Los personajes de Inuyasha pertenecen a Rumiko Takahashio yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia o referencia.
12 Recetas Quemadas
Inuyasha no era exactamente conocido por su paciencia, pero cuando se trataba de Kagome, podía hacer el esfuerzo para controlarse. La noche anterior, había tomado una decisión: sorprenderla llevándole el almuerzo a la escuela. Desde que salían, su novia le había llevado almuerzo exclusivo para él o simplemente solía llevar más comida para poder darle. Y aunque Inuyasha no era del tipo que solía cocinar, esta vez quería hacer algo especial.
Con determinación, había pedido ayuda a su madre, Izayoi, una mujer dulce que siempre estaba dispuesta a enseñarle cualquier cosa, especialmente si se trataba de impresionar a Kagome, para Izayoi, esa jovencita fue lo mejor que le pudo pasar a su hijo.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto tú solo mañana? —preguntó Izayoi con una sonrisa mientras le enseñaba a mezclar la harina para hot cakes.
—¡Sí!, a Kagome le gustan mucho con miel— respondió él, mostrando determinación en su rostro.
—Yo podría levantarme más temprano y dejártelos listos.
—Nada de eso, mañana saldrás con papá a ver a Sesshoumaru, además, quiero hacer esto yo, no puede ser tan difícil, ¿no?
Izayoi sonrió con ternura y comenzó a explicarle cómo debía batir la mezcla, le decía que debía tener cuidado con las aspas de la batidora y que, si comenzaba a batir con los ingredientes secos, dejaría la cocina hecha un caos.
La cocina era más complicada de lo que Inuyasha había pensado. Había sacado las aspas antes de detener la batidora, provocando que la mezcla salpicara por todos lados. Para cuando comenzó a cocinar los hot cakes, se impacientó al esperar que aparecieran las burbujas en la cara superior, su impaciencia provocó que se distrajese y se le quemaron los primeros cinco, luego subió la intensidad de la flama y quemó tres más. En ese punto comenzaba a querer rendirse, pero su madre lo alentaba, riéndose suavemente.
—La clave está en ser paciente, Inuyasha. Si quieres todo muy rápido, acabarás quemando todo— dijo al bajar la flama de la hornilla.
A la mañana siguiente, con el amanecer apenas asomándose, Inuyasha estaba de pie en la cocina, sus padres ya se habían ido y en un gesto muy característico de su padre, le dejó un pequeño extintor sobre la mesa de la cocina y una nota con los números de emergencias, bajo todos ellos estaba la letra de su madre "tú puedes hacerlo, está en tu sangre, suerte", no por nada era hijo de una maravillosa Chef.
Decidido, comenzó a sacar los ingredientes, iniciando así su misión: preparar el almuerzo perfecto para Kagome.
A pesar de que el resultado fue mejor que el día anterior, aún tuvo algunos contratiempos: encendió la batidora antes de añadir la leche, lo que provocó una nube de harina que cubrió todo a su alrededor. Además, no bajó la flama lo suficiente, dejando la mayoría de los hot cakes con un tono marrón oscuro. Intentó darles un toque especial agregando tocino, pero terminó friéndolo más de lo que habría querido. Para colmo, mientras se apresuraba a retirar el tocino quemado, derramó miel por toda la mesa.
Mirando la escena catastrófica, Inuyasha se pasó una mano por el cabello, frustrado. Esto no estaba saliendo como lo había imaginado.
—¡Maldición!— gritó al ver la hora, no tenía tiempo de volver a comenzar, si no se daba prisa llegaría tarde a la escuela, aún debía limpiar la cocina y darse una ducha para quitarse la harina del cabello.
Más tarde, en la escuela, Kagome e Inuyasha estaban por almorzar en su lugar de costumbre, a espaldas del edificio de aulas. a su casillero cuando lo vio aparecer.
—Eh… esto es para ti —dijo, extendiendo la caja de obento y con su mirada evitando la de Kagome—. No salió como lo planeé, pero... quise hacerte algo.
Kagome lo miró, sorprendida, pero su expresión se suavizó inmediatamente. Inuyasha no era de hacer gestos románticos, y ver el esfuerzo que había puesto en esto, a pesar de que no había salido perfecto, la conmovió profundamente.
—Gracias, Inuyasha— dijo suavemente, tomando la bandeja con cuidado—. No importa si no es perfecto, lo importante es que lo hiciste para mí— Inuyasha gruñó algo incomprensible, pero Kagome solo sonrió.
—Está… crujiente— dijo al darle un mordisco al tocino.
—Lo siento, mejor iré a comprarte algo a la cafetería o si prefieres al salir vamos por…— cayó cuando su novia tomó su rostro con ambas manos.
—Me gusta así, crujiente, y los hot cakes están bien así, con práctica sé que mejorarás— volvió a su obento y continuó comiendo.
—¿Quieres que vuelva a cocinar para ti?— preguntó incrédulo.
—Claro que sí, anda, come— le animó—. La verdad es que la apariencia no es la mejor, pero te quedaron realmente bien, no están duros, no tienen cáscara de huevo y no quedaron crudos. Pero lo más importante para mí, es que tú los hiciste, te esforzaste a intentar algo nuevo, solo para sorprenderme y eso es lo que más importa.
Inuyasha soltó una risa inesperada, avergonzado pero aliviado. Ella era la única que podía hacer que incluso el peor de los desastres se sintiera como una victoria.
12/10/2024
