Nota de la traductora: me extrañaron? Pues ya volví! Y como les había prometido, les traigo una nueva historia, que es la continuación de En calma está el mar. Si les gusta viajar y sobre todo los viajes de autodescubrimiento, no se pueden perder esta historia. Yo estoy muy feliz de traerla hasta ustedes. Como siempre, nada de esto es mio, los personajes pertenecen a JKR, Warner y demás. La historia fue escrita por DeepShadows2 a quien pueden encontrar en FF y AO3 y quien amablemente me dio permiso de traducirla. La imagen de la portada la bajé de Pinterest y no estoy muy segura de quien es el creador, la he visto mucho en fics Sevmione pero si alguien sabe a quien pertenece por favor díganme. Espero disfruten mucho esta nueva aventura.
Mi agradecimiento a phoenix1993 y a LateAtNight4 por leer la historia previa. Saben que les traigo estas historias con mucho gusto y sus comentarios siempre me hacen feliz y me animan a seguir traduciendo. Espero que también disfruten de esta entrega.
Nota de la autora: Gracias a TheFrenchPress por no asesinarme por escribir un primer capítulo de 8K y por ser capaz de discernir qué palabra estaba tratando de pensar mi cerebro cuando usé la palabra incorrecta. También gracias a TheFrenchPress por los moodboards. Además, gracias a CorvusDraconis por su trabajo en la posproducción.
"No importa lo difícil que sea el pasado,
siempre puedes empezar de nuevo".
- Buda
Un lugar bajo el encantamiento Fidelio en las Islas Feroe.
La vieja madera crujiente de las paredes de la decrépita cabaña de pesca que se esforzaba contra el embate del viento del océano lo mantenía despierto. No era el único factor, pero era más fácil para él echarle la culpa a eso. Era mucho más difícil culpar a las realidades desconcertantes y en conflicto que estaba luchando por aceptar: la realidad de que la guerra se había ganado.
Que la Espada de Damocles sobre su cabeza se había soltado de su cuerda, y de alguna manera había vivido para ver otro amanecer cuando no debería haberlo hecho.
Y que Granger-
No, no podía llamarla así. No creía que pudiera volver a llamarla así. No después de que-
Sus ojos negros se cerraron, y él todavía podía sentir sus suaves labios contra los suyos. Mientras se dejaba caer en la memoria, los fantasmas de sus manos inseguras se extendieron sobre su piel, dejando atrás un calor que se extendió a través de él. Podía recordar su suave jadeo mientras entraba en ella, el beso de confirmación que amenazaba con consumirlo mientras la llevaba a esa cala arenosa.
Severus sacudió la cabeza mientras sus ojos se abrieron, alejando con fuerza los pensamientos para poder concentrarse en el asunto que tenía delante. No les vendría bien a ninguno de ellos tener su juicio nublado con los recuerdos de su apasionado encuentro.
Incluso si estaba seguro de que era la motivación detrás de su aparentemente desaconsejable decisión de venir con él, a Severus no le gustaba estar confundido o inseguro. Sin embargo, así era como se encontraba, ya que sus pensamientos seguían siendo atraídos al hecho de que ella se uniera a él aquí.
Hermione había aceptado huir con él hacia el amanecer como en un cuento de hadas.
Severus no podía entender por qué había aceptado venir con él.
Además, no entendía completamente por qué él se lo había pedido.
No se arrepentía, estaba seguro de eso, pero no podía comprender el razonamiento detrás de ello. Fue emocional e irracional, no era la forma en la que había tomado decisiones antes. Había esperado que ella lo rechazara, y eso le daría el impulso que necesitaba para ir y vivir su vida, una vida a la que efectivamente había renunciado ahora que se había ido con él.
¿En qué estaba pensando ella? ¿En qué estaba pensando él?
¿Cómo pudo Hermione haber aceptado tan fácilmente venir con él cuando tenía todo su futuro por delante? Ella era joven, con planes que había defendido categóricamente durante su cena bajo las estrellas, y ahora lo había tirado todo a la basura sin dudarlo, sin siquiera pensar en ello.
Era algo que tendrían que discutir una vez que se despertara del sueño en el que se había derrumbado a su llegada. Parte de Severus sabía que una vez que se librara del claro agotamiento que había sufrido debido a la batalla, se arrepentiría inmediatamente de la decisión de venir con él. Otra parte de él, la que lo había empujado a preguntarle en primer lugar, consideró que ella podría no hacerlo. Severus no quería esperar eso; la esperanza era peligrosa y se aplastaba fácilmente. Él esperaría a saber si ella estaba segura de su decisión de venir después de que hubiera tenido la oportunidad de dormir.
Resolviendo manejar eso más tarde, Severus contempló las otras cosas por las que tenía que preocuparse, siendo la más importante que no tenía ningún plan para seguir. Este no había sido el resultado esperado, por lo que se encontró lamentablemente sin preparación para su supervivencia. Era una sensación incómoda, una que se asentaba en sus entrañas. La supervivencia de Severus durante la guerra se había reducido a planificar, preparar y apegarse al plan, solo improvisando según fuera necesario. Todo lo que estaba ante él ahora parecía como si no fuera más que improvisación.
La casa volvió a crujir fuertemente con una ráfaga de viento del mar. Severus evaluó qué recursos tenía disponibles para él, para ellos, con que trabajar. Se sentía seguro de que si conocía los parámetros en los que tenía que trabajar, podría idear algún curso de acción para detener el motín nervioso en su pecho.
Esta isla secreta con su cabaña de pesca fue lo único que heredó del linaje Prince. Había sido un regalo para su madre de su tío favorito cuando era niña; uno que no se podía desheredar cuando fue repudiada por su matrimonio y, posteriormente, por el nacimiento de Severus. Cuando fue asesinada por su beligerante padre borracho, se la había heredado a él. Imaginaba que debía haber sido encantadora, una cabaña donde sus parientes de sangre pura escapaban de la monotonía de la vida cotidiana para disfrutar del mar. Pero años de desuso, mantenimiento insuficiente o refuerzo de la magia que la mantenía unida la habían hecho decaer hasta convertirse en el edificio desgastado que era ahora.
Severus había considerado en algún momento usarla como su escondite, como un lugar donde ni las fuerzas del bien ni del mal pudieran encontrarlo, y lo había abastecido con suministros básicos. Pero a medida que la guerra se prolongó y la escritura en la pared comenzó a deletrear su muerte, dejó de esforzarse. No tiene sentido preparar una casa segura cuando ibas a morir. O al menos eso es lo que se había dicho a sí mismo cuando dejó de hacer el viaje trimestral para depositar víveres aquí.
Fue un desafortunado error de cálculo de su parte porque ahora no solo había sobrevivido, sino que también tenía a alguien con él que también necesitaría suministros para sobrevivir. Eso nunca fue parte del plan. No había nadie entre sus conocidos con quien hubiera considerado huir o albergar aquí por su seguridad.
Ese pensamiento le recordó la parte de todo este escenario que estaba teniendo más dificultades para procesar.
Hermione había aceptado venir con él.
Ella lo eligió.
Nadie lo había elegido nunca de la manera en que Hermione lo había hecho por encima de sus propios planes y objetivos para su futuro. No Lily, que había elegido a su peor enemigo en vez de él, tomando su lapso de ira para romper los lazos de una amistad de la que parecía que estaba buscando una salida. No Bellatrix, que le había susurrado mentiras al oído para asegurar su lealtad al Señor Oscuro, usándolo como un juguete y nada más. Incluso Albus nunca lo había elegido. Solo lo había usado a su favor, empujando y guiando a Severus para que fuera el espía perfecto, la herramienta perfecta. Nadie había visto nunca a Severus como una persona. Y nadie nunca le había pedido, casi rogado que se mantuviera con vida, diciendo que no querían que muriera. A nadie más en su vida le había importado si vivía o moría. Pero Hermione, en esa cala oscurecida, le hizo creer que sí. Que podría haber una razón para seguir viviendo. Ahora no sabía qué hacer con eso, ni siquiera cómo se sentía al respecto.
Fue esa la razón por la que la buscó en el campo de batalla. Severus no sabía qué esperar cuando se arrastró fuera de esos bosques medio muerto, usando el hechizo de seguimiento en el espejo bidireccional para encontrarla.
Fue una locura...
Una misión suicida...
Severus sabía que estaba deambulando en medio de los miembros de la Orden que probablemente lanzarían hechizos primero y harían preguntas más tarde. Algo en lo más profundo de él deseaba que lo hubieran hecho; no merecía estar vivo. Pero otra parte de él necesitaba desesperadamente saber que ella estaba entre los vivos. Severus necesitaba volver a verla, incluso si hubiera sido el momento antes de que lo mataran, solo para asegurarse de que estuviera viva.
La expresión en su cara cuando sus ojos se habían encontrado, la incredulidad y la euforia en ellos lo sacudieron hasta lo más profundo de su ser. El rostro de ella reflejaba la misma desesperación que él tenía por verla, por conocer su destino. Que alguien lo mirara de esa manera lo había aturdido. Cuando Hermione se estrelló contra él, respirando con alivio por su supervivencia, no pudo hacer nada más que abrazarla, empaparse de su calor. Aquí no fue donde él imaginó que lo llevaría su vida. Sin embargo, parecía que el universo había decidido que lo que él imaginaba y esperaba debería ponerse de cabeza.
Una onda de dolor corría a través de los nervios en el lado de su cuello, y su mano se sacudió mientras reprimía el impulso de tocarlo. No importa cuánto doliera, tocarlo solo lo empeoraría. Severus no tenía ningún deseo de más del dolor que el que experimentó, ni deseaba deshacer todo el trabajo duro que la bruja había hecho para curarlo.
No debería haberse sorprendido de que Hermione hubiera hecho un excelente trabajo limpiando su lesión, ya que él no podía hacerlo. La ironía no se le había escapado, mientras ella atendía la mordedura de la serpiente, de que reflejaba la circunstancia que había causado este estado de las cosas. Su mente vagó más allá de su control, un efecto secundario de la poción para el dolor era una pérdida de concentración, y se encontró reflexionando sobre los acontecimientos que lo habían llevado a sentir algo por ella en primer lugar.
Severus había luchado contra considerarla como algo más que un aspecto irritante de su vida profesional. Cuando se reunió con ella para comenzar a purgar la maldición Pudresangre de su cicatriz, comenzó a percibirla de mala gana, no como la niña que haba sido, sino como alguien completamente diferente. Hermione había crecido en su tiempo huyendo, el desgaste de la guerra la había pintado con una expresión cansada como la que a menudo veía en el espejo. Para él, ella parecía externamente como él se sentía internamente, como si el mundo entero fuera arrojado injustamente sobre sus hombros.
Lo que había comenzado solo como una forma de asegurarse de que al menos uno de ellos llegara a la batalla final había cambiado. Sus interacciones se convirtieron en algo que él codiciaba cuando no estaba con ella en esa cala. Un interés en su mente comenzó a enconarse dentro de él hasta que se manifestó en una atracción peligrosa.
Se maldijo a sí mismo la noche que se dio cuenta.
Hermione le había agarrado el brazo, rogándole que no muriera. Sus ojos marrones estaban desesperados, suplicando, y él había sido testigo de un parpadeo de afecto en ellos. Algo en él se agitó por su expresión, y en su disgusto por su propia reacción, huyó.
Tenía 38 años; ¡lo suficientemente mayor como para ser su padre!
Seguramente ella no sentía lo mismo, y si lo hacía, eso era más preocupante.
Hermione era joven, inteligente, ingeniosa, con una belleza realzada por esos aspectos. Ella era todo lo que él no era, y esa era una razón más para poner distancia entre ellos. Incluso si, sin saberlo, se hubiera apegado.
Ese apego se intensificó con el siguiente encuentro, donde tuvo que evitar romper el espacio entre ellos, tocarla, besarla. Y no se necesita ser un lector de mentes para saber que ella quería lo mismo.
Tuvo que parar entonces, lo había sabido.
Él solo le traería sufrimiento y dolor.
Severus solo sabía cómo romper a la gente, y no tenía ningún deseo de romperla.
La maldición Pudresangre había sido combatida lo suficiente, había pensado que se disiparía sin mayor cuidado. Él no podía, por su bien, volver a verla. Por su bien, no pudo responder a la repetida vibración del espejo bidireccional contra su pecho. A pesar de que se sintió como si le sacudiera el corazón. Nada más que la ruina y el dolor vendría de lo que casi había ocurrido entre ellos.
Ella no se merecía eso.
Luego estuvo esa fatídica noche en la que su determinación cedió mientras el vidrio ondulaba con un brillo dorado en su mano. Severus había respondido al espejo, solo para escucharla aullar de dolor. Sus gritos de agonía rasgaron su corazón. Actuando por puro instinto, había reunido lo que se necesitaba, corriendo a la cala en un apuro que hizo que Amicus le diera una mirada sospechosa.
Su puño apretó con fuerza el reposabrazos de la silla en la que se sentaba mientras recordaba haberla visto tumbada en esa roca. El sonido del mar exterior era el mismo que el de las ráfagas que soplaban contra la orilla, transportándolo de vuelta a ese momento. Severus había pensado que estaba muerta, que la maldición se la había llevado y que lo que había oído a través del espejo había sido sus sonidos de muerte. Afortunadamente, se equivocó.
Un hormigueo de dolor se arrastró por su brazo, y lo sacudió, exhalando mientras dejaba que el recuerdo de esa noche con olor a sal se apoderara de él. Severus sabía entonces que estaba peligrosamente enamorándose de ella, tanto que ella podría ser una debilidad, una responsabilidad. Su atracción por su mente, fortaleza y fuerza de voluntad había superado sus sentidos. Ese apego había sido lo que lo estimuló a darle lo que ella rogó en esa noche a la luz de la luna.
Le había instado a adorar su cuerpo besado por la luna con sus manos, labios y palabras. Severus quería evitar que muriera en esta tonta guerra con el arrepentimiento de no haber conocido nunca el placer, o peor aún, solo habiendo conocido el dolor. Fue la razón por la que él había hecho todo lo que estaba a su alcance para asegurarse de que todo lo que ella tuviera fuera placer, a diferencia de su primera experiencia con el sexo, donde la aguda mordida del dolor lo precedió. Si él iba a ser su primero, quería ser digno de ella, y eso fue lo que hizo.
Haba vuelto al castillo esa noche esperando sentirse sucio y usado, como lo hacía cada vez que se entregaba a cualquier actividad carnal. Esperaba arrepentimiento y vergüenza, preparado para enfurecerse contra sí mismo por lo que le había hecho con ella, dejándola tontamente convencerlo.
Pero eso no había pasado.
El calor de sus manos perduraba, el sabor de sus gemidos y el placer se asentaron en él, reforzándolo contra la sombría depresión del castillo. Severus no se había despertado arrepintiéndose, sino que se arrepintió de haberla dejado; de que nunca la volvería a ver.
Era pueril y tenía el potencial de complicarlo todo, pero Severus no había rechazado sus sentimientos en ese momento. Era un hombre en el corredor de la muerte, sabiendo que pronto, antes de lo que le hubiera gustado imaginar, sería sacudido hasta abandonar el plano mortal. Egoístamente, había escondido el recuerdo de estar con ella en esa cala cerca de su corazón, al igual que el espejo, y dejó que eso fuera lo que lo alimentara a través de lo que iban a ser sus últimos días.
Lo que lo llevó a donde estaban ahora.
Esos no habían sido sus últimos días, y tuvo que aceptar eso y lo que había ocurrido entre ellos. Era la única forma en que podía intentar determinar a dónde podían ir a partir de aquí.
Echó un vistazo al baúl de cuero apoyado contra la pared. Contenía todos los suministros que había almacenado en la casa. Le había lanzado un encantamiento de extensión, y estaba lleno, pero aún así no sería suficiente para que se quedaran aquí mucho tiempo sin necesidad de aventurarse por más. La comida no había sido algo en lo que hubiera pensado tanto cuando originalmente planeó su escape aquí. Se había centrado en otras cosas, como la defensa y la curación. Podía preparar cualquier número de pociones que no estuvieran incluidas en la reserva que ya había colocado aquí. Esas pociones ayudarían con sus respectivas curaciones, pero solo había suficiente comida no perecedera para unas pocas semanas si racionaban.
Comenzó un dolor en sus sienes y Severus exhaló fuertemente, presionando sus dedos contra el lugar. Escaneando la cabaña de una habitación, su atención se detuvo en la cama.
Metida bajo sus túnicas exteriores negras, Hermione dormía de espaldas a la pared. Una mano agarraba la tela, sosteniéndola contra su pecho, mientras que la otra estaba sobre su cabeza, presionando su cabello castaño tupido en la única almohada de la cama. Severus se preguntó cómo podía dormir con el fuerte crujido de la casa. Parecía disminuir un poco mientras se sentaba allí contemplando todo, pero todavía era demasiado ruidoso para su gusto. Su continuo sueño le dijo que estaba mucho más agotada de lo que él había anticipado. ¿Cuándo fue la última vez que había tenido la oportunidad de descansar adecuadamente?
Como si fuera convocado por sus pensamientos, uno de sus ojos marrones se abrió con sueño, seguido del segundo. Una sonrisa cruzó su cara mientras se centraba en él, y se sentó, estirándose por la cama con un bostezo. "¿Has estado despierto mucho tiempo?" Hermione le preguntó en voz baja.
Bajando las manos de sus sienes, Severus se inclinó hacia atrás en la silla en la que estaba sentado. "El viento hizo que fuera difícil permanecer dormido".
Sus ojos marrones lo inspeccionaron, y luego a la habitación. "Oh".
"¿Te despertó?" Severus cuestionó, observando sus movimientos lánguidos.
Hermione empujó su cabello hacia atrás con una mano antes de frotarse los ojos. "No, sentí que me mirabas fijamente". Los rizos marrones se sacudieron cuando ella se puso de pie, con su capa alrededor de sus hombros. Se acumuló alrededor de sus pies, destacando lo mucho más baja que era ella en comparación con él.
No había sido su intención despertarla, y frunció el ceño, "mis disculpas".
"No te preocupes, dormí lo suficiente", explicó Hermione. Ella se acercó a él, su sonrisa inquebrantable, pero sus ojos se arrugaron con preocupación mientras lo inspeccionaba. "¿Cómo está tu cuello?"
Severus hizo un balance de su lesión, moviendo con cautela la cabeza para probar qué dolor despertaría. Estaba mejor de lo que hubiera estado si él mismo lo hubiera curado. "Sensible, pero sanando. Puede que necesite tu ayuda de nuevo más tarde". Esperaba, en contra de toda esperanza, que ella todavía estuviera aquí más tarde.
Hermione asintió sin decir más, con sus dedos moviéndose para tocar el vendaje de su cuello.
Cerró los ojos mientras gira la cara para ofrecerle una mejor vista. El toque ligero envió una espiga de dolor por su pecho y detrás de su oreja, e hizo una mueca. El lugar estaba increíblemente sensible incluso con su ternura.
"Parece satisfactorio, el vendaje se mantuvo durante la noche", observó mientras retiraba su mano.
Abriendo los ojos mientras ella se retiraba, él le levantó una ceja. Severus no era el único que se recuperaba de una lesión que había puesto en peligro su vida, a pesar de que ella estaba más avanzada en el camino de la recuperación que él. "¿Cómo está tu brazo?"
"Apenas siento el dolor ahora", admitió, haciendo la capa hacia atrás para mostrarle los vendajes limpios con los que la había vestido antes de que se hubieran dormido hace casi veinte horas.
Sintió que sus labios se curvaban hacia arriba por un lado. "Me complace escuchar eso".
Ella miró alrededor de la habitación y rodó el cuello, bostezando de nuevo antes de que su mirada volviera hacia él. "¿Quieres que nos haga un poco de té? ¿O café?"
Inmediatamente fue arrastrado de vuelta al dilema sobre sus suministros y cómo no tenía mucho en cuanto a la comida. Había estado esperando añadir más a sus reservas a lo largo del tiempo antes de detenerse abruptamente hace dos años, por lo que solo tenían lo esencial. Señaló hacia el baúl de cuero desgastado, frunciendo el ceño. "No creo que tenga ninguno de los dos aquí".
"Yo tengo un poco de ambos", dijo. "Tendremos que hacer un inventario de lo que tenemos entre los dos, para saber con lo que contamos antes de movernos de aquí".
Si bien ella lo había pillado desprevenido con el hecho de que tenía sus propios suministros- no que él debería haber estado tan sorprendido- él estaba aún más confundido por su declaración acerca de partir.
¿Ya tenía la intención de irse a casa, o se había perdido algo?
"¿Movernos de aquí?" preguntó, presionando para obtener una explicación.
Hermione asintió, abriendo su bolso y sacando una prensa de café de vidrio. "No antes de que te recuperes, por supuesto". Sus ojos se cerraron mientras olfateaba profundamente la lata de café que sacó de su bolsa. "Debería recuperarme antes que tú, pero no quiero agotarte con viajes mágicos antes de que puedas manejarlo". Su sonrisa se iluminó cuando sacó dos tazas.
Eso hizo que sus ojos brillaran, y se dio cuenta de que era la primera vez que veía su sonrisa llegar a sus ojos, haciendo que el color marrón claro pareciera como si estuviera iluminado. Lo distrajo momentáneamente, y él observó cómo ella trabajaba ágilmente, midiendo el café de la lata que había abierto. El olor del café era bienvenido para sus sentidos, y él estaba agradecido por su previsión.
Ella lo miró por el rabillo del ojo mientras trabajaba, y él vio un rubor que se arrastraba por su cara.
Eso le recordó que había mucho que necesitaban resolver y hablar antes de que se decidiera nada. "Creo que deberíamos tener una discusión".
"Tal vez tienes razón. ¿De qué quieres hablar?" ella preguntó, y él vio cómo el rubor la dejaba mientras la inquietud hacía que su labio inferior temblara ligeramente.
"Esto", comenzó Severus, señalando entre ellos. "Tú y yo, y cómo imaginas que irá esto".
Hermione no le respondió al principio, calentando el agua con su varita antes de verterla sobre el café. Respirando hondo, se volvió para mirarlo de frente. "Muy bien, tú primero. ¿Cómo te imaginas que irá esto?"
"Me encuentro incapaz de entender por qué aceptaste venir conmigo". Severus se detuvo para tragar, el dolor se disparó por el costado de su cara con la acción. Sus ojos se cerraron mientras esperaba a que pasara. Cuando los abrió, había una preocupación notoria en la cara de ella. Continuó, anhelando respuestas a lo que no tenía sentido para él. "Tenías planes, amigos y un futuro, y sin embargo te fuiste sin dudarlo".
Severus vio caer su cara, y detestó ser él quien ahuyentara su sonrisa, pero tenía que hacerlo. "Quiero que sepas que no eres una prisionera y que eres libre de irte si te das cuenta de que has cometido un error".
"¿Quieres que me vaya?" ella preguntó en voz baja, dejando de mirarlo para ver el café que se filtraba.
No, pensó al instante, conteniendo la necesidad de tocarla y hacer que ella lo mirara de nuevo.
Severus no quería que se sintiera atrapada, o que tomara una decisión basada en su deseo egoísta de tenerla. Incluso si la posibilidad de que ella se fuera hiciera que una parte de él se retorciera, él no la haría sentir presionada para quedarse. "No quiero que bases tu decisión en lo que yo pueda o no querer".
La mirada de Hermione penetró en la suya, y si no tuviera la certeza de que no era así, habría pensado que ella estaba tratando de leer sus pensamientos. Después de un momento, habló con un tono más más seguro: "Lo tomaré como que no, no quieres que me vaya".
Severus no sabía si ella lo había asumido, o si había algo que no había ocultado que lo había delatado. "Tal vez".
"Entonces me quedo". Ella sonrió, presionando el émbolo en la prensa de café como si no hubiera más que discutir del asunto.
Severus no lo entendió, y se inclinó hacia adelante, expresando en voz baja su confusión. "¿Por qué? ¿Por qué viniste conmigo?"
"Porque..." Ella se detuvo por un momento, y él vio cómo sus ojos se alejaban y se oscurecían. Una mueca hizo que sus labios se apretaran. Hermione sostuvo esa expresión durante un largo momento, sus ojos moviéndose de un lado a otro como si estuviera recordando algo desagradable. Luego exhaló, sacudiendo la cabeza de cualquier recuerdo que hubiera atrapado su atención. "Porque cuando te vi morir en ese lugar, sentí el dolor más indescriptible".
¡No!
Severus no quería que se quedara debido a eso. Si ella se quedara con él, él solo lo aceptaría si fuera por más que lástima de que él hubiera sufrido esa experiencia cercana a la muerte. "Hermione, no..."
"No he terminado", le dijo Hermione con firmeza, con la mano subiendo a la altura de su corazón, con los dedos cerrándose alrededor de un objeto a través de la tela. "Sentí pena y dolor. Te lloré más que a nadie que hubiera visto morir. Y cuando el espejo vibró, me di cuenta de lo que quería, lo que realmente quería más que nada eras tú. Que estés vivo y a salvo. Yo misma no lo entiendo del todo, lo admitiré, pero siento algo por ti; me importas".
"¿Y tiraste tu vida a la basura por eso? ¿Por esos sentimientos?" Severus exigió. Ella tenía que saber que al unir su suerte a la de él, nunca volvería a la vida que tenía. Incluso si ella se fuera a casa y les dijera que él la había raptado en medio de la noche, siempre habría sospechas.
"¿Tirar mi vida a la basura?" se rió, vertiendo el líquido humeante en una de las tazas que había sacado de su bolsa. "Tirar mi vida a la basura sería hacer lo que todos los demás esperaban que haga. No. He hecho suficiente, he dado suficiente, y tú también".
Severus cruzó los brazos, examinándola y tratando de conectar la declaración con algún significado.
¿Cómo se relacionaban esas dos declaraciones?
"Me temo que no lo entiendo".
"Harry y Ron pueden hacerlo, y el resto de los supervivientes de la Orden", explicó. La ligereza dejó su cara y sus ojos se cerraron mientras hablaba: "Estoy cansada. Ya no quiero llevar esa carga, y tú me diste una opción".
Él entendía ese sentimiento, era uno que conocía bien. "¿Y tomaste la opción que te ofrecí sin pensarlo?"
"No", puso una taza humeante frente a él. "Me estoy poniendo a mi misma antes que todos los demás por una vez".
"¿Así que te habrías escapado si alguien más te lo hubiera pedido?" arqueó la ceja levantando la taza en sus manos.
"Fue porque tú me lo pediste", le respondió Hermione con alegría.
Detuvo la taza justo antes de sus labios, estudiándola. "¿Por qué yo?"
"Porque te mereces algo mejor, y tengo la intención de darte algo mejor". Sus palabras eran firmes y seguras.
"No veo nada de tu supuesto egoísmo en esa declaración", sondeó Severus. Ella había dicho que se estaba poniendo a sí misma en primer lugar, pero luego, alternativamente, dijo que era porque él se merecía algo mejor. Severus no tenía ningún deseo de ser el nuevo proyecto por el que ella luchara.
"Oh, yo también me estoy dando algo mejor". Tomó un trago de su café, saboreándolo con una sonrisa satisfecha. "Lo entenderás una vez que nos curemos y nos vayamos de aquí".
Inclinando la cabeza, cruzó un brazo sobre su pecho, el otro todavía sosteniendo la taza que enviaba calor por su brazo. "No planeo irme de aquí".
Esto pareció hacer que se quedara quieta, la taza se detuvo en sus labios mientras lo interrogaba. "¿Por qué?"
Le parecía claro que tal vez ella no entendía que él era un hombre buscado ahora. Jugó bien su papel, y suponer que cualquiera de la Orden le daría misericordia era ingenuo. Había sobrevivido al Señor Oscuro, pero de alguna manera solo había pospuesto su muerte. Tenía las habilidades para evadir su detección, Severus estaba seguro de eso. Hermione no parecía pensar que lo necesitaba. "Tengo la intención de esconderme y mantener un bajo perfil hasta que pierdan el interés en encontrarme. Unos años, tal vez más".
Su taza de café se estrelló contra la mesa inesperadamente, el líquido humeante salió de ella mientras lo taladraba con sus severos ojos marrones. "Absolutamente no".
"Disculpa", la examinó, buscando la fuente de su reacción explosiva.
"No te esconderás en esta cabaña durante los próximos años". Su mandíbula estaba apretada, sus dedos se agarraron alrededor de la taza mientras la otra mano estaba en un puño a su lado. Hermione respiró, con la cara contraída mientras lo observaba con una mirada que él consideraba que habría sacudido a un hombre más débil hasta la médula. Todo sobre ella se erizó mientras continuaba ferozmente, "te has escondido el tiempo suficiente. ¡Este es nuestro momento de empezar de nuevo, de ver el mundo y dejar todo eso atrás!"
Fue fascinante presenciar toda esa pasión dirigida a él y que fuera sobre algo relacionado con él al mismo tiempo. Pero su inspirador discurso no cambió los hechos del asunto. "Entiendes que asesiné a Albus Dumbledore a sangre fría. No estarán satisfechos hasta que mi cabeza esté en una pica, independientemente de la razón".
"Lo entiendo claramente". Los ojos marrones rodaron como si le hubiera dicho algo tonto. "También sé que Harry cree que estuviste de nuestro lado todo el tiempo y es probable que presione para que te absuelvan".
Él frunció los labios, percibiendo el vacío de los recuerdos a los que había renunciado y que nunca volvería a tener.
Sí, le había dado a Potter suficientes recuerdos como para explicar lo que había que hacer, y tal vez más, pero eso no significaba que fuera a ser libre. Harry Potter era solo una persona, aunque ahora no había ninguna duda de que era el elegido. Aún así no tenía el poder de borrar lo que había hecho. "Eso fue antes de que yo sobreviviera, y tú te fueras conmigo en medio de la noche". Severus consideró lo que cualquiera de sus compañeros pensaría de lo que ocurrió entre ellos solo un puñado de días antes. Incluso si ella jurara que fue por su insistencia y les diera sus recuerdos, se pintaría como una coacción vil de su parte, lo que lo convertiría más en un villano de lo que ya se había establecido. "Potter probablemente asumirá que te he obligado a venir y que te he tomado en contra de tu voluntad, independientemente de lo mucho que intentes convencerlo".
La expresión de Hermione se volvió de piedra, un pequeño gruñido vibró en sus labios mientras salían sus palabras.
"Entonces le diré exactamente lo que le dije a Remus cuando hizo las mismas acusaciones".
¿Remus Lupin?
Lupin sabía que se habían encontrado y que...
Sus ojos se estrecharon, preguntándose si ella no había ocultado sus reuniones como él le pidió. "¿Qué sabe Lupin de nuestras reuniones?"
Ella puso una mano en la cadera desafiantemente. Severus observó cómo varias expresiones, tan claras como si estuviera agitando una señal, pasaron por su cara: ira, traición, dolor y orgullo. "Esa mañana, después de... todo, me acorraló. Dijo que podía olerte a una milla de distancia". Se detuvo, sus dientes rechinando mientras un recuerdo distante la distraía.
Un poco de ira se deslizó a través de él, la idea de que Lupin la acorralara de cualquier manera hizo que los vellos de su cuello se levantaran.
Hermione continuó, sus ojos se estrecharon mientras miraba la pared lejos de él. "Me acusó de darte información sobre la Orden. Además de eso, tuvo la audacia de insinuar que te habías aprovechado de mí. Que yo no era una parte que consintió en lo que él podía "oler que me habías hecho".
Severus se dio cuenta con horror de que no había anticipado los sentidos olfativos del hombre lobo capaz de determinar su presencia. Involuntariamente la puso en peligro al ceder a sus súplicas, la había ensuciado con algo más que su toque, la pintó como una posible traidora a la causa. Sus ojos se ensancharon mientras sus fosas nasales se encendieron con la realización.
Un bufido salió de ella mientras tomaba un trago de su café, su cara todavía dura. Severus la vio tragar y trató de calcular lo que eso significaba para ella.
Lupin probablemente usaría esta información para convencer al resto de la Orden de que había sido una traidora todo el tiempo. Es probable que ella fuera tan buscada como él ahora. Sus palabras se cumplieron. Sabía que la iba a arruinar, y lo había hecho en contra de sus mayores intentos de no hacerlo. "No esperaba que pudiera oler mi presencia, Hermione. Si lo hubiera sabido, nunca te habría puesto en tal peligro".
Hermione sonrió entonces, levantando una ceja como si alguien le hubiera dicho algo divertido. "Antes de que te preocupes demasiado por ello, le dije que tomara su santurronería moralista y se la metiera en el orificio de su elección. Que yo soy una adulta y nadie me obligó a hacer nada. Acusarte de tal cosa cuando sus propios pecados eran mucho peores, fue escandaloso. ¿Sabías que trató de huir de su esposa y su hijo para jugar a ser un héroe?" El disgusto en sus labios le dijo todo lo que necesitaba saber sobre cómo se sentía. "Allí estaba, diciéndome que vendría a por mí si traicionaba a Harry porque dejó que Peter se le escapara, como si siquiera hubiera estado tratando de perseguir a Peter. No soy tonta, sé que él y los padres de Harry no eran tan perfectos como todos los pintaron". Ella exhaló, sus ojos se encontraron con Severus. "Le dije firmemente que cualquier cosa entre tú y yo no era de su incumbencia. Con mucho gusto le diré lo mismo a Harry".
La convicción que se asentaba firmemente detrás de su humor lo inquietó. Ella se defendió no solo a sí misma, sino también a él. Hermione lo había hecho cuando no habría tenido nada que ganar al hacerlo, de hecho, tenía mucho que perder por defenderlo, pero lo hizo a pesar de todo.
Severus no tenía ninguna duda de que lo había dicho. Grang- Hermione no era una fanfarrona. Ella era una gran cantidad de cosas, pero no eso. Aún así, se sintió obligado a confirmarlo. "¿De verdad le dijiste eso a Lupin?"
"Lo hice, y lo haría de nuevo si no hubiera muerto", dijo Hermione, una racha de tristeza le cubrió la cara antes de ocultarla detrás de su café.
Fue el segundo punto lo que captó su atención.
¿Había oído bien?
¿El último de la pandilla de Potter había caído?
Le resultó difícil encontrar su voz, un dolor se disparó a través del tejido que se estaba curando en un momento inoportuno. "¿Lupin no sobrevivió?"
"No, no lo hizo", admitió en voz baja, con su cara mezclando arrepentimiento con dolor. "Muchas personas murieron, pero sé a ciencia cierta que él era uno de ellos".
Un peso cayó sobre él y se hundió contra el respaldo de la silla.
Potter, Black, Pettigrew y Lupin estaban muertos.
En algún extraño giro del destino, solamente él todavía respiraba mientras ellos habían perecido. Un suspiro que no sabía que estaba reteniendo se le escapó.
Severus regresó a sus cinco sentidos por una mano que tocó la suya, y llamó su atención sobre ella. Había una pregunta sin palabras en su cara, una expresión de preocupación. Retirando su mano de la de ella, inhaló profundamente. "Imaginar que sobreviví a todos ellos es... aleccionador. No sé qué hacer con ello".
Su mano rechazada volvió a su taza, y una ligera sonrisa suavizó la dureza de su indignación anterior. "Una razón más para ver esto como tu nuevo comienzo".
"No puedo ignorar el peligro que significaría para los dos si nos aventuramos al mundo", dijo Severus claramente. Incluso sin que Lupin la pintara como una traidora, sus acciones de huir con él la habían condenado. La habían visto abrazándolo y besándolo. Ellos también vendrían por ella, él lo sabía ahora.
Hermione bajó la taza y cerró la distancia entre ellos, poniendo su dedo en la parte inferior de su barbilla. Sus ojos marrones estaban duros y exigentes. "Quiero que me escuches y me escuches muy bien, Severus. Cuando estés curado, vamos a ir a vivir nuestras vidas al máximo, a ver el mundo, y cualquiera que venga en busca de problemas tendrá que lidiar con la punta de nuestras dos varitas".
Severus se erizó, tanto por tacto como por su tono, y empujó su dedo de su barbilla, su mandíbula apretada incluso cuando le causaba dolor. "No tomo bien que me den órdenes, Gr- Hermione".
"Me dijiste que querías alejarte lo más posible de la Mancomunidad, y que querías tener la oportunidad de conocerme adecuadamente". Hermione le tiró su propias palabras a la cara, aparentemente sin inmutarse por su gruñido cuando una tranquila desesperación llenó su voz. "Haz ambas cosas. Ven conmigo a conocer el mundo. Podemos ver, saborear, tocar y experimentar cosas que ninguno de nosotros ha imaginado. Nos hemos ganado esto, tú mucho más que yo. Seamos quienes realmente somos".
Y ese era el quid de la cuestión en su mente.
¿Qué esperaba ella de él?
¿Quién pensaba que era para ella, y a dónde se imaginaba que iba esto?
Se estaría mintiendo a sí mismo (no por primera vez) si dijera que no era en serio lo que le había dicho a ella. Mientras se estaba muriendo, su arrepentimiento era que nunca la volvería a ver y nunca habría llegado a conocer realmente a la brillante bruja que fue la Estrella del Norte para él al final de la guerra.
Él no le diría que se sentía de esa manera, eso solo la convencería para que hiciera algo que no quería hacer. Respirando, relajó la mandíbula y buscó respuestas de ella.
"¿Y quién y qué somos, Hermione?"
"Ahora mismo", pensó en voz alta, y se volvió hacia la puerta, golpeando sus dedos contra su costado. "Creo que me gustaría explorar la posibilidad de que haya algo entre nosotros. Me gustaría seguir besándote". Cuando volvió a mirarlo, su expresión era suave, sus labios curvados. "Pero si no te sientes cómodo con eso, entonces podemos ser amigos. Somos dos personas que hemos sobrevivido a algo horrible, y tendremos que procesar eso para sanar. Si decides que quieres que haya algo más, entonces debes saber que yo también".
Su mente se apresuro por una respuesta adecuada mientras los dos lados de él se peleaban por dentro, así que tomó un trago del café caliente, repasando sus palabras.
Lo que dijo tenía lógica y sentido. Tuvo que admitirse a sí mismo que la mayor parte de lo que ella le había dicho en esta conversación había sido razonable. Todavía estaba buscando una razón para que ella se fuera, incluso en contra de sus propios deseos, en contra de sus propias palabras.
Severus la miró, examinándola de verdad.
Sí, era joven, pero su mente siempre había estado por encima del resto de sus compañeros. Ella se había visto obligada a crecer apresuradamente a raíz de una guerra, y había adquirido sabiduría y mundo que él sospechaba que muchas brujas del doble de su edad no tenían.
Su vitalidad lo atrajo; ella era como una fuente de vida y luz, y él era una polilla medio muerta, atraída a pesar de que sabía que podría quemarlo vivo.
Cerrando los ojos, recordó que ella no lo había quemado. Hermione no lo había vilipendiado, había buscado consuelo en él, insistiendo en tratarlo con amabilidad cuando él era el último en merecerla.
La puerta se abrió y él abrió los ojos para verla tomar su taza de café afuera. Una evaluación rápida le dijo que su bolso y todas sus pertenencias todavía estaban sobre la mesa. Ella no estaba huyendo ante su vacilación en responder.
La idea de que ella huyera tenía a la parte de él que le había pedido que viniera retorciéndose de desesperación. Era el lado vulnerable de él el que anhelaba más su afecto, conocerla, entender más de ella. La parte de él que lo había instado a arrastrarse hacia ella en primer lugar cuando podría haber escapado y haberle dejado creer que estaba muerto.
Suspiró, sabiendo que ya había perdido contra sí mismo.
Él la quería.
Él la quería allí con él, y quería conocerla, para entender lo que podría haberle hecho percibir cualquier cosa de valor en alguien tan miserable y roto como él.
Levantándose de su silla, Severus la siguió hasta las brillantes dunas.
Sus ojos la encontraron instantáneamente mientras se ajustaban a la luz del sol. Ella estaba de pie en medio de un grupo de flores silvestres que crecían a lo largo del acantilado, de espaldas a él mientras miraba al mar.
Esta versión de ella era algo que nunca había visto. Siempre la había visitado por la noche junto al mar, y aunque creía que la luna había realzado su belleza, no tenía nada que ver con lo que el sol le hacía.
Hermione parecía como Perséfone regresando a la primavera, el sol hacía que los mechones de su cabello brillaran como el bronce hilado mientras el viento lo azotaba a su alrededor como un halo. El perfil de su cara no era el de una niña, como él la había acusado de ser antes, sino de una mujer joven. Su cuerpo era definitivamente el de una joven, su capa se balanceaba hacia atrás desde sus hombros y mostraba las curvas de su figura delineadas por los rayos dorados del sol.
Hermione se giró y le miró, y el sol calentó las sombras de su cara, haciéndola parecerse aún más a la diosa encarnada tanto de la primavera como del inframundo.
Te has vuelto blando, se dijo a sí mismo a medias, acercándose a su lado. El aire del mar parecía más ligero de lo que había sido en la cala donde había comenzado esta relación sin etiquetar, y dejó que aliviara algo de la pesadez de sus hombros. "Hermione, eres una mujer extraña".
"Extraña, pero no loca", replicó con diversión, moviéndose para acercarse a él.
Él se rió de su comentario. "No, nunca loca".
El tirón en su pecho que le hacía sentir como si necesitara estar cerca de ella volvió a la vida. Fue la misma sensación que primero lo convenció de huir de ella. Severus estaba enamorado de su belleza, su fuerza, la vitalidad que no le había sido arrancada a pesar de todo lo que había pasado. Cómo alguien podía sufrir la guerra e incluso tortura y no volverse completamente amargada era un misterio para él; ella era un misterio para él. Lo atrajo, llamando partes de él que creía que habían muerto hace mucho tiempo. No sería nada para él inclinarse hacia adelante y capturar esos labios con los suyos de nuevo como quería.
Ella le había dicho hace unos momentos que le gustaba la idea de seguir besándolo, se recordó a sí mismo.
La autoindulgencia ganó contra cualquier resistencia que pudiera encontrar mientras veía cómo sus ojos se dilataban y su cara se enrojecía. Hermione quería besarlo tanto como él quería besarla, y no tenía ninguna razón lógica para negárselo.
Inclinando la cabeza hacia ella, cerró el espacio entre sus labios.
Cada beso de ella parecía ser muy diferente, especial a su manera. Este no fue como el primer beso de desesperación y soledad que compartieron en la cala. Tampoco era como el aliviado y lleno de esperanza en el bosque. Esto era más fuerte, el calor se tejía a través de su pecho con cada segundo, sus labios firmemente presionados contra él. Hermione no fue pasiva en esto en absoluto, besándolo mientras agarraba la parte delantera de su camisa como si tuviera miedo de que se alejara de ella. Capturó su labio inferior entre los suyos y el jadeo que ella dejó salir cayó en espiral por su columna vertebral. Severus no podría haberse retirado si hubiera querido en ese momento, y la rodeó con su mano libre, presionándola contra su cuerpo. Ninguno de ellos pareció darse cuenta cuando ella dejó caer su taza de café, envolviendo ambos brazos alrededor de él.
Fue solo la amenaza de expirar por la insuficiencia de oxígeno lo que lo obligó a poner fin a la reunión de sus bocas. Ni siquiera notó el dolor en su cuello por doblarlo más de lo que debería hasta que la miró sin aliento. A su modo de ver, el dolor valió la pena.
La lengua de Hermione se deslizó por encima de sus labios, y ella susurró mientras lo mira fijamente. "Entiendo que a ti también te gustaría seguir besándome".
"¿Me permitirías disfrutar de tu afecto egoístamente?" Severus preguntó sin pensar, las palabras lo dejaron antes de que las hubiera considerado completamente. Temía que ella lo rechazara de inmediato por ello.
En cambio, sonrió. "Solo si me prometes una cosa".
Hizo todo lo posible para parecer severo, y no como si ambos estuvieran jadeando por la intensidad de su beso. "No hago promesas a la ligera. Solo hago las que tengo la intención de mantener".
"Lo sé", susurró, acercándose para tocar sus labios de nuevo. "Nunca te pediría nada injusto".
"¿Qué es lo que quieres de mí?" Severus susurró, con los dedos tomando la parte posterior de su camisa.
Los ojos marrones brillaban a la luz del sol, como si hubiera vertido miel mientras ella lo miraba, llena de esperanza. "Prométeme que me seguirás y tomarás la oportunidad de ver el mundo".
Era peligroso y tonto, y podía pensar en un millón de razones por las que no deberían ir. Pero la razón principal por la que debería ir estaba mirándolo a la cara.
Aun así, no podía ignorar el peligro en el que estarían. "¿Y si vienen a por mí? ¿Por nosotros?"
Su risa era cálida, careciendo de cualquier burla que él pudiera haber esperado. "Hemos sobrevivido a una guerra; tú sobreviviste a dos. ¿Qué podrían hacernos que sea peor de lo que ya hemos pasado? Ninguno de nosotros esperaba salir vivo de esa batalla".
Era un punto que descubrió que no podía discutir. "Muy bien. Admitiré que vivir mis días en esta cabaña es menos que atractivo, aún más si no vas a estar aquí".
Su rostro parecía increíblemente más feliz; el calor, la luz y la felicidad se extendían a través de sus rasgos mientras ella atrapaba su camisa con sus dedos. "Entonces, ¿prometes ir conmigo?"
Exhalando profundamente, miró hacia el vasto mar a su lado. Las olas blancas se estrellándose contra los acantilados, el agua turbulenta rebotando hacia el océano. Cruzándolo estaba la vida de la que estaba huyendo, un pasado que seguramente los alcanzaría en algún momento en el futuro.
Pero también estaba la promesa de algo más al otro lado, una nueva vida, una segunda oportunidad y una aventura con ella.
Ella tenía razón, por mucho que él odiara admitirlo.
¿Qué podrían hacerle que aún no le hubiera hecho?
¿Estar escondiéndose y esperando a que la muerte viniera a encontrarlo era mejor que morir?
No lo creía.
Ya se había escondido por mucho tiempo.
Severus se alejó de ella, sus manos soltándola.
Observó cómo la luz pareció dejar sus ojos, pero esperaba volver a ponerla ahí con su acción. Tomó su mano en la suya, llevándola a sus labios en un gesto que nunca había hecho antes. Sus ojos negros se encontraron con los suyos mientras él respiraba su promesa en sus nudillos. "Prometo seguirte".
El Profeta
5 de mayo de 1998
El fallecimiento del Señor Oscuro ha sido confirmado. El niño que vivió salva el día.
La heroína de guerra nacida de muggles Hermione Granger y el ex director y Mortífago Severus Snape todavía están perdidos en acción.
La última vez que se les vio estaban juntos en la Batalla de Hogwarts antes de que Snape se apareciera llevándose consigo a una confundida Granger. La cacería está siendo dirigida por sus compatriotas, Potter y Weasley, ambos juran hacer todo lo posible para traerla de vuelta a salvo. Weasley jura que no la perderá a ella también.
Si ve a alguna de estas personas, póngase en contacto con el Ministerio de Magia o Pottervigilancia.
Nota de la traductora: y bueno, damos comienzo a este viaje, y en serio que será un viaje. Severus Snape no solo ha sobrevivido, lo que siempre nos da gusto, sino que por primera vez en años no tiene un amo ni un plan, sin embargo ahora tiene algo que nunca antes había tenido, y eso es a alguien que lo ha elegido por ser él y no por las circunstancias o lo que puede obtener de él. Y después de algo de convencimiento, Severus ha decidido aprovechar al máximo esta oportunidad. Hermione también, por su parte, a decidido que no quiere andar arreglando cosas que ella no rompió y eso da gusto porque en canon, aunque de una forma distinta a la de Severus, el personaje muchas veces es "apreciado" más por lo que hace y aporta que por quien es como persona, y sus necesidades siempre pasaban a segundo plano. Esta Hermione ha luchado lo suficiente y ha vencido y ahora no quiere vivir más al servicio de una causa, bien por ella!
Como vamos a estar de aventuras con nuestra pareja, en cada capítulo nos iremos enterando de lo que pasa en casa por El Profeta (gracias Rita!) y en este capítulo nos enteramos que... Harry y Ron abrieron la temporada de caza de Severus Snape =l que se que nos molesta después de todo lo que ha pasado pero tiene sentido. Un Severus muerto y que era un devoto de la Virgen María del mundo mágico es un héroe y El Elegido le pondrá algún día su nombre a su hijo. Un Severus vivo que se besuquea y se escapa con la insufrible sabelotodo "haciendo" que esta abandone a Harry y no empiece una relación con Ron, es obviamente un villano que tuvo que haberla forzado de alguna manera ¬¬ Cuanto tardaran estos dos en dejar de lado sus conclusiones equivocadas? Quién lo entenderá primero? Ya lo veremos, pero mientras, díganme qué opinan!
