareja de su hija, algo normal en los jóvenes de esa edad.
Tras varios segundos, Asia al fin abrió la boca y comenzó a narrar su infancia en la iglesia, siendo detenida cada cierto tiempo por sus padres, los cuales le hacían preguntas puntuales sobre algunos eventos. Finalmente, llegaron al momento más tenso de narrar en la historia de Asia, el destierro y excomunión de esta.
El rostro de Marcoryan mostraba el deseo innato de destruir algo, o mejor dicho, destruir cierta organización religiosa de la Tierra, todo esto nacido de la ira que sentía en estos momentos. Aquella ira hirviente nacía del hecho de que su única hija le acababa de contar que había sido echada a patadas de la iglesia por la que había dado toda su existencia, solo por el error de curar a un demonio. Pese a que él, gracias a su entrenamiento diplomático, podía ver el error de su hija al curar a un demonio, también vio la hipocresía de la iglesia al desterrar a alguien que solo sigue las enseñanzas del Dios bíblico, las cuales hablaban de ayudar a tu prójimo, sea este enemigo o no…
"Cariño, tranquilízate…" susurró Zephyra al ver a su esposo tan alterado.
La respuesta de Marcoryan ante estas palabras fue soltar un gruñido, el cual preocupó tanto a Asia como a Zephyra, pero de hecho, sacó una sonrisa en el joven, quien puso la mano en el hombro de Asia, pues parecía que ya era hora de que se presentase a la pareja. Al ver cómo el joven se levantaba, la curiosidad que habían sentido sobre él provocó que Marcoryan se tranquilizase un poco.
"A pesar de que ya nos hemos visto, debo presentarme de manera formal." dijo el joven, poniendo una sonrisa en su rostro. "Un gusto conocerlos, me llamo Edzard Rolandson Cumberland."
La mención del nombre del chico provocó que Marcoryan y Zephyra lo miraran sorprendidos, pues no esperaban el apellido Cumberland, ni tampoco el apellido nórdico… Fue allí, en ese momento, que los padres de Asia se dieron cuenta de algo… La razón por la que el chico podía tener ese apellido solo tenía dos explicaciones: la primera, que lo haya adoptado por Asia, o tal vez… era que el chico era el hijo de Selene, la ex prometida de Marcoryan.
"¿Q-q-q-qué?" preguntó Marcoryan, aún en shock.
Al oír esa pregunta, Edzard decidió echar más leña al fuego, por lo que, haciendo una pequeña reverencia, volvió a hablar. "Soy el hijo de Selene Cumberland y también soy el esposo de Asia… Es un gusto conocerlos, queridos suegros."
La revelación de Edzard provocó que las mandíbulas de Zephyra y Marcoryan se descolgaran de la sorpresa, quedando totalmente mudos y mirando entre Edzard y Asia, quienes reaccionaban de manera diferente. Asia estaba completamente sonrojada, desviando su mirada, pero aun así, había una pequeña sonrisa en su rostro, lo que indicaba que le había gustado que Edzard se presentara como su esposo sin titubear ni dudar. Por otro lado, Edzard estaba que se aguantaba las ganas de reírse ante las expresiones que sus suegros estaban haciendo.
Los padres de Asia estuvieron en silencio un buen rato, interiorizando lo que acababan de oír. La reacción interna de ambos era distinta. Por su parte, Marcoryan estaba incrédulo, pues no podía comprender cómo es que Selene había tenido un hijo, si él la había buscado sin parar desde que llegó a la tierra e incluso cuando comenzó su romance con Zephyra, no dejó de buscar a su pariente. Sin embargo, aquí, frente a él se encontraba un hijo de ella, el cual estaba casado con su hija, algo que lo dejó sin palabras por completo. Por su parte, Zephyra estaba que se dividía entre la felicidad y la tristeza absoluta, la felicidad porque su hija al parecer se había casado con alguien que a primera vista parecía ser alguien de confianza, y la tristeza era por no haber estado presente en aquel momento tan importante de su hija.
'Al menos por el momento no parece que haya nietos…' pensaron al unísono Marcoryan y Zephyra, percatándose de que no había ningún infante en la sala, lo que indicaba que no había ningún nieto.
Tras ese pensamiento, la sala quedó en un completo silencio, el cual se rompió cuando de la nada Marcoryan estalló en risas, casi cayéndose de la cama. La reacción del hombre surgió de la revelación que tuvo al percatarse de algunas cosas.
"¡Ja, ja, ja…! ¡Oh, por los dioses! ¡Esto es tan irónico!" rió de diversión Marcoryan, preocupando a todos.
"Marcoryan… ¿qué sucede? ¿Por qué te ríes así?" preguntó Zephyra con preocupación por la cordura de su esposo, pues temía que saber que su hija se había casado le hubiese enloquecido.
Al igual que la madre de Asia, esta misma y Edzard miraban con preocupación al padre de esta, pero para el alivio de todos, Marcoryan se detuvo y mirando a Edzard, le hizo una pregunta.
"Así que eres el hijo de Selene… Je, sí, tienes esa misma sonrisa socarrona que ella. Supongo que ella está aquí, dime… ¿Por qué no ha venido a saludar?" preguntó Marcoryan con una sonrisa, pues deseaba ver a su pariente, la cual no solo era eso, sino que también era su mejor amiga. Sin embargo, su sonrisa y el buen ánimo que había obtenido al saber que Selene había tenido un hijo se esfumaron al ver cómo los ojos de su yerno se oscurecían. Sintiendo un poco de miedo por la respuesta, él preguntó. "¿Qué sucedió con Selene?"
La respuesta que comenzó a decir el chico, la cual fue la historia de su familia, provocó que Marcoryan y Zephyra sintieran algo de lástima por él, pero no solo eso, también sintieron sorpresa al saber que el chico había nacido y crecido en Aurbis. Sin embargo, pese a tener dudas, no lo interrumpieron, escuchando claramente todo y viendo con sorpresa cómo su hija tomaba su mano, dándole apoyo. Aquella acción les hizo ver que ambos se amaban de una manera muy profunda, por lo que supieron que era verdadero amor lo que los unía.
Los padres de Asia siguieron escuchando todo atentamente, en especial la parte en la que él comentó que era un Dovahkiin, algo que sorprendió a Marcoryan, quien solo sonrió, diciendo que su padre y el abuelo de Edzard hubiesen estado más que encantados de saber esto, pues gracias al matrimonio de Edzard y Asia, la dinastía Cumberland sería de la Sangre del Dragón en su totalidad. Tras ese comentario, el joven siguió contando su historia, explicando cómo Asia había llegado a Aurbis, algo que sorprendió a sus padres, pero aun así, se sintieron felices de que ella hubiese logrado encontrar la felicidad allí. Finalmente, toda la conversación dio un giro cuando Edzard mencionó a Marie, la hija que él y Asia tenían, provocando que los dos padres de Asia casi se desmayaran de la sorpresa. Aun así, tras recuperarse, siguieron hablando hasta que Edzard finalmente terminó de contarles el destino de sus padres.
"Ya veo… así que Molag Bal…" dijo Marcoryan mientras sus ojos estaban ensombrecidos por su cabello. La alegría que sintió al saber que tenía una nieta a la cual mimar había sido opacada por la noticia de lo que le había ocurrido a su pariente. Aun así, levantándose, miró a su yerno. "Edzard… Quiero verlos."
La sola y contundente frase que soltó el padre de Asia tomó por sorpresa a todos, incluso a Edzard, quien no pensó que su suegro tuviese estómago para algo así en su estado. Aun así, él asintió, pues se había percatado de que él era alguien muy tozudo, un rasgo que compartía con su madre.
Levantándose de su silla, Edzard estuvo por acercarse a él, pero antes de siquiera dar un paso, su mano fue tomada por Asia, quien le dio una mirada de preocupación, la cual surgía de la preocupación que ella tenía por cómo esto podría afectar la mente de su padre en su estado actual. La respuesta que Edzard le dio fue una mirada, la cual le transmitió todo lo que él pensaba de esto. Aquel cruce de miradas fue todo lo que ambos necesitaron para comunicarse, por lo que al final, Asia soltó la mano de su esposo, al mismo tiempo que soltaba un suspiro.
Tras ello, Edzard se acercó a su suegro y, moviendo una mano, conjuró una botella de vidrio, cuyo contenido de color rojo provocó que los ojos de Marcoryan se abrieran, dando paso a una sonrisa divertida.
"Vaya… realmente eres una caja de sorpresas… dime algo, ¿Tú la has hecho?" preguntó Marcoryan mientras extendía su mano, tomando la botella.
Las palabras de su suegro provocaron que Edzard sonriera, dándole un asentimiento como respuesta. Al ver la respuesta de Edzard, Marcoryan tomó una bocanada de aire y, acercando la botella a sus labios, bebió su contenido de un solo sorbo. El sabor del líquido invadió la boca de Marcoryan, provocando que este abriera los ojos, pues esta poción sabía muy diferente a las que estaba acostumbrado, pues sabía bien, algo diferente a las pociones de la segunda Era, las cuales solían saber a orina de duende, algo mencionado por algunas personas, no es que él hubiese bebido orina de duende.
Tras beber la poción, una luz dorada cubrió el cuerpo de Marcoryan, curando sus heridas. Este suceso provocó que los ojos de Zephyra se abrieran como platos.
"I-increíble." Tartamudeó Zephyra, la cual no podía creer lo que veía. Esto se debía a que, al ser una maga más que consumada, Zephyra no había visto algo así en su vida, algo que su mente rápidamente comparó con las afamadas lágrimas Phenex que vendía el clan demonio homónimo. "¿Q-q-qué es esa poción?"
La pregunta lanzada por la suegra de Edzard fue respondida por su hija, la cual estaba a su lado, por lo que podía hablar cómodamente sin elevar mucho la voz.
"Es una poción de curación de clase definitiva hecha con plantas de Nirm." Respondió Asia, poniendo una sonrisa, pues nunca en su vida había esperado poder hablar así con su madre.
La respuesta de su hija provocó que Zephyra rápidamente la mirara, abriendo los ojos con sorpresa al ver cómo su hija parecía saber cómo hacer esas pociones. Fue en ese instante que ella tuvo una idea, en especial al ver cómo esta había sanado a su esposo. Así que, mirando a su hija, preguntó. "Asia, querida… ¿podrías darme una de esas pociones para poder curarme?"
No pasó ni un segundo desde que ella hizo esa pregunta hasta que recibió la respuesta, siendo su yerno quien respondió.
"Lo lamento, pero eso es imposible."
La respuesta fue tan rápida y contundente que hizo que tanto Marcoryan como Zephyra giraran las cabezas rápidamente, mirando a Edzard.
"¿P-p-por qué?" preguntó Zephyra, la cual aún estaba en estado de shock por la rapidez y franqueza con la que Edzard le había respondido.
"Eres una terrícola pura, ingerir alimentos o sustancias que tengan origen en Nirm sería lo mismo que tomar nitroglicerina mezclada con TNT… no tengo que decirte qué te pasará, ¿verdad?" La respuesta que oyó Zephyra provocó que ella y Marcoryan se sorprendieran, pero a la vez se preguntaran cómo es que lo sabían.
"Si se preguntan cómo lo sabemos, solo diré que ya hemos puesto a prueba esa teoría." Comentó Edzard, quien se dio cuenta de que sus suegros estaban tratando de averiguar cómo es que él sabía eso.
La reacción que Edzard y Asia observaron tras la respuesta del hijo de Akatosh no fue para nada inesperada, ya que ellos sabían que lo que Edzard había hecho no era algo que haría una buena persona, pero esperaban que entendieran que era una medida necesaria. Afortunadamente, se dieron cuenta de que ellos entendían que esas acciones eran necesarias, crueles, pero necesarias.
"Ya veo… no preguntaremos por el momento, pero tras esto, me gustaría tener una charla más profunda contigo, Edzard… solo los dos…" dijo Marcoryan, quien tras sentirse renovado por la poción, se levantó y comenzó a caminar hacia donde estaban su esposa y su hija. Al llegar, se acercó a su esposa y le dio un beso. Tras ello, puso la mano sobre la cabeza de su hija y la despeinó ligeramente, provocando que Asia hiciera un puchero, lo cual provocó que los presentes sonrieran divertidos.
Tras eso, Edzard y Marcoryan se despidieron, dejando a Asia con su madre.
El ambiente que siguió al sonido de la puerta cerrándose fue uno de incomodidad, pero no de la incomodidad que nace del odio o desprecio, sino de la incomodidad que surgía de la incapacidad de no poder iniciar una conversación entre dos personas.
Tanto Asia como Zephyra se encontraban una frente a la otra, mirándose y desviando la mirada hacia otro lado, incapaces de comenzar una conversación decente. Cuando una intentaba abrir la boca, la otra lo hacía al mismo tiempo, causando que ellas se interrumpieran en innumerables ocasiones. Afortunadamente, luego de más de quince intentos de comunicarse la una a la otra, Zephyra logró decir las primeras palabras de la que sería la primera conversación madre-hija que tendrían desde el nacimiento de Asia.
"Así que casada y con una hija…" dijo Zephyra, no en tono de reproche, sino en tono de tristeza. "Realmente me he perdido los mejores momentos que pude haber pasado contigo, Asia."
La forma en como su madre le hablaba provocó que Asia levantara la mirada y no se sorprendió mucho al verla lagrimear un poco. Esto se debía a que ella también era una madre ahora y podía entender cómo se sentía su propia madre, pues el solo pensar en estar separada de su hija ya era un suplicio para ella, no podía ni siquiera empezar a comprender cómo es que ella se sentía ahora mismo. Lo único que pudo hacer Asia, lo cual fue más instintivo que otra cosa, fue abrazarla.
Al momento en que Zephyra sintió el abrazo de su hija, dejó que las lágrimas corrieran como cascadas nuevamente. Esto se debía a que, desde que despertaron, ella y su esposo habían tenido como foco principal saber dónde estaban para luego de informarse de su ubicación salir a buscar a su hija, la cual pensaban que tendría como máximo dos o tres años, pero la realidad no fue así. Fue un duro golpe para ellos, pero a diferencia de su esposo, el cual podía controlar mejor sus emociones, ella siempre fue demasiado emocional, por lo que el miedo de que al saber que habían pasado tanto tiempo y que su hija ya era casi una adulta se hizo palpable en el posible rechazo que podrían sufrir por parte de Asia. Sin embargo, parecía que su hija no los odiaba y ella estaría eternamente agradecida a cualquier deidad por esto.
El abrazo entre madre e hija duró un buen tiempo y cuando se separaron, ambas se sonrieron y dejaron salir una risita, pues se dieron cuenta de que eran muy similares.
"Así que… querida… ¿Cómo es tu esposo?" preguntó Zephyra una vez que dejó de sonreír, poniendo la cara más seria que podía en este momento.
La forma en que su madre le preguntaba sobre Edzard provocó que Asia sintiera curiosidad por cómo lo hacía, pero tras pensarlo unos segundos, se dio cuenta de algo. Se percató de que su madre quería saber qué clase de persona era Edzard y ella temía que su madre no lo aprobara, no porque ella aceptaría cualquier cosa que le dijese, sino porque deseaba que toda su familia se llevase bien.
Al ver que su hija parecía tener miedo de lo que podría decir al oír sobre el joven, Zephyra sonrió y comenzó a acariciar su cabello, tarareó una suave canción, la cual, por extraño que pareciese, comenzó a calmar los nervios de Asia.
"No pienses que quiero separarte de tu esposo, querida. Por mucho que me duela, tú ya eres casi una adulta, y debo respetar tu decisión." Dijo Zephyra, sonriendo con algo de tristeza, aun así, sus palabras provocaron que cualquier duda de Asia se disipara, por lo que sonriendo, comenzó a hablar con ella sobre Edzard.
Zephyra escuchó con atención sobre su yerno, sonriendo con cada palabra que su hija comentaba, pues se notaba que había mucho amor en cada palabra que ella decía. Gracias a las palabras de su hija, aprendió que su yerno no era la persona más amable que podía encontrar, ya que Asia no le ocultó nada.
'Ese chico… ¿Cuánto carga en sus hombros?' pensó con tristeza Zephyra tras oír todo lo que su hija había contado. Lo que su hija había dicho de Edzard le hizo darse cuenta de que el chico tenía algunos problemas mentales, no poseía alguna locura, pero sí algunos trastornos, los cuales eran muy comunes en los veteranos de guerra. 'Tendré que hablar de esto con Marcoryan cuando regrese… ese chico, no, Edzard, no puede seguir así… no solo por su propio bien, sino también por el de mi hija y mi nieta…'
"Mamá… ¿puedo pedirte un consejo?" preguntó Asia, sacando a Zephyra de sus pensamientos. Al oír la pregunta de su hija, Zephyra la miró y sintió algo brotar dentro de ella. Una sonrisa apareció en su rostro al saber que al parecer había algunas cosas en las que podía enseñarle algo a su hija.
"¡Claro! ¿Qué deseas saber, hija?"
Los labios de Asia se abrieron, intentando hacer la pregunta, pero antes de que siquiera pudiese decir algo, su mente recordó algo importante, algo que no le había contado.
"¿Asia?" preguntó Zephyra mientras miraba cómo su hija parecía preocupada por algo. "¿Sucede algo?"
"S-s-sí…" respondió Asia, la cual desvió el rostro hacia otro lado, provocando que la preocupación en su madre aumente ligeramente.
"¿Qué cosa?"
"V-verás… sucede que Ed tiene concubinas y…"
"¿Qué?" preguntó en shock Zephyra, la cual tenía los ojos abiertos como platos al oír aquello, comenzando a pensar seriamente en que su yerno no era para nada una buena persona. Sin embargo, antes de que siquiera pudiese hacer un escándalo, Asia se le adelantó.
"B-bueno verás…" dijo Asia con algo de timidez, pues no sabía cómo empezar. Sin embargo, sabía que debía explicarse rápido, antes de que su madre se hiciese una mala idea de lo que pasaba y terminase pensando que Edzard no le había consultado nada, por lo que juntando una gran cantidad de coraje, comenzó a explicarle todo.
La mente de Zephyra, la cual había estado en shock en un inicio, comenzó a armar todo el panorama de lo que ocurría, esto gracias a lo que su hija le contaba. Estuvo escuchando todo ello por varios minutos, hasta que finalmente su hija terminó de contar todo… y si era sincera consigo misma, una parte de ella quería darle un buen golpe a su hija y otra quería felicitarla por su madurez. Si bien es cierto que ella venía de un hogar católico tradicional, su exposición al mundo sobrenatural gracias al demonio con quien tenía un pacto le había hecho ver situaciones un tanto ambiguas y que serían consideradas no normales en las familias humanas normales, siendo la situación más común la poligamia. Ella sabía que la mayoría de las personas con influencia ligadas al mundo sobrenatural tenían un harén, pero no se esperaba que en Nirm pudiese haber harenes, esto basado en lo que su esposo le había dicho. Sin embargo, parecía que estaba equivocada. Aun así, ella no estaba conforme con ello.
"¿Estás segura de mantener ese tipo de relación?" preguntó Zephyra, la cual estaba preocupada de que su hija pudiese salir lastimada por esto. Sin embargo, la respuesta que recibió de su hija hizo que viera que no debería preocuparse tanto por ello.
"Sí… en un principio no me parecía lo correcto, pero ahora… no puedo pensar en una vida sin que ellas estén con nosotros…"
"Ya veo… Y por cómo hablas supongo que quieres mi apoyo para algo que ha ocurrido con ellas, ¿verdad?"
"Sí…"
"Bien, entonces… cuéntame todo."
Mientras Asia y su madre comenzaban a crear su relación de madre e hija, Edzard se encontraba caminando junto a Marcoryan. El paso de ambos era tranquilo, pero apresurado.
"Así que… ¿Este castillo está en un reino de bolsillo?" preguntó Marcoryan mientras observaba el paisaje que estaba fuera del castillo.
"Sí." Respondió Edzard de manera algo rígida.
Al ver la forma en cómo Edzard le respondía, Marcoryan solo sonrió divertido, ya que le parecía algo gracioso que este le hablase así.
"¿Qué nombre le han puesto a este reino?"
"Aún no hemos elegido, pero hay algunos nombres sobre la mesa."
"Ya veo… ¿Puedo hacerte algunas preguntas?" preguntó Marcoryan tras girar una esquina, llegando a unas escaleras.
"Claro, no veo ningún problema, siempre que sean preguntas sensatas."
"Tranquilo, no son preguntas raras…. Dime algo, ¿Qué estás haciendo para tratar tu Trastorno de Estrés Postraumático?"
La mención de aquella afección psicológica provocó que Edzard se detuviera de manera abrupta.
"¿Qué?" preguntó Edzard, entrecerrando los ojos, pues sintió que su suegro lo acababa de llamar loco.
"Ahhhh… Mira chico, no quieras intimidarme…. Sé que eres mucho más poderoso que yo y que si estuviéramos en bandos opuestos no tendría ninguna oportunidad contra ti. Pero no estamos en bandos contrarios, y sé que no me atacarás…"
"¿Qué te hace pensar que no puedo hacerlo?" preguntó Edzard moviendo sus dedos, conjurando magia en ellos.
La forma en que Edzard movía los dedos en forma de amenaza provocó que Marcoryan sonriera con diversión.
"No eres un monstruo… al menos no uno que atacaría a alguien solo porque sí…"
Al oír la respuesta de Marcoryan, Edzard sonrió y negó con la cabeza.
"No sabes nada…"
"Lo sé, por eso quiero saber… no es bueno para ti, ni para mi hija y mucho menos para mi nieta que mantengas todo para ti… cuando te casaste con Asia, prometieron cargar sus problemas juntos. Así que, confía en ella, confía en mí… sé que recién nos conocemos, pero tu madre fue mi mejor amiga y eres el esposo de mi hija… tú estuviste para ella en su peor momento, no solo eso, por la forma en cómo te ve, me he dado cuenta de que eres realmente especial para ella…"
La forma en que Marcoryan hablaba provocó que Edzard se sonrojara un poco, pues se sentía raro ser elogiado por su suegro, pues normalmente los suegros parecían odiar a los esposos de sus hijas. Sintiéndose cada vez más avergonzado por las palabras de Marcoryan, Edzard decidió responderle.
"V-vale… prometo que hablaré con Asia y el resto de las chicas sobre mis problemas."
"Bien, eso está mejor…. Espera… me parece o te oí decir 'el resto de las chicas'…. ¿No me digas que…?" preguntó Marcoryan tras percatarse de las palabras de Edzard. La mente del bretón comenzó a trabajar a mil por segundo y en un instante logró descifrar lo que pasaba. "Tú tienes un harén, ¿verdad?"
La forma en que Marcoryan mencionó la palabra Harem hizo que Edzard se sintiera algo intimidado, pues no había más que una fiera ira en la voz de su suegro. Aun así, él no se dejaría amedrentar por él, por lo que mirándolo a los ojos, le respondió. "Sí, así es."
Los ojos de Marcoryan se abrieron como platos al oír a Edzard responderle de manera tan directa. Apretando los puños, el hijo del duque de Alcaire estuvo por darle un buen golpe a Edzard, pero antes de siquiera mover un dedo, decidió darle la oportunidad al chico de explicarle todo.
"Antes de que decida golpearte, te daré la oportunidad de que me digas por qué en el nombre de los divinos tienes un harén…. Dudo que Selene te haya educado así…Así que, por favor, explícame qué sucede." Pidió con los dientes apretados Marcoryan, el cual miró a Edzard a los ojos todo este tiempo.
Al oír la petición del bretón, Edzard lo miró y tras pensarlo solo unos segundos asintió y sentándose en la escalera, le indicó a Marcoryan que se sentase a su lado. Cuando el bretón se sentó a su lado, Edzard comenzó a contarle todo, como la idea del harén fue impulsada en cierta manera por Asia, sorprendiendo así a Marcoryan, el cual solo se llevó una mano a la frente. Tras ello, Edzard siguió contándole todo, diciéndole que si bien él podría enamorarse de otras mujeres, él nunca iría a espaldas de Asia, por lo que si alguna quería entrar, debía de hablar con Asia, quien tenía la decisión final en todo ese asunto.
"Ya veo… así que eso ocurrió… una parte de mí no quiere aceptarlo del todo, pero si mi hija es feliz con esto, no me opondré. Así que… ¿Cómo es tener varias mujeres?" preguntó Marcoryan, sonrojándose un poco, pues era un poco vergonzoso para él hablar de esto con Edzard.
"Umm… raro, increíble… Todo depende de los momentos." dijo Edzard mientras se llevaba una mano al mentón.
"¿En serio? Vaya… siempre pensé que ser un hombre rodeado de varias mujeres era algo increíble, pero supongo que no lo es… bueno, podemos dejar eso para más tarde cuando me las presentes… puede que no sean mi hija, pero soy parte de los Cumberland y ellas también lo son… así que, ahora, llévame a ver a Selene." dijo Marcoryan, levantándose.
"Vale… vamos." dijo Edzard, levantándose y caminando hacia donde sus padres estaban encerrados.
El dúo de hombres caminó con tranquilidad, llegando hasta donde estaban encerrados los padres de Edzard.
"Así que este es tu laboratorio… Está muy bien surtido." Comentó Marcoryan al ver el laboratorio de alquimia, el cual tenía varios tubos de ensayo y otros artilugios para la fabricación de pociones.
"Sí… te recomiendo que esperes un momento, removeré algunos de los sellos para que puedas verlos." dijo Edzard, caminando hacia la entrada de la habitación donde estaban sus padres, colocando su mano en la cerradura mágica.
"Bien." las palabras de Marcoryan fueron acompañadas por sus pasos, pues él caminó hasta llegar a la mesa, donde se sentó y esperó que el hijo de su pariente removiera los sellos.
'Esa cerradura es rara… tres anillos con combinación, una barrera de contención de energía, una barrera de maldición paralizante… Realmente formidable, incluso las mazmorras de más alto nivel en Roca Alta no tenían tanta seguridad.' Pensó Marcoryan, observando todas las barreras que habían sido desactivadas. Tras ver que el joven demoraría un poco, desvió su mirada y esta se posó en el libro que estaba en el escritorio. Al momento de ver el contenido del libro, sus ojos se abrieron de sorpresa. Moviendo de manera rápida, comenzó a mover hoja por hoja. 'Todas… todas son recetas de antídotos… Pero, no son antídotos normales, todos los ingredientes son muy difíciles de hallar, pero no solo eso, entre las mezclas está usando como estabilizadores algunos fragmentos de Aetherius… La sola cantidad de dinero invertido en esto solo es comparable con la cantidad de dinero necesario para reconstruir una ciudad tres veces…'
"Ya está…" dijo Edzard, sacando a Marcoryan de su ensoñación.
Al oír al hijo de Selene, Marcoryan volvió a la realidad y dejando de ver el libro, se acercó a donde estaba Edzard. Al llegar, vio que la puerta estaba abierta y daba a un pasaje.
"¿Es aquí?"
"Sí… solo entra a la sala y los verás tras la barrera." Respondió Edzard con voz algo triste y distante.
"Vale… ya vuelvo."
Luego de decir aquellas palabras, Marcoryan caminó hacia la barrera. Los pasos del hijo del duque eran pesados, y su respiración también. Cada paso hacía que su corazón pesara y la preocupación llenara su ser. Cuando al fin llegó a la barrera, sus ojos se abrieron de sorpresa y se llenaron de lágrimas. La persona que consideraba su hermana menor estaba sentada en una cama, vistiendo una túnica blanca con pantalones del mismo color. Estaba con el cabello enmarañado y cuando posó su vista, se dio cuenta de que Edzard había dicho la verdad, pues sus ojos ya no eran verdes como antaño, sino que eran de color azul.
"Selene…" susurró Marcoryan con voz llena de pesar.
Luego de ese susurro, Marcoryan giró la cabeza y vio al esposo de Selene. Al verlo, se dio cuenta de que era un nórdico, pero no era uno normal, ya que se dio cuenta de que su mirada parecía más perdida que la de una persona normal. El hombre vestía la misma ropa que Selene y estaba en el mismo estado.
'Realmente el mundo es cruel… pensar que están tan cerca de su hijo y no poder hablar con él… pensar que no son capaces de pensar por sí mismos… maldición, maldita sea…' pensó Marcoryan, sintiendo una mezcla de tristeza e ira en su ser. Apretando sus puños, los hizo sangrar mientras mentalmente juraba ayudar a su yerno a encontrar la forma de salvarlos.
Tras su juramento mental, giró y comenzó a salir de la habitación, dispuesto a hablar con Edzard sobre todo lo que había ocurrido en el pasado y lo que ocurría ahora en el mundo.
Mientras Edzard y Asia hablaban con Marcoryan y Zephyra, en una de las habitaciones del ala médica, el resto de las chicas que vivían en el castillo y formaban parte del grupo de Edzard estaban descansando. El sol entraba por la ventana, permitiendo que iluminara y diera calor a la habitación.
Las chicas estaban en varias camas, estando todas ellas conectadas a diferentes máquinas, las cuales monitoreaban sus estados de salud.
En una de las camas estaba Rossweisse, la cual lentamente comenzó a mover los párpados, terminando por abrirlos y despertando. Aunque no fue la única, pues a su lado, el resto de las chicas también despertó.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Y aquí esta el capítulo 68… Wiiii…
¡Feliz año nuevo 2024 a todos! Que este año sea un año de éxitos personales y de paz en sus corazones y mentes.
Me tomo tiempo, no dormir días, pero al menos logre terminarlo… espero que les guste este capítulo.
Ahora, hablando de este, vemos que es más que todo un capítulo de interludio, donde al fin logro plasmar a los progenitores de Asia. Me costo un poco, pero espero que les guste como se comportan estos. Ahora, sobre el pasado de estos, poco a poco en los capítulos posteriores se los iré presentando.
Finalmente, sobre como va el fanfic… me temo que las cosas con mi familia no se han tranquilizado y por ello tendré que tomarme un descanso, esto me lo esta diciendo mi psicólogo (por que sí, tuve que ir a uno porque estaba comenzando a tener ataques de pánico esta semana), por ello dejare de subir capítulos un tiempo. Sin embargo, eso no quiere decir que dejar de escribir, no, usare este tiempo para escribir el futuro del fanfic, es decir, escribir mis ideas para conectarlas mejor con lo que ya tengo avanzado. Si hay suerte, para cuando vuelva lo hare con un maratón de 3 capítulos.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
