Momo se encontraba en la sala de su casa, su corazón latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo. Vestía un sencillo pero elegante vestido azul, su cabello suelto y perfectamente cuidado, mientras aguardaba a que Izuku llegara. Había esperado este momento por años. A pesar de que siempre habían mantenido contacto por mensajes y videollamadas, reencontrarse cara a cara después de tanto tiempo era una experiencia completamente diferente.

Los recuerdos de su infancia y adolescencia juntos llenaban su mente. La despedida, cuando Izuku había partido para entrenar en Estados Unidos, le había dejado un vacío que con el tiempo solo se hacía más evidente. A lo largo de los años, su amistad había evolucionado, y Momo finalmente se había dado cuenta de lo que realmente sentía: sus sentimientos por él habían florecido en algo mucho más profundo.

Esta noche, se había asegurado de preparar la cena con sus platillos favoritos, de colocar todo con esmero. Quería que fuera una noche especial, una que pudieran recordar y, quizás, una oportunidad para confesarle lo que había guardado en su corazón. Momo miró la hora en su reloj de muñeca; ya era tarde, y aunque Izuku no solía ser de los que llegan tarde, la ansiedad y la espera le hacían sentir que el tiempo pasaba más lento.

La puerta principal se abrió, y Momo se levantó de inmediato, dirigiéndose hacia la entrada con una sonrisa cálida, esperando finalmente poder ver al Izuku que había crecido y madurado tanto en su ausencia.

Momo se detuvo en seco cuando, en lugar de ver a Izuku en la puerta, se encontró con su padre, quien la observaba con una expresión de curiosidad.

Papá—dijo Momo, intentando disimular su desilusión—, pensé que eras Izuku.

Lo sé, querida. ¿Todavía no ha llegado? —preguntó su padre, notando la preocupación en su voz.

Momo negó con la cabeza, echando un vistazo al reloj de la pared. Ya había pasado más de una hora desde la hora acordada, y aún no había señales de Izuku. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se habían visto, y aunque habían mantenido contacto por mensajes y videollamadas, Momo había esperado ansiosa este momento para volver a verlo en persona. La preocupación comenzó a asentarse en su pecho mientras se preguntaba si algo le habría sucedido.

La familia se reunió en la sala, intercambiando miradas de incertidumbre. Su padre, también preocupado, decidió comunicarse con Aguilar, el mentor de Izuku, esperando que pudiera ofrecer alguna respuesta. Momo observaba mientras su padre marcaba el número, y tras un par de tonos, Aguilar contestó.

Buenas noches, señor Yaoyorozu— respondió Aguilar desde el otro lado de la línea—¿Hay algún problema?

Disculpa que te moleste, Aguilar, pero... ¿sabes algo de Izuku? Tenía que estar aquí hace rato y no ha llegado. Estamos preocupados—respondió el padre de Momo.

¿Izuku? No he sabido nada de él desde que se fue hacia Japón. Yo estoy en Estados Unidos ahora mismo—dijo Aguilar, y la inquietud se reflejaba en su voz—Sé que iba con Tanaka-san, su asistente. Tal vez él sepa algo.

¿Crees que haya tenido algún problema?—preguntó Momo, que no podía ocultar su ansiedad.

No puedo decirlo con seguridad, Momo, pero intentaré comunicarme con Tanaka-san y averiguar si han llegado sin problemas. Les mantendré informados.

Cuando la llamada terminó, un silencio inquietante llenó la sala. Momo no podía evitar que su mente comenzara a divagar. Quizás Izuku había decidido no venir porque ya no quería verla o porque sentía que había cambiado demasiado. La posibilidad le dolía, pero otra parte de ella temía que algo más grave le hubiera sucedido. Izuku siempre había sido alguien atento y puntual, y la idea de que simplemente no apareciera sin dar aviso era tan poco común que su preocupación no hacía más que aumentar.

Aguilar colgó el teléfono con el señor Yaoyorozu, su preocupación creciendo mientras marcaba rápidamente el número de Tanaka-san. Después de un par de tonos, el asistente de Izuku respondió.

¿Aguilar-san?— saludó Tanaka con voz tranquila —¿Qué sucede?—.

Tanaka, necesito saber si tienes alguna noticia de Izuku—dijo Aguilar, su tono cargado de urgencia—Parece que debía llegar a la casa de los Yaoyorozu esta noche, pero no ha aparecido. ¿Sabes algo?—.

Tanaka hizo una pausa, claramente sorprendido.

No he tenido noticias de él desde esta mañana. Salió temprano para recorrer la ciudad—respondió, preocupado—Pensé que quizás solo estaba tomándose un tiempo para él mismo después de tanto tiempo fuera de casa—.

¿Tienes alguna idea de dónde podría estar?—preguntó Aguilar, con una leve tensión en su voz.

Tanaka tomó aire, reflexionando antes de responder.

Escuché algo esta tarde sobre un incidente en Musutafu—dijo finalmente—Un villano de lodo atacó a un chico, y hubo un héroe que intervino, alguien desconocido. Los reportes son vagos, pero me pareció que coincidía con la descripción de un posible uso de quirks relacionados con el agua y el viento, así que... pensé que podría haber sido Izuku.

Aguilar frunció el ceño. Aunque no era inusual que Izuku interviniera para ayudar a alguien en peligro, después de todo su entrenamiento, sí lo era que lo hiciera sin informar a nadie.

Es probable que haya usado sus poderes, entonces—murmuró Aguilar—Pero Izuku sabe que debe ser cauteloso. Tanaka, mantente al tanto y revisa si puedes confirmar algo más sobre ese incidente. Si hay algún testigo o alguna imagen que haya salido, averígualo. Me preocupa que se haya expuesto demasiado.

Claro, me pondré en ello de inmediato—respondió Tanaka, comprendiendo la gravedad del asunto—En cuanto tenga más información, te lo haré saber.

Aguilar colgó, sintiendo que algo más profundo estaba ocurriendo. Sabía que Izuku había enfrentado mucho en los últimos años y que volver a Japón sería un cambio enorme para él. Pero su intervención en el incidente del villano del lodo sugería que había algo más en juego, algo que posiblemente Izuku había decidido enfrentar solo.

Aguilar decidió no perder tiempo y se comunicó de inmediato con el señor Yaoyorozu, sabiendo que la familia estaba preocupada por la ausencia de Izuku. Después de unos tonos, el señor Yaoyorozu contestó con ansiedad evidente.

¿Aguilar? ¿Sabes algo de Izuku?—preguntó rápidamente.

Sí, he hablado con Tanaka-san, su asistente—respondió Aguilar con tono calmado pero firme—Parece que Izuku salió temprano para explorar la ciudad, pero no ha tenido contacto desde entonces. Sin embargo, hay indicios de que podría haber intervenido en un incidente con un villano de lodo en Musutafu. Tanaka cree que podría haber usado su quirk para ayudar.

El señor Yaoyorozu suspiró, procesando la información.

Eso suena como él—murmuró, con una mezcla de alivio y preocupación—Si se involucró en un combate, quizás esté en problemas o escondiéndose para no ser identificado.

Es posible—concedió Aguilar—Quiero organizar una búsqueda discreta. Debemos evitar atraer demasiada atención, pero a la vez asegurar su bienestar. ¿Tienes alguna idea de quién podría ayudarnos?—.

Puedo hablar con algunos contactos en la policía y en la comunidad de héroes—dijo el señor Yaoyorozu—No creo que sea necesario hacer algo oficial aún, pero algunos conocidos pueden mantener los ojos abiertos por la ciudad.

Eso será de gran ayuda—respondió Aguilar—Mientras tanto, Tanaka revisará los reportes del incidente. Si encontramos alguna pista, te mantendré informado. Gracias por tu ayuda y paciencia.

Gracias a ti, Aguilar—dijo el señor Yaoyorozu, aliviado de estar al tanto de los primeros indicios—Momo está muy preocupada, y aunque Izuku es fuerte, no podemos olvidar que sigue siendo joven.

Aguilar asintió, reconociendo la verdad en las palabras del señor Yaoyorozu. Se despidieron y Aguilar comenzó a planear los próximos pasos. A medida que la búsqueda se extendía, cada minuto contaba, y la posibilidad de que Izuku estuviera en peligro no dejaba de pesar sobre ellos.

Pasaron varias horas sin que surgiera más información concreta sobre el paradero de Izuku, lo cual comenzó a desesperar a todos los involucrados. Tanaka se mantenía atento a cualquier noticia, hasta que finalmente su teléfono sonó. Al contestar, la voz de Izuku se escuchó del otro lado, pero no como esperaba; su tono era apagado, casi sin vida.

Tanaka-san... prepara el avión. Volvemos a Estados Unidos de inmediato—dijo Izuku, sin dar más explicaciones.

Tanaka, aunque aliviado de escuchar a Izuku, no pudo evitar notar la tristeza y el agotamiento en su voz. Algo estaba profundamente mal. Sin hacer preguntas, organizó rápidamente el vuelo de regreso y se dirigió al aeropuerto, donde se encontró con Izuku. La imagen que tenía frente a él solo confirmó sus sospechas: Izuku estaba visiblemente agotado, con los hombros caídos y una expresión sombría.

Izuku-san—comenzó Tanaka con cautela—¿estás bien? ¿ocurrió algo?—.

Izuku solo asintió, evitando mirarlo a los ojos, y Tanaka entendió que no recibiría más respuestas por el momento. Decidió no presionarlo y lo guió hacia el avión, observando su estado con creciente preocupación.

Una vez que Izuku se acomodó en el asiento, Tanaka aprovechó un momento de privacidad para informar a Aguilar.

Aguilar-sama—dijo Tanaka en voz baja por el teléfono— acabo de recoger a Izuku. Nos dirigimos de regreso, pero quiero que sepas que algo está muy mal. Apenas ha dicho una palabra, y parece desmoronado. Nunca lo había visto así.

Aguilar escuchó en silencio antes de responder.

Entiendo, Tanaka. Haré los arreglos necesarios para recibirlo. No lo presiones; dale el espacio que necesite. A veces, los golpes emocionales pueden ser más duros que los físicos .

Tanaka asintió, reconociendo la sabiduría de Aguilar. Colgó el teléfono y se instaló en el avión, manteniéndose alerta mientras el vuelo despegaba. Sabía que el viaje a Estados Unidos sería largo, pero haría lo posible para que Izuku se sintiera seguro y acompañado, mientras Aguilar preparaba el apoyo necesario para recibirlo y comprender lo que había pasado.

El señor Yaoyorozu escuchó con atención mientras Aguilar le daba las noticias sobre Izuku. Su rostro se mantuvo firme, pero al terminar la llamada, la tristeza y la preocupación eran evidentes. Colgó el teléfono y giró hacia Momo y su esposa, quienes esperaban ansiosamente cualquier actualización.

Izuku ha regresado a Estados Unidos, Momo—dijo suavemente, intentando no revelar la propia preocupación que sentía—Parece que está pasando por algo difícil. Aguilar mencionó que su estado emocional es... complicado.

Momo se quedó en silencio, sus ojos nublándose mientras procesaba lo que acababa de escuchar. Su madre rápidamente la abrazó, acariciándole el cabello para consolarla.

Sé que esto es duro, querida—dijo su madre con ternura—Pero quizás hay cosas que Izuku no puede compartir aún. Eso no significa que no le importes.

Así es— añadió el señor Yaoyorozu, arrodillándose para estar a la altura de Momo —Izuku siempre ha sido un chico fuerte, pero incluso las personas fuertes necesitan espacio para sanar. Estamos seguros de que esto no tiene nada que ver contigo, cariño.

Momo, abrazada por sus padres, trató de mantenerse fuerte, pero la decepción y la tristeza en su interior eran demasiado intensas. A pesar del apoyo de sus padres, la preocupación no dejaba de rondarle. ¿Qué era lo que había pasado en ese día que tanto habían esperado?

Gracias...—murmuró Momo, secándose algunas lágrimas—Solo espero que esté bien, y que podamos hablar cuando esté listo.

Lo estará —respondió su padre con un leve asentimiento—Por ahora, lo mejor que puedes hacer es seguir adelante y estar preparada para cuando él quiera hablar. No estás sola en esto—.

Los Yaoyorozu la mantuvieron abrazada en silencio, dándole el apoyo que necesitaba mientras asimilaba la ausencia de Izuku. Sabían que el tiempo y la comprensión eran las mejores herramientas que podían ofrecerle para sobrellevar la incertidumbre.

Tan pronto como el avión aterrizó y llegaron a las instalaciones de Monarch, Izuku se dirigió directamente al campo de entrenamiento, sin decir una palabra. Tanaka lo observó con preocupación, pero sabía que Izuku necesitaba su espacio. No pasó mucho tiempo antes de que Aguilar y Star and Stripe se unieran a Tanaka en el borde del campo, todos observando en silencio mientras Izuku se desahogaba.

Izuku comenzó con una serie de golpes a un saco de entrenamiento reforzado, cada golpe más fuerte que el anterior. Luego, sin detenerse, pasó a correr a máxima velocidad alrededor del campo, empujando sus límites físicos. Hacía ejercicios de fuerza y resistencia, ignorando el dolor que comenzaba a manifestarse en su cuerpo.

Aguilar, con los brazos cruzados, seguía cada movimiento de Izuku, notando la intensidad y la desesperación en cada gesto. Star and Stripe miró a Aguilar y luego a Tanaka, quien suspiró, incapaz de esconder su preocupación.

Parece que algo muy serio le ha afectado—comentó Star and Stripe, observando cómo Izuku continuaba sin pausa, empapado en sudor, con el rostro tenso y sin siquiera hacer contacto visual con ellos.

—asintió Tanaka—Nunca lo había visto así. Es como si estuviera tratando de escapar de algo... o de alguien.

Aguilar permaneció en silencio, su mirada fija en Izuku. Podía percibir el peso emocional que cargaba el joven y sabía que lo mejor sería esperar. Si algo había aprendido de Izuku, era que eventualmente se abriría, aunque el proceso pudiera ser doloroso.

Déjenlo—dijo Aguilar finalmente, mirando a sus compañeros—Necesita tiempo. Cuando esté listo para hablar, estará rodeado de personas que lo apoyan.

Todos asintieron en acuerdo y continuaron observándolo, dispuestos a brindarle el espacio necesario para procesar sus emociones. No sabían exactamente qué lo había llevado a ese estado, pero se quedaban cerca, listos para ofrecer su apoyo cuando él estuviera dispuesto a aceptarlo.

Las palabras de Izuku resonaron en el campo, cada una de ellas cargada con la frustración y el dolor que había estado reprimiendo. Se detuvo por un momento, respirando pesadamente antes de continuar.

Conocí a mi padre, resulta que es el mismísimo All Might—dijo, la rabia todavía brillando en sus ojos. —Y jamás tuvo fe en su hijo.

Con un golpe de su puño, hizo temblar el suelo, dejando claro cuánto necesitaba liberar esa energía contenida. Aguilar, Star and Stripe y Tanaka intercambiaron miradas preocupadas, sabiendo que lo que Izuku compartía era solo la punta del iceberg.

Carajo, se supone que era solo una persona normal. Nunca lo supe. Nunca supe que mis padres son héroes y nunca me apoyaron—dijo, su voz temblando mientras se dejaba llevar por la ira y la decepción.

Izuku se detuvo por un momento, su mirada perdida en el suelo. Luego, como si las palabras fluyeran de su corazón sin poder contenerse, continuó:

Y luego está Bakugo. Al parecer, mi padre quiere que él sea su heredero. Eso... eso me hizo sentir como si nunca hubiera importado. Todo este tiempo, pensé que podía ser un héroe a pesar de no tener un quirk, pero parece que sólo hay espacio para aquellos que tienen poder... para aquellos a quienes All Might ha elegido.

El silencio envolvió el campo mientras los tres lo escuchaban con atención, cada palabra revelando el dolor que había estado acumulando dentro de él.

Y el secreto de su Quirk...—agregó, sus ojos reflejando la confusión y la tristeza—Ese poder que todos admiran, que todos quieren... ¿por qué no me lo dijeron? Siempre quise ser como ellos, siempre quise ser un héroe. Pero ahora siento que soy un extraño en este mundo, incluso en mi propia familia.

Izuku se detuvo, su voz quebrándose al final. El aire se sintió pesado con su tristeza. Aguilar se acercó lentamente, su mirada comprensiva.

Izuku— dijo con calma — Entiendo que esto es increíblemente duro para ti. Pero tu valor no se mide solo por tu linaje o por el poder que se te asigne. Tu fuerza viene de lo que has hecho y de cómo has enfrentado la adversidad.

Tanaka asintió, acercándose un poco más.

Tienes amigos aquí, Izuku. Y no importa lo que haya pasado con tu familia, nosotros estamos contigo.

Star and Stripe, quien había estado observando en silencio, dio un paso adelante.

Y recuerda, no estás solo en esto. Tu historia no ha terminado. Lo que haces con tu vida, tus decisiones, eso es lo que realmente cuenta.

Izuku los miró, sintiendo el calor de su apoyo, y aunque el dolor seguía presente, había un destello de esperanza en su interior. Podía no ser lo que All Might había esperado, pero quizás, solo quizás, podría encontrar su propio camino como héroe.

Izuku miró a Aguilar con determinación, una chispa de desafío brillando en sus ojos.

Quiero ser más fuerte—declaró, su voz firme. —He estado pensando en ello durante el vuelo de regreso. Si quiero ser un héroe, debo estar preparado para todo. Necesito entender el lado más oscuro del mundo, conocer las realidades a las que se enfrentan los demás.

Aguilar frunció el ceño, su mirada fija en Izuku, mientras el joven continuaba.

Quiero unirme a las operaciones de Protección de Monarch Mercs en África. Sé que son misiones difíciles, peligrosas, pero creo que es lo que necesito. Quiero aprender a luchar de verdad, no solo contra villanos, sino también contra las injusticias que se viven a diario.

El silencio se hizo presente mientras sus palabras resonaban en el campo. Aguilar tomó un momento para procesar la petición de Izuku.

Izuku, no es una decisión fácil—respondió finalmente, su tono serio. —Las operaciones de Protección son intensas y hay un riesgo real involucrado. No solo estarás enfrentando a villanos, sino también a situaciones que podrían desbordar tus capacidades.

Izuku no se amedrentó.

Lo sé. Pero no quiero ser solo un héroe que se enfrenta a los villanos de la superficie. Quiero ser alguien que realmente haga una diferencia, que esté dispuesto a arriesgarse para proteger a quienes no tienen voz. Los Quirkless en África necesitan ayuda, y no voy a quedarme de brazos cruzados mientras ellos sufren.

Aguilar lo observó, reconociendo la pasión y la convicción en la voz de Izuku.

Tu corazón es fuerte, y admiro eso—dijo Aguilar —Pero también necesitas entender que la oscuridad que enfrentarás puede cambiarte. Hay cosas que no puedes deshacer.

Izuku asintió, sus ojos firmes.

Estoy dispuesto a enfrentar eso. No puedo ser un héroe solo por ser amable; debo aprender a ser más que eso. Debo ser fuerte, y eso significa ver las cosas desde una perspectiva diferente.

Star and Stripe, que había estado escuchando atentamente, intervino.

Entiendo tu deseo de ayudar, Izuku. Y es admirable, pero recuerda que no siempre podrás salvar a todos. A veces, lo más difícil de hacer es aceptar que no puedes salvar a todos, sin importar cuánto lo desees.

Lo sé—dijo Izuku, apretando los puños. —Pero quiero estar allí para aquellos que no tienen a nadie. Quiero hacer lo que pueda.

Aguilar miró a Izuku, su expresión aún seria pero ahora llena de respeto.

Si decides seguir este camino, tendrás que prepararte. Entrenarás duro y te enfrentarás a muchas realidades duras. Pero estaré aquí para guiarte.

Izuku sintió que un nuevo propósito brotaba dentro de él.

Entonces, ¿puedo ir?—.

Aguilar respiró hondo, sopesando su respuesta antes de asentir lentamente.

De acuerdo, pero bajo una condición: tendrás un entrenamiento aun más riguroso antes de que te envíen. Y siempre tendrás un contacto aquí. No importa lo que pase, regresarás—.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Izuku, una chispa de emoción iluminando sus ojos.

¡Gracias, Maestro! No te decepcionaré—.

Eso espero, Izuku—dijo Aguilar, devolviendo la sonrisa. —Porque esto es solo el comienzo de un infierno que vas a vivir—.

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Izuku tomó un respiro profundo y se sentó frente a su computadora, sintiendo un leve nerviosismo en su estómago. Sabía que tenía que hablar con Momo, no solo para explicarle su ausencia en la cena, sino también para compartir su decisión de unirse a las operaciones de Protección en África. Con unos toques, estableció la videollamada.

La pantalla se iluminó, y la imagen de Momo apareció, su rostro reflejando una mezcla de alivio y preocupación al verlo. Ella sonrió, pero su expresión se tornó seria al notar la tensión en su rostro.

¡Izuku!—exclamó, sus ojos brillando con emoción—¡Me alegra verte! Estaba preocupada por ti—.

Lo siento por no haber podido llegar a la cena—dijo Izuku, sintiendo el peso de su ausencia—.Tuve... algunas cosas que resolver aquí—.

Momo frunció el ceño, su preocupación evidente.

¿Estás bien? Te ves... diferente. Como si hubieras pasado por algo difícil—.

Izuku asintió lentamente, sintiendo la carga de todo lo que había experimentado en las últimas horas.

Tuve una conversación... importante con mi padre, All Might. Resulta que, además de ser un héroe, hay muchas cosas sobre mi familia que no sabía. Eso me dejó un poco... abrumado—.

La mirada de Momo se suavizó, y la preocupación en su voz se hizo más intensa.

¿Sobre qué hablaste? ¿Estás bien?—.

No estoy seguro de si estoy completamente bien, pero estoy decidido a hacerlo—Se pasó una mano por el cabello, sintiéndose un poco más ligero al abrirse a ella—He decidido unirme a las operaciones de Protección en África. Quiero volverme más fuerte, y creo que esta es una oportunidad para aprender y crecer—.

Momo se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Su expresión cambió, y la preocupación se transformó en tristeza.

¿No vas a volver a Japón?—.

Volveré, solo me iré por un tiempo. Prometo que volveré a tiempo para el examen de ingreso a la UA. No quiero que esto se interponga en mis planes.

La tristeza de Momo se mezcló con un toque de admiración.

Entiendo... pero, Izuku, te voy a extrañar. No sé cuánto tiempo estarás allí, y... estaba esperando verte—.

Lo sé, y me siento mal por no haber llegado a la cena. Realmente lo siento, Momo. No era mi intención hacerte sentir así —dijo, su voz llena de sinceridad—Eres muy importante para mí, y no quiero que pienses que no quiero seguir siendo tu amigo—.

Momo sonrió débilmente, sus ojos brillando con lágrimas reprimidas.

No, no es eso. Solo... estaba preocupada por ti. Quiero que estés seguro y que vuelvas pronto.

Lo haré. Te lo prometo.—Izuku sintió un nudo en la garganta—Y cuando regrese, quiero que celebremos esa cena que no pudimos tener.

Momo asintió, una pequeña sonrisa iluminando su rostro.

Me encantaría eso. Solo cuídate, ¿sí?—.

Lo haré. Gracias por entender, Momo. Siempre me apoyas, y eso significa mucho para mí.

La conexión entre ellos se sintió más fuerte, a pesar de la distancia que pronto los separaría. Con la conversación fluyendo, ambos compartieron un momento de risas y recuerdos, un respiro entre la tensión y la incertidumbre de lo que estaba por venir. Izuku se sintió un poco más ligero al saber que Momo estaba de su lado, sin importar los desafíos que se avecinaban.