Aguilar observó las paredes blancas y estériles del cuarto, un ambiente cargado de silencio y de la tenue luz que se filtraba por las persianas. Sentado en la camilla, intentó convocar su poder de sombras como había hecho incontables veces en el pasado, solo para sentir un vacío profundo donde alguna vez había habido una conexión vibrante. Cerró los ojos, concentrándose, pero no encontró nada. Su respiración se hizo lenta y pesada al aceptar finalmente lo que había sospechado desde el ritual: el poder ya no le pertenecía. Izuku era ahora su portador.

Francisco, su amigo y confidente, lo observaba desde el rincón de la habitación, con una mezcla de compasión y pragmatismo. Se acercó, cruzando los brazos, y dijo en un tono mesurado:

En efecto, empezó a progresar agresivamente ahora que no tienes ese poder— Su voz era suave pero firme, como quien sabe que no hay forma sencilla de decir lo que estaba a punto de decir. Aguilar asintió, mirando hacia el suelo. Sabía a qué se refería Francisco, aunque no lo había querido aceptar.

Tras una pausa, Aguilar levantó la mirada, buscando respuestas en el rostro de su amigo —¿Cuánto tiempo?—.

Francisco tomó un respiro antes de responder —A lo mucho, dos años—.

La respuesta quedó suspendida en el aire, cargada de una pesadez que parecía inundar la habitación. Aguilar, aunque estaba acostumbrado a enfrentar peligros y retos, sintió una mezcla de emociones difíciles de procesar. El silencio entre ambos se hizo largo, casi opresivo, mientras Aguilar trataba de asimilarlo. Sabía que su tiempo era limitado, pero escuchar esa cifra le dio un sentido de urgencia distinto al que había sentido antes.

Francisco, percibiendo la carga que su amigo llevaba, se acercó y le puso una mano en el hombro —No es el fin, viejo amigo. Aún tienes tiempo, y más que nunca tienes un propósito claro. Izuku tiene ahora tu legado, pero eso no significa que ya no tengas un papel que cumplir—.

Aguilar esbozó una sonrisa apenas perceptible y asintió —Tienes razón. Si esto es lo que me queda, me aseguraré de aprovecharlo al máximo. No dejaré que el tiempo se me escape sin dejar todo listo para lo que viene—.

Ambos hombres se quedaron en silencio, entendiendo que aunque la situación era incierta, no era insuperable. Aguilar sabía que aún tenía una misión, y que las sombras podían haber cambiado de portador, pero no su voluntad ni su determinación.

Después de su conversación con Francisco, Aguilar se puso manos a la obra. Sabía que, aunque todavía tenía tiempo, debía comenzar a tomar acciones para preparar el camino de Izuku y asegurarse de que todo estuviera en orden cuando él ya no estuviera. Si bien ya le había entregado el poder de las sombras, quedaba mucho por hacer para consolidar su legado y proporcionar a Izuku un futuro sólido y sustentable.

Su primera acción fue poner en marcha la transferencia de la dirección de todo Monarch Inc. Comenzó a trabajar con sus asesores para reestructurar la compañía, formalizando a Izuku como su heredero y asegurándose de que todo se pudiera llevar a cabo de manera fluida y efectiva. Estableció reuniones con sus abogados y financieros para garantizar que Izuku contara con todo el respaldo necesario para tomar el liderazgo. Aunque Izuku aún no sabía de sus planes, Aguilar se aseguraría de que tuviera un sólido equipo de apoyo cuando llegara el momento.

Al mismo tiempo, Aguilar pensaba en el entrenamiento de Izuku y en la importancia de ofrecerle un lugar donde pudiera desarrollarse y fortalecer su cuerpo y mente. Así, puso sus ojos en Japón, específicamente en un lugar que, aunque poco convencional, tenía un potencial único: Dagoba Beach. Sabía que aquella playa, abandonada y llena de basura, sería el lugar perfecto para construir una base de entrenamiento. Podía ver el potencial en convertir ese espacio en un santuario donde Izuku pudiera no solo entrenar sus poderes, sino también hallar un refugio para prepararse como líder.

Aguilar envió a su equipo de arquitectos y constructores a inspeccionar la playa y diseñar los planos de una casa que sirviera no solo como hogar, sino también como centro de entrenamiento multifuncional. La construcción incluiría un gimnasio de alta tecnología, simuladores de combate, y un área de estrategia para el trabajo de dirección empresarial. La casa tendría una estructura discreta desde el exterior, pero con instalaciones de última generación en su interior, incluyendo áreas específicas para practicar con sus poderes de sombra y una pequeña biblioteca con los conocimientos más relevantes para sus estudios y crecimiento.

Mientras los trabajos de preparación avanzaban, Aguilar se comunicó con varias empresas de equipamiento especializado para obtener las mejores herramientas y recursos para el entrenamiento de Izuku. Cada decisión era meticulosa y planeada, buscando brindar un ambiente en el que Izuku pudiera descubrir su propio potencial y fortalecerse, no solo como héroe, sino también como el próximo líder de Monarch Inc.

Entre estas gestiones, Aguilar se tomó un momento para observar los planos finales de la casa, imaginando a Izuku allí, entrenando con el mismo empeño que había mostrado hasta ahora. Sabía que le dejaba mucho trabajo y responsabilidad, pero también una oportunidad única para construir su propio camino y superar los desafíos del mundo. A pesar de la sombra de su condición, Aguilar se sentía en paz, confiado en que estaba creando un futuro sólido para su joven aprendiz y protegido.

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En una sala de reuniones privada en las instalaciones de Monarch Mercs, Aguilar convocó a Francisco, Roberto, y Tanaka-San. Era una cita inusual, ya que todos ellos rara vez coincidían en un solo lugar, y menos para una conversación tan seria. Aguilar había reflexionado mucho sobre esta reunión y sabía que debía contar con su apoyo total para asegurar que Izuku pudiera enfrentar el futuro sin dificultades.

Francisco, quien conocía la situación de Aguilar con mayor profundidad, mantenía una expresión de calma serena, pero sus ojos delataban la preocupación. Roberto, el jefe de operaciones de campo, escuchaba con atención, mientras Tanaka-San, siempre meticuloso, tomaba notas en silencio.

Aguilar empezó la reunión con un resumen de los eventos recientes, explicando cómo había transferido su poder de las sombras a Izuku y cómo se había convertido en el nuevo heredero de esa fuerza mística. Luego, dio una actualización sobre el estado de Monarch Mercs, incluyendo sus planes para la transición. Francisco complementó la información, añadiendo detalles sobre el crecimiento de la empresa y su expansión global, lo cual ayudaría a facilitar el trabajo de Izuku en el futuro.

Como ya saben, Izuku está en proceso de entrenamiento y tiene mucho potencial—dijo Aguilar, haciendo contacto visual con cada uno de ellos —Pero quiero que sepan que mi tiempo aquí está limitado. He tomado todas las precauciones posibles para que Monarch Inc continúe en buenas manos, pero Izuku necesitará su apoyo, especialmente cuando yo ya no esté aquí para guiarlo—.

Francisco asintió solemnemente, entendiendo la gravedad de la situación. Conocía bien la fortaleza de Aguilar, pero también era consciente de las limitaciones que su condición le imponía.

Cuenta con ello, Aguilar—respondió Francisco—Izuku tiene mucho que aprender, pero no lo dejaremos solo. Me aseguraré de que tenga todo el apoyo financiero y logístico que necesite para llevar adelante la empresa—.

Roberto se adelantó entonces, con una expresión de determinación en su rostro.

Izuku tiene mi respaldo en el campo. Lo entrenaré para que pueda liderar en situaciones críticas, no solo con el poder de las sombras, sino también en combate real. Me aseguraré de que esté listo para cualquier desafío que se le presente—.

Tanaka-San, quien había estado tomando notas cuidadosamente, levantó la vista y se dirigió a Aguilar con una ligera inclinación de cabeza.

Siempre he estado al servicio de Monarch Inc, y ahora serviré a Izuku con el mismo compromiso. Me ocuparé de que cada paso de su camino esté bien guiado, y me encargaré de que esté listo tanto física como mentalmente para asumir las responsabilidades de liderazgo —dijo con seriedad—.

Aguilar asintió, satisfecho y agradecido. Sabía que contaba con el mejor equipo, un grupo de personas en quienes confiaba plenamente. Al escuchar sus palabras, sintió un peso levantarse de sus hombros, aunque sabía que aún le quedaban muchas cosas por hacer.

Gracias a todos—dijo Aguilar, con un tono de voz que revelaba tanto determinación como gratitud— Izuku necesitará de cada uno de ustedes en diferentes aspectos de su vida, y con su apoyo, estoy seguro de que logrará grandes cosas. Pero también cuiden de él. Es un joven con una carga pesada y un gran poder, y aún tiene mucho que descubrir sobre sí mismo—.

Francisco, Roberto, y Tanaka-San intercambiaron miradas, conscientes de la magnitud de la tarea que tenían por delante. Estaban decididos a cumplir con su promesa a Aguilar, asegurándose de que Izuku tuviera no solo un equipo, sino una familia en la que pudiera confiar y apoyarse.

La reunión terminó con un aire de compromiso silencioso. Cada uno de ellos estaba preparado para dar lo mejor de sí, con el objetivo de fortalecer y guiar a Izuku en su nueva responsabilidad. Sabían que el futuro de Monarch Mercs dependía de ellos, y no fallarían en honrar el legado de Aguilar.

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Izuku, Johnson y Forge llegaron al primer destino en África, un asentamiento que Monarch Mercs había ayudado a proteger en varias ocasiones. Al acercarse, se encontraron con signos evidentes de un ataque reciente. Las casas y edificios mostraban daños significativos: ventanas rotas, paredes derrumbadas y escombros esparcidos por las calles. Sin embargo, no había signos de víctimas entre la población civil, lo cual fue un alivio para todos.

No hubo bajas civiles—informó Forge, leyendo un reporte rápido de sus dispositivos—pero parece que el ataque ocurrió hace solo unas horas—.

Los habitantes locales, aunque visiblemente perturbados, se esforzaban en limpiar y reparar lo que podían. La llegada de los mercenarios fue recibida con una mezcla de alivio y desconfianza. Algunos recordaban el apoyo de Monarch Mercs en el pasado y agradecían su presencia, mientras otros observaban con precaución.

Johnson, con su habitual eficiencia, se encargó de organizar al grupo. Primero, distribuyeron dispositivos de traducción que les permitían comunicarse con los habitantes locales. Estos pequeños aparatos, diseñados para facilitar la interacción en entornos multinacionales, estaban equipados con tecnología de última generación, permitiendo no solo una traducción precisa, sino también la posibilidad de captar los matices del lenguaje corporal y el tono, esenciales para crear una buena relación con los locales.

Izuku ajustó su dispositivo y se acercó a una mujer mayor que estaba recogiendo escombros de su casa. Tras una breve pausa, el dispositivo captó su idioma y comenzó a traducir.

¿Podemos ayudarte con esto?—preguntó Izuku, con una sonrisa tranquilizadora.

La mujer, aunque inicialmente sorprendida por la repentina oferta, le devolvió una sonrisa y asintió. Izuku comenzó a recoger los escombros junto a ella, moviendo piedras y paneles de madera con rapidez y cuidado. Mientras trabajaba, otros aldeanos se acercaron, curiosos por el joven extranjero que parecía tan dispuesto a ensuciarse las manos para ayudar.

Johnson y Forge, por su parte, organizaron a los mercenarios en grupos para trabajar en diferentes áreas del asentamiento. Algunos comenzaron a reparar estructuras dañadas, mientras que otros ayudaban a limpiar los caminos y aseguraban las áreas que habían sido afectadas por el ataque.

Johnson se movía de un grupo a otro, supervisando y coordinando los esfuerzos.

No sabemos quién o qué perpetró este ataque—comentó Johnson a Izuku cuando pasó a su lado—Pero debemos estar preparados para la posibilidad de que regresen—.

Izuku asintió. Sabía que su misión no solo consistía en reconstruir, sino también en proteger a los aldeanos de futuros ataques. Mientras levantaba una viga de madera para estabilizar una estructura, pensaba en las palabras de Aguilar sobre la importancia de estar listo para enfrentar el lado oscuro del mundo. Aquí estaba, enfrentando el peligro real, y su determinación se fortalecía con cada esfuerzo.

Con el paso de las horas, los mercenarios y los aldeanos, gracias a los dispositivos de traducción, comenzaron a trabajar de manera más fluida y sincronizada. Las barreras lingüísticas se disipaban, y la cooperación aumentaba. Aunque el trabajo era agotador, Izuku sentía una conexión profunda con la gente. A través de las traducciones, escuchaba sus historias y comprendía la valentía con la que enfrentaban cada día, a pesar de los ataques y la destrucción.

Forge se acercó a Izuku, observando su progreso con una mezcla de aprobación y asombro.

Estás haciendo un buen trabajo, chico. Pero recuerda que esto es solo el principio. Pronto tendremos que asegurarnos de que no vuelva a suceder—.

Entiendo—respondió Izuku, mirando a su alrededor—Esto es lo que quiero hacer. Quiero proteger a quienes no pueden protegerse por sí mismos, y también aprender de ellos—.

Johnson, observando la escena desde una distancia corta, sonrió para sí mismo. Sabía que Izuku tenía un largo camino por delante, pero estaba convencido de que tenía el espíritu necesario para enfrentarlo. Este trabajo en África no sería fácil, y probablemente vería cosas que pondrían a prueba su fortaleza, pero también serían experiencias que le forjarían el carácter que necesitaría en el futuro.

Mientras continuaban con las labores de reconstrucción, el cielo comenzaba a oscurecerse, y el asentamiento recuperaba algo de su tranquilidad. Izuku y los mercenarios se prepararon para la noche, listos para actuar ante cualquier emergencia, con una renovada sensación de propósito.

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Izuku había pasado varios días ayudando a reconstruir el asentamiento y familiarizándose con el ritmo de vida del lugar. Empezaba a sentirse parte de la comunidad, reconociendo los rostros y entendiendo un poco mejor las vidas que ayudaba a proteger. Sin embargo, el breve respiro de tranquilidad no duró mucho. Una noche, cuando apenas se disponían a descansar después de una jornada intensa, el aire se llenó de gritos y un sonido ensordecedor de explosiones que sacudió el suelo.

Izuku se levantó de inmediato, corriendo hacia el epicentro del caos. Johnson y Forge ya estaban movilizando a los mercenarios, preparándose para enfrentarse a la amenaza que se aproximaba. A lo lejos, podía distinguir figuras armadas que avanzaban rápidamente, acompañadas por el estruendo de vehículos y el disparo de armas. Todo se volvía borroso mientras intentaba procesar el caos que se desarrollaba ante sus ojos.

En ese instante, el tiempo pareció detenerse. Izuku observó a su alrededor, su respiración acelerada y su mente asaltada por un torrente de pensamientos. A lo lejos, vio a personas corriendo desesperadas, algunas caían y otras se refugiaban en lo que podían. No había tenido tiempo para adaptarse a esta realidad violenta, y ahora, enfrentado a la posibilidad de perder la vida o ver a otros morir, sintió cómo el miedo comenzaba a apoderarse de él. Las manos le temblaban, y su mente se desvaneció momentáneamente, invadida por la inmensidad del horror que le rodeaba.

El estruendo de una explosión cercana lo devolvió al presente. Un edificio se desplomaba en un cúmulo de escombros, y podía escuchar los gritos de quienes aún estaban atrapados dentro. La urgencia de la situación lo sacudió y lo obligó a reaccionar, pero por un instante, la magnitud de la violencia lo había dejado paralizado. Nunca antes había estado tan cerca de un conflicto de esa naturaleza. Podía sentir el peligro acechando en cada esquina y el sabor amargo del miedo en la boca. Estaba ante una situación que hasta entonces solo había imaginado de forma lejana, y la realidad era mucho más brutal de lo que jamás había anticipado.

Forge lo sacó de su trance con un fuerte golpe en el hombro.

¡Izuku! ¡Necesitamos movernos, ahora!—le gritó, sus ojos reflejaban la urgencia del momento. Las palabras lo atravesaron como un relámpago, y por fin su cuerpo reaccionó, siguiendo al sargento hacia el frente de batalla.

Avanzaron a través del humo y los escombros, y Izuku comenzó a invocar las sombras que ahora formaban parte de su poder. Aún se sentía extraño usarlas, pero en ese momento eran su única defensa. Ordenó a una de las sombras que se dirigiera al edificio en ruinas para ayudar a sacar a los heridos, mientras él se preparaba para enfrentar a los enemigos que se acercaban. Su cuerpo se movía de forma automática, guiado por los instintos y el entrenamiento que había recibido, pero el miedo seguía latente, amenazando con entorpecer sus movimientos.

De repente, un proyectil explotó cerca de él, y se vio lanzado por los aires, impactando contra el suelo con violencia. La cabeza le daba vueltas y su visión se nubló por un momento. Al abrir los ojos, el dolor se mezclaba con la confusión, y la posibilidad de morir allí, en medio de esa batalla, lo golpeó de lleno. Estaba al borde del pánico, pero entonces recordó las palabras de Aguilar sobre el sacrificio y la fuerza. Con un esfuerzo titánico, se levantó, respirando profundamente para calmarse.

Izuku se obligó a enfocarse, limpiando su mente de dudas y miedos. No era solo su vida la que estaba en juego, sino también la de aquellos a los que había prometido proteger. Agarró con fuerza el arma que había recibido y retomó su posición. A su alrededor, los mercenarios de Monarch peleaban ferozmente, y la visión de su determinación le devolvió un poco de la calma que tanto necesitaba. Era su oportunidad para demostrar de qué estaba hecho, y aunque el miedo persistía, lo usó como combustible para seguir adelante.

Cada movimiento era un recordatorio de que, aunque estaba asustado, también estaba preparado. No podía permitirse titubear ahora, no cuando había vidas en juego. Con los dientes apretados y el cuerpo tenso, Izuku se lanzó al combate, enfrentando el caos con una nueva resolución. La sombra del miedo todavía lo acompañaba, pero ahora se convertía en un aliado, recordándole que cada segundo era crucial y que, a pesar del horror, podía seguir adelante.

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Izuku, aún con el miedo punzante en su interior, avanzó con cautela, manteniendo su mirada fija en los movimientos de los enemigos. La adrenalina lo mantenía alerta, y cada sonido parecía amplificado, como si el campo de batalla le susurrara sus secretos. Mientras se acercaba, la línea de defensa de los Monarch Mercs se estrechaba. Sus compañeros, experimentados y estoicos, mantenían la posición, pero el número de atacantes empezaba a superar al grupo, forzándolos a tomar una decisión difícil.

De repente, un atacante armado surgió de entre las sombras, a escasos metros de Izuku. Todo pasó en un instante. El hombre apuntó su arma hacia él, y sin pensarlo, Izuku invocó una sombra para interponerse. El proyectil se desvió, pero el atacante seguía acercándose, dispuesto a atacar de nuevo. Sin tiempo para pensar, Izuku canalizó las enseñanzas de su entrenamiento, ajustando su postura y preparándose para una maniobra de defensa letal.

Cuando el enemigo estuvo lo suficientemente cerca, Izuku lanzó una ráfaga de golpes, más rápido de lo que el hombre pudo anticipar. Su enemigo cayó al suelo, jadeando, e Izuku se quedó inmóvil, contemplando lo que acababa de hacer. Aunque no le había quitado la vida, el hombre yacía inconsciente, vencido y vulnerable. Sin embargo, sabía que no todos los enfrentamientos serían tan sencillos. Con las fuerzas enemigas avanzando, cada vez sería más difícil evitar el dilema de arrebatar una vida.

Un grito le devolvió a la realidad, y se giró para ver cómo uno de sus compañeros, un mercenario con el que había compartido varias patrullas, caía al suelo tras recibir un disparo. La furia y el dolor en los rostros de los demás aumentaron, y, pese a sus mejores esfuerzos, el grupo empezó a perder terreno. La idea de una retirada se hacía cada vez más palpable.

Johnson, con la mirada oscura y una voz firme, gritó por el comunicador:

¡Necesitamos replegarnos! ¡No tenemos suficiente cobertura para sostener esta posición!—.

Izuku, con la mandíbula apretada y el pulso acelerado, asintió. Podía sentir el peso de la realidad aplastándolo: la retirada era necesaria, pero el campo de batalla aún exigía sacrificios. Sabía que al replegarse tendrían que cubrir a los heridos y mantener a raya a los atacantes lo mejor posible.

Sin embargo, antes de dar el siguiente paso, sintió que las sombras dentro de él comenzaban a agitarse. Era como si supieran lo que estaba en juego. Decidido a hacer lo necesario para proteger a su equipo, invocó de nuevo a Igris, el caballero sombrío, y lo envió a cubrir su retirada. La figura imponente se lanzó al frente, blandiendo su espada y repeliendo a los enemigos con destreza y furia. Aquella visión renovó las fuerzas del grupo y les permitió reorganizarse.

A medida que se replegaban, Izuku se mantenía en la retaguardia, asegurándose de que todos sus compañeros pudieran retirarse sin ser alcanzados. Los disparos resonaban a su alrededor, y cada segundo parecía eterno. Su mente se debatía, aún resistiéndose a la idea de tener que acabar con la vida de alguien, pero la violencia que le rodeaba no dejaba espacio para dudas.

Finalmente, con el grupo cubierto por las sombras y resguardados tras un par de muros colapsados, Johnson ordenó la retirada completa. El equipo se movió rápidamente hacia una posición más segura, dejando atrás el campo de batalla para reagruparse y replantear su estrategia. Con cada paso, Izuku sintió el peso de lo que había experimentado. No había cobrado ninguna vida, pero había enfrentado la posibilidad de hacerlo, y el conocimiento de lo que aún podría suceder se cernía sobre él como una sombra persistente. Sabía que esta no sería la última vez, y que el conflicto no había hecho más que empezar.

Tres enemigos emergieron con aire de superioridad, claramente confiados en sus habilidades. Uno de ellos tenía una piel que parecía de roca pulida, una armadura natural que lo hacía casi invulnerable. El segundo se envolvía en llamas, sus ojos ardían con la misma intensidad que su cuerpo. El tercero, un mutante de enorme tamaño con rasgos taurinos, avanzaba con pasos pesados, respirando furiosamente mientras sus ojos inyectados en sangre se enfocaban en sus oponentes.

Johnson y Forge intercambiaron miradas, sabían que aquello no sería fácil, pero estaban acostumbrados a las batallas intensas. Sin embargo, la presencia de estos tres nuevos enemigos cambiaba el panorama. Izuku, sin pensarlo demasiado, se colocó a su lado. Estaba decidido a apoyarlos y a nivelar la balanza.

Johnson lanzó un rugido mientras cargaba contra el enemigo con el quirk de la armadura natural. Sus músculos se tensaron, y el suelo tembló bajo su peso. El oponente, inmóvil, se preparó para recibir el impacto con un aire de desprecio, confiando en su resistencia. Cuando chocaron, el sonido de los dos colosos resonó como un trueno, y ambos luchaban por mantener la posición. Johnson, sin embargo, se impuso gracias a su fuerza sobrehumana y comenzó a golpearlo con una serie de impactos poderosos, buscando fisuras en la armadura del enemigo.

Mientras tanto, el mutante con aspecto de toro rugió y se lanzó hacia Forge, quien adoptó una posición defensiva. Con cada movimiento que hacía, su cuerpo brillaba con una energía intensa, aprovechando la energía cinética para potenciarse aún más. Cuando el enemigo llegó hasta él, Forge lo esquivó ágilmente y devolvió un golpe cargado de poder, que hizo tambalear al toro. Los dos intercambiaron golpes brutales, y aunque el toro tenía ventaja en tamaño, Forge contrarrestaba con la potencia extra que generaba con cada movimiento.

Izuku, por su parte, se concentró en el enemigo con el quirk de fuego. Las llamas crepitaban alrededor de su adversario, creando un círculo de calor que distorsionaba el aire. Con una mirada decidida, Izuku invocó a Igris para que lo asistiera. El caballero sombrío se lanzó contra el hombre en llamas, atrayendo su atención. El enemigo lanzó una ráfaga de fuego, pero Igris se desvaneció momentáneamente en la sombra, esquivando las llamas.

Izuku se movía con agilidad alrededor del enemigo, usando su velocidad para esquivar sus ataques de fuego. Con un movimiento rápido, concentró las sombras alrededor de sus puños y le asestó un golpe en el estómago, derribándolo momentáneamente. No perdió tiempo y continuó con una serie de golpes, mientras Igris reaparecía detrás del hombre, levantando su espada para cortarle el paso. Los ataques en conjunto de Izuku y su invocación mantenían a raya al oponente, mientras que Izuku aprendía a coordinarse mejor con las sombras.

Mientras Izuku y su sombra luchaban contra el enemigo de fuego, la batalla se intensificó de forma inesperada. A medida que los ataques de Izuku se volvían más certeros, su oponente se agitaba, y el fuego que lo rodeaba comenzó a crecer en intensidad, escapando de su control. Con un rugido de desesperación, el enemigo desató una ola de llamas que se extendió rápidamente, envolviendo varias casas cercanas en llamas.

Izuku se detuvo, alarmado al ver el daño que el fuego estaba causando a su alrededor. La situación había empeorado considerablemente, y los gritos de los civiles comenzaron a llenar el aire. Sin perder un segundo, Izuku enfocó toda su energía, reuniendo sombras a su alrededor y lanzándose contra su oponente con una nueva fuerza. Igris se unió a él, atacando desde el otro lado, y juntos lograron finalmente reducir al hombre de fuego, dejándolo inconsciente y sin la capacidad de seguir extendiendo el caos.

Con el enemigo derrotado, Izuku se giró hacia los edificios en llamas. Respiró hondo, concentrando su energía, y comenzó a manipular el viento para intentar sofocar las llamas. Luchaba por controlarlo con precisión, buscando dirigir las corrientes de aire de manera que apagaran el fuego sin avivarlo más. Sin embargo, la intensidad de las llamas era demasiado alta, y el fuego sólo parecía crecer, impulsado por las corrientes de aire descontroladas.

Sin perder la calma, Izuku recurrió a su capacidad para manipular el agua, invocando todas las reservas que podía encontrar en las inmediaciones. Generó una serie de torrentes que lanzó hacia el fuego, buscando desesperadamente extinguirlo. Sin embargo, la cantidad de agua no era suficiente, y el incendio se extendía a mayor velocidad de lo que podía contenerlo. Las sombras que lo rodeaban fluctuaban en respuesta a su angustia, mientras veía que el fuego se expandía sin control, amenazando con destruir aún más estructuras.

Mientras las llamas seguían consumiendo las casas, Izuku se sentía frustrado y agotado. Los métodos convencionales parecían insuficientes, y por un momento, el fuego parecía indomable. Sin embargo, justo cuando creía que había agotado sus opciones, una nueva sensación se despertó en su interior, una conexión profunda con el suelo bajo sus pies. Izuku percibió una fuerza latente, una energía antigua que resonaba con su voluntad de proteger y salvar.

Sin pensarlo demasiado, dejó que su instinto guiara sus movimientos. Alzó las manos y sintió cómo una corriente de poder se conectaba con la tierra, como si sus células vibraran al mismo ritmo que el suelo. La tierra comenzó a responder a su llamado. Con un movimiento decidido, Izuku hizo que el suelo se levantara y formara grandes barreras de tierra alrededor de las llamas, creando un perímetro que contenía el fuego, evitando que se expandiera a otras áreas.

Pero Izuku no se detuvo ahí. Canalizó aún más energía, y el terreno debajo de las llamas se alzó, encapsulando el fuego en una especie de cúpula de tierra y rocas que privaba a las llamas de oxígeno. La falta de aire hacía que el fuego se extinguiera lentamente, mientras Izuku mantenía la barrera y controlaba las variaciones en su estructura. En cuestión de minutos, el incendio comenzó a ceder, hasta que finalmente quedó sofocado por completo.

Johnson y Forge lo miraron, atónitos y a la vez impresionados. El comandante Johnson rompió el silencio, sorprendido por el despliegue de poder de Izuku.

¡Maravilloso, Izuku! En el campo no tenemos la tecnología de los hospitales, pero no necesitamos mucho para saber que tu quirk se sigue recuperando—dijo Johnson, con una mezcla de alivio y respeto.

Izuku, aunque agotado, se sintió reconfortado por esas palabras. Había desbloqueado algo nuevo, y aunque la experiencia había sido intensa, supo en ese momento que cada dificultad que enfrentaba lo acercaba más a convertirse en el héroe que deseaba ser.

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