La tarde en el cuartel de Paw Patrol transcurría de manera inusualmente tensa. Los tres cachorros afectados por el invento de Rocky estaban intentando adaptarse a sus nuevos cuerpos, cada uno a su manera y con diversos grados de éxito. No había pasado un día y ya había caos y trastornos de personalidad.
Marshall se encontraba frente a un espejo, observando su reflejo con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Su figura más delgada y estilizada le resultaba completamente ajena. Intentó realizar su habitual rutina de ejercicios, pero sus movimientos eran torpes y descoordinados.
"No puedo creer esto," murmuró Marshall, su voz aguda sonando extraña incluso para él mismo. "¿Cómo se supone que voy a subir por la escalera de mi camión de bomberos así? Mis patas se sienten como si fueran de gelatina."
Skye, tratando de ser útil, se acercó a Marshall. "Mira el lado positivo," sugirió con una sonrisa alentadora. "Ahora podrías ser la primera bombera oficial del equipo. ¡Piensa en lo inspirador que sería eso!"
Marshall le lanzó una mirada que claramente decía que no encontraba nada inspirador en su situación actual. "Skye, aprecio que intentes animarme, pero esto es un desastre. Mi casco me queda grande, mi uniforme no se ajusta correctamente, y cada vez que intento correr, termino tropezando más que de costumbre... si es que eso es posible."
Marshall al tratar de quitarse el uniforme, por accidente toco... al parecer sus pechos caninos ya estaba bastante desarrollados.
Marshall retrocedió de golpe, sintiendo el calor subiendo a sus mejillas, o lo que antes consideraba mejillas. Todo en su nuevo cuerpo le resultaba profundamente incómodo, extraño, como si hubiera perdido completamente la coordinación que tanto trabajo le había costado desarrollar.
"¡Oh cielos!" exclamó, su voz ahora más alta, casi en un tono agudo. Miró a Skye, buscando algún tipo de guía o comprensión, pero la sonrisa de ella solo se ensanchó.
"Bueno," comenzó Skye, con una pizca de humor en su tono, "es una experiencia completamente nueva, ¿no? Al menos... bueno, al menos ahora tienes algo con lo que practicar ese equilibrio del que siempre te quejas." Intentaba aligerar la situación, pero Marshall no estaba de humor para bromas.
"Esto es ridículo," suspiró, tratando de controlar la torpeza de sus movimientos. "Rocky tiene que arreglar esto. ¡No puedo hacer mi trabajo así! ¡No puedo ni siquiera caminar correctamente, y ahora tengo...!" Marshall se interrumpió, claramente avergonzado, evitando mencionar el descubrimiento más reciente de su anatomía. Pero Skye ya lo había notado, aunque decidió no añadir más leña al fuego.
Zuma salió de la piscina con un suspiro pesado, sintiendo cómo el agua aún goteaba de su nuevo y elegante pelaje chocolate. Era extraño sentir la ligereza de su cuerpo, ahora más estilizado, y cómo cada movimiento parecía diferente, como si hubiera perdido la firmeza que antes lo caracterizaba.
"No sé cómo lo hacen ustedes, chicos," murmuró, más para sí que para el resto. "Todo se siente... raro."
Rubble, que estaba a su lado, se encogió de hombros con su actitud siempre relajada. "Supongo que todos estamos lidiando con esto de alguna forma. ¡Solo necesitas tiempo para acostumbrarte! Además," agregó con una sonrisa amistosa, "sigues siendo increíble en el agua, Zuma."
Zuma soltó una risa suave, pero no pudo evitar que algo de frustración se colara en su tono. "Sí, Rubble, pero no es solo el agua. Es... todo lo demás." Sus ojos marrones se posaron por un momento en Chase, que estaba al otro lado del cuartel, ocupado con su propio entrenamiento. Lo observó con atención, cómo su ahora más pequeño cuerpo masculino intentaba mantener el mismo aire de autoridad y liderazgo de siempre, pero con un visible toque de incomodidad.
Rubble, ajeno a los pensamientos de Zuma, seguía hablando. "Y con lo que dijiste sobre Chase... bueno, seguro que solo está preocupado por la misión de mañana. Tú sabes cómo es, siempre se pone en plan serio cuando se trata de trabajo."
"Lo que pasa," comenzó Zuma con un tono más bajo, casi en un susurro, "es que siento que ahora me ve de una forma distinta. Y no estoy seguro de si eso es... malo o bueno."
Rubble lo miró, algo confundido. "¿Qué quieres decir? Todos estamos raros. Estoy seguro de que Chase solo necesita tiempo para adaptarse también."
Zuma soltó una carcajada ligera, pero su mirada volvió una vez más a Chase, que en ese momento miraba en su dirección. Al encontrarse con sus ojos, Zuma sintió un ligero calor en las mejillas y rápidamente desvió la mirada, sacudiéndose el agua restante del pelaje como si fuera lo más natural del mundo. Pero su corazón estaba acelerado.
"Sí, tal vez solo estoy exagerando," dijo, más para convencerse a sí mismo que a Rubble.
Mientras tanto, Everest estaba teniendo sus propias dificultades para adaptarse a su nuevo cuerpo masculino. A pesar de su fuerza aumentada, encontraba frustrante la pérdida de su agilidad habitual. Además iba a tener que estar en el cuartel y entras se preparaba la máquina del cambio de género.
"¡Esto es ridículo!" gruñó Everest con su nueva voz grave, después de intentar sin éxito realizar un salto que antes hacía con facilidad. "Siento como si estuviera arrastrando un trineo cargado todo el tiempo. ¡Y ni hablemos de lo incómodo que es tener que... ya saben... hacer mis necesidades de una manera completamente diferente!"
Chase, que había estado observando la situación desde una distancia prudente, finalmente se acercó a Everest. "Tal vez podría darte algunos consejos sobre cómo... um... manejar ciertas cosas," ofreció incómodamente, sus orejas bajándose ligeramente por la vergüenza.
Everest lo miró con una mezcla de gratitud y frustración. "Gracias, Chase, pero no creo que esté lista... listo... ¡lo que sea! para tener esa conversación todavía."
Everest dio un par de pasos inquietos, claramente incómoda, ahora incómodo con su nueva situación. Aunque solía ser directa y audaz, este cambio lo había descolocado de maneras inesperadas. Respiró hondo, intentando calmarse, pero el peso de la incomodidad no se desvanecía.
"Realmente no puedo creer que tenga que ir al baño ahora," murmuró con exasperación. "Esto es lo más raro que he vivido... ¿Cómo se supone que lo hago ahora?"
Chase, que aún estaba cerca, intentó mantener una expresión neutral, pero no pudo evitar la incomodidad del momento. "Everest, si necesitas ir, es mejor hacerlo ahora. Yo… puedo explicarte lo básico, aunque sea incómodo."
Everest lo miró, y aunque apreciaba el intento de ser amable, no pudo evitar sentirse un poco humillado. Siempre había sido la independiente, la que enfrentaba los problemas de frente, pero ahora estaba atrapado en una situación donde ni siquiera sabía cómo manejar las cosas más simples.
"Está bien... supongo," admitió con un suspiro resignado. "¿Dónde empiezo? Porque honestamente, siento que me he transformado en un completo extraño."
Chase, con un leve gesto de asentimiento, caminó hacia él. "Bueno, primero que nada, la postura es diferente. Ya no es como antes... debes inclinarte de una manera más... controlada."
Everest frunció el ceño, tratando de procesar lo que Chase decía, pero aún le parecía incómodamente surrealista. Lentamente siguió a Chase hacia el área del cuartel donde podían tener algo de privacidad, mientras Marshall y Skye observaban desde una distancia prudente, compartiendo miradas entre sí. Era claro que, aunque el momento era extraño, todos estaban unidos por la misma confusión.
Everest se detuvo al borde de la puerta del baño, respirando hondo antes de entrar. Se giró hacia Chase, quien esperaba con una expresión que era mitad apoyo, mitad vergüenza ajena.
"¿Así que solo... lo hago de pie ahora?" preguntó Everest, como si pronunciar las palabras en voz alta las hiciera aún más absurdas.
Chase asintió, aunque parecía tan incómodo como Everest. "Sí, es... es algo que te acostumbras con el tiempo. Solo... apunta hacia abajo."
Everest cerró los ojos un momento, deseando que todo fuera un mal sueño. No podía creer que estaba teniendo esta conversación, pero también sabía que no había otra opción. Era esto o aprender a la fuerza. Lentamente, entró en el baño, dejando a Chase afuera.
"Cuando ya lo puedas hacer sola... solo, tendrás que hacerlo en el árbol". Mencionó Chase.
Después de varios minutos, Everest salió del baño, el rostro enrojecido, pero al menos con una especie de resignación en sus ojos. "Es oficial," dijo secamente, "odio todo esto."
Chase, que había estado esperando afuera, le dio una palmadita en la espalda. "Lo estás manejando bien, Everest. No te preocupes. Todos estamos en el mismo barco."
Rocky, mientras tanto, trabajaba frenéticamente en su invento averiado, murmurando para sí mismo y ocasionalmente lanzando miradas culpables a sus amigos transformados. El sentimiento de culpa lo carcomía por dentro, especialmente cuando veía lo mucho que sus amigos estaban sufriendo con el cambio.
"Vamos, vamos," murmuraba mientras ajustaba tornillos y reconectaba cables. "Tiene que haber una manera de revertir esto. Tal vez si recalibro el flujo de energía y ajusto la frecuencia de las ondas transformadoras..."
Ryder se acercó a Rocky, poniendo una mano reconfortante en su cabeza. "¿Cómo va el progreso?"
Rocky levantó la vista, sus ojos cansados y preocupados. "No muy bien, Ryder. La máquina está más dañada de lo que pensaba. Podría llevar días repararla, y eso si logro descifrar exactamente qué salió mal."
"Solo haz tu mejor esfuerzo," dijo Ryder, aunque su voz tenía un tono de preocupación. "Mientras tanto, tenemos que encontrar una manera de ayudar a los otros a adaptarse a esta situación."
A la hora de la cena, el ambiente en el cuartel era sombrío. Los cachorros se reunieron alrededor de sus platos de comida, pero nadie parecía tener mucho apetito.
Marshall picoteaba su comida sin entusiasmo. "¿Saben? Nunca pensé que diría esto, pero incluso mi comida para perros sabe diferente ahora. ¿Es posible que mis papilas gustativas también hayan cambiado?"
Zuma asintió comprensivamente. "Te entiendo, amiga... quiero decir, amigo... ¡ugh! Ni siquiera sé cómo referirme a mí mismo... misma... ¡lo que sea!"
"Creo que lo más difícil es cómo nos ven los demás ahora," reflexionó Everest, su voz grave aún sorprendiendo a todos. "Hoy, cuando fui a la montaña, Jake me miró como si fuera un extraño. Incluso trató de explicarme cómo funcionaba mi propio equipo de rescate."
Los otros cachorros murmuraron en acuerdo, compartiendo miradas de comprensión.
"Y no hablemos de cómo reaccionó la Alcaldesa Goodway," añadió Chase, recordando la reunión de esa tarde. "Creo que nunca la había visto tan confundida. Hasta se desmayó cuando nos vio."
"Al menos la gallina se recuperó rápido," comentó Skye, tratando de aligerar el ambiente. "Aunque sigue mirándonos con sospecha, como si fuéramos a cambiar de género en cualquier momento."
Rubble, que había estado inusualmente callado, finalmente habló. "¿Saben qué es lo más extraño? Ver a Marshall, Zuma y Everest actuar de manera tan diferente. Es como si no fueran ustedes mismos."
Los tres cachorros transformados intercambiaron miradas incómodas, conscientes de que sus personalidades habían sido afectadas de maneras sutiles pero notables por el cambio.
"No puedo evitarlo," admitió Marshall. "Me siento más sensible, más consciente de cómo me muevo. Y hay momentos en que quiero llorar sin razón aparente."
"Y yo me siento más... no sé, ¿maternal?" dijo Zuma, sorprendiéndose a sí mismo. "Hoy vi a un gatito en la calle y tuve el impulso irracional de asegurarme de que estuviera bien."
Everest flexionó sus músculos inconscientemente. "Y yo me siento más agresivo, más competitivo. Antes, cuando Chase sugirió una carrera, sentí la necesidad de demostrar que era el más rápido y fuerte."
Rocky, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló. "Les prometo que encontraré una solución. No descansaré hasta que vuelvan a ser ustedes mismos."
"Más te vale," gruñó Everest, su voz grave haciendo que la amenaza sonara aún más intimidante. "Porque si tengo que pasar un día más preocupándome por levantar la pata correcta cuando voy al baño, voy a usar mi nueva fuerza para lanzarte al océano."
"¡No! ¡Al agua no!" chilló Rocky, retrocediendo instintivamente.
Ryder, observando la interacción, no pudo evitar una pequeña sonrisa a pesar de la situación. A pesar de sus cambios físicos, sus cachorros seguían siendo ellos mismos en el fondo. Solo esperaba que Rocky pudiera solucionar este problema pronto, antes de que las cosas se complicaran aún más.
