Hetalia: Axis Powers (y sus derivados) son propiedad intelectual de Hidekaz Himaruya. Yo no tengo propiedad de los personajes y el propósito de este fanfiction es solo de entretenimiento. No está permitida su comercialización.


Capítulo 10

Cross versión

Arte Mondragón

Francia, 1944

Paris se encontraba exaltante ante las alas de libertad que había adquirido gracias a la llegada de los aliados y su victoria sobre el tercer Reich y el régimen de Vichy*. Pero la alegría no el sentimiento principal en algunas callejuelas, ya que, en la gran mayoría de ellas, se sufrían por las heridas de las guerras que continuaban sangrando profundamente, como en aquellos soldados maltrechos en los campamentos médicos.

Hurry up! ¡Traigan más agua caliente! –ordenó Canadá al equipo del pabellón médico que dirigía –. Este hombre tiene la pierna destrozada. Tal vez tengamos que amputarla.

Non! ¡Non s'il vous plaît! –suplicó el soldado tomando con desesperación las manos ensangrentadas de la nación.

Je suis désolé, mais il n'y a rien à faire –se disculpó Canadá profusamente, como si la única solución fuera por su culpa.

Pero antes de que soldado continuara con sus suplicas, una mano femenina lo presionó de la frente para recostarlo de nuevo en almohadón del catre, y acto seguido le cubrió la nariz y boca con un paño impregnando de cloroformo. El soldado francés cayó inconsciente en cuestión de segundos.

–El pobre hombre se desangraría primero antes de que los dos terminaran de llorar –sentenció tajantemente México fungiendo sus deberes como enfermera, ante la mira estupefacta de Canadá.

–No estaba llorando… –intentó disculparse el canadiense avergonzado.

–No lo decía literalmente –explicó la mexicana mientras apuraba a desplegar sobre la mesa de operaciones el material médico para la amputación.

Oh, I'm sorry…

–Menos disculpas y más cortes –agregó ella tendiéndole el bisturí.

Requirió toda la fuerza de voluntad de Canadá para que otro "sorry" no volviera a salir de sus labios, casi tan difícil como ignorar el sonrojo de sus mejillas. Su única distracción posible fue el tortuoso proceso de la amputación de la extremidad del soldado.

Era lo peor de ser militar y medico a la vez; cuando la batalla terminaba, el otro trabajo iniciaba.

Requería una fuerza de voluntad descomunal no descomponerse y permanecer fiel a sus emociones en situaciones tan desconsoladoras como las que sucedían en las tiendas médicas. Las pobres almas humanas, tanto del personal médico como los pacientes, vivirían el resto de sus vidas recordando en el silencio de las noches, los terribles gritos del dolor antes los intentos brutales de salvar la vida a los heridos.

Las naciones, cuya existencia era más vasta, tenía que aprender a la mala a deslindarse emocionalmente de lo que presenciaban y efectuaban en las épocas de guerra, o terminaría la eternidad sumergidos en la demencia y la depresión. Por suerte y desgracia, tenían muchas oportunidades para practicarlo a lo largo de sus prolongadas vidas, ya que, como naciones, era su deber participar en la guerra les gustara o no.

I need more towels! –ordenó Canadá al intentar contener el sangrado del soldado inconsciente.

Por suerte, México estaba a su lado para portar más manos a la operación. Años de insistencia por parte de España de entrenarla en enfermería había servido más de una ocasión; a diferencia de sus reales intensiones del español de alejarla de las armas con tal de evitar su sublevación. Algo que tampoco logró.

Con el trabajo conjunto de ambas naciones, lograron contener el sangrado de la pierna amputada, aunque con la perdida sería terrible para el pobre soldado francés.

–Hay que llevarlo a otro pabellón para que descanse hasta que pase la anestesia –indicó Canadá a algunos de sus ayudantes, que rápidamente se apresuraron a mover al soldado y dejar el espacio libre para el siguiente.

Siempre había un siguiente.

–¡Esperen! –soltó México de repente –. Olvidan sus posesiones –dijo levantando los objetos regados por el suelo. No eran nada sorprendente, clásico material de un soldado: mochila, cantimplora y su fusil.

Pero cuando la mexicana sostuvo el arma en sus manos y pudo verla con detenimiento, su memoria se llenó de recuerdos del pasado casi como una película en blanco y negro.

Reconocía esa arma.

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México, 1900

–Vaya que es un fusil interesante –dijo México con gran interés mientras examinaba el arma larga en sus manos –. ¿Cómo has decidido llamarlo?

–Fisil Porfirio Días sistema Mondragón * –respondió el hombre a su lado que esperaba ansioso el punto de vista de la nación. Y para Manuel Mondragón, un egresado del colegio militar de Chapultepec y soldado especialista en artillería, el punto de vista de alguien tan especial como la señorita México lo era todo.

–¿Es acaso una lamida de botas hacia don Porfirio? –Se burló ella sin poder evitar soltar una leve carcajada. Con cuidado, como si se tratara de un objeto delicado o una pieza de alfarería, la nación depositó el fusil sobre la mesa de la salita de té de aquella solitaria casona del reciente general.

–Es un fusil semiautomático accionado por los gases del disparo, mediante un cilindro y un pistón –comenzó a explicar Mondragón tomando el arma y desmontándola con gran habilidad –. Permite un ritmo de fuego de hasta 60 tiros por minuto en modo semiautomático. Tiene un cerrojo rotativo, el cual se mueve mediante tocones que se encajan en estrías helicoidales de las paredes del cajón del mecanismo, convirtiéndolo en el primer fusil semiautomático para el uso de un ejército.

México lo miró con detenimiento, en lo que los ojos del hombre brillaban ante la visión del aparató de muerte en sus manos.

–Hablas del arma como si fuera una pintura, un mural o escultura –le comentó ésta con calma, con una sutil sonrisa en lo se sentaba en uno de los divanes de la sala y acomodaba la falda de su vestido a su alrededor.

–Es que es una obra de arte, una en un millón –dijo Mondragón dándole un último giró al fusil antes de devolverlo a su estuche de terciopelo –. Ni siquiera los estadounidenses tienen algo parecido. Y es mi creación –agregó con descarado orgullo.

–Eres padre de cinco –remarcó México sonriendo de oreja a oreja –. No vas a decirme que no habías creado algo tan único antes ¿verdad?

–Es diferente, Mercedes hizo casi todo el trabajo –agregó él tomando el asiento opuesto a la nación, permaneciendo lo más derecho posible en señal de respeto –. Esto –indicando el fusil en la mesa –: Esto es solo mío.

Resultaba curioso para la nación la forma de expresarse del hombre, y así como la mayoría de los humanos. Ella no era una persona y nunca experimentaría el crear vida, pero para el resto de mundo era algo tan natural que parecían no valorar aquella capacidad tan mágica. En cambio, apreciaban el dinero y los objetos materiales. Ante su percepción de mundo, para México el dinero y las posiciones simplemente iban y venían.

Al igual que la gente.

–¿Es por eso que me llamaste? –le preguntó ella finalmente al general sin perder su picara sonrisa.

–Necesito de su apoyo.

–No lo necesitas, estoy segura que podrás impresionar a don Porfirio tu solo… y más con ese nombre.

–Ese… no es el problema – masculló Mondragón rascándose nerviosamente el bigote, una manía que México había aprendido a leer en él –. Mi patente… no es fácil de producir, en especial en el país. Y los estadounidenses ya me han rechazado.

–No me estarás pidiendo que le suplique… –respondió tajantemente la nación endureciendo el tono de su voz.

–No a él –se apresuró a corregir Mondragón conociendo bien el sentir de su nación hacia su vecino del norte –. Sé que ha hecho nuevas amistades en Europa –agregó rápidamente.

–Tú has pasado más tiempo en Europa que yo –dijo México retomando su jovialidad en lo que se reacomodaba en su asiento.

Efectivamente, Manuel había sido agraciado con las ventajas de su clase económica, su intelecto y el favoritismo de su nación. Eso lo había hecho destacar en el colegio militar tanto en el país como en el extranjero, adquiriendo conocimientos y habilidades únicas. Vincularse con la gente indicada para lograr el éxito. Pero al final, era su primera y más importante benefactora la que siempre lo había sacado a flote en los momentos de apuro.

¿Y qué más podía hacer México? Siempre había tenido debilidad por los cadetes de su colegio militar.

–Las amistades de don Porfirio, son también las suyas… –susurró Mondragón como si no quisiera que alguien más de su casa, lo escuchara – alemanes… prusianos…*

Y franceses, italianos, ingleses, etc. Todo lo europeo que tenía obsesionado a Porfirio y era el primer jefe que tenía México, que le sacaba provecho de tener una nación femenina para lograr sus objetivos.

–Veré que puedo hacer –respondió ella con calma, ya teniendo una que otra línea en mente que podría escribir en una carta a sus "amigos europeos".

–Sabía que podía contar con usted –el general sonrió de oreja sin tardar un segundo en besar el dorso de la mano de la nación.

–Sabes muy bien que no puedo decirte que no –respondió con ella con dulzura como si hablara con un jovenzuelo, no un hombre adulto casado y profesional –. Ahora retomando a las obras artísticas ¿qué es eso que Carmen ha abandonado el piano?

–Le ha dado por estudiar la danza y el teatro, pero la pintura, parece ser su verdadera pasión.

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México, 1913

Era una tensa tarde de febrero en el palacio nacional. En ambiente en la sala principal de juntas era tan pesado que fácilmente se podría cortar con un cuchillo. Y lo peor aún, nadie había tocado el café servido en la mesa.

Pero los sentimientos del mesero pasaban a segundo plano, cuando en aquella reunión se discutía por la vida de una persona, y ese fuera específicamente el jefe de una nación.

–No –sentenció tajantemente Estados Unidos desde lado derecho de la mesa –. Ya lo he dicho antes y lo repito de nuevo: we aren't going to intervene –insistió con seriedad en su voz, pero su rostro reflejaba una arrogante sonrisa.

–¡El coño tu madre, pendejo! –maldijo Cuba furioso soltando un puñetazo contra la mesa –. ¡Sí ya lo has hecho!

Los demás presentes de su lado de la mesa no hicieron el menor esfuerzo de contenerlo o calmarlo. La indignación estaba presente en cada uno de ellos.

–Wea, sabemos de la reunión con Huerta y los golpistas* en tu embajada –soltó Chile igual de furiosa.

–Eso no tiene nada que ver… –trató de negar el americano con desfachatez a pesar de que era muy consciente que su embajador en México, Henry Lane Wilson*, había maquinado para dar el apoyo de su gobierno a los disidentes del presidente Madero.

–¡¿Cómo carajos no?! –escupió de nuevo Cuba azotando la mesa de roble y sorprendiendo que soportara toda su ira –. Los cachamos con lo del pacto de la Ciudadela, como hizo lio con Taft para que amenazara con una intervención de tu ejército y como ha manipulado a los cuerpos diplomáticos europeos de Alemania, Inglaterra y España – soltó casi escupiendo cada una de sus palabras.

Estados Unidos continuó sin inmutarse, solo miró con calma a Cuba conservando su pragmática y carismática sonrisa, en lo que contestó:

¿And?

Requirió del esfuerzo tanto de Chile y Japón de retener al cubano de lanzarse sobre la mesa en un intento de ahorcar con sus propias manos al americano. Con la insistencia de ambos y sus suplicas finalmente lograron que tomara asiento, a pesar de que prácticamente arrojaba humo de sus fosas nasales.

–La familia de Madero-san sigue oculta en mi embajada temiendo que los disidentes les lastimen –comentó entonces Japón con mayor calma mientras reajustaba su fino traje.

–No existe la intensión de dañar a mujeres y niños –explicó Estados Unidos por primera vez ofendido por el intercambio verbal. El dañar inocentes nunca eran parte de sus intenciones.

Gomen'nasai, pero temen por la vida de su esposo y padre –insistió Japón con vehemencia y casi en suplica.

I can't guarantee that they won't hurt him –respondió el americano con mayor seriedad, pero sin ceder terreno.

–¡Weon, lo tienen encerrado en contra de su voluntad! –bramó Chile adquiriendo la furia de su hermano mayor.

Dude, eso no hubiera sucedido si Cuba no se hubiera metido* –dijo América finalmente frustrándose.

–¡Tremendo pendejo! – estalló de nuevo el cubando –. "Porque yo me he metido" ¡Yo también puedo hacer lo que me salga del boyo, seboruco! –pero a pesar de su furia, mantuvo la suficiente compostura para no intentar de nuevo atacar al gringo sobre la mesa.

–¡Vai México! ¡Te quedaras sin decir nada! –suplicó finalmente Chile volviéndose a su hermana quien había permanecido toda la discusión en silencio.

Pronto los ojos de todas las naciones de la sala se volvieron hacía ella como si esperaran una gran respuesta de su parte.

–¿México-chan?

¿Qué podría decir en tan penosa situación? Su gobierno había caído en caos ante las políticas suaves de Madero, el golpe de estado de Huerta y la intervención extrajera. Parecía ser una constante en su territorio donde todo mundo parecía querer meter su cuchara en su vida.

¿Pero que podía hacer? Como naciones estaban obligados a obedecer a sus jefes de estado a pesar de lo errados, peleles o dictadores que fuera. Sus opiniones con el tiempo perdían valor a como lo antiguos días en que eran vistos como dioses era olvidados.

Así que ella quedaba atrapada en una situación que tenía que sufrir y no podía detener, sin importar cuanto le advirtió a Madero y a muchos otros antes que él. Ahora solo podía seguir adelante a pesar del caos que regía su territorio y como sus subordinados se pelaban entre ellos por ideologías ajenas.

Pero, ante todo, no podía evitar pensar en su buen amigo y protegido el general Mondragón y como había sido parte de aquel terrible ardid. En como las promesas falsas de Huerta y su insistencia a las antiguas ideas de Porfirio lo había hecho errar en sus decisiones.

Le había advertido por igual que no marchara por aquel camino que llevó a Porfirio al exilo y el odio de su gente; pero Mondragón no hizo caso, planeó desde Cuba su traición, levantó en armas a los cadetes, y uso su amado invento para la protección de la soberanía nacional, en contra de sus propios ciudadanos.

Ya no había nada más que México pudiera hacer por nadie.

–Necesito un poco de aire –respondió ella poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta de la sala.

Habían sido unos días trágicos.

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México, 1922

México llegó a tiempo a la reunión de Rosario Cabrera en su casa temporal en la capital, la que siempre solía ocupar cuando no se encontraba en Yucatán. Una mujer idealista, pero de ciertas rutinas y entre ellas estaban las reuniones constantes con otros artistas y pensadores de la época. Donde discutían de técnicas, experiencias en Europa y sus propuestas presuntuosas sobre la política.

México amaba escucharlos horas sobre sus experiencias de vida y como la plasmaban en sus pinturas, esculturas, danzas y poemas. Pero cuando empezaban a hablar de política, mejor se bebía un tequila de camino a casa.

Aquella tarde en particular no estaba en mente de México socializar, sino que encontraba en búsqueda de una persona en particular, y justamente la encontró hablando amenamente con Rosario Cabrera y Diego Rivera*.

–¿Me perdí algo interesante? –les preguntó la nación presentándose ante los tres.

Diego Rivera no perdió ni un instante en saludarla y besarla amenamente en sus mejillas.

–Miren nada más –dijo el pintor apartándose lo suficiente para apreciar el hermoso atuendo bordado tradicional de Chipas que llevaba la nación ceñida a su marcada figura –. ¿Quién es mi musa favorita?

–Que no te oiga tus otras musas o se pondrán celosas –le respondió México obteniendo una qué otra risita en las presentes.

Diego desestimó sus palabras con un sacudir de las manos y un mohín.

–Nos alegra mucho que pudieras venir –la saludó a su vez Rosario.

–Estoy feliz de verlos –dijo la nación antes de clavar sus ojos dorados en la última persona de la conversación –… a todos.

–Oh, estaba presentando Nahui a Diego –comentó la pintora –, ha sido la modelo ideal para mis ultimas pinturas.

El comentario en lugar de avergonzar a Carmen (Nahui), provocaron que sus ojos brillaran de satisfacción. Estaba interesada en ser la modelo de Diego por igual, y definitivamente había captado su atención.

–Espero que no les moleste que continúen con ello más tarde –interrumpió México con una sonrisa plástica en sus labios –, ya que voy a tener que pedirles que me presten a Carmen unos minutos.

La reacción fue inmediata, la modelo perdió rápidamente la gracia de sus movimientos y sus pálidas mejillas mostraron un leve sonrojo.

–¿A solas? –preguntó ella con voz nerviosa.

México asintió con la cabeza como una orden. Aunque la nación no tuviera ninguna posición de autoridad oficial sobre ellos, para todo ciudadano su palabra tenía peso.

–Pasen a la siguiente sala –les ofreció Rosario indicando una puerta al fondo –, podrán hablar a gusto ahí.

–Gracias, Rosario –correspondió México posando su mano en el hombro de Carmen y guiándola a la puerta –. Te veo al rato, panzón –agregó guiñándole un ojo a Diego antes de desaparecer en la salita contigua.

Inmediatamente dentro, Carmen se apartó de la nación como si pudiera intuir porque la buscaba, se volvió hacía unas pinturas al fondo de la habitación, dándole la espalda a la mujer cuya mirada quemaba su nuca.

–Veo que el divorcio te ha sentado bien –le dijo México con calma.

Había seguido de cerca la vida de la hija de su protegido, incluso la apoyo para que estudiara artes en Paris, como apoyó a su padre con sus estudios militares en su juventud. Carmen y su marido se habían refugiado en España durante la primera gran guerra y cuando su divorcio se hizo efectivo, regresó a México.

Todos siempre regresaban a ella.

–Y… aunque estoy muy agradecida por su apoyo… –comenzó a balbucear Carmen sin siquiera volverse. México no lo tomó ofensivo –. Mi divorcio fue… algo único…

El divorcio aún no era muy común en el nuevo continente a diferencia del progresismo de Europa, pero definitivamente la homosexualidad del marido era una excusa válida para anular un matrimonio.

–No ha sido nada… –respondió México acercándose paso a pasa a la mujer que rehuía su vista.

Finalmente, Carmen no toleró más la presión, alzó su rostro de inmediato hacia la nación como si fuera a enfrentar a sus demonios.

–Quiero dejar en claro –sentención tajantemente la mujer –: no me gusta que continué dirigiéndose a mí por el nombre de María Carmen Mondragón. Ahora soy Nahui Olin.

–¿Pero Carmen es tu nombre?

–Un nombre que carga lastre fascista y discriminatorio contra la sociedad.

–¿María del Carmen es fascista? –soltó México con una risita. Ella había enfrentado personalmente a fascistas en el campo de batalla.

–No se burle porque sabe a qué me refiero.

México le devolvió la mirada con seriedad.

–Me llegó una carta de tu padre –dijo la nación tajantemente.

Carmen no se inmutó en lo más minino. Denotando que ya lo esperaba.

Mientras ella regresó a su tierra a emprender una nueva vida en las artes y los ideales feministas que aprendió en Europa, su padre había terminado en exilio en San Sebastián, España. Después de la traición contra Madero, Huerta solo pudo mantener el poder pocos meses, pero fue el tiempo suficiente para caer en paranoia de los rumores y temer que Mondragón lo traicionaría por igual.

Como México se lo había advertido, sus acciones se habían volcado hacía él.

–Se encuentra mal y desea verte.

Pero la declaración tampoco provocó emoción en Carmen, quien es volvió de nuevo a las pinturas como si no hubiera escuchado comentario alguno.

–Pinte esto el otro día –dijo ella levantando una pieza en particular –, es el estilo que estoy generando para mi primera colección. Rosario piensa que será un existo. Y aunque no lo fuera, dejaría mi huella en este mundo. Una que no tiene que ver con muerte y traición… como la de mi padre.

Sin más, tendió la pintura a México.

–Se la regaló.

Era un autorretrato de Carmen con una mirada desfigurada por un par de ojos enormes.

–¿No la necesitas para tu exhibición? –preguntó México siendo consciente que no obtendría más de ella.

–No –respondió la otra –. Mi mensaje está completo... el mío propio. Esto es un regalo de agradecimiento y un recordatorio para usted.

–¿De qué?

–Que las manzanas caen a veces lejos del árbol.

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México,1946

México regresó triunfalmente a su territorio en 1946, a pesar de la insistencia del americano de que lo seguirá por un tiempo más en Washington. Sin duda él se había acostumbrado a su compañía, ella solo quería volver a casa.

Y no lo hizo sola. El rifle del soldado francés que había atendido en el campamento medico regresó con ella, cumpliendo finalmente el viaje que estaba destinado hacer en un principio antes de que los alemanes se apropiaran de ellos. *

México lo colocó en su casa de Coyoacán, justo debajo de la pintura de Carmen. Una obra de arte junta a otra, probando que las manzanas no caen tan lejos del árbol.

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* La Francia de Vichy o régimen de Vichy es el nombre con que informalmente se conoce al régimen político y estado títere instaurado por el mariscal Philippe Pétain en parte del territorio francés y en la totalidad de sus colonias, tras la firma del armisticio con la Alemania nazi en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Gobernó durante la ocupación del país por las fuerzas del Tercer Reich y fue derrotado en agosto de 1944, fecha de la liberación de Francia.

* El Fusil Porfirio Díaz Sistema Mondragón Modelo 1908 es un fusil semiautomático mexicano. Fue diseñado por el general Manuel Mondragón, quien comenzó a trabajar en el proyecto en 1882. Mondragón trató entonces de vender la patente a una empresa de los EE. UU, ya no podían producirse en las cantidades que México precisaba. Es entonces que Mondragón buscó vendérsela a la Schweizerische Industrie Gesellschaft (SIG), de Neuhausen am Rheinfall, que estuvo de acuerdo en fabricar el fusil. En 1901, los primeros fusiles fueron enviados a México y suministrados al Ejército Mexicano.

* El Ejército Federal, conocido también como Los Federales en la cultura popular, fue el ejército de México durante el Porfiriato y hasta 1914. El entrenamiento militar preparaba a los cadetes para una guerra contra invasores extranjeros, cuando en realidad el ejército se ocupaba del orden interno; fue influenciado por fuerzas militares europeas entre ellas alemanas y prusianas.

* Durante Decena Trágica, golpe de Estado militar que tuvo lugar del 9 al 19 de febrero de 1913 para derrocar a Francisco I. Madero de la presidencia de México, fue llevado a cabo por seguidores del general Victoriano Huerta conocidos como golpistas.

*El gobierno de Estados Unidos no estaba de acuerdo con la política interna de Madero. Las huelgas, los reclamos por los derechos de los trabajadores y las peticiones de las clases acomodadas de restringir la entrada de capital extranjero, afectaban a muchas de sus compañías. El embajador Henry Lane Wilson resentido con Madero, contribuyó en gran parte a incrementar la presión, difundiendo noticias alarmantes y sugiriendo al presidente William Howard Taft, la necesidad de una intervención armada o incluso derrocar al régimen maderista.

*Henry Lane Wilson convocó a parte del cuerpo diplomático y recibió en la embajada de los Estados Unidos a los golpistas. Se redactó el Pacto de la Embajada, que se dio a conocer de manera oficial como Pacto de La Ciudadela, el cual establecía desconocer al gobierno de Madero y Pino Suárez y establecer un gobierno provisional al mando de Victoriano Huerta.

* El embajador Manuel Márquez Sterling, preocupado por las vidas de Madero y Pino Suárez, les ofreció asilo político en La Habana, su gobierno había dispuesto el crucero Cuba en Veracruz para tal fin.

*Diego Rivera fue un pintor realista, cubista y muralista mexicano, famoso por plasmar obras de alto contenido político y social en edificios públicos. La obra de Diego y de su esposa, la pintora Frida Kahlo, se influyeron mutuamente. Rosario Cabrera López fue una artista moderna mexicana que vivió a principios del siglo XX. El paisaje y el retrato fueron una constante en su obra, en los que encontró distintas propuestas de expresión. Se trata de una de las artistas que formaron parte del llamado renacimiento mexicano.

*María del Carmen Mondragón Valseca, también conocida como Nahui Olin, fue una pintora y poeta mexicana que nació en Veracruz, hija del militar Manuel Mondragón, en el seno de una familia acaudalada del Porfiriato, a finales del siglo xix. Con el objetivo de dejar en el olvido su linaje acomodado y con un creciente sentimiento de acercamiento a sus raíces indígenas, desde 1922 se hizo llamar Nahui Olin, que significa cuarto movimiento del sol que es el terremoto.

*Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Alemania compró a la SIG lo que quedaba del lote de fusiles de Mondragón que no había sido enviado a México y los suministró a su infantería. Durante la Segunda Guerra Mundial, todavía quedaban muchos fusiles mexicanos en los arsenales alemanes sobrantes de la Primera Guerra Mundial. Se afirma que estos fueron suministrados a la Waffen SS como armas auxiliares. También llegaron a Francia, al ser donados por el Tercer Reich al Ejército de su aliado, la Francia de Vichy.

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Hola a todos.

Tenía mucho tiempo sin sacar un capítulo nuevo, y eso debe principalmente a que mi vida a tenido varios cambios que no me han permitido mantenerme tan activa como solía serlo. Esto se debe principalmente a mi trabajo, condiciones de salud, problemas personales y familiares. Además, se vienen cambios grandes e importantes en mi vida que han tomado mayor prioridad.

Sé que eso ha afectado mi capacidad de escribir y dibujar, así como el tiempo que dedico a ello. Además de mis participaciones, comentarios y otros. Esto no quiere decir que esto vaya a cambiar o mejorar o sea solo temporal, porque lo que tengo previsto a futuro a mi vida será aún más importante que esto. No dejare de escribir y dibujar, así como compartirlo en internet, pero definitivamente dejara de ser prioridad.

Lamento mucho el inconveniente, pero quería ser sincera sobre la falta de frecuencia en mi contenido. Espero que eso lo deje claro y gracias por lo compresión.

Saludos.