Disclaimer: Dragon Ball y todos sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.
El Último Saiyajin: El Inicio
**Capítulo 001 – La Tierra vuelve a la normalidad, pero…**
Sus ojos buscaron un haz de luz escondido entre un grupo de nubes a la distancia donde el sol brillaba, y cuando lo encontró, Gohan dejó caer su cabeza hacia la izquierda para que la luz ilumine su perfil. En su expresión ya ahora más descansada poblaban algunos cortes pequeños y heridas no demasiado grandes y justo ahora las notaba, como no había podido hacer durante la pelea. A pesar de que Dende había curado sus heridas inmediatamente, tenía tiempo que una de ellas no le causaba algún pormenor después de una pelea. Sin embargo, lo más importante ahora era que todo ya había terminado. Cell había perdido. La paz había regresado a la Tierra finalmente.
–Veo que el ki de ese infeliz ha desaparecido para siempre. –comentó Piccoro, sus ojos en el cielo.
Había desconfianza en su voz, como si aún no pudiese terminar de creer del todo el destino del súper androide.
Y no era el único.
Después de un breve paso por el templo de Kami-sama, donde todos aquellos que habían fallecido fueron revividos con las esferas del Dragón, algunos de los guerreros Z habían regresado al campo de batalla sólo para confirmar lo que ya sabían. Que la era de Cell había finalmente culminado. El ki que supo poner a temblar el planeta entero ya no existía más y se aproximaba otra época de descanso para la Tierra, similar a la que habían tenido antes de la llegada de Freezer y su padre.
Pero, ¿sería duradera?
–Lamentablemente los poderes de Cell han causado una desolación muy grande en este lugar. –opinó Krillin, inspeccionando el lugar con sus brazos cruzados. –Aunque claro, sólo nosotros sabemos lo que realmente ocurrió. Para el resto del mundo, fue Mister Satán quien lo derrotó.–
–Déjalos. –ordenó Piccoro. –Ninguno de nosotros tiene interés en convertirse en héroe de portada de revista. Sólo nosotros sabemos lo que pasó en verdad y es mejor así.–
–Sí, Piccoro. Pero Gohan merece…
–Está bien, Krillin. –Gohan interrumpió, con una semi sonrisa a su mejor amigo. Su expresión alegre, pero también cansada y llena de optimismo era muy similar a la de Goku en esos momentos. –Es como el señor Piccoro dijo. No deseo revelar mi identidad a nadie. Especialmente si… – Gohan bajó la cabeza.
–¿Si, que?
–Si no estamos seguros de que la paz durará por mucho tiempo. –Piccoro finalizó, dándole un toque de sutil crueldad a su anuncio. Tanto que Krillin se giró a verlo con incredulidad.
–¿Qué? ¿De qué estás hablando Piccoro? Acabamos con la peor amenaza de nuestras vidas hace solo minutos. ¿Ahora dices que va a haber más?–
–Lo que digo es que hay que estar preparados y no dejarse llevar por la paz y descuidar el entrenamiento. Tu también, Gohan. Espero que te sobrepongas a esto y no tardes en volver a entrenar porque Goku ya no estará aquí para ayudarnos la próxima vez.–
Ante sus palabras, tanto Gohan como Krillin bajaron sus miradas al suelo.
–Y tú, Krillin…–siguió Piccoro, su mirada puesta en el lugar lejano donde el sol tocaba el horizonte. –Deberías saberlo mejor que nadie ya que fue tu decisión el dejar con vida a esa androide que sólo causará problemas a la Tierra.–
El rostro de Krillin brilló rojo y sus ojos crecieron en tamaño, claramente librando una batalla interna consigo mismo y preguntándose porque no tenía cabello para poder rascarse con énfasis la cabeza.
–¿Qué? Ah, ¿hablas de 18? –rió nerviosamente, fingiendo elocuencia. –Pero descuida, Piccoro. Su nivel de pelea ni se acerca al de Gohan. Además, Vegeta, Trunks y tú también pueden ponerla en su lugar si demuestra ser la misma que era en el pasado cuando lo del doctor Maki Gero. Aunque si me preguntas, no lo creo ya que… –
–Bien, ya, cállate.–
–Señor Piccoro, ¿usted qué hará ahora? –preguntó Gohan, mirando con curiosidad a quien era su mentor.
–Seguiré mi entrenamiento en las montañas.– Piccoro no miró a Gohan pero había un especial resguardo en su voz que hablaba sobre un afloramiento de emociones en el guerrero. Después de todo, la Tierra era un lugar sagrado para él y eso no iba a cambiar en un futuro cercano. –En este último tiempo, nos ha tocado pelear con enemigos muy fuertes y quienes nos han dado trabajo para derrotar. No dejo de halagar sus habilidades, más sin embargo no puedo dejar pasar el hecho de que no hemos usado el tiempo que se nos ha dado para entrenar como se debe. Y como dije al principio, la Tierra puede que sea el blanco de más sujetos que busquen problemas.–
Gohan bajó su mentón y a pesar del cansancio por estar justo en el mismo lugar donde él y sus seres queridos se habían debatido la vida hace instantes, no dejó de reconocer que las palabras de Piccoro resonaban a un futuro muy similar a un presente en su vida. Y no solo la vida de su papá se había perdido. También la de Trunks y eso era un peso también muy difícil de sobrellevar para él siendo que el poder de Gohan había sido muy superior al de Cell en aquel momento. Por suerte contaron con las esferas del Dragón para revivirlo.
"¡Gohan! ¡Elimínalo!"
Gohan mordió su labio inferior.
Tenuemente, encendió su ki, no violentamente sino a modo de compararlo con el ki que solía tener cuando era un niño. Piccoro lo notó, solo arqueó una ceja pero no lo cuestionó por eso y Gohan se lo agradeció. Podía sentir y rastrear grandes cantidades de energía en la Tierra y sus proximidades, siendo la más importante la de Vegeta en la dirección donde se encontraba Capsule Corp. Pero había muchas otras más, frías, distantes. Aún recordaba la sorpresa que se llevó la primera vez que vio a M. Trunks, verlo derrotar como si nada a Freezer y a su padre y descubrir que poseía el mismo nivel de pelea que su papá.
Que era el segundo súper saiyajin legendario que existió en la historia.
El universo era un lugar muy vasto. ¿Habría más oponentes de pelea con los mismos poderes que ellos? ¿Habría sujetos con niveles superiores?
¿Habría más saiyajins?
Vegeta había dicho que no, pero Gohan ahora no estaba tan seguro.
La época de la paz había iniciado. Pero también, era un época oscura donde el ki de Goku no estaría para ofrecer ese rayo de esperanza a una amenaza dormida que podría o no estar abandonando su largo sueño en ese mismo instante justo a sus espaldas.
Era tarde cuando Krillin se despidió de ellos, utilizando un gran salto para después invocar la técnica del vuelo y partir de inmediato a la gran ciudad. Antes de eso, pasaría un rato por Kame House para ver al Maestro Roshi, en sí su visita consistía en platicar sobre la pelea pero además quería recoger su ropa de oficina que la había dejado allí previo a la batalla y colgar para siempre su traje de entrenamiento, según sus palabras. Al despedirse de él, Gohan no pudo evitar pensar con tristeza que no sabía cuándo sería la próxima vez que lo volviera a ver.
De pie, bajo un atardecer de color anaranjado y observando la figura de su amigo alejarse hasta hacerse solo un diminuto punto en la distancia, Gohan apretó sus puños y endureció su gesto.
–Ve a casa, Gohan.–
Gohan casi cae al suelo por la orden tan insólita que emitió su mentor. Piccoro también estaba observando a Krillin pero su lenguaje corporal era nulo. Su gesto no dejaba nada a la interpretación.
–¿Qué…? Pero, ¡señor Piccoro! –
–Sé lo que dije al principio sobre que tenías que entrenar más de ahora en adelante, pero no tienes porque precipitarte ahora. Puedes tomarte unos días para pensarlo.–
Gohan sacudió su cabeza tercamente. –No. No es momento de descansar. Por favor, lléveme con usted.–
–Tienes a tu madre esperándote en casa. Y te has ganado estos momentos de paz con ella.–
Disfrútala mientras puedas, pareció decir y Gohan solo pudo cerrar sus ojos fuertemente, creyendo que la realidad que veía ahora solo era un espejismo de su propia mente.
"Sé que entenderá. O decidirá que lo mejor para mí es el estudio ahora. Pero después de mi pelea con Freezer, algo que estaba dormido en mi interior se ha despertado y no puedo ser el Gohan que era antes. El que todos quieren que sea. Tengo que tomar el lugar de mi papá y proteger a la Tierra. Tengo que hacerlo para evitar más muertes sin sentido."
Hubo una época donde Gohan creyó que nunca se volvería más fuerte y que decir lo contrario solo eran palabras en el viento. Desde sus cuatro años y a lo largo de toda su corta vida siempre había sido el objeto de mensajes que anunciaban su potencial, más bien auguraban que había un poder dormido en él y que no era menor, primero había sido Piccoro, lo cual era natural siendo el que fue quien lo entrenó, pero luego a él le siguieron Radditz, Freezer, el Gran Patriarca del planeta Namek, luego su padre y finalmente Cell. Gohan creía que era por su ascendencia saiyajin y que él era el futuro de una raza perdida para siempre, pero siempre sintió que era más la poesía de esa frase que el contenido que guardaba. Cada vez que peleaba, sentía que sus fuerzas no eran suficientes. Que si había algo que dormitaba en él, entonces eso mismo se estaba alejando cada vez más y más.
Y luego, su padre logró la primera transformación de súper saiyajin de la historia.
Después de sentir el ki de su papá por primera vez, Gohan supo que todos sus esfuerzos por ser un peleador digno eran en vano.
Pero no por eso se dio por vencido.
Y a partir de eso, nació un deseo en él no de pelear por obligación como estaba haciendo hasta ese momento. Y tampoco de ser el más fuerte. Era su cuerpo el que pedía pelear y expulsar la mayor cantidad de energía que le sea posible. Era la parte saiyajin que vivía en él. Era su instinto. Gracias a eso, a esa parte suya que entendió que pelear no era una obligación sino algo que nacía desde lo más recóndito de su alma y que tal poder no le era extraño a alguien como él, es que Gohan había ascendido a otro nivel muy superior al del súper saiyajin ordinario.
Le decían el Súper Saiyajin fase 2.
Hasta el día de hoy, Gohan no sabía realmente cómo había logrado aquella transformación tan legendaria. Lo único que sabía es que había entrenado como nunca durante aquel breve tiempo en la Habitación del Tiempo y que sus sueños habían estado plagados de escenarios catastróficos donde todo lo que había vivido con Freezer siendo un niño volvía a erigir su cabeza siendo esta vez tarde para actuar. No ayudó que meses antes hizo aparición Trunks en sus vidas, confirmando que el futuro era todo lo que Gohan temió que sería y la confirmación de la muerte de Goku había sido un puñal muy duro de asimilar.
Es aquí…
Es ahora… cuando la Tierra me necesita…
En esta línea de tiempo tuvieron la fortuna de cambiar lo que en un principio parecía imposible y contaron no sólo con Goku como único súper saiyajin de la historia, también estaba Vegeta, también Trunks y ahora el mismo. Las cosas fueron diferentes. El mañana existía…
¿Habría sujetos con un ki superior al suyo en el universo? Seguro que sí.
¿Esta transformación sería suficiente para poder enfrentarlos? ¿O…?
Gohan cerró sus puños con fuerza, buscando en el silencio de su mente la respuesta, en aquel punto donde su ki y él se hacían uno. La puesta de sol llegaba y el día estaba culminando…
Con él, una inocencia que ya había quedado en el pasado para siempre.
Al lanzar una mirada hacia su izquierda, por un breve momento, la capa de su maestro bloqueó sus ojos. Los pies de Piccoro dejaron el suelo y comenzó a levitar a la par de Gohan, su ki rastreando el lugar donde estaban aquellas montañas del norte que eran sus favoritas para sus entrenamientos. En otro momento, Gohan con tristeza le preguntaría cuando lo volvería a ver. En otra circunstancia, Gohan le preguntaría si lo podría visitar allí y si podría contarle como iban sus días detrás de un escritorio lleno de libros.
Ahora simplemente levantó su mentón, y sus ojos despidieron el mismo brillo de entusiasmo que los de Goku hicieran en su lugar.
–¿Señor Piccoro? –
–Dime, enano.–
–Bueno, es que… Esas dos manzanas que usted arrojó cuando quedé atrapado en lo más alto de aquella montaña, antes de que llegaran los saiyajins a la Tierra…
Piccoro se volteó a verlo con curiosidad. Gohan sólo sonrió con su mano detrás de su cabeza.
–Creo que vamos a necesitar más.–
–¡QUE NOOOOOOOOOO!
–Mamá, por favor…
–Milk, tienes que calmarte…
–¿Acaso has perdido la cabeza? ¿Aún tienes sangre en tus ropas y pretendes irte a pelear otra vez? ¡Ve a tu habitación ahora y deja ya mismo ese morral y esa chaqueta que no estuve encerrada en esta casa durante el torneo de quién sabe quién para que regreses y ya quieras irte otra vez! ¿Me escuchaste, Gohan?
Gohan suspiró. La noche anterior había tenido una charla telefónica con Krillin y fue en ella donde reveló su plan de entrenar con el señor Piccoro. Luego de ofrecer sus simpatías, Krillin le había advertido que su madre no sería fácil de convencer y que mejor olvide dedicarse a las peleas por un tiempo. Vivir con Goku fuera de casa no era algo nuevo para ella pero esta vez él definitivamente no regresaría y eso suponía algo extraño y difícil de asimilar para una madre sola y su hijo.
O eso creía Gohan…
–¿Y bien? –Milk se cruzó de brazos frente a él. El aroma de la sopa miso se permeaba desde la cocina de la pequeña casa Son, y el ruido burbujeante de aquello que preparaba su madre podía hacer que hasta los mejores guerreros del universo cayeran de rodillas por solo un plato de aquella receta tan tentadora.
Curiosamente, Gohan se preguntaba si Vegeta estaría comiendo tan delicioso en la mansión de Bulma.
–¿Y… bien qué? –Gohan mordió su labio inferior. El repiqueteo del pie de Milk empezó a sonar insistentemente en el vestíbulo de la casa.
–Ya te había dicho que te vayas a tu habitación. No quiero escucharte hablar de las peleas nunca más.–
–Es difícil con el ruido de la televisión.– opinó Ox Satán, sus ojos en el aparato que ocupaba el living de los Son y que reproducía las últimas noticias que sacudían al mundo. –Ese tipo sigue alardeando de su victoria a todo el que tenga pantalones para escucharlo…
–No me importa, papá. En esta casa, a partir de hoy, se hablará solo de estudios académicos que mi Gohan hará para ingresar a un buen centro educativo. Tengo delante mío la difícil tarea de criar a un hijo sola y sacaré el mejor provecho de eso, aunque me critiquen todos los amigos de Goku y…–
–¿Qué? –Gohan parpadeó extrañado, mirando a su madre con estupor.
Milk suspiró, un ceño acentuado haciéndose visible en su frente que ya contaba con ciertos minutos allí. Con su mano, hizo volar su cabello hacia atrás y fijó su mirada en la ventana.
–Pues, ¿qué esperabas? –se defendió Milk. El frío de las montañas ya empezaba a empujar desde el norte, y esto no pasó inadvertido por la esposa Son, quien ajustó con más fuerza su chal alrededor de sus hombros y fijó sus ojos fogosos en el cristal. –Era obvio que los amigos de tu padre llamarían a esta casa para intentar convencerme de que te deje ir a entrenar. Krillin, Yamcha, el Maestro Roshi, incluso Bulma.–
–¿Es… cierto eso? –
–Así es. Pero les dije que se metieran en sus asuntos y que hicieran algo útil de sus vidas. Ninguna amenaza volverá a pisar la Tierra y si así lo hace, estaremos bajo la protección de Kami-sama para…–
–Sí, mamá. Pero Dende no puede solo con todo.– reclamó Gohan, sus puños cerrados, sus ojos fijos y contundentes sobre su madre. –Mi papá ya no está para proteger esta Tierra, es mi deber hacerlo y evitar que otra desgracia como la de la línea de tiempo de Trunks ocurra.–
–Tiene razón, Milk. –Ox Satán asintió con su cabeza. La silla donde descansaba su peso crujió en son de protesta, amenazando con romperse, mientras el ex gobernante de la Montaña de Fuego giraba su masivo cuerpo para observar a su hija y nieto a través de sus anteojos de marco grueso. –¿A quién vamos a recurrir si la Tierra se encuentra en problemas otra vez? Hay que estar agradecidos que Goku dejó sus enseñanzas a Gohan y éste aún quiera incrementar su ki para una batalla futura. Gohan, aún no te lo había dicho pero estoy muy orgulloso de tu victoria frente a Cell, un enemigo de inigualables poderes y quien casi hace polvo este planeta de no ser por ti.–
–Gracias, abuelo. –Gohan sonrió.
–Muy bien, ¿ya terminaron? –El ceño en la frente de Milk se hizo más agudo. Suspiró con martirio, sacando su mirada de la ventana con rapidez y cruzándose de brazos frente a su papá e hijo. –Aquí lo que está en juego es la educación de Gohan, no el destino de la Tierra.–
Una gota bajó por la frente de Gohan.
–Pero, Milk…–
–Ya basta. No quiero escucharte. Lo único que haces es ponerte del lado de ese rebelde del maestro Roshi y sus amigos que sólo son un mal ejemplo para Gohan.–
La expresión de Gohan se entristeció, bajando sus hombros en derrota. Era obvio que su mamá nunca lo dejaría ir a entrenar como antes; y aunque se escapara a hurtadillas de su casa como había hecho antes, esta vez era distinto ya que sentía culpa porque al final del día no serían los tres, compartiendo una gran comida luego de un entrenamiento muy agotador. ¿Pero acaso por eso tenía que poner sus propios sueños en espera?
–Y ni hablar de lo que fue Goku como padre.– siguió Milk, sus manos haciendo un gesto como si quisiera tenerlo enfrente suyo para estrangularlo. –Obligar a Gohan a pelear contra ese monstruo él solo, arriesgar la vida de un niño de once años con todos sus amigos ahí presentes. Si estuviera aquí yo misma lo mandaría al Otro Mundo y pasaría toda su existencia sin probar mis platillos a los que me dediqué con mucho esmero desde que me convertí en su esposa.–
–¡Gohan era el más ideal para pelear contra Cell, Milk! ¡Entiende que se ha convertido en el ser más poderoso del universo! –
–¡Ser más poderoso del universo o no sigue siendo un niño, papá! ¡Que quiere acostarse temprano para levantarse al alba y tener un trabajo decente como contador o abogado y ser el orgullo de la familia! –
Milk se giró a Gohan furiosa y caminó hasta él. Con gesto decidido, extendió su mano para reclamar las pertenencias de su hijo que todavía pendían de su hombro. Gohan no se había movido de su posición.
–Tu morral.–
Gohan suspiró herido pero no se movió.
Milk volvió a fruncir el ceño.
–Gohan… No estés con rodeos. ¿Acaso le causarás más disgustos a tu pobre madre? –
Ox Satán se incorporó de su silla, listo para volver a defender a su nieto de ser necesario, pero la mano de Milk cayó con fuerza sobre el hombro de Gohan primero, tomó con fuerza una de las tiras de su morral y tiró… Nada.
–¡Urghh! –El rostro de Milk se tornó morado. Empezó a tirar de ella con toda sus fuerzas, el rojo de su piel virando a azul, pero aún así éste no cedió un centímetro de su lugar. –¡Esto es el colmo! –
Gohan bajó su mirada, avergonzado.
–Lo lamento, mamá.–
–Milk, vas a hacerte daño.–
–¡No me importa! –
Con algo de remordimiento, Gohan bajó su ki un poco de manera que su madre no llegue a lastimarse más, pero ni aún así el morral abandonó su posición. Se estaba volviendo más fuerte de lo que pensaba.
"Bien, es mejor que la obedezca. Solo le causaré más dolor si me voy." Con un gran suspiro, Gohan levantó su mano, listo para librarse él mismo del ítem cuando…
"¡Gohan!"
Gohan parpadeó. Esa voz era…
"¿Dende?"
"¡Hola! ¿Cómo estás, amigo?"
"Dende, ¿acaso me estás hablando–?"
"Sí, a través de telepatía. Nadie puede escucharnos." A través del lazo mental, Gohan pudo percibir la sonrisa conmiserante del joven Dios. "Veo que estás con dificultades con tu madre, Gohan."
"Así es. Está disgustada conmigo porque quiero ir a entrenar."
"Ya lo sé. Krillin y el señor Piccoro me lo contaron. Es por eso que decidí intervenir."
"¿Qué? ¿en serio?"
"Sí, no será un problema para mí. Es lo mínimo que puedo hacer por ti, Gohan."
"Vaya, amigo. ¡Gracias!"
"No hay porqué. Sólo ven al Templo a visitarme de vez en cuando. Mister Popo también tiene muchas ganas de verte. Queremos ver que tan fuerte te has vuelto."
"¡Sí, lo haré! ¡Gracias, Dende!"
Gohan sonrió internamente. A veces olvidaba los amigos tan valiosos que tenía y que había hecho a lo largo del camino. La voz de Dende se difuminó entonces, y en su lugar volvió a escuchar los gritos de su madre cada vez más cerca, al parpadear ligeramente, volvió a verla sobre él pero esta vez sujetada de la cintura por Ox Satán.
–¡Déjame, papá! ¡Ya te había dicho que no voy a dejar que transformen a mi hijo en un rebelde con ideas del maestro Roshi en la cabeza! ¡Tendrán que vérselas conmigo si– !
Un fuerte grito ocurrió desde el living, donde se encontraba la televisión, y los tres giraron la cabeza para observar el anuncio lleno de colores y grandiosidad que se reproducía en el aparato a todo volumen, con la imagen frontal de Mister Satán saludando y repasando algunas katas de combate que solían ser familiares para Gohan, aunque en un estilo un poco exagerado y sin tino.
"Queridos espectadores, ¡Mister Satán los saluda! Quedan todos invitados a formar parte del Torneo de Artes Marciales para niños que se dará lugar este inicio de primavera. No hay mejor honor para mí, el Campeón Mundial, que coronar a un futuro heredero o heredera que quiera seguir mis pasos y destacar en el mundo del combate desde temprana edad. Quien resulte vencedor de este Torneo, pasará a la posteridad como el discípulo número uno del gran Mister Satán y recibirá clases de entrenamiento durante un año por quien les habla. Además recibirán una gran bonificación económica que les será entregada a sus padres al concluir el Torneo, parte de mi fortuna personal. ¿Quién tiene las agallas para ir por la gloria eterna de la mano del gran Mister Satán? ¡No se pierdan de esta gran oportunidad que no volverá a repetirse!"
–Oh, es ese payaso otra vez. –dijo Ox Satán, resoplando. Con gesto cansino, se incorporó de su posición y acomodó las arrugas de su ropa que habían quedado desarregladas con el poco tacto de su hija. –Otra vez diciendo disparates por la televisión, ¿no crees, Milk?... ¿Milk? –
Pero Milk tenía la mirada perdida, hipnotizada por la gran elocuencia de Mister Satán en la pantalla de su living. Gohan movió sus ojos de la televisión a su madre y un gesto confuso pobló su frente.
–¿Acaso dijo…? –balbuceó Milk, sin parpadear. La comisura de su boca se levantó mínimamente y luego volvió a caer. –¿Acaso dijo… gran fortuna de dinero? –
–Sí, es verdad, eso dijo. –asintió Ox Satán, poniendo sus ojos en el techo. Sus pobladas cejas se curvaron hacia arriba. –Sabemos que es un charlatán de primera, pero su fortuna debe ser superior a la de Bulma y si hablamos de–
–¡GOHAN!
Gohan prácticamente cayó al suelo por el estruendo que sacudió a la casa Son. Milk se volvió a su hijo con un aro de fuego rodeándola, y sus puños fuertemente apretados como si se tratara de un oponente listo para desafiar a Gohan a una pelea.
–¡Tienes que participar de ese Torneo! –
Una gran gota bajó por la frente de Gohan.
–¿Qué…? –
–¡Ya me escuchaste! ¡Debes participar así obtendremos el dinero que Goku me prometió toda su vida! ¡Esta es nuestra oportunidad para salir de la pobreza y tener un buen pasar económico luego de que tu padre nos dejara! –
–Pero mamá, –Gohan miró a su madre con desconcierto en sus ojos, pensando si ella acaso estaba sufriendo golpes en la cabeza seguido. –Hace un momento me dijiste que pelear estaba prohibido y que debería de dedicarme a estudiar.–
–¡Olvida eso! ¡Podrás estudiar luego de que culmine el torneo! –
Gohan y Ox Satán estaban boquiabiertos. El ruido de un avión comercial se filtró por la ventana, junto con el trinar de los pájaros del bosque, pero Milk hacía caso omiso a lo que ocurría a su alrededor.
–Yo…– empezó a decir Gohan, sin estar muy seguro de sus palabras. Lo meditó un minuto antes de suspirar y darse por vencido. –Es que… mamá, yo tenía un entrenamiento muy diferente en mi cabeza.–
'No puedo pelear con humanos.' pensó con mortificación. 'Y menos con niños.'
–Milk, hija… tienes que razonar un poco. Gohan es un saiyajin y sus poderes son más grandes que los de cualquier ser humano ordinario. Sería injusto para los otros niños que participara en un torneo infantil.–
Milk se cruzó de brazos e hizo volar su cabello hacia atrás otra vez con gesto molesto.
–Pues, esa es mi condición para dejarte entrenar, Gohan.– declaró con frialdad. –Y si quieres reunirte con los amigos de Goku, también puedes hacerlo.
Gohan levantó su mirada con sorpresa. Eso no se lo esperaba.
–¿En serio? –
–Así es. –Milk hizo una leve mueca de incomodidad. –No me gusta en lo más mínimo pero seré flexible contigo esta vez. Lo único que no quiero es que vayan a pelear contra seres malignos y que utilicen su ki de una forma bruta. Por eso creo que este será un buen aprendizaje para ti, después de todo, tu padre y yo nos enamoramos en un Torneo de Artes Marciales.–
La esposa Son dijo lo último con un leve ápice de melancolía y sus ojos volaron a encontrarse con la fotografía de su esposo e hijo que se encontraba situada en uno de los estantes de la casa. Gohan sabía que ella se detenía en medio de sus tareas para observarla a menudo y era hasta este día el único objeto de la casa el cual Milk se ocupaba de que no acumule polvo alguno. Sentía culpa de abandonarla para ir a entrenar, pero algo muy en su interior le decía que su madre estaría más que bien aquí.
–¿Y bien? ¿Qué me dices? –
Gohan suspiró, y esbozó una pequeña sonrisa para sí.
–Está bien, mamá. –aceptó, levantando su mirada con optimismo. –Participaré en ese torneo.–
Continuará...
