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Capítulo 75
— Cada batalla que luches dejará una marca indeleble en tu memoria, hijo. Pasarán los años, pero siempre recordarás los horrores y las consecuencias de la guerra. —
Reflexión que Eitar le dice a Roland, deseando evitar que su hijo se una a la Legión Imperial durante la Primera Gran Guerra 174 4E.
El sol estaba ocultándose, pintando el cielo con un hermoso color que cubría la ciudad de Kuoh y sus alrededores. Por la posición del astro rey, era evidente que en cuestión de tiempo desaparecería por completo, dando paso a la noche. Gracias al clima agradable, muchas personas se encontraban fuera de sus casas, paseando, ya fuera solos, en pareja o en familia. Sentado en uno de los bancos del mismo parque donde Raynare había asesinado a Issei tiempo atrás, se encontraba Edzard.
El hijo de Akatosh estaba reflexionando sobre la conversación que había tenido con su esposa el día anterior.
Flashback
"Ed, tenemos que hablar de Rossweisse y de Ingvild."
Al oír que su esposa mencionaba esos nombres, Edzard sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pues intuía que tal vez no le gustaría esta conversación. Aun así, asintió, indicando que estaba dispuesto a hablar de ello.
"¿Qué sucede con ellas?" preguntó Edzard con algo de curiosidad, aunque no mucha, ya que intuía el camino que tomaría esta conversación.
La pregunta de Edzard provocó una mirada en blanco por parte de Asia, quien lo miró por unos segundos antes de soltar un largo suspiro.
"¿Realmente quieres hacerte el despistado, Ed?"
Cuando oyó la pregunta de su esposa, solo sonrió incomodo. Llevándose una mano a la nuca, se la rascó de manera incómoda. Aun así, no le dio una respuesta verbal hasta unos segundos después. "No, no quiero hacerlo..."
Al oír la respuesta de su esposo, Asia sonrió levemente y, llevándose una mano al pecho, tomó una gran bocanada de aire para calmarse.
"Ed, dime... ¿Eres consciente de que ellas dos te aman?" preguntó Asia mientras juntaba ambas manos y las apretaba suavemente.
Al escuchar eso, Edzard se tensó por un segundo, pues no esperaba que su esposa fuese tan directa. Aun así, sabiendo que este tipo de conversaciones debían hacerse desde el corazón, habló con la verdad.
"La verdad es que sí... lo he sabido desde hace no mucho..." respondió Edzard, sonrojándose ligeramente, pues no era fácil decirle a su esposa cosas como estas cuando estaban solos. "¿Por qué preguntas esto? Espera... ¿no me digas que?"
"No, no lo han hecho." respondió Asia rápidamente, dándose cuenta de lo que su esposo estaba preguntando. "Ninguna me ha preguntado si puede entrar en la familia..."
Aquella revelación sorprendió a Edzard, quien no supo cómo reaccionar. Sin embargo, comenzó a intuir de qué trataba todo esto... aun así, prefería que ella se lo confirmase.
"Asia, cariño... ¿No me digas que planeas...?" preguntó Edzard mirando a su esposa con ojos tristes, pues comenzó a suponer qué la motivaba a hacer lo que él intuía.
"Sí... planeo darles un pase libre a ellas." terminó de decir Asia, mirando al cielo al terminar de hablar.
La respuesta de Asia fue lo que Edzard necesitó para confirmar su teoría. Moviendo sus manos, tomó su rostro suavemente y la hizo mirarlo. Cuando sus ojos se encontraron, el hijo de Akatosh vio el conflicto que ella estaba teniendo internamente.
"Asia..." comenzó Edzard, tratando de encontrar las palabras para reconfortarla. "No debes hacer esto... tú misma pusiste las reglas... no debes dejarlas de lado solo por culpa..."
Los ojos de Asia se abrieron cuando se dio cuenta de que su esposo había comprendido la razón por la que estaba haciendo esto. Lentamente, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, que empezaron a caer por sus mejillas.
"L-lo sé..." dijo Asia entre sollozos, sintiéndose patética. "Sé que esto no debería afectarme tanto, pero... pero cuando cierro los ojos aún puedo ver lo que hice. Sé que ellas me han perdonado, pero no puedo seguir adelante, al menos no hasta que las haya compensado como se debe. Sé que lo que estoy haciendo es horrible y que al hacerlo estoy lastimando al resto de las chicas, aunque, cuando se los mencioné me dijeron que no tenían problemas. Aun así, entiendo que esto es como escupir en sus caras el esfuerzo que hicieron para entrar a esta familia, pero... yo... yo no sé qué más hacer..."
Tras soltar esas palabras, Asia se lanzó a los brazos de su esposo, comenzando a sollozar en su hombro. Al verla en este estado, Edzard la abrazó y comenzó a consolarla. Tardó más de quince minutos en calmarla y, cuando estuvo un poco más tranquila, lo primero que hizo fue mirarla a los ojos.
"Está bien... tranquila, si ellas han aceptado, entonces no hay problemas..." susurró Edzard mientras ponía una sonrisa en su rostro para animar a su esposa. Aunque sentía que su apoyo era insignificante, por alguna razón, ella comenzó a calmarse hasta que dejó de llorar.
Cuando Asia dejó de llorar, Edzard le pidió que le contara todo lo que había hablado con las chicas sobre el tema de Ingvild y Rossweisse. Escuchó atentamente cómo se había desarrollado toda la conversación entre ella y el resto de las chicas. Se sorprendió cuando todas aceptaron la idea, pero se estremeció al escuchar la razón por la que lo habían hecho.
'Escupir en sus caras mis pelotas... ellas están de acuerdo para ponerme en una situación de estrés que saben que... Oh, es cierto... ellas no saben...' pensó Edzard, dándose cuenta de que ellas no sabían lo que pasaba por su mente cada cierto tiempo. Eso le hizo darse cuenta de que debía ser más abierto con ellas sobre eso.
"Entonces, Ed... ¿aceptas?" preguntó Asia mirando a su esposo a los ojos.
Cuando él oyó la pregunta de su esposa, la miró y, al ver sus ojos rojos por el llanto anterior, estuvo tentado a decir que no, pero al ver que ella esperaba que él diera ese paso... Tras pensarlo unos segundos, aceptó.
Fin del Flashback
Edzard soltó un suspiro largo cuando terminó de recordar lo que había conversado con su esposa. La conversación había sido reveladora, pero a la vez alarmante, al menos para él. Una sonrisa irónica apareció en su rostro cuando se dio cuenta de algo. No había sido él quien había dado el primer paso para comenzar sus diferentes relaciones amorosas.
"Je, je, je..." comenzó a reír Edzard, pero con una risa hueca y sin humor, pues era para sí mismo... un recordatorio de lo cobarde que era en ciertos aspectos. "Soy capaz de lanzarme a luchar contra un dios sin temor, pero no puedo expresar lo que siento a una mujer... realmente, no sé si soy patético o solo un cobarde..."
Tras aquellas palabras, Edzard soltó otro suspiro y comenzó a mirar al cielo. Su mente comenzó a recordar la razón por la que estaba allí. La razón era simple: quería ir a un lugar a pensar, para poder encontrar una forma de decirles a ambas, a Rossweisse y a Ingvild, cómo se sentía. Una sonrisa apareció cuando comenzó a pensar en ellas. Las dos eran hermosas, pero eso no era lo único, pues para él, ellas, al igual que cada una de sus amantes, eran únicas a su manera... y mientras pensaba, se daba cuenta de que cada una de ellas parecía reflejar una cierta parte de él...
Mientras reflexionaba, su mente cada vez más se enfocaba en los rostros de todas sus amantes, pero ahora comenzaba a incluir los rostros de Ingvild y Rossweisse. La sonrisa en su rostro se hizo más grande con cada segundo que pasaba... al menos, eso fue hasta que oyó algo...
«¿Buscas la felicidad después de lo que nos hiciste?»
«¿Crees que puedes escapar de tus acciones tan fácilmente?»
«¿Cómo puedes buscar la felicidad cuando has dejado tantos huérfanos y viudas a tu paso?»
«¿Puedes realmente ser feliz sabiendo lo que nos hiciste?»
«¿Realmente crees que mereces la felicidad después de todo lo que has hecho?»
Los ojos de Edzard se abrieron de golpe cuando aquellas voces, las voces que siempre lo atormentaban, comenzaron a resonar en su mente. Lentamente y de forma constante, el corazón de Edzard comenzó a aumentar sus latidos, resonando en los oídos del joven dragón. La respiración de Edzard se volvió errática, provocando que empezara a jadear. Su cuerpo comenzó a producir más sudor de lo normal, empapando por completo sus ropas. Lentamente, el sonido de las voces aumentó en cantidad, pasando de ser unas pocas personas a casi miles hablando al unísono.
Edzard comenzó a apretar los dientes mientras esas voces seguían hablando, haciendo que su mente dejara de pensar en su familia y volviera a las batallas que había luchado. Lentamente, los sonidos de las aves, las personas conversando y las risas de los niños en el parque fueron suplantados por los gritos de agonía y dolor, el choque de espadas, hechizos mágicos explotando, y el sonido de las flechas silbando en el aire. Los olores también cambiaron, pues Edzard dejó de percibir el aroma normal de las ciudades de la Tierra y comenzó a oler el asqueroso olor de un campo de batalla. El olor era una mezcla entre el olor a hierro de la sangre, los excrementos que soltaban los muertos al morir, la carne descomponiéndose…
Antes de que aquel pensamiento lo consumiera, rápidamente se mordió el labio, provocando que sangrara. El dolor fue lo suficientemente fuerte como para que Edzard dejara de escuchar esas voces.
"Haaaahhhh..." fue el primer suspiro que soltó Edzard tras aquel suceso. Sin embargo, antes de que su mente estuviese completamente en calma, sufrió otro ataque, esta vez con otras palabras y otras voces.
«Nuestros hijos lloran en la noche, buscando a los padres que esta guerra se llevó.»
«Las risas que una vez llenaron nuestras calles han sido reemplazadas por el silencio que tu Legión Imperial dejó.»
«Miras nuestras caras y ¿qué ves? ¿Ves el dolor que tu Legión Imperial nos ha dejado?»
«Nuestras familias están rotas, nuestras vidas destrozadas. ¿Puedes sentir el sufrimiento que esa maldita rebelión causó?»
«Nuestros corazones están llenos de recuerdos de los que perdimos gracias a la guerra que tu Legión Imperial trajo.»
«Cada día es una lucha, una batalla para seguir adelante después de la guerra civil que tu pueblo causó. ¿Puedes sentir nuestra desesperación?»
Estas nuevas voces eran de niños, ancianos y mujeres. Todas ellas contenían dolor y tristeza, pero también rabia y odio. Lentamente, la mente de Edzard comenzó a ver las familias destrozadas que vio al finalizar la guerra. Sin embargo, antes de que esto lo afectara más, rápidamente conjuró una daga vinculada y, de un solo movimiento, se la clavó en la pierna derecha.
"Gkr…" fue el gruñido de dolor que soltó Edzard al autolesionarse. Esto no era algo que le gustara hacer, pero logró su cometido: al momento en que el dolor comenzó a atravesar su cuerpo, las voces empezaron a callarse, dejando al joven dragón solo... al menos por ahora.
Cuando las voces se esfumaron, Edzard se dejó caer en su banco y se cubrió el rostro con ambas manos. Con el rostro tapado, recordó por qué no solía expresar bien sus emociones, o mejor dicho, por qué no daba el primer paso en sus relaciones románticas. Cada vez que siquiera lo intentaba, aparecían esas voces, recordándole todo lo que había hecho. Era un guerrero, y ya había hecho las paces con lo que hizo durante la guerra civil en Skyrim y en la Segunda Gran Guerra, pero eso no significaba que la culpa no lo carcomiera. Cada cierto tiempo, aquellas voces, las víctimas de su espada en el pasado, regresaban para atormentarlo y recordarle sus acciones.
"Maldita sea..." dijo Edzard con dificultad, pues aún no se había recuperado de la falta de aire que tuvo hace poco. Moviendo una mano, se la llevó al cabello y lo despeinó un poco. Hizo este movimiento en un intento de calmar su mente inquieta y pensar más claramente. Lentamente, su corazón volvió a latir de manera normal, provocando que Edzard soltase un suspiro. Tras ello, comenzó a pensar en sí mismo y en cómo esto lo estaba afectando cada vez más, provocándole pesadillas recurrentes, incluso más que cuando Hermaeus Mora lo atormentaba cuando estaba en Nirm y en posesión de los Libros Negros.
"Tengo que hacer algo... No, no puedo seguir así..." dijo para sí mismo Edzard mientras comenzaba a sentarse de manera normal. Cuando estuvo sentado, recordó las palabras que había tenido con su suegro hace unos días. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus palabras eran ciertas. Había guardado esto por mucho tiempo... Sí, sus amantes sabían que solía tener pesadillas sobre la guerra, pero nunca les dijo la intensidad de estas. "Eso va a cambiar pronto... pero primero debo hablar con Rossweisse y con Ingvild. No puedo dejar esto en el aire más tiempo... las amo, al igual que amo a Asia, a Aika, a Mittelt, a Valerie y a Lint..."
Tras esas palabras, Edzard se decidió: primero hablaría con Rossweisse y luego con Ingvild. Moviendo su cabeza, intentó levantarse, pero el dolor de la herida que se había causado lo hizo volverse a sentar. Esto le recordó que estaba herido, por lo que comenzó a curarse de manera discreta. Cuando su pierna estuvo curada, se levantó, pero antes de comenzar a caminar, el teléfono que había comprado para pasar desapercibido cuando estaba entre los humanos y debía de hablar con alguien, sonó. Levantando una ceja por la curiosidad, vio quién lo llamaba y se sorprendió un poco. Sintiendo que esto era algo importante, contestó la llamada.
"¿Aló, Azazel? ¿Qué sucede?"
Las luces de la ciudad de Kuoh ya estaban encendidas, permitiendo que los residentes pudieran caminar con tranquilidad. La ciudad rebosaba de actividad, con personas saliendo de sus trabajos hacia sus hogares, mientras otros se dirigían a bares para pasar el tiempo con sus amigos.
En una de las tantas calles de la ciudad se encontraba un bar de categoría media. En su interior, además de la típica zona común, había áreas privadas. Una de estas salas tenía la apariencia de una sala tradicional japonesa, con tatamis en el suelo y varias ventanas que daban a la calle.
En medio de una larga mesa se encontraban algunos de los profesores de la Academia Kuoh, desde jóvenes hasta otros de mayor edad. Entre todos ellos, destacaban dos figuras: Azazel y Rossweisse. Ambos "profesores" habían llegado para una reunión de emergencia, programada de forma imprevista. La importancia de la reunión fue tal que Rossweisse, quien aún estaba bajo descanso médico, tuvo que asistir. Tras la reunión, que trató principalmente sobre los eventos que ocurrirían hasta el fin del ciclo escolar, algunos profesores sugirieron ir a tomar algo, y eso es lo que los trajo hasta aquí.
Azazel se divertía mientras miraba a todos sus "compañeros de trabajo" disfrutando, bebiendo alcohol y comiendo los diversos bocadillos en la gran mesa de madera central.
"Entonces, ¿qué planes tienes para el próximo mes, Azazel-san?" preguntó un profesor que estaba sentado al lado del líder de los Grigori.
Al oír la pregunta, Azazel sonrió y, levantando su vaso de whisky, respondió: "Lo mismo de siempre, supervisar a los alumnos y mantenerlos a raya para que no hagan ningún tipo de desastre en la academia".
La respuesta de Azazel lo hacía parecer un profesor preocupado por sus alumnos, algo que le daba la imagen de un docente digno. Sin embargo, la mente del líder de los Caídos tenía otras ideas.
'Supervisar que sigan fortaleciéndose mientras comenzamos a convertir esta ciudad en el principal centro de reunión sobrenatural, al menos en este lado del Pacífico.' pensó Azazel mientras bebía un sorbo de aquel trago. Una ligera mueca apareció en su rostro cuando el licor barato cayó por su garganta. 'Ahhh… realmente prefiero mi propia bodega personal de licores… Estos licores son caros para lo que realmente son, whisky barato diluido con agua y ligeramente especiado para darle un toque "exótico".'
Dejando aquellos pensamientos, Azazel bajó su vaso y comenzó a recordar lo que había pasado no hace mucho.
Flashback
"¡¿Estás seguro de lo que dices?!" gritó Azazel mientras miraba a su amigo, Baraqiel.
"Sí, Azazel." Respondió Baraqiel, con una mirada más seria de lo normal. "Fuimos atacados por un aliento de dragón de fuego que obviamente pertenecería a un dragón que, como mínimo, tiene el rango de Rey Dragón."
La respuesta de su amigo hizo que Azazel se dejara caer en su cómodo sillón. Estaban en el piso franco que Azazel tenía en la ciudad de Kuoh. El Cadre había aparecido de la nada tras llevar a todos los híbridos a las instalaciones de los Grigori, algo que hizo por órdenes de este, quien no quería perder la oportunidad de examinar a estos híbridos artificiales y saber que los diferenciaba de los humanos normales y los seres sobrenaturales de su mundo.
"Maldición." Gruñó Azazel mientras se llevaba una mano a la sien. "Eso no debería ser posible, no hay Reyes Dragón que atacarían así como así a personas que están en contra de la Khaos Brigade. De lo que sabemos, todos los Reyes Dragón están fuera del control de ese grupo de terroristas… Eso dejaría solo a… los dragones malignos..."
"¡¿Dragones malignos?!" gritó con sorpresa Baraqiel, mostrando una preocupación evidente en su rostro. "¡Eso es imposible! ¡Se supone que nadie sabe el paradero de ese dragón!"
"Es cierto, pero piensa, Baraqiel. Un dragón con ese poder mínimo debe estar a la altura de un Rey Dragón, pero Crom Cruach es más fuerte que Tiamat, la más poderosa de los Reyes Dragón."
"Entonces…"
"Sí, el mocoso está luchando contra el dragón maligno más poderoso." Dijo Azazel con algo de preocupación, pues sabía que, pese a que había derrotado a Loki, Edzard aún no se había enfrentado a un dragón del nivel de poder de Crom Cruach.
"¿Crees que estará bien?"
Al oír la pregunta de su amigo, Azazel sonrió, dándole calma tanto a Baraqiel como a él mismo. "Sí, el mocoso es duro de matar."
Fin Flashback
'Al final tuve razón, el bastardo que atacó esa base de Nilrem fue Crom Cruach… ese cabrón, ¿cómo es que ha obtenido esa resistencia innatural a las armas asesinas de dragones…?' pensó Azazel mientras, de manera sutil, apretaba el vaso que contenía su bebida.
¡Crash!
El inconfundible sonido del vidrio rompiéndose se hizo presente, llamando la atención de todos los que estaban allí.
"¡Azazel-san!" gritó el profesor que había estado hablando con el líder de los Caídos.
Al oír que decían su nombre, Azazel miró su mano y se dio cuenta de que había aplastado su vaso, derramando su whisky por todo su pantalón. Cuando se percató de esto, el líder de los Grigori soltó un suspiro, pues había arruinado un buen par de pantalones.
"¿Estás bien, Azazel-san?" preguntó otro profesor, que se acercó al líder Grigori.
"Sí, solo he derramado algo de licor en mi ropa." Dijo Azazel mientras desviaba su mirada y observaba a los profesores más jóvenes juntos.
'Parece que está bien… al menos así lo estará mientras no beba alcohol.'
Entre todos los profesores jóvenes, se encontraba Rossweisse junto a algunas de sus compañeras de trabajo. La joven valquiria estaba completamente sobria, pues hasta ahora se las había arreglado para evitar beber una sola gota de alcohol. ¿Cómo lo había logrado? Bueno, había usado varias tácticas, como servirse un vaso de cerveza y luego, con un movimiento discreto cuando nadie miraba, vaciar el contenido. También usaba magia para eliminar la cerveza, todo esto para evitar hacer un lío.
'Mientras no beba alcohol, todo estará bien... Nadie debe verme en ese estado; no es bueno para mí, como maestra, mostrarme incapaz de controlar mis emociones.' pensó Rossweisse mientras miraba el vaso con agua en su mano. Ahora mismo estaba bebiendo agua porque, según sus palabras, el calor del lugar le estaba afectando.
'Ahhhhh... hace calor aquí...' pensó Rossweisse, abanicándose con la mano para aliviar la sensación de calor que tenía. El ambiente caluroso la había llevado a quitarse el blazer, quedándose solo con su blusa.
La joven valquiria no había conversado mucho con sus compañeros debido a una sola razón: las miradas de los varones. Ellos, después de haber bebido durante un buen rato, le lanzaban miradas nada santas. Rossweisse sentía que querían desvestirla con la mirada y, de no ser porque eran sus colegas y estaban rodeados de otros profesores, les habría dado un sermón sobre ese comportamiento.
Dejando de lado esos pensamientos, Rossweisse bebió un trago de su agua fría, que descendió por su garganta, refrescándola un poco y permitiéndole soltar un suspiro de felicidad. Sin embargo, se vio obligada a salir de sus pensamientos cuando escuchó una voz que la hizo mirar hacia su origen.
"Rossweisse-san." dijo la voz de una de sus compañeras, una joven de veintitantos años, con largo cabello castaño y ojos verdes. Su nombre era Hina y era la profesora del curso de inglés de la academia.
"Ah... Hola, Hina-san." respondió Rossweisse con una sonrisa al ver a su compañera de trabajo. "¿Sucede algo?"
"La verdad es que sí." dijo Hina, usando un tono de voz que denotaba preocupación. "Parece que no te estás divirtiendo. ¿Hay algo que no te guste de la reunión?"
La pregunta de Hina sobresaltó un poco a Rossweisse, pues sabía que era de mal gusto criticar una salida con tus mayores en este país. Parpadeando rápidamente, intentó pensar en una buena excusa. Lamentablemente, no pudo encontrar ninguna, pero otra de sus compañeras salió a su rescate.
"Hina-san, creo que Rossweisse-san está sumida en sus pensamientos." dijo Ryouko, otra compañera de trabajo. Ryouko era una joven de veintiséis años con cabello rojo corto y un cuerpo voluptuoso. Sus ojos verdes mostraban una picardía innata.
El comentario de Ryouko hizo que Rossweisse se sonrojara ligeramente, pues no esperaba que pudiesen ver tan fácilmente lo que pasaba por su mente.
"Ya veo... ¿Por eso has estado evitando beber?" preguntó Hina, con una mano en su mentón.
"No, no, no es eso." respondió rápidamente Rossweisse, negando con la cabeza.
"¿Entonces qué es? No creo que tenga que ver con las actividades programadas hasta el fin del año escolar, ¿verdad?" preguntó Ryouko con suspicacia, observando a Rossweisse más detenidamente. Mientras la miraba, se dio cuenta de algo: la joven movía sus manos de una forma peculiar... una manera que solía ver en algunas de sus estudiantes cuando estaban... Dándose cuenta de lo que era, Ryouko sonrió de manera un tanto macabra. "Parece que ya sé qué tiene."
Las palabras de Ryouko hicieron que tanto Rossweisse como Hina la miraran. La primera, preocupada y asombrada de que se hubiera dado cuenta; la segunda, con curiosidad.
"¿En serio? ¿Qué es entonces?" preguntó Hina, con expectación en su voz.
"Problemas del corazón... ¿verdad, Rossweisse-san? ~" preguntó Ryouko con ligera picardía, acercando su rostro al de Rossweisse.
El rostro de Rossweisse se enrojeció al momento en que oyó a Ryouko decir aquello. Aun así, no quería decir nada, pero para su mala suerte, su expresión indicaba que su colega tenía razón.
"Vaya... parece que di en el clavo~." dijo Ryouko sonriendo con diversión, observando a Rossweisse como si fuera un pez fuera del agua.
Las palabras de Ryouko hicieron que Hina mirara a su compañera de trabajo, completamente asombrada. La razón de la sorpresa era simple: la fama de Rossweisse. La joven profesora era conocida por ser una mujer responsable, casi hasta el fanatismo. Sin embargo, no había habido ninguna noticia de ella saliendo con alguien. De hecho, había un rumor circulando entre algunos estudiantes que fueron a Kioto, que decían que la profesora se había emborrachado y había confesado no haber tenido nunca un novio.
Ese rumor causó gran confusión entre los jóvenes profesores, pues no entendían cómo alguien podría no enamorarse de la joven profesora. Aunque ella era más estricta de lo esperado, también era responsable y trabajadora, cualidades que deberían atraer a alguien. Sin embargo, parecía que, si era verdad, eso estaba por acabar. Así que, sentándose al lado de Rossweisse, tanto Hina como Ryouko se acercaron para interrogarla.
"Así que... ¿quién es el afortunado?" preguntó Ryouko con una sonrisa.
"Sí, ¿es alguien que conocemos? ¿Alguien de la academia?" preguntó Hina mientras tomaba un pequeño sorbo de su vaso de cerveza.
Las preguntas de sus dos colegas hicieron que Rossweisse se sintiera incómoda, no solo porque era algo personal, sino porque no tenía una relación cercana con ellas como para contarles algo tan íntimo. Sin embargo, una pequeña parte de ella quería el consejo de otras personas. Sabiendo que no podía hablar de esto con nadie más de su círculo, pues todos conocían a Edzard, decidió abrirse un poco.
"Es alguien que conocí en Islandia." respondió Rossweisse, mirando fijamente su vaso de agua y recordando cómo conoció a Edzard esa noche.
"Así que es un extranjero... si no mal recuerdo, tú también vienes de allí, ¿verdad?"
"Sí, yo también soy de allí." respondió rápidamente Rossweisse, recordando su portada como maestra.
"Ummm... ¿y cómo se llama?" preguntó Hina, sintiendo curiosidad por quién podría ser el joven.
"Se llama E-Edzard Rolandson."
La respuesta de Rossweisse fue acompañada de un ligero tartamudeo y un notable sonrojo, lo cual no pasó desapercibido por sus colegas. Al percatarse de ello, comenzaron a sospechar que no se trataba solo de un simple enamoramiento. Por ello, se miraron entre sí y, queriendo saber más, decidieron hacerle más preguntas a Rossweisse. Algunas fueron para conocer más sobre su pasado, ya que no sabían mucho de ella.
Aunque al principio Rossweisse estaba incómoda al contar cosas muy personales, lentamente comenzó a abrirse. Con cada palabra que salía de su boca, sus compañeras se dieron cuenta de que el rumor sobre su falta de novios era cierto. Aunque esto les sorprendió, la causa de ello les parecía a la vez tonta e increíble: tonta porque aprendieron que había abandonado todo tipo de interacción social para estudiar y demostrar su valía, pero increíble porque descubrieron que había saltado varios grados y se había graduado muy joven de la universidad.
"Increíble... realmente eres increíble, Rossweisse-san." comentó Hina, mirando a la joven valquiria con asombro.
"Sí, te saltaste varios grados. Debiste ser muy lista y disciplinada." comentó Ryouko, mientras sus ojos brillaban con respeto y algo de admiración.
Al escuchar los halagos de sus compañeras, Rossweisse se sonrojó de vergüenza. No consideraba esos logros dignos de elogio, pues a pesar de su excelencia académica, en lo social era torpe y.… tenía su mayor fracaso: ser incapaz de usar la magia de su clan. Eso la había llevado a tomar las decisiones de su juventud.
El semblante de Rossweisse se volvió sombrío, lo cual fue notado por Hina y Ryouko. Ambas se dieron cuenta de que Rossweisse estaba sombría por lo que había tenido que sacrificar para lograr sus metas. Esto les provocó empatía, y moviendo sus manos, las colocaron en los hombros de la valquiria.
"Tranquila, Rossweisse-san." dijo Hina con voz amable. "No te preocupes por el tema del novio... estoy segura de que Edzard-san caerá rendido a tus pies... ¿Verdad, Ryouko-san?"
"Claro, no solo eres lista, también eres hermosa y tienes un cuerpo envidiable." respondió Ryouko con una sonrisa coqueta, guiñándole juguetonamente un ojo. "Estoy segura de que cuando llegue el momento, romperán la cama."
Esas palabras hicieron que el sonrojo de Rossweisse aumentara de intensidad. El rubor era tan intenso que en cualquier momento podría salir humo de sus oídos. En su mente, comenzaron a surgir varias imágenes cada vez más nítidas de ella haciendo cosas pervertidas con Edzard. Puede que no lo demostrara, pero en el fondo de su ser, deseaba hacer cosas pervertidas con su futuro novio. En este caso, la imagen de ese futuro novio era la de Edzard, quien en sus pensamientos le hacía todo lo que solía hacer con sus amantes.
El corazón de la valquiria comenzó a acelerarse, y para tranquilizarse, buscó algo para beber. Sin embargo, en su prisa, tomó el vaso equivocado, uno que no contenía agua, sino vodka.
Los ojos de la joven se abrieron como platos cuando el sabor de aquel líquido descendió por su garganta, ya que ardía como el infierno, lo cual le hizo comenzar a toser con fuerza.
¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF! ¡COF!
La tos de Rossweisse llamó la atención de todos, especialmente de sus dos compañeras que estaban a su lado.
"¡Rossweisse-san!" gritó Hina con preocupación mientras intentaba darle un vaso con agua. Moviendo su mano, la profesora de inglés le entregó el vaso a la valquiria, quien lo tomó de un solo sorbo. Sin embargo, no dejó de toser.
Rossweisse comenzó a sentir su cuerpo ligero, muy ligero, y un calor antinatural se expandía por todo su ser. Esto la hizo darse cuenta de que estaba ebria, pero antes de que pudiera decir o hacer algo, sintió una punzada en la boca del estómago. Aquella punzada dio paso a unas arcadas que amenazaron con hacerla vomitar allí mismo.
"¿Rossweisse-san, estás bien?" preguntó Ryouko al verla pálida, algo que la preocupó mucho.
"N-no... me voy al baño." dijo con dificultad Rossweisse, levantándose abruptamente y saliendo lo más rápido que pudo en dirección al baño.
Azazel caminaba por el pasillo del bar, secándose las manos. Había ido a lavárselas para quitarse la sensación pegajosa del whisky barato y limpiar un poco sus pantalones.
"Ahhhh… realmente odio el licor barato…" dijo entre suspiros mientras terminaba de secarse las manos.
Levantando la mirada, el líder de los Grigori vio algo que lo asombró: una Rossweisse que se dirigía apresuradamente hacia él. Una pizca de curiosidad se apoderó de él al verla correr así, pero antes de que pudiera decir algo, se vio obligado a hacerse a un lado cuando ella pasó de largo.
'Eso fue raro…' pensó Azazel, hasta que se dio cuenta de algo. Cuando la valquiria pasó a su lado, notó que tenía la cara roja, pero no de vergüenza, sino un rojo que había visto en su rostro cuando estuvieron en Kioto hace un tiempo. Al darse cuenta de que estaba borracha, Azazel suspiró, pues sabía que no sería bueno que ella estuviese así frente al resto de los profesores.
Asi que, moviendo su mano, tomó su teléfono, pero antes de llamar, miró hacia donde había corrido la valquiria y se dio cuenta de que no se había dirigido al baño, sino que había tomado la ruta para salir del bar.
"Ahhhh… parece que se ha equivocado de ruta… bueno, espero que pueda encontrarla." dijo Azazel mientras marcaba un número, esperando que este respondiera. Cuando al fin respondió, habló con una sonrisa.
"Mocoso, ¿Dónde estás?"
La luz de las bombillas del alumbrado público no iluminaba por completo el callejón al lado del bar donde Rossweisse había estado previamente. La joven valquiria estaba apoyada contra una de las paredes, mirando al suelo. Su boca tenía el característico sabor amargo de la bilis, mientras a sus pies había un charco formado por lo último que había comido, mezclado con bilis y jugos gástricos.
Su respiración era errática; vomitar tanto le había resultado difícil. Aun así, se sentía un poco mejor que antes, aunque aún no estaba libre de los efectos del alcohol. Su cabeza estaba ligera y sus extremidades no reaccionaban como ella esperaba.
"Vaya… Chicos, miren lo que nos hemos encontrado." dijo una voz masculina a sus espaldas.
"Fiuuuu… mira ese trasero, amigo." dijo otra voz masculina, soltando un silbido.
Las voces hicieron que Rossweisse girara la cabeza, observando a los dueños de esas voces: dos jóvenes japoneses de unos veinte años, vestidos como los típicos delincuentes juveniles. Aunque los que hablaron fueron dos, en realidad había un grupo de quince personas.
Pese a escuchar que hablaban de ella de manera lasciva, Rossweisse no les respondió. No porque no quisiera, ya que estaba en condiciones de darles una paliza, sino porque el malestar del alcohol en su sistema era más fuerte.
"Vaya, parece que estás hecha un lío… ¿Qué te parece si te hacemos un lío, pero de una forma más divertida?." preguntó el que parecía ser el líder de la pandilla.
"Sí, sí… vamos, nena, esto será divertido." dijo otro pandillero, lamiéndose los labios mientras se imaginaba ciertas escenas con Rossweisse.
"L-lo siento, pero n-no estoy interesada…" respondió la valquiria, llevándose una mano a la boca para evitar volver a vomitar.
La respuesta de Rossweisse no agradó a los pandilleros, que chasquearon la lengua con molestia ante ello.
"Por favor, no seas así, onee-san~… Vamos a divertirnos." dijo el líder pandillero acercándose a Rossweisse.
La joven valquiria miró al pandillero acercarse y estuvo tentada a lanzarle un hechizo en la cara, pero no lo hizo por mucho que quisiera. No solo estaba mal, sino que también podría poner en peligro el secreto de los seres sobrenaturales.
El pandillero llegó hasta Rossweisse y la tomó de la muñeca, comenzando a jalarla lentamente. Al momento en que Rossweisse sintió que le tocaban, movió su otra mano de manera inconsciente, intentando lanzarle un puñetazo en la cara al pandillero, pero debido al alcohol, falló el golpe.
"¡Maldita perra!" gritó el pandillero al ver cómo Rossweisse casi lo golpea. Su rostro se distorsionó de ira. Levantando la mano, estuvo a punto de lanzarle una bofetada a Rossweisse para "enseñarle su lugar". Sin embargo, antes de que pudiera mover la mano, escuchó un grito que lo dejó helado.
Girando la cabeza, el pandillero vio cómo uno de sus subordinados caía hacia adelante, completamente inconsciente, con los ojos desenfocados antes de caer de cara al suelo. El causante de ello se manifestó a espaldas del pandillero caído. Era un joven de unos diecisiete o dieciocho años, aunque sus ojos parecían los de una persona de más edad. Vestía una camisa blanca, pantalones negros y zapatos de vestir.
"¿¡Quién coño eres, cabrón!?." gritó el líder de los pandilleros al ver llegar al chico.
"¿Ed?." susurró Rossweisse al ver a su interés amoroso allí.
La voz de la valquiria fue baja, pero audible para el pandillero. Al percatarse de que parecía que esos dos se conocían, una sonrisa grotesca apareció en su rostro.
"Vaya, así que se conocen… ¡Perfecto! ¡Escucha, imbécil! ¡Quédate quieto a menos que quieras que le pasen cosas desagradables a esta onee-san!" gritó el pandillero, moviendo su cuerpo de tal manera que quedó a espaldas de Rossweisse, torciéndole un poco el brazo. Aunque no le causaba dolor a la valquiria, pues el pandillero no tenía la fuerza para ello.
Al oír la amenaza de su líder, el resto de su pandilla rodeó al recién llegado.
"Tuviste suerte con nuestro amigo, pequeño punk." gruñó uno de los pandilleros mientras se tronaba los nudillos.
"Sí, imbécil… terminarás molido a golpes por meterte donde no te han llamado." dijo otro pandillero, adoptando una posición de combate básica de karate.
El resto de los pandilleros estuvieron de acuerdo y comenzaron a insultar al recién llegado. Sin embargo, para su sorpresa, este no les prestó atención, sino que estaba mirando a Rossweisse.
"¡Oye, imbécil, haznos caso!" gritó un pandillero mientras levantaba su puño para golpearlo en la parte trasera de la cabeza.
Al ver cómo Edzard iba a recibir un golpe, Rossweisse se movió y gritó: "¡Edzard!
El grito de la valquiria llegó a los oídos de Edzard, que solo sonrió de manera fría. Ante los ojos de todos los presentes, Edzard esquivó el golpe dando un paso hacia adelante y girando hacia la izquierda, rodeando al pandillero de manera extremadamente rápida. Esto le permitió estar a espaldas del malandrín, quien no pudo ni gritar antes de recibir una potente patada en la nuca, dejándolo fuera de combate con un solo movimiento.
La acción de Edzard asombró y aterrorizó a los pandilleros, que dieron un paso atrás por el miedo.
"Solo lo diré una vez… Suelten a mi novia, de lo contrario, les daré la paliza más grande de toda su miserable existencia." dijo Edzard con una voz tan fría que provocó escalofríos en todos los pandilleros.
Sin embargo, aquellas palabras no tuvieron el mismo efecto en Rossweisse. Ella no sintió un escalofrío, sino que su corazón comenzó a latir más rápido. La sangre comenzó a bombearse con más velocidad, sonrojando su rostro.
"¡Maldito cabrón! ¡Mátenlo!" gritó el pandillero que tenía sujeta a Rossweisse.
Al oír aquello, Rossweisse recordó que la tenían "atrapada". Así que, parpadeando, decidió salir de esa situación. Moviendo su pierna derecha, lanzó un taconazo directo a las joyas del pandillero.
¡Crunch!
El repugnante sonido de algo aplastado se hizo presente cuando el talón de Rossweisse impactó en las bolas del pandillero, aplastándole los testículos.
"¡AAHHHH!" gritó el pandillero antes de soltar a Rossweisse y caer de rodillas, llevándose las manos a su entrepierna, que estaba sangrando.
Resulta que debido a su estado de ebriedad, Rossweisse no había controlado su fuerza, lo que hizo que terminara por abrirle el escroto al pandillero. Esto manchó su pantalón de sangre mientras él sollozaba de dolor. El dolor era tan grande que terminó por perder el conocimiento.
El resto de los pandilleros estaban en shock al ver cómo habían deshuevado a su líder, convirtiéndose en presas fáciles para Edzard. El joven se movió a gran velocidad, repartiendo golpes certeros y fuertes a cada uno de los pandilleros, dejándolos fuera de combate en cuestión de quince segundos.
Cuando todos los pandilleros estuvieron inconscientes, Edzard comenzó a caminar hacia Rossweisse. Al estar frente a ella, movió sus brazos para atraparla, ya que la joven valquiria quiso caminar hacia su amigo, pero debido al alcohol, terminó tropezando.
"¿Estás bien, Rose?" preguntó Edzard con preocupación mientras sostenía en sus brazos a Rossweisse.
La joven valquiria no respondió de inmediato; solo enterró su rostro en el pecho de Edzard. Unos segundos después, negó con la cabeza.
Al verla en este estado, el hijo de Akatosh sintió que ella se sentía mal por lo que acababa de pasar. Sin pensarlo dos veces, movió su brazo derecho y, de un movimiento rápido, la levantó por detrás de las rodillas.
"¡KYAAAA!" fue el gritito que soltó Rossweisse al sentir cómo Edzard la cargaba como a una princesa.
"¿Estás más cómoda ahora?." preguntó Edzard con una sonrisa al ver cómo el rostro de Rossweisse se sonrojaba aún más.
La valquiria solo asintió, pues era verdad. Se sentía más cómoda que antes, tan cómoda que estuvo tentada a dormir un poco para que se le pasara la borrachera.
Tras esto, Edzard comenzó a caminar, saliendo de aquel callejón. Mientras caminaba, el hijo de Akatosh no tuvo ningún tipo de cuidado, terminando por pisar a un pandillero, quien, para su sorpresa, soltó una especie de gemido.
Al oír aquel gemido, Edzard se sintió muy mal y, deteniéndose, miró al pandillero con una mezcla de asco y sorpresa. Negando con la cabeza, decidió no prestarles más atención y se fue de allí.
Cuando finalmente salieron del callejón, una ligera brisa de aire sopló. El aire frío hizo que el cuerpo de Rossweisse se estremeciera ligeramente, ya que, sin su chaqueta, sentía algo de frío.
"¿Tienes frío?" preguntó Edzard, preocupado por la salud de la valquiria, ya que era consciente de que los cambios de temperatura afectaban a quienes habían bebido. Esto último era algo que él mismo había experimentado cada vez que salía de las tabernas en Skyrim, pues en más de una ocasión había terminado más ebrio por salir sin abrigo que por todo el alcohol que había bebido.
"Un poco…" respondió Rossweisse con voz baja mientras seguía escondiendo su rostro de Edzard, pues no quería que él la viese tan sonrojada.
"Ummm… entiendo, entonces, volvamos al palacio para dejarte en tu—"
"¡No!" fue el grito que soltó Rossweisse, aferrándose más a Edzard.
La reacción de la valquiria sorprendió enormemente a Edzard, quien no sabía qué pasaba. Para entender la razón por la que su amiga se ponía de esa manera, le preguntó qué sucedía.
"Yo... yo no quiero volver aún…" respondió Rossweisse mientras dejaba de esconder su rostro y miraba a Edzard a los ojos. "¿Crees que podamos ir a otro lugar a conversar?"
La petición de Rossweisse tomó por sorpresa a Edzard, quien por unos segundos no supo qué decir. Aun así, tras superar la sorpresa, miró a la valquiria y asintió. Esto lo hizo porque sabía que había cosas de las que debían hablar.
Así que, habiendo aceptado la petición de su amiga, Edzard comenzó a caminar cargándola hacia un lugar específico.
La luna ya estaba en lo alto cuando Edzard llegó al lugar donde quería llevar a Rossweisse. La caminata desde el bar hasta allí había transcurrido en silencio, algo que Edzard agradecía, pues su mente estaba sumida en muchos pensamientos.
El principal, por el momento, era que iría a ver a Azazel para llevarle un poco de ron de Stros M'kai. La razón era simple: la llamada que había recibido previamente del líder de los Grigori le informaba que Rossweisse estaba borracha y había salido del bar donde estaban reunidos todos los profesores, lo que significaba que podría pasarle algo malo si se topaba con las personas equivocadas.
Aquella noticia hizo que Edzard pensara que Rossweisse estaba en peligro, por lo que sin pensarlo ni dudarlo salió corriendo del parque y se dirigió hacia el bar… y fue allí donde se percató de algo: no sabía en qué bar estaban. Por eso se demoró, y con cada momento que tardaba comenzaba a preocuparse por no llegar a tiempo si algo malo le pasaba a la valquiria. Eso provocó que tuviera recuerdos de cómo no pudo llegar a tiempo para proteger a Kodlak de la orden de la Mano de Plata, algo que siempre lo atormentaba. Sabía que si no llegaba con Rossweisse a tiempo, la culpa sería peor, pues esta vez, a diferencia de lo de Kodlak, sabía que algo podría ocurrir.
Afortunadamente, recordó que ella siempre tenía la moneda que les había dado a todos los miembros de su equipo, por lo que le fue fácil encontrarla. Cuando supo dónde estaba, no perdió tiempo para viajar allí, y para poder ir más rápido, comenzó a hacer lo que los humanos llamaban parkour. Cuando al fin llegó y se percató de que Rossweisse estaba con otras personas, gracias a su olfato, no dudó en atacar al primero de esos imbéciles.
'Malditos pandilleros de mierda… si solo no fuera porque no quiero matar civiles, desde hace rato no estarían en este mundo…' pensó con ira Edzard, imaginándose lo que esos bastardos podrían haber hecho. La ira que sentía era tal que por un segundo estuvo tentado a regresar allí para terminar el trabajo, pero se detuvo de inmediato cuando recordó algo que dijo en el calor de su ira en ese momento. '¡Ahhhh! ¡Soy un imbécil! ¿Qué diablos me poseyó para decir que Rose es mi novia? ¡Ahhhh! ¡Soy un imbécil…! No sé cómo se lo tomará Rose, pero tengo que hablar con ella sobre esto ahora mismo… qué bueno que pidió una charla… no creo que sea bueno para nosotros estar tensos por no solucionar esto.'
Tras esos pensamientos, Edzard al fin llegó al lugar donde quería llevar a Rossweisse.
"Ya llegamos." dijo Edzard, llamando la atención de Rossweisse, quien tenía los ojos cerrados para descansar un poco y permitirle a su cuerpo eliminar algo del alcohol.
Al oír la voz de Edzard, la valquiria abrió los ojos y miró el lugar. No se sorprendió mucho, pues conocía ese parque. Era el parque donde el actual Sekiryuutei había sido asesinado por su "primera novia". Aunque no estaban en la fuente central del parque, sino que se encontraban en una de las zonas con árboles.
Caminando entre esos árboles, Edzard encontró el lugar perfecto para hablar con Rossweisse. Dando los últimos pasos, llegó hasta un árbol y, bajándola con suavidad, la dejó apoyada contra el tronco. Tras ello, se sentó y, apoyándose en el mismo árbol, quedó a menos de un metro de ella.
Ambos jóvenes se quedaron en silencio, mirando al cielo mientras pensaban en lo que había ocurrido hace poco. El silencio era cómodo pero también intranquilo, pues no hacía nada para calmar los sentimientos y pensamientos que ambos estaban experimentando en ese momento. Puede que ambos parecieran estar tranquilos por fuera, pero eso estaba muy alejado de la realidad, ya que Rossweisse sentía que su corazón estaba por salírsele del pecho, mientras que Edzard pensaba cómo abordar todo desde este punto. Afortunadamente, aquel silencio fue roto por uno de ellos.
"Oye, Ed." dijo Rossweisse con voz suave, pero lo suficientemente fuerte como para que su amigo no necesitara su sensible oído para poder escucharla.
"Sí." respondió Edzard, dejando de mirar al cielo y comenzando a mirar a su amiga.
"¿Por qué dijiste que eras mi novio?" La pregunta de Rossweisse fue acompañada de un marcado sonrojo en su rostro.
Al oír aquella pregunta, Edzard la miró y observó cómo sus ojos mostraban esperanza e ilusión. Fue al ver esto que entendió que ella esperaba que él dijera que era porque la amaba. Sin embargo, cuando intentó decirle algo, su cuerpo se detuvo en seco. Lentamente, aquellas voces de antes volvieron, impidiéndole decir algo.
Debido a la incapacidad temporal de Edzard para hablar, el silencio que se formó fue interpretado por Rossweisse como una negativa. Lentamente, la joven comenzó a bajar la cabeza, provocando que sus cabellos cubrieran sus ojos. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas a la par que su mente comenzó a pensar algunas cosas.
"Je, je… sí, lo suponía… ¿cómo es que alguien como tú podría enamorarse de una inútil como yo? Alguien que no pudo heredar la cresta de su familia por ser incompatible con la magia ancestral de su clan… alguien que no podía hacer bien su trabajo como valquiria…"
Todos aquellos eran los pensamientos que pasaban por la mente de la joven valquiria, quien, debido a la tristeza que sentía y el alcohol que aún quedaba en su sistema, no se dio cuenta de que estaba hablando en voz alta.
Mientras ella seguía criticándose, no se dio cuenta de que Edzard se había mordido el labio para calmar al menos por un segundo aquellas voces. Sin embargo, por mucho que quisiera callarlas, estas aún seguían allí, susurrando más débilmente, pero presentes.
Aun así, pese a seguirlas oyendo, él también escuchaba la voz de su amiga, y con cada insulto que se daba a sí misma, él se sentía peor. Sin embargo, pese a lo que sentía, no podía hablar. Cada vez que oía a Rossweisse, sentía como si una espada se clavara directamente en su corazón. Es por ello por lo que, debido al sufrimiento que vio en ella, decidió actuar. Sí, era posible que no pudiera hablar, pero había otras formas de demostrar afecto y había una en específico que podría demostrarle a Rossweisse cómo se sentía él.
Moviéndose más rápido de lo que esperaba, Edzard tomó a Rossweisse por los brazos de manera algo brusca. Esta acción provocó que la valquiria levantara la cabeza, mirándolo con ojos llorosos.
Al momento en que Edzard vio los ojos de Rossweisse llenos de lágrimas, sintió aún más convicción y, sin perder un solo segundo, capturó los labios de la valquiria en un profundo beso.
Los ojos de la valquiria se abrieron como platos al momento en que Edzard la besó. Su mente pareció hacer cortocircuito en aquel momento, por lo que demoró en comprender lo que pasaba, pero cuando lo hizo, lo primero que intentó fue separarse de Edzard, pues aún estaba dolida por el silencio. Sin embargo, cuando lo intentó, Edzard la abrazó con más fuerza, impidiendo que se liberara.
Aunque aún estaba dolida, ella comenzó a disfrutar del beso, por lo que cerrando los ojos, decidió que disfrutaría de esto, al menos hasta que terminara. Así que decidió corresponderle, dejándose llevar.
Aquel beso, el primero de Rossweisse, duró unos pocos segundos más, pues la joven valquiria no pudo soportar estar mucho más tiempo sin oxígeno.
Cuando se separaron, Rossweisse estuvo a punto de decirle algo a Edzard, pero este se le adelantó y juntó su frente con la de ella.
"Escúchame, Rose." dijo Edzard con voz firme, pero amable. El joven dragón hablaba de esa manera manteniendo su mente concentrada solo en lo que quería decir, ignorando las voces que comenzaban a gritar nuevamente. Pero esta vez no les dejaría ganar, no, esta vez esos bastardos no tendrían el control. "Nunca, nunca digas que eres una inútil, que no puedes hacer bien un trabajo… Para mí, tú eres alguien fuerte, responsable e independiente que es capaz de hacer todo lo que se propone. Y para responder a la otra pregunta que me hiciste… espero que ese beso haya bastado para decirte que también te amo… Sí, Rossweisse, yo dije que era tu novio porque eso es lo que quiero ser a partir de ahora: tu novio, tu amante… quiero que seas mía y yo ser tuyo. Quiero que pasemos la eternidad juntos, hasta que el mundo se acabe, juntos, tú, yo y el resto de mi familia."
Los ojos de la valquiria comenzaron a llenarse de lágrimas, las cuales ahora eran de felicidad. Lentamente, comenzó a sonreír, para luego gritar.
"¡Sí, sí quiero ser tu novia!" gritó Rossweisse con felicidad absoluta. La joven no perdió tiempo y, sin dudarlo, se lanzó a los brazos de su ahora novio. Este movimiento provocó que ambos cayeran sobre el suave pasto del parque.
Los dos terminaron en una posición algo comprometedora, con Rossweisse sobre Edzard, mientras sus piernas estaban algo enredadas. Aun así, esto hizo que ambos sonrieran al verse a los ojos antes de volver a besarse.
El nuevo beso que compartieron fue suave y tierno, transmitiendo toda la felicidad y el amor que sentían al estar juntos. Cuando se separaron, ambos se miraron en un cómodo silencio. Lamentablemente, este silencio no duró mucho, pues Rossweisse se dio cuenta de algo.
Al percatarse de lo que ocurría, la joven valquiria levantó la cabeza de manera rápida y algo brusca, llamando la atención de Edzard.
"¿Rose?" preguntó Edzard a su amante, su voz cargada de preocupación. No esperaba que ella se incorporara tan repentinamente. "¿Qué sucede?"
"Esto… esto no está bien, Ed…" dijo Rossweisse con preocupación, consciente de que había omitido un paso importante. Este pensamiento comenzó a atormentarla, haciéndola sentir como si estuviera haciendo trampa. Sin perder tiempo, le explicó a Edzard. "No le pedí permiso a Asia para estar contigo… si ella se entera de que me besaste, no sabemos cómo reaccionará, y mucho menos cómo lo tomará ahora que está tan sensible."
La voz de la valquiria contenía miedo y tristeza, pero antes de que pudiera decir algo más, Edzard entrelazó sus manos con las de ella. Esta acción sorprendió a Rossweisse, pero no tanto como lo que estaba por escuchar.
"Je, je… tranquila." dijo Edzard con una sonrisa.
Al oír la risa de Edzard, Rossweisse estuvo a punto de darle un sermón por bromear en un momento tan serio, pero antes de que pudiera decir algo, el hijo de Akatosh la interrumpió.
"Rose, no deberías preocuparte por eso."
"¿Y por qué no?" preguntó Rossweisse, llena de curiosidad y confusión.
"Haaahhh…" Edzard soltó un profundo suspiro, sin saber cómo Rossweisse tomaría lo que iba a decir. Aun así, continuó. "Rose, verás, Asia ha decidido darles un pase libre a ti y a Ingvild para estar conmigo."
La sorpresa se reflejó en el rostro de la valquiria al escuchar esto, pues no podía creerlo. Inicialmente, se sintió confundida, pero luego comenzó a sentirse feliz. Era como si Asia supiera que ella estaba enamorada de Edzard. Lentamente, miró a su amante y le preguntó: "Ed… ¿A-A-Asia sabía que yo…?"
"¿Que estabas enamorada de mí?" preguntó Edzard, completando la pregunta que Rossweisse no se atrevía a terminar.
Rossweisse asintió como respuesta, deseando saber la verdad.
"Sí, lo sabía, y no era la única." dijo Edzard con una sonrisa incómoda. "La verdad es que yo también lo sabía."
La revelación de que Edzard también sabía sobre sus sentimientos provocó que Rossweisse se sintiera mareada y avergonzada. La mente de la joven valquiria comenzó a preguntarse cómo era posible que se hubieran dado cuenta, pues creía que había sido cuidadosa en ocultar sus sentimientos.
"Estás pensando en cómo supe que me amabas si no dabas pistas, ¿verdad?" preguntó Edzard, ganándose un torpe asentimiento de Rossweisse. Al ver esto, decidió explicarse. "Bueno, eso es sencillo. Verás, cómo no darme cuenta si cada vez que te recogía en la academia o salíamos a pasear, siempre ibas mejor vestida de lo habitual, dejando de usar la ropa que compras en oferta. Además, siempre tartamudeabas y te sonrojabas cada vez que te hacía un cumplido. Si eso no es comportarse como una chica enamorada, entonces no sé qué lo es."
La contundente respuesta de Edzard hizo que Rossweisse se sintiera aún más avergonzada. La vergüenza que sentía era tal que parecía que sus orejas iban a expulsar humo. Para evitar esto, volvió a ocultar su rostro en el pecho de su novio. Mientras estaba allí, comenzó a recordar todo lo que había escuchado y, si era sincera, se sentía bien, feliz y eufórica, pero también derrotada e infeliz… como si este desenlace no fuese lo que esperaba.
Estos pensamientos confundieron a la joven valquiria, quien no entendía por qué se sentía así… al menos hasta que finalmente llegó a la horrible conclusión de que se debía al regalo de Asia. Se había preparado mentalmente para esto, para dar el paso de hablar con su amiga y ser parte de la peculiar familia que eran todos ellos, pero le habían arrebatado esta oportunidad. Esto la hizo sentir desanimada y derrotada, como si esto fuera una especie de compensación.
'Esto, esto no está bien… no se supone que sea así.' pensó Rossweisse con preocupación. Este pensamiento la llevó a decidir que debía encarar a Asia sobre esto y pedirle permiso personalmente. Sabía que Edzard la amaba y que tenía el pase, pero decidió ir de todos modos, para no desperdiciar el coraje que había reunido durante días.
Con la decisión tomada, Rossweisse levantó el rostro y miró a su amante.
"Ed… quiero hablar con Asia ahora mismo." dijo Rossweisse, con los ojos fijos en él.
Las palabras de la valquiria, cargadas de convicción, sorprendieron a Edzard por unos segundos, sin entender por qué quería hablar con Asia en ese momento.
"¿Por qué quieres hablar con Asia ahora mismo?" preguntó Edzard, curioso.
"Quiero decirle lo que debí decirle antes de que esto sucediera." respondió Rossweisse con seriedad.
La forma en que respondió su amante hizo que Edzard sintiera que, fuera lo que fuera que planeaba Rossweisse, no era nada malo, sino algo que necesitaba hacer. Suspirando, el hijo de Akatosh asintió, lo que provocó una sonrisa en Rossweisse.
"Vale, llamaré a Asia." dijo Edzard, conjurando el artefacto que usaba para comunicarse con otras personas. Al activarlo, la primera persona en aparecer fue Samira, una de sus sirvientas.
"Hola, Edzard-sama." dijo Samira con una sonrisa y una reverencia. "¿Desea que le comunique algo a alguien?"
"Sí, Samira. Quiero que le digas a mi esposa que vaya a mi estudio, por favor. Dile que la alcanzaré en unos momentos." respondió Edzard, recibiendo un asentimiento de Samira.
Tras ese breve intercambio, la proyección mágica desapareció, dejando solos a Edzard y Rossweisse.
"Listo, Asia nos estará esperando en mi estudio. Seguro primero dejará arropada a Marie o la preparará para la cena." dijo Edzard mientras veía a Rossweisse asentir.
Al escuchar la respuesta de su novio, Rossweisse se levantó, pero tropezó, quedando sentada a horcajadas sobre Edzard. Lentamente intentó ponerse de pie, pero antes de que pudiera hacerlo, Edzard se movió rápidamente y la abrazó, provocando que se sobresaltara un poco.
"¿Ed? ¿Qué-?"
Todo lo que estuvo a punto de decir fue interrumpido cuando Edzard la besó en los labios. La joven valquiria se sorprendió un poco, pero tras un segundo comenzó a corresponder el beso.
La pareja siguió besándose unos pocos segundos más, hasta que finalmente se separaron. Cuando lo hicieron, Rossweisse tenía una sonrisa en el rostro.
"¿Y eso por qué fue?" preguntó la joven valquiria con felicidad en su voz.
"Nada, solo quise hacerlo." respondió Edzard con una sonrisa mientras movía sus brazos para abrazar a Rossweisse por la cintura, atrayéndola más hacia él.
Sus cuerpos estaban tan juntos que podían sentir el calor del otro, algo que los reconfortó, pero también comenzó a hacer que la sangre de ambos jóvenes corriera más caliente. Esto los preocupó, ya que sentían que la lujuria comenzaba a aflorar en ambos, pero antes de que pudieran seguir, una voz los detuvo.
"¿Rossweisse-sensei? ¿Ed?"
Al oír la voz femenina que los llamaba, Edzard y Rossweisse miraron en esa dirección y vieron a Ingvild, observándolos con los ojos abiertos como platos y una expresión de completo shock.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Bueno, el capítulo 75 al fin está listo, XD.
Yendo directamente a lo más importante, he colocado algo que siempre he tenido en cuenta en el personaje del Dovahkiin: sus problemas mentales. Desde que tuve la idea para el personaje de Edzard, e incluso de su familia, incluido su padre y su abuelo, siempre he considerado el factor de las heridas de guerra. Siempre he tratado de que sus acciones en las batallas masivas sean para minimizar bajas, no solo por estrategia, sino por la culpabilidad.
Sobre el romance, como dije antes (no recuerdo en qué capítulo), haré que varios sucesos y acciones ocurran en segundo plano, para poder centrarme en avanzar más rápido algunas tramas. Así que espero que algunos eventos románticos no parezcan tan forzados.
También, debido a que este fic se me está yendo de las manos, en serio, tengo tantas ideas en la cabeza sobre futuros arcos que me temo que podría fácilmente llegar a escribir 100 capítulos más con todo lo que podría agregar. Por ello, me temo que haré que varios sucesos ocurran en segundo plano, pero haré menciones puntuales a ellos para mantener la coherencia lo mejor posible.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
