Hetalia: Axis Powers (y sus derivados) son propiedad intelectual de Hidekaz Himaruya. Yo no tengo propiedad de los personajes y el propósito de este fanfiction es solo de entretenimiento. No está permitida su comercialización.


"Cross Version"

Capitulo 3

London Blitz*

Bahía de Liverpool

Los pasos de los oficiales americanos retumbaban en el mulle en lo que descendían uno a uno del gigantesco acorazado de metal. Entre ellos, la nación de América se despidió alegremente con una mano de la tripulación mientras que con la otra lanzaba su saco con sus pertenencias sobre el hombro sano. El otro, todavía se encontraba débil bajo los metros de vendas y ungüentos.

Era el vestigios que había dejado el ataque a Pearl Harbor en su ser.

Las naciones sanaban rápidamente las heridas de sus cuerpos físicos, pero las de sus territorios, gente y cultura, tardaban mucho más en curarse. Había sido una sensación extraña para él, como un leve recuerdo de lo condicionado que era su inmortalidad; hacía mucho tiempo nadie había llegado a herirlo de esa manera, que casi olvidó que fuera posible.

Tal vez esa sensación de amenaza fue lo que impulsó exigirle a su superior intervenir finalmente en la guerra, o fue más el deseo de ser un héroe victorioso, no estaba seguro. Pero no requirió mucha persuasión, Roosevelt, como el resto de su gente, ansiaban una respuesta inmediata ante tan descarado ataque enemigo.

Cuando sus líderes le informaron a Churchill* que se unirían a la causa de los aliados, América esperó una respuesta de Inglaterra, pero en cambio no recibió ninguna palabra por parte de él. Los tratos y planes se realizaron por medio del alto mando de ambos países y sin más.

En realidad, había pasado mucho tiempo desde de la última vez que América había sabido de Inglaterra. No era ignorante de las condiciones de la guerra y el duro castigo que sufrían los aliados, pero había algo diferente en la conducta de su antiguo protector.

–Señor –llamó a América uno de los oficiales de bajo rango –, por aquí –agregó indicándole unos vehículos listo para trasportarlos.

Con su característica sonrisa en sus labios, el americano no lo dudo ni un instante antes de saltar dentro de automóvil. El viaje a Londres fue ameno y tranquilo a pesar de las sacudidas a causa de la suspensión desgatada de su método de transporte. La mente de América divagó en viejos recuerdos de la última vez que había estado en la isla inglesa, un poco más de cien años si estaba en lo correcto, cuando aún poseía su primer nombre.

Pero en ese lapso de tiempo muchas cosas habían pasado, en especial entre Inglaterra y él, que por mucho tiempo creyó que no sería posible que volviera a posarse en aquellas tierras del otro lado del atlántico. Algo que rápidamente aprendían las naciones ante sus vidas largas, era que la palabra "nunca" carecía de significado con el tiempo.

Y con la guerra golpeando la puerta de casa, muchas cosas definitivamente no serían como se la imaginó América.

–He escuchado que nuestros buques ya se encuentran por llegar a aguas japonesas –comentó el joven oficial tratando de entablar una conversación.

–Sabes que no puedo revelar información táctica a alguien de tu rango –soltó América con calma pero sin perder su sonrisa –. Between us –agregó rápidamente bajando la voz y agachando la cabeza –, te encuentras un poco retrasado en noticias. La guerra del pacifico ya ha empezado y pronto me uniré a ella –comentó de ultimo con intensidad que dejo algo pasmado al joven oficial que conducía el vehículo.

Tal vez era la primera vez para el joven oficial el tratar con una nación en persona o que América no había resultado justo como se lo imaginaba. La verdad podría ser mucho menos interesante. Aun así, el resto del recorrido continuó con calma y en silencio, mientras los grandes ojos azules del americano se perdían de otro lado de la ventanilla del automóvil.

Pero la confiada sonrisa de la nación americana desapareció de sus labios tan pronto se adentraron en la ciudad y pudo presenciar la destrucción a su alrededor. Había escuchado sobre los bombardeos a la capital inglesa, pero nunca se había imaginado el calibre de los mismos. Comenzó a preocuparse por Inglaterra, la ciudad capital de su país correspondía al corazón de una nación; no representaba el mismo daño efectuado a una isla lejana de la tierra continental, a los 57 días de bombardeo a una capital. ¿Se encontraba toda la ciudad en las mismas condiciones? ¿Cuánto tiempo había durado así? ¿Qué significaba para el cuerpo físico de Inglaterra? ¿Cómo había soportado tanto tiempo?

Antes de que sus pensamientos se volvieran aún más oscuros, su transporte finalmente llegó a su objetivo. Un viejo edificio que había aguantado con mayor éxito los ataques antes su pequeño tamaño y material de construcción.

–Lo esperan adentro, junto con los demás oficiales –le dijo su conductor –. No se preocupe por sus cosas, me yo las cuidaré.

Algo desconcertado con el golpe de realidad, América solo asintió en silencio al oficial antes de bajar de vehículo dejando su morral atrás. Se sintió perdido por un instante, en que los militares marchaban rápidamente en todas direcciones desde el edificio y la calle. El resto de su comitiva se adelantó, adentrándose en aquel lugar sin siquiera percatarse que América continuaba pasmado en medio de la calle.

–¿América?

La joven nación se volvió tan rápidamente en dirección de quien lo llamaba que casi se lastima el cuello.

–Canadá –saludó inmediatamente América al reconocer a su vecino y hermano del norte. Llevaba las ropas de un medico de campo, con las botas llenas de lodo y rostro de polvo. Aun así, su semblante era tan apacible como siempre.

–Me informaron que llegarías en estos días –le dijo este abalanzándose sobre él –, pero no creí que fuera tan pronto. ¿Cómo te encuentras? –agregó sin esperar respuesta –. Nos preocupamos cuando escuchamos lo de Pearl Harbor.

–¿Nos?

Desole. M-me refiero a Inglaterra y a mí –explicó agachando la mirada separándose de su hermano. Un incomodo silencio se formó entre ellos, hasta que finalmente Canadá se animó a sujetar al otro por el codo y guiarlo hacia el interior del edificio –. Acompáñame –dijo.

El edificio era una vieja casona, de estilo victoriano lleno de corredores y habitaciones, cada una de ella llenas de soldados y oficiales, cada uno ocupado llevando de un lado a otro equipo pesado, armamento de mano y planos de combate.

–Ha sido una lucha constante –explicó Canadá esquivando a la multitud en lo que se adentraban en la casona –, hemos avanzado en varios frentes, pero en otros… –repentinamente detuvo su marcha antes de volverse en dirección de América –. ¿Supiste de Francia?

Yes –contestó el otro llevando sus manos a sus bolsillos –. ¿Cómo no saberlo? El gobierno autoritario impuesto* en su país es un insulto a la democracia y libertad.

–Logró escapar de ellos ¿Sabes? –comentó el canadiense con una sonrisa –. Aún no hemos podido reunirnos con él debido a los constantes bombardeos, pero según los informes no se encuentra muy bien de salud.

–¿E Inglaterra?

El silencio de Canadá y la mirada incomoda detrás del cristal de sus gafas, lo dijeron todo.

–A veces me sorprende que siga de pie –explicó su éste con denotada preocupación –. Pero conoces a Inglaterra, al igual que su jefe, está dispuesto a luchar hasta la muerte.*

No era precisamente la respuesta que deseaba escuchar América. Era totalmente consciente de la resistencia de Inglaterra, así como su terquedad y petulancia, primero aceptaría la muerte que la derrota total. Pero eso no significaba algo que deseara el americano. La simple idea de Inglaterra sucumbiendo totalmente ante el enemigo era una imagen inverosímil para él.

Sin duda, Canadá debía estar exagerando.

–Es por él que deje por el momento el frente –comentó Canadá guiando de nuevo el camino entre la muchedumbre que se desplazaba por los corredores de la casona –. Para atender sus heridas –después de dar la vuelta por dos pasillos más, finalmente llegaron a dos grandes puertas de roble que eran celosamente vigiladas por dos soldados armados –. It's here.

El canadiense abrió ambas puertas de par en par de un solo empujón dejando al descubierto al otro lado lo que en algún tiempo fue un grande y elegante comedor, ahora solo era una sala de reuniones, con su gigantesca mesa de roble que decoraba la habitación, llena de planos de combate. Oficiales de diferentes nacionalidades, aliados de Inglaterra rodeaban la mesa mientras sus miradas se encontraban enfocadas en los diagramas frente a ellos y sus oídos a las palabras de su interlocutor.

A la cabeza de la mesa estaba la inconfundible figura delgada de Inglaterra, pero su aspecto en general dejaba mucho que desear. Estaba más delgado que nunca, su uniforme que solía siempre llevar impecable, se encontraba sucio y remendado. Su brazos izquierdo estaba atrapado por un cabestrillo y una vendas ensangrentadas cubrían todo su largo y delgado cuello.

Pero sus heridas no se detenían ahí, más vendas rodeaban su cabeza por completo atrapando entre ellas muchos de sus cabellos dorados, que habían perdido su brillo. Uno de sus ojos se encontraba cubierto por un parche sucio y su piel en general estaba más pálida que nunca.

Algo se estremeció dentro del pecho de América ante aquella visión decadente de su antiguo hermano y protector. Como si estrujaran su pecho y todo el aire de sus pulmones escapara. Su mente se quedo en blanco por los cortos segundos desde que se abrieron las puertas y sus pies se clavaron en el suelo ante su peso muerto.

Entonces, Inglaterra se percató de su presencia y levantó la mirada en su dirección. Sin importar los tormentos que había sufrido, la hambruna y las heridas, su ojo de verde esmeralda brillaba con intensidad, como si la llama que alimentaba a su cuerpo aún ardía intensamente en su interior a pesar de todo. Su mirada era imponente y penetrante, como si se aferraba con desesperación a la vida a pesar de su moribundo cuerpo.

Estados Unidos no pudo tolerarlo y antes de que alguien más se percatara de su presencia o de sus movimientos, regresó sobre sus pasos a toda velocidad y salió disparado de la habitación. Corrió por los corredores evitado a la gente en su camino, hasta que finalmente se encontró con un rincón olvidado en esa casona donde podría guarecerse en la soledad.

Su respiración estaba agitada, su cuerpo temblaba por el esfuerzo, pero su mente seguía atrapada en la mirada penetrante de Inglaterra y en su cuerpo decadente. Había sido demasiado para él… contemplar de aquella manera el remanente ser que se había convertido su ser más amado.

¿Por qué no lo ayudó antes? ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué no lo evitó?

–¡América! ¡América! –lo llamó Canadá alcanzándolo en aquel solitario rincón de la casona. Con cuidado, como si fuera una pieza frágil de cristal, el canadiense colocó su mano sobre el hombro del otro, en lo que susurraba –: Estas bien. ¿Qué te sucedió?

Nothing… nothing –negó América sacudiendo la cabeza y llevándose su manos a su cabellera –. Solo que… este héroe tiene un importante deber que cumplir –agregó dirigiéndole a su hermano una triste sonrisa.


Blitz: es el término alemán con el que se conoce a los bombardeos sostenidos en el Reino Unido por parte de la Alemania nazi que se llevaron durante la Segunda Guerra Mundial.

Franklin Delano Rooseveltfue un político y abogado estadounidense que ejerció como 32º presidente de Estados Unidos desde 1933 hasta su muerte en 1945. Su tercer y cuarto mandato estuvieron marcados por la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, que terminó apenas unos meses después de su muerte en el cargo.

Sir Winston Leonard Spencer Churchill fue un político, militar, escritor y estadista británico que se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente de 1951 a 1955 por parte del Partido Conservador.

La Francia de Vichy o régimen de Vichy se le conoce al régimen político autoritario y estado títere instaurado por el mariscal Philippe Pétain en parte del territorio francés tras la firma del armisticio con la Alemania nazi en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Churchill creía que la única opción era seguir luchando, incluso si Francia capitulaba, su uso de la retórica endureció la opinión pública contra una resolución pacífica y preparó al pueblo británico para una larga guerra; Sedice que los discursos de Churchill fueron «una inspiración para la nación y una catarsis para el propio Churchill».


Hola a todos.

Este es el primer capítulo "cross" del fanfiction y como se dan cuenta, el tono es diferente, es mucho más serio, crudo y basándose de hechos históricos. Además, son estos capítulos donde compartiré parte de mis headcanon (a diferencia de los capítulos face que son más irreverentes).

Por ejemplo, en este capítulo sería que las naciones a causa de su inmortalidad, su cuerpo de forma humana sana rápidamente de heridas, pero también están conectados con su tierra, gente y cultura, por lo que resultan enfermos y heridos después de ataques, catástrofes y problemas sociales y económicos. Y una forma de hacerles mucho daño es atacar su capital o tomarla, eso los deja vulnerables y hasta con la posibilidad de morir.

Espero que este fanfiction vaya siendo de su agrado, si tienen sugerencia para detalles históricos, no duden en dejarlo en los comentarios.

Es todo por ahora. Saludos.