Dipper escuchó atentamente a su novio hablar sobre su mascota, la joven telépata nunca había sido muy fan de los animales, pero si a Pacífico le gustaba parlotear por horas de su gallina, ella iba a escucharlo, al menos, no era Pato, el cerdo mascota de Abel.

Pacífico hizo una pausa para tomar de su malteada de chocolate, nunca lo verías hacer una pausa para respirar pero si por un poco de azúcar.

-Honestamente, me sorprende que aceptarás que nuestra cita fuera aquí-dijo señalando el lugar con una mano, ella se encogió de hombros, el té que tomaba era una asco, los clientes eran campesinos y Linda Susan les dió unos Hotcakes que tenían una fruta cultivada artificialmente, nada comparado con la fruta natural y fresca que comía en su casa, pero Pacífico disfrutaba del lugar, tal vez Dipper también lo hacía pero no estaba dispuesta a admitirlo.

Además por algún tonto comentario del imbécil de su tío Bud, el padre de su prima Gianna, él rubio tenía metido en la cabeza que debía pagar todas sus citas o al menos, la mayoría de ellas.

-Bien, me alegro que te guste-ella casi sonrió, cuando Suroeste se cambió de lugar para sentarse a su lado, miró un poco a su alrededor antes de empezar a inclinarse más cerca, Dipper cerró los ojos expectante.

-¡Pacífico! ¡Hola!-la castaña abrió los ojos para encontrarse con la dueña de esa molesta voz que los había interrumpido, Robin Corduroy le sonreía a Pacífico ignorando lo que había causado.

-¡Robin!-dijo el rubio emocionado, cómo si no le importará no haber podido besar a su novia-¡Hola! Es genial verte-luego le sonrió aún más, la chica con el sedoso cabello negro se cruzó de brazos con una sonrisa, estas personas sonreían demasiado para su gusto.

-Estoy segura de eso, ¿Tienes tiempo ahora?-No lo tiene, pensó la castaña, pero Pacífico pareció pensarlo un poco.

-¿Ahora? ¿Para tí? Siempre-si Dipper no fuera una dama habría gritado, pero lo era, así que esperó mientras Pacífico y Robin hablaban tomando su té, todo hasta que se despidieron.

-Nos vemos luego, rubio-¿Rubio? ¿Qué ahora tenían apodos entre sí? Luego la chica revolvió el cabello rubio de Pacífico que se rió, ÉL-SE-RIÓ, estaba segura que ahora gruñía.

-Rob es genial, ¿Verdad?-le preguntó con ojos brillantes, la castaña estaba muy orgullosa de no tener un tic en el ojo en ese momento.

-Sí, increíble-dijo mirando la mesa con aburrimiento pero él ni lo notó, parecía felíz.

-Lo sé, no hay chica cómo ella-Dipper lo miró un largo momento pero Pacífico no lo notó al seguir hablando de las cualidades de la pelinegra, esto ya era demasiado.

-Me voy a casa-dijo con toda la frialdad que podía reunir, Pacífico dejó de hablar para mirarla confundido-ahora-

-Claro, solo déjame pagar la cuenta-dijo después de pararse para que pudiera salir, Dipper se paró y luego negó sin verlo.

-No, me iré sola-Pacífico frunció el ceño pero asintió o al menos lo intento, luego se inclinó más cerca para besar su mejilla pero Dipper se alejó de él, no se sentía bien que él la besará ahora, no después de hablar de las maravillas de otra chica, una de la que había estado enamorado.

Pacífico vió marchar a su novia con el ceño fruncido, mientras le pagaba a Linda Susan, pensó en seguirla pero Dipper no quería eso ¿Verdad? Además ella le diría si él hubiera hecho algo que la molestará.

-¿Por qué siento que hay algo que no estoy viendo?-dijo el Hippie sin esperar respuesta.

-Oh, niño, tienes tantos problemas-dijo para su sorpresa Linda Susan junto a Filomena Mcgucket que asentía repetidamente.

-Por mis botas, estás perdido-él frunció el ceño, si, claro, perdido.

Una semana, durante una semana la vida de Pacífico se había vuelto un infierno, primero Dipper estaba molesta, muy molesta, apenas le hablaba y respondía sus mensajes, cuando estaban juntos actuaba con más frialdad de lo normal, ni siquiera había podido besarla, el hippie estaba rozando la desesperación.

-Es tu culpa-dijo su prima sin levantar la vista de la revista que leía.

-¿Cómo sabes que es mi culpa?-Él repasó todo lo que pasó en esa cita hasta el cansancio, pero no encontraba nada fuera de lo común.

-Lo sé-por la expresión en su rostro, él temía que fuera porque Dipper se lo dijo.

-¿Y qué hago?-Gianna miró su revista antes de mostrarle una página.

-Según chicos, chicos y más chicos, la mejor forma de pedir perdón después de haber sido un idiota total, es con un regalo-Pacífico miró la pagina con interes, la revista daba distintas opciones de regalos ninguna parecía algo que le gustaría a Dipper, ¿Joyería? Pacífico podía ofrecer sus coronas y collares de flores ¿Ropa? Dipper solo vestía de azul hielo con las más finas telas ¿Un oso de peluche? Él joven temía que la castaña lo usará junto a su hermano para practicar lanzamiento de cuchillos.

-Nada de eso le gustará-Gianna lo miró con burla, por lo que Pacífico se sintió repentinamente incómodo.

-¿Qué le gusta a Dipper?-preguntó con un tono burlón que le recordó a Abel, su inocente prima pasaba demasiado tiempo con ese imbécil.

-Las conspiraciones, el peligro mortal, lo sobrenatural, la magia negra, asustar a las personas hasta matarlas-en su desesperación pasó una mano por su cabello-no lo sé, lo que les gusta a las chicas-

-Pues, tendrás que pensar en algo, esas no son opciones para regalos-Gianna se levantó del sofá para ir a la cocina-siempre podrías preguntarle qué le molesta-le dijo desde el pasillo, pero Pacífico estaba muy ocupado pensando cómo podría regalarle algo de la lista de cosas que le gustaban.

-¿Sobrenatural y magia negra?-él chico comenzó a sonreír, tenía una gran idea, tal vez, ya no tenía el viejo diario, pero tenía su propia versión con anotaciones del autor.

El bosque de Gravity Falls era sin duda peligroso para los forasteros, pero Pacífico no era un forastero, su mochila rebota pesada en su espalda pero a él no le importa, solo tiene que pasar su última parada.

Es tarde en la noche, a muchos les asustaría las sombras oscuras, los árboles torcidos y sus extrañas figuras, las criaturas que se esconden en la noche, pero él solo piensa en que papel de regalo será mejor ¿Debería usar el azul o el que tiene caras felices y perritos? Dipper es una persona simple que aprecia los detalles, usaría el que es rosa neón con caritas felices, perritos y pondría un moño gigante o tres pequeños.

Él joven saltó unas ramas, sin darle importancia al sentimiento de ser observado, sabía que iba a ser observado, no era tan idiota, apuntó a su alrededor con la linterna cuando iluminó una pequeña figura.

Él hada le siseó con los colmillos fuera y los ojos brillando cómo los de un animal hambriento, las alas brillaban con la luz, dónde un hada se encuentra la flor de la vía láctea estaba cerca.

Pacífico frunció el ceño cuando se alejó volando a gran velocidad, no podía perderla de vista, la necesitaba para que lo llevará hasta la flor.

-Hey, vuelve aquí, necesito esa flor para que Dipper me perdone por algo-comenzó a seguir al hada corriendo y tratando de no tropezar en la oscuridad del bosque-aún si no se que hice-murmuró para sí mismo.

Pacífico corrió por lo que se sintieron horas, adentrándose cada vez más en el bosque, saltando raíces de árboles y obstáculos,esquivando ramas, pero lo único que le importaba era no perder al hada.

Se detuvo al tropezar cayendo al suelo, donde se raspo la mano, él rubio miró su mano sangrante sin darle importancia, había pasado por cosas peores, al levantarse del suelo, miró a su alrededor con la linterna tratando de encontrar al hada, sin éxito.

Los árboles estaban distribuídos de una manera extraña, no era normal, estabas a su alrededor formando un círculo perfecto de dos metros de diámetro, cualquiera sabría que eso no es natural, él rubio pensó en buscar algo para defenderse en su mochila, tenía un mal presentimiento, pero antes de que pudiera hacerlo escuchó risitas, muchas risitas burlonas, apuntó con la linterna a su alrededor buscando a los dueños de las risas pero sin encontrarlos, solo vió oscuridad.

-¿Caí en una trampa, verdad?-preguntó a la nada, su semana sólo se ponía mejor y mejor.

Y podía mejorar aún más, Pacífico estaba atado de cabeza en un árbol, mientras las hadas a su alrededor discutían la mejor forma de comerlo, ninguna de las ideas le gustaba mucho a Pacífico.

Él rubio trató de ignorar que estaban hablando de asarlo lentamente para buscar una salida, lo habían traído a su escondite, un claro en el bosque, para atarlo de cabeza con sogas hechas de hojas, ramas y no estaba seguro de querer saber qué más, estaba seguro de que podría usar la suficiente fuerza para romper las mismas pero eso dejaba el problema de las hadas, eran demasiadas, quizás cincuenta o sesenta, aún si lograba soltarse tendría que pelear con muchas hadas diminutas completamente solo.

En el lado positivo, en medio de las hadas, se encontraban las benditas flores que le ayudarían a recuperar a Dipper, ahora si tan solo pudiera escapar, pelear con las hadas y conseguir las flores, de preferencia manteniendo todas sus extremidades intactas.

Él rubio suspiró, no le quedaban muchas opciones.

Pacífico rompió sus ataduras en el momento en que las hadas habían decidido cocinarlo a fuego lento en una olla, se deslizó por el suelo para llegar hasta las flores aprovechando esos segundos de sorpresa para tomar un ramo de ellas, con la mirada buscó su mochila hasta encontrarla colgada en una rama muy alta.

-Oh, vamos-dijo para sí mismo, al mirar alrededor, las hadas se estaban agrupando, él rubio busco algo para defenderse decidiendo por un palo con el que golpeo a cada hada que se acercará.

Pero por cada hada que golpeaba más aparecían, una de las flores perdió varios pétalos por culpa de sus bruscos movimientos, cuando Pacífico estaba empezando a cansarse.

-Carajo-dijo para sí, buscando una salida con la mirada.

-Esa no es la forma de hablar de un caballero-la voz fue fría pero sarcástica, lo que lo hizo sonreír, la luz azul rodeó a varias hadas a la vez, cuando ella emergió de entre los árboles, con una mueca de despreció.

-No soy precisamente un caballero-respondió golpeando un hada, sin notarlo otra flor cayó pero esta vez fue aplastada por su pie, Dipper bufó desde el otro lado frente a él.

-Ni me lo recuerdes, hippie de caravana-Pacífico sonrió, quizás Dipper no tuviera los apodos más tiernos pero él no se quejaría.

La castaña empezó a hacer un camino directo a ella, él podía ver el sudor de su frente por el esfuerzo de detener a tantas hadas a la vez, corrió sin pensarlo hasta ella.

-¿Puedes detenerlas más tiempo?-ella lo miró cómo si fuera un idiota, lo que debía ser un sí, o que pensaba que Pacífico era un idiota, no importaba, salto para trepar el árbol. Escalo el árbol con facilidad que viene de la experiencia, aplastó a un hada o dos mientras lo hacía.

-¡Pacífico! ¡Apurate!-él rubió miró de reojo abajo, Dipper estaba perdiendo el control de algunas hadas, escaló con más velocidad hasta llegar a su mochila, una vez que la tuvo firmemente en su mano saltó al suelo con un aterrizaje algo torpe, tomó la mano de la castaña y la arrastró lo más lejos que podía del claro del bosque.

Corrieron hasta volver a la parte más segura del bosque, Pacífico soltó un suspiro de alivió cuando volteó a ver a su novia y el alivio se perdió, Dipper estaba algo despeinada, con el ceño fruncido, con los brazos cruzados y claramente enojada, por algún motivo, Pacífico se preguntó si él era él motivo de su mal humor, pero eso era imposible.

Caminaron en silencio, dirigiéndose a la cabaña del misterio, no estaba muy seguro de por qué a la cabaña del misterio y no a la mansión Gleeful, pero temía preguntar, su mochila se sentía repentinamente pesada, la única flor que se salvó del ataque parecía patética en sus manos.

-¿En qué estabas pensando?-la escuchó sisear-tú, tú, ¡Gran idiota!-lo señaló con un dedo-¿En que demonios pensabas metiendote en territorio de hadas?-él abrió la boca para responder pero ella lo interrumpió alejándose de él-¿A quién engaño? No estabas pensando, cómo siempre, no ves lo que está frente a tí-eso sonaba demasiado personal para ser un comentario al azar.

-¿De qué hablas?-Dipper frunció aún más el ceño-eres tú la que actúa extraño desde hace una semana-la chica mantuvo los labios presionados en una fina línea-no entiendo porque, pero es cómo si estuvieras enojada conmigo-

-Estoy molesta contigo-le interrumpió-muy molesta contigo.

-¡¿Por qué?!-se acercó a ella pero ella retrocedió molesta.

-Averigualo genio-la palabra genio estaba cubierta de tanto sarcasmo que podía cortarlo, ella entrecerró los ojos cuando Pacífico pasó una mano por su cabello frustrado-No te atrevas a enojarte, yo soy la que está enojada y no soy la idiota que se puso en peligro-

Él rubio frunció el ceño, por el rabillo del ojo notó las luces del porche de la cabaña, tomó la muñeca de Dipper y la arrastró entre gruñidos y maldiciones hasta el lugar, la luz iluminó mejor su rostro, así que podía ver su ceño fruncido mucho mejor de lo que podía ver con la linterna y la luz de la luna.

-¿Quieres saber por qué fui un idiota?-le preguntó pero antes de que pudiera darle una respuesta sarcástica tiró todo el contenido de su mochila al suelo, Dipper parecía confundida-estaba buscando algo para tí-ella se agachó mirando los objetos con algo de interés.

Había varías revistas sobre conspiraciones y cosas paranormales, algunos cristales mágicos que encontró en el bosque, un incienso de "calidad" que era estúpidamente caro, los dulces que a ella le gustaban, algunas hierbas y plantas, Dipper tocó con reverencia un cristal azul hielo cuando la flor apareció frente a ella.

Estaba algo maltratada por la pelea, pero seguía siendo hermosa, con sus pétalos puntiagudos de un color azul noche muy difícil de imitar y con pequeños destellos blancos brillantes cómo las estrellas, la jóven la tomó con una mano temblorosa.

Pacífico suspiro con tristeza antes de ir a sentarse en los escalones mirando el suelo con una expresión triste, dejándola sola mirando los obsequios, luego la flor, luego los obsequios.

Pero él siguió mirando el suelo, incluso cuando ella se sentó a su lado, no se atrevía a verla.

-Se que hice algo, no se que es-dijo con voz temblorosa-pero Gianna tenía esta revista que hablaba de que los regalos eran la mejor forma de ganarse el perdón-podía sentir cómo su rostro empezaba a sonrojarse-se que no querrías un oso de felpa-

-Lo usaría para lanzar cuchillos junto con Abel-Pacífico rió un poco, él había tenido razón.

-Lo sé, pensé lo mismo-dijo sin diversión, lo que era raro para él, la escuchó suspirar.

-Pacifico, esto es mi culpa-él la miró de reojo, la vió retorcerse las manos nerviosa-puede que esté molesta, por algo tonto y sin importancia-¿Dipper estaba balbuceando?-Yo, he ¿Recuerdas a la chica?-¿Qué chica?-la cajera-

Pacífico la miró confundido por sus palabras ¿Qué tenía que ver Robin en todo esto? La expresión de Dipper era nerviosa, incluso algo sonrojada, supuso que estaba avergonzada por algo.

-Puede que me haya molestado un poco la cercanía que ambos comparten-La jóven fue interrumpida por la risa del pacifista, Pacifico se reía a carcajadas, incluso golpeando su rodilla con una mano, Dipper frunció el ceño con el rostro sonrojado, estaba por pararse cuando Pacífico la beso.

Fue lento, suave, la castaña no pudo evitar soltar un suspiro en medio del beso que hizo sonreír a Pacifico, se separaron solo unos pocos centímetros, él sonreía de lado.

-Se que está mal-le susurró-pero me alegra no ser el único celoso de entre nosotros-Si ella tan solo supiera lo que pasaba él hippie cada vez que su grupo de fanáticos proclamaba cuanto la amaban, rogando por una cita, cómo si él no existiera, Dipper estaba por preguntarle de qué hablaba cuando la volvió a besar.

-Pacífico-la escuchó decir.

-¿Qué te molesto tanto?-preguntó conteniendo las ganas de volver a besarla.

-Ella tocó tu cabello-Pacífico sonrió un poco inclinando la cabeza.

-Tu también lo haces-Dipper no pareció felíz por su respuesta.

-Tiene apodos para tí-Pacífico fingió pensar detenidamente en eso.

-Tu también, ¿Hippie, campesino, imbécil?-La chica desvió la mirada.

-No es lo mismo, no son cómo los de ella, los de ella no son insultos y tienes un apodo para ella-Pacífico pensó en eso.

-Voy a ignorar que dijiste que Hippie es un insulto, mira tu no dices cosas cómo amor, cariño, sunshine, eso es más del estilo de Abel, lo que agradezco no puedo imaginarnos así-ambos se estremecieron ante los recuerdos del castaño proclamando su amor a los cuatro vientos con apodos cursis y cada vez más raros-puede que no siempre me gusta que me llames por insultos, pero son tus apodos ¿Y de donde sacaste que no tengo apodos para tí?-

-Reina del hielo, falsa telépata, dolor de cabeza, no son cosas que le dices a tu novia-él rubio se encogió de hombros.

-Paso a paso, Dips-ella negó con la cabeza, cómo si él fuera incorregible-¿Qué más?-

-Ella te gustó-murmuró sin verlo.

-Y ahora me gustas tú, Dipper, Robin es mi amiga pude haber sentido algo en el pasado por ella, pero este es el presente, tu eres mi presente-ella tragó saliva sonrojada-tal vez hasta mi futuro-

-Eres un romántico incorregible, que perdedor-eso solo hizo reír al rubio.

-Tu perdedor-