Interludio: Deja Vu

Alguien alguna vez dijo: "El peor insulto que le podés hacer a una persona es la indiferencia".

Chloé no sabía quién lo dijo, pero alguien lo dijo y por alguna extraña razón, ella lo recordaba. Toda su vida siempre había existió para los demás. No que ella diera su tiempo y esfuerzo en ayudar al prójimo, sino que era notada por todos los que la rodeaban. Su existencia era notada. Al nacer, salió en las tapas de los periódicos de toda Europa. Como cada cumpleaños, cada evento político en tierra parisina, cada primera fila en los desfiles de gala. Su presencia no pasaba desapercibida.

Ella existía.

Cuando su madre dejó de notarla, intentó ser como ella. Ella mujer tenía los ojos del mundo puestos en ella. Si pudiera ser como su progenitora, su madre también miraría en su dirección. Chloé podría existir en su mundo. Copió sus gestos de mano, su tono de voz al quejarse, el movimiento de cadera al caminar, su paleta de colores de su vestimenta, tener anteojos de sol para llevarlos a todas partes sin importar el clima. Todo para ser tan excepcional como ella. Su más ferviente deseo era caminar a su lado para cuando girará su vista, la mirará a ella y no apartará los ojos hasta que le entregará una sonrisa de aceptación.

Su existencia iba a ser aceptada por la persona más excepcional del mundo.

Luego de diez años de esfuerzo, lágrimas y dietas que rozan la anorexia, llegó el momento que tanto espero. En el único e inigualable desfile de moda de Gabriel Agreste, su madre iba a pronunciar correctamente su nombre y la llevaría a New York a vivir con ella. Todo estaba alineado para ser el mejor día de su vida. Un miraculous en su bolsillo, su familia reunida y su futura familia, los Agreste, presentes. Solo faltaba que Audrey Bourgeois diga su nombre.

Lo que salió de sus labios era el nombre de una desconocida.

Ella no era Chelin.

¿Por qué es el nombre de su antigua amiga la que pronuncias correctamente?
¿Ella es la que deseas tener de hija?

Si la imito ¿Me mirarías con esos ojos de aprecio que estas teniendo en este momento?

Chloé preguntó para sus adentros. Sabía cuál era la respuesta. Fallo como hija, no iba a fallar como heroína. El miraculous era cien por ciento de ella. No de su madre o algo que podría hacer Marinette. Superar a Ladybug sería un reto, pero lo haría. Todo por el reconocimiento de su madre.

Fallo ese día y el siguiente y el siguiente y el siguiente. Luego no llegaron más oportunidades.

La joven Bourgeois hizo todo para que la heroína número uno de París le dirigiera una mirada en sus patrullas. Se decía que Ladybug estaba ocupada, por eso no volteaba a verla o entregarle su miraculous para combatir junto a ella. Se repetía cada vez que observaba, a la que quería como mejor amiga, saltar entre los techos yendo a vencer al akuma de turno. Tardó un mes para aceptar la realidad. Ladybug se olvidó de ella.

Ladybug negó su existencia.

Dolió. Dolió tanto. Se sentía otra vez como de cinco años viendo a su madre irse con las maletas. Y no la pudo culpar. A ninguna persona excepto a esa misma. No fue la mejor compañera para la heroína. No fue la mejor hija para su madre. No fue la mejor princesa para su padre. No fue la mejor amiga para Sabrina. No fue la mejor alumna para la profesora Bustier.

Al día siguiente, Chloé descubrió que tampoco fue la mejor portadora de miraculous para los kwamis, mejor persona akumatizada para Hawkmoth o mejor villana para los héroes. Miracle Queen fue derrotada. Queen Bee fue humillada. Chloé fue juzgada. Todos los kwamis de la caja la miraron con la peor mirada que recibió en su vida. La lastimó más que la mirada de odio de Ladybug. Los dioses la han pesado, la han medido y definitivamente la hallaron defectuosa.

Chloé aprendió que hay algo peor que le negarán su existencia.

La realidad misma desestimó su existencia.

Kwamis que nunca vio, la contemplaron y la consideraron poco importante. Busco a Pollen para confirmar si su amiga pensaba igual que sus hermanos. Atinó a observar cómo apartaba la mirada. Un pesar, un sentimiento de vacío en el lugar izquierdo de su plexo solar no la dejaba respirar.

— ¿Eres feliz ahora?

las palabras no pudieron salir de su boca para responder a Ladybug. La heroína tenía agarrado el miraculous de la abeja en su mano y en la otra, el resto de los miraculous de la caja.

— Hawkmoth descubrió… él sabe la verdadera identidad de los portadores, de mis verdaderos compañeros. Tu infantilismo, tu necesidad de llamar la atención y tu carente consideración por alguien que no seas tú, causó todo este desastre… una buena persona acaba de morir por tus acciones. Y ahora seis adolescentes estarán en peligro constante. ¿Todo esto por un miraculous? No… no eres diferente a Hawkmoth.

—Lo siento— dijo Chloé sintiéndolo de verdad. Sabía que metió el pie hasta el fondo. No había dinero que su padre pudiera juntar para borrar su error. No está vez—. Puedo hablar con papi. Los sacaremos de Francia…

El dolor de una nariz rota y los huesos de la cara agrietados detuvieron sus siguientes palabras. Por instinto, escupió la sangre, saliva y dientes rotos que amenazaban con ahogarla. Tardó un tiempo en comprender lo que acababa de suceder: La heroína moteada le dio un puñetazo.

—¡Cálmate My Lady! — era la primera vez que Chat Noir le levantaba la voz a su amada, pero su compañera cruzó la línea.

—¡Ellos son mis amigos!¡Y ahora no los podré ver más por tu culpa! — grito con lágrimas descendiendo por su máscara mientras el héroe, con temática de gato, la sujetaba fuertemente entre sus brazos—. Si en verdad crees que eso funcionara, debiste irte hace semanas. Ellos no tendrían que huir si tú te hubieras ido de nuestras vidas. París sería una ciudad mejor sin una niña mimada y egoísta que piensa que todos viven para complacer sus caprichos… ¿Sabes? Al principio pensé que tú eras Hawkmoth. Nadie puede ser tan malvado para usar a otros como peones para su beneficio.

Chloé navegaba en la fina línea que separa la conciencia de la inconsciencia. Su mente brumosa le hacía sentir, cada palabra de la heroína número uno, como una puñalada en su pecho. Intentó levantarse y huir. Ladybug estaba siendo restringida por Chat Noir, que le exigía usar el Lucky Charm antes que cometa un error que se arrepienta. Chloé cayó después de tres pasos, empeorando su castigo infligido. Cubrió sus heridas con ambas manos, en un vano intento de calmar el dolor. Entre la brecha de los dedos, a través de lágrimas y sangre, ella contempló a sus héroes darle la espalda y los kwamis vigilando indiferentes su dolor. Escuchó las últimas palabras de Ladybug antes de ser rodeada por el cálido toque de mariquitas. Palabras que arrastraron un lamento oculto.

— Tú me heriste. Solo quiero ayudar a todos los parisinos, incluyo a ti. Lo intenté, juro que lo hice, ayudarte a ser mejor. Obtuve esto a cambio. Nada más conoces dañar la felicidad de los demás, arruinar la vida de la buena gente, socavar la ideología de "hacer el bien, trae su recompensa". La paz de París. Tu…


—... herí al Símbolo de la Paz.

Chloé no recordaba las veces que se dijo la cruel verdad. El reloj digital del celular marcaba cuarenta minutos después de su alarma de las cinco AM. Casi una hora desde que se despertó. Casi una hora lamentándose por cómo finalizó la misión.

Se refregó los ojos, frustrada consigo misma por su situación actual. Postrada en la cama, el cuerpo dolorido por diversas fisuras en diferentes huesos, y sin rastro de Pollen. Como guinda del pastel, su pierna se rompió al golpear una montaña. Bajo las manos y observo el apiz azul del techo. Había transcurrido seis horas aproximadas desde su encuentro con Él.

Los videos en la televisión y las imágenes en Tik Quirk no le hacían justicia. Imponente, inamovible, invencible… ella se movió por instinto. Ese que sus maestros de la Orden intentaron con arduo esfuerzo que dominara y que creyó haber domado, años de meditación y entrenamiento, volaron como hojas en el viento. Miedo, no se lo ocultaba a sí misma. Admitió que hizo lo que hizo por miedo. Al estar en su agarre, sintió que todo se acabó. Atrapada, débil e indefensa. Es normal sentirse así cuando la captura es sinónimo de muerte. En su mundo original, significaba que perderías tu miraculous. Aquí la encerrarían y algún momento se destransformaría. Perdería a Queen Bee. Ella era Queen Bee. No podía perderse a sí misma. No otra vez.

¡Queen Bee debía ser libre!

El miedo a morir hace que uno saque fuerza donde antes no había… o que siempre estuvo ahí, oculto. Sin pensar, dejándose llevar, permitió a su cuerpo actuar sin resistencia. Realizo el movimiento del cabeza de basura, esa técnica que sobrepaso su Mirakung Fu. La acumulación y liberación de la tensión sumando la energía vital de cada ser viviente comenzó en un pie, lo llevo hasta su plexo solar y siguió el recorrido hasta las manos. Pero no dio un puñetazo, tenía un brazo inmovilizado y el objetivo estaba alto. Entonces fue más allá con la técnica. Hizo que la energía acumulada regresara por donde vino, uniéndose con la energía que reemplazo a la anterior. Sintió dolor, sus órganos recibieron la enorme tensión, y de repente, una intensidad le recorrió el cuerpo como un relámpago.

La patada giratoria lanza por ella tenía una gran aceleración por los numerosos puntos de energía moviéndolos en tándem. Sin saber que, para realizar esa técnica, Kendo obligo a la energía, de forma subconsciente, a pasar por puntos imaginarios, que no existían en el cuerpo, para ganar el poder que pueda superar al ojo humano. Chloé forzó a Queen Bee hacer lo mismo, dando como resultado un golpe que supero "el mach" de la barrera del sonido.

El contacto de la patada contra el rostro de la justicia, sin necesidad de decirlo, el poder destructivo era mayor a la imaginación. El mayor poder jamás visto no fue indiferente a la fuerza combinada de las artes marciales y los miraculous. Sin embargo, el problema fue en la técnica en sí misma. Aunque no se desesperó. No estaba restringida y una pierna era suficiente para escapar de la gentuza disfrazada.

Con la cabeza fría, repaso su encuentro y entendió porque al levantar la mirada, lo veía en todos lados. Fue una experiencia increíble. Presentía que Él era especial. Pollen lo sospechaba. Ella, que nunca le intereso la internet en el anterior mundo ni en este, siempre vigilaba atenta las redes sociales; más precisamente, el fórum "All Might GPS 24/7" para conocer su ubicación exacta y evitar estar en la misma ciudad al mismo tiempo.

Para la portadora, el encuentro con All Might fue una revelación.

— Si, lo hiciste— confirmo Iwao Oguro, parado al lado de la única ventana de la habitación—. Muchos te aplaudirían por logar tal imposible hazaña; lástima que todos quieren tu cabeza.

— No es la primera vez que soy odiada por el mundo— Chloé giro el rostro y con seriedad, proclamo—. Podré soportarlo. Tengo a Pollen.

— Un quirk no es una persona.

— Es mi amiga.

Iwao no dijo más y aparto lentamente la cortina, lo suficiente para poder observar sin ser visto. Pido ver salir el sol y alumbrar una ciudad en caos. La mayoría de los saqueos debieron haberse detenido a esa altura. La policía y héroes trasnocharon toda la noche y faltaba trabajo que hacer. Los siguientes días serán movidos.

Un gemido de dolor lo hizo voltear preocupado.

— No te muevas. Necesitas descansar un par de semanas.

— Estoy bien— mintió, escapándole una mueca involuntaria—. Es una pierna. No me volví inútil.

— Si fuera solo la pierna, no te dolería levantar el torso— señalo de vuelta—. Tus heridas contra Kendo no se han terminado de curar— agito la cabeza, decepcionado consigo mismo—. Nunca debí permitirte participar.

Oguro se preparó para la serie de gritos que sabe que vendrán al intentar negarle algo a Queen Bee. Antes tuvieron conversaciones parecidas, pero con la información que ahora sabe… él tiene un límite. que por desconocimiento sobrepaso y alguien que no debía sufrir, salió herido.

— ¡Tu no decidís que se me permite hacer y que no!¡Tú eres débil, yo no! Ustedes son los que me necesitan, no al revés. Sin mí y mi dinero, no podrías haber entrado en la Mascarada como se llame. Sin mi agilidad y velocidad, no hubieras conseguido los informes policiales. ¡Sin MI, tu continuarías golpeando vagabundos en sucios callejones! Tu solo eres un adulto…

— ¡Exacto! Yo soy el adulto aquí. Soy el responsable si uno de ustedes se lesiona.

— No soy una niña. No te pedí que des la cara por mis acciones— Chloé le costaba hablar. Tenía la garganta seca, pero no se detuvo—. ¿Al verme en la cama te despertó tu vibra paternal? No intentes ser algo que no sos. No necesito tu compasión y tu lastima. La de ninguno de ustedes, perdedores.

Knuckleduster apretó ambos puños con fuerza. Mas enojado con el que no ella.

— No importa como lo veas tú. Si hubiera tenido conocimiento, un indicio de lo joven que eres, nunca te hubiera mandado al frente. Es mi culpa que estés en la cama.

— Esto es el resultado de mi debilidad y no quiero escuchar una palabra más del tema.

Iwaro no creía lo mismo.

— Nadie puede predecir donde aparecerá All Migh. Lo de anoche no fue tu culpa— trató en un vano intento de calmarla.

— … Ustedes son tan miopes. Fue mi culpa el fallo de la misión. Debí sentirlo venir o yo que se— ella giro de costado, dándole la espalda y se tapó la cabeza con la manta. Su voz salió amortiguada—. Te ordeno que te vayas. No puedo descansar contigo parado observándome con esa mascara fea.

— Estaré abajo si me…

— ¡No! — sentencio sin miramientos, sin oportunidad de réplica—. Solo me necesito a mí misma… no me queda nada más.

Palabras difíciles de escuchar, llamado de ayuda, llego a los oídos del vigilante y no hizo nada. No sabía cómo o si era el indicado. Nunca fue el héroe que la gente necesitaba, solo actuaba como él creía correcto. Hablar con sus puños. Sintiendo un extraño deja vu, como si antes estuvo en esta situación, el repitió la historia. Escapo. El abandono la habitación, guardando palabras que hace tanto no tenía intención de pronunciarlas.

Ambos eran personas que perdieron lo que amaban y estaban fracturadas. Sus bordes afilados impedían unirse a otros, de distintas maneras. Pieza de un rompecabezas que se astillo y no encaja con nada. Sus choques han mermado sus armaduras y se encontraban supurando dolor, resentimiento y soledad. Juntos no pueden realizar algo bueno. Ni un verdadero héroe puede salvarse a sí mismo… Que bien que tienen a un diamante en bruto y alguien que ama alegrar los corazones de los demás.

Bajo los rayos del Sol, meditaba postrada la portadora de la abeja, miembro de una orden que ya no existe. El tiempo corría en su contra. El reflector pendía sobre su cabeza. La espada de Damocles se acercó aún más a su cuello y comenzó a sangrar. No podía permitirse el lujo de perder tiempo. Ya no. Torres de nubes negras bloqueaban de vez en vez la luz de la ventana. El mundo se volvió más peligroso de lo que ya era. Con un pie en el reino de Oniria y otro en la realidad, obtuvo una mayor comprensión de su energía vital y los puntos que unen los recorridos de la misma. Debía sanar y debía sanar rápido. Costillas fracturadas y cráneo fisurado no podían ser más ignorados.

Realizando la técnica "Meditación Sanadora del Sueño Despierto", se desconectó de todo. Solo estaba su mente, la energía vital y el dolor de las heridas desapareciendo poco a poco.

Segundo tras segundo.

El reloj siguió avanzando, no se detuvo por ella.